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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Debía haber un bebé en alguna parte, según McCoy, pero ¿dónde? ¿Por qué? Y... ¿con qué finalidad?

 

Un bollo en el horno oscuro

 



                                                                    Spock llegó media hora tarde a su puesto aquella mañana. Su sa-telsu había tenido uno de sus arrebatos ardorosos y le había entretenido en la cama.

            La verdad es que llevaba semanas extremadamente activo. Apenas le dejaba dormir por las noches, despertándole a cada rato restregándose como un animal en celo contra su cuerpo desnudo.
- T'hy'la... ¿otra vez? Necesito descansar... - Le susurraba dulcemente.

        Pero Jim no atendía a razones y seguía con el roce, cada vez más caliente, hasta que conseguía lo que deseaba. Si Spock se negaba alegando estar agotado Jim se enojaba y le insultaba, o le daba por echarse a llorar preguntándole entre pucheros si ya no le quería. El capitán había convertido en todo un arte el chantaje emocional y Spock lucía unas verdosas ojeras por debajo de sus ojos.

- Lamento el retraso, señores. ¿Alguna novedad? - Preguntó tomando asiento en la silla de mando.

        Nyota le observó preocupada. El comandante no tenía buen aspecto. Las rutinas del mando le llevaban más tiempo de lo normal, teniendo que repetir las comprobaciones varias veces, como si estuviese distraído o desconcentrado, algo inusual en él.


                A la hora del almuerzo le vio esconderse en el despacho del capitán, solo. Encargó que le llevasen allí la comida con la excusa de que tenía que revisar unos informes. En realidad albergaba la esperanza de echar una cabezada después de comer sin que su marido le importunase con sus exigencias.

        Uhura llamó a la puerta con delicadeza pero en realidad ya había entrado.
- ¿Sí, teniente? ¿Desea alguna cosa? - Le dijo fingiendo leer una tablet con atención.
- Estás raro... - Expresó mientras sentaba su trasero sobre la mesa, cruzando las piernas con su habitual sensualidad.
- No sé a qué te refieres, Nyota. - Ahora le miraba las rodillas, tan suaves y redondas.
- ¿Es que no duermes bien? Hace días que tienes ojeras y te cuesta concentrarte en el trabajo. - Dijo estirando el borde de su falda roja, tapando todo lo que podía con la escasa tela.
- No soy yo el que está raro... Solamente me encuentro algo cansado.
- ¿Jim? - Supuso la teniente con una blanca sonrisa.
- Sus hormonas... Entiendo que está muy alterado, pero se está volviendo insoportable.

        Uhura se carcajeó echando hacia atrás la cabeza. Su coleta se agitó con la risa. Spock la veía balancearse y no podía apartar los ojos.
- ¿No te deja dormir?
- Sexo, sexo... sexo a todas horas... - Spock se mordió el labio inferior frunciendo el ceño. No podía creer que hubiese dicho eso. La risa de la teniente se hizo más sonora.
- Es normal... en su estado. A las mujeres nos pasa eso, ¿sabes? Hay unos meses, durante el embarazo, en los que necesitamos toda clase de atenciones por parte de nuestra pareja. Se le pasará...
- No, Nyota. No se le va a pasar. He hablado con McCoy y me ha dicho que el kan-bu *(bebé) realmente existe. - Suspiró profundamente antes de continuar. - Lo que tiene Jim es algo más que un problema psicológico. De hecho no se trata para nada de un estado mental: Jim está realmente embarazado.

        Uhura se puso en pie de un salto. Pero ¿qué estaba oyendo?
- El kan-bu no está dentro de su vientre, eso lo hemos comprobado, pero los síntomas persisten y sus análisis revelan las inequívocas señales de una gestación normal.

       Los ojos de Uhura no podrían abrirse más.
- ¡Spock! Si de verdad hay un bebé... ¿dónde...?
- La única posibilidad que se me ocurre es que el kan-bu está desarrollándose en el interior de la nave oscura y que Jim tiene un arraigado vínculo emocional con él.
- O ella. - Agregó Uhura.

        Spock levantó una ceja e inclinó la cabeza ligeramente. La palabra vulcana no tenía sexo, era neutra. Pero Nyota tenía razón: podría ser un niño o una niña.
- ¡Oh Spock...! ¿no es maravilloso?
        El comandante la miró extrañado.
- ¡Vais a ser padres! - Exclamó ella emocionada.
- Es algo imposible que por lo visto se está haciendo realidad – y sus palabras le trajeron a la memoria las del almirante Kirk, lo cuál le hizo encoger los ojos con expresión de sospecha.
- Aunque si el “kan-bu” está en la nave oscura, ¿cómo...?
- No lo sé, Nyota. La nave se alejó de nuestra Galaxia después de obtener mi ADN y el de Jim. – Carraspeó algo violento, recordando que ella estaba presente cuando aparecieron desnudos y jadeantes en el puente. - Creo que ése era su objetivo: hacerse con nuestra información genética para crear un nuevo ser. ¿Con qué finalidad? Lo desconozco. Tal vez para estudiarlo en un lejano planeta de otra Galaxia como curiosidad científica, con objetivos militares quizás... Pero dudo mucho que su propósito fuera el de regalarnos a mí y a mi trastornado esposo el milagro de un hijo.

        Uhura vio su sombría mirada y se estremeció.
- Pero Jim está viviendo el embarazo... no tiene sentido.
- Su conexión con el kan-bu es muy fuerte como te he explicado.
- Spock, no puedes dejar que eso pase... no puedes abandonar a tu kan-bu a su suerte. Es tu responsabilidad. - Nyota pronunciaba aquellas palabras con total convicción. - Es tu familia. Piensa en Jim; si no tiene a su bebé en sus brazos dentro de unos meses ¿cómo crees que se va a sentir?

        El vulcano no pudo ocultar una lágrima que, rebosando su párpado, se escurría lentamente por su mejilla. Nyota se inclinó sobre él y le besó en la frente.
- Afrontaré ese problema cuando suceda. - Aplicó su lógica vulcaniana.

        Uhura le secó con el dorso de la mano la lágrima que ya casi había alcanzado la perilla y, acariciando aquella barbita, suave y bien cuidada, le sonrió con ternura.
- Y todos te ayudaremos, Spock. Por cierto, no te lo había comentado, pero te sienta muy bien. - Continuó rozándole con las yemas de los dedos el velludo mentón.
- Gracias. – Se ruborizó el comandante. - A Jim le gusta, en realidad fue idea suya.
- Pues has hecho bien en darle el capricho, estás muy sexy.

        Spock levantó su ceja y una incipiente sonrisa asomó entre su barba de chivo y su bigote. La teniente se volvió para salir del despacho.
- Te dejo comer tranquilo. Y procura descansar un poco. Tienes muy mala cara.

        Spock asentía viendo cómo se alejaba por el pasillo. Cerró las puertas del despacho introduciendo su propia clave. Se apoltronó en la confortable silla de su esposo, con refuerzo lumbar y reposapiés, cerrando lentamente los ojos. Dejó su ensalada olvidada sobre la mesa, necesitaba dormir.

 

Notas finales:

Gracias por leer. Espero sea de vuestro agrado.


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