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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

La amnistía (voz griega compuesta de la a privativa y de memoria, es decir, sin memoria u olvido mutuo y general de las cosas pasadas) es una causa de extinción de la responsabilidad penal. Es un acto jurídico, normalmente emanado del poder legislativo, por ella un individuo que había sido declarado culpable de un delito pasa a considerarse inocente por desaparición de la figura delictiva.


Sin memoria, lo pasado... pasado está. Khan recupera así su nombre.


Sin memoria... ¿podremos olvidar todo lo vivido con nuestros amados protagonistas?

La amnistía

 

                                                             La vida de Amy y David a bordo de la Olympia continuó su curso cuando meses más tarde su primo Peter regresó a la Tierra con el deber cumplido: Remo pertenecía de lleno a la Federación Unida de Planetas, los días del Tal'Shiar habían terminado.

 

            Tiempo después el comandante Peter Kirk fue condecorado con la medalla por servicio distinguido en el cuadrante Delta. El presidente la prendió en la pechera de su chaqueta gris, ante las orgullosas miradas de sus familiares y amigos que acudieron al evento. Su tío Jim derramó abundantes lágrimas aquel día, feliz de ver a su sobrino alcanzar tan merecido honor.

   - Vamos, cariño, sécate esos divinos ojos azules. - Bones le tendía un pañuelo con una amplia sonrisa.

   - Ojalá Amy y David estuviesen aquí para verte... - Le decía Spock. El pelirrojo miró a Alex y ambos se sonrojaron con una sonrisa de complicidad. - Estoy muy orgulloso de ti, Peter.

   - ¡Vámonos a casa de una vess! - Pavel se movía sobre sus pies con nerviosismo. - Quien ya sabéis también quiere felissitarle...

      Por supuesto se refería a Khan, que se había tenido que quedar en casa con Anton. Su presencia en el Cuartel General hubiera sido demasiado arriesgada.

   - Hablando de eso... - El rubio almirante les dejó plantados, dirigiéndose al presidente antes de que abandonase el lugar.

         Le vieron hablar con él, intercambiando gestos de amabilidad y respeto, alguna que otra sonrisa y miradas complacientes. Ambos se separaron dándose un fuerte apretón de manos, Jim asentía con la cabeza, llevándose la izquierda al corazón. Regresó junto a los suyos sin decir una palabra. En el bolsillo interior de su chaqueta gris llevaba un valioso papel que estaba deseando entregar a su dueño.

 

                     Ya en casa de los Kirk, todos entraron en tropel hacia el jardín: Nyota dando órdenes a sus cachorros para que ayudasen a poner la mesa; Peter y Alex embelesados, cogidos de la mano y perdidos en sus dulces miradas; Bones, Scott y Spock hablando de lo mayores que se sentían con todos aquellos cadetes tan jóvenes que habían asistido a la ceremonia y que les saludaban y murmuraban llenos de admiración a sus espaldas, refiriéndose a ellos como las viejas glorias del Enterprise.

       Khan se acercó a la puerta con el pequeño en brazos que estiró sus manitas al ver a Jim sonriente.

   - Dedushka! *(abuelo) – Anton le echaba los brazos para que le cogiese.

   - ¡Ven aquí, tesoro mío! - Respondió el rubio tomándolo con todo su cariño.

   - Ni papa, ni Sulu... Dedushka, ¿eh? - Pavel le reprendió medio en broma, quitándose la casaca gris y lanzando al sofá chester la gorra. - ¡Sí, es tu preferido... ya lo sabemos todos! - Se echó a reír.

 

      Desde hacía un par de meses Anton desarrollaba su escaso lenguaje. Al japonés se le cayó de las manos el plato de sopa plomek que iba a servirle a Spock para el almuerzo la primera vez que le oyó llamarlo Sulu; a Pavel le dio por llorar durante horas cuando escuchó a su hijo llamarle papa, como él llamaba a su padre... A Khan le decía papá, al sobrehumano se le ponía la piel de gallina cuando lo hacía.

   - Dedushka... - repetía Anton sonriente, tirando de los pelitos de la barba de su abuelo.

   - Tengo algo para ti, Khan. - Dijo Jim sin soltar al niño. - Busca en mi chaqueta... dentro... ahí...

      El moreno sacó del bolsillo que le indicaba un sobre blanco con el sello presidencial. Miró a su suegro y aguantó la respiración antes de abrirlo. La amnistía, al fin, le había sido concedida. Básicamente aquel papel venía a decir que Khan Noonien Singh era un miembro de pleno derecho de la Federación, un ciudadano más, perteneciente a la especie humana y habitante del planeta Tierra.

   - Ay, yebát! - Exclamó Pavel. - ¡Ahora tendré que casarme contigo!

   - ¿Ya ha pasado un año? - Sulu se echó a reír.

   - Voy a llevarme a este pequeñajo al jardín. Supongo que habrá que hacer una barbacoa... - Jim les dejó solos. - ¡Eh, Bones! - Llamó al médico. - ¿Me echas una mano con las brasas?

   El sobrehumano miraba el papel con sus ojos azul hielo humedecidos por la emoción.

   - Justo a tiempo. - Murmuró. - Anton empieza a hablar, ya no será necesario que me llaméis Donald delante de él.

    Sulu le abrazó y le besó en los labios, era una gran noticia que hubiera recuperado al fin su verdadera identidad.

   - Lo de casarnos, Pavel... aún te quedan dos meses. ¿Podrás aguantar? - Le dijo con sorna y su delicioso acento británico.

   - ¡Ya veremos! - Se les acercó hasta tenerlos a los dos entre los brazos, amorosamente besó a uno y a otro.

   - Creía que os casaríais con Amy, no entre vosotros... - Les interrumpió Spock. Había venido a buscarlos para almorzar. - Mi hija siempre dijo que os tomaría por esposos.

   - Una cosa es la ruta que traza el navegante y otra la derrota que sigue la nave, Spock. - El japonés le sonrió, dándole una palmada en la espalda lo acompañó fuera dejando a sus flores a solas en el salón.

   Pavel se descalzó, las botas le disgustaban. Se había acostumbrado a ir por ahí con los pies desnudos tanto en su casa como en la de Jim. Khan le cogió la mano y lo atrajo hacia su pecho, clavándole su mirada azul hielo en los enormes y siempre algo tristes ojos aguamarina.

   - ¿Te casarás conmigo? ¿Serás moy muzh?

   - No sé, Khan... - Bromeó entre risas. - ¿Y si aparessiese alguien? Un kasson, Kevin Riley... Dionisio...

   - ¿Qué harías?

  - Les diría que no... que ya tengo marido. - Respondió regalándole una amplia sonrisa.

      Le rodeó el cuello con los brazos y le besó. Juntos se perdieron en su océano por un momento, rodeados de las frescas olas que mecían sus mentes unidas en una sola.

   - Da, me casaré contigo si aún me amas.

   - ¿No lo sabes Pavel? Yo siempre te he amado... nunca he dejado de amarte y te amaré mientras viva.

   - ¿Nada más? Porque yo te amaré después de muerto...

   - Tú nunca morirás, brujo mío... Mi amor por ti te convierte en eterno.

   - Mmm... eso es nuevo... ¡Así que tu amor me hasse inmortal! No sé si está bien que pienses esas cosas... ¿Y si un dios quiere castigarnos por tu soberbia?

   - No es eso... ¡Oh, cállate!

   - ¡Si no he dicho nada...!

    Los dos se echaron a reír. Anton se había escabullido de su abuelo y, colándose en el salón, se les había acercado furtivo para tirar de sus pantalones.

   - Papa... papá... - Les llamaba con su media lengua. - Engaa... a coméee...

   - Da, moy syn! *(sí, hijo mío) – Pavel lo levantó con su telequinesia haciéndole volar y reír a carcajadas.

   - ¡Ten cuidado! Si te ven Jim o Sulu se enfadarán contigo... - Khan les seguía divertido, sintiéndose plenamente feliz. La risa de su hijo era el sonido más hermoso de todo el Universo.

 

 

 

                                                                       La mansión S'chn T'gai bullía con intensa actividad. Pronto llegarían las vacaciones de verano de sus amigos en la Tierra y Carol azuzaba al servicio para que todo estuviese preparado para acoger a sus invitados.

   - Ésta será la habitación de Nyota y Scott, frente a la de sus hijos, Cayden y Bean. - Indicaba a la vulcana que sustituía a Schin'Ichi desde hacía tiempo como ama de llaves. - Al final del pasillo instalaremos a Jim, Spock y Bones. La cama de ese cuarto es más grande.

   - Creía que la dejaría para los señores Sulu, Chekov y Black. - Comentó la sirviente.

   - Ellos es mejor que se instalen en el otro ala de la casa, junto a Peter y Alex. Tendremos que preparar el dormitorio y añadir una camita para el niño... ¡Esa preciosidad de Anton! ¡Me muero por verle! - La rubia sonreía sin cesar.

   - ¿Se muere usted, señora? - Los vulcanos no terminaban de entender el lenguaje metafórico de los humanos.

   - ¡Querida, traigo buenas noticias!

      La voz de St. John resonó por el pasillo y su pareja se asomó aún riéndose con la pregunta de la sirviente.

   - ¿Qué ocurre, mi amor? - Le preguntó llena de curiosidad. - ¡No me digas que David va a poder venir! - Cruzó las manos sobre el pecho, ilusionada.

   - Eso no lo sé, son novedades de la Tierra. Jim... acabo de hablar con él. - Abrazó a su preciosa mujer y la besó en la frente. - Khan ha obtenido el indulto. ¡Se acabó el teniente Donald Black! ¿No te parece fantástico?

   - ¡Pues claro que sí! Me alegro mucho por él... Ya ha sufrido bastante en su larga vida, es hora de que las cosas le vayan bien. ¿Crees que se casará con Pavel y con Amy?

   - Cariño... - St. John la miró a los ojos azules sosteniéndole la cara por la barbilla. - Veo que le has perdonado definitivamente.

   - Ese pobre hombre hizo lo que tenía que haber hecho Jim: detener a mi padre. - Carol había superado su pasado. - ¡Yo misma lo habría acabado haciendo!

   - Cuando vino con David para hablar con los dos, antes de que tu hijo se embarcase en la Olympia... ¿qué fue lo que os dijo para que ambos cambiaseis de opinión?

      Carol le tomó de la mano y se encerró con él en el dormitorio, lejos de las miradas y sobre todo, de los finos oídos vulcanos.

   - Nos pidió perdón, mi amor. Khan... el supersoldado creado por la humanidad para sus deleznables fines de guerra, producto de un experimento genético, víctima de incontables y terriblemente crueles pruebas que llenaron su infancia y su adolescencia de dolor y sufrimiento... ¡nos pidió perdón! - La doctora Carol Marcus vertía unas lágrimas de compasión al hablar con su pareja. - ¿Puedes creerlo? Hombres como mi padre le hicieron todo eso y Khan se disculpó por haberle dado muerte delante de mí.

   - Comprendo, somos nosotros quienes debiéramos disculparnos con él. - St. John abrazó a su amada con fuerza. - Ese hombre se merece todo lo bueno que le está pasando: Sulu, Pavel, Anton Sarek...

   - ¡Oh, sí! - La rubia estaba de acuerdo. - David y yo le dimos nuestro perdón. Cuando mi hijo se despidió para ir a la Olympia volví a hablar con Khan antes de que regresara a la Tierra. Fui yo quien le pidió a él disculpas por todo el daño que le hizo mi padre. El almirante Alexander Marcus... - pronunció su nombre con repulsión, - ...fue el culpable de la muerte de parte de su tripulación. ¿Sabías que encontró ochenta y cuatro cuerpos con vida en la nave donde huyeron de la Tierra a finales del siglo veintiuno? Antes de despertar a Khan acabó con doce de ellos intentándolo. ¡Doce! Y ¿crees que le importó?

   - Tampoco le importó poneros a todos vosotros en peligro; utilizó al Enterprise para empezar una guerra contra los klingons... - St. John agradecía que su suegro hubiese muerto antes de conocer a Carol. - Todo eso ya pasó, mi amor. Ahora Khan es un hombre libre... al menos hasta que se case. - Bromeó.

      Los dos se miraron a los ojos, el diplomático secó las lágrimas de las mejillas de Carol y la besó tendiéndola en la cama.

   - No, mi vida... - prostestó ella, - tengo mucho que hacer en la casa...

   - Ya lo harás luego, preciosa mía...

      Sus grandes manos ya habían empezado a recorrer su piel, quitándole la ropa con la habilidad que le daba la costumbre.

 

 

 

                                                                                   Amy entró al camarote de David como una exhalación, saltándose con sus permisos de seguridad la clave que su hermano había puesto, dejando la puerta abierta y gritando como una loca.

   - ¡Se la han dado! ¡La amnistía! ¿Has oído lo que he dicho? - Esperó una respuesta que no llegaba por parte de su hermano. - ¡Oh! ¡No estás solo!

    La joven alférez reparó en la presencia de la mujer que se apresuraba a salir de la cama de su hermano envuelta entre las sábanas. Antes de que se encerrase en el baño pudo distinguir que se trataba de la teniente Becky Sjare, de telecomunicaciones.

   - ¿No es mayor para ti, Dave? - Murmuró Amy.

   - ¡Cállate y largo de mi habitación...! - Su hermano le señaló la puerta con fastidio.

   - Ya me marcho. - Amy se dirigía a la salida pero se giró para mirarle un momento antes de irse. - ¿Es serio? - Preguntó señalando al aseo; viendo la mueca de indecisión en la cara de su hermano continuó. - No, ya veo... Bueno, pues eso: han concedido a Khan la ciudadanía, ya no ha de esconder su identidad. ¿No es genial?

   - Es maravilloso, me alegro por él. - Le contestó no sin cierto sarcasmo. - Y ahora, hermanita... ¡Desaparece!

   - Perdón... - Salió del camarote de su hermano sin dejar de sonreír.

 

        Las buenas noticias que le habían llegado a través de su vínculo con sus t'hy'la la tenían completamente feliz. Supo, del mismo modo también, que pronto Pavel y Khan se casarían. Aquello la llenó de gozo, casi tanto como cuando Khan le transmitió con sus pensamientos la visión de Anton dando sus primeros pasos. De pronto deseó estar allí con ellos, ser parte de sus vidas... eso le hizo sentir algo de melancolía.

   - Teniente Kirk. - La voz del capitán Nichols sonó a su espalda en el corredor. - Acuda de inmediato al hangar, tengo una misión para usted y la Chekov.

      Amy se puso en marcha con una gran sonrisa en el rostro. La vida en el espacio seguía su curso, repleto de trepidantes aventuras y nuevas experiencias para los hermanos Kirk. En la Tierra los días transcurrían de un modo diferente.

 

                Khan y Pavel se convirtieron en esposos, padres de un niño a punto de cumplir tres años, amantes de un afortunado japonés que lo compartía todo con ellos. Peter y Alex hicieron realidad su sueño de formar una familia al hacerse cargo de una preciosa niña romulana que había quedado huérfana tras los conflictos en Remo. Año y medio después adoptaron a un varón humano. Cayden acabó entrando a la Academia, pronto su hermano Bean le siguió los pasos. La familia aumentaba, los lazos continuaban igual de fuertes entre ellos.

 

             Sí, distintos soles les iluminaban, el ritmo de las estrellas era singular y las lunas... las preciosas lunas brillaban con resplandores diferentes, ejerciendo su peculiar influencia sobre todos y cada uno de ellos.

 

 

FIN

 

Notas finales:

Gracias por leer, por compartir esta historia con vuestros comentarios.

Éste ha sido el último capítulo, el fic en sí termina aquí pero la historia siempre puede ampliarse, por eso no la voy a pasar a "finalizada".

De momento añadiré algunos capítulos especiales más, al menos tengo cinco preparados.

Dejo imagen de los chicos asistiendo a la ceremonia donde condecoraron al comandante Peter Kirk. Están tan monos con sus gorras grises...

http://www.casimages.es/i/140919052713861232.jpg.html


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