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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Spock deja claro a su padre, Sarek, que quiere educar a Amy como humana y no como vulcana.


Todos se reúnen para festejar el quinto cumpleaños de la niña. O casi todos.

El rompecabezas vulcano

 

 

                                                                           Sarek pasaba todo el tiempo que podía con su nieta. Disponía de una casa en la misma calle que su hijo y a su regreso de cada viaje que realizaba como embajador, le entregaba algún regalo a la pequeña Amy, que a punto de cumplir cinco años era toda una preciosidad.

 

               En esta ocasión había estado en Nuevo Vulcano y su detalle con la niña fueron unos pleenoks *(puzzles tridimensionales utilizados por los padres vulcanos para entrenar a sus hijos en la lógica primaria y en el arte de separar y controlar las emociones.)

   Spock no vio con buenos ojos el presente. Permitió que su padre se los entregase a su ko-fu *(hija) pero a solas se lo recriminó.

   - Padre, Jim y yo deseamos criar a Amy como humana. No quiero introducirla en el uso de la lógica. - Hablaba con total sobriedad, esperaba que su padre le hiciese caso. - Deseo que aprenda a gestionar sus emociones como cualquier terrícola, no a suprimirlas o considerarlas un lastre.

   - Entiendo... - Sarek bajó la cabeza apesadumbrado. - No quieres hacerle lo que yo te hice a ti.

   - Soy su sa-mekh*(padre), es decisión mía. No vuelvas a interferir en esto, te lo advierto.

   Spock fue duro, pero debía serlo. Tenía que dejarle claro a su padre que Amy sería una niña humana normal, en la medida de lo posible.

   - Su parte vulcana, aunque inferior a su parte humana, es dominante. Un día tendrá que enfrentarse a ello, Spock, y si no está preparada tal vez no sea capaz de hacerlo.

   - La telepatía no será ningún problema. Cuando solamente era un kan-bu *(bebé) su vínculo con Jim era fuerte. Cuando cumpla los siete años volverá a serlo. - Miró a Sarek directo a los ojos. - Y Jim, padre... es humano.

   - Bueno, Spock... - intervino su esposo que había estado pendiente de su conversación, - ...solamente son unos juguetes. Mira, ¿lo ves? Amy se lo pasa bien intentando armarlos... ¡Hoy en día casi todos los niños humanos tienen pleenoks!

   Spock se giró para contemplar a su hija que atenta a su juego ignoraba todo lo que la rodeaba en el salón. Reía. Desarmaba y trataba de encajar las piezas con tenacidad, pero sin dejar de sonreír.

   - Es cierto. - Asintió Spock con la cabeza. - Todo lo vulcano está de moda en la Tierra...

   - ¿Eso te incomoda, hijo mío? - Sarek levantó una ceja al mirarle.

   - No me resulta precisamente agradable, padre. - Confesó Spock.

   - Los humanos nos aprecian, nos tienen en alta estima. Desde la desaparición de nuestro planeta han tratado de hacernos sentir como en casa. Yo, personalmente, estoy agradecido por ello. - Ahora miraba a Jim, sus ojos oscuros estaban llenos de ternura.

 

                         Amy consiguió armar el pleenok más grande, de forma piramidal con sus más de cien piezas blancas y negras, justo antes del almuerzo. Su a'nirih y su papi estaban ocupados decidiendo dónde iban a instalar el enorme sofá chester que Jim se había hecho traer de la casa del almirante Kirk en Nuevo Vulcano, así que salió al jardín para mostrar orgullosa su logro a su abuelito.

   - ¿Ya lo has conseguido? - Sarek la miró con dulzura. - ¡Y el más complejo, vaya! Eres una niña muy inteligente.

   La pequeña se lanzó a sus brazos riendo y le besó en la mejilla. Su abuelo la acomodó en sus rodillas, examinando el puzzle perfectamente rematado.

   - Abuelito Sarek... ¿tú podrías hacerme un favor? - Preguntó melosa.

   - Pídemelo y veré si puedo ayudarte. - Le respondió Sarek.

   - Tiene que ser un secreto, no quiero que mis padres lo sepan. - Miró hacia el salón por la ventana, dentro Jim y Spock discutían aún sobre el emplazamiento del mueble.

   - ¿De qué se trata, Amanda? - Llamarla así le agradaba, parte de su esposa estaba viva en su regazo.

   - Es Pavel... necesita tu ayuda. Tienes que entrar en su mente. Su dolor... - Unas lágrimas silenciosas empezaron a brotar de sus preciosos ojos azules. - La ausencia de Khan le está haciendo mucho daño. Tengo miedo de lo que pueda hacer. Es humano y ya sabes que no controlan bien sus sentimientos.

   Sarek la miraba pasmado. Aquella forma de hablar sobre las emociones humanas...

   - ¿Y qué hay de tu dolor, cariño? - Su mano secó las lágrimas de la cara de su nieta.

   - Yo puedo soportarlo... soy vulcana. Por eso quiero que le ayudes, que unas tu mente a la suya y le hagas comprender que todo esto pasará, que solamente es temporal. No quiero que se haga daño a sí mismo.

   - ¿Crees que podría ocurrir algo así?

   - Ya está ocurriendo, abuelo.

         Sarek prometió ayudar a Chekov y no decirle nada a su hijo ni a su yerno. Peter asomó al jardín con su amigo Alex de la mano. Le había invitado a comer porque quería presentarle a Sarek, a quien consideraba su propio abuelo. El vulcano reconoció en la mirada del joven rubio y en el rubor de sus mejillas que su relación con el sobrino de Jim iba más allá de una amistad. Le mostró una leve sonrisa cuando le dio la mano para saludarlo.

 

 

                                                                  Era el día del cumpleaños de Amy. Todos se habían reunido en casa de Jim y Spock para celebrarlo. Había abundante comida, más humana que vulcana, Spock seguía sin convencer a su esposo para que se hiciese vegetariano.

   - ¡No voy a ocuparme de la barbacoa! - Protestaba Spock. - Toda esa carne ahí encima... es como un cementerio, Jim.

   - ¡Yo lo haré! - Se ofreció Sulu.

  - Estupendo... ya tenemos un voluntario. - Rió McCoy contento de librarse por esta vez.

   - Sulu, ¿dónde está Pavel? - Preguntó Christine.

   - Dijo que tenía que revisar unos exámenes. Ha ido a la Academia, vendrá más tarde. - El piloto terminaba de atarse el delantal para plantarse delante de las brasas pinza en mano.

 

          Nyota estaba embarazada. Scott se paseaba orgulloso por el jardín repartiendo bebidas a sus amigos y acariciando, cada vez que pasaba por su lado, la tripa de su gordita esposa.

   - ¿Estás cómoda, preciosa mía? ¿Quieres otro cojín, una almohada...? ¿Te traigo un zumo de frutas? - La colmaba de mimos y atenciones, encantado con la pronta llegada de una nueva generación de ingenieros.

   - Zumo, Monty... y unas galletas saladas. - Respondió ella con una sonrisa.

   - ¡Vaya! Te tiene como una reina... - Rió Jim a su lado.

   - Es un encanto... Será un padre estupendo. - Uhura se estremeció cuando su antiguo capitán posó la mano sobre su vientre. ¡Su cara expresaba tanto amor y ternura...! - Echas de menos la sensación... ¿verdad, Jim?

   - Metafisto fue tan breve... - Siguió su impulso y besó la abultada tripa de su amiga. - Pero tan intenso a la vez... Dime, ¿te da pataditas?

  - Continuamente... aunque parece que tu contacto le ha calmado. - Nyota acarició la mejilla de Jim con la complicidad que solamente puede existir entre dos madres.

   - ¿Interrumpo? - Intervino Christine sentándose al otro lado de Uhura.

   - No... charlábamos del bebé... de pataditas y esas chorradas... - Jim estiró la espalda sacando pecho, quitándole importancia a la empatía que sentía por Nyota... Al fin y al cabo era un hombre.

   - ¡No sabes cómo te envidio...! - La enfermera acarició también el vientre de su amiga. - Leonard quiere que me haga una inseminación artificial pero... No sería lo mismo.

   Bones era estéril. Él y Chris habían hablado sobre tener hijos y McCoy prefería la opción de la inseminación sobre la de la adopción porque al menos ella podría disfrutar de la completa experiencia de la maternidad. A Christine no le hacía ninguna gracia engendrar al hijo de un donante desconocido así que retrasaba la decisión poniendo la excusa de su trabajo y lo ocupados que ambos estaban siempre en el hospital.

   - Cuando estés segura y lo desees de verdad tú y Bones tendréis a vuestro bebé. - Le dijo Jim, sabiendo perfectamente que a su amigo era algo que no le preocupaba demasiado. Él era feliz tal cual estaban las cosas.

   - Lo sé... no creas. A veces nos imagino con un niño pero... - Parecía dar a entender con su gesto que a ella tampoco le atraía demasiado la idea. - Es algo que no va a ocurrir de manera natural y no veo por qué tendríamos que forzar que sucediera. Quiero a Leo, le quiero tal cual es.

 

         Cerca de la piscina, donde Peter y Alex jugaban haciéndose ahogadillas, Amy dibujaba su trisquel con unas gotas de agua sobre su barriguita tostada por el sol. Deseaba aquella marca sobre su piel, el símbolo de su tel *(vínculo) con sus dos t'hy'la.

   Miró en la distancia, hacia su abuelo Sarek que conversaba con su papi compartiendo una ensalada, preguntándose si habría unido ya su mente a Pavel. Le echó en falta. ¿Dónde se había metido? Algo en su interior hizo que se estremeciera. Lo reconoció como sufrimiento, un dolor profundo que lo llenaba todo de oscuridad en el alma de su amado t'hy'la. Pavel... ven a mi lado... le llamó en silencio.

 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por comentar.

Hay costillas a la brasa junto a la piscina.


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