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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

CAPÍTULO REEDITADO.

Kirk y Spock buscan estar a solas para gozar de su íntimo abrazo en cuerpo y alma.

Intimidad

 

 

                                                            El rumor del agua circulando por el arroyo, las cosquillas que le provocaban los largos dedos de Spock en el nacimiento del pelo en la nuca, y el sonido de las hojas de los álamos mecidas por una fresca brisa, todo aquello invitaba al sueño. Jim cerró los ojos con una plácida sonrisa dibujada en el rostro. Notó la calidez del aliento de su amante cerrándose sobre sus labios: un beso, profundo y apasionado. Jim le acariciaba la espalda, con los ojos aún cerrados. Aquella boca besando, lamiendo, acariciando, devorando la suya... Un calor de mil soles surgía de alguna parte en su estómago y le subía por dentro inundándole el pecho. Quería hacerlo, allí, ahora... Pero ¿y si venía alguien? No, nada de sexo al aire libre... aquello sería embarazoso y no sólo para un vulcano. ¡Por todos los dioses! ¡Él era el capitán! ¡Debían mantener las formas!

- Spock... Spock... Detente... ¡Para un momento...! ¿No podemos simplemente...? - El contacto del vulcano estaba siendo demasiado caliente.

        Se oyeron unos pasos sobre la hierba. Sin duda alguien se acercaba. Jim recuperó la compostura viendo como Spock se ponía en pie casi de un salto. Dos mujeres se aproximaron mirándoles a ambos con infinita ternura.

- ¿¡Madre!? - Gritó Spock incrédulo.
- ¡Mamá! - Exclamó Jim sorpendido.

    Ambas mujeres se miraron la una a la otra y asintieron con una sonrisa. Eran ellas, imaginadas por sus mentes habían cobrado vida con la misteriosa tecnología de aquel planeta de recreo. La mujer morena, vestida al estilo vulcano, se adelantó y tendió sus manos hacia Spock, quien, anonadado, respondió al gesto tendiéndole las suyas.

- ¡Madre...! - No pudo decir nada más. El dolor de su pérdida cuando Vulcano fue destruido afloró al exterior en forma de silenciosas lágrimas que se deslizaron por sus mejillas.
- Hijo mío... Me has recordado y aquí estoy. - Luego miró a Jim y sonrió. - ¿Es éste el hombre que has elegido como compañero? - Parecía escrutarles con la mirada, a ambos, pero la sonrisa amable no desaparecía de sus labios.
- Madre... yo... - Spock enjugó sus lágrimas, consciente ahora de que hablaba con una ilusión, de que su madre no estaba realmente allí, pero dichoso de poder, de algún modo, compartir con ella su felicidad. - Este es Jim, el capitán James Kirk. Y sí, madre: es mi T'hy'la. - Pareció orgulloso al decir aquellas palabras. - Jim, te presento a mi madre, Amanda Grayson.

    Jim se había incorporado y ahora saludaba a la madre de Spock, no sin un cierto rubor en las mejillas. Su propia madre se percató de aquel detalle y acercándose a su hijo le tomó por una mano y le abrazó tiernamente.

- Jimmy, mi pequeño... ¡Me alegra ver el hombre en que te has convertido! - Sonreía tratando de disimular su dolor por no haberle visto crecer.
    Jim recibió un sonoro beso en la mejilla. No sabía bien por qué ambos habían pensado en sus madres pero de alguna manera se sentía reconfortado con la situación.
- Spock, ésta es mi madre, Winona. - La presentó. - Mamá, él es Spock, mi Primer Oficial. Es, como puedes ver, medio vulcano y medio humano, y hemos... bueno los dos somos... - Tragaba saliva, no sabía bien qué palabras utilizar y notó que el rubor de su rostro se incrementaba.
- Jimmy, cariño, ¿qué quiere decir T'hy'la? - Sus ojos azules parecían sonreír llenos de ternura hacia su hijo.
- Significa amigo, compañero... amante... Un vínculo les une de por vida... ¿Lo has completado con él, Spock? - Preguntó Amanda a la vez que se acercaba a Jim levantando la mano para acariciarle el rostro.

    Spock asintió bajando la mirada, una sombra verdosa teñía sus pómulos. Su madre, su propia madre, parecía encantada de que su hijo tuviera como compañero a un humano.

- Spock es... bueno, Amanda, yo... me alegro infinitamente de haberle conocido. - Jim miraba a Spock como un adolescente enamorado. Por respuesta recibió una abierta sonrisa del vulcano.

    Ambas mujeres se retiraron dejando a sus hijos a solas, ascendiendo la suave pendiente de la colina y hablando entre ellas en voz baja. Antes de desaparecer de su vista se volvieron para observar a Jim y a Spock cogidos de la mano y dirigiéndose hacia una cabaña medio escondida entre los robles cercanos. ¿De dónde había salido aquella estructura? Se preguntaba Jim. Y pudo oír en su cabeza la voz de Spock: Probablemente del mismo lugar de donde surgieron nuestras madres.

        La cabaña se asemejaba a un refugio para cazadores; un lugar sin lujos pero tremendamente acogedor. Tenía una chimenea, ahora apagada, en la pared al fondo del salón. Jim pensó en sus cuerpos desnudos frente al fuego cuando cayera la noche y se relamió los labios anticipando el placer. Spock de repente le tomó en brazos, no sin cierta sorpresa por parte de Jim, y cruzó así con él el umbral del dormitorio. Un gesto muy humano que enterneció al capitán. Luego le tendió delicadamente sobre la enorme cama y sin mediar palabra empezó a quitarse la ropa. Jim le imitó. Pronto ambos estuvieron completamente desnudos.

- Ahora puedes entrar mi mente sin ni siquiera tocarme, ¿verdad? - Preguntó Jim con su pícara sonrisa de medio lado.
- Tú también puedes leer la mía, mi T'hy'la... - Respondió Spock observando cómo la mano de Jim le acariciaba el torso, se deslizaba por su abdomen y terminaba posándose delicadamente sobre su vello púbico.
- Eso hace que todo sea un poco más... excitante... ¿no crees? - La mirada de Jim quemaba igual que el tacto de sus dedos.

        Los besos, las caricias, el íntimo abrazo piel contra piel, los jadeos, el forcejeo por estar encima; ambos daban rienda suelta a su deseo en la intimidad de aquella pequeña casa de madera surgida de la nada. Spock se abría paso entre las piernas de su capitán, besando al tiempo su cuello y mordisqueándole en el hombro. Podía escuchar una respiración cada vez más entrecortada que le rozaba la punta de su oreja vulcana y hacía que su sangre se calentase más y más. Jim sentía la calidez que le envolvía por completo, el contacto con la ahora sudorosa piel que le volvía loco de placer... y aquella vibración adentro, aquella deliciosa vibración que le hacía ver estrellitas blancas cuando cerraba los ojos.
    Deslizó sus manos por la espalda de Spock, llegando a alcanzar sus nalgas, pensando “sí, así, más adentro, más rápido...” Un gruñido brotaba de la garganta del vulcano mientras con su mano alcanzaba los puntos de unión psíquica en el rostro de su amante. El vínculo, allí estaba... tan absoluto y puro, brillando, resplandeciente, fundiendo sus mentes en una sola. Spock sintió el placer que sentía Jim. Jim percibió el placer que inundaba a Spock. Y eso hacía que el gozo se alimentase de sí mismo creciendo más y más hasta el infinito.

- T'hy'la... - Susurró Spock. Y sus fuerzas se desvanecieron, dejándose arrastrar por aquel éxtasis compartido.

    Jim notaba todo el peso de su amante sobre su cuerpo, la cabeza de Spock en su pecho, oscilando arriba y abajo por su propia respiración que apenas empezaba a recobrar. Besó la frente de su amado y se durmió con la delicia de saber que el otro también dormía y que tal vez soñarían juntos el mismo sueño.

 

Notas finales:

Gracias por los comentarios.


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