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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

La pesadilla de Spock se hace realidad. La oscuridad le ha arrebatado lo que más quiere: a Jim.

Dieciocho minutos



                                                                        El Capitán había desaparecido de pronto ante sus ojos. El médico se quedó pasmado, estupefacto.
- ¡Jim! - Gritó al ver lo sucedido.

        Los guardas estaban boquiabiertos, con sus pistolas fáser en la mano y totalmente impotentes. Todos se giraron a mirar hacia el lugar donde, hasta hace un segundo, estaba su capitán.

- ¿Qué ha pasado? - Gritó Spock.
-Ha sido en un instante, señor. Yo estaba mirándole y he visto cómo una oscuridad le rodeaba por entero y le hacía desaparecer... ¿Usted también lo ha visto, doctor? - Respondió Johnson completamente alterado.
- Sí, así ha sido... era... como una bolsa de oscuridad que le envolvió en un segundo y puf... ¡se esfumó!

        A Spock le temblaron las piernas y tuvo que sujetarse a la vacía silla de mando para no caer al suelo. Bones acudió a sostenerle. Estaba pálido, con el rostro mojado por el sudor frío. Todo su cuerpo se estremecía...

- Mu'gel'es... - Susurró. - ¡Mu'gel'es, mu'gel'es...! - Repetía sin cesar.
- ¿Qué diablos dices de mujeres? - McCoy le proporcionó una sonora bofetada, tenía que hacerle reaccionar. - ¡Spock! ¡Por el amor de Dios! ¡Ahora usted está al mando! - Utilizó la forma de mayor respeto para dirigirse a él.

        El vulcano seguía en shock, ahora en silencio. Sintió el ardor en su mejilla. Trató con todas sus fuerzas de localizar a su t'hy'la con sus pensamientos, pero no hallaba nada... ni el menor rastro. Como si Jim simplemente hubiese dejado de existir. Se llevó la mano al costado y notó los latidos de su corazón. ¿Por qué? ¿Por qué seguía bombeando?

- ¡Salgan del puente! - Ordenó McCoy a los guardas de seguridad. Éstos se miraron el uno al otro dudando si el médico podía hacer algo así.
- ¡Obedezcan! - Les increpó Sulu.
        Los dos hombres desaparecieron tras las puertas del ascensor.

- Spock... - Le habló Bones en un tono más amable. - Estamos a solas, con tus amigos... Todo irá bien, tranquilízate y asume el mando. Jim te necesita.

        La piel de su rostro empezaba a recobrar el color de un ser vivo. Apoyándose en McCoy se sentó en la silla de capitán. Tragó saliva y miró atónito el monitor principal: aquella enorme caja negra que era la nave desconocida empezaba a alejarse del Enterprise.

- Sulu... sígala... - Dijo señalando la pantalla. - No la pierda de vista. – Ordenó al piloto.
- Lo intento, Spock, pero se desplaza a más velocidad de la que podemos alcanzar.

        El vulcano pulsó el intercomunicador del brazo de la silla.
- Sala de máquinas, aquí el comandante Spock. Aumenten al máximo la velocidad de curvatura.
- Sí señor, le daré todo lo que pueda... - Respondió Scott al otro lado. Seguramente ya debía saber que Jim había desaparecido.


        El silencio en su mente le aterraba. ¿Por qué no podía sentir a Jim? ¿Qué estaba pasando? Miró a Uhura y negó con la cabeza. Ella lo entendió.

- Estará bien, Spock... - Trató de consolarlo.
- No lo sé, Nyota. Ni siquiera puedo percibirle... menos aún captar un pensamiento.
- ¿Te refieres a vuestro vínculo telepático? - Le preguntó Bones.
- Leonard... no sé si sigue vivo, no puedo sentirle... - Su voz se quebró, los ojos inundados en lágrimas.
- No te rindas... él no lo haría. - Dijo McCoy agarrándole con fuerza el hombro izquierdo.
        Spock asintió. No debía perder el control... ni la esperanza.

- Tenemos velocidad warp nueve, Spock. ¡Les alcanzaremos! - Exclamó Sulu afanándose ahora en perseguir aquella extraña nave.
        El primer oficial se levantó de la silla y corrió a su puesto de observación científica. Comprobó disgustado que de seguir aquella ruta con aquella velocidad no tardarían en salirse de la Galaxia.

- ¡Detenga la nave, Sulu! - Gritó de repente.
- Pero señor... ya casi les tengo a tiro... - Protestó Chekov.
- ¿Está loco? ¿Disparar a la nave? ¡Chekov, Jim probablemente esté allí dentro! - Gritó McCoy.
- Podría inutilissar sus motores...
- ¿Y dónde ha visto usted esos motores, alférez? - Inquirió Spock con más calma, acercándose hasta estar a su espalda y acariciar su cuello con temblorosas manos. – Nada de disparos Pavel. Y Sulu, le he ordenado que abandone la persecución... ¡Ahora mismo, teniente!
- Pero señor... - Sulu se resistía a cumplir semejante orden.

        Spock le tomó por el hombro e inclinándose sobre él pulsó los botones de la consola de navegación para bajar la velocidad.
- Hikaru, ¿qué ves ahí delante?
- Nada Spock... no hay estrellas, solamente oscuridad.
- Exacto. Estamos frente al límite de nuestra Galaxia... recuerda la orden de Jim: no cruces esos límites...
- …pase lo que pase. - Terminó la frase Sulu deteniendo por completo la nave.

        Spock regresó a la silla de mando dejándose caer sobre ella derrotado. ¿Qué podía hacer? Nada... salvo concentrarse en recuperar el vínculo con su sa-telsu. Colocó sus manos unidas por las palmas frente a su cara, las puntas de los dedos a la altura del puente de su nariz, los pulgares rozándole la boca. Cerró los ojos e intentó entrar en trance. En el puente se hizo el silencio más absoluto. Reconocieron el esfuerzo de Spock por conectar con la mente del capitán y, pacientemente, esperaron que tuviera éxito.

        Los minutos pasaban. En el monitor central ya no se podía distinguir la nave del espacio que la circundaba: todo era una negrura absoluta, la total oscuridad.

        Primero sintió que su corazón sí tenía razón al seguir latiendo: Jim estaba vivo. No sabía cómo, simplemente lo supo, tuvo esa certeza. Eso le hizo respirar aún más despacio, lentamente, hasta que el ritmo se hizo casi inadvertido para el doctor que no dejaba de observarle. En realidad todos le miraban, pero Spock lo ignoró. Tenía que captar el pensamiento de su esposo...

- Jim... ¡Jim! - Le llamó una y otra vez hasta que al fin obtuvo respuesta.
- ¡Spock...!
        Su voz resonó clara en su mente. ¡Allí estaba! Su cuerpo sufrió un espasmo que delató ante sus amigos que había alcanzado el vínculo.

        McCoy comprobó con su tricorder que las constantes vitales del primer oficial, aunque bajas, estaban dentro de la normalidad. Entonces recordó algo y se dirigió a Uhura casi de un salto.
- Nyota... marca ese número habitual de Nuevo Vulcano. Creo que el almirante Kirk podría echarnos una mano con esto.
        Ella asintió y se puso manos a la obra, contenta de poder hacer algo más que esperar.

        Sulu y Chekov observaban a Spock. Seguía en trance, pero ahora parecía estar teniendo una conversación con su esposo. Pequeños tics faciales y algún que otro espasmo lo daban a entender.

- Mi T'hy'la... ¿Dónde estás? ¿Cómo puedo llegar hasta ti?
- Spock... ¿por qué has tardado tanto?
- Jim... ¿qué puedo hacer? ¿Dónde estás? ¿Qué ves?
- Nada, Spock... ¡Aquí no hay nada! Oscuridad por todas partes, sólo eso...
- Jim... esposo mío... ¿no puedes escapar? ¿Estás atrapado por algo?
- Spock... no siento nada... no hay nada aquí, solamente oscuridad... ¡Oh, mi amor, mi vida... ojalá estuvieras a mi lado...!

        Uhura recibió respuesta de Nuevo Vulcano y llamó en un susurro al doctor McCoy. Sulu y Chekov de pronto gritaron al unísono:
- Niet! / ¡Spock!
- ¡Qué demonios! - Exclamó McCoy.

        Spock había desaparecido también... No había rastro de él.
- Estaba ahí sentado, concentrado... y de golpe una sombra se cernió sobre él y se lo llevó. - Describió Sulu. Pavel estaba demasiado asustado para pronunciar palabra.

        Al oído de Nyota resonaba la voz del viejo Almirante Kirk.
- ¿Uhura? ¿Es usted? ¿Qué ocurre, preciosa? ¿Algún problema?

        McCoy tomó el auricular de la oreja de la teniente y se lo colocó. En pocas palabras le explicó la situación al almirante.
- Comprendo. Tranquilo, Bones... ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que Jim desapareció del puente?

        McCoy se lo preguntó a Sulu. Tras consultar sus paneles respondió que nueve minutos.
- Nueve minutos, almirante. Nueve minutos entre la desaparición de Jim y la de Spock.
- Bien Bones, esperen nueve minutos más y les tendrán a ambos de vuelta. Y tranquilos, estarán bien. No crucen el límite de la Galaxia, no traten de entender qué está pasando. Les aseguro que nada malo les va a ocurrir a esos dos... ah, y que alguien lleve una manta al puente. Ahora tengo que dejarte Bones. Spock me está preguntando con quién hablo... ¡Sí, ya sé cariño, pero si no les he contado nada...!

        La comunicación se cortó. McCoy le devolvió el pinganillo a Uhura completamente alucinado.
- ¿Y bien? ¿Qué ha dicho? - Preguntó la teniente.
- Que esperemos, volverán sanos y salvos en nueve minutos.
- Hace dos que desapareció Spock. - Dijo Sulu tras consultar sus indicadores.
- Oh, y que traigamos una manta... Llamaré a Christine.

        El doctor usó el comunicador de la silla de mando para hablar con la enfermería. Pidió a Chapel que subiera una manta al puente y que no hiciese preguntas. En ese momento se abrieron las puertas del ascensor, era Scott. Parecía bastante irritado.
- ¿Me piden más velocidad para detener la nave casi en seco? Eso no es bueno para los motores... tendré que pasar horas recalibrándolos...

        Viendo las caras de sus compañeros y la ausencia de Spock preguntó a su prometida qué estaba pasando. Uhura le contó que Spock ordenó detener la nave antes de salir de la Galaxia, algo que Scott consideró razonable, y cómo más tarde, tras entrar aparentemente en contacto telepático con Jim, desapareció del mismo modo que había hecho el capitán.

        El turbo ascensor se abrió de nuevo y entró la enfermera Chapel con una gran manta doblada sobre los brazos.
- ¿Para qué es esto, Leonard? ¿Y dónde están el capitán y el señor Spock?
- Te dije que nada de preguntas. – Respondió McCoy tomando la manta y extendiéndola entre sus manos, preparándose para no sabía bien qué.
- Faltan dos minutos, doctor. - Advirtió Sulu.
- ¿Dos minutos? ¿Para qué? - Repitió el ingeniero con cara de no entender nada.
- Hemos llamado al Almirante Kirk... - Le aclaró Uhura. - Nos dijo que Spock y Jim volverían a aparecer sin más en el puente.
- Pero... ¿y la manta? - Insistió Christine.
- Un minuto... - Anunció Sulu. E inició una cuenta atrás.

        Con cada número que pronunciaba la tensión crecía entre ellos. Chekov sudaba copiosamente, McCoy apretaba la manta y sus nudillos ya estaban blancos. Nyota se puso en pie y se abrazó a Montgomery con todas sus fuerzas. En la cara del escocés una sonrisa nerviosa se había quedado congelada. Solamente Christine parecía estar tranquila: si el almirante había dicho que Jim y Spock volverían no tenían nada que temer.
- Tres, dos... uno... - Terminó Sulu.



                Sobre el frío suelo del puente, entre los puestos de navegación y comunicaciones, aparecieron súbitamente los cuerpos de sus amigos. Estaban desnudos y sudorosos. Spock sobre el capitán que le envolvía las caderas con las piernas, fundidos en un abrazo, completamente entrelazados. Bones comprendió de inmediato para qué era la manta y sin dudarlo se la echó por encima cubriendo su desnudez. No podían hablar, jadeaban sin aliento, como si acabasen de tener un orgasmo.

 

Notas finales:

¿Qué había pasado en aquellos dieciocho minutos?   (¬__¬)"

Gracias por leer. Espero que os guste.


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