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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

La banda (o cinta) de Möbius (o moebius) es es una superficie con una sola cara y un solo borde, o componente de contorno. Tiene la propiedad matemática de ser un objeto no orientable. También es una superficie reglada. Recibió su nombre por el matemático alemán August Ferdinand Möbius, que fue un pionero de la topología a principios del siglo XIX.

Seguramente conoceréis el famoso chiste que dice: ¿Por qué el pollo cruzó la carretera? Para llegar al otro lado (es la respuesta más común)

Hay otras, según a quién preguntes:

BUDA: Preguntar eso niega tu propia naturaleza de pollo.

MOISÉS: Y Dios bajó de los cielos y le dijo al pollo... "Cruza la carretera". Y el pollo cruzó la carretera y todos se regocijaron.

MARX: Era una inevitabilidad histórica.

ALBERT EINSTEIN: Si el pollo ha cruzado la carretera, o la carretera se ha movido debajo del pollo, depende de tu marco de referencia.

SIGMUND FREUD: El hecho de que estés preocupado porque el pollo cruza la carretera revela tu inseguridad sexual.

BORGES: Porque salió del laberinto y no quiso meterse en las ruinas circulares.

JEAN PAUL SARTRE: Porque era libre.

ASISTENCIA TÉCNICA: Yo desde aquí no veo que haya cruzado la carretera. Reinicie el pollo y si lo sigue viendo que cruza, formatee la carretera.

GENE RODDENBERRY: Para ir valientemente donde ningún pollo ha estado jamás.

Pero... ¿por que el pollo cruzó la cinta de moebius? Para llegar a... emmm... ummm... ¿al mismo lado?

 

 

 

El Nexus

 

 

                                                                                      Cuando el joven capitán entró en aquel bucle interdimensional para ayudar a su amigo, el anciano embajador Spock, a recuperar al James Kirk de su Universo, no sabía con lo que iba a encontrarse.

            La luz era demasiado brillante, tardó un rato en acostumbrarse a ella. Parecía que estuviera en San Francisco, en un barrio residencial lleno de casas con jardín y garaje. La poca gente con la que se cruzó ni siquiera le prestaba atención, como si no estuviese allí o más bien como si ellos no fuesen personas reales. Caminó por la acera y se detuvo frente al chalet de paredes blancas de madera y amplios ventanales. Le resultaba extrañamente conocido, como si más de una vez hubiera soñado con aquel lugar. Si un día se compraba una vivienda sería igual que aquella.

       Se quedó pasmado cuando vio a un hombre mayor, robusto, de unos sesenta y tantos años, saliendo de la casa para cortar el riego automático sobre el césped.

   - ¿Almirante Kirk? - Preguntó. Algo en su forma de caminar le decía que era él. - Es usted el almirante Kirk, ¿verdad?

   - ¿Quién quiere saberlo, muchacho? - El hombre se le acercó con una sonrisa torcida en el rostro.

   - Me llamo Jim. - Le dijo. - Spock me envía a recogerle a usted.

   - ¿Spock? ¿Por qué? ¿Ha pasado algo? ¿De qué le conoces, chico? - Su mirada no era azul sino color avellana, aún así tenía algo familiar.

   - Es amigo mío. Me ha pedido que venga a buscarle para llevarle con él. - Se explicó.

   - Pero... estoy cocinando... Bones me echa una mano con la salsa. Spock dijo que vendría a almorzar... - El almirante no dejaba de sonreír, giró la cabeza hacia la casa un segundo y se volvió para escudriñar los ojos azules de aquel joven desconocido. - ¿Quién eres tú?

   - Almirante... ¿cuánto tiempo lleva usted esperando a Spock? - Le preguntó clavándole la mirada.

   - Pues... esta mañana... él dijo que... - Titubeó. No estaba muy seguro.

   - Hace años, ¿verdad? - Jim le cogió de la mano. - Almirante... Spock lleva mucho tiempo buscándole a usted.

      El hombre se estremeció con su tacto. Echó cuentas y supo que era cierto. Llevaba años allí, perdido... esperando a su Spock que nunca llegaba, preparando un almuerzo que nunca estaba listo.

   - ¡Esto es absurdo! - Exclamó con rabia, soltándose de la mano del extraño. - Spock vendrá enseguida a almorzar, tengo que terminar la pasta...

   - No va a venir y usted lo sabe. - Jim se interpuso en su camino, bloqueándole el paso hacia la casa. - ¡Esto no es real! ¡No está pasando!

   - ¿Qué? - El almirante sacudió la cabeza. Algo en sus entrañas le decía que el joven tenía razón pero le asustaba admitirlo.

   - ¡Jim! ¡Los tallarines se van a quedar demasiado blandos! - La voz de McCoy sonaba desde el interior de la vivienda. - ¡La salsa se me quema! ¡No me hagas salir a buscarte!

   - Es Bones, me espera... - Intentó esquivar al rubio que le impedía pasar. - Tengo que ir...

   - ¡No! - Jim le agarró por los brazos y forcejeó con él, el almirante se resistía. Tratando de detenerle acabó arrancándole la camisa. - ¡Debe venir conmigo! ¡Soy James Kirk! Sí, yo soy usted...

   - ¡Eso no puede ser...! - El hombre se quedó helado. Ahora el joven era el centro de toda su atención, lo demás a su alrededor se volvió borroso, tragado por una espesa niebla que salía de ninguna parte. - ¿Qué está ocurriendo aquí?

   - Se lo dije... este mundo no es real. Usted lo ha imaginado. Ha inventado esa casa, a Bones... ¡Son sus recuerdos, nada más!

   - Pero... No puede ser... ¿Tú... eres yo?

   - Lo soy. El James Kirk de otro mundo, de otro Universo. Spock cruzó desde su tiempo hasta mi pasado, es una línea temporal diferente pero soy yo. ¡Vamos, míreme! Sabe que no miento... - Volvió a agarrarle la mano, no quería perderlo entre las brumas que continuaban creciendo y volviéndose más y más espesas en torno a los dos.

   - Hubo una explosión en el USS Enterprise-B... toda la cubierta donde yo estaba voló por los aires... - Los recuerdos del almirante volvían a su memoria. - Morí... ¿no es eso? ¿Estoy muerto, chico?

   - No, pero tampoco está usted entre los vivos. - Jim le sonrió, parecía que al fin lograba hacerse entender. - Spock me ha enviado aquí porque sabía que yo podría encontrarle. Mi mente y la suya están conectadas de algún modo, almirante. Somos la misma persona, aunque de mundos diferentes.

   - ¡Spock...! - Su voz vibró al pronunciar el nombre. - ¿Dónde está?

   - Le llevaré con él...

   - Jim... - Le apretó con fuerza la mano. - ¿Puedo llamarte Jimmy? Se me hace menos raro.

   - Llámeme como quiera pero vámonos de aquí. Esta cosa flota de una dimensión a otra, es como un lazo de Moebius gigantesco formado por energía pura... ¡No quiero acabar en otro Universo! - Protestó tirando de él.

   - ¡Claro! Tu Spock también debe estar esperándote... ¿no es así? - Le preguntó con una pícara sonrisa.

          Entonces Jim no comprendió, tardaría días en hacerlo. Cuando dejó al almirante entre los brazos del embajador Spock se dio cuenta de la clase de relación que les unía. A la mañana siguiente se despertó con el tatuaje en su espalda: la palabra vulcana t'hy'la que jamás desaparecería de su piel.

 

 

 

                                                                 “Ay, yebát! *(joder) Esto no es la USS Olympia... ¿dónde estoy? No se paresse a ningún lugar donde haya estado antes... ¿Qué es aquella lus a lo lejos? No debería moverme de aquí, Khan vendrá a buscarme...”

    Pavel dudaba si ir hacia la luz que brillaba en la distancia o permanecer en mitad de ninguna parte. Sabía que el transportador había fallado. No hallaba otra explicación. Estaba metido en un buen lío pero confiaba en que su esposo encontraría la forma de sacarle de allí.

 

 

   - ¡Tiene que estar en alguna parte! - En el sótano, Spock se empeñaba en encontrar algún rastro de Pavel entre las endiabladas ecuaciones del programa del aparato. - ¡Un código genético humano no desaparece así por así!

   - Mi tripulación lo hizo... la mayoría se perdió en los transportes de los klingons... ¡Ni siquiera Pavel pudo recuperarlos! - Khan recordó aquello y se quedó sin respiración. ¿Estaba perdiendo la esperanza?

  - ¡Eso fue hace años! ¡La tecnología es distinta! El transporte transcurvatura es algo corriente... ¡Tú mismo lo has usado más de una vez! - La paciencia del vulcano había desaparecido, Spock le estaba gritando.

   - ¡Tranquilo, amigo mío! - Scott le puso la mano en el hombro. - Daremos con él. David... ¿Has hecho volver ya a tu hermana?

   - Está en el hangar. - Contestaba el rubio desde el monitor de la pared. - Scotty, yo... he desmontado este trasto y no hay ni rastro de Pavel aquí. No me ha llegado nada de su secuencia genética. Tendréis que recuperarle desde ahí...

   - Pues... - El escocés miraba de reojo a Khan, parecía estar ahogándose de pura angustia. - ¡Como no ocurra un milagro... creo que nosotros no podemos hacer nada!

   - No lo encuentro, no puede ser... - Spock se lamentaba sintiéndose impotente. - ¡El backup está vacío! David, pásame los datos de vuestra copia de seguridad.

   - Ya he mirado ahí, Spock. - Respondía el rubio cumpliendo la orden. - Yo no he visto nada pero revísalo tú.

      Sulu se levantó del taburete y agarró a Khan por la espalda.

   - Respira, violeta mía... - Le susurró. - No puedo perderos a los dos.

     El sobrehumano tomó aliento y se derrumbó en un llanto incontrolado, dejándose caer con el japonés al suelo, ambos derrotados ante la posibilidad de no volver a ver a Pavel con vida.

   - Anata ...*(cariño) – Murmuraba entre el sollozo. - Es culpa mía... no debí...

   - No, Khan... Ha sido un accidente.

   - ¡Callaos los dos! - Spock intentaba concentrarse en los datos que le llegaban desde el espacio. - Tiene que estar... ¡Tiene que estar en alguna parte! - Volvió a gritar.

 

             En la planta superior Anton empezó a ponerse nervioso notando que algo malo estaba sucediendo.

   - Dedushka... *(abuelo) – Miraba a Jim y veía sus ojos azules húmedos por las lágrimas. - ¿Abuelito? - Preguntó a Bones echándole los brazos.

   - Cielo, no te preocupes. - Intentó calmarlo el médico. - Ven conmigo...

   - ¿Dónde está papa? - El niño supo que se trataba de eso. - Papa... moy papa... - Empezó a llorar.

   - ¡Ay, mi niño! - Jim no pudo controlarse, abrazándose a los dos se echó a llorar. - Anton, no sabemos dónde está papa... pero le encontraremos, te lo prometo.

 

                  Una enorme mancha de oscuridad se formó en mitad del salón llamando la atención del pequeño que, señalándola con el dedo, preguntó qué era aquello.

   - ¡Dioses míos! - Exclamó Jim. - ¡Habéis acudido a nuestras plegarias!

      Dos hombres y una mujer se materializaron entre las sombras ante sus ojos. Vestían quitones cortos y sandalias, una corona de laurel ceñía la cabellera del rubio que se les acercó al instante.

   - Jim, hijo mío... - Apolo le acarició la barba. - No temas. Mi hermana lo arreglará. - Girándose hacia sus compañeros de viaje continuó. - ¡Atenea, baja a echarles una mano al ingeniero y a Spock! Debe haber una forma de hacerle regresar...

   - Lo intentaré. - Respondió la rubia bajando las escaleras hacia el sótano.

   - Y tú, Hermes. Busca a Dionisio... ¡Ese maldito idiota ya debería haber localizado a Pavel! - Le ordenó.

       El de las sandalias aladas obedeció de inmediato desapareciendo entre la oscuridad que le transportó.

   - Le encontrará... Dionisio le dio su sangre, siempre sabe dónde está. - Apolo ladeó la cabeza y sonrió al niño. Anton, pasmado ante su divina presencia, había dejado de llorar.

   - ¿Moy papa...? - Musitó con sus enormes ojos aguamarina clavados en los azules del dios.

   - Traeremos a tu padre de vuelta, corazón mío. - El dios se inclinó para besarle en la frente. - Mi pequeño Troilo... - Nada más verlo cara a cara supo que se trataba de la reencarnación del hijo que tuvo con la reina Hécuba hacía miles de años. - Todo irá bien.

 

                  Spock se quedó helado cuando Atenea le apartó de la mesa de trabajo para comprobar los datos de la memoria del transportador. La diosa de la sabiduría, con sus hábiles manos, volvió a montar el aparato accionando los controles con pasmosa seguridad, no tardó en tenerlo listo.

   - Ahora apartad, mortales... - Les advirtió. - He potenciado la energía al máximo, si hay algo de Pavel aquí le traeré de regreso.

      Scott agarró a Spock del brazo y le hizo retroceder. Una luz intensa salió del transportador cegándolos a los cuatro. Al otro lado de la pantalla David también apartó la vista.

 

 

                                                                        “Tengo que ver qué es esa luss... no sé cuánto tiempo llevo aquí. ¡Si ni siquiera sé dónde estoy! Puede que sea la salida... me asercaré un poco, solamente un poco...”

       Pavel caminó, o creyó hacerlo, sobre un suelo frío y negro con sus pies descalzos. La luz no parecía acercarse, más bien todo lo contrario, a pesar de que ahora estaba corriendo hacia ella.

   - ¡Detente! - Le gritó una voz a su espalda.

   - ¿Dionisio? ¿Eres tú? - Pavel creyó reconocer la silueta.

   - ¡Dame la mano, vamos...! - El dios le agarró justo a tiempo.

      La luz estalló furiosa y sorda, como una explosión en el vacío. De haberse acercado más el ruso habría muerto. Sus moléculas se habrían desintegrado esparciéndose por el infinito del Universo.

 

 

   - ¡No ha funcionado! - Gritó Atenea. Furiosa, estrelló el transportador contra el suelo haciéndolo añicos.

   - ¿Qué haces? - Khan se puso en pie y la empujó. - ¡Lo has roto! ¿Y ahora qué?

   - No estaba ahí... tu esposo... - La diosa le miró con los ojos verdes llenos de tristeza. - Lo siento. No puedo hacer nada.

   - ¿Y ya está? ¿Vas a rendirte? - El sobrehumano no podía creerlo. - Pavel, Amy y yo abrimos la maldita puerta para que pudieseis volver a casa... - Le recordó. - ¿No crees que nos lo debéis? ¡Trae a mi marido de vuelta de donde quiera que esté ahora mismo! - Le chilló levantando el puño.

   - ¡Basta! - Sulu le paró sujetándole el brazo. - ¡Ya basta, Khan!

   - Anata... - El moreno se calmó, sabía que Atenea lo había intentado. - ¡Es que no puede ser...! No le siento, no sé dónde está... pero no puede haberse acabado... no así... ¡Maldita sea!

    Khan volvió a abrazarse al japonés deshecho en lágrimas. Sintió la presión de los brazos de Spock rodeándolos a los dos.

   - Dionisio es nuestra última esperanza. - La voz de Atenea sonó a su espalda. - Él encontrará a Pavel y mis hermanos harán lo imposible por traerlo de vuelta.

 

 

                                                                                Amy la emprendió a patadas con el casco de la Chekov. Sentía la desesperación de Khan a través de su vínculo, el dolor y el vacío por la desaparición de Pavel. Estaba llena de ira. Una mano fuerte la agarró del hombro.

   - ¡Teniente Kirk! - Le increpó Steve Nichols. - ¡El caza no tiene la culpa de lo que está pasando! Tu hermano acaba de decirme que en la Tierra se ha presentado una valiosa ayuda... Te está esperando en la sala del transportador.

   - Perdona capitán, yo... - A Amy le subió un rubor verdoso a las mejillas. Aquella falta de autocontrol delante de su superior... Se sintió avergonzada. - Lo siento, no volverá a repetirse.

   - No te culpo. Sé que Pavel ha desaparecido cuando le traíais a bordo para solucionar el problema con el satélite de Ocampa. Es lógico que estés alterada.

   - ¿Has ordenado la evacuación del planeta?

   - Aún no, parece que está estable.

   - No lo está. Las explosiones solares son cada vez más fuertes... si no hacemos algo reventará.

   - Lo estamos alejando con el rayo tractor. Quiroly pondrá el Tláloc en un lugar seguro.

   - Perfecto. Ahora lo importante es recuperar a mi t'hy'la. Él es el único capaz de arreglar su satélite, tenemos que traerle aquí.

 

 

                                                      Apolo cerró los ojos cuando Atenea subió a decirle que ella no podía hacer nada. Todo dependía del irresponsable y loco de su hermano menor. Dionisio tenía que encontrar a Pavel, esperaba que ya lo hubiese hecho.

   - Hermes, ¿ha dado con él? - Pulsando su fíbula se mantuvo a la espera de una respuesta.

   - Le tiene localizado pero es imposible llegar hasta allí físicamente. - Respondió el mensajero de los dioses. - Pavel está atrapado entre dimensiones, Apolo. Dionisio ha proyectado su ser para ir a su lado... Ahora mismo su imagen está con él mientras su cuerpo yace inconsciente en el centro del laberinto de la Pantheion.

   - Ve a la sala del trisquel, dime qué observas. - Le ordenó.

   - ¿Eso es un intercomunicador? - Preguntaba McCoy señalando la hebilla con la forma geométrica sobre el hombro del dios.

   - Sí, lo es... entre otras cosas. - Respondió Atenea por su hermano.

   - Amy tiene una igual... - Murmuró el médico.

   - Lo sabemos, Leonard. - La diosa le sonrió con sus preciosos ojos verdes.

   - Apolo, ya estoy... - La voz de Hermes sonaba agitada. - El trisquel está brillando.

   - ¿Color?

   - Azul oscuro... casi violeta...

   - ¡Eso es bueno! - Apolo dio una palmada. - Trae a Ares hasta aquí, no me importa si tienes que arrancarlo de los brazos de Afrodita. Y dile a mi gemela que vaya a la Olympia con Amy.

   - De acuerdo. ¿Qué le digo a Dionisio?

   - Nada, que se quede junto a Pavel.

   - No está allí realmente, es una proyección...

   - Espero que eso sea suficiente. Haz lo que te pido, Hermes. Y date prisa.

 

         Spock subió al salón seguido del ingeniero escocés. Los dos querían saber quién estaba gritando órdenes a diestro y siniestro. Cuando vieron a Apolo enmudecieron.

   - Sa'mekh'al *(abuelo, en vulcano) – Anton corrió a los brazos de Spock. - ¡Son dioses! Han venido a ayudar a moy papa...

   - Lo sé, mi sa-kan *(niño) – Spock le mecía estrechándolo contra su pecho.

        La figura de Ares, poderoso y altivo, no tardó en materializarse en la habitación.

   - ¿Se puede saber qué pretendes? - Le gritó a su hermano. - Afrodita y yo estábamos a punto de...

   - ¡Hay un niño presente, Ares! - Atenea detuvo su lengua.

   - Baja al sótano, Khan está ahí... - Le ordenó su hermano.

   - ¿Qué ha pasado? Hermes solamente me ha dicho que viniera, parecía muy ocupado, no se estaba quieto el muy... - Mirando a Anton, Ares sonrió sin terminar la frase.

   - Tú baja, sujeta a Khan y ayúdale a concentrarse en Pavel. - Apolo fue tajante. No había tiempo para explicaciones.

   - Aquí Hermes, ¿me recibes? - La fíbula resonó de nuevo con la voz del mensajero.

   - Dime hermano. - Respondió el dios rubio.

   - Artemisa ya está con Amy. Dionisio sigue inconsciente y yo he vuelto a la sala del trisquel.

   - Observa y dime si su color ha cambiado.

   - Sigue violeta, cada vez más oscuro... pero brillante... ¿por?

   - Tú informa. Si se vuelve anaranjado, amarillo o rojizo me lo dices. Mientras se mantenga en la gama de los azules todo irá bien...

 

         En el sótano, Sulu reconoció a Ares y se le echó a los brazos. El dios le recibió con un cálido beso.

   - Pavel ha sufrido un accidente con el transportador, no damos con él... no hay forma de hacerle volver... ¿puedes ayudar? - Le suplicaba el japonés aferrado a su cuello.

   - Entiendo... creo que sí puedo. - Separó a Sulu y se acercó a Khan. - Tú, mi príncipe guerrero, no puedes conectar con la mente de tu esposo, ¿verdad?

     El sobrehumano negó con lágrimas en los ojos, la mirada azul hielo estaba turbia, empañada por el llanto.

   - Deja que mi energía se una a la tuya y contactarás con él. - Ares le abrazó y le dio la vuelta, apoyando la cabeza en la espalda del hombre cerró los ojos y se concentró.

 

            A cientos de miles de parsecs de distancia Amy permitió que Artemisa la tomase de los hombros desde atrás. David y Steve las contemplaban absortos, nunca habían estado en presencia de la diosa.

   - ¿Qué tengo que hacer, mi Señora? - Amy preguntaba nerviosa. - No puedo conectar con mi t'hy'la... es como si no se encontrase en este mundo.

   - Y no lo está, amazona mía... - Contestó Artemisa centrándose en su poder. - Yo te ayudaré, tú solamente piensa en Pavel.

 

 

             Dionisio le había alejado de la luz antes de que estallase. Aquella no debía ser la salida. Pavel le miraba tragando saliva, esperando a que el dios le sacase de allí.

   - Tienes que entrar en sus mentes... - Le susurraba volviéndose imposiblemente borroso.

   - Dionisio, ¿vas a desapareser? - Pavel se asustó, no quería quedarse otra vez solo. - Por favor, llévame a casa...

   - No estoy aquí de verdad. Puedes verme, pero no soy real. Me ha costado demasiado esfuerzo detenerte antes de que te extinguieras en esa luz... No puedo seguir, no me quedan fuerzas. Pavel, tú céntrate en tus dos t'hy'la... el trisquel hará el resto. - La figura del dios se deshizo como una nube de humo ante sus ojos.

   - ¡Dionisio! ¡No me dejes! - Gritó asustado. - Pazhalsta! *(por favor)

 

 

                                                El comandante Quiroly, primer oficial de la USS Olympia, informó a su capitán que aunque había alejado todo lo que pudo al Tláloc de Ocampa, no podía garantizar la seguridad del planeta.

   - De acuerdo, informa a los Kazon y que Valek organice la evacuación. - Nichols no quería dejar la sala del transportador, preocupado por la presencia de una verdadera diosa a bordo de su nave.

   - Valek se encuentra en misión diplomática en HarOs. Creo que tendrás que tratar con Lorah, capitán. - Respondió el comandante dándole a entender que era él quien debía dar aquella orden.

   - ¡Está bien, voy al puente ahora mismo! - Rezongó mirando a David. - Teniente Marcus, si me necesitas...

   - Vete. Yo me encargo de mi hermana. - El rubio asintió con la cabeza despidiendo a su superior.

 

                Lorah, maje cónyuge de la secta Oglamar, la más poderosa del mundo Ocampa, recibió las noticias de la nave Olympia con creciente turbación. El satélite que Chekov colocase hacía años alrededor de su mundo estaba a punto de ocasionar su destrucción.

   - Los kazon culparán a la Flota, Steve. Si mi planeta desaparece no podremos mantener la alianza. - Le decía consternado.

   - Lo entiendo, tú saca de ahí a los tuyos cuanto antes. Estamos intentando minimizar los daños pero sin Pavel no podremos controlar el Tláloc. Informaré ahora a tu marido.

   - ¡No! Ya lo haré yo... no sabes el carácter que tiene. - Lorah se sonrió. - ¿Crees que Chekov ha...? - Cerró los ojos y suspiró. No quería decirlo.

   - ¡Espero que no! - Steve se apresuró a negar con la cabeza. - Todos hacen lo que pueden por recuperar sus moléculas... ¡Hasta los dioses están echando una mano!

   - Tus dioses son peligrosos... ellos fueron los que fastidiaron mi mundo en primer lugar. - El kazon se enfureció.

   - ¡Pues entonces os deben una y bien gorda! - El capitán Nichols se encogió de hombros. - Vamos a pensar que todo va a ir bien pero actuemos como si fuese el fin del mundo... ¡Salid de ahí, Lorah!

 

 

                                           Apolo hizo que Hermes informase de nuevo sobre el color del trisquel. Añil brillante. Bien. Dionisio se unió al mensajero en la sala de la nave oscura, había tenido que dejar a Pavel solo, esperaba que cumpliera su orden de concentrarse en sus t'hy'la.

   - ¿Cuál es el plan, hermano? - Atenea no acababa de entender lo que estaban haciendo.

   - Sabes lo poderoso que es su vínculo telepático... con nuestras energías haremos que se potencie hasta el infinito.

   - ¿Eso no puede ser peligroso? - La diosa se mordió el labio inferior, dudando de la decisión tomada por su comandante.

   - El espacio-tiempo se distorsionará, sí... se creará una perturbación interdimensional pero es la única forma de sacar a Pavel de donde está. - Respondió el rubio de la corona de laurel.

      Spock se acercó a la ventana del jardín. Llevaba a su nieto en brazos. Los dos se quedaron boquiabiertos al ver cómo el cielo se nublaba de repente. Rayos y truenos aparecieron de la nada sobre San Francisco.

     Al mismo tiempo, mientras todas las naves despegaban del mundo Ocampa evacuando a la población bajo las órdenes de Lorah, extrañas ondas rodearon la Olympia cerca de su órbita.

      El Nexux, un descomunal lazo de Moebius formado por pura energía, estaba a punto de surgir. Las mentes de Khan y Amy enviaban una señal al espacio, desgarrando el tejido de la realidad hasta alcanzar a su amado t'hy'la oculto en una dimensión desconocida.

   - Amy... Khan... - Pavel pudo al fin sentirles. - ¡Estoy aquí! - Gritó con su mente.

   - Acércate a mí... te necesitamos en la Olympia... - Amy le llamó con fuerza.

   - Ve con ella, moy muzh... - Khan acompañaba sus pensamientos. - ¡Ponte a salvo!

   - Dame la mano... - La madre de su hijo le reclamaba a su lado.

   - Amy... - Pavel casi podía verla.

      Unos dedos finos y largos aparecieron entre la violenta luz añil que invadió por completo la sala del transportador en la USS Olympia. Artemisa parecía estar en llamas, las manos apoyadas sobre Amy. David cerró los ojos y contuvo el aliento. Su hermana estiró el brazo y agarrando a Pavel tiró de él con toda su inusual fuerza.

   - ¡Te tengo! - Exclamó feliz. - ¡Ya le tengo, Khan! - Gritó más fuerte para que le oyeran en la Tierra a través del comunicador.

   - ¿Está bien? - Preguntó Sulu.

   - Sí, se ha puesto a ayudar a mi hermano con el Tláloc... - Contestó Amy con una amplia sonrisa.

   - Todo ha terminado. - Murmuró Khan girándose y abrazando a Ares. - ¡Gracias!

 

      Arriba, en el salón, escucharon también la voz de Amy. Cuando vieron subir a Sulu leyeron en su cara que todo había ido bien. Spock seguía mirando por la ventana del jardín, el cielo se despejó y las nubes desaparecieron igual de rápido que habían llegado.

   - Está hecho. - Apolo suspiró y se encogió de hombros.

   - ¿Dónde irá ahora esa cosa que han creado? - Atenea se refería al Nexus, la perturbación que flotaba sin control alguno en el espacio cerca de Ocampa.

   - Hermes... - El dios había vuelto a pulsar su fíbula. - ¿Color del trisquel?

   - ¡Naranja! Dionisio me está ayudando a controlarlo. Parece que las aspas se separan, ¿cuáles son tus órdenes, Apolo? - Consultó el mensajero.

   - Abridlo... que el Nexus salga de este Universo... - Respondió su comandante.

   - ¿Para recoger al James Kirk del otro mundo? - Jim comprendía sin saber cómo, sonriendo de medio lado miraba a Apolo con complicidad.

   - Eso es. - Asintió el dios. - Cruzará hacia el otro lado y cuando llegue el momento salvará la preciosa vida del otro almirante Kirk.

   - ¡Mira que sois complicados los dioses! - McCoy sacudía la cabeza. - Así que al recuperar a Pavel se ha creado la cosa que salvó de la muerte al otro Kirk y que le trajo a este Universo...

   - Volvamos a la Pantheion, hermano. - Le pedía Atenea. - Artemisa ya habrá regresado y quiero comprobar con ella la estabilidad y la situación del Nexus.

      Apolo estuvo de acuerdo, era hora de irse. Abrazó a Jim con cariño, su descendiente se había convertido en un hombre de cincuenta y cuatro años rodeado de una gran familia que le amaba.

   - Cuídate mucho, hijo mío... - Le besó la mejilla para despedirse.

   - Espera... antes has llamado Troilo a Anton. - A Jim no se le escapaba ningún detalle. - ¿He de preocuparme? Tu hijo no tuvo precisamente una larga vida en Troya...

   - Entonces murió muy joven, es cierto. - Se lamentó el dios recordando cómo su amado Troilo pereció a manos de Aquiles antes de cumplir los veinte años. - Ésta es una nueva oportunidad para él. Tendrá una larga y próspera vida, como diría tu esposo. - Apolo le sonrió con picardía y mirando a Spock, a su espalda, le guiñó un ojo.

 

           En la Olympia el ruso no perdió el tiempo lanzándose a la tarea de arreglar su averiado satélite. Artemisa se esfumó de la nave entre la oscuridad, David y Amy observaban sonrientes al genio trabajar. En la Tierra, Sulu daba las gracias a los dioses otra vez por poner a salvo a Pavel. Khan se dejó besar por Ares antes de que el dios de la guerra desapareciese junto a sus hermanos en el salón.

   - ¿Cuánto crees que tardará en volver a casa? - Le preguntó el japonés secándole unas lágrimas de las mejillas. - Violeta mía... ahora está con Amy.

   - No lo sé, anata. - Contestó abrazándole con ternura. - Espero que ella misma le traiga de vuelta en una nave, no quiero que Pavel vuelva a subir a un transportador jamás.

   - ¿Lo ves? - McCoy golpeó el brazo de Jim con fuerza. - ¡Yo nunca me he fiado de esos endiablados trastos!

   - ¡Ah, Bones! - Se quejó el rubio. - Nunca tuvimos problemas con eso...

   - ¿Que no tuvimos problemas? - El médico le dio uno de sus famosos capirotazos. - ¿Y qué me dices de cuando te subimos de aquel planeta y llegaste desdoblado en dos personalidades opuestas? ¿O de esa vez en la que terminamos en un Universo diferente donde la Federación era malvada y todos vestíamos como piratas? ¿Y aquella otra vez en que...?

   - ¡Cállate Bones! - Jim le besó en los labios, apretándolo con fuerza contra su cuerpo, sosteniéndolo de la cintura hasta hacerle enmudecer.

   - Llamaré a Nyota... - Scott se apartó entre risas. - La pobre se quedó muy preocupada cuando fuiste a buscarme.

   - Sa'mekh'al... - Anton devoraba con sus ojos aguamarina los de Spock, - ...¿dónde está moy papa?

   - Con tu madre y tu tío David en la USS Olympia, cariño. - Le contestó el vulcano con una fina sonrisa. - Pronto los tres volverán a casa.

 

 

                                                                    La normalidad regresó al hogar de los Kirk. Todos lo celebraron durante el fin de semana con una de sus acostumbradas barbacoas a la que acudieron Peter y Alex con sus hijos adoptivos, el pequeño Samuel de dos años y Freya, la niña de cuatro años de origen romulano. Invitaron al matrimonio Oetker, Otto y Suzanne acudieron con su hijo de cinco años Helmut.

    Cayden trajo a su novia, Johari, una preciosa muchacha swahili compañera suya de su último curso en la Academia. Su hermano, Bean, acababa de ingresar para comenzar los estudios e invitó a su mejor amigo, el vulcano Tuvok. Nyota miraba con buenos ojos aquella relación de su hijo, al parecer habían establecido el vínculo aunque todavía no lo habían completado. Los cachorros Scott, de veinte y diecisiete años, se estaban convirtiendo en adultos.

 

                 Lorah agradeció a sus buenos amigos humanos que hubieran salvado de nuevo su planeta. Pavel arregló el Tláloc y se aseguró de que jamás volviese a poner en peligro a Ocampa, instalando un sistema automático de desactivación en caso de mal funcionamiento. Después de pasar cuatro días trabajando apenas sin descanso, consintió en irse a dormir con su preciosa y querida t'hy'la.

   - Te he echado tanto de menos, Amy... - Murmuraba dejándose desnudar por sus finas manos vulcanas. - Deberías viajar más a menudo a la Tierra. ¡No ya por Khan y por mí! Anton te quiere muchísimo... es tu hijo... tendrías que visitarle más continuo...

   - Ahora no es el momento, Pavel. - Le regañó arañándole la espalda, allí donde tenía el trisquel tatuado. - No me hables de Anton... ¡Te deseo!

  - Moya krasivaya devushka! *(mi preciosa muchacha) – Musitó besándola en el largo y pálido cuello.

       La puerta del camarote de la teniente Kirk se abrió y David se deslizó sigiloso hacia la cama. Se desnudó sin hacer un solo ruido y se metió entre las sábanas junto a su hermana. Pavel sintió sus manos sobre la piel. Abrió los ojos de par en par y saltó al suelo atónito, no podía hablar... viendo cómo Amy se dejaba acariciar y besar por él.

   - Pero... ¿qué...? ¡David! - Alzó la voz desconcertado. - ¿Qué estás hassiendo?

   - Pavel, mi vida... - Amy sonreía y le llamaba estirando el brazo. - Ven con nosotros... mi t'hy'la... amor mío...

   - ¡Amy! - El ruso sacudió la cabeza. - ¡Es tu hermano!

   - Y mi amante... ¡Y el tuyo si dejas de hacer el tonto y te metes en la cama! - Alcanzando la mano de Pavel tiró de él hasta tenerlo tendido sobre el colchón.

   - Te quiero... siempre te he querido, Pavel... - La voz de David se volvió extrañamente ronca, grave, vibrante. - ¡Deja que te lo demuestre!

      El rubio se le echó encima pasando sobre su hermana. Le besó en los labios, metiendo la lengua hasta acariciar la suya con rotunda pasión. Su cuerpo desnudo se pegó al de Pavel que, tras un instante de indecisión, se dejó llevar por la lujuria del momento y recorrió la piel de David con sus grandes y fuertes manos.

   - Chico... ¡Por todos los dioses! - No podía reaccionar, aunque quisiera detener aquello ya era tarde. Su miembro se frotaba contra la erección del joven teniente.

   - Mi hermano y yo lo compartimos todo, cariño. - Amy se deleitaba ante la visión de los dos hombres rozándose excitados y jadeantes en su cama. - Ha sido así desde el principio. Él fue el primero...

   - ¿Tu hermano...? - Pavel susurraba. La voz no le salía apenas de la garganta. - El primero...

   - Pero es un secreto, t'hy'la. Mis padres no deben saberlo, ninguno de los tres. - Le acariciaba la frente al hablar, con un tono dulce y seductor. - Sé que no les contarás nada... no me importa que compartas esto con Khan. Al fin y al cabo es tu marido. - Sonrió.

  - Khan... - David murmuró el nombre antes de emprenderla a mordiscos con la clavícula del ruso. - Ojalá estuviese aquí también...

      Pavel se retorcía de placer, David le separaba las piernas para frotarse entre ellas, con un vaivén que presionaba las zonas más sensibles del ruso haciendo que perdiese el control.

   - Tómalo, David... - Le sugería Amy a su espalda. - Quiero verte dentro de él, quiero sentirlo a través de su mente...

   - ¡Aaaaah! - Gritó Pavel notando cómo el otro se abría camino en su interior, sintiendo un exquisito escalofrío cuando rozó con su miembro el manojo de nervios que le volvía loco de placer. - Mmm... David... niet... niet...

   - ¿Quieres que pare? - Le preguntó deteniéndose sobre él, mirándolo a los ojos con descaro y cierta prepotencia.

   - No... no te pares... sigue... ay, yebát! - Pavel lo deseaba, aunque supiera que aquello no estaba bien ya era tarde, habían ido demasiado lejos.

   - Eso me parecía... - Murmuró David retomando el ritmo de los embates, haciendo gemir cada vez más fuerte al ruso.

      Hubo un momento en el que Pavel miró a Amy a su lado, sentía el calor de su piel vulcana, el verdor en sus mejillas, estaba muy caliente. Debía estar experimentando sus propias sensaciones a través del tel, sintiendo cómo su hermano le penetraba. Tenía la boca entreabierta y el ruso acercó los labios hasta morder los suyos.

   - T'hy'la... ¿no es maravilloso?

   - Da... da...! - Respondió él sin palabras.

   - Mi hermano tiene razón, Khan debería estar aquí... ¡Lo repetiremos en casa cuando volvamos!

   - ¿Y si se entera Jim? - Pavel no podía dejar de pensar que aquello estaba mal.

   - No lo sabrán, ni él ni papi ni Bones...

   - Ni Peter ni Alex... - Continuó el genio.

   - Ellos ya han compartido la cama con mi hermano. Yo misma he estado con Peter, hace tiempo... ¡Soy su primera y única mujer!

   - ¿Qué? - Gritó en voz alta. - ¡Pero Amy...!

      Pavel se sacó de encima a David y lo tendió sobre las sábanas. Poniéndose de rodillas en la cama miró a los dos hermanos alternativamente. ¿Quiénes eran ese hombre y esa mujer? Dos desconocidos, en realidad. Sí, se ocupó de David cuando era un chiquillo pero le dejó en la Tierra para embarcarse en el Enterprise. Y Amy, su t'hy'la... era la madre de su hijo, sí... pero podía contar con los dedos de una mano las veces que habían estado juntos.

   - ¡No os conossco! - Se lamentaba contemplando los dos pares de preciosos ojos azules que le miraban con atención. - No sabía nada de todo esto... ¿Creéis que es normal? ¡Follar con la familia...!

   - ¡Oh, Apolo ya nos dio la charla en su momento...! - David intentaba agarrarle las manos. - No temas, todo irá bien si no se enteran nuestros padres.

   - ¿Que os dio la charla...? - Pavel no sabía si reír o salir corriendo. - ¡Sois retorsidos... los dos...!

   - ¡Vamos, t'hy'la! - Amy se incorporó hasta abrazarle. - ¿Qué es eso tan terrible? Amo a mi hermano, te amo a ti...

   - Tú amas a Khan, tu marido, y los dos amáis a Sulu... - Siguió David.

  - Y habéis compartido la cama con otras personas, ¿no? - Amy le miraba divertida. - ¿Qué tiene de malo?

   - Creo que es porque él es hijo único, Amy, no lo entiende. - David le lanzaba su sonrisa de medio lado. - Igual eso es lo que le escandaliza.

   - No, debe ser otra cosa, David... algo de doble moral que tiene escondida por ahí.

   - ¿Por dónde dices...?

      Los dos hermanos tumbaron al ruso y le hicieron cosquillas por todas partes hasta arrancarle una carcajada. El rubio se sentó sobre Pavel dejando las nalgas desnudas sobre su miembro, frotándolas contra él hasta que estuvo armado de nuevo.

   - Ahora me toca a mí... - Volvió a su voz ronca y grave.

   - Da... ¡Monta... cabálgame...! - El ruso estaba tan excitado que no le costó entrar dentro de su joven amigo. Sujetándolo por las caderas se deshizo con la sensación de saberse apretado allí.

   - ¡Aaaah! - David se sorprendió sintiendo dolor.

   - La tiene grande, ¿verdad? - Rió Amy. - No te muevas, Pavel. Deja que mi hermano se acostumbre...

      David cerró los ojos y se dejó abrazar por su hermana a su espalda. Las caricias de sus suaves manos en el pecho le reconfortaron. Echando la cabeza hacia atrás la besó en los labios. Sus lenguas asomaron para jugar juntas fuera de sus bocas, Pavel les miraba desde abajo completamente loco de deseo y tratando de contener los movimientos de su pelvis. Poco a poco el joven inició un balanceo de sus caderas, hacia delante y hacia atrás, apoyándose en las rodillas y echando las manos sobre el pecho del ruso, haciendo que su sexo entrase y saliese casi por completo de su cuerpo.

   - Sí, hermano... disfruta de él... luego lo haré yo... - Susurraba Amy a su oído, pegando los senos a la espalda del rubio.

   - Ay yebát! - A Pavel se le iba la cabeza, aquello era de lo más excitante que había probado jamás: el placer prohibido de dos hermanos amantes. Imaginando cómo pudieron ser sus encuentros con Peter y Alex su lujuria le llevó más lejos aún. - ¡David! ¡Amy! - Gritaba sus nombres ya sin control alguno de su cuerpo, sintiendo cómo se derramaba en el interior del rubio, gruñó.

   - ¡Guarda un poco para mí...! - Protestó ella apartando a David de encima de su t'hy'la.

   - No importa, Amy... - Rió su hermano. - ¡Si se le baja ya haremos que vuelva a subir!

 

        Pavel no pegó ojo aquella noche. Los hermanos Kirk tenían veintiséis y veintisiete años, él ya era un hombre de cuarenta y cinco. Le agotaron. Literalmente le exprimieron durante horas, turnándose entre una y otro para sacarle su semilla y llevarle al éxtasis una y otra vez. Fue una de las mejores noches en la vida de Pavel, hacía tiempo que no se sentía tan solicitado.

      A su regreso a la Tierra, Amy no se detuvo hasta que cumplió su deseo. Lejos de San Francisco, ella y su hermano David gozaron de Khan y Pavel. Fue también solamente una noche, en una cabaña perdida en mitad del bosque del parque Yosemite. David les arrastró hasta allí con el propósito de escalar El Capitán. Su padre le había hablado muchas veces de aquella montaña, era algo que debía hacer.

   - Subiré ahí contigo, David. - Khan no quería arriesgarse a que algo malo le pudiera pasar. - Yo cuidaré de ti.

   - Mañana... ahora ven y bésame...

     Ni siquiera se metieron en la cama, los cuatro ocupaban el suelo sobre la alfombra frente a la chimenea, dando rienda suelta a sus más oscuras pasiones. Jamás le contarían nada a nadie, aquel sería por siempre su secreto.

     En el mismo instante en que Amy alcanzaba la orilla de su infinito océano azul entre sus dos t'hy'la y su hermano, la nave USS Enterprise B se disponía a zarpar en un vuelo de demostración en otro Universo. El alternativo almirante Kirk se sintió orgulloso de la joven piloto que ocupaba el puesto de navegante: Demora Sulu.

   - Nada puede ir mal mientras haya un Sulu al timón de la Enterprise... - Murmuró Scotty al lado de Jim con su blanca sonrisa.

     El ingeniero escocés estaba equivocado. Fueron requeridos por la Flota para ayudar a un convoy de naves que se hallan atrapadas en un cinturón de energía, un extraño fenómeno que no eran capaces de comprender. Debido a la inexperiencia del capitán, el almirante Kirk decidió ayudar pero al ser destruida la cubierta donde se hallaba por una ráfaga de aquel peculiar fenómeno, fue dado por muerto. Todos lamentaron su pérdida salvo el embajador Spock, que jamás se daría por vencido.

   - Scott, Jim está vivo en alguna parte... lo sé. Y no pararé hasta encontrarle.

   - Ya fue duro perder a McCoy, no sé cómo soportas tanto dolor...

   - Porque puedo sentir que él no ha muerto... ¡Mi t'hy'la está vivo! Scott, cuida de nuestra hija Nirshtoryehat. Dile que espero que ella y Pavel sean muy felices en su matrimonio. - El vulcano le estrechó la mano al escocés. - Despídeme también de Sulu y de Nyota. Prométeme... No, no hace falta. Ya sé que cuidarás de todos. Rom-halan, amigo mío. *(Adiós)

    Scott le vio subir a la pequeña nave vulcana y desaparecer en lo más profundo y oscuro del espacio. En aquel Universo jamás se volvió a saber del embajador Spock... en otro... estaba a punto de aparecer. Nero, el romulano renegado que vio explotar su planeta, ardía en deseos de venganza.

 

Fin

 

Notas finales:

Dejo imágenes de los hermanos Kirk de adultos y del cuarteto del Yosemite, glorioso...

http://nsae01.casimages.net/img/2014/09/27/140927043539606904.jpg

http://nsae01.casimages.net/img/2014/09/27/140927043645267785.jpg

Aquí unas fotografías del Nexus y la nave USS Olympia en el momento en que se creó.

http://crystalking.files.wordpress.com/2008/01/8-infinite.jpg

http://media.moddb.com/images/downloads/1/19/18666/logo.jpg

Por último imágenes de la pareja original Kirk & Spock del otro Universo, tan felices en sus últimos años en Nuevo Vulcano.

http://nsae01.casimages.net/img/2014/09/27/140927045055925971.jpg

Gracias por leer, pronto colgaré otro especial.

 


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