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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

 

 

Spock es un vulcano (lógica / razón) además de científico (observación / experimentación); pero también es medio humano (emoción) y su amor por Jim, INFINITO.

 

 

La premisa equivocada



                                                           Chekov luchaba con todas sus fuerzas por mantener su mente cerrada ante el ataque de Barak. La cabeza le iba a estallar. Llevaban horas debatiendo sobre las entregas periódicas de uranio-metamizado que Metafisto realizaría a la Flota.

- No, Barak... del transporte nos ocuparemos nosotros así que nada de incluirlo en los gastos.
- ¡Joven inzolente! El minedral no viene andando zolo dezde laz minaz... - Gritó el Generalísimo.
- Primero dejemos establecidas la cantidades que pueden suministrar y la periodicidad de las entregas, luego hablaremos del precio. - Atajó Uhura.

    A Nyota también le dolía la cabeza. Aquello se estaba volviendo insoportable. Barak cambiaba de un tema a otro, y cuando regresaba al anterior era para decir algo distinto. Intentaba agotar sus mentes, confundirles, manipularles y engañarles para su provecho.

- Tenemos que reunirnos con nuestro comandante, ¿nos disculpa? - Solicitó Uhura agarrando a su compañero del brazo. Precisaban un descanso.
- Eztá bien... zeguidremoz ezta tadrde. - Se revolvió Barak en su horrible trono. - Pedro no fidrmadré ningún acuedrdo zi no ez con Kidrk en pedrzona. - Añadió.

    Chekov abrió los ojos como platos. No podía creerlo. ¿Toda la mañana perdida para nada?
- Nuestro capitán está enfermo, como le hemos dicho... - Uhura se llevó ambas manos a la frente, el dolor era intenso como una aguja clavándose en su cerebro.
- El comandante Spock ya le ha explicado que mi compañera y yo estamos autorissados para firmar el trato. - Continuó Chekov, consciente de que la teniente no podía seguir hablando.
- Tdratadr ez una coza. Fidrmadr... - dijo el repulsivo Barak poniéndose en pié, - … ez otdra. ¡O Kidrk o nada! Ez mi última palabdra.

    El Generalísimo salió por una puerta cercana, acompañado de su séquito de consejeros.
- Ezoz humanoz ocultan algo... - Le decía al oído el más anciano.
- Lo zé. Pedro zon fuedrtez, no podemoz con zuz mentez. Cuando llegadron, el guldcano... - dijo antes de escupir al suelo, - …al habladr de Kidrk no edra “capitán” la palabdra que tenía en zu cabeza.
- ¿Voz también le ezcuchazteiz, oh gran Badrak? - Le preguntó sorprendido el viejo.
- Zi... la palabdra edra otdra... cdreo que pude vedrla... ¡Ezpozo!

    El grupo de metafistos rió a carcajadas. El espeluznante sonido llegó hasta Chekov y Uhura, quienes a las puertas del palacio, seguidos de un aturdido Johnson, lo escucharon y se estremecieron.

- Necesito un analgésico... - Comentó Uhura.
- Y yo... - Dijo Chekov con los ojos vidriosos por las lágrimas que estaba conteniendo. El dolor era terrible. - ¿Cómo se encuentra usted, Johnson?
- Tengo como un zumbido en los oídos todo el tiempo. Es desagradable pero puedo aguantar. Llamaré al doctor Oetker.
- Alejémonos de aquí. Volvamos al lugar donde nos materializamos esta mañana. - Indicó Uhura.



                        Jim había permanecido toda la mañana en la enfermería, acompañado y cuidado por la atenta Christine que no le dejó a solas ni un momento. Un guarda de seguridad no se movía de la puerta. Scotty no se fiaba de que, enajenado como estaba, pudiera realizar otro intento de fuga.

    En el despacho del capitán, a puerta cerrada, McCoy y Scott discutían sobre la posibilidad de bajar a Jim al planeta.
- Yo iré con él, no soltaré el comunicador... - Decía el médico. - Si noto algo extraño te indico que nos subas de momento.
- ¿Y si Spock se enterase? Lo consideraría un motín... ya le conoces. - Scott no quería arriesgarse a incumplir sus órdenes.
- ¡No tiene por qué saberlo! - Arguyó McCoy con fastidio.
- Pero si algo malo le pasara a su marido... ¡Ya le has visto cabreado otras veces!
- Lo sé... nos mataría. - Concluyó bajando la mirada.

    Ambos rememoraron cuando Jim dio su vida por su tripulación, alineando el núcleo warp del Enterprise a patadas y sufriendo las fatales consecuencias de la exposición a la radiación. Spock se volvió loco entonces. Persiguió a Khan hasta alcanzarle y si Uhura no le hubiese detenido, le habría matado a golpes con sus propias manos... ¡Y eso que Jim aún no era su esposo!

- Spock debería saber lo que ha pasado esta mañana en la sala del transportador, doctor.
- ¿Que casi dejamos que Jim escapara?
- Me refiero a la teoría de que lo que fue negativo para el embajador Spock en el otro Universo, puede que sea positivo para Jim en éste.
- Llámale y explícaselo. - Le dijo McCoy con una cínica sonrisa, como retándole a ello.
- ¿Por qué no lo haces tú? Eres el médico...
- ¡Ya, claro! ¡A ver quién le pone el cascabel al gato!


            En esas estaban cuando recibieron una llamada desde el planeta. Spock quería hablar con McCoy.
- Adelante comandante. El doctor se encuentra a mi lado. - Respondió Scott.
- ¿En el puente? - Preguntó prudente el vulcano.
- No, Spock. Estamos en el despacho de Jim. Puedes hablar, no hay nadie más. - Le aclaró McCoy.
- ¿Cómo...? - Casi se le pudo oír tragando saliva. - ¿Cómo se encuentra Jim?
- Muy alterado, señor. Está empeñado en bajar a Metafisto. Tiene una teoría al respecto que... - Contestó Scott.
- Sí, verás...  - Tomó la palabra McCoy. - Jim piensa que el almirante Kirk nos hizo su advertencia basándose en... ¿cómo lo llamarías tú? ¡Una premisa equivocada!
- Explíquese, doctor. - Respondió Spock en su tono más formal.

    McCoy y Scott se miraron con una familiar sonrisa. Era como si pudiesen ver la ceja del comandante levantada desde la distancia.
- En el otro Universo fue el embajador Spock quien tuvo el... ¡ya sabes! - Dió a entender el médico.
- El vínculo con el bebé. - Terminó Spock la frase desde el planeta.
- Eso es. Y Jim cree que, igual que a ti, los metafistos debieron afectarle negativamente, pero que, como él no es vulcano, no le sucedería lo mismo. - Terminó McCoy.

    Médico e ingeniero volvieron a cruzar sus miradas. Del otro lado del comunicador sólo les llegaba el silencio.
- Comandante... ¿comandante? - Llamó Scott ajustando los controles del aparato.
- Sigo aquí. La teoría pudiera ser correcta. Sólo hay un modo de corroborarla.
- ¿Quieres que bajemos al planeta? - Dijo McCoy refiriéndose a él mismo y al capitán. En su boca se dibujó una sonrisa de satisfacción.
- Chekov y Uhura han soportado unas arduas negociaciones con Barak sin llegar a ningún acuerdo definitivo. El Generalísimo ha dejado claro que no firmará nada si no es con Jim. No nos queda otra alternativa, doctor.
- Yo mismo me encargaré del transportador, Spock. - Se ofreció el ingeniero.
- Me dirijo junto al grupo de expedición a las coordenadas donde nos transportaron esta mañana. A nuestra llegada volveré a ponerme en contacto con usted, señor Scott. Que Jim y McCoy estén preparados. Spock, corto.

    Scott se encaminó a la sala del transportador para ocuparse personalmente de llevar a cabo la operación. Por su parte McCoy regresó a la enfermería. Estaba deseando ver la cara de su amigo cuando le dijese que iban a realizar su deseo. Jim pronto estaría en Metafisto.

- Deja ya de mirar por la escotilla y termínate el almuerzo. - Le reprendía la enfermera.
- No tengo apetito, Chris. Te aseguro que no puedo dar un bocado más.
- ¿Ni siquiera por tu bebé? - Le dijo con un cariñoso tono de chantaje. - Vamos, un par de cucharadas más...
    Jim volvió a mirar hacia el planeta con los pensamientos en otra parte. ¿Por qué sentía que le llamaba con esa fuerza? Cerraba los ojos y sus manos iban solas hacia su propio vientre... Mi bebé... Pensaba, y con asombro sentía como si de verdad estuviese en su interior, creciendo y alimentándose de él.
- Está bien, me acabaré el guiso de ternera. - Y sentándose en la cama retomó su almuerzo.
- Eres un buen padre, Jim. - Le dijo Christine con una dulce sonrisa en los labios.


    McCoy le pilló con la boca llena. Había entrado a toda prisa, agitado, hablando casi a gritos debido al nerviosismo.
- Scott y yo hemos convencido a Spock, Jim. ¡Vas a bajar a Metafisto! - Se giró hacia Christine. - Prepara mi maletín, preciosa. Hiposprays, ampollas, píldoras... todo lo que se te ocurra que pudiésemos necesitar.
- ¿Bajarás con él? - Dijo ella dirigiéndose al dispensario.
- ¡Por supuesto! - Le gritó, pues ya había salido de la habitación.

    Jim se enjuagó la boca bebiendo un buen trago de agua. Miraba a su amigo y estaba a punto de echarse a llorar.
- ¿Lo ha consentido? - Preguntó refiriéndose a Spock.
- ¡Pues claro! ¿Qué pensabas? - McCoy se sentó a su lado en la cama y le sacudió por los hombros con euforia. - Te hice caso, le hablé en sus propios términos... En cuanto le expuse nuestra teoría se quedó un momento meditando, pero enseguida nos ordenó a mí y a Scott que te bajásemos al planeta.
- Spock es lógico y razonable... sabía que si consideraba la posibilidad de que Kirk esté en un error...
- ¡La premisa equivocada! - Exclamó McCoy.
- ¡Oh, Bones! - Lloraba emocionado, no podía evitarlo. - Gracias... - Le dijo en un suspiro abrazándole con fuerza.

Notas finales:

¡Ya va, ya va...! jajajaja

Gracias a tod@s por leer. Espero que os guste.


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