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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Jim no iba a tolerar que nadie se interpusiera entre su marido y él, mucho menos una zorra romulana...

 

Capítulo basado en el episodio “El incidente del Enterprise”, de la serie original Star Trek, escrito por Dorothy Catherine Fontana; de secretaria a guionista: un ejemplo a seguir.

Celos, celos, malditos celos




                                                    Jim, desesperado cual león enjaulado, consultaba el reloj sin dejar de caminar de un lado a otro de la enfermería: disponía de una hora y media para sacar a su marido de la nave romulana. Era el tiempo que tardaría en aparecer el Excelsior en la zona, si antes no informaba a la Flota del objetivo cumplido. Una vez llegasen allí no podría asegurar que Spock sobreviviera al ataque. Tenía que pensar en algo, ¿dónde estaba su famosa creatividad ahora?

    Pavel entró con Amy de la mano; la pequeña le había insistido en ir a ver a su a'nirhi *(papá). Jim la miró forzándose a sonreír.
- Pero... ¿qué hace aquí mi tesorito? - Le dijo poniéndose en cuclillas y abriendo los brazos.
- ¿Y Papi? - Preguntó la niña abrazándose a Jim.
- Tu papi no está a bordo... aún. - Le acariciaba el pelo, mirando con detenimiento sus pequeñas cejas picudas y sus orejitas puntiagudas.

     ¡Al fin! Una idea cruzó rauda su mente.
- ¡Bones! - Le llamó. - ¿Cuánto tardarías en hacerme parecer un vulcano?
- ¿Qué? - Acudió el médico a su lado.
- Opérame las cejas y las orejas, Bones. ¡Rápido!

    Jim dejó a la niña con un beso en la mejilla en los brazos de Pavel para conducir a empujones al doctor hacia el quirófano.
- ¿Te has vuelto loco del todo? - Le gritaba McCoy.
- Tú déjame como si fuese vulcano... ¡O romulano! - Le pidió con un guiño y su pícara sonrisa de medio lado.



- Jim... Jim... lo siento... - La voz de Spock en su cabeza y las imágenes de su mano... ¿unida a la de T'rak?
- ¡No! - Gritó cuando el médico se proponía empezar a trabajar en su cara.
- ¡Aclárate, Jim! - Chilló McCoy sobresaltado con el bisturí en la mano. - ¿Te opero o no te opero? La anestesia local no durará mucho, te he puesto lo mínimo como me pediste. ¡Y maldita sea, Jim...! ¡Soy médico... no carnicero!
- ¡Hazlo de una puta vez, Bones! - Su lengua delataba el enfado que estaba sintiendo, pero no se molestó en darle explicaciones a su amigo.

    Amy estaba intranquila, Pavel apenas podía controlarla. Rompió a llorar queriendo seguir a su papá y al loco doctor que tanto la hacía reír con sus cosquillas cuando la examinaba.
- No, t'hy'la... - Le decía Chekov. - No puedes entrar al quirófano...
- ¡Papi... papi...! - Repetía en su llanto.
     Pavel la tomó en sus brazos y trató de calmarla. Se le encogía el corazón con sus lágrimas.
- Shhh, mi vida... ¡Papi volverá pronto!

    Cuando al rato McCoy salió de la sala de operaciones seguido de Jim, la niña se calmó al verles. Miró a su papá con los ojos totalmente abiertos. ¿Qué le había pasado en la cara?
- ¿A'nirih? - Preguntó mirándole embobada.
- Pavel, acompáñame a la sala del transportador. - Ordenó mientras secaba las húmedas mejillas de su hija con una caricia de su mano. - Quiero que me dejes dentro de la nave romulana.
- Tendrás que ponerte lentillas, Jim... No hay romulanos con los ojos assules.
    Chekov tenía razón. Bones buscó unas marrones en el dispensario y Jim se las terminó de colocar justo antes de que sus moléculas se materializasen en un pasillo de la nave enemiga.




                            Spock no sabía ya qué hacer para detener a la comandante romulana. La mujer estaba resultando imparable en su intento de conquistarle. Le deseaba. Como compañero, como igual, como amante... Cerró los ojos y se dejó besar por T'rak, ¡en los labios!
- Sé que los vulcanos no acostumbran a unir así sus bocas pero... - Le acariciaba la barba con lujuria mientras se excusaba. - No he podido resistirme. En Rómulo tenemos otras costumbres, Spock.
- Quizás acaben gustándome. - A lo que se estaba haciendo era a mentir.

    En su mente supo que Jim estaba otra vez a bordo de la nave romulana. Pudo sentir su presencia... y sus terribles celos.
- Jim... no podía hacer otra cosa. - Pensó. - La tendré entretenida hasta que consigas el dispositivo... He visto en su mente el pasillo donde se encuentra la sala del ocultador.

    Le envió la imagen mental para guiarle y, antes de que T'rak se diese cuenta de lo que estaba tramando, tomó de nuevo su mano en ozh'esta y la rozó de abajo arriba al modo vulcano. La respiración de ella se volvió más agitada. Se estaba excitando. No era precisamente el efecto que buscaba Spock.


                        Jim pasó por delante de un guardia en el pasillo donde se suponía que estaba instalado el artefacto que debía robar.
- No puede entrar ahí, sólo personal cualificado. - Le detuvo señalando el color dorado de su uniforme romulano. Al parecer Jim no llevaba en su disfraz la insignia roja científica necesaria para acceder al lugar.
- La comandante T'rak en persona me ha ordenado venir. Debía comprobar que sus órdenes se siguen correctamente. - Puso su mano sobre el robusto brazo del guarda. - ¡Bien hecho!

    Se dio media vuelta y con un rápido giro golpeó en la mandíbula al romulano con una patada de kárate que le había visto a Sulu en el gimnasio. El golpe le hizo caer inconsciente. Jim le quitó el arma y escondió el cuerpo tras una columna.
- Estoy en la sala del dispositivo de ocultación... - Pensó dirigiéndose a su marido. - ¡Ya puedes dejar de sobarla, Spock!
- No sé cómo parar esto, Jim... T'rak parece decidida a...

    Jim intentaba desenroscar el aparato con las dos manos mientras a su cabeza le llegaban imágenes de la comandante romulana acariciando el pecho de su marido. Se mordió los labios con fuerza. Tanta que un fino hilo de sangre le mojó la barbilla. Ahora Spock le quitaba el vestido...
- ¡Oh basta! No puedo mirar... estoy perdiendo el control. ¡Para de una vez, Spock o te juro que voy para allá y me la cargo!

    El capitán, lleno de rabia, acabó arrancando el artilugio de un tirón, imaginando que era la cabeza de aquella zorra romulana. Al hacerlo empezaron a sonar las alarmas y T'rak volvió a subirse el vestido para correr a toda prisa hacia aquel mismo pasillo.
- Comandante, el ocultador... ¡Ha sido robado! - Le informó el soldado al que Jim había pateado.
    T'rak se volvió hacia Spock con ojos de sospecha. Entró a la sala donde estaba instalada la máquina justo a tiempo de ver desaparecer a un disfrazado James Kirk ante sus ojos.
- Pavel... transporta a Spock... ¡ahora! - Ordenó Jim cuando sus moléculas empezaban a desintegrarse.
- ¡No! - Gritó T'rak lanzándose a los brazos del vulcano.

    Los tres aparecieron en las plataformas circulares del transportador ante los incrédulos ojos del joven alférez. Al ver que su marido no había llegado solo, Jim echó la cabeza hacia atrás con una forzada carcajada. ¡Perfecto! Una rehén. Pensó.

- Pavel, al puente. Destruye su nave si es necesario. - Abrió el comunicador y continuó con su voz de mando. - Aquí Kirk... Scotty, baja a ingeniería, tengo un cacharro nuevo que quiero que pruebes. Uhura, envía la clave 10-001 a la Flota. Ah, y dile a los romulanos que tengo a su querida comandante T'rak a bordo, además de los dos suboficiales que nos enviaron como intercambio... más tarde negociaremos su liberación. Sulu... tú saca al Enterprise de la Zona Neutral... ¡Nos vamos a casa! Kirk, fuera.

    Miró a la romulana que aún se aferraba al cuello de Spock y, agarrándola de un brazo, la apartó con violencia de un empujón.
- ¡Deja ya de tocar a mi marido! - Le gritó furioso.

    T'rak no podía creerlo. ¿Había dicho aquello el capitán Kirk? ¡Un humano... casado con un vulcano! No podía ser cierto...

    Para que a la romulana se le quitasen todas las dudas, Jim tomó a su esposo y primer oficial por la cintura y le besó en los labios apasionadamente. Sintió su calor, quemaba... Le miró a los ojos y supo que se acercaba la fecha de su aniversario de boda.

- ¿Pon Farr, mi amor? - Le preguntó mentalmente mientras dos hombres de seguridad, con jersey rojo, se llevaban a la prisionera a las celdas de la cubierta A.

    Spock asintió y mostró lentamente una sonrisa que hizo que Jim se pusiera cachondo. Volvió a besar aquella boca, devorándola con ansia.
- Jim... - Les interrumpió McCoy que acababa de entrar a la sala. - Será mejor que te vuelva a operar, a no ser que quieras quedarte con esa cara permanentemente... - Bromeó.
- ¡Papi! - Gritó Amy que había seguido al médico sintiendo la presencia de sus padres a bordo.
    Spock abrió los brazos y, tomando a la niña, la levantó por encima de su cabeza para besarla en la frente. Su pequeña reía feliz por tenerle de vuelta.
- Vamos, Bones. Devuélveme mi cara... voy a necesitarla más tarde. - Salió cogido del brazo de su amigo, girándose en el último momento para sonreír y guiñar un ojo a su marido y a su hija.



                            Aquella noche, en el camarote del capitán, ambos renovaron el vínculo que les unía de por vida. Mantenían la mirada fija el uno en los ojos del otro. Jim notaba la presión y el calor del cuerpo de Spock encima y dentro de él al mismo tiempo. La eternidad era ahora, todo su mundo entre sus piernas y brazos. Sentían el batir furioso de las olas del océano que compartían. Jadeaban de placer conteniendo el momento, aplazando una y otra vez el orgasmo. Aquello duraría horas... hasta el amanecer.
    



                                A miles de años luz de distancia, en un desconocido planeta desértico, un klingon de dos metros de alto vigilaba, armado, cómo se abría el criotubo y el cuerpo desnudo de un hombre de unos treinta años surgía entre el vapor helado que desprendía la cápsula.

    Piel blanquísima, torso liso y lampiño, pelo negro como la noche, con unos rebeldes rizos cayéndole sobre la frente... oscureciendo una mirada azul como el mismísimo hielo del ártico.

    Unos labios carnosos y amoratados aún por el frío se separaron para tomar una bocanada de aire caliente.

    El hombre miró a su alrededor. Aquel klingon no sabía lo que le esperaba... a Khan no le gusta que le despierten.

 

Notas finales:

Gracias por seguir leyendo... gracias por comentar. Espero que os guste.


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