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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Khan y Lorah, en su primera noche en Talos IV, descubrirán las semejanzas y las diferencias entre humanos y kazons.

 

Semejanzas y diferencias

 

 

                                                                                      El chico kazon no mostraba los síntomas de hipotermia que vio en Peter y en Pavel cuando quedaron atrapados en Talos IV. Las manos parecían estar bien, no se hinchaban ni se enrojecían siquiera. Sin embargo temblaba como una hoja delante del fuego que habían encendido en aquel improvisado refugio de piedras contra la pared de roca.

   - Debimos recoger más leña, no habrá suficiente para toda la noche. - Refunfuñó Khan acercándose al muchacho.

   - ¿Qué haces? - Se sobresaltó con el contacto del sobrehumano. - ¡No me toques!

   - ¡Lorah, no seas idiota...! - Le regañó. - Nos daremos calor el uno al otro, deja que te abrace.

       Simplemente asintió y permitió que el hombre le rodease el cuerpo con los brazos. Se sintió mejor cuando notó su pecho en la espalda, apoyándose en él descansó.

   - Mañana recogeremos el doble de leña. - Musitó cerrando los ojos. El olor de Khan se le filtró por las fosas nasales. Giró el cuello y volvió a olisquearle, esta vez de cerca, hundiendo la nariz allí donde más intenso era el aroma.

   - ¡Eh! - Protestó Khan. - No me doy una ducha desde ayer, es normal que me huelan los sobacos...

   - ¿Una ducha? ¿Eso qué es? - Le preguntó restregando la nariz por el pecho y el cuello del moreno, algo ácido y dulce le atraía de aquel intenso olor a sudor masculino.

   - Pues ducharse es cuando te desnudas... - empezó a explicarle al chico, sorprendido ante el roce de su cara por todo el pecho, - ...y te metes debajo del chorro de agua...

   - ¡Agua! ¿Limpias tu cuerpo con agua? - Lorah se separó de Khan y le clavó la mirada interrogante.

  - Sí, ya sé que para ti eso es un terrible desperdicio... ¡Todo un sacrilegio! - Le acarició la cara y volvió a atraerla contra su cuerpo. - El agua es un bien sagrado en tu mundo, pero en el mío... ¡Oh! Tendrías que verlo desde el espacio. Le llaman el planeta azul... porque más de un setenta por ciento es agua, curiosamente el mismo porcentaje que tiene el cuerpo humano de ese elemento. Dicen que salimos del océano... yo mismo tengo uno particular con mis dos t'hy'la. - Sonrió al recordar su precioso tel *(vínculo).

   - No lo entiendo... - Murmuró Lorah. - No entiendo nada de lo que me dices, Donald. El agua es sagrada, uno no se limpia con agua... Tengo frío. ¿Puedes abrazarme más fuerte?

   - Puedo hacerte entrar en calor. Si me lo permites... te besaré. - Hacía rato que estaba deseando hacerlo, el muchacho le provocaba ternura.

   - ¿Besarme? - Le miró a los ojos azul hielo y observó nacer la sonrisa brillante entre los carnosos labios, los hoyuelos surgieron de pronto y fue él mismo quien acercó la boca para darle un beso. - Me gusta, sabes bien y tu olor es tan... - Volvió a hundir su nariz en la axila de Khan.

 

       El moreno se dejó olisquear, Lorah lo hacía como si fuese un animalillo nervioso. Poco a poco sintió sus manos entrando por debajo del jersey, levantándole la ropa para olfatearle mejor la piel... Al muchacho le llamó enormemente la atención el vello corporal de Khan. Lo rozaba con los dedos para ver cómo de cada poro salía solamente un único pelo. No como entre los de su especie. Entonces le metió la mano por el pantalón y tanteó hasta encontrar su sexo.

   - ¡Oye, muchacho...! - Khan se estremeció. - ¿No crees que tu curiosidad te está llevando muy lejos demasiado deprisa?

   - ¡Enséñamela, quiero ver cómo la tienes! - Le exigió desabrochándole los botones sobre la entrepierna.

   - De acuerdo... - El sobrehumano se echó a reír. - Pero no admito comparaciones con tu sire, él es un kazon, no lo olvides.

   - Jal me hizo suyo hace años, le pertenezco... le amo... - Al ver el miembro sonrosado de Khan se sonrió. - Deja que lo pruebe... quiero saber si os gustan las mismas cosas que a nosotros.

   - ¡Nada de dientes! - Le advirtió Khan algo asustado. Un mordisco del chico y podría perder su virilidad.

   - Tranquilo, mi sire me enseñó a dar placer con la boca. - Abrió los labios y se acercó agachando la cabeza. El olor le excitó, era algo acre, distinto al de los kazon, pero le atraía como un caramelo a un niño.

   - ¡Oh, sí! - Exclamó Khan casi gimiendo, el placer era delicioso. - Ese maje tuyo te ha enseñado bien.

 

           Y como si de un caramelo se tratara Lorah lamió y chupó el sexo del hombre hasta dejarlo duro en todo su esplendor. Entonces retiró la cabeza para observarlo.

   - Jal la tiene más grande. - Musitó sonriendo. - ¿Quieres ver la mía? - Le preguntó inocente.

   - Vale, te dije que nada de comparaciones entre razas... - El moreno se sonrojó al verle desnudarse. Hasta el muchacho tenía más envergadura allí abajo que él... calculó que aproximadamente aquel oscuro miembro era del tamaño del de Pavel. - Ahora yo te probaré a ti. - Le susurró agarrándolo por la cintura y bajando la cara hasta tenerla delante de su sexo.

   - Mmm... sí... Supongo que esto nos mantendrá calientes toda la noche... - Murmuró Lorah sintiendo un gran placer con las atenciones de Khan sobre su dura verga morena.

 

                   Así fue. Durante las horas nocturnas se dedicaron a darse gusto el uno al otro, jugando con sus bocas y sus lenguas, dejando que la curiosidad les guiase y aprendiendo que humanos y kazons no son tan diferentes a la hora de sentir placer.

         Ni siquiera se dieron cuenta de que el fuego se había apagado. El sol, filtrándose entre las piedras, les despertó por la mañana trayéndoles de vuelta a su pesadilla. Lorah cogió su camisa y fue a limpiar los restos de semen sobre el vientre y el pecho de Khan.

   - No, déjalo. No ensucies tu ropa con eso. - Le detuvo antes de que le rozase con la tela.

   - Es extraño. Tu semilla es blanca, la mía es más bien amarilla. - El chico señaló los dos tonos que manchaban la piel de alabastro de Khan.

   - En algo teníamos que diferenciarnos. - Se echó a reír limpiándose con la mano. ¿Cuántas veces habían eyaculado aquella noche? Perdió la cuenta tras la tercera.

   - Oye, Donald. - Le dijo con familiaridad rozándole el tatuaje del pecho. - ¿Qué significa este símbolo?

   - La unión entre mis t'hy'la y yo. - Le tomó un dedo para pasarlo sobre las aspas mientras le explicaba. - Somos Pavel, Amy y yo. Estamos unidos, entrelazados, atrapados en un círculo mágico de por vida, juntos para siempre.

   - ¿Estás unido a un hombre y a una mujer? ¿Es así siempre entre tu pueblo? - Le preguntó con curiosidad.

   - No, no siempre. Esto... - le puso la mano sobre el trisquel, - es algo muy especial, cosa de los dioses. Ni yo mismo lo entiendo... - Murmuró cerrando los ojos.

 

         Khan permaneció así un rato, en silencio, con los ojos cerrados y concentrado en sus propios pensamientos. Lorah le observaba algo inquieto. ¿Qué estaba haciendo? La expresión tan serena de su rostro, tan solemne, le impedía interrumpirle.

   - Pavel, mi amor... No he llegado demasiado lejos, al menos esta primera noche. - Dirigía sus pensamientos hacia él, esperando una respuesta. - Pavel... moy muzh... *(esposo mío) – Respuesta que no llegaba. - ¿Pavel? ¿Estás ahí? - Terminó hablando en voz alta.

   - ¿Por qué le llamas? ¿Acaso él puede oírte? - Lorah inclinó la cabeza al preguntar, aquello sí que era extraño.

   - Debería... pero no le siento. No sé, algo ocurre. Le advertí que no hiciese tonterías, me temo que no me ha hecho caso. - Dijo volviendo a cerrar los ojos.

       Khan empezó a preocuparse. Durante la noche no había pensado en Pavel, o al menos había procurado no hacerlo, no quería herirle con lo que estuvo haciendo con el chico. Ahora intentaba simplemente sentir su presencia... y no podía. ¿Por qué?

   - Amy, mi criatura imposible... - Se dirigió a ella; aunque a cientos de miles de parsecs de distancia sabía que la chica podría conectar con su mente. - No siento a Pavel... ¿y tú?

   - Khan, mi t'hy'la... no te asustes... - La voz le llegó lejana, débil. - Nuestro Pavel está en la nave oscura, con los dioses. No le harán ningún mal y pronto le devolverán al Enterprise.

   - Pero Hikaru... - Si Pavel había desaparecido de la nave el japonés estaría terriblemente angustiado.

   - Sí, lo sé. Tío Sulu debe estar pasándolo mal. No podemos hacer nada, él no nos oye. - Amy parecía alejarse cada vez más, su voz era apenas perceptible ya para el moreno.

   - Mi criatura... no me dejes... - Le rogó. - Amy... ¡Amy! - La llamó casi en un grito. Había perdido la voz en su cabeza. - ¡Maldito idiota de Pavel! Tenía que insistir con lo del idioma... Los dioses se habrán molestado, ¿qué habrá hecho? ¿Buscarles? ¿Tratar de detectar su nave? ¿Disparar a la oscuridad del espacio?

  - ¿De qué nave hablas, Donald? - Lorah le sacudió de un brazo. - ¿Qué es eso de “los dioses”? No sé qué te pasa, si puedes o no oír los pensamientos de tus dos amantes... pero el sol se levanta en el cielo y tenemos que encontrar comida, leña y agua antes de que el calor sea demasiado intenso.

   - Tienes razón. - Khan se golpeó la frente. - ¿Cómo he podido ser tan estúpido? - Se dijo. - Vamos, ocupémonos de nuestra propia supervivencia, chico.

       Apartó dos pesadas rocas y salió al exterior de su refugio nocturno. El astro brillaba implacable sobre su cabeza. Pronto la temperatura se elevaría por encima de los cuarenta grados.

   - Pavel estará bien... Sulu estará bien... dos días más, sólo dos días más... - Murmuró echando a andar, buscando ramas que usar en la hoguera que tendría que volver a prender aquella noche.

 

 

 

                                                                     La puerta de la biblioteca se abrió y Amy entró corriendo a abrazarse a su padre. Jim la recibió en su regazo, apartando el monitor sobre la mesa, intentando apagarlo para que la chica no viese en qué andaba investigando. En la pantalla tenía abiertos varios planos de naves Kazon que los klingons le habían enviado.

   - ¿Qué ocurre, mi bebé? - Le dijo alcanzando al fin el botón y desconectando el ordenador.

   - A'nirih! *(papá) – Su voz sonó temblorosa, estaba algo asustada. - Khan no siente la presencia de Pavel en el Enterprise, yo tampoco puedo... - Le explicó.

   - ¿Qué ha pasado? - Jim le cogió la cara y la miró a los ojos.

   - Creo que se lo han llevado los dioses... - Unas lágrimas estaban a punto de brotar en aquella mirada.

   - ¿La nave oscura? - El rubio frunció el ceño y ajustó la boca. - Siempre andan cerca, cuidando de nosotros. - Dejó que una sonrisa torcida le asomase a los labios. - Tesoro mío, tú fuiste concebida y gestada allí; Pavel guió a Spock por los pasillos de aquel laberinto cuando naciste... y al hacer el koon'ul *(compromiso) entre los tres, vi en vuestra mente el trisquel luminoso, de algún modo sé que esa cosa está dentro de la nave de los dioses. ¿Crees que algo malo le sucederá a tu t'hy'la allí?

   - Supongo que no... - Se secó las lágrimas, no tenía sentido que le hicieran ningún daño.

   - Entonces cálmate, mi vida. - Acarició las mejillas de su hija abrazándola con amor. - Pavel estará bien, los dioses le devolverán al Enterprise antes de que te des cuenta.

   - Eso mismo le he dicho a Khan, pero quería oírtelo decir a ti, a'nirih. - Besó a su padre en la mejilla y se rascó la cara por la caricia de su barba. - Me tranquilizas, tú sabes cómo hacerlo.

   - Soy tu a'nirih y tú mi bebé. ¡Los dioses me hicieron el mejor regalo del mundo! - Jim apretó a su hija contra su pecho, hundiendo la nariz en sus negros rizos.

  - ¡Espero que Pavel no se quede embarazado! - Exclamó Amy echándose a reír. - ¿Te lo imaginas?

   - ¡Amy, por favor...! - Jim se carcajeó haciendo que la chica se agitase sobre sus piernas. - ¡Mi niño ruso! ¡Pobre mío!

   - ¿Por qué le llamas siempre así? - Le preguntó curiosa.

  - ¡Le quiero, cariño! Le quiero muchísimo. - La sonrisa hizo que le brillasen los ojos. - Cuando tomé el mando del Enterprise él no tenía más de diecisiete años. Hazte una idea, cielo. ¡Era solamente un crío! Un genio, sí, pero tan inocente... tan inexperto... tan rabiosamente joven. Si bien me sentí responsable de toda la tripulación como capitán, por él sentía una responsabilidad aún mayor. Siempre será mi niño ruso.

   - Comprendo... - Le acarició la barba mirándole con ternura. - Recuerdo que yo estaba en tu vientre cuando él nos tocó y sentí el vínculo...

   - ¿Que lo recuerdas? - Jim se extrañó y la miró con los ojos abiertos como platos.

   - No preguntes. - Amy se encogió de hombros. - Sé que no es muy normal, a'nirih... pero tengo memoria desde antes de nacer.

    El rubio meció a su hija sonriendo. No era la primera vez que sus increíbles capacidades le dejaban atónito.

   - Sí, estuviste dentro de mí en Metafisto... - Murmuró cerrando los ojos para recrearse en aquel recuerdo. - Esa fue la sensación más maravillosa que he tenido en toda mi vida, Amy.

   - Pavel te tocó la tripa, tú también entraste en nuestras mentes. - La chica apretó los brazos en torno al cuello de su padre.

   - Lo recuerdo, sí. A Pavel se le quedó una cara de extasiado que... - Se echó a reír de nuevo al rememorarlo. - Mi niño, nunca volvió a ser el mismo.

   - Le echo de menos... y a Khan. - Cerró los ojos y pensó en sus dos t'hy'la.

   - En unos años volverán a casa y podrás estar con ellos. - Jim se entristeció. - Entonces seré yo quien te eche de menos a ti.

   - Creo que no viviré con ellos. - Dijo Amy dejando a su padre patidifuso. - ¡Oh, no me mires así! Les tomaré por esposos, el trisquel nos obliga y todo eso... Siempre estaremos unidos por el vínculo pero... - Sujetando la cara de su padre entre las manos le clavó la mirada azul. - ¿Qué iba a hacer yo, una chica de diecinueve o veinte años para cuando ellos regresen, con tres hombres de alrededor de cuarenta?

   - ¿Tres? - Jim no entendía nada. Permitió que la chica se levantara de sus rodillas y echase a andar hacia la puerta. - ¡Amy! - La llamó incrédulo.

   - Están con Sulu, a'nirih. Pavel y Khan le aman de un modo que nada tiene que ver con lo que nos une a los tres. - Abrió y salió de la biblioteca dejando a su padre pensativo y en silencio.

 

       La chica parecía tener claro que su futuro no estaba junto a sus t'hy'la. Jim volvió a encender el ordenador preguntándose si sería posible que su hija no conviviera con aquellos hombres a quienes estaba unida por el vínculo vulcano. ¿Y qué pasaría con Sulu?

 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por comentar.

Dejo imagen de Khan y Lorah en Talos IV, pasando calor durante el día.

http://www.casimages.es/i/140820074226114315.jpg.html

Cuelgo también un gif que me parece muy tierno, es de la época en que Jim conoció a Pavel a bordo del Enterprise. El que no deja de moverse detrás de ellos es Bones, creo que se estaba haciendo pis.

http://media.tumblr.com/fc2e0b17f5958b25f0e5fd2ea7a20e6f/tumblr_inline_mnvs1crKh61qz4rgp.gif


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