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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Spock tendrá que acabar con la bestia para escapar del laberinto junto a su esposo y la hija de ambos.

Nirshtoryehat y el minotauro



                                                                      La oscuridad era completa pero podía ver a su pequeña entre sus brazos. Jim lloraba de felicidad sosteniendo aquel cuerpecito junto a su pecho... Su bebé... ¡Al fin! Había soñado tantas veces con aquel momento y ahora estaba ocurriendo de verdad... Su hija, tan pequeña, tan indefensa... Lo primero que hizo fue acariciar aquellas pequeñas orejitas puntiagudas...
- ¡Has salido a tu padre, mi tesoro! - Dijo en voz alta. El eco de su voz le aturdió. ¿Dónde estaban? ¿Dónde estaba Spock?

    Jim concentró sus pensamientos en su esposo pero no podía sentirle. Miró a la niña, lágrimas y sonrisas se le escapaban por igual ante aquel milagro que respiraba tranquilamente en su regazo.
- Ayúdame a encontrar a papaíto, mi vida... - Le pidió Jim, esta vez en un susurro.



                            Spock giraba en una espiral infinita y oscura, igual que en sus pesadillas. Intentaba comprender, sin lograrlo, lo que tenía que hacer para llegar hasta Jim y su kan-bu *(bebé). Recordó que el almirante le había dicho a su sa-telsu *(esposo) que tendría que luchar por ellos. ¡Pelearía! ¡Con uñas y dientes! ¡Daría su vida por ellos si fuese necesario! Sintió su corazón latir con fuerza; la adrenalina le invadía la sangre.

- Spock... escúchame... - La voz le era familiar, resonando en su cabeza... - ¿Pavel? - Gritó.
    
    La palabra rebotó en cada pared devolviéndole un sonido atronador que le hizo llevarse las manos a las orejas.
- No se trata de una prueba de lógica... ¡Es una prueba de amor!  - La voz de nuevo. Era Chekov, estaba seguro.

    Amor, se dijo... Todo lo que él sentía por Jim... y por su hija. Había estado caminando en la dirección equivocada, ahora lo supo. ¿Cuánto se había alejado?
- Debes dejar que te guíe tu corasson... Encontrarás a tu t'hy'la... junto a la mía...
- Pavel... ¿Dónde están? ¿Puedes verles?

    Spock giró ciento ochenta grados y corrió de vuelta lo andado. Un rugido como de animal salvaje le detuvo. Sonaba cerca, fiero y peligroso.
- Cuidado... hay una bestia escondida en el laberinto... Gira por ahí, a tu derecha...
- Gracias, Pavel...
    El rugido pareció alejarse. Siguió corriendo en la oscuridad sin detenerse ni un instante. Su corazón latía más rápido, más fuerte... como si sintiera a su t'hy'la cerca.



                        A bordo del Enterprise nadie quitaba ojo del joven muchacho ruso, especialmente el doctor McCoy.

- ¡Ya ha llegado... Spock está con ellos! - Exclamó Chekov relajando todo su cuerpo.
- ¡Chico, tu corazón...!  - El tricorder médico pitaba como loco. - Creo que voy a pincharte un tranquilizante. -  Pensó McCoy en voz alta, rebuscando en su maletín.
- ¡No! ¡La bestia! Spock... tendrás que luchar con la bestia... - Fue lo último que dijo después de que el doctor le inyectase el hipospray.



                               Jim lloraba con una tierna sonrisa en los labios cuando le vio. ¡Al fin... su t'hy'la... su kan-bu! Spock les rodeó con sus brazos contemplando la mirada azul de su sa-telsu y la de su hija.
- Tiene tus ojos, Jim...
- Y tus orejas...
- ¡Nirshtoryehat! - Pronunció Spock con voz queda mientras acariciaba la cara de la niña...
- ¿Imposible? Como nombre es un poco raro... y complicado de decir...
- ¿Qué habías pensado tú, t'hy'la?

    Jim miró a la niña, ladeando ligeramente la cabeza dijo, con una sonrisa, los nombres que debía llevar.
- ¡Amanda Winona Nirshtoryehat... Kirk! Por supuesto también debe llevar el nombre de tu familia pero... sigo sin poder pronunciarlo. - Susurró.
- Amanda Winona Nirshtoryehat S'chn T'gai Kirk – Dijo Spock.
- Creo que la llamaré Amy... - Rió Jim feliz.

    El rugido se escuchó cerca, demasiado cerca. Spock se puso en pie tratando de averiguar su procedencia. Jim había envuelto a Amy con su propio jersey. Cuando llegó a su lado, a la nave oscura, la niña estaba desnuda y temblaba. Ahora se incorporó con ella en brazos y se puso detrás de su marido.
- ¿Qué ha sido eso, amor? - Le preguntó usando su mente.
- Una bestia... Pavel me lo advirtió... Voy a tener que luchar por vosotros.
- Lucharemos juntos...
- ¡No la sueltes ni un segundo, Jim! Podríamos perderla en la oscuridad... - Pensaba al tiempo que negaba firmemente con la cabeza.
- No la soltaré entonces.
- Ya está aquí... ¡agáchate!

    Jim se puso en cuclillas ocultando a la niña entre sus brazos. No lloraba, seguía tranquila.
- ¿No tienes miedo, mi precioso tesoro? - Trató de averiguar mentalmente.
- ¡A'nirih! * (Papá) – Pareció responder la niña.

    Una bestia de más de dos metros de alto apareció ante sus ojos. Tenía aspecto de humanoide, salvo por las pezuñas partidas, la cola... y una gran cabeza... ¿de toro?
- Spock... ¡es un minotauro!
- ¡Pavel... Pavel! - Le llamó en vano.
- ¿Se ha roto el hilo de Ariadna? - Preguntó Jim usando la referencia mitológica.

     Spock se preparó para lo peor... aquel monstruo era enorme y él estaba desarmado.
- Ariadna le dio a Teseo una espada mágica... - Le dijo Jim a su cada vez más verdoso marido. La sangre se le agolpaba en el rostro ante la inminente lucha.
- ¡Pavel... Pavel! - Insistió Spock antes de empezar un baile macabro con la bestia.

    El minotauro se acercaba, le rodeaba. Spock no quería separarse de su esposo y su hija, no demasiado. El gigante gruñía, o más bien mugía... y todas las paredes retornaban el eco convertido en trueno.

                            

                         Chekov abrió los ojos y se puso en pie de un salto ante la incrédula mirada de McCoy.

- Con lo que le he dado debería dormir durante horas... ¡pero su adrenalina está por las nubes! - Exclamó atónito leyendo los datos de su tricorder.
- ¿Qué hace? Parece que buscase algo... - Observó Uhura.
    
    Efectivamente, Pavel se había aproximado al puesto del piloto y buscaba un objeto bajo la consola. Sabía que tenía que estar por allí.
- Sulu... - Le dijo Scott. - ¿Qué sueles guardar ahí?
- Mi espada corta, mi wakizashi...
- ¿Guardas una katana en el puente, Sulu? - McCoy no dejaba de aprender cosas interesantes sobre sus amigos.
- Pertenece a mi familia desde hace siglos, doctor. Procuro no separarme demasiado de ella... Además, me trae suerte.
- ¡Dásela! - Le instó Nyota.

    Pavel se había puesto de rodillas, tanteando con las manos por todas partes, tenía los ojos en blanco... como si estuviera en trance.
- No está aquí... la guardé en mi camarote cuando terminó mi turno .
- ¡Corre a por ella, Sulu! - Ordenó Scotty.



                    
                           Amy había empezado a llorar. Jim la sujetaba apretándola contra su pecho, meciéndola, tratando de calmarla. Spock ya había aguantado dos embestidas de aquel maldito monstruo que al olor de la sangre verde se enfurecía cada vez más.
- Spock... cambiemos... Toma tú a la niña y déjame luchar a mí.
- ¡No, Jim! No la sueltes... ni un segundo...



                              Sulu jadeaba y sudaba cuando salió del turbo ascensor. Corrió hacia su amigo y le entregó su wakizashi. Chekov sonrió. Ocupó el centro del puente, por delante de su propio puesto de artillero y el del piloto. Alzó los brazos con la espada corta sobre ellos, como haciendo una ofrenda.
- ¡Spock... la tengo... tengo tu espada!

    De pronto el arma desapareció envuelta en la misma oscuridad que se había llevado al capitán y al comandante. Chekov cayó al suelo... McCoy comprobó que simplemente estaba dormido.
- Ahora sí le han hecho efecto mis tranquilizantes.




                        De ninguna parte surgió una espada. Se materializó de la nada en la oscuridad, entre las manos de Spock. No se paró a comprender aquello. Quitó la funda descubriendo la brillante hoja afilada.
- Nuestra Ariadna rusa te ha enviado una pequeña katana... - Pensó Jim. - Lánzame la funda. Es un recuerdo de familia de Sulu.
    
    Spock le hizo caso y empuñando la wakizashi se lanzó al ataque contra el minotauro. No tardó en separarle la cabeza del tronco empapándose en su espesa y roja sangre que le salpicó.

    La nave oscura pareció estremecerse en aquel preciso instante en que la bestia perdía la vida. Spock envolvió a su familia en un abrazo, protegiéndoles. Colocado en cuclillas junto a Jim, apretándole contra su cuerpo mientras él sostenía al kan-bu, mantenía su brazo derecho alzado con la espada en la mano.

    En esa posición aparecieron en el puente del Enterprise ante las perplejas miradas de sus amigos.

- ¡Dios Santo! ¿Estáis bien? - McCoy corrió hacia los dos... los tres...
- ¡Pavel! - Le llamó Spock al verle tendido en el suelo.
- He tenido que pincharle... ha estado...
- ¡En trance! Lo sé... le tenía en mi cabeza. - Dijo soltando la ensangrentada espada sobre la consola del piloto.

     Jim también se había puesto en pie y le entregó a Sulu la funda.
- Tendrás que limpiarla... la sangre del minotauro es muy espesa.
- ¿Minotauro? - Repitió Scott extrañado pero sonriendo emocionado por tenerles de vuelta.
- ¿No queréis presentarnos a alguien? - Les preguntó Nyota acercándose a Jim.
    
    El capitán sonrió radiante y apartó un poco su jersey de la cara de la niña. Spock, detrás de él, le acariciaba los hombros desnudos. Estaba agotado, pero no se había sentido tan bien en su vida.
- Os presento a Amanda Winona Nirshtoryehat Shht... ¡Oh, no puedo con tu apellido, mi amor! ...Kirk. - Dijo orgulloso mostrándoles a su bebé.

Notas finales:

Gracias por leer y por comentar. Ojalá que os guste.

Se terminan mis vacaciones... mañana me incorporo a mi puesto en mi Enterprise particular. Jajaja...

Continuaré la historia... tengo muchas cosas en la cabeza... (entre ellas a Khan) ... Pero las actualizaciones serán seguramente más espaciadas. Espero que eso no os desanime y sigáis leyendo.


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