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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Amy se ha vuelto una niña bastante traviesa, la verdad es que está para comérsela.

Jim y Spock se enfrentan a una de las misiones más difíciles a bordo del Enterprise. ¿Cumplirán con su objetivo o quedarán atrapados en territorio romulano, lejos para siempre de su pequeña?

 

Capítulo basado en el episodio “El incidente del Enterprise”, de la serie original Star Trek, escrito por Dorothy Catherine Fontana, quien, curiosamente, comenzó como secretaria de Gene Roddenberry.

Locura transitoria




- ¡Detente ahora mismo ahí, Amy o tendré que castigarte una semana sin postre! - Gritaba Jim por los pasillos de la cubierta C.
- ¿Cómo puede correr tanto con esas botas? - Se preguntaba Pavel casi sin aliento.

    Amy había cumplido ya dos años y era toda una experta en fugas. Salió de su cuarto, el antiguo camarote de Spock, con total sigilo y calzando las botas de su papi. Para cuando Pavel y Jim se dieron cuenta ya les había tomado ventaja.

    Spock se la cruzó por el camino y se echó a reír divertido al verla huir así.
- ¿Son mis botas? - Les dijo a su esposo y al alférez que venían detrás en la persecución.
- Sí... amor... - Jim recuperaba la respiración. - ¿Por qué no la has parado?
- Ya sigo yo... - Dijo Pavel rebasándolos a la carrera. - ¡T'hy'la párate!
- ¡A ver si la alcanzas... creo que va derecha al turbo ascensor! - Le animó Jim riendo.
- Iba a buscarte... Hay un comunicado de la Flota. Alto secreto. - Spock abandonó la sonrisa tornando su expresión en un gesto adusto. - Exclusivo para tus ojos y los míos.
- Tengo curiosidad. - Comentó Jim. - Vayamos a mi despacho.



                        La misión que les encomendaba la Flota en esta ocasión era muy complicada. Requería de una larga preparación por parte de Jim en los días previos y una posterior tarea de infiltración en el espacio Romulano seguida de una difícil labor de espionaje: había que colarse en una nave enemiga y robar su preciado dispositivo de ocultación, aparato que permitía al enemigo navegar invisibles hasta que tenían que disparar.
    


- El capitán está muy raro, Pavel. - Le comentaba días después Sulu, sentado frente a él durante el almuerzo. - ¿Tienes idea de qué le ocurre?
- Niet... Amy está bien, Spock también... - El muchacho pensaba si se le había escapado algo.
- Pues su comportamiento no es normal, me darás la razón. - El piloto se rascaba la barbilla con la mirada perdida. - ¡Esos cambios de humor, esos gritos! Nunca antes le habíamos visto así... no desde su embarazo.
- No creo que vayan a darle a Amy un hermanito... - Dijo para sí el alférez.

    Aquella misma tarde en el puente, Jim ordenó al navegante que se adentrase en la Zona Neutral Romulana. Todos le miraron atónitos.
- ¿Acaso no me ha oído, señor Sulu? - Gritó desde su silla de mando con auténtica cara de loco.
- Jim... no podemos violar el tratado con Rómulo sin autorización. - Le decía Spock desde su puesto.
- ¡Es una orden! - Volvió a gritar. - Tengo mis motivos...

    Sulu consultó con la mirada al comandante y Spock asintió. La Enterprise se adentró en el espacio prohibido y no tardaron en aparecer tres naves enemigas ordenando su rendición.
- ¡Malditos sean! - Gritó Jim. - Teniente, abra el canal...

    Uhura obedeció y en la pantalla principal apareció un rostro conocido.
- ¡Comandante T'rak! - Saludó Jim perplejo. - No esperaba volver a verla.
- ¡Ríndase capitán Kirk! Esto es un acto de guerra. - La voz de la comandante romulana sonaba firme. Una de sus cejas se levantó al ver la cara de Spock a la derecha del humano. ¿Quién es ese individuo? Debe ser vulcano, pensó.
- Le presento a mi primer oficial, el señor Spock. - Dijo Jim al ver cómo ella miraba a su marido.
- Creo, capitán, que tenemos que hablar. Rinda su nave y usted y su primer oficial serán transportados a bordo de la mía.

    Tras varios tira y afloja Jim dejó el mando al ingeniero Scott, exigiendo que dos de los hombres de T'rak fueran transportados al Enterprise simultáneamente, a modo de intercambio.

- ¡Ay, ay, ay... ay, ay... ay, ay! Esto no es bueno... - Murmuraba Pavel balanceando la cabeza de lado a lado.


                        Lo que no sabía nadie a bordo del Enterprise es que toda la operación había sido cuidadosamente elaborada por los dos en absoluto secreto. Jim debía parecer enajenado ante los ojos de todos, para que nadie fuese apresado o culpado por la violación del tratado si algo salía mal.

    A bordo de la nave romulana, capitán y primer oficial se sometieron a un interrogatorio de la comandante.
- La última vez que nos vimos ustedes me obligaron a salir de su espacio bajo la amenaza de ser destruidos si permanecíamos en él. - Hablaba con absoluta autoridad en sus palabras. - Obedecimos entonces. Ahora son ustedes los que se han infiltrado en nuestro territorio. ¿A qué es debido?
- Bueno, tenemos una avería... No ha sido intencionado, créame. - Mintió Jim descaradamente.
     T'rak no le creyó. Se acercó a Spock y le interrogó con la mirada.
- Los vulcanos no mienten, es sabido. Dígame, primer oficial... ¿está la nave Enterprise averiada?

    Spock adoptó un gesto honesto y le contó a la romulana que el capitán mentía. No había ninguna avería. La invasión de su espacio obedecía a una orden directa de su superior, quien no parecía estar en sus casillas. Como resultado Jim acabó en un calabozo. Fue arrastrado hasta allí por dos aguerridos guardas romulanos mientras no dejaba de vociferar improperios contra Spock acusándole de traición.
- Ahora que estamos a solas, dígame... ¿sería posible conocer al miembro de su tripulación que pasó meses dentro de aquella misteriosa nave del exterior de la Galaxia? - T'rak no dejaba de comérselo con los ojos mientras hablaba. Parecía estar coqueteando con el vulcano.
- Lo tiene ante usted, comandante. - Mintió.
- En tal caso, señor Spock, permítame invitarle a cenar y charlemos de tan sorprendente experiencia.
- Acepto gustoso la comida, señora. Pero me temo que sobre el tiempo que pasé en la nave oscura no podré satisfacer... - la romulana estaba cerca, demasiado, su aliento le rozaba la piel del rostro - ...su curiosidad. No recuerdo nada de todo aquello.
- Espéreme aquí, Spock. Voy a cambiarme. - Dijo señalando su uniforme. - Quiero que me vea usted como mujer, no como comandante de esta nave.
     Spock levantó su ceja izquierda y asintió, las manos entrelazadas a la espalda.



        
                        Entretanto, en los calabozos, Jim sigue con su numerito de locura y se hace daño estampándose a sí mismo contra el campo de fuerza de su celda. Los romulanos hacen que McCoy sea transportado a bordo para atenderle ya que desconocen la fisonomía humana.
- ¡Jim! - Le increpó el médico una vez los soldados le permitieron acceder al interior del cubículo. - ¿Qué demonios estás haciendo? ¿Se puede saber qué te pasa?
- Shhh... tienen el oído igual de fino que Spock. - Le susurró Jim.
- Voy a necesitar un disruptor... - Reclamó el médico. - ¡Vamos, muévanse y tráiganme uno!

    Los romulanos se alejaron de la puerta para buscar el aparato que reclamaba el doctor terrícola.
- Buena idea Bones... - Le alagó Jim. - Escucha, no hay tiempo. Pase lo que pase asegúrate de que Scotty saque de aquí la nave en dos horas como máximo.
- Pero Jim... - Protestó McCoy.
- Que Pavel se ocupe de llevar a Amy a Nuevo Vulcano si Spock y yo no regresamos. - En su voz sonaba la exigencia a la par que la desazón.
     El médico le miraba atónito. ¿Estaba hablando en serio?
- Jim... ¿vas a contarme qué está pasando?
- Tú júramelo, Bones... - Le apretó el brazo clavándole la mirada.
- Está bien, se hará como ordenas...

    T'rak, aún de uniforme, apareció acompañada de Spock y sus soldados justo a tiempo de presenciar un nuevo ataque de locura del capitán Kirk.
- Tú... maldito traidor... ¡Maldito! - Gritaba Jim a su primer oficial. - ¡Te mataré...! ¡Traidor de sangre verde!
- Abran la celda. - Ordenó la comandante.

    En un descuido de los soldados Jim se lanzó a atacar a Spock con los ojos llenos de ira. Éste no tardó en aplicarle la pinza vulcaniana sobre su hombro derecho, cerca del cuello, y Jim cayó inconsciente al suelo. McCoy le examinó y levantándose puso su mejor cara de pena para decir:
- ¡Está muerto, Spock!

    Spock levantó su ceja por un segundo para después observar la inquietante expresión de su amigo Leonard. Era evidente que quería sacar a Jim de la nave romulana. Y así fue. T'rak ordenó su inmediato transporte al Enterprise, quedándose a solas con el vulcano.
- Ahora está usted al mando de su nave, señor Spock. Acompáñeme a mis aposentos, he ordenado que nos lleven allí la cena.

        


                            Cuando Jim recobró la conciencia a bordo del Enterprise casi mata a Bones al darse cuenta de lo que había pasado.
- ¿Serás imbécil? - Le gritaba aún sacudiéndolo por los hombros. - Spock está solo allí... ¡Joder!
- ¿Y qué demonios sabía yo de vuestros malditos planes? - Se excusaba el médico intentando soltarse. - ¡Si hubieseis tenido el detalle de contarme lo de esta misión suicida!
- ¡Joder, joder, joder...! - Jim tenía que pensar en algo... ¡Y pronto!


                
                        La comandante T'rak se había puesto un delicado vestido de rayas azules, negras y blancas, que la envolvía en sensuales diagonales marcando cada curva de su cuerpo, dejando al descubierto unos hombros redondeados y suaves. Agitó su negra melena al tiempo que reía al ver la cara de sorpresa del vulcano.
- He oído que ustedes se comprometen una vez para toda la vida... - Dijo acercándose a Spock, de nuevo violando su espacio personal.
- Así es, comandante.
- Y... ¿Es usted soltero? - Preguntó directa.

    Spock dudó por un momento. Decir que no supondría el final de los coqueteos, y aquello podía serle útil si quería escapar con vida de la nave romulana. Mintió de nuevo.
- Aún no he tomado... esposa. - Respondió después de tragar saliva.

    Aquello le pareció irresistible a T'rak que lo interpretó como timidez y continuó con su ataque siendo más directa si cabe.

    Juntó sus dedos índice y medio y acarició la mano de Spock. Tras un momento de indecisión, éste correspondió en el gesto. Lo que estaba haciendo le revolvía el estómago. Aún así adoptó la posición de ozh'esta y acarició los dedos de la romulana.
- Ya eres el capitán de esa nave... - Le decía T'rak con su voz más seductora. - Podríamos navegar juntos, tú y yo...

    Spock bloqueaba su mente, era consciente de que los romulanos también son tacto telépatas. Ancestros comunes... Sin embargo sabía que todas aquellas sensaciones estaban siendo transmitidas a su t'hy'la, algo que no podía evitar: pensar en él.
- Jim... Jim... Lo siento Jim... ¿qué puedo hacer?

Notas finales:

Gracias a tod@s por leer, y por sus comentarios.

Espero que disfruten con esta historia tanto como yo al escribirla.

Dejo imagen de la comandante romulana tratando de seducir a Spock.


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