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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Pavel empieza como profesor en la academia no con muy bien pie, de hecho va cuesta abajo y sin frenos.

 

Las puertas del cielo

 

 

                                                                   El lunes por la mañana Pavel agradeció a Spock que le hubiera recomendado para el puesto de profesor. Impartiría la materia de física avanzada para los alumnos del último curso. Un trabajo para el que estaba más que cualificado, así le resultaría sencillo centrarse en su verdadero propósito.

 

         Ahora dispondría de credenciales para andar libremente por las instalaciones de la Academia. Sabía por McCoy que el criotubo con su amante estaba en alguna parte de aquellos sótanos, donde era custodiado con alta seguridad y sometido a secretos experimentos por parte de la Flota.

   Habían pasado casi dos años desde que viera su cara por última vez en el Enterprise. Tenía que hacer lo que fuera por poner fin a aquella situación.

 

       De momento había estado haciendo algunas averiguaciones. La noche del viernes se dedicó a seguir al Comodoro Stanford, el científico jefe del proyecto de estudio de Khan.

    Cuando entró en aquel bar no podía creer que el comodoro tuviese semejantes gustos. Parecía tan viril, tan autoritario... y resulta que lo que más le gustaba era beber hasta no tenerse en pie y acostarse con jovencitos a los que doblaba o triplicaba la edad.

    Pavel no se acercó a hablar con él. Tenía que conocer sus puntos flacos primero. Si pudiese hacerle chantaje, obligarle a que le permitiera el acceso a la cápsula de Khan, eso sería todo un triunfo.

    Le vio desaparecer tras una puerta negra al fondo del local. Un joven de aspecto femenino le acompañaba cogido del brazo. No quiso imaginar lo que ocurriría allí dentro. Se pidió otro vodka y esperó a que saliera.

   - ¿Tú eres nuevo por aquí, verdad? - Le preguntó de repente un hombre de unos treinta y tantos años sentándose a su lado.

   - Es la primera vess que vengo...

   - ¡Ese acento...! ¿De dónde vienes? - Ahora olía su copa con auténtico descaro. - ¡Vodka! ¿Eres ruso? ¡Me encanta... nunca me lo he montado con un ruso!

      Sus ojos verdes le recordaron a los de Marta y sintió un escalofrío. Se fijó entonces en sus ropas. Eran escasas. Un jersey rosa claro, transparente, que dejaba ver su pecho sin vello y unos pezones duros y apetecibles. Los pantalones tremendamente cortos y ajustados a la cadera, remarcando las curvas de su cuerpo bien cuidado. Tenía el pelo rubio, largo a la altura de los hombros, recogido en una coleta despeinada... igual que la asistente Landon solía llevar.

   - Me llamo Martin. - Se presentó.

   Hasta el nombre era parecido. Pavel sonrió y le invitó a una copa.

   - Dime, Martin... - Le devoraba con sus ojos aguamarina mientras hablaba. - ¿Qué hay tras esa puerta? - Preguntó señalando a aquella por dónde había visto salir a Stanford.

   - ¡Oh...! ¡Sí que eres nuevo! - Martin se rió y bebió de un trago su ginebra. - Esa, mi guapo amigo ruso, es la puerta hacia el cielo... - Volvió a reír. - Una vez que la atraviesas no sabes con qué te vas a encontrar o cómo vas a terminar pero... - se acercó a Pavel poniéndole una mano en el hombro y hablándole directamente al oído, - ...seguro que te acabas corriendo.

   Chekov se puso colorado y pidió otra ronda. Martin hablaba sin parar, de cualquier cosa. Trataba de adivinar a qué se dedicaba el ruso, como empezó a llamarle.

   - Comerciante... ¡No! Construcción, no... minas... Lo que sea, pero tienes cara de haber vivido mucho a pesar de tu edad. ¿Cuántos años tienes, por cierto? Veintipocos, no hace falta que respondas... ¡Esa piel...! - Se inclinó sobre su cuello y lo besó profundamente haciendo que se enrojeciera la zona.

   - ¡Basta! - Le apartó de un manotazo.

   - Perdona, ruso... no quería ofenderte... - Su voz sonaba melosa pero nada honesta. - Deja que sea yo el que ahora te invite a otro vodka.

        Cuando Chekov vio salir al comodoro ya no estaba en condiciones de levantarse y seguirle. Habían caído demasiadas copas y sus manos acariciaban los muslos de aquel tipo sin cesar. Dejó que Martin le acompañara al cuarto oscuro que se escondía tras aquellas puertas. Tenía curiosidad por saber lo que ocultaban.

   Al principio no veía nada, solamente escuchaba. Roces de cuerpos y respiraciones revueltas, agitadas. Martin le empujó con suavidad, obligándole a caminar hacia delante. Empezó a notar sobre su piel manos desconocidas acariciándole con ansia... levantándole la ropa, entrando por sus pantalones, tocando su piel en zonas que le producían agradables sensaciones.

   Estaba borracho y ahora, además, totalmente cachondo. ¿Dónde se había metido Martin? ¿Era él quien le lamía el lóbulo derecho desde atrás? ¿Era su abultado sexo el que notaba crecer más y más contra sus nalgas? ¿O era este otro que ahora tenía entre sus manos sin saber cómo?

    Alguien le forzó a ponerse de rodillas. Su boca fue invadida por una polla dura y turgente, no sabía a quién pertenecía. Todo era desconocido y familiar al mismo tiempo. Las sensaciones tan excitantes, los cuerpos calientes a su alrededor... Pavel no tuvo uno, sino varios orgasmos aquella noche.

   - Te dije que lo pasarías bien. - Le susurró Martin despidiéndose en la puerta del local. - ¿Podrás llegar a casa en eso?

   - Pavel se abrochó la chaqueta de imitación de cuero y se montó en su aeromoto.

   - Por supuesto...

   - ¿Volveré a verte, ruso?

   - Es posible... - Respondió poniéndose el casco y arrancando el motor para salir volando de allí.

 

         Acababa de ser infiel a Amy y a Khan, en un maldito bar de ambiente homosexual a las afueras de San Francisco. Aunque Pavel no lo consideró así. No les conossco de nada, no sé sus nombres... no saben el mío... no volveré a verles... - Se decía. No es una infidelidad, es sólo sexo, nada más. Soy humano, lo nessesito... Khan y Amy lo comprenderán.

 

            Cuando llegó a casa despertó a Sulu que dormía en el salón. Yebát! *(¡Joder!) - Pensó. ¿Por qué no está en su habitassión?

   - ¡No vamos a hablar de esto! ¿Entendido? - Le acabó gritando. - Nunca... nunca hablaremos de esto... - Sulu le miraba con tristeza en los ojos, sus labios temblaban como si se fuese a echar a llorar.

   Se encerró en su habitación, se quitó toda la ropa y buscó en su piel marcas que pudieran delatar lo que había estado haciendo. El rosetón del cuello no era el único.

 

          Pavel pasó el fin de semana evitando en lo posible a su compañero de piso, dándose largas duchas calientes y masajes con crema hidratante. El domingo cenaron juntos en el salón comida italiana por encargo. Sulu le contó lo que Spock le había dicho acerca del puesto en la Academia. Sus ojos aguamarina resplandecieron llenos de secretas esperanzas.

   - Siento haberte gritado la otra noche, Pavel. - Murmuró bajando los ojos al plato de pasta casi vacío.

   - Yo lo siento... - ¿Sulu se estaba disculpando? Era él quien debía hacerlo.

   - Me preocupaba por ti, nada más. Tienes razón, no es asunto mío lo que hagas. Si te mantienes célibe siendo fiel a Amy y a Khan, o si decides no hacerlo... No me incumbe. - Sulu tragaba saliva empujando más abajo aquel nudo en su garganta. - Sé que nunca serás mío... Pensó para sí.

   - Sulu... yo... - Pavel dejó escapar unas lágrimas. Se levantó para sentarse en sus rodillas al otro lado de la mesa, con los brazos enrollados en su cuello. - Eres mi mejor amigo.. ¡Te quiero Hikaru!

 

 

                                               Lunes, nueve de la mañana. Los alumnos del último curso esperaban que empezase su clase. Pavel respiró hondo y miró a Spock antes de entrar al aula.

   - Procura no olvidar que tienen que entenderte. - Le dio como último consejo el vulcano.

   - ¿A ti se te olvida? - Le sonrió.

   - A veces... - Contestó levantando una ceja.

   Spock le acarició la nuca con cariño, luego se acercó y le propinó un sonoro beso en la mejilla, como había observado a su sa-telsu *(esposo) hacerle cientos de veces al muchacho.

   Cuando Pavel se dirigía al estrado se quedó mirando aquel tramo de piel amoratada en su cuello. Había visto esas marcas antes. Solían salirle a Jim cuando él le... Una sacudida eléctrica le recorrió la espalda.

   Corrió por el pasillo hacia el patio trasero, lo cruzó y entró en el amplio hangar donde Sulu impartía sus clases de navegación a los futuros pilotos de la Flota. Le llamó desde lejos a su lado con un gesto de su brazo.

   - ¿Sí Spock? - Llegó jadeando por la carrera. - Tengo a una rubia muy nerviosa intentando no estrellarse por quinta vez en el simulador. Sé breve... - Sonreía señalando con el pulgar por encima de su espalda.

   - ¿Qué haces con Pavel? - Le espetó sin miramientos.

   - ¿Perdona? No te entiendo... - Respondió desconcertado.

   - Pertenece a mi ko-fu *(hija), es su t'hy'la... - Spock parecía enojado, realmente enfadado. - ¡Tú no eres Khan! - Elevó el tono.

   - ¡Spock! - Le gritó el japonés enormemente molesto por aquellas últimas palabras. - Entre Pavel y yo no hay nada más que amistad. ¡Me ofende que pienses otra cosa!

   - ¿Y esa marca en su cuello? - Spock supuso que Sulu sabría a qué se refería.

   Sulu bajó la mirada, el rubor se le agarró al rostro.

   - No sé nada de eso... Le vi llegar el viernes de madrugada con el chupetón y apestando a vodka...

   - ¿Y...? - Spock no cejaba en su empeño de averiguar qué había pasado.

   - ¡Y yo qué sé, comandante! - Le salió el cargo sólo, se sentía muy incómodo con el interrogatorio. - No es asunto mío. Creo que no es asunto de nadie lo que haga con su vida... ¡Spock! ¿A qué viene esto, eh? Creía que respetabas a Pavel...

      El vulcano se dio cuenta de que había perdido el control sobre sus emociones. Tal vez por lo que suponía ser el futuro suegro de Pavel se había llegado a entrometer de aquel modo.

   - Te pido disculpas, Sulu. - Se giró ciento ochenta grados y regresó sobre sus pasos al interior de la Academia.

         Si el chico tenía relaciones con alguien, ¿quién era él para impedirlo? Jim le diría que era mejor así. Que Chekov era demasiado joven para mantenerse fiel a Amy durante tantos años, que le convenía tomar experiencia en la vida... en el sexo... y que lo contrario sería anormal y perjudicial para el muchacho. Pero t'hy'la.... se dijo como si su esposo pudiese oírle... Amy sufrirá cuando lo sepa...

 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por los comentarios.

Espero que os guste por dónde va evolucionando la historia.


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