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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

La pequeña dibuja un trisquel sin cesar. Eso y su salto increíble, hacen que Jim se preocupe y pida ayuda a McCoy.


Sulu continua cuidando de su preciada rosa, aunque eso implique llenarse la piel de yagas con sus espinas.

 

El trisquel de Amy



                                                         Cuando finalizaron la misión en el Enterprise, Christine Chapel no dudó en rechazar la propuesta de matrimonio que le hizo McCoy.

   - “No quiero terminar siendo una más en tu larga lista de ex-mujeres...” - Le dijo con una amplia sonrisa en los labios.

   Sin embargo sí aceptó vivir con él. Compartían casa en el mismo distrito que Spock y el capitán, eran una pareja realmente feliz. Trabajaban codo con codo en el Hospital General de San Francisco, médico y enfermera, el mejor equipo en cirugía. Tanto que Leonard, pasados unos meses de su regreso a la Tierra, fue nombrado jefe de residentes en su especialidad.

 

             Sorbía lentamente la taza de café que Christine le había traído al despacho, revisando unos expedientes médicos, cuando Jim irrumpió de repente y se sentó frente a él.

   - Tienes que venir a casa esta tarde. Amy está muy rara...

   McCoy levantó la cabeza de sus asuntos y le miró con cara burlona.

   - “¡Buenos días Bones! ¿Cómo te va?” Bien Jim, ¿y qué tal tú? ¿Qué te trae por aquí? - Le dijo con su cinismo habitual.

   - ¡Déjate de esos rollos! Bones... ¿no me has escuchado? Amy está...

   - Amy está perfectamente, Jim. La vi la semana pasada. - Le interrumpió brusco.

   - No es normal, me tiene preocupado... - El inspector bajó la cabeza.

   McCoy se levantó y se posicionó detrás de su amigo.

   - A ver... ¿qué dices que le pasa a tu bebé? - Le dijo con paciencia frotándole los tensos hombros.

   - Hace cosas extrañas... - Se giró para mirarle a los ojos. - Ha saltado desde la planta superior hasta el salón... ¡sin hacerse ni un rasguño!

   - ¿Qué?

   - ¡Y dijo que lo había hecho porque sabía que podía hacerlo! Bones, he intentado convencerla de que no debe hacer cosas tan peligrosas, que podría hacerse daño...

   - ¿Saltó desde esa altura? - El médico imaginó a la pequeña de casi cinco años realizando semejante gesta. Agitó la cabeza con sorpresa.

   - A veces se pasa horas enteras en silencio... y hace dibujos muy complicados... - Buscó en su bolsillo y levantándose le entregó un papel doblado a su amigo.

   - ¿Qué se supone que es esto? - Bones arrugó su frente, no entendía nada.

   - Spock lo llamó trisquel entrelazado... Un antiguo símbolo celta. - Le señaló las tres formas oblongas entrelazadas y encerradas en un círculo más pequeño. - Amy dice que son ella y sus t'hy'la.

   McCoy volvió a mirar el dibujo. El trazo era firme, exacto, geométricamente perfecto. Le asombraba que una niña tan pequeña demostrara tal maestría en el dibujo.

   - Sus t'hy'la... - Tragó saliva y se forzó a sonreír ante su turbado amigo. - Iré a cenar a tu casa esta noche. Hablaré con Amy, a ver qué puedo sacarle...

   Jim le abrazó murmurando un “gracias”. En ese momento Christine entró al despacho, venía a buscar a su pareja.

   - Hay una operación urgente, Leo... - Se quedó algo parada cuando vio a Jim allí, observando su cara dedujo que algo pasaba. - ¿Está bien Amy?

   - ¡Oh, Chris... no lo sé...! - Respondió Jim abrazándola. - Eso espero...

 

 

 

                                                Sulu no había pegado ojo y sus alumnos se preguntaban a qué podían deberse aquellas ojeras. Mantenía su vida privada celosamente al margen de su trabajo, pero los jóvenes murmuraban, elucubraban teorías y el rumor en la academia era que el profesor Sulu estaba liado con el guapísimo ruso que daba clase de física avanzada al último curso.

   - Tengo una amiga a punto de graduarse... está loca por el profesor Chekov y seguro que podrá decirnos si él también tiene ojeras. - La muchacha rubia hizo el comentario con cierta malicia. Sus compañeros se rieron por lo bajo.

   - Cadete Gambel... - El profe la había pillado. La chica pegó un respingo. - Al simulador. A ver cuántas veces es capaz de estrellarse hoy. - La reprendió Sulu intuyendo que su persona había sido el objeto de aquellas risas.

   - Sí señor Sulu... digo no. ¡Hoy no voy a estrellarme ni una sola vez! - Respondió la joven rubia subiendo al aparato.

   - Eso habrá que verlo. Adelante... demuéstreme que no he perdido el tiempo enseñándola a pilotar. - Sulu cruzó los brazos sobre el pecho delante de la consola de observación.

   Fingía controlar los progresos de su alumna allí plantado frente al monitor. En realidad tenía la cabeza en otra parte. La noche anterior había sido muy difícil conciliar el sueño.

 

                 Pavel estaba en su habitación. Se encerró allí inmediatamente después de la cena. Sulu se ocupó de los platos sucios. Cuando iba a proponerle a su compañero ver alguna vieja película en el sofá se detuvo ante la puerta. No llamó. Se oían gemidos allí dentro.

  Ya había pasado otras veces. Muchas... demasiadas. Pavel solía masturbarse a menudo y no era la primera vez que Sulu, apoyado contra la pared de su cuarto, hacía lo mismo en el salón.

   Cerró los ojos e imaginó lo que su amada rosa estaría haciendo. Se le fueron las manos a su sexo, duro y enhiesto con sus propias necesidades. Es una locura... – se dijo. - Podríamos estar haciendo esto juntos...¡Oh Pavel!

   Veía en su mente la cara del otro con expresión de placer. Bombeaba su miembro escuchando los jadeos y lamentos que brotaban de la garganta de su amigo. Se excitaba con todo eso... le torturaba no poder entrar allí y culminar su deseo... sabía que sería rechazado otra vez. Un quejido, un sollozo... silencio. El joven profesor de física había terminado. Sulu se dejó resbalar hasta el suelo, su mano goteaba un líquido blanco y espeso... Se fue a la cama y estuvo dando vueltas hasta bien entrada la madrugada. De ahí sus ojeras aquella mañana en la academia.

 

                                                  Spock trataba de hacer que su sa-telsu *(esposo) se relajase. Sabía que estaba muy preocupado por su ko-fu *(hija). McCoy les dijo después de la cena que Amy estaba bien, que simplemente echaba de menos a Khan y le dolía su ausencia. Sobre sus capacidades físicas opinó que eran normales para ella. “Es un veinticinco por ciento vulcana, tus genes son dominantes Spock. No es nada raro que sea capaz de saltar un par de metros... y todos los niños de su edad se prueban a sí mismos, constantemente.” Jim le preguntó si la sangre de Khan no tendría también algo que ver con todo aquello. El médico prometió hacerle unas pruebas a la niña pero no le dio la más mínima importancia.


    - Jim... ¿estás aquí? - Le susurró deteniéndose sobre él.

   - Perdona amor... pensaba en...

   - McCoy ha dicho que todo está bien. No debes preocuparte. - Le acariciaba la frente con ternura, los cuerpos entrelazados en el íntimo abrazo.

   - Lo sé... lo siento... - Jim comenzó a mover sus caderas de nuevo, alzando la pelvis para que su marido entrase más adentro, más profundo...

   - Ah... t'hy'la...

   - Spock... amor mío...

    El ritmo entre ambos se incrementó, perdiendo el control gimieron e incluso gritaron por el gozo. Peter acababa de ir al baño y se dirigía a su habitación cuando les escuchó desde el pasillo. Se rió en silencio. Ya estaban otra vez... Miró al cuarto de su prima y le sorprendió ver la luz encendida. Entrando a ver qué estaría haciendo la vio dibujar sobre unos papeles en el suelo. Aquel símbolo, el trisquel... repetido una y otra y otra vez.

   - ¿Mis papás te han despertado? - Le preguntó Amy sin mirarle a los ojos. Había sentido su presencia en el cuarto.

   - No... aún no me he acostado. - Cogió a la pequeña de la mano quitándole el lápiz. - ¿Quieres helado? - La miró travieso, con una sonrisa torcida en la boca.

   - ¿De chocolate...? - Los ojos azules se iluminaron con glotonería.

   - Vamos... creo que hay nata... le pondremos un montón por encima. - Peter echó a andar camino de la cocina. La niña le siguió.

   A mitad del corredor se detuvo frente la puerta del dormitorio de sus padres. Oyó sus respiraciones agitadas y cerró los ojos un momento, como si pudiera ver qué pasaba allí dentro. Negó con la cabeza y corrió a la baranda. No lo pensó, solamente lo hizo. Volvió a saltar hasta la planta baja cayendo como un gato desde un tejado. Al levantarse sonreía... esta vez ni siquiera había hecho ruido.

 

                                                                           En alguna parte de la Galaxia, lejos, a millones de años luz de la Tierra, una nave oscura vagaba por el espacio. En una de sus innumerables salas de su interior una luz brillaba con una extraña forma: un símbolo geométrico y curvilíneo, formado por una hélice de tres brazos que partía de un centro común dirigiéndose hacia el exterior en forma de espiral, contenida en el interior de un círculo más pequeño. Un trisquel luminoso.

 

Notas finales:

Gracias por leer, por compartir la historia conmigo a través de vuestros comentarios. Espero que os guste.


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