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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Sulu sospecha que algo extraño le pasa a Chekov con el capitán. Por otro lado el tiempo vuela y... ¡el bebé está a punto de llegar!

Sashimi de atún y canción de cuna



                                                                           Sulu manejaba sus palillos con precisión extrema, llevándose a la boca equilibradas porciones de arroz y sashimi de atún rojo. No podía disfrutar a menudo de tal exquisitez a bordo, pero en cocinas se habían esmerado bien aquella noche. Su compañero le veía disfrutar con cada bocado, aunque en realidad estaba absorto en sus propios pensamientos.

- ¿Seguro que no quieres probarlo, Pavel? - Le ofreció el japonés acercándole el plato.
- ¿Qué? ¡No, grassias! En Rusia le damos el pescado crudo a los gatos... - Respondió con una mueca entre divertido y asqueado.
- ¿Y lo otro?

    Chekov frunció el ceño sin entender de qué estaba hablándole su amigo. Sulu recuperó el plato. Humedeciendo una fina lámina de atún en el pequeño cuenco con soja y wasabi, se echó a reír.
- ¿Vas a contarme qué te pasó hoy en el puente? Cuando el capitán te acariciaba la nuca...
- ¡No sé de qué me hablas! - Le interrumpió enojado.
- ¡Vale! ¡Tranquilo, chico! - Sulu masticaba sin quitarle ojo de encima. El joven artillero estaba rojo como un tomate. - Deberías tener cuidado con eso...
- ¿Con qué?
- Creo que los vulcanos son muy posesivos en sus relaciones... - Dijo dando a entender lo que pensaba.
- ¿Crees que siento algo por el capitán? - La cara de Pavel era todo un poema.
- ¡Te quedaste embelesado cuando te rozó! - Insistió el piloto en su teoría. - Hasta te oí pedirle que por favor no volviese a tocarte...

     Chekov negó con la cabeza. Cerró los puños y a punto estuvo de golpear la mesa.
- ¡No es eso, Sulu! Yo no soy gay... He estado saliendo con Marta hasta hasse nada... - Dijo intentando justificar su hombría.
- ¡Exacto! Y ni siquiera me has contado por qué habéis roto...
- Ella me dejó, ¿vale? Entiende que no me guste hablar de ello.
- Supongo que lo hizo porque se dio cuenta de tus sentimientos hacia Kirk...
- Niet! ¡No es por él! Ni siquiera fue él quien me tocó... fue su... - Chekov se mordió la lengua. No le había dicho a nadie ni una palabra de aquel asunto.
- ¿Cómo que no te tocó? Yo lo vi... creo que todos lo vimos, incluso Spock.
- Fue la niña, Sulu...

     Los ojos de su amigo se encogieron, haciéndose más pequeños aún en su asiático rostro.
- ¿La niña? ¿Te refieres al bebé del capitán?
- Tú no estuviste en Metafisto, no puedes entenderlo... Cuando estábamos allí Jim tuvo al bebé en su wientre... ¡paressía tan real!
- Ya, Nyota me lo contó. Su barriga se hinchó y los tricorders médicos detectaron el feto en su interior. Pero no estaba allí realmente, ¿no?
- Toqué su tripa, Sulu... y contacté con la niña. Con su mente. ¡Fue una sensassión indescriptible! - Su mirada volvía a perderse en el vacío, era como si atravesara a Sulu, yendo a un lugar mucho más allá.
- ¿Tienes un vínculo telepático con la hija del capitán y del comandante? - Resumió el piloto. - ¡Oh, amigo! No me extraña que Marta te haya dejado...
- ¿Por qué disses eso?
- Bueno, ahora estás prometido a otra. - Soltó los palillos dejando escapar una breve carcajada.
- Pero... si es sólo un bebé... ¡Tengo diessinueve años! No puedo tener un compromiso con una niña que aún no ha nassido...
- Los vulcanos establecen esa unión con su pareja. Son monógamos y lo hacen una sola vez en la vida. Un vínculo para siempre... ¡Fíjate en el capitán y Spock! - Sulu le miraba ahora con burlona compasión. - Pequeño genio, considérate prometido.
- No, no puede ser... - Pero en su interior todo un río le decía que así era.





                                El Enterprise llevaba más de una semana anclado al borde de la frontera romulana, estudiando la perturbación espacio temporal que se daba en aquel cuadrante de la Galaxia. Habían estado recabando datos, realizando pruebas, comprobaciones, tomando holografías y enviándolas a la Tierra periódicamente. La grieta se había hecho más grande y algo les llegaba desde el otro lado. No sabían de qué podía tratarse con seguridad, pero Uhura, McCoy, Chekov y Sulu sospechaban que era la nave oscura; aquello de algún modo debía estar relacionado con el final del embarazo del capitán: el momento se acercaba.

        Jim no había vuelto a subir al puente. No quería saber nada de la misteriosa perturbación. Le inquietaba demasiado, le asustaba la presencia de aquel descosido en el espacio infinito. En realidad llevaba varios días en los que no hacía otra cosa que dormir, comer, ir a la enfermería - donde Bones le sometía a un profundo estudio cada vez - y por la noche... hacer el amor con su marido hasta caer rendido. Después de un parón de unos meses parecía que su libido se hubiese activado de nuevo. Se lo comentó a Christine y ésta le aseguró que era lo normal en su estado.
- Tienes suerte de tener a Spock contigo. - Rió con algo de tristeza en los ojos. - Mi hermana lo pasó fatal, la pobre.
- Me gustaría salir de aquí, Chris... - Dijo perdiendo la mirada en ninguna parte.
- ¿De la enfermería? ¿Quieres que demos un paseo?
    Jim asintió. Aunque en realidad se refería a que quería que la nave abandonase aquel cuadrante. La grieta le ponía los pelos de punta.

    Caminaron por la cubierta B hacia la sala de recreo más próxima. Conforme se acercaban se escuchaba una melodía interpretada por hábiles manos en una lira vulcaniana y la voz de Uhura, como la de un ángel, cantando una canción de cuna.
- ¡Qué bonita! - Exclamó Christine.

    La letra hablaba de la luna meciendo a un bebé, de las estrellas iluminando la noche... Spock parecía contento de acompañar a Uhura en aquel tema. El resto de la tripulación les escuchaba embobados. Scott, con un vaso de whisky en la mano, ni siquiera bebía disfrutando como estaba de la encantadora voz de su prometida.

    Jim se quedó de pie junto a la puerta, no queriendo interrumpir la escena. Christine entró a la sala y se sentó junto a Bones. Pudo ver cómo sus manos se entrelazaban. De pronto sintió algo extraño en su interior. Como un calambre en su abdomen. El dolor le hizo apoyarse en la pared y llevarse las manos al vientre. Se le cortó la respiración, se puso pálido. ¿Qué era aquello?

    Spock dejó caer la lira al suelo levantándose de golpe. De un salto alcanzó a su sa-telsu *(esposo) y le sostuvo por los brazos.
- ¡Doctor! - Gritó al tiempo.
    McCoy acudió enseguida. La cara de Jim recuperaba el color habitual y en sus ojos vio asomarse unas lágrimas.
- T'hy'la... ¿qué ha sido? - Le preguntaba Spock.

    Jim buscó sus dedos índice y medio y los rozó en ozh'esta, frotándolos con suavidad pero insistentemente. McCoy, sin su equipo encima, cogió la mano de Jim apartándola de la de Spock para tomarle el pulso.
- ¿Qué coño haces, Bones? ¿Cómo te atreves a...? - Gritó soltándose con brusquedad.
- ¡Tomarte el pulso, imbécil!
- ¡Jamás! ¡Nunca jamás vuelvas a hacer lo que has hecho!
- Jim, él no comprende... - Decía Spock con suavidad.
- ¿Pero qué es lo que he hecho?
- La ozh'esta, doctor... nos has separado las manos. - Explicó el vulcano.
- ¿Qué te parecería si cuando estás besando a Chris llegase yo y te apartase la cara de ella para mirarte un diente?
- ¿Por qué ibas a mirar sus dientes, Jim? - Preguntó Spock con su ceja levantada.
- ¡Lo siento! ¡No sabía que eso fuera como un beso! - Se disculpó McCoy.
- No vuelvas a hacerlo... - Jim se retorció de dolor. Aquel calambre otra vez...
- Spock, llevémosle a la enfermería. ¡Rápido!
    
    El comandante cogió al capitán en brazos y corrió cargando con él por el pasillo, seguido por el médico y la enfermera.
- Esto duele, mi amor...
- Lo siento, mi t'hy'la... ¿qué puedo hacer?
- ¡Vasectomía! - Le gritó Jim mientras su sorprendido marido le posaba delicadamente sobre una camilla.




                            El rumor se extendió con rapidez por toda la nave. ¡El capitán se encontraba de parto! En el puente no sabían qué hacer... La grieta se había abierto y una nave desconocida, totalmente negra, se había colado por ella situándose justo frente al Enterprise. Llamaron al comandante Spock pero no hubo respuesta. Finalmente Scott, Chekov, Uhura y Sulu acudieron a sus puestos.

- Asumiré el mando de momento. - Dijo Scott. - El señor Spock tiene asuntos más urgentes que atender.
- Sí, señor. - Le respondió el teniente Grant, del turno de noche, dejándole libre la silla.
- ¡Scott! - Sulu señalaba la nave oscura en el monitor principal. - ¿Qué debemos hacer?
- Detecto naves romulanas dirigiéndose hassia aquí, señor Scott. - Dijo Chekov comprobando los datos en el puesto de observación científica. - Tres naves, señor. Aún no han abandonado la sona neutral pero...
- ¡Maldita sea! ¿Quién les habrá dado vela en este entierro?
- ¡Nassimiento, señor Scott! - Le corrigió Pavel sintiendo una conmoción en su cabeza.

    La pequeña estaba a punto de nacer. Su t'hy'la... y en medio de lo que podría acabar siendo un conflicto con los romulanos.

Notas finales:

Gracias por leer, como siempre espero sea de vuestro agrado.

Gracias por comentar.


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