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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Guiando a sus t'hy'la hacia el transportador de la Pantheion, Pavel siente algo de pudor a la hora de que Amy conozca sus aventuras sexuales.


Cassandra les lleva de vuelta a casa, dejando más dudas que respuestas en la tríada del trisquel.


A su regreso, McCoy descubrirá que no han vuelto solos.

Tres más uno

 

 

                                                                               Cuando el océano azul e infinito de su vínculo sagrado les tenía apartados de la realidad, envueltos en olas frescas que les mecían a su antojo y lejos de cualquier costa a la que arribar, los tres tuvieron la sensación de que los minutos eran días, los segundos horas, las horas meses... totalmente confusos, inmersos y perdidos en el placer que experimentaban.

       Los dioses no decían una palabra, sabían que cualquier sonido podría alterar el proceso: la puerta estaba a punto de abrirse por completo.

 

      Khan perdió el control de sí mismo y empujaba tan fuerte que a Amy y a Pavel les costaba respirar.

   - ¡Aaaahhh! - Gritó el ruso. - No puedo... - Gimió lastimero dejándose caer sobre la chica.

   - ¡Aguanta, Pavel...! - Protestó el moreno. - Un poco más... deja que sea ella quien...

   - ¡Os alcanzo... ahora...! - Exhaló Amy intentando apartar a Pavel para tomar aliento.

      Sus tatuajes se iluminaron, el éxtasis llegó y alineados como estaban con la forma que flotaba sobre los tres, brillaron con una inusual intensidad que les aturdió.

   - ¡Está abierta! - Alzó la voz Apolo emocionado. - ¿Padre? ¿Puedes oírme? - Preguntó a gritos.

     Khan se apoyó en la cintura de su novio para mirar alrededor. Escudriñó la oscuridad que les rodeaba, los dioses seguían allí ocultos. Se miró el tatuaje sobre el corazón, rozándolo con las yemas de sus dedos. Se acababa de apagar, igual que el que Pavel tenía encima de la rabadilla. Comprendió que todo había terminado. Si la puerta estaba abierta ya habían cumplido con su destino. Era hora de irse.

   - Amy... levántate, y tú Pavel. - Les ordenó con su mente. - ¡Tenemos que salir de aquí!

     Tiró de los dos hasta tenerlos entre los brazos, buscando por dónde bajar de la cama sin que pudieran retenerlos. El brillo del trisquel sobre sus cabezas era la única luz en la sala. En cuanto se le acostumbraron las pupilas pudo distinguir a Dionisio junto a otro dios que parecía más fuerte aún que Ares. Estaban distraídos, embelesados con la forma flotante, buscando en su interior la respuesta a sus preguntas.

   - Padre... responde... - Insistía Apolo. - ¿Podemos regresar a casa?

 

     Aprovechando que nadie les prestaba atención los tres se escabulleron hacia la puerta. Amy se había envuelto en la sábana de seda negra, llevándola enrollada en el brazo para que no arrastrase y evitar pisarla. Khan estuvo listo y agarró sus pantalones, Pavel les seguía con los suyos en la mano.

   - No podremos salir de aquí... - Murmuraba Amy telepáticamente. - Tendrán guardias...

   - Déjamelos a mí, criatura imposible.

      Khan abrió de una patada y golpeó a Orión nada más salir al corredor. El cazador cayó al suelo con la nariz sangrando. Pan le miró asustado.

   - ¡No me hagas daño! - Chilló el fauno levantando las manos.

   - Dabai, dabai! *(vamos, aprisa) – Pavel les guió hacia la sala del transportador. - Conossco el camino...

   - ¿Has estado aquí antes, t'hy'la? - Preguntaba Amy siguiendo sus pasos a la carrera.

   - Da! - Respondió el ruso sin entrar en detalles.

   - Dionisio le trajo a bordo y se acostó con él... - Le explicó Khan.

      El ruso detuvo sus pasos frenando en seco la huida. Se giró hacia su novio y le miró enojado.

   - ¡Eso no hassía falta que se lo dijeras! - Le empujó. Khan casi pierde el equilibrio, había empezado a ponerse los pantalones.

   - ¿Por qué no? - Le preguntó enfadado. Estuvo a punto de devolverle el empellón a Pavel pero viéndole cojear mientras metía el pie en la pernera de su vaquero se aguantó las ganas.

   - ¡Pues porque no tiene importanssia! - Pavel se abotonaba ya la bragueta.

   - Entonces, ¿por qué te molesta tanto? - El moreno se subió la cremallera y se puso en jarras desafiante.

   - ¡No me molesta! Es sólo que si Amy cree que voy por ahí acostándome con cualquiera...

   - Con cualquiera no. - Sonrió cínicamente. - Sólo conmigo, con Sulu, Kevin, Dionisio... y no nos olvidemos de Ares disfrazado de Jal Valek, ni de aquella bailarina rigeliana en aquel planeta de su sistema, Rigel no sé cuántos...

   - Rigel sinco...

   - Eso, siempre me lío, todos se llaman igual. ¡Ah! Y el kazon maje de los Relora... ¿cómo se llama, Pavel?

   - Haron. ¿Qué importa eso? Tú y Sulu teníais a vuestros amantes kasson, él quería probar a un humano y yo... ¡No iba a ser menos que vosotros!

   - Claro, Amy no va a pensar que vayas por ahí acostándote con cualquiera, tú tranquilo...

   - Por sierto... ¿Dónde está? - Pavel miraba a su alrededor. No había nadie más en el pasillo.

   - ¿Cómo he podido ser tan estúpido? - Khan se golpeó la frente al darse cuenta de que la joven había desaparecido. - ¡Amy! ¡Criatura mía! - La llamó desesperado.

   - ¿Amy? - Gritó Pavel.

   - Estoy aquí... - Respondió al fin saliendo de una habitación rodeada de jóvenes muchachas que reían y parloteaban en una lengua extraña. - Son ninfas, me han prestado este vestido.

      Amy les mostró el quitón corto de color azul cielo que llevaba puesto, unido en su hombro por una hebilla de diseño familiar: el trisquel.

   - Está bien... señoritas... - Khan las apartó del lado de su criatura. - Ahora sean buenas y no digan a nadie que estamos aquí. Pavel, sácanos de esta locura de nave.

   - Espera... ¿has dicho ninfas? - El ruso las devoraba con la mirada; todas eran increíblemente hermosas, las había morenas, rubias, castañas y pelirrojas, tan jóvenes, inmortales en realidad... Sus bellos cuerpos desnudos, repletos de sinuosas curvas bajo las telas semitransparentes que apenas las cubrían le llamaron poderosamente la atención.

   - ¡El transportador, Pavel...! - Khan le dio un pescozón a su novio para sacarlo de la ensoñación erótica que parecía estar teniendo.

   - Sí... por aquí... - Contestó él llevándose la mano a la cabeza y frotándosela con fastidio.

 

         Cuando Cassandra les vio entrar no se sorprendió en absoluto. Ella les esperaba.

   - Tú... - Sonrió Pavel acercándose a la mujer de los ojos violeta. - ¡Grassias por mostrarme aquella visión!

   - ¡La sacerdotisa de Apolo! - Exclamó Khan reconociendo a Cassie nada más verla. - Estabas en su mente cuando él me enseñó lo que le iba a pasar a McCoy.

   - Y juntos lo habéis evitado. - Cassandra sonrió y les señaló la plataforma circular. - Es hora de que volváis a casa.

   - ¿Qué haréis vosotros? ¿Os marcharéis también? - Quiso saber Amy. - ¿De verdad vais los dioses a abandonarnos para siempre?

   - Querida niña, los dioses nunca abandonan del todo a su estirpe. - La sacerdotisa acarició la cara de la joven regalándole una dulce sonrisa. - Ten por seguro que volveréis a saber de ellos. Dionisio cumplirá con su juramento y protegerá a Pavel cada vez que él lo solicite... Ares no puede apartarse de ti, Khan, eres su príncipe guerrero. Y tú, muchacha... Los Kirk siempre tendréis a Apolo pendientes de vosotros. Pero ahora debéis iros. La puerta se ha abierto y no sé por cuánto tiempo.

   - Esto ha sido una prueba, ¿verdad? - Khan parecía entender el significado de todo aquello. - Zeus ha probado así a sus hijos, por eso le piden permiso para regresar al Olimpo. Él les expulsó, les separó y les hizo vagar por esta Galaxia hasta que fueran dignos de volver a casa. Nosotros tres solamente hemos sido el instrumento del que se han servido para abrir esa puerta dimensional.

   - Somos creación vuestra... - Amy también lo comprendió.

   - Ay, yebát! *(joder) – Exclamó Pavel. - Nuestras vidas, todo lo que nos ha pasado... ¡Siempre habéis estado ahí, vigilantes! ¿No es ssierto? ¿Por qué hissisteis sufrir tanto a Khan? ¿Era nessesario?

   - Que Christine Chapel muriese como lo hizo... ¿Eso también fue necesario? - El sobrehumano se preguntaba si aquella tragedia no podría haberse evitado.

   - Mi nacimiento... mi mera existencia... - Amy miraba fijamente a Cassandra, adquiriendo conciencia de la situación. - Soy una criatura imposible, es verdad. Vosotros me fabricasteis aquí, en esta nave. ¿Y todo para esto?

   - Vuestras energías son únicas en el Universo. Juntos sois capaces de realizar auténticos prodigios. - Cassie, con su radiante sonrisa, sus dulces ojos violeta y su voz aterciopelada, consiguió calmarlos a los tres. - Ahora, por favor, no os planteéis las razones que os han traído hasta aquí, lo que os ha convertido en lo que sois. Volved a vuestro mundo y vivid vuestras vidas como deseéis, con total libertad. Los dioses ya no os necesitan.

      La sacerdotisa los empujó con delicadeza al transportador, regresando a la consola para activar los mandos. Volvió a mirarles con una sonrisa en los labios.

   - Puede que dentro de unos años volvamos a vernos, querida mía. - Se dirigió a Amy. - Hasta entonces sé feliz haciendo lo que mejor sabes hacer.

   - ¿Que es...? - Preguntó la joven.

   - ¡Volar libre, palomita! - Respondió Cassandra.

   La oscuridad se cernió sobre sus cuerpos y sus moléculas desaparecieron de la Pantheion. Cassie regresó al puente de mando. Apolo estaría a punto de dar sus nuevas órdenes a la tripulación.

 

 

                                                                        No abandonaba el sofá chester nada más que para ir al baño cuando lo necesitaba. Jim se ocupaba de traerle la comida, Spock se entristecía al verle allí clavado un día tras otro. Le insistió muchas veces en que subiera al cuarto de David a dormir pero Sulu se negaba a salir del salón. Sus flores habían dejado la casa en el recibidor, al pie de la escalera y algo le decía que sería allí donde volverían a aparecer tarde o temprano.

   - Ya han pasado más de dos semanas, Jim. ¿Hasta cuándo va a seguir durmiendo en el sofá? ¡Es absurdo! - Se quejaba el vulcano en la cocina, mirando al japonés que no apartaba los ojos de la pared de enfrente.

   - No lo sé, mi amor. Entiendo por lo que debe estar pasando, ha de ser horrible. - El almirante dio por terminado su desayuno dejando de lado las tostadas. Pensar en el sufrimiento de su amigo le hizo perder el apetito.

   - Tengo que ir al hospital. - Murmuró McCoy. - Ya no me quedan vacaciones ni días de asuntos propios.

      El médico se levantó de la mesa y besó al vulcano. Luego se acercó a Jim y cogiéndole la cara por la barbilla le miró con detenimiento.

   - Tu ojo ya está bien del todo, cielo. - Sonrió orgulloso de su trabajo. - Pero no olvides darte la pomada. Anda, ve a llevarle un zumo y algo de comer a ese pobre. - Besó a su amante en los labios y salió a buscar su maletín.

   - ¡Sulu! - Le llamó Jim desde la cocina. - Ven aquí y come algo.

   - Tráeme lo que sea... - Contestó él sin moverse de su sitio.

   - ¡No, ven tú! ¡Se acabó el servicio a domicilio! - Protestó el rubio con desgana. - ¡La pared del recibidor no se va a mover de ahí porque dejes de mirarla!

     A Spock le pareció buena idea. Hacer que Sulu dejase el sofá para algo más que ir al aseo como primer paso no estaba mal pensado. El japonés se levantó y fue a buscar un bol con fideos chinos que habían sobrado de la cena. Abrió el frigorífico y se dispuso a llevárselo sin calentarlos siquiera.

   - ¿No prefieres café, té, zumo... unas tostadas? - Le sugirió Jim con una sonrisa señalando su propio plato.

   - Así está bien, gracias. - Sulu cogió unos palillos de un cajón y regresó rápidamente al salón en menos de un minuto.

     Llevaba el tazón entre las manos, con cuidado, caminando con pasos cortos para que no se derramase una gota del contenido. Los fideos y los trocitos de pollo nadaban en abundante caldo con salsa de soja y verduras.

   - Bueno, yo me voy a trabajar... nos vemos luego. - Se despedía Bones junto a la puerta con su maletín médico en la mano. Giró el pomo y se detuvo. Algo le había llamado la atención por el rabillo del ojo. - Pero... ¿qué demonios...?

     La sombra se hizo enorme frente a la pared de las fotografías en el recibidor. Las tres figuras cobraron forma: Khan, Pavel y Amy habían vuelto a casa.

      A Sulu se le cayó el bol al suelo... las piernas le temblaron. Sus flores le tendieron los brazos nada más verle.

   - Anata... *(cariño) – Le llamó Khan. Dando unos pasos se le acercó hasta envolverlo en sus brazos, dejando que el japonés hundiera la cabeza en su pecho. - Te dije que íbamos a volver.

   - ¡Spock! ¡Jim! - Gritó McCoy. - ¡Están aquí! ¡Han vuelto!

      El vulcano llegó en dos zancadas y se detuvo al verlos sanos y salvos. Sonrió y respiró aliviado. Luego se dio cuenta, estaba pisando los fideos sobre la alfombra.

   - Va a costar sacar la mancha de soja... - Murmuró.

   - ¡A'nirih! - Amy se lanzó al cuello de su padre en cuanto apareció por el salón. - ¡Tu ojo! ¿No llevas el parche?

   - Se ha curado, Amy... - Respondió el vulcano envolviendo a su marido y a su hija entre sus brazos.

   - ¡Deja ya de apuntarme con ese trasto, Bones! - Protestaba Pavel. - Estoy bien... los tres estamos bien.

   - ¡Yo soy el médico aquí! - McCoy ignoró a su amigo y siguió pasándole el tricorder alrededor. - Y ahora tú, Khan. - Lo agarró del brazo separándole de Sulu para examinarlo mejor.

   - ¡Rosa mía...! - Pavel se había lanzado a sus brazos, le besaba por todas partes, acariciándole la cara y mirándolo a los ojos rasgados con los suyos aguamarina llenos de lágrimas.

   - Moy drug! *(amigo mío) Ya pasó todo... - Susurraba a su oído sintiendo en lo apretado de su abrazo que sus corazones latían desbocados y al unísono.

   - Jim, Spock... - Bones se había acercado a ellos. - Soltadla un momento, quiero comprobar que está bien.

     Sus amantes se apartaron de su hija, mirando lo guapa que estaba con aquel extraño vestido que a Jim le recordó las ropas de los antiquísimos griegos. Amy se secaba los ojos, no había podido evitar llorar cuando vio a sus padres.

   - ¡No es posible! ¡Por Dios, Amy! - Exclamaba McCoy mirando incrédulo la pantalla de su tricorder.

   - ¿Qué pasa, Bones? - La muchacha se asustó. - ¿Tengo algo malo?

     El médico soltó dos lágrimas como dos puños que cayeron a plomo por sus mejillas. Mirándola embobado sonrió antes de poder decir aquellas palabras.

   - ¡Amy... - tragó saliva, - ...estás embarazada!

   - ¿Qué? - La chica le arrebató el aparato de la mano y lo golpeó furiosa. - ¡Esto está roto! ¡Es un error! ¡No puede ser!

   - ¡Hija mía...! - Jim no sabía si reír o llorar, de momento hacía las dos cosas.

     Pavel se soltó de Sulu y fue a abrazar a Amy, pero ella le miró furiosa paralizándolo de repente. Después lanzó la misma mirada fulminante a Khan quien se echó a reír tan pancho.

   - ¡A mí no me mires, criatura mía...! - Le dijo entre risas, sacudiendo la cabeza. - Mi semilla no es fértil, fui diseñado para no reproducirme. Si tú creases al soldado perfecto ¿te arriesgarías a que engendrase una raza superior a la tuya?

   - ¡Pavel! - Gritó la joven. - ¡Mierda!

  - Ay, Amy... yo... ¿qué podía hasser? ¿Pedirle a Apolo unos preservativos?

     Spock se llevó la mano a la cara tapándose el rubor verdoso del rostro, al parecer su ko-fu *(hija) había estado haciendo con sus t'hy'la exactamente lo mismo que él y Jim la primera vez que fueron abducidos por la nave oscura.

      Amy se enfureció aún más y subió a encerrarse en su cuarto. Pasando junto a Pavel le empujó con desdén haciéndolo caer al suelo.

   - ¡No quiero veros! ¡A ninguno de los dos! - Gritó a sus t'hy'la mientras subía las escaleras de un solo salto. - ¡No quiero ver a nadie!

     Se escuchó un tremendo portazo que hizo temblar todos los cristales de la casa. Sulu ayudó a Pavel a levantarse, su rosa se quejaba del golpe que se había llevado en el trasero.

   - ¿Estás bien... papá? - Se burló el japonés.

   - ¡No tiene grassia! - Pavel también se enfurruñó. Sin pensar siguió a Amy escaleras arriba y se plantó ante su puerta. - ¡Déjame entrar! ¡Quiero hablar contigo...! - Gritaba.

   - ¡Vete, maldito idiota! - Se oyó chillar a la chica.

     Bones se encogió de hombros y se echó a reír. Guardó el tricorder en el maletín y besó a sus dos amantes.

   - Yo tengo que irme, ya voy tarde. Os veo luego...

   - McCoy... - Khan le llamó antes de que saliera a la calle. - ¿De cuánto está?

   - ¿Amy? Pues... es muy reciente... apenas dos semanas. Oye, tengo que ir al hospital. Dejadla sola si es lo que quiere, es mejor no llevarle la contraria. Spock y Jim pueden asesoraros sobre el tema... - Les miró echándose a reír al recordar el embarazo tan atípico que tuvo su amante.

   - ¡Por todos los dioses! - Jim no podía creerlo. - Mi bebé... ¿va a tener un bebé? - Sentía el abrazo de Spock sobre sus hombros, los finos labios del vulcano le besaban la nuca.

 

      Pavel seguía aporreando la puerta de Amy en la planta superior. Khan miró hacia arriba y negó con la cabeza varias veces, como respondiendo a una muda pregunta que le llegase a través del tel *(vínculo)

   - ¿Cuánto hemos estado fuera, Sulu? - Preguntó el moreno.

   - Dieciocho días... - Susurró él bajando la mirada.

   - ¿Tanto? - El sobrehumano le abrazó de nuevo. - Anata... has debido estar a punto de volverte loco. - De reojo observó a Kermit tirado de cualquier manera sobre el sofá chester, imaginando que su amante no se habría movido de allí en todo el tiempo.

   - Creo que ha merecido la pena. - Le dijo volviendo a levantar la cabeza con una sonrisa que poco a poco fue apoderándose de toda su cara, contagiándose al rostro del moreno que le besó con infinita ternura.

 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por comentar.

Lo sé, el embarazo de Amy... totalmente predecible, pero... así son las cosas a veces.


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