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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

El dolor invade el Enterprise cuando Jim pierde a dos miembros de su familia. El niño ruso se ha convertido en un hombre.

Este capítulo contiene referencias al episodio "Operación: aniquilación" de la serie original Star Trek, escrito por Stephen W. Carabatsos.

Ojos de gato



                                                             Incluso en sueños podía sentir su llamada. El vínculo... aquella misteriosa sensación que le inundaba el alma, como un río de aguas azules que no dejaban de fluir. Pavel se revolvía inquieto entre las sábanas, mojándolas con su sudor.

    Se despertó jadeando... ¿Qué era aquello? ¡No! No podía ser una erección... Se levantó a toda prisa y cogiendo una toalla se fue derecho a las duchas. El chorro de agua helada le sentó bien. Secándose frente al espejo se miró la cara: parecía cambiado, mayor... Estaba convirtiéndose en un adulto.
- ¡Ya no eres un crío, Pavel Andreievich Chekov! - Se gritó a sí mismo.

    Afortunadamente a las tres de la mañana no había nadie más allí. Respiró profundamente y recordó lo que Spock había introducido en su mente... La mística vulcana, los conocimientos necesarios para controlar sus emociones. Eso le hizo relajarse y sentir que estaba al mando.

    ¿Dónde estaría Spock cuando él tenía siete años y le diagnosticaron trastorno de déficit de atención? Le hubiese venido bien entonces saber controlar sus impulsos. Como niño superdotado, Pavel había tenido problemas de autocontrol durante su infancia. Por suerte su padre, Anton Chekov, un ingeniero ruso apegado a las tradiciones, no permitió que se tomase todas aquellas pastillas que los psiquiatras le recetaron. Eso le habría convertido en un dócil zombi que no hubiera podido desarrollar plenamente sus asombrosas capacidades.

    Pavel sufrió mucho hasta que aprendió a comportarse en la escuela, a fingir que era como los demás. Después se convirtió en el niño prodigio de la Academia de la Flota. Su padre se mudó a San Francisco, dejando atrás su amada Rusia, consciente de que la disciplina militar ayudaría a su hijo a superar sus problemas. Así llegó a convertirse en el Alférez más joven de la historia en ocupar un puesto en una nave estelar. Pavel el genio, ese era él. Pero ahora, mirándose al espejo, descubría a un hombre enamorado que tendría que reprimir sus sentimientos durante al menos dieciocho largos años.
- Puedo hasserlo... yo puedo hasserlo... sé que puedo hasserlo. - Se repitió una y otra vez antes de irse de nuevo a la cama.




                        La asistente Marta Landon presentó por la mañana su solicitud de traslado urgente en el despacho del capitán. No tardaron en encontrarle un nuevo destino, a bordo del Excelsior. Ambas naves se cruzaron en el cuadrante Alfa esa misma tarde y la chica simplemente recogió sus pertenencias y se teletransportó a su nuevo puesto. Spock estuvo encantado de perderla de vista. Jim, en su escritorio, se preguntaba por qué.

- Es lo mejor, t'hy'la. Créeme.
- Ni siquiera se ha despedido de Chekov... - Murmuró mientras firmaba las órdenes del día. - ¡Mira esto, Spock! Ahora la Flota nos envía a investigar un patrón de locura en masa que está destruyendo civilizaciones en línea recta a través de la Galaxia, saltando de planeta en planeta. - Comentó a su marido mostrándole la tablet.
- Interesante... - Dijo observando la ruta que había seguido aquella misteriosa plaga. - ¡Jim! - Exclamó de repente frunciendo el ceño.
- ¿Qué ocurre Spock?
- De continuar su desplazamiento irá directa a Deneva... - Señaló.
- ¡Mi hermano y su familia viven allí! - Jim se mordía el labio inferior con creciente preocupación.




                        Con Marta lejos del Enterprise Pavel podía ver a la pequeña Amy cuando quisiera. Ahora la sostenía entre sus brazos y no dejaba de sonreír a pesar de la terrible situación que estaban viviendo a bordo. La paz que ambos sentían cuando estaban juntos desprendía como un aura a su alrededor, visible, casi palpable, para cualquiera que se les acercara.

- Será mejor que te lleves de aquí a Amy, Pavel. - Le aconsejó el doctor McCoy apesadumbrado.
- No quiere alejarse de su papi... - Respondió el alférez señalando con la cabeza a Spock, quien estaba a punto de someterse a la cura experimental.
- ¡Salid del laboratorio! - Ordenó Jim angustiado.

    El alférez asintió y se llevó a la niña consigo.
- Pobre capitán. - Pensó Chekov...
    Acababa de perder a Sam, su hermano mayor, y a Aurelan, su cuñada, en el planeta Deneva, víctimas de aquellos extraños parásitos que ahora habían atacado a Spock. Su sobrino de once años, Peter, yacía inconsciente en una cama de la enfermería. Si McCoy no encontraba la cura ellos dos también morirían.

- La teoría de Spock es que la exposición a la luz intensa debilitará al parásito y acabará con él. - Parecía decirse a sí mismo el médico mientras terminaba de preparar el experimento.
- Eso explicaría lo de ese hombre de Deneva... Antes de que su nave se desintegrase contra el sol gritó que al fin estaba libre... - Argulló Jim con esperanza.

    McCoy le miró con profunda tristeza en los ojos. Sabía lo que su amigo estaba sufriendo. Ya había perdido a demasiados miembros de su familia en los últimos días... ¡tenía que salvar a Spock y a Peter! ¡Aquello tenía que funcionar! Jim le puso la mano sobre el hombro y le indicó que adelante... Así pues Bones pulsó los botones y accionó la radiación masiva de rayos ultravioleta a la que Spock se sometió en la cámara de aislamiento.

        Ambos le miraban sin saber qué pensar. Cuando Spock salió de la cámara no dijo nada en un principio. Jim exploró su mente y supo que el odioso parásito había desaparecido de su cuerpo. Palmeó la espalda de McCoy con satisfacción.
- ¡Ya no está! ¡Ha funcionado, Bones!
- Spock, ¿cómo te encuentras? - Le preguntó el médico.
- Libre de esa horrible cosa doctor, pero... - Spock se trastabilló con la mesa del laboratorio, como si no la hubiese visto.

    Jim se acercó a su marido terriblemente asustado. Puso la mano frente a sus ojos y la movió de un lado a otro. ¡No! ¿Se había quedado ciego? Se volvió hacia McCoy y le agarró por la pechera del jersey con violencia.
- ¡Bones! ¡Le has dejado ciego, joder! - Gritó mientras le zarandeaba con fuerza.
- ¡Jim! - Le llamó la atención su marido. - No es culpa suya... es el efecto de la exposición a la luz.
- Tal vez sea temporal... ¡déjame que le examine, Jim! - Dijo zafándose de su agarre y tomando a Spock por un brazo para guiarle hasta una silla.
- ¡Mierda, Bones! Más te vale que le cures o yo te juro que te... - Amenazó con la cara roja de ira.
- ¡Basta Jim! - La voz de Spock sonó atronadora.
- Estaré en el puente. - Anunció tratando de contenerse. - Hay miles de personas ahí abajo en Deneva que esperan una solución a todo esto. - Jim abandonó el laboratorio reprimiendo el llanto que le venía desde lo más profundo de su corazón.
- T'hy'la... - Pensó Spock sintiendo su dolor. No podía hacer nada por aliviarlo, así que dejó que McCoy le examinara.



                    Finalmente el doctor descubrió que no era necesaria una exposición tan alta para acabar con el mal. Ajustó los parámetros y trató a Peter sin causarle ceguera como efecto secundario.

    Jim lo preparó todo para que los habitantes de Deneva recibieran el mismo tratamiento y la Enterprise aplicó los rayos ultravioletas a la intensidad precisa sobre todo el planeta. Los parásitos murieron y acabaron así con aquella locura colectiva que había estado arrasando la Galaxia. Misión cumplida, pero ¿a qué precio? Jim se balanceaba en su silla de mando rozándose el mentón. Pavel le observaba desde su puesto de artillero, sabía lo afligido que estaba por todo lo que había pasado.

    De pronto las puertas del ascensor se abrieron y Spock entró al puente seguido del doctor McCoy.
- ¡Spock! - Exclamó Jim saltando de su silla.
- Estoy bien, Jim. He recuperado la vista.

    El capitán se acercó a su marido y comprobó encantado que era cierto. Sus ojos otra vez brillaban repletos amor devolviéndole la mirada.
- ¿Cómo es posible? - Preguntó al tiempo que le abrazaba con inmensa alegría.
- La siempre sorprendente fisonomía vulcana, Jim. - Explicaba McCoy con una sonrisa. - Nuestro Spock cuenta con un doble juego de párpados que le protegió de la luz, la ceguera sólo ha sido temporal.
- ¿Doble juego de párpados? No sabía eso... - Jim le observaba los ojos totalmente pasmado.
- Incluso yo lo había olvidado. Es algo con lo que mi raza cuenta desde tiempos muy remotos, cuando el sol de Vulcano era demasiado intenso al medio día durante la estación estival. - Aclaró Spock acariciando la preciosa cara de su esposo.
- Pero... ¿A ver? ¡Parpadea! - Le instó Jim incrédulo.
    Spock obedeció y cerró muy despacio sus párpados, mostrando una telilla que se plegaba verticalmente en torno a sus globos oculares.
- ¡Eres como un gato! - Rió Jim abrazándole de nuevo.
- Gracias por la comparación, los felinos siempre han sido mis animales favoritos. - Spock correspondió apretándole contra su pecho con una sonrisa en los labios.




                    Horas más tarde un alucinado Peter Kirk, sentado sobre las rodillas de su tío Jim, no podía creer lo que estaba viendo en el monitor de la sala de reuniones de la cubierca C.
- ¡Sois tú y Spock...! Sólo que más mayores... ¿Cómo es posible?
- Universos paralelos, Peter. - Explicó Spock. - El embajador y el almirante somos nosotros sí, pero pertenecen a otro mundo. Una línea temporal distinta, en el futuro.

    El niño seguía sin comprender bien todo aquel galimatías, pero los gestos, las miradas del aquellos dos hombres eran las mismas que las de sus tíos. Eran ellos, no cabía duda.
- ¿Quieres venir a Nuevo Vulcano a vivir con nosotros? - Le preguntó el almirante con una abierta sonrisa.
- Nada me gustaría más... tío Jim. ¿Puedo llamarte así? - Peter se rió. Ahora tenía dos tíos Jim, lo cual le parecía divertido.
- Por supuesto, cariño. - Respondió el viejo Kirk.
- Cielo, ¿por qué no vas a merendar algo al comedor? Gira a tu derecha y la segunda puerta... Spock y yo iremos enseguida.

    El pequeño pelirrojo asintió. Saludó con la mano a aquellos dos hombres a través de la pantalla y obedeció a su tío saliendo de la sala.

- ¿Y Nirshy? - Con los ojos entrecerrados, el almirante casi no se atrevió a formular la pregunta.
- No puedo... yo... - Jim bajó la mirada hasta el suelo, ocultando unas lágrimas a punto de brotar.
- Mi sa-telsu no quiere separarse de ella. Permanecerá a bordo con nosotros. - Respondió Spock acariciándole los hombros con ternura.
- Como deseéis, Spock. - Dijo el embajador con su habitual tono calmado. - A mí me resultó muy duro separarme de nuestra hija, pero impuse mi lógica y consideré que estaría más segura con mis padres en Vulcano. Jim es humano, entiendo que no pueda hacer lo mismo.
- ¿Cómo se encuentra mi padre? - Preguntó Spock tratando de cambiar de tema.
- Está bien. Le veo casi cada día en el Alto Consejo. Sarek está deseando conocer a su nieta en persona. Imagino que nos haréis una visita en cuanto os sea posible.
- De momento no, embajador. - Intervino Jim. - Peter llegará ahí en unos días. Vamos a dejarle en la estación estelar más próxima para que salga en el primer transporte hacia Nuevo Vulcano.

    En sus ojos azules, húmedos y brillantes, se reflejaban sus dudas. No estaba seguro de haber tomado la decisión correcta al negarse a separarse de Amy. Prefería no acercarse a Sarek ni a sus yos alternativos por ahora. No quería arriesgarse a considerar seriamente la posibilidad de dejarles allí a su bebé, no quería ni pensar en eso.
- Yo tuve que dejar a Peter en la colonia terrestre de Ceti Alfa IV, con un primo segundo de mi padre. Cuando terminamos la misión, Spock y yo nos trasladamos a la Tierra. Peter vino a vivir con nosotros y con Nirshy... - Los ojos se le humedecieron por la nostalgia. - Entró en la Academia de la Flota y...
- ¡Jim, ya está bien! - Le interrumpió su marido con brusquedad. - Dejemos a los chicos descubrir su propio futuro, ¿no te parece?

    Los cuatro se rieron y se despidieron afectuosamente. Era mejor no saber nada más acerca de lo que les esperaba.

- Spock... - Dijo Jim abrazándose a su esposo una vez habían cortado la comunicación con Nuevo Vulcano. - ¿Crees que hacemos bien en conservar a Amy a nuestro lado?
- Es la única alternativa. - Le respondió consciente del sufrimiento que la separación de la pequeña supondría para su sa-telsu.
    Jim se apretó con fuerza contra su pecho. Se sentía seguro allí, envuelto en el cálido y fuerte abrazo de su t'hy'la.



                En el comedor, Sulu observaba con atención a su amigo que sostenía a Amy en el regazo mientras Peter le hacía monerías a su primita. ¿Qué pasaría por su cabeza? Pavel parecía muy cambiado. La enfermera Chapel se llevó a los niños a una sala de recreo y aprovechando que se habían quedado a solas el piloto se decidió a hablar del delicado asunto con su compañero.
- Desde que Marta se marchó tu actitud ha cambiado, Pavel. Pareces más tranquilo, más... ¿maduro?
- He asseptado el wínculo que me une con Amy, Sulu. Eso es todo.
- Pero... ¿Qué vas a hacer, amigo? Ella es solamente un bebé...
- Esperar.

    Sulu vio la convicción en sus ojos aguamarina. Estaba muy cambiado. Ya no era el chiquillo impulsivo y nervioso que había conocido en la Academia.
- Pavel, tienes dieciocho años. No puedes....
- Dissinueve. - Le corrigió. - Y sí puedo. Me mantendré sélibe hasta que Amy se convierta en mi esposa. - Sus palabras sonaron firmes y sinceras.
- Vamos, Chekov, por favor... ¡Eres un muchacho! ¿Vas a desperdiciar tu juventud esperando algo que tardará tantos años en suceder? Y eso si es que al final ocurre, claro...
- ¡Es mi t'hy'la! - Alzó la voz para reafirmarse. - Le seré fiel toda la vida.

    Sulu se quedó de piedra ante aquella afirmación. El joven alférez se levantó para salir del comedor.
- No estaré con nadie que no sea Amy, Sulu. Es lo que significa amar a alguien. Si no lo comprendes, lo siento mucho por ti. - Le dijo negando seriamente con la cabeza.

    Abandonó la sala dejando a Sulu convencido de que el niño ruso se había hecho un hombre.

Notas finales:

Gracias por leer, y por comentar. Espero que os guste.


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