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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Jim y Spock comparten algo con Pavel: a su hija Amy, que resulta ser un bebé muy generoso.

Defensa siciliana



                                                         Al anochecer, las luces en las cubiertas del Enterprise se atenuaban para mantener los biorritmos de la tripulación, en su mayoría terrícola. La actividad también descendía en su ritmo, a no ser que hubiese algún tipo de alerta a bordo. Era el momento del descanso, de compartir experiencias y opiniones entre los compañeros de misión, afianzando la unión que crecía entre ellos con el transcurso del tiempo.

    McCoy posó una botella de brandy añejo sobre la mesa, junto al tablero de ajedrez tridimensional. De un lado Spock, del otro Jim... ambos mirándose con desafío. A Spock le tocaron blancas e inició la partida con una defensa siciliana, dando a entender que se avecinaba una compleja y peligrosa lucha en la que ambos lados podían jugar a ganar.

    Chekov se quedó presente en esta ocasión, sentado informalmente sobre la propia mesa, a la derecha del capitán. Nyota y Christine se llevaron a la pequeña Amy para acostarla. Era tarde y empezaba a protestar con un llanto incipiente que no llegaba a cuajar.
- Buenas noches. – Dijo Chapel despidiéndose con la pequeña en brazos. - Me quedaré con ella en la enfermería hasta que os vayáis al camarote.

    Jim se inclinó sobre su bebé y la besó en la frente. Ya casi estaba dormida. Spock hizo lo mismo. Pavel se limitó a acariciar su manita y despedirse mentalmente con un “dulsses sueños, mi t'hy'la”.

- Así que defensa siciliana, mi amor... - Dijo Jim antes de posicionar su peón negro en 1C5.
- La cosa se pone interesante. - Comentó McCoy con una divertida sonrisa. - Pavel, imagino que tú sabrás de esto más que yo... - Dirigió su mirada pícara al joven genio.
- Claro, doctor. ¡El ajedress es un invento ruso! - Exclamó orgulloso de su pueblo.

    Jim le miró riendo y le tomó la mano con su derecha mientras Spock meditaba su siguiente movimiento. La acariciaba con cariño, jugueteando con los dedos pero sin apartar la vista de los escaques. Lo hacía de manera inconsciente, pensando en cómo ocupar el centro del segundo tablero con sus piezas para asegurarse la victoria frente a su marido.
- ¿Jim...? - Musitó Spock mirándole la mano de reojo.

    Sin querer el capitán había unido sus dedos índice y corazón a los de Pavel. Al ser consciente de ello volvió a estrecharle la mano encerrándola en la suya con firmeza.
- Lo siento, no me he dado cuenta... - Pensó dirigiéndose exclusivamente a la mente de su esposo. - No es... Spock, no ha sido como cuando tú y yo...

    Spock le mostró una ligera sonrisa. Ni por un momento había sentido nada parecido a unos celos. Simplemente le llamó la atención la forma en que su sa-telsu mimaba al joven alférez. Desde su experiencia en la nave oscura, quizás incluso antes, desde que en Metafisto Pavel sintiera el tel con Amy, la relación entre los tres se había vuelto más estrecha, más íntima. Incluso McCoy se daba cuenta de ello.
- ¿Me estoy perdiendo parte de la conversación? - Preguntó cínico el médico sirviendo tres vasos de brandy.
- Ni hablar, nada de telepatía... - Sentenció Jim. - Eso sería hacer trampas, ¿no Spock?
- No intentaré leer tu mente si tú no intentas leer la mía. - Le respondió su marido levantando su ceja izquierda.
- ¡Eh! ¡Alto! - Dijo Jim deteniendo una copa que McCoy tendía a Chekov. - ¡Que aún no ha cumplido los veintiuno! - Rió.
- ¡Oh, capitán! - Alegó el muchacho tratando de alcanzar el brandy. - ¡Aún si fuera vodka! Esto es ssumo para niños...
- ¿Zumo? - Se sorprendió el médico.
- ¡Está bien! - Jim permitió que le llegase la bebida. - Adelante, pero un sorbo nada más, Pavel.

    El joven devolvió la sonrisa al capitán y tomó un largo trago de aquel líquido dorado que le quemó por dentro.
- Es agradable... - Disimuló su calor con una risa nerviosa y entregó el vaso al capitán.

    Jim se carcajeó palmeando la rodilla del chico. Lo cierto es que no podía dejar de tocarle. Necesitaba mostrar físicamente, de alguna manera, lo mucho que le apreciaba... lo preocupado que estaba por él. Y Spock se daba perfecta cuenta de todo sin necesidad de leer su mente. Vio la sonrisa desvanecerse en los labios de Jim conforme se acercaba el vaso para saborear el brandy que Pavel había probado.
- Veamos... - Dijo soltando la bebida y centrándose de nuevo en la partida. Su mano seguía apretando y acariciando la rodilla del artillero. - Creo que voy a fastidiarte un poco, Spock.

     Jim movió su alfil a 2D5 impidiendo así la simetría en el juego.
- ¡Uuuuuh...! - Soltó el doctor con su sonrisa más burlona dirigida al vulcano.

    Jim de nuevo rozaba la mano de Pavel e inconscientemente adoptaba la posición de ozh'esta.
- ¡Ya está bien, Jim! ¿No crees que es suficiente? - Ahora sí estaba molesto.
    
    Pavel apartó su mano y se sonrojó. Estaba dispuesto a marcharse pero Jim se lo impedía con un gesto: sujetaba sus piernas apoyando el brazo derecho sobre sus rodillas. McCoy no acababa de entender la situación pero algo en su interior le decía que debería dejarles a solas a los tres.
- Creo que es hora de que me vaya a la cama, chicos... - Dijo levantándose y cogiendo la botella.
- ¡Ni hablar, el brandy se queda! - Le miró Jim con su traviesa sonrisa de medio lado. - ¡Te lo confisco! Sé que escondes más... - Dijo arrugando la nariz.
- De acuerdo. Buenas noches... Ya me dirás quién gana la partida, Chekov. - La mueca divertida en su cara daba a entender que no se refería al ajedrez precisamente.

    Durante unos segundos que a Pavel se le hicieron eternos, Jim y Spock se sostuvieron la mirada con tensión.
- Spock... no es eso y lo sabes. Mis sentimientos hacia Pavel son más bien... - Buscó la palabra apropiada en su mente. - ¡Paternales! Eso es. Siento que le quiero y que deseo protegerle, ayudarle...
- Jim, yo... - Chekov no sabía qué decir. Hubiera deseado simplemente no estar allí.
- Lo sé, y lamento la salida de tono. - Se disculpó Spock. - Mi raza es muy posesiva en las relaciones de pareja. No lo puedo evitar.
- Tú también sientes lo mismo, ¿verdad? - Le preguntó Jim volviendo a sobar la rodilla del ruborizado muchacho.
- Sí... - Reconoció su marido. - El tel que te une a nuestra hija también te ha vinculado a nosotros, Pavel.
- Voy a serte franco, muchacho. Y espero que no te enfades con Sulu por esto pero... - Jim le miraba con sus ojos azules rebosantes de compasión, - que te hayas propuesto serle fiel a Amy hasta que sea mayor no me parece una buena idea, ¡en absoluto!
- Sabía que él te lo contaría... - Dijo Pavel bajando la mirada avergonzado. - A todo el mundo le preocupa cómo llevo mi unión con la niña... ¡Ni que fuera un asunto tan importante! - Ser el centro de los rumores en la nave no era de su agrado.
- Lo que sí es, – intervino Spock con seriedad, - es asunto tuyo. Eres tú quien debe decidir, es de tu vida de la que se trata.
- Sólo eres un muchacho... - Dijo Jim levantándole la barbilla con delicadeza y buscándole la mirada. - No puedes hacerte eso, Pavel. Estamos hablando de años de celibato, ¡por todos los dioses!

    Chekov inclinó la cabeza a un lado con infinito amor en sus ojos que, bajo la suave luz de la habitación de recreo, adquirían una tonalidad verdosa en el iris.
- Desde que tú sentiste el vínculo con Spock hasta que te entregaste a él... ¿cuánto tiempo pasó? - Preguntó Chekov, tratando de hacerse entender.
- Unos meses... - Respondió Jim. - No lo sé exactamente...
- Ciento veintiocho días. - Contestó Spock.
- ¿Los contaste? - Miró con breve sorpresa a su marido. - Bueno, si tú lo cuentas todo... - Sonrió.
- Y en ese tiempo... - Continuó Pavel con su argumentación. - ¿Estuviste con otra persona? ¿Le fuiste infiel?

    Jim se sonrojó. No sabía si responder a aquella pregunta. Mirando a Spock se mordió el labio.
- ¡Está bien! - Admitió al fin. - Sí, bueno yo... me emborraché y me acosté con una alienígena... ¡Ni siquiera sé de qué especie era! Tenía tres pechos, de eso sí me acuerdo...
- ¿Hiciste eso, t'hy'la? - Spock desconocía aquel detalle, evidentemente no le hacía ninguna gracia.
- ¡Soy humano, Spock! No sabía lo que estaba pasando entre tú y yo... No entendí nada de lo que sentí en Rigel XII... Y estaba borracho como una cuba. Cuando me duché por la mañana vi el tatuaje que me había hecho.. ¡Ni siquiera hoy puedo recordar exactamente qué pasó aquella noche! - Jim no dejaba de excusarse, nervioso. Pero se calmó de repente cuando vio que Spock le sonreía con ternura desde el otro lado del tablero.
- Te sentiste mal. - Dijo Pavel. - Por haberle sido infiel a Spock, aunque aún no supieras que era tu destino estar con él.

    Jim lo comprendió. Pavel no sólo se había propuesto fidelidad a Amy... es que no podía hacer otra cosa.
- Brindemos... - Propuso Jim llenando los vasos. - ¡Por el tel! *(vínculo)

    Los tres bebieron y rieron, compartiendo sus vivencias y sus sentimientos... hasta que la botella acabó vacía y Jim pronunció su ya clásico Jaque Mate. Para entonces estaba borracho y aún así había ganado la partida.
- Buenas noches, Pavel... voy a llevarme a mi sa-telsu a la cama... - Dijo Spock ayudando a incorporarse a su mareado marido.
- Demasiada información Spock... - Bromeaba Jim. - ¡Tenemos que recoger a Amy de la enfermería... debe ser tardísimo!
- ¡Iré yo! - Se ofreció Pavel encantado de poder tomar a la niña de nuevo entre sus brazos. - Conosco la clave de tu camarote, Spock... Dejaré a mi t'hy'la en su cuna. Tú deja al tuyo en la cama.


            
                Pavel posó a la pequeña en su cunita de madera extraterrestre y no pudo evitar escuchar los gemidos que llegaban del otro lado de la puerta secreta.
- No, Amy... - pensó - no puedes hasserme esto...
    La niña estaba transmitiéndole las sensaciones que sus padres experimentaban en la otra habitación.
- Te he ganado y quiero mi premio... - Susurraba Jim al oído de su esposo.
    Sujetándole por la cintura le daba la vuelta al tiempo que lamía toda la piel de su espalda, deteniéndose con lujuria en la parte que escondían los glúteos.
- Amy... No, esto no está bien... no puedo quedarme aquí... - Chekov quería salir del cuarto pero la niña le retenía enviándole la imagen de Jim abrazando y apretándose contra el cuerpo desnudo de su papi.
- ¡Ah... Jim...! - Gemía Spock al sentirse lleno por el miembro de su marido, ocupando todo el espacio en su interior.

    Pavel no pudo más y salió corriendo hacia su camarote. ¿Por qué la niña había insistido en mostrarle aquello? Tal vez deseaba satisfacerle así... con el placer que sabía que necesitaba y del que sus padres estaban disfrutando en aquel momento.

        Una vez a solas, en su cama, el joven alférez se desnudó y se acarició la erección que el gozo de Spock y de Jim le había provocado... y por primera vez en su vida tuvo la idea de introducirse un dedo allí dentro... hasta notar la vibración... tan agradable... tan deliciosa... Estalló en un orgasmo, solitario sí, pero a la vez compartido... ¡Amy... mi t'hy'la...!



Notas finales:

Gracias por leer... y gracias por comentar. De verdad espero que os guste.


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