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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

El planeta Metafisto parece ejercer una misteriosa atracción sobre Jim, que intentará lo que sea para salirse con la suya.

Clave incorrecta



                                                                                  Spock pulsó el comunicador y solicitó que un guarda de seguridad se presentase en la enfermería con la orden de no dejar salir de allí al capitán. Luego se tumbó sobre la cama, demasiado grande, demasiado vacía. Cerró los ojos y pensó en lo que acababa de ocurrir. ¿Por qué Jim le había bloqueado el acceso a su mente? ¿Cómo lo había hecho?

    Le llegó la imagen del rostro amable y rubicundo del almirante Kirk y recordó lo que les dijo en el último momento, justo antes de ser transportados al Enterprise desde Nuevo Vulcano tras la boda, mientras sus moléculas empezaban a desintegrarse: “Aunque a veces tratéis de ocultaros vuestros pensamientos recordad que siempre sabréis lo que el otro tiene en la cabeza...
   
    Se giró sobre su derecha y abrazó la almohada. Aspiró profundamente, con ansia: olía a Jim. ¿Y qué hay en tu cabeza, t'hy'la...? Es evidente que quieres ir a Metafisto pero... ¿para qué? ¿Por qué me lo ocultas? Pensaba sintiendo el dolor de su ausencia.



                            Christine Chapel no entendía qué hacía un hombre de seguridad plantado en la puerta. El capitán ni la había mirado a los ojos cuando pasó a su lado camino del cuarto más al fondo de la enfermería. Parecía muy enojado así que no le dijo nada. McCoy estaba ahora encerrado en el despacho, repasando informes y pedidos de medicinas que se habían recibido desde Metafisto. Ella se arregló un poco el pelo, se ajustó bien el uniforme y con la cabeza alta y una sonrisa le interrumpió.
- Leonard, ¿te importaría contarme qué está pasando? - Procuró que su voz sonase dulce y cadenciosa.
- Nada, Chris... - Dijo él sin levantar la vista de su tablet. - Jim no se encontraba bien y va a pasar la noche aquí.
- Entonces ¿por qué no le has monitorizado? Y ¿se puede saber qué hace el tripulante Chase en la puerta?
- Son órdenes de Spock. - El médico alzó la mirada y se le escapó una sonrisa al ver a su rubia favorita. - ¿Te has cambiado el peinado? Estás preciosa...

    Dejando la tablet sobre la mesa se levantó y se puso a su lado para acariciar aquel bucle que tan graciosamente le colgaba de la nuca. Ella le sonreía, pero al mismo tiempo se apartó unos pasos. Esperaba una respuesta más clara.
- ¿Tiene que ver con lo que me contaste sobre esa llamada de Nuevo Vulcano? - Insistió sin brusquedad apoyándose sobre la mesa.
- Sí... y no. La verdad es que no sé bien qué ha pasado entre esos dos. - Se acercó para tomarla por la cintura y olerle el pelo mientras hablaba. - Barak, el jefe de los metafistos, quiere tratar personalmente con Jim pero...
- Le habéis prohibido que baje al planeta.
- Y se ha cabreado. ¡Dios Santo, tendrías que haber visto cómo se miraban! Yo me perdí la conversación, ya sabes, usaron la telepatía...
- Creo que hacéis lo correcto impidiéndole ir a Metafisto. Ya se le pasará el enfado, en su estado es normal que reaccione así.
- No Chris, sería normal si Jim fuese una mujer, pero no lo es.
- Para el caso es lo mismo. Está en su sexto mes de embarazo y sus hormonas se han disparado. - Dijo apartando las manos de McCoy que ya subían disimuladamente hacia sus pechos.
- Igual deberías hablar con él. - Dijo con tono de cinismo y soltándola molesto.
- Lo haré. Voy a traerle algo para cenar.

    La enfermera contoneó sus caderas saliendo del despacho y dejando a McCoy con un palmo de narices.
- Bonita, inteligente, sexy... ¡Maldita sea, Bones! Ya te has vuelto a enamorar. - Murmuró para sí mientras regresaba a sus quehaceres.



                            Nyota llamó por tercera vez a la puerta del camarote del capitán. Spock abrió los ojos y se levantó para abrirle.
- ¿Alguna comunicación de Metafisto, teniente? - Le preguntó sin invitarla a pasar.
- No, ninguna. No hay novedades. Mantenemos la órbita alrededor del planeta. - Mientras hablaba asomó la cabeza para comprobar, extrañada, que Jim no se encontraba allí.

    Spock parecía cansado, triste. Le conocía bien y aunque tratase de ocultar sus emociones sus ojos eran un libro abierto para ella.
- ¿Qué ha pasado? - Dijo al tiempo que le apartaba sin violencia de la puerta y entraba a la habitación.
- Jim... - Soltó un suspiro cerrando tras de sí. - Tal como esperaba, al contarle la imposición de Barak de negociar exclusivamente con él, ha insistido en bajar al planeta.
- ¡No se lo permitas! - Dejó escapar.
- ¿Acaso el señor Scott te ha contado la advertencia del almirante Kirk?
- Monty me lo cuenta todo, Spock. - Sonrió con dulzura acariciándole la mejilla.
- Le he prohibido ir y no se lo ha tomado nada bien. Ahora está en la enfermería, le pidió a McCoy pasar allí la noche.

       Uhura rió para sí. Peleas de matrimonio...
- ¿He dicho algo divertido? - Preguntó levantando su ceja izquierda.
- ¡No! Perdona... Es que no deja de sorprenderme la situación. Me refiero a que sus reacciones, ya sabes, son las típicas de una mujer embarazada. Está en la etapa en la que te culpa a ti de todo lo que pase.

    Spock volvió a levantar su ceja ladeando ligeramente la cabeza.
- Creo que es algo más que el efecto de sus hormonas. - Necesitaba contárselo a alguien y sabía que ella lo entendería. - Me ha bloqueado sus pensamientos.
- ¿Cómo? ¡Creía que un humano no podía hacer algo así! - Exclamó impresionada.
- Es mi esposo, Nyota. Nuestro vínculo sagrado le ha cambiado... nos ha cambiado a los dos. Hemos adquirido cualidades el uno del otro. Yo estoy más en contacto que nunca con mis emociones humanas y él... - Suspiró de nuevo. - Además de haber aprendido vulcano, conoce cómo funciona nuestra mística. Ni siquiera he tenido que enseñarle.
- Así que no te ha dejado colarte en su cabeza... Eso debe haberte hecho sentir fatal. - Le compadeció poniéndole la mano en el brazo.
- Me oculta algo, no sé el qué. Su rechazo es doloroso, sí. Pero es mayor la preocupación por no saber qué está pasando en su mente.
- ¿Y por qué no se lo has preguntado?

    Spock no supo qué responder. ¿Preguntar a alguien acerca de algo que se tomaba tantas molestias por esconder?
- No me pareció lógico.
- ¡Oh, Spock...! - Dijo pellizcándole la barba. - Jim ha aprendido más de ti que tú de él. Los humanos hablan para comunicarse, y la comunicación, Spock, es la base de la relación de pareja.
- ¿Por eso Scott te lo cuenta todo?
- Por eso y porque sabe lo que le conviene. - Respondió Nyota con una sonrisa orgullosa.
- Los humanos sois tan complejos...
- Ve a verle, habla con él.
- No, es mejor así. Me he asegurado de que no abandone la enfermería hasta nueva orden.
- ¿Le has encerrado? - Preguntó alucinada.
- Le he puesto un guarda en la puerta. - Aclaró Spock.

    Uhura sacudió los hombros con una risa reprimida. Jim tenía que estar hecho una furia.
- Vete a descansar, teniente. Mañana bajarás conmigo a Metafisto. Te necesito para que vigiles a Chekov en las negociaciones con Barak. Estoy seguro de que se seguirá negando a tratar directamente conmigo.
- Como ordenes, comandante. - Se puso de puntillas y le besó en el pómulo. Su barba le hizo cosquillas.
- Buenas noches, Nyota.
- Hasta mañana. Y no te tortures, has hecho bien reteniendo a Jim a bordo. Ya se le pasará el enfado, tú tranquilo.

    Uhura se marchó y Spock volvió a su soledad en la cama. Preguntarle a Jim... pensó sintiéndose estúpido. Antes de quedarse dormido maldijo su lógica vulcaniana.



                            Jim se apresuró a aparentar que estaba leyendo cuando escuchó unos pasos acercándose a la habitación. Se relajó al ver que era Christine y no Bones. Traía una bandeja entre las manos que dejó en la mesita para sentarse a su lado en la cama. La joven le transmitió dulzura y cariño con sus ojos azules.
- Tienes el libro abierto del revés. - Sonrió señalándolo con un dedo.

    Hubiera querido hacerse el duro y fingir que no pasaba nada, que no había estado llorando mientras se acariciaba la barriga, que no sentía lo que sea que estaba sintiendo allí dentro. Pero habría sido inútil: Christine era demasiado observadora y ya se había dado cuenta de todo. Así que dejó caer el libro al suelo y se acurrucó entre los brazos de su amiga.
- No estás sólo, Jim. Estoy aquí para escucharte. ¿Cómo te sientes?
- Triste... Vacío... pero sobre todo enfadado... ¡muy enfadado! - Dijo apretándola con fuerza.
- ¿Con Spock? - Trató de soltarse un poco, no la dejaba respirar bien.
- ¡El muy idiota me ha puesto un guarda en la puerta! - Notando cómo ella se revolvía la liberó de su abrazo. - ¿Por qué no debo ir a Metafisto, Chris? - Le preguntó clavándole una mirada que ella esquivó nerviosa. - Tú sabes algo, ¿verdad?
- Sólo lo que me ha contado Leonard. Parece ser que el almirante Kirk les advirtió que no bajases al planeta.
- Eso mismo me han dicho a mí. Pero... ¿por qué? ¿Por qué esa advertencia? - Se levantó de la cama para asomar la nariz por la puerta. Bones no andaba cerca.
- Debe ser peligroso para ti. No veo otro motivo, ¿no crees?
- No, no siento ningún peligro Chris. - Dijo girándose y mirándola misteriosamente. - Pero sí la necesidad de bajar allí... No sabría explicarlo, es una intuición que tengo, un presentimiento. ¡He de ir! Y tú vas a ayudarme...

    La enfermera arqueó las cejas y se llevó la mano al pecho preguntándose cómo podría ella hacer semejante cosa.
- ¿Yo? Pero Jim... escucha, no te empeñes en bajar a Metafisto. Haz caso del almirante...
- La llamada de Nuevo Vulcano... - Jim se revolvía dentro de la pequeña habitación mientras hablaba.
- ¿Sí?
- ¿La atendieron en el despacho de Bones?
- ¡Ajá...! - Respondió siguiendo sus movimientos con la mirada.
- Entonces habrá quedado grabada.... - Se acercó inclinándose sobre ella y tomándola por los hombros. - ¡Quiero verla, Chris!
- Pídeselo a Leonard. Es su grabadora, su despacho...
- No quiero que se entere. - Le puso ojos de cordero para suplicárselo. - ¡Oh, vamos...!

    La enfermera no pudo resistir aquella mirada y consintió. Aprovechando que el doctor se había ido a cenar al comedor de oficiales se colaron en su oficina. Jim introdujo su código de capitán en la computadora pero en la pantalla aparecieron las palabras “CLAVE INCORRECTA”.
- ¿Pero qué mierda...? - Dijo enojado. - ¿Mis claves no son válidas? ¿Ya no soy el capitán del Enterprise?
- No, Jim, no es eso. El acceso a este terminal está por encima de tus credenciales.
- No lo sabía... - Se entristeció.
- Guarda datos médicos, confidenciales. - Le explicaba ella. - Hasta el capitán puede ponerse enfermo, Jim.

    Christine no sabía si se arrepentiría más tarde, pero viendo la expresión desolada en la cara de su amigo se acercó al ordenador y pulsó unos botones.
- ¿Sabes sus códigos?
- Me fijo mucho... pero no se lo digas, por favor. - Dijo recibiendo un beso en la mejilla y una encantadora sonrisa de su capitán.
- Gracias preciosa. Y ahora busca esa llamada.


            A Jim se le llenaron los ojos de lágrimas cuando escuchó a su marido suplicar ayuda al embajador. Comprendió lo preocupado que estaba por él y lamentó haberle impedido entrar en su mente. La afirmación de que todo saldría bien por parte del viejo Spock era tranquilizadora pero... la advertencia final del almirante Kirk, sin ninguna explicación... Eso le hizo sentirse contrariado.
- ¿Por qué no debo ir a Metafisto cuando todo en mi interior me dice lo contrario?
- No hay nada más, la grabación termina ahí. - Christine apagó el terminal y le indicó a Jim con un gesto de su cabeza que debían salir del despacho.

    Volvieron a la habitación justo antes de que McCoy regresara. Jim, tumbado en la cama, no dejaba de darle vueltas a todo.
- En su Universo fue Spock el que tuvo el embarazo, no Kirk. - Se rió nada más decirlo. - ¿Te lo imaginas, a Spock embarazado? - Agitó la cabeza para concentrarse en sus ideas. - Seguramente al enfrentarse a los metafistos en su estado... ¡Pues claro! Debió pasarlo  mal, y por eso Kirk no quiere que yo baje al planeta.
- Te he traído un sándwich de pollo con mayonesa... - Dijo ella acercándole la bandeja y poniéndosela encima de las piernas.
- El embajador Spock embarazado, – la imagen le provocaba risa, -  teniendo que proteger su mente de los ataques telepáticos de Barak... eso si Barak estuvo allí también. - Siguiendo con su soliloquio se incorporó y dejó que la enfermera le pusiera otra almohada detrás de la espalda.
- También te he puesto un trocito de pastel de manzana, sé que te gusta.
- ¡Christine! ¿Me estás escuchando? - Alzó la voz. - El almirante se equivoca... En este mundo soy yo el que está en estado... Yo y no Spock.
- Ya te he oído, Jim. Y ahora come un poco.
- No tengo hambre... - Dijo apartando la comida. - Ese planeta me llama, puedo sentirlo. Tengo que ir...
- Tienes que comer. - Sentenció volviendo a colocarle la bandeja encima. - No olvides que ahora lo haces por dos...
   
    Jim la miró enternecido. No lo había considerado así. Sintiéndose responsable de su bebé cogió el sándwich y le dio un buen mordisco.

 



                                Spock pulsó el comunicador y solicitó que un guarda de seguridad se presentase en la enfermería con la orden de no dejar salir de allí al capitán. Luego se tumbó sobre la cama, demasiado grande, demasiado vacía. Cerró los ojos y pensó en lo que acababa de ocurrir. ¿Por qué Jim le había bloqueado el acceso a su mente? ¿Cómo lo había hecho?

    Le llegó la imagen del rostro amable y rubicundo del almirante Kirk y recordó lo que les dijo en el último momento, justo antes de ser transportados al Enterprise desde Nuevo Vulcano tras la boda, mientras sus moléculas empezaban a desintegrarse: “Aunque a veces tratéis de ocultaros vuestros pensamientos recordad que siempre sabréis lo que el otro tiene en la cabeza...”
    
    Se giró sobre su derecha y abrazó la almohada. Aspiró profundamente, con ansia: olía a Jim. ¿Y qué hay en tu cabeza, t'hy'la...? Es evidente que quieres ir a Metafisto pero... ¿para qué? ¿Por qué me lo ocultas? Pensaba sintiendo el dolor de su ausencia.



                            Christine Chapel no entendía qué hacía un hombre de seguridad plantado en la puerta. El capitán ni la había mirado a los ojos cuando pasó a su lado camino del cuarto más al fondo de la enfermería. Parecía muy enojado así que no le dijo nada. McCoy estaba ahora encerrado en el despacho, repasando informes y pedidos de medicinas que se habían recibido desde Metafisto. Ella se arregló un poco el pelo, se ajustó bien el uniforme y con la cabeza alta y una sonrisa le interrumpió.
Leonard, ¿te importaría contarme qué está pasando? - Procuró que su voz sonase dulce y cadenciosa.
Nada, Chris... - Dijo él sin levantar la vista de su tablet. - Jim no se encontraba bien y va a pasar la noche aquí.
Entonces ¿por qué no le has monitorizado? Y ¿se puede saber qué hace el tripulante Chase en la puerta?
Son órdenes de Spock. - El médico alzó la mirada y se le escapó una sonrisa al ver a su rubia favorita. - ¿Te has cambiado el peinado? Estás preciosa...

    Dejando la tablet sobre la mesa se levantó y se puso a su lado para acariciar aquel bucle que tan graciosamente le colgaba de la nuca. Ella le sonreía, pero al mismo tiempo se apartó unos pasos. Esperaba una respuesta más clara.
¿Tiene que ver con lo que me contaste sobre esa llamada de Nuevo Vulcano? - Insistió sin brusquedad apoyándose sobre la mesa.
Sí... y no. La verdad es que no sé bien qué ha pasado entre esos dos. - Se acercó para tomarla por la cintura y olerle el pelo mientras hablaba. - Barak, el jefe de los metafistos, quiere tratar personalmente con Jim pero...
Le habéis prohibido que baje al planeta.
Y se ha cabreado. ¡Dios Santo, tendrías que haber visto cómo se miraban! Yo me perdí la conversación, ya sabes, usaron la telepatía...
Creo que hacéis lo correcto impidiéndole ir a Metafisto. Ya se le pasará el enfado, en su estado es normal que reaccione así.
No Chris, sería normal si Jim fuese una mujer, pero no lo es.
Para el caso es lo mismo. Está en su sexto mes de embarazo y sus hormonas se han disparado. - Dijo apartando las manos de McCoy que ya subían disimuladamente hacia sus pechos.
Igual deberías hablar con él. - Dijo con tono de cinismo y soltándola molesto.
Lo haré. Voy a traerle algo para cenar.

    La enfermera contoneó sus caderas saliendo del despacho y dejando a McCoy con un palmo de narices.
Bonita, inteligente, sexy... ¡Maldita sea, Bones! Ya te has vuelto a enamorar. - Murmuró para sí mientras regresaba a sus quehaceres.



                            Nyota llamó por tercera vez a la puerta del camarote del capitán. Spock abrió los ojos y se levantó para abrirle.
¿Alguna comunicación de Metafisto, teniente? - Le preguntó sin invitarla a pasar.
No, ninguna. No hay novedades. Mantenemos la órbita alrededor del planeta. - Mientras hablaba asomó la cabeza para comprobar, extrañada, que Jim no se encontraba allí.

    Spock parecía cansado, triste. Le conocía bien y aunque tratase de ocultar sus emociones sus ojos eran un libro abierto para ella.
¿Qué ha pasado? - Dijo al tiempo que le apartaba sin violencia de la puerta y entraba a la habitación.
Jim... - Soltó un suspiro cerrando tras de sí. - Tal como esperaba, al contarle la imposición de Barak de negociar exclusivamente con él, ha insistido en bajar al planeta.
¡No se lo permitas! - Dejó escapar.
¿Acaso el señor Scott te ha contado la advertencia del almirante Kirk?
Monty me lo cuenta todo, Spock. - Sonrió con dulzura acariciándole la mejilla.
Le he prohibido ir y no se lo ha tomado nada bien. Ahora está en la enfermería, le pidió a McCoy pasar allí la noche.

Uhura rió para sí. Peleas de matrimonio...
¿He dicho algo divertido? - Preguntó levantando su ceja izquierda.
¡No! Perdona... Es que no deja de sorprenderme la situación. Me refiero a que sus reacciones, ya sabes, son las típicas de una mujer embarazada. Está en la etapa en la que te culpa a ti de todo lo que pase.

    Spock volvió a levantar su ceja ladeando ligeramente la cabeza.
Creo que es algo más que el efecto de sus hormonas. - Necesitaba contárselo a alguien y sabía que ella lo entendería. - Me ha bloqueado sus pensamientos.
¿Cómo? ¡Creía que un humano no podía hacer algo así! - Exclamó impresionada.
Es mi esposo, Nyota. Nuestro vínculo sagrado le ha cambiado... nos ha cambiado a los dos. Hemos adquirido cualidades el uno del otro. Yo estoy más en contacto que nunca con mis emociones humanas y él... - Suspiró de nuevo. - Además de haber aprendido vulcano, conoce cómo funciona nuestra mística. Ni siquiera he tenido que enseñarle.
Así que no te ha dejado colarte en su cabeza... Eso debe haberte hecho sentir fatal. - Le compadeció poniéndole la mano en el brazo.
Me oculta algo, no sé el qué. Su rechazo es doloroso, sí. Pero es mayor la preocupación por no saber qué está pasando en su mente.
¿Y por qué no se lo has preguntado?

    Spock no supo qué responder. ¿Preguntar a alguien acerca de algo que se tomaba tantas molestias por esconder?
No me pareció lógico.
¡Oh, Spock...! - Dijo pellizcándole la barba. - Jim ha aprendido más de ti que tú de él. Los humanos hablan para comunicarse, y la comunicación, Spock, es la base de la relación de pareja.
¿Por eso Scott te lo cuenta todo?
Por eso y porque sabe lo que le conviene. - Respondió Nyota con una sonrisa orgullosa.
Los humanos sois tan complejos...
Ve a verle, habla con él.
No, es mejor así. Me he asegurado de que no abandone la enfermería hasta nueva orden.
¿Le has encerrado? - Preguntó alucinada.
Le he puesto un guarda en la puerta. - Aclaró Spock.

    Uhura sacudió los hombros con una risa reprimida. Jim tenía que estar hecho una furia.
Vete a descansar, teniente. Mañana bajarás conmigo a Metafisto. Te necesito para que vigiles a Chekov en las negociaciones con Barak. Estoy seguro de que se seguirá negando a tratar directamente conmigo.
Como ordenes, comandante. - Se puso de puntillas y le besó en el pómulo. Su barba le hizo cosquillas.
Buenas noches, Nyota.
Hasta mañana. Y no te tortures, has hecho bien reteniendo a Jim a bordo. Ya se le pasará el enfado, tú tranquilo.

    Uhura se marchó y Spock volvió a su soledad en la cama. Preguntarle a Jim... pensó sintiéndose estúpido. Antes de quedarse dormido maldijo su lógica vulcaniana.



                            Jim se apresuró a aparentar que estaba leyendo cuando escuchó unos pasos acercándose a la habitación. Se relajó al ver que era Christine y no Bones. Traía una bandeja entre las manos que dejó en la mesita para sentarse a su lado en la cama. La joven le transmitió dulzura y cariño con sus ojos azules.
Tienes el libro abierto del revés. - Sonrió señalándolo con un dedo.

    Hubiera querido hacerse el duro y fingir que no pasaba nada, que no había estado llorando mientras se acariciaba la barriga, que no sentía lo que sea que estaba sintiendo allí dentro. Pero habría sido inútil: Christine era demasiado observadora y ya se había dado cuenta de todo. Así que dejó caer el libro al suelo y se acurrucó entre los brazos de su amiga.
No estás sólo, Jim. Estoy aquí para escucharte. ¿Cómo te sientes?
Triste... Vacío... pero sobre todo enfadado... ¡muy enfadado! - Dijo apretándola con fuerza.
¿Con Spock? - Trató de soltarse un poco, no la dejaba respirar bien.
¡El muy idiota me ha puesto un guarda en la puerta! - Notando cómo ella se revolvía la liberó de su abrazo. - ¿Por qué no debo ir a Metafisto, Chris? - Le preguntó clavándole una mirada que ella esquivó nerviosa. - Tú sabes algo, ¿verdad?
Sólo lo que me ha contado Leonard. Parece ser que el almirante Kirk les advirtió que no bajases al planeta.
Eso mismo me han dicho a mí. Pero... ¿por qué? ¿Por qué esa advertencia? - Se levantó de la cama para asomar la nariz por la puerta. Bones no andaba cerca.
Debe ser peligroso para ti. No veo otro motivo, ¿no crees?
No, no siento ningún peligro Chris. - Dijo girándose y mirándola misteriosamente. - Pero sí la necesidad de bajar allí... No sabría explicarlo, es una intuición que tengo, un presentimiento. ¡He de ir! Y tú vas a ayudarme...

    La enfermera arqueó las cejas y se llevó la mano al pecho preguntándose cómo podría ella hacer semejante cosa.
¿Yo? Pero Jim... escucha, no te empeñes en bajar a Metafisto. Haz caso del almirante...
La llamada de Nuevo Vulcano... - Jim se revolvía dentro de la pequeña habitación mientras hablaba.
¿Sí?
¿La atendieron en el despacho de Bones?
¡Ajá...! - Respondió siguiendo sus movimientos con la mirada.
Entonces habrá quedado grabada.... - Se acercó inclinándose sobre ella y tomándola por los hombros. - ¡Quiero verla, Chris!
Pídeselo a Leonard. Es su grabadora, su despacho...
No quiero que se entere. - Le puso ojos de cordero para suplicárselo. - ¡Oh, vamos...!

    La enfermera no pudo resistir aquella mirada y consintió. Aprovechando que el doctor se había ido a cenar al comedor de oficiales se colaron en su oficina. Jim introdujo su código de capitán en la computadora pero en la pantalla aparecieron las palabras “CLAVE INCORRECTA”.
¿Pero qué mierda...? - Dijo enojado. - ¿Mis claves no son válidas? ¿Ya no soy el capitán del Enterprise?
No, Jim, no es eso. El acceso a este terminal está por encima de tus credenciales.
No lo sabía... - Se entristeció.
Guarda datos médicos, confidenciales. - Le explicaba ella. - Hasta el capitán puede ponerse enfermo, Jim.

    Christine no sabía si se arrepentiría más tarde, pero viendo la expresión desolada en la cara de su amigo se acercó al ordenador y pulsó unos botones.
¿Sabes sus códigos?
Me fijo mucho... pero no se lo digas, por favor. - Dijo recibiendo un beso en la mejilla y una encantadora sonrisa de su capitán.
Gracias preciosa. Y ahora busca esa llamada.


            A Jim se le llenaron los ojos de lágrimas cuando escuchó a su marido suplicar ayuda al embajador. Comprendió lo preocupado que estaba por él y lamentó haberle impedido entrar en su mente. La afirmación de que todo saldría bien por parte del viejo Spock era tranquilizadora pero... la advertencia final del almirante Kirk, sin ninguna explicación... Eso le hizo sentirse contrariado.
¿Por qué no debo ir a Metafisto cuando todo en mi interior me dice lo contrario?
No hay nada más, la grabación termina ahí. - Christine apagó el terminal y le indicó a Jim con un gesto de su cabeza que debían salir del despacho.

    Volvieron a la habitación justo antes de que McCoy regresara. Jim, tumbado en la cama, no dejaba de darle vueltas a todo.
En su universo fue Spock el que tuvo el embarazo, no Kirk. - Se rió nada más decirlo. - ¿Te lo imaginas, a Spock embarazado? - Agitó la cabeza para concentrarse en sus ideas. - Seguramente al enfrentarse a los metafistos en su estado... ¡Pues claro! Debió pasarlo  mal, y por eso Kirk no quiere que yo baje al planeta.
Te he traído un sándwich de pollo con mayonesa... - Dijo ella acercándole la bandeja y poniéndosela encima de las piernas.
El embajador Spock embarazado, – la imagen le provocaba risa, -  teniendo que proteger su mente de los ataques telepáticos de Barak... eso si Barak estuvo allí también. - Siguiendo con su soliloquio se incorporó y dejó que la enfermera le pusiera otra almohada detrás de la espalda.
También te he puesto un trocito de pastel de manzana, sé que te gusta.
¡Christine! ¿Me estás escuchando? - Alzó la voz. - El almirante se equivoca... En este mundo soy yo el que está en estado... Yo y no Spock.
Ya te he oído, Jim. Y ahora come un poco.
No tengo hambre... - Dijo apartando la comida. - Ese planeta me llama, puedo sentirlo. Tengo que ir...
Tienes que comer. - Sentenció volviendo a colocarle la bandeja encima. - No olvides que ahora lo haces por dos...
    
    Jim la miró enternecido. No lo había considerado así. Sintiéndose responsable de su bebé cogió el sándwich y le dio un buen mordisco.

Notas finales:

Gracias por leer. Espero que os guste.


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