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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Khan contacta con el capitán Kirk y le expone sus condiciones para liberar a Pavel pero, ¿tiene claro cuáles son sus prioridades?

 

El limpiacristales y el bicho

 

“Y si el anhelo te lleva a navegar en mares tormentosos,

cuando las Pléyades huyan del poderoso Orión

y se hundan en las brumosas profundidades

y todos los borrascosos vientos rujan,

no sigas entonces con tu barco en el oscuro mar

sino, como te pido, recuerda trabajar en tierra.”


    - Hesíodo; Trabajos y días. -

 

                                                                       El Enterprise continuaba rumbo a Aldebarán cuando, nada más entrar en el cúmulo estelar de las Pléyades, un fallo en los motores detuvo bruscamente la marcha de la nave.

   - ¡Scotty...! - Llamó Jim pulsando el botón azul en el brazo derecho de su silla. - ¿Qué demonios está pasando ahí abajo?

   - Capitán, aquí Riley. El señor Scott está comprobando el núcleo... ¿cómo dice, jefe?

   - ¿Kevin? - Llamó Jim. Por el comunicaror se oían las voces de varios hombres en ingeniería, todos gritando a la vez en un incomprensible galimatías.

   - Señor, el jefe dice que hay un problema con los cristales de dilitio... que el virus acaba de causar un error de software. ¡Solicita la ayuda del señor Spock!

   - Baja ahí ahora mismo, amor. - Ordenó en un susurro a su marido.

   Spock salió flechado al ascensor para encontrarlo ocupado.

   - Revisaré su programación... - Dijo Uhura. - No es normal, debe estar afectado por el virus.

   El comandante se volvió y besó a Jim antes de dejarse caer por la escalera hasta la cubierta A. Al llegar vio que se había quemado las palmas de las manos con el roce. No le dio importancia y corrió en busca del jefe de ingeniería.

       Le encontró con un paño de microfibras en la mano. Revolvía en sus cajas de herramientas junto a su segundo, el teniente Riley, buscando un bote de higienizador por todas partes.

   - ¡Scott! ¿Qué necesitas que haga? - Preguntó el vulcano poniéndose a su disposición.

   - Ven conmigo... Tú sacas a ese bicho informático de la programación de los propulsores y yo me ocuparé del dilitio. ¡Kevin! - Gritó girándose mientras se alejaba del brazo del comandante. - ¡Encuentra de una vez ese maldito limpiador!

      Nada más llegar a la consola de los motores, Spock accedió con su clave de comandante al programa. Empezó a rastrear el error que había causado el bug, pulsando a toda velocidad sobre la pantalla digital sin apartar los ojos de ella.

    El escocés, bayeta en mano, se coló con los pies por delante por la estrecha abertura de su derecha. Riley llegó jadeando, a tiempo para alcanzarle a su jefe el frasco que le había pedido.

   - ¡Años estudiando la carrera de ingeniería para acabar de limpiacristales! - Protestó Scott antes de desaparecer por el hueco.

   Spock, sin perder de vista la pantalla, captó la ironía de la broma y soltó una carcajada. Bones tenía razón: la risa hace desaparecer las tensiones. El teniente irlandés, a su lado, le miraba atónito. Nunca había visto reír a un vulcano.

   - ¿Spock? - Gritó el ingeniero desde el otro lado de la pared, frotando ya los cristales con el paño. - ¿Esa era tu risa?

  - ¡Date prisa, Scott! - Contestó recuperando su habitual imagen profesional. - Jim quiere que arreglemos esto cuanto antes... ¡Lo tengo!

   El vulcano dio con el fallo y lo parcheó. Luego ayudó a salir a su amigo del ajustado acceso a los cristales de dilitio tirando de sus hombros con fuerza.

   - ¿Te he hecho reír, Spock? - Le preguntó con una mueca divertida y secándose las manos con el trapo.

   - Pon los motores en marcha antes de que se enfríen. Regreso al puente... - Le indicó echando a correr hacia el ascensor con la esperanza de que Nyota lo hubiese arreglado. Cuando iba a girar a su izquierda por la pasarela elevada se volvió un segundo. - ¡Limpiacristales! - Le gritó al ingeniero y volvió a reír.

   Scotty echó hacia atrás la cabeza con un gesto de complicidad. Lanzó el frasco de higienizador a su segundo, Riley, que lo cazó al vuelo.

   - Guarda esto en su sitio. - Le ordenó. - Voy a poner en marcha a esta preciosidad... - Dijo refiriéndose a su amada Enterprise.

 

 

                                                               Pavel se recreaba acariciando el pecho de Khan con las yemas de sus dedos. Notó que él no correspondía a las caricias y le miró a los ojos. Parecía ausente, taciturno. El chico sintió el impulso de besarle pero Khan le apartó y se puso en pie. Vistiéndose sin dirigirle ni una mirada se fue hacia la mesa. Tenía que hacer una llamada.

   - Ponte algo de ropa encima, no quiero que tu capitán se entere de lo que pasa entre nosotros. - Le ordenó con una voz distante, impersonal.

   - ¿Vas a contactar con el Enterprise? - Consultó cogiendo su ropa.

     Khan se giró sin decir nada. Al ver al muchacho subiéndose los pantalones cerró los ojos y dejó escapar un suspiro. Pensó en su tripulación, dormidos, indefensos en manos de los klingons. Tenía que recordar que ellos eran su prioridad, no Pavel.

   - ¿Podemos empezar? - Le preguntó con cinismo. - Te advierto que voy a ser muy duro.

   - Estoy listo... - Murmuró Pavel situándose a su lado.

    Khan le acarició la cabeza, después pulsó el botón del comunicador y su mano se cerró con fuerza atrapando el pelo del alférez y tirando de él violentamente.

   - ¡Capitán Kirk...! - Llamó su atención. - Como puede ver tengo en mi poder a alguien muy especial para usted...

   - ¡Pavel! ¿Estás bien? ¿Te ha hecho daño? - Jim había saltado de su silla al ver la imagen en el monitor principal.

   - ¡Ha violado los códigos de acceso! - Exclamó Uhura con sorpresa, pues no había detectado la comunicación al llegar. De inmediato se puso a investigar su procedencia.

   - ¡Estoy bien, Jim! - Gritó Pavel. Khan le tiró más fuerte del pelo y le obligó a arrodillarse a su lado.

   - ¡Cállate gusano! - Le ordenó. - Kirk, tendrás que cumplir con mis condiciones si quieres volver a verle con vida... - Amenazó.

   - ¡Basta! Te daré lo que sea... pero no le hagas daño, por favor. - Le suplicó Jim agarrándose a la mano de Spock a su derecha.

   Khan sonrió, consciente de estar al mando de la situación. Podía ver a Uhura por detrás del capitán, tecleando furiosa en su consola de comunicaciones. Soltó una carcajada que helaría la sangre de todos los presentes en el puente.

   - Puedes rastrear la llamada todo lo que quieras, bonita... ¡No va a servir de nada!

   Uhura tembló al oírle; de momento Khan tenía razón y sus esfuerzos estaban resultando en vano. Aún así no se rindió.

   - ¿Qué es lo que quieres? ¿Por qué te has llevado a mi artillero? - Le gritó Jim.

   - Para que tú... - pronunció el pronombre con énfasis, - …averigües dónde se han llevado los klingons a mi tripulación y recuperes los criotubos. Les intercambiaré por Pa... - Se mordió el labio callando el nombre. - ¡...por tu puto niño ruso!

   Khan tragó saliva y tiró del pelo de Pavel. Él gritó, le estaba haciendo daño. Entonces Khan levantó su mano y le derribó con una tremenda bofetada que le rompió el labio al chico y casi le deja inconsciente. Pavel se acurrucó en posición fetal sobre el sucio suelo, llorando por el dolor que estaba sintiendo en su boca, pero sobre todo por el que pudo ver en los ojos de Khan al pegarle.

   - Temê kono-yarô!” *(¡Hijo de perra!) - Gritó Sulu poniéndose en pie lleno de ira y levantando un puño apretado contra la pantalla.

   Khan entendió sus palabras y le miró de medio lado, torciendo levemente la cabeza.

   - Volveré a llamar, Kirk... ¡Medita bien tu respuesta! - Khan cortó la comunicación.

   - ¡Mierda! - Gritó Nyota en su puesto. Se giró para mirar al capitán con los hombros encogidos y las palmas de las manos hacia arriba. - Imposible localizar su origen, Jim. Lo siento...

   - No es culpa tuya. - Le dijo Spock empezando a acariciar los tensos hombros de su esposo.

 

          Khan no se detuvo en apagar el ordenador a pesar de la poca batería que le quedaba. Corrió a socorrer a Pavel que le miró con los ojos aún llenos de lágrimas.

   - Te dije que iba a ser duro. - Le cogió la cara por la barbilla examinando con detenimiento el labio superior partido a la altura del filtrum.

   Se mordió su propio labio hasta hacerse sangre y besó a Pavel. Sus plaquetas se mezclarían y la herida cerraría más rápido. Luego le rodeó con sus brazos, besando su pelo, acariciando su espalda... La alarma del ordenador empezó a pitar, bajo suministro de energía... Acudió a apagarlo maldiciéndose por haber sido tan estúpido. Ahora sólo podría hacer una llamada más. ¿En qué estabas pensando, Khan Noonien Singh? Recuerda tus cincuenta y cuatro prioridades... - Se dijo a sí mismo. Pero sabía perfectamente que ya era tarde: se había enamorado de aquel muchacho.

 

Notas finales:

Gracias por leer. Gracias por comentar. Me siento afortunada por compartir esta historia con vosotr@s.


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