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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Siempre hay alguien que no está de acuerdo con las decisiones de su gobierno. Alguien que opta por la guerra antes que la paz. Alguien a quien no le importa morir si es matando.

El ataque del Tal'Shiar

 

 

                                                                         De alguna parte se les acercó una mujer vestida con una especie de túnica de color malva. Decoraba su negra y espesa cabellera con unas cintas blancas trenzadas entre su larga melena. Al cuello llevaba un colgante con una piedra de color azul oscuro que, al aproximarse a su mesa, brilló llamando su atención.

   - Buenas noches caballeros. Permítanme que me presente. Mi nombre es Ada y soy betazoide. - La mujer les sonrió mostrándoles unos dientes blancos y perfectamente alineados. - Quizá no lo sepan, pero los de mi raza podemos conectar con las auras y recibir las emociones de multitud de especies, la humana entre ellas.

      Los cinco la miraron algo sorprendidos. ¿Qué quería aquella extraña desconocida? Algo la había atraído hasta ellos. Tenía alrededor a decenas de klingons, romulanos y humanos sin embargo se había detenido allí, observándoles con una mirada algo alucinada.

   - Usted... - Señaló a Khan. - Tiene un aura naranja, de energía puramente física, extremadamente brillante pero... - susurró aquellas palabras, en sus ojos negros pareció centellear la compasión, - ...está envuelta en algo gris, una sombra que me dice que su alma está llena de oscuridad.

   - ¡Vaya! - Exclamó Jim. - ¿Y mi aura? ¿De qué color es? - Preguntó curioso.

   - De un verde profundo y precioso... - Respondió la mujer con una amplia sonrisa. - ¡Es usted todo corazón, señor mío! ¡Puro amor! Nunca había visto nada igual, pero si me he acercado es por el hombre que se acaba de levantar de esta mesa... - Se giró para observar a Pavel en el pasillo tras los cristales. - Esa criatura... Su aura es violeta, denota una gran espiritualidad, como la de un betazoide con capacidades avanzadas. ¡Es muy poderoso! ¿Ha dado muestras de alguna habilidad psíquica?

   - Tal vez, ¿por qué quiere saberlo? - Sulu no se fiaba de aquella enigmática mujer.

   - De igual modo veo una sobra de oscuridad en su alma, como en la suya, caballero. - Volvió a mirar a Khan. Parecía fascinada. - Intuyo que están ustedes conectados.

   - ¿Qué ve cuando mira a mi amigo, Ada? - Jim señalaba a Sulu, quería saber si el japonés emitía también algo que la betazoide fuera capaz de identificar.

   - Sus colores van del amarillo al verde claro, es analítico y comunicativo, tiene dotes de mando... - Examinó a Sulu con más atención, lo que vio le hizo sonreír. - Está usted también unido a estos dos hombres de alma atormentada. Usted... les ama profundamente, con todo su ser.

   - ¡Oh! ¡Es buena! - Exclamó Peter entre risas. Su capitán acababa de sonrojarse.

   - Volviendo al hombre de ahí fuera... Sus poderes psíquicos si no se han desarrollado ya pronto aparecerán. Él y usted, - señaló a Khan – están destinados a algo muy grande. Comprendo que no confíen en mí, que no quieran contarme nada pero... - se acercó al japonés y le susurró al oído, sus palabras no las escuchó nadie más.

    La betazoide se despidió uniendo sus manos frente al corazón y sonriendo. Se giró y regresó a su mesa, alejada unos metros hacia la derecha, la compartía con unos oficiales klingon. Jim se levantó y le consultó a Azetbur acerca de aquella mujer tan misteriosa. Por la canciller supo que se trataba de una consejera que prestaba sus servicios a su pueblo desde hacía años, la tenía en alta estima pues, con sus peculiares habilidades, jamás se equivocaba a la hora de juzgar a la gente.

   - ¿Qué te ha dicho, anata? *(cariño) - Quiso saber Khan.

   - Nada que no supiera ya, violeta mía. - Le sonrió acariciándole la mano. - Me ha dicho que aunque tú y Pavel compartís una unión especial y un destino propio, los dos me amáis y jamás me abandonaréis.

   - Tienes razón, Peter. - Rió el moreno enseñando sus hoyuelos. - Esa betazoide es muy buena.

 

 

                                                       Pavel escuchó unos pasos por la galería y se extrañó cuando vio avanzar hacia él a un numeroso grupo de romulanos armados con fasers y con sus cuchillos ceremoniales colgados del cinturón. Caminaban con firmes zancadas y cara de pocos amigos. Ni siquiera le miraron cuando le tuvieron a su lado, empujando las puertas de cristal entraron al asalto en el salón de ceremonias, apuntando con sus armas a todo el mundo.

 

                Al mismo tiempo Jim sintió un retortijón en sus tripas, su intuición le avisaba de que algo terrible estaba a punto de ocurrir. Antes de que los romulanos irrumpieran en el comedor advirtió a T'rak y a Azetbur.

   - ¡Avisad a vuestros soldados! ¡Estamos a punto de sufrir un ataque! - Se giró hacia su mesa y vio a Khan levantarse. Miró algo más lejos para ver a Kevin riendo y brindando con Otto y Johnson. - ¡Riley! ¡Contacta con la Excelsior! ¡Alerta roja!

    El irlandés se volvió y al escuchar aquellas palabras buscó el intercomunicador en el bolsillo interior de su chaqueta. Pulsó el botón varias veces, solamente recibía interferencias.

   - ¿Qué pasa? - Sulu también se puso en pie. - Donald... ¿qué estás haciendo?

        Khan no respondió. Había volcado la mesa y arrastró a Sulu, a Peter y a Alex detrás de ella, usándola como barricada.

      Pavel utilizó su poder telequinético e hizo que todas las mesas del salón se voltearan, protegiendo a los comensales por todas partes. En segundos comenzaron los disparos. Nadie llevaba sus armas, no a una cena de gala por la Paz. Si no le ponía remedio aquello se convertiría en una masacre.

     Del otro lado del cristal, en el espacio, Pavel pudo ver cómo la Excelsior y la Enterprise eran sometidas a un duro ataque por parte de varias naves romulanas. No eran aves de presa, desconocía el tipo pero sus disparos parecían certeros. Rogó porque Quiroly hubiera advertido sus maniobras y hubiese subido al máximo los escudos de la nave.

   - ¿Quiénes son? ¿Por qué nos atacan tus hombres, T'rak? - Gritaba Sulu prácticamente envuelto en el cuerpo de Khan, que no le soltaba ni un instante por mucho que se revolviera.

  - ¡No son mis hombres, capitán! - Respondió la Procónsul viéndose rodeada de soldados klingons y romulanos que trataban de protegerlas a ella y a Azetbur.

   - ¡El Tal'Shiar! - Gritó Jim entre el estrépito de disparos fáser. - ¡Vuestro servicio secreto parece estar algo molesto con la firma de Paz de tu Emperador!

   - ¡Pavel! - Chilló Khan de pronto levantándose. Peter le echó la mano al hombro y tiró de él tumbándolo en el suelo tras la mesa, justo a tiempo de evitar que le volaran la cabeza.

   - ¡Mi rosa! - Sulu vio, asomándose por encima de la improvisada barricada, cómo un romulano golpeaba la sien del ruso y le hendía su cuchillo en el costado. - ¡No! - Gritó impotente.

 

                    Los miembros del servicio secreto romulano, decididos a acabar con la Procónsul T'rak y con todos los miembros de la Federación presentes, habían planeado bien su ataque. Aprovechando que en la celebración nadie llevaba su arma entraron disparando sin piedad.

          Muchos klingons, romulanos y humanos de la Flota, cayeron como moscas ante su inesperado asalto. Simultáneamente sus halcones de guerra, naves de la clase Scimitar, pequeñas, maniobrables y terriblemente letales, atacaban al Excelsior y al Enterprise. Con una señal emitida desde ellas anularon las comunicaciones con la Base Estelar XXIII, capando también las ondas de teletransportación, haciendo imposible que nadie entrara o saliese de allí. Les tenían atrapados como ratas en una ratonera.

   - ¡Tengo que llegar hasta él! - Alex quería alcanzar a Pavel, le estaba viendo desangrarse al otro lado del salón comedor, cerca de las puertas de cristal.

   - ¡Ponte detrás de mí y corre! - Khan se soltó de Peter y saltó por encima de la mesa.

   - ¡No! - Gritó el pelirrojo. - ¡Maldita sea! - Les vio correr agazapados por un lateral de la sala.

    Jim lanzaba todo lo que tenía a mano contra los miembros del Tal'Shiar. Platos, vasos, centros de mesa, sillas, cuchillos y tenedores volaban por todas partes. Los demás comensales no tardaron en imitarle. Los romulanos rebeldes tuvieron que ponerse a cubierto.

    Aquello dio tiempo a que Khan arrastrara el cuerpo de Pavel hasta ponerle a salvo tras una columna.

   - Está perdiendo mucha sangre... - Alex taponaba la herida como podía con unas servilletas que cogió por el camino. - Si pudiéramos transportarle al Enterprise... ¡Aquí no tengo nada para curarle! ¡Por Odín! ¡Por todos los dioses de Asgard! - Se lamentaba el médico con verdadera desesperación.

   - ¡Dionisio! - Gritó Khan de repente. - ¡Éste sería un buen momento para que cumplieras con tu juramento!

   - Dionisio... dios del vino... yo te invoco... - Susurró débilmente Pavel abriendo los ojos.

   - Mi amor... mi vida... - Khan le acarició la cabeza llorando. Lo más preciado que tenía se le escapaba de las manos.

 

      Sulu alcanzó a Jim y juntos lograron derribar a un romulano, quitándole el fáser y el cuchillo atacaron a otros dos.

   - ¡Johnson, Peter! - Les gritó el rubio lanzándoles un par de fásers. - ¡Vamos!

     Los dos jefes de seguridad disparaban cubriendo a sus amigos. Johnson permaneció protegiendo a la Procónsul y a la Gran Canciller. Peter avanzó junto a su tío y su capitán. Poco a poco iban equilibrándose las fuerzas en el comedor.

 

           Una sombra de oscuridad apareció en la galería. Dionisio y otros dos dioses se hicieron corpóreos ante la atónita mirada de Alex que no dejaba de presionar la herida sangrante en el costado de Pavel.

   - Déjame a mí, médico. - Le pidió Dionisio, apartándolo con delicadeza a un lado.

   - ¡Qué gran batalla! - Exclamó Ares con las manos en las caderas. - ¡Esto me gusta! - No apartaba los ojos del salón de ceremonias, viendo el discurrir de disparos y cuchilladas. - ¡Cómo se defienden estos humanos! ¡Es heroico!

   - ¡Haz algo, idiota! ¡No te quedes ahí como un pasmarote! - Le gritó Hermes dándole un pescozón. - ¡Si algo malo les ocurre a los descendientes de Apolo tendremos que darle explicaciones!

     El dios de la guerra asintió. Su hermano tenía razón, debían tomar cartas en el asunto.

   - Está bien... - Rezongó. - No podemos usar todo nuestro poder pero lucharé de vuestro lado. ¡Vamos Khan! ¡Quiero ver cómo te mueves!

     Ares tomó del brazo al sorprendido sobrehumano y entró en el comedor con él. Juntos saltaron sobre los romulanos golpeándolos con dureza y dejándolos fuera de combate. Los klingons que estaban más cerca no dudaron en desarmar a los agresores en el suelo y unirse a la batalla.

   - ¡Sí! ¡Eso es! - Reía el dios manchado de sangre. - ¡Demuestra de lo que eres capaz!

 

       Al dios de la guerra le excitó la forma de luchar de Khan... despiadado, inmensamente fuerte, dislocaba miembros y estrellaba cabezas enemigas contra el suelo sin cesar. ¡Al fin algo de acción! Le encantó ver que aquel hombre conservaba sus actitudes guerreras intactas a pesar de haber experimentado las dulces delicias del amor con Pavel y Sulu.

   - ¡Empezaba a pensar que te habías vuelto una inofensiva florecilla! - Le espetó el dios con sorna. - ¡Me alegra ver que eres el mismo de siempre! ¡Ah, mi príncipe! ¡Mi valiente y salvaje creación!

 

       A Khan aquellas palabras se le quedaron grabadas a fuego en el cerebro. La sangre verde manchó su chaqueta negra, las manos y la cara pronto se cubrieron con el espeso líquido. El olor de la muerte a su alrededor le hizo recordar los viejos tiempos. Khan Noonien Singh sonrió.

 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por comentar.

Dejo imagen de Dionisio y Hermes.

http://www.casimages.es/i/140831105821735517.jpg.html

 

Y este vídeo de regalo, donde Khan recibe más de un refrescante remojón...

https://www.youtube.com/watch?v=WksIn6SurBE&feature=youtu.be

Jajaja


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