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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

En otras palabras: lo imposible hecho realidad.

 

Por otro lado Chekov va a descubrir un par de cosas en Metafisto. Una mala, la otra...

El milagro



                                                                    La partida de aterrizaje al completo se acercaba a las coordenadas establecidas. Uhura y Chekov se recuperaban de su dolor de cabeza. El doctor Oetker tuvo que usar su hipospray con ellos. Para Johnson, Márquez y Marta Landon bastaron con unas píldoras. Spock, preocupado como estaba por la llegada al planeta de su t'hy'la, no le solicitó ningún analgésico. El dolor de cabeza era lo que menos le importaba en aquel momento.


        La anciana que había hablado telepáticamente con Uhura aquella mañana, les observaba pasar ahora desde su precaria cabaña a un lado del camino.

- Ahí está otra vez la bruja. - Comentó Marta a la teniente.
- ¿Por qué despertaremos tanta curiosidad en ella? - Le dijo Nyota. - Y por cierto, Marta... no te refieras así a la pobre mujer.
- Es como la llamaron los soldados que nos escoltaban. - Dijo la joven sin remordimiento alguno.
- Pues yo no creo que sea ninguna bruja. Te digo que me habló, en mi mente... y no me hizo ningún daño.

    Uhura se detuvo de pronto. Volvía a escuchar la voz de la anciana en su cabeza.
- Yo fui cdriada por una humana... Apdrecio a vueztdra draza. No zoiz como loz metafiztoz.
- ¿Nyota? ¿Te pasa algo? - Le preguntaba la ayudante Landon.
    Ella negó con la cabeza y continuó caminando.


        Spock ya había llegado al punto de encuentro. Rodeado por los demás dio sus instrucciones.
- Johnson, Márquez... Caballeros, establezcan un perímetro de seguridad. Recuerden: fasers en posición de aturdir. Si alguien se acercase informen. Utilicen el comunicador.
- Sí comandante. - Respondió Johnson.
    Haciendo una seña a su compañero se alejaron del lugar; uno hacia la izquierda, hacia la derecha el otro.

- Asistente Landon... no sé hasta qué punto su amigo, el alférez Chekov, la habrá puesto al corriente de la situación, pero...
- Tengo una ligera idea de lo que le ocurre al capitán, comandante. - Le sonrió ella interrumpiéndole.
- Bien. - Dijo con un ligero asentimiento de cabeza dirigido al muchacho. - Mi esposo va a descender a la superficie acompañado por el doctor McCoy. Las exigencias de Barak no nos han dejado otra salida. - Su voz pareció quebrarse. Miró a Nyota y su gesto amable le dio fuerzas para continuar. - No sabemos el efecto que Metafisto va a producir sobre su... estado. Debemos estar prevenidos.

    Marta se volvió hacia Pavel estupefacta. ¿Esposo?, pensó. Había visto al capitán y al comandante besarse en Gamma Trianguli VI, cuando Vaal casi destruyó el Enterprise. Hacía meses que su novio le había explicado que la baja del capitán era debida a que sufría un embarazo psicológico pero... ¿Casados? Esa parte Chekov no se la había contado.

- Señor Scott. Estamos listos. Cuando quiera... - Dijo Spock usando su comunicador con la nave.

    Uhura se le acercó poniéndole la mano sobre el brazo. Sabía lo preocupado que estaba y quiso mostrarle su apoyo de esa forma. Él la miró y tragó saliva. Sentía el estómago revuelto, ¿nerviosismo? Procuró sosegarse.



                    Nada más reintegrarse sus moléculas en Metafisto, Jim sintió un verdadero terremoto en su interior. ¿Qué estaba pasando? Le dolía el abdomen... un dolor indescriptible que le hizo doblarse, caer de rodillas al suelo y gritar desesperadamente.

- ¡Jim! - McCoy procuraba sostenerle a la vez que dirigía hacia él su tricorder a pleno rendimiento.
- ¡T'hy'la! - Gritó Spock nada más ver aquello. - Señor Scott... ¡súbale!
- ¡No! - La voz de Jim resonó rotunda. - No, Spock... ¡Scotty, no me suba! Estoy bien... - Dijo tratando de incorporarse.
- ¿Lo está? - Inquirió el comandante dirigiéndose al doctor.
- ¡No vas a creértelo, Spock! - Decía sin apartar su vista de la pantalla del tricorder.
- ¡Señor Spock! ¡Comandante! - La voz de Scott desde el Enterprise le llamaba con insistencia. - ¿Qué hago? ¿Les subo o...?
- No será necesario de momento, Scott. Manténgase a la espera. Corto. -  Contestó Spock cerrando su intercomunicador.

    Entretanto Jim ya estaba totalmente en pie. El dolor había cesado. Tenía los brazos cruzados sobre el vientre y se echó a llorar cuando comprobó lo abultado que estaba.
- ¡Mi bebé! - Exclamó entre lágrimas.
- ¡Está en su interior, Spock... mira esto! – Dijo McCoy alcanzándole el tricorder.
- No es necesario, doctor... Puedo ver que es cierto. - Spock se acercó a su esposo y extendió la mano hasta rozar su vientre. - Kan-bu! *(bebé) – Exclamó sin ocultar su emoción.

    Abrazó y besó a su marido con infinita ternura mientras él no cesaba de llorar.
- ¿Sientes dolor? - Le preguntó telepáticamente.
- No, Spock... es la sensación más maravillosa que he tenido nunca... - Respondió Jim dejándose envolver por el cálido abrazo de su esposo.
- Doctor McCoy... ¿está todo bien? - Insistió el vulcano intranquilo.
- Bueno... lo está Spock, ¡por Dios Santo! ¡Es un milagro! - Gritó el médico.
    
    Uhura se había acercado a Jim y aguantándose las ganas de llorar le plantó un sonoro beso en la mejilla.
- Enhorabuena, mamá... - Le dijo sonriente  y frotándole la barriguita.
- ¡Gracias, Nyota! - Jim estaba demasiado emocionado con todo aquello como para seguir hablando.

    El doctor Oetker comprobó el tricorder de McCoy y comentó algo acerca de la disposición de los órganos internos del capitán.
- Están todos desplazados, señor.
- ¿Y qué esperaba, hombre? - Respondió McCoy. - En algún sitio se tenía que meter la niña...
- ¿Niña? - Preguntó Jim. Reía y lloraba al mismo tiempo, sin control alguno sobre lo que estaba sintiendo.
- ¡Oh, t'hy'la...! Percibo tu felicidad dentro de mí, y a la pequeña a través de nuestro vínculo... mi sa-telsu... mi ko-fu...*(hija) – Pensaba Spock abrazando a su amado con fuerza.
- No aprietes tanto... - Le dijo Jim entre risas.
- Disculpa... yo... - Se lamentó Spock mordiéndose el labio inferior.

    Nunca había tenido al mismo tiempo emociones tan intensas y tan encontradas. Alegría, felicidad, miedo... ¿Por qué sentía miedo? Miedo a perderles, a su marido, a su hija... Miedo de que algo malo pudiera sucederles. Por primera vez Spock experimentó lo que significa ser padre.

    Chekov se había quedado de piedra al ver la enorme barriga de su capitán. Ahora sí que estaba embarazado de verdad. Sintió curiosidad y quiso tocar aquel milagro.
- ¿Qué haces, Pavel? - Le susurró Marta. - ¿No irás a acercarte a esa aberración?
- ¿Aberrassión? - Chekov la miró atónito.
- Un hombre... ¿embarazado? Ya me parecía mal cuando pensaba que sólo era un problema psicológico... Pero esto... esto es... - Su cara de repugnancia reflejaba lo que estaba pensando.

    Chekov la contempló desilusionado, no esperaba algo así de ella. Se volvió a mirar al capitán. Aquella visión de Jim con su tripita abultada, los ojos llorosos por la emoción, el abrazo de su marido... no le provocaba otra cosa que ternura. Negó con la cabeza mirando a Marta con desaprobación. No estaba en absoluto de acuerdo con ella, y se alejó siguiendo su primer impulso.
- Capitán... ¿puedo? - Le preguntó extendiendo la mano hacia su vientre.
     Jim se apartó un poco de su protector marido y mirándole, conmovido, asintió.
- Claro Pavel... adelante, toca... - Le dijo tomándole la mano y posándola sobre su vientre.

    Una corriente se estableció al hacer contacto... como un fino hilo primero, luego más intenso, fluido... como un arroyo. Ahora un río... de aguas azules como los ojos del capitán... Y un susurro que le recorrió el cuerpo entero partiendo de su cerebro... la palabra... aquella palabra... ¡T'HY'LA!

- ¡Pavel! - Llamó Marta sin obtener respuesta.

    Chekov no podía escucharla... su mente estaba unida a la del bebé de un modo que jamás había sentido. Jim y Spock lo notaron de inmediato.
- Pavel... el tel... - Dijo Spock mentalmente, sabiendo que el joven alférez podía oírle.
- Tú eres su t'hy'la... Pavel, eres el t'hy'la de mi bebé... - Ahora la voz de Jim se hacía sentir en su cabeza.

    Chekov se apartó bruscamente, totalmente alucinado por lo que acababa de ocurrirle. No sabía cómo entender aquello.

    Marta se giró en redondo cuando Pavel se volvió hacia ella. Lo que había hecho, tocar la grotesca tripa del capitán, le había desagradado bastante... pero aún más que la hubiese ignorado cuando le llamó. La cara que tenía mientras tocaba aquella... aquella cosa... Nunca le había visto una expresión tan intensa, parecía extasiado. No tenía idea de lo que había pasado allí pero algo le decía que sus relaciones con Pavel habían terminado.


Notas finales:

Gracias por leer. Espero sea de vuestro agrado.


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