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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

La respuesta sin lugar a dudas es “aquellos que nos aman.” Un funeral y una orden del Alto Mando de la flota harán que a nuestros protagonistas se les salten las lágrimas.

 

¿Quién llorará cuando nos hayamos ido?

 

 

                                                             Gran parte de la tripulación se reunió en la sala de torpedos de la cubierta B para rendir homenaje a los caídos: el teniente Leslie y los oficiales Mathews y Rayburn. Jim dijo unas palabras para ensalzar su sacrificio. Después habló Johnson. Resultó tan emotivo en la despedida a sus compañeros que incluso Spock tuvo que enjugarse una lágrima. El almirante Duke concluyó los discursos con una sencilla homilía.

   - “No tengamos miedo, ya que nuestros difuntos están en buenas manos, mucho mejores que las nuestras. Pues mientras vivían y estaban con nosotros, más de una vez fueron victimas de nuestros defectos, de nuestras limitaciones, de nuestro egoísmo y de nuestras injusticias. Ahora están en las manos de Dios.”

      Jim le miró extrañado. ¿A qué dios se refería? Leslie era católico, Mathews calvinista, Rayburn hacía años que había adoptado la fe bajorana. Suspiró profundamente. Al fin y al cabo sólo eran unas palabras de consuelo hacia el resto de la tripulación. Levantó su mano derecha y tres torpedos fueron lanzados al espacio, estallando sus cargas en representación de los tres valientes hombres del cuerpo de seguridad del Enterprise que habían perdido la vida en HarOs.

 

                             Cuando todos regresaban a sus puestos, Alexander Duke tomó a Jim del brazo y prácticamente le arrastró a una vacía sala de reuniones. Spock les siguió dos pasos por detrás, tomando asiento sin esperar invitación. El almirante le miró ligeramente sorprendido.

   - Señor Spock, esto no es una reunión oficial. - Le dijo ladeando la cabeza. - Esperaba poder hablar con su capitán a solas.

   - Lo que tenga que decirme, Duke, mi primer oficial puede oírlo. - Alegó Jim sentándose al lado de su marido. Por debajo de la mesa le tomó la mano con fuerza.

   - Como quieras, Jim. - El alto cargo se posicionó frente a ambos, relajándose contra el respaldo de su silla. - Quería hablarte de... - Tragó saliva, no sabía hasta qué punto el vulcano estaría al corriente de las correrías de su superior. - Del muchacho. ¿Se encuentra bien? No le he visto en el funeral.

   - Está en la enfermería... nada grave, no se preocupe. - Respondió Jim sin soltar la mano de su esposo. - Necesita descansar, eso es todo.

   - Comprendo. - Duke se fijó en la sombra verdosa que empezaba a aparecer en las mejillas de Spock. - Respecto a Khan, he consultado con el Alto Mando de la Flota. Tengo órdenes de llevarle conmigo a San Francisco, donde permanecerá a disposición de nuestros científicos.

   - ¿Cómo dice, almirante? - Preguntó Jim desconcertado.

   - Le criogenizaremos de nuevo. Es el último de su clase, la ciencia tiene mucho que aprender de su particular constitución genética. - La voz del almirante sonó con un punto de ironía.

   - ¿Pretenden congelarle otra vez? - A Jim le costó no levantar la voz al formular aquella pregunta.

   - Nunca debió ser “descongelado” como dices tú... Kozak y los demás klingons serán entregados a su gobierno. - Tamborileó con los dedos sobre la mesa, mostrando cierta inquietud. - En estos momentos nuestras relaciones diplomáticas con el Imperio atraviesan una etapa muy delicada. Será un gesto de buena voluntad por nuestra parte.

   - Al menos servirán a un buen fin. - Agregó Spock, tratando de zafarse del fuerte agarre de su esposo.

   - Volviendo a Khan... - Jim soltó a su marido para poner ambas manos sobre la mesa, echando el cuerpo hacia delante. - ¿No le parece que ya ha sufrido bastante? Acaba de perder a toda su tripulación. Se encuentra totalmente solo, como bien ha dicho es el único de su clase.

   - Son órdenes de arriba, Jim. Khan regresará a un criotubo y será objeto de estudio de nuestros mejores hombres de ciencia. - Duke no parecía estar dispuesto a negociar sobre el asunto.

   Jim volvió a echarse hacia atrás en la silla. Miró de reojo a su marido, esperando que interviniese en la charla para algo más que darle la razón al almirante.

   - Tengo otra noticia, capitán. - Duke se puso en pie adoptando una postura de autoridad ante ellos. - Se ha dado por finalizada la misión de exploración del Enterprise. Tenéis órdenes de regresar a casa.

   - ¿Cómo? - Jim se había quedado perplejo. Aún faltaban unos cuantos meses para completar los cinco años.

   - Podrán pasar por Nuevo Vulcano de camino, señor Spock. Tengo entendido que su padre vive allí.

   Spock afirmó con un gesto de su cabeza.

   - Bien, eso es todo, Jim. Cuando tu jefe de medicina haya criogenizado al prisionero avísame y le transportaremos a la Olympia. - Duke salió por la puerta, no sin antes echar un vistazo a su espalda, justo en el momento en que el capitán dejaba caer su cabeza sobre el hombro del primer oficial.

   Spock lo advirtió y se echó a un lado, quedando Jim sin apoyo. El almirante sonrió y se marchó de regreso a su nave.

   - ¡Ay! - Se quejó Jim por el tirón que había sentido en su cuello.

   - Lo siento, el almirante Duke estaba mirando. - Spock le atrajo hacia su pecho, abrazándole con cariño y besando el dolorido músculo.

   - ¿Qué vamos a hacer ahora? - Jim no quería darse por vencido. No le preguntaba a Spock, se lo decía a sí mismo. Ya estaba planeando una fuga en toda regla. - Aún tenemos el pájaro de presa en el hangar...

   - Que ellos decidan. - Dijo Spock con calma.

   - ¿Ellos? - Jim solamente había pensado en darle a Khan la nave y la oportunidad de escapar. - ¿Te refieres a Pavel?

   - Me refiero a los tres. Amy también debería opinar. - Sostenía la mirada azul de su marido, comprendiendo su turbación y tratando de contener la suya propia.

   - ¡Spock! ¡Sólo tiene tres años! - Jim se puso en pie y golpeó la silla con una patada.

   - No voy a prohibirle a nuestra ko-fu *(hija) permanecer junto a sus dos t'hy'la. - Su voz sonó más fría, lógica y odiosamente vulcana que nunca.

   - De mis manos muertas, Spock... - Murmuró entre dientes. - ¡Tendrían que arrancarme a mi bebé de mis manos muertas! - Dijo plantado ante la puerta de la sala.

   - No creo que Pavel ni Khan llegasen a ese extremo. - Spock se había levantado, alcanzando a su marido le rozaba el cuello desde atrás con su barba mientras le abrazaba.

   Jim sonrió por las cosquillas y se giró para besarle. Las manos se le escaparon a la espalda de su esposo para revolotear hasta sus nalgas que agarró con fuerza. Después de un breve encuentro de sus lenguas se separó unos centímetros para mirarle otra vez a los profundos ojos negros.

   - ¿Crees que Duke sospecha de algo entre tú y yo? - Le preguntó rozándole los labios con su aliento.

   - Lo dudo. Sigue pensando que Pavel es tu amante... - En su tono se podía adivinar un poso de celos infundados.

   - No sé... Es un tipo inteligente. Seguro que ha visto cómo nos miramos y cómo nos tocamos... - Jim recordó que había cogido la mano de su marido por debajo de la mesa antes las narices del almirante. Esperaba que no lo hubiese visto.

   - Mientras la imaginación permita a otras personas formarse juicios erróneos sobre nuestra conducta y sacar conclusiones a la luz de frágiles apariencias, nuestra felicidad estará en cierta medida en manos del azar. - Le respondió Spock con total serenidad.

   Jim se le quedó mirando en silencio durante unos segundos, con el rostro vacío de expresión, meditando en sus palabras. De pronto observó elevarse las comisuras de su marido y correspondió con una amplia y brillante sonrisa.

   - Mi amor... - Le mordisqueaba los labios con breves acercamientos mientras le hablaba. - No podemos... dejar que Khan... vuelva al congelador...

   - Yo también me compadezco de él, no creas. - Spock trataba en vano de apresar aquella huidiza boca. - Aunque quien más me preocupa es Pavel... Será duro... si le pierde ahora...

   Spock le abrazó más fuerte hasta tenerle pegado a su cuerpo, sujetándole la nuca consiguió prolongar el beso para unir sus lenguas otra vez.

 

 

                                        Entre tanto, al otro lado de la cubierta B en la enfermería, Khan permanecía tumbado sobre una camilla, impasible ante los cuidados del doctor McCoy.

   - …y dos costillas flotantes fracturadas. ¿Quieres más sopa de pescado, Khan? - Bromeó el médico al terminar su largo diagnóstico.

   No hubo respuesta. Los ojos azul hielo parecían estar colgados por un hilo invisible al techo de la habitación.

   - Iré a encargarla a la cocina. - Christine salió de la enfermería enjugándose una lágrima. Lamentaba profundamente la tremenda pérdida que había sufrido aquel hombre.

      Khan trataba con esfuerzo, de mencionar los nombres de los hombres y mujeres de su tripulación... ya llevaba sesenta y dos pronunciados mentalmente... no podía recordar a los restantes. ¡Había pasado tanto tiempo! Se sintió culpable por su falta de memoria.

   - ¿Cómo puedo ser tan estúpido? - Se dijo en voz alta.

   - Nada de lo que ha sucedido es culpa tuya. - Trató de consolarlo McCoy.

   - El ser humano se adapta a todo, doctor. Supera el dolor, cierra historias, empieza de nuevo, olvida... - murmuraba lentamente Khan con su voz más grave, - … hasta consigue sofocar las más grandes pasiones. Pero a veces basta con “nada”, como has dicho, para comprender que esa puerta nunca se cerró con llave.

   Con premonición en sus palabras, Khan giró la cabeza para ver cómo Pavel entraba a la habitación con Amy en brazos. Unas lágrimas rebasaron sus párpados cayendo a plomo sobre la almohada.

   - Os dejo a solas. - Dijo el médico al ver llegar al alférez con la pequeña. - Sus costillas aún están soldándose, tened cuidado... no le abracéis demasiado fuerte.

 

               McCoy se encerró en su despacho y conectó el monitor de su computadora. Abrió los ojos como platos cuando leyó la última orden. ¿Criogenizar a Khan? Debía ser una broma... De inmediato pulsó el comunicador sobre la mesa. Jim tendría que darle explicaciones.

 

   - ¡T'hy'la...! - Amy le echaba los brazos.

   Pavel se sentó junto a Khan en la cama y la pequeña pudo acariciarle la cara con ternura.

   - Mi criatura imposible... - Susurró él con una dulce sonrisa en los labios.

   Entonces ocurrió por segunda vez: el tel *(vínculo) hizo acto de presencia. Los tres sintieron el caudaloso río de aguas azules como los ojos de la niña y la paz y el gozo de la unión les invadió el alma. Pavel estaba feliz de tener a su lado a ambos, juntos, unidos... De pronto Khan se apartó rechazándoles, huyendo de su contacto.

   - ¿Qué ocurre lyubimiy moy? *(Amor mío) – Preguntó Pavel al ver su reacción.

   - ¡Saca de aquí a la niña... por favor! - Khan se tocaba el dolorido costado, apenas podía respirar.

   Amy besó a Pavel en la mejilla y sin decir nada salió por su propio pie del cuarto. De alguna manera había comprendido que sus futuros esposos necesitaban estar solos. Sin hacer el más mínimo ruido se coló en el despacho del loco doctor y se acurrucó tras un sillón sin que éste la viera. Estaba muy ocupado discutiendo con su a'nirih. *(papá)

 
    - Jim... ¡No puedes permitir que se lleven a Khan congelado! ¡Por mucho que ese estirado de Duke lo haya ordenado! - Gritaba McCoy a su amigo por el comunicador.

   - Bones, si de mí dependiera... - Jim trataba de hacerle entender que no tenía demasiadas alternativas.

   - ¡Pues no voy a ser yo el que le meta en una cápsula! ¿Me oyes? - Como para no hacerlo, con aquellos gritos.

   - Leonard... - La voz de Spock trataba de calmar los ánimos. - Aún no se lo hemos dicho. Deja que Khan lo sepa por nosotros...

   - ¿Le ayudareis a escapar? - El doctor quiso comprender lo que sus amigos no decían. - Podría huir en la nave klingon, desaparecer...

   - ¡Bones, cierra el pico de una vez! ¡Cumpliremos las órdenes del almirante! Bajo a hablar contigo ahora mismo, no te muevas de ahí. - Jim cerró la comunicación, dando a entender a su amigo que no hablaría de fugas por aquel canal; cualquiera en la Olympia podría hacerles una escucha.

   - Sí, baja... - Dijo McCoy sabiendo que ya no le escuchaba. - ¡A ver si tienes los santos huevos de meter a ese pobre hombre en la nevera otra vez!

 

Notas finales:

Gracias a todos por leer. Espero vuestros comentarios.


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