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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Spock está muy preocupado. Después de la oscuridad algo imposible se hará realidad.

 

Imposible




                                                                    Pavel masticaba su filete de ternera sin muchas ganas, abstraído en sus pensamientos. Nyota le observaba en silencio, al igual que Sulu. El resto del personal en el comedor se comportaba con normalidad. Podían oír sus voces a su alrededor, sus risas, los ruidos de los cubiertos y las sillas, como un día cualquiera: ignoraban los detalles sobre el incidente con la nave oscura. El informe oficial, redactado por el señor Scott, se reducía a mencionar los hechos ordenados cronológicamente: la persecución de la extraña nave, la desaparición del capitán, la de Spock, y cómo ambos regresaron sanos y salvos a bordo sin saber dónde habían estado. La Flota no tenía por qué saber nada más: un desafortunado encuentro con una nave del exterior de la Galaxia.

        Christine Chapel se sentó a la mesa junto a Uhura. En su bandeja traía unas piezas de fruta y una gran taza té.
- ¿Cómo están? - Preguntó en voz queda la teniente.
        La enfermera bebió un sorbo arqueando las cejas.
- Descansando. Para ellos pasaron días, tal vez meses... No lo saben con seguridad. Esperamos el resultado de los análisis, en el laboratorio andan algo lentos.
- ¿Y McCoy? - Dijo Sulu quitándole una manzana.
- No se ha separado de su lado ni un momento, de hecho acabo de llevarle el almuerzo a la enfermería.
- ¿Es que nadie va dessirlo...? - Escupió Pavel irritado.

        Sus amigos le miraron con sorpresa.
- ¿Decir qué, alférez? - Le respondió Uhura tratando de calmar aquel arrebato.
- Nos persigue una nave desconossida, nos lleva hasta el mismo borde de la Galaxia, el capitán y el señor Spock desaparessen sin más del puente y cuando vuelven estaban... ellos estaban... - Su cara se había vuelto tan roja como la manzana que mordía Sulu.
- Pavel, ¿qué es lo que te preocupa exactamente? -  Le dijo Christine con su voz más dulce.
        El chico negó con la cabeza varias veces, como si con cada sacudida intentase ordenar sus ideas.
- No sabemos lo que pasó en esos dieciocho minutos, Chekov. En todo caso es asunto de Kirk y Spock. - Le dijo serio su compañero. - Pero si lo que tienes es miedo... tal vez no debiste alistarte, pequeño genio. - Añadió.

        Pavel miró a Sulu sintiendo vergüenza. Tenía razón: estaba asustado, pero su orgullo le impedía reconocerlo. En los ojos de Christine y en los de Nyota encontró comprensión.
- Lo siento. Tienes rassón, Sulu.
        Recogió su bandeja y se marchó cabizbajo del comedor.
- Sólo tiene dieciocho años, Sulu. No seas tan duro con él. - Le rogó la enfermera.



                        En la enfermería Spock, tumbado en su cama, miraba dormir a su esposo en la de al lado. El doctor terminaba su almuerzo en el despacho contiguo, aunque con la puerta abierta no les quitaba ojo de encima. Dejó su pescado sobre la mesa y se acercó corriendo al primer oficial en cuanto vio que hacía por levantarse.
- Quieto ahí, Spock... Aún no he dicho que puedas moverte.

        Spock solamente había intentado incorporarse para arropar mejor a Jim que dormía con la espalda al aire.
- Le gusta sentir la sábana pegada a su cuello, doctor. - Le dijo con una voz débil señalando a su marido.

        Bones tapó hasta los hombros a su amigo sin despertarlo. Al volverse vio que Spock cerraba los ojos y suspiraba.
- Siento lo de las camas separadas... pero esto es una enfermería, no un motel. Cuando tenga los resultados de los análisis, si todo está bien, podréis volver a vuestro camarote. - Dijo el doctor refiriéndose al de Jim. Sabía perfectamente lo de la cama de matrimonio y la puerta secreta que comunicaba sus dependencias.

        Regresaba a su pescado cuando sonó el intercomunicador de su mesa.
- Doctor McCoy... será mejor que baje al laboratorio. Hay algo extraño en los resultados de la analítica que ordenó.
- Iré enseguida. - Contestó.

        Antes de salir encargó a un enfermero que vigilase a sus amigos, ahora durmiendo los dos, y le insistió en que no les permitiera, bajo ninguna circunstancia, levantarse de la cama. Echó un vistazo a su pescado a medio acabar y se encogió de hombros... de todos modos ya debía estar frío.


                McCoy parecía tan extrañado leyendo aquel informe como si estuviese escrito en klingon.
- No puede ser, técnico Stewart. Simplemente no puede ser... - Decía una y otra vez confundido. - Repitan los análisis.
- Lo hemos hecho doctor. Cinco veces. Y antes de que me pregunte por el estado de los aparatos le diré que los hice comprobar por mantenimiento e incluso los sustituí yo mismo por unos nuevos. Lo que está leyendo es lo que hay en la sangre del capitán.

        McCoy negó con la cabeza. Aquello era literalmente imposible. Volvió a leer la tablet que le había dado el técnico de laboratorio. Tardó un momento antes de preguntar quién más sabía aquello.
- Solamente yo, doctor. Aunque mi ayudante sospecha al menos que he encontrado algo extraño, por la cantidad de vueltas que le he obligado a dar y las veces que he repetido las pruebas.
- Bien, Stewart. Considere esta información como estrictamente confidencial, ¿entendido? - Y alzando un dedo índice amenazador siguió. - Le aseguro que si hay alguna filtración le enviaré yo mismo al planeta más oscuro, lejano y gélido de toda la Galaxia.
- Tiene mi palabra de que nada de esto se sabrá... pero doctor, en unos meses será algo evidente ¿no cree?
- ¡Oh, cállese...! No puede ser, simplemente no puede ser, es imposible... - Decía sin cesar saliendo del laboratorio y camino de la enfermería con la tablet en la mano.



                    Spock se extrañó cuando McCoy le dijo que saliese de la cama y entrase a su despacho. Jim aún dormía, en realidad no se había despertado más que unos segundos para caer rendido de nuevo después de regalarle una sonrisa a su esposo.
- ¿Qué sucede, doctor?
- Cierra la puerta y siéntate.

        Spock obedeció. Le inquietaba la expresión seria de McCoy, ¿los resultados de los análisis de Jim no eran buenos?
- Tú estás bien, Spock. Tus análisis han sido totalmente normales. Puede que por tu fisonomía vulcana, o porque estuviste expuesto a lo que fuera aquello durante menos tiempo... pero Jim... - Su voz sonaba demasiado formal.
- ¿Qué le pasa? ¿Qué es lo que tiene? - Dijo posando la palma de su mano sobre la mesa, forzándose a abrirla para no dar un puñetazo.
- Spock, sus resultados... - No tenía ni idea de cómo decir aquello, así que le entregó sin más la tablet. Sabía que con sus conocimientos científicos comprendería perfectamente la situación.

        Spock la tomó ansioso entre las manos y leyó con avidez. Llegado a un punto levantó ambas cejas totalmente asombrado.
- ¿Gonadotropina coriónica humana (hCG) con presencia en sangre de 1500 mIU/ml...? - Leyó en voz alta sorprendido.
- Tranquilo, se han hecho otras pruebas, queda completamente descartado el cáncer testicular...
- Pero... doctor... ¿está seguro?
- Spock, estoy tan alucinado como tú. Y te aseguro que no les pasa nada malo a sus pelotas... esto es... bueno, ya sabes. - Seguía sin poder decirlo.
- Esa hormona es femenina, unos niveles tan altos solamente pueden indicar... - A Spock también le era difícil terminar la frase.
- Lo sé... es imposible. Pero te aseguro que no se ha cometido ningún error.

        Imposible, pensó Spock. Y recordó las palabras del Almirante Kirk: “De la oscuridad  más profunda puede surgir la luz más cálida y brillante. Es algo imposible... pero en ocasiones lo imposible se hace realidad.”
- ¿Qué vas a hacer, Leonard?
- Más pruebas, por supuesto... Ayúdame, le haremos una ecografía. Si hay un bebé ahí dentro, Spock, nadie más debe saberlo.


Notas finales:

Todo un clásico del slash: el embarazo masculino. No he podido resistirme...

Gracias por leer, espero que os guste.


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