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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

“Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas” y su continuación, “Alicia a través del espejo” son mis cuentos favoritos. Esto es un pequeño homenaje a la prodigiosa fantasía del diácono anglicano.

 

Algo ocurre en el camarote de Spock pero todos llegan tarde para evitarlo.

 

Este capítulo contiene referencias al episodio “El lobo en el redíl” de la serie original Star Trek, escrito por Robert Bloch.

Llego tarde, dijo el conejo

 


                                                         Sulu no podía parar de reír. Su cuerpo estaba literalmente doblado por los espasmos de la risa, le dolían los músculos del abdomen y las mejillas. Scott le miraba con una mueca entre extrañado y divertido. Le tendió la mano y el piloto se apoyó en él para recuperar la compostura. Secándose las lágrimas que las carcajadas habían hecho saltar, devolvió el apretón que terminó con un abrazo de oso por parte del ingeniero con fuertes palmetazos en la espalda de Sulu.

- Ah, amigo... ¡qué aventura! - Decía el escocés.
- Sí, ahora lo contamos y podemos reírnos pero... - Separándose un paso de su amigo le lanzó una mirada con la que, sin necesidad de palabras, le hizo entender que el asunto había sido serio.

    Acababan de sacar la cuna de Amy del camarote de Spock. Bueno, en realidad el cuarto de la niña. Hacía años que el comandante no dormía allí. La pequeña ya no la utilizaba y empezaba a ser un estorbo.
- ¿La usaréis tú y Uhura? - Le preguntó Sulu ayudando a cargar con el mueble hasta un almacén.
- Eso espero, y más de una vez... - Scott seguía pensando en la gran familia que planeaba crear con su prometida.
- Lo de Argellius II pudo costarnos la vida, Montgomery... - Recordó Sulu con gravedad en su voz. - Pero tienes una forma de contarlo que... - Volvió a reír.
- Aquella cosa... aquella horrible cosa... - Scott sintió un escalofrío al pronunciar su nombre. - ¡Redjac!
- Spock se deshizo de él dispersando sus moléculas en el espacio. Nadie volverá a oír ese nombre jamás. - Afirmó Sulu dejando la cuna en el suelo del turbo ascensor. - ¡Bodega! - Ordenó al aparato que al reconocer el término comenzó su desplazamiento hacia la derecha y luego hacia abajo, muy abajo, a lo más profundo de la nave.

    Argellius II era un mundo pacífico de influencia cultural oriental y dedicado al turismo hedonista. ¿Quién iba a imaginar que encontrarían allí al asesino de mujeres de Rigel IV, de Deneb II, de la Tierra... donde fue en la antigüedad conocido bajo el nombre de Jack el destripador?

    Cuando Scott fue acusado de haber matado a la preciosa bailarina en el planeta y a la teniente Tracy en el Enterprise, Sulu hizo todo lo que estuvo en su mano para demostrar su inocencia. Por supuesto Nyota tampoco le creyó culpable ni por un segundo, aunque todas las pruebas físicas indicasen lo contrario.

- Casi no lo contamos... ¡Aúpa! - Scott levantó la pesada cuna él solo para sacarla del ascensor mientras Sulu le sostenía las puertas abiertas. - Al saber que Redjac se había apoderado del ordenador central de mi preciosa nave yo...
- …sentiste un miedo cerval. Lo sé, todos a bordo lo experimentamos. Trae, deja que yo sujete por aquí. - Sulu agarró el mueble por el otro lado ayudando a su amigo.
- ¡Por una vez me alegré de notar el pinchazo de McCoy! - Exclamó soltando una sonora risotada.

    En aquella ocasión el médico tuvo que sedar a la tripulación para que dejasen de alimentar al ente con su miedo. Pinchó a todo el personal salvo a Jim, debido a su embarazo, y a Spock, que como comandante debía estar a pleno rendimiento para deshacerse del intruso.
- Una vez me dijo que le dieron calambres en el dedo de tanto apretar el émbolo del hipospray. - Comentó Sulu. - “¿Pretendes que propine cuatrocientos pinchazos? ¡Maldita sea, Jim... soy médico, no una grapadora automática!” - Imitó la reacción de McCoy cuando el capitán le contó la brillante idea que se le había ocurrido.

    Sus carcajadas resonaron por toda la bodega retumbando con la extraordinaria acústica. Guardaron la cunita en una caja presurizada para que la singular madera argeliana no se corrompiera. Scott pensaba de verdad utilizarla algún día para acunar a los cinco hijos que quería tener con Nyota. Sulu creía que cinco eran demasiado, sobre todo porque conocía bien a Uhura pero palmeó la espalda de su amigo y deseó ver al menos a un pequeño Scott morenito allí dormido.

    De pronto la luz cambió adquiriendo un inquietante tono carmesí: alerta roja. Los paneles parpadeaban por todas las paredes. Sulu y Scott se miraron el uno al otro con los ojos abiertos como platos y echaron a correr hacia el ascensor... estaba ocupado. ¡Maldita sea! Debían regresar a sus puestos a toda prisa así que iniciaron el ascenso por la escalera de mano, la ruta más directa... pero enormemente larga: ¡tenían que atravesar toda la nave!



                               En el puente el capitán miraba los puestos de Sulu y Chekov, ocupados por los alférez Lewis y Carroll respectivamente. Tomó nota mental para no volver a asignarlos al mismo turno. ¿Dónde se había metido Pavel? Seguramente estaba con Amy, llevándola a la enfermería para que Christine la cuidase durante la alerta. Entraría de un momento a otro por el ascensor, seguro. ¿Y Sulu? Le vio salir con Scott del comedor pero de eso hacía más de una hora.

- El ordenador vuelve poco a poco a su normal funcionamiento. - Informó Spock desde la consola científica.
- Bien... averigua qué demonios ha pasado. - Le indicó Jim.

    Las alarmas habían saltado hacía unos diez minutos, cuando el Enterprise detectó un transporte no autorizado en alguna parte de la nave. Al mismo tiempo todos los servidores de la computadora central fallaron haciendo imposible determinar qué o quién se les había colado a bordo, ni dónde. Jim seguía mirando las nucas de Carroll y Lewis y negando con la cabeza. Quería a su genio ruso y a su experimentado piloto japonés, necesitaba a los mejores. Aquellos nombres le recordaban el cuento que le leía a Amy cada noche: Alicia en el País de las Maravillas... Pensó en Sulu disfrazado de conejo blanco mirando su reloj y diciendo “llego tarde... llego tarde”. Tuvo un mal presentimiento, se le retorcieron las tripas y se dirigió mentalmente a Spock.

- ¡Pavel y la niña...! Mi amor... ¡algo ocurre!
- Señor, una sola persona transportada a bordo... aparentemente humano... se materializó en... - Uhura se llevó la mano a la boca, no podía ser lo que estaba viendo en su monitor, - ¡...el camarote de Spock!
- ¡Lewis! ¡Carroll! - Jim salía ya flechado del puente seguido de su marido, ambos con sus ceños fruncidos, lívidos de preocupación. - ¡Quedan al mando!

    El turbo ascensor parecía estar ocupado y Jim y Spock se dejaron caer hasta la cubierta C deslizándose por la escalera de mano. Corrieron a toda prisa hasta sus camarotes. Dos guardas de seguridad armados llegaron al mismo tiempo.

- Usted quédese aquí. – Ordenó Jim a uno de sus hombres señalándole la puerta de su propio camarote.
    El guardia le miró sorprendido pero no tardó en comprender que ambas habitaciones, la del comandante y la del capitán, debían estar comunicadas.
    A su señal Spock abrió la puerta del cuarto de Amy... el otro guardia entró detrás de él apuntando con su fáser. Jim cogió a la niña en brazos y se mantuvo agachado con ella, besándola y temblando por la emoción: estaba bien, a salvo, no le había pasado nada. Spock y el hombre de jersey rojo inspeccionaron la habitación. El vulcano abrió la puerta oculta y entraron al dormitorio del capitán. Nadie. Salieron por allí y el otro guarda ni se inmutó.

- ¿Qué ha pasado, mi tesoro? - Le preguntaba Jim sin dejar de apretarla contra su acelerado corazón.
    Amy se sacó el dedito de la boca y solamente dijo una palabra: “¡Pavel!”

    Sonó el silbido del comunicador. Spock respondió. Uhura desde el puente le informó que dos personas se habían transportado fuera de la nave desde aquella ubicación...
- ¿Amy? - Preguntó Nyota con voz temblorosa...
- Ella está bien, teniente... pero busca a Chekov, ¡localízale de inmediato! - Jim se había puesto en pie con la niña en brazos.
- No puede ser... no está... ¡Chekov no está a bordo, señor! - Nyota no podía sonar más alterada. - He buscado su patrón de ADN por toda la nave... ¡Simplemente ha desaparecido!

    Sulu llegó a tiempo de oír aquellas palabras saliendo por la boca de su compañera... ¿qué diablos había querido decir? Viendo que el sillón de mando estaba vacío se sentó en él. Necesitaba recuperar sus fuerzas... se había cruzado todo el Enterprise, de abajo arriba, por la escalera.

- ¡Spock...! - Jim le miraba aterrorizado. ¿Quién habría secuestrado a su joven genio?
- ¡Pavel... Pavel! - Repetía Amy como una cantinela sin cesar.
- Parece tranquila, no ha llorado... no está asustada... - A Jim le extrañaba todo aquello. - Si alguien ha entrado aquí y se ha llevado a Pavel, ¿por qué Amy no...?
- Tal vez fuese alguien conocido. - Dedujo Spock.
- Sé que no te gusta, que me dijiste que no te lo pidiese de nuevo pero... - Le acercó a la niña, era la única alternativa.
- Leeré su mente, Jim. Aunque no te prometo nada. Es muy pequeña y ve las cosas de una manera que yo ya he olvidado...
- Entiendo, los niños no miran el mundo como los adultos. Pero solamente busca al secuestrador... su cara...

    Spock asintió y posó su mano con cuidado sobre los puntos de fusión mental de la frente de su ko-fu *(hija). Como si estuviera al otro lado del espejo, los ojos de Khan, azul hielo, le miraban con sorpresa... a la par que una sonrisa escalofriante se le dibujaba en los carnosos labios. Amy no sentía miedo hacia aquel hombre. Unas palabras flotaban en su infantil cabeza: FEREIKES NIRSHTORYEHAT *(CRIATURA IMPOSIBLE). ¿Así la había llamado él? “Mi criatura imposible...” le pareció escuchar. Aquella voz... tan grave, tan masculina... La sangre se le congeló en las venas. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. Sintió ganas de vomitar y rompió la fusión mental de forma brusca.

- ¿Qué has visto? - Inquirió Jim.  - ¡Por todos los dioses del Universo... Spock! ¡Dime que has visto!
    Su marido le miró con los ojos llenos de oscuridad.
- ¡Khan! - Esa fue su respuesta.

Notas finales:

Gracias por leer. Me gustaría saber qué pensais de toda esta historia... así que gracias por comentar.

Espero que os guste, pero eso no significa que no acepte críticas... todo lo que ayude a mejorar mi escritura será bienvenido.


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