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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Llaman a la puerta, ¿quién será? ¡Hay que esconder a Jim... es un fugitivo de la justicia!


Spock realizará un interesante descubrimiento culinario en Kronos.

 

Servicio de habitaciones

 

                                                                       Tal como había previsto el médico pronto empezaron a oírse gemidos desde el cuarto de baño. El agua de la ducha corría amortiguando los ruidos, pero estaba claro que la pareja se lo estaba montando allí dentro.

 
    - T'hy'la... k'hat'n'dlawa! *(la mitad de mi corazón y alma)

    Spock sujetaba con firmeza las caderas de su esposo manteniéndolo girado de espaldas a él, mordiendo su cuello, sus hombros, evitando su boca que le buscaba ansioso, forzándole a separar las piernas y restregando el miembro contra sus nalgas, retrasando el momento de penetrarle.

    Jim tenía el pecho apoyado contra las baldosas de la ducha, el chorro de agua tibia le caía sobre la cabeza. Abría con una mano sus propios glúteos, tratando de que en uno de los pequeños vaivenes su marido se colase dentro de una vez... ¡Cómo lo deseaba! Con la otra mano agarraba el pelo de Spock tratando de dominar su cabeza y atrapar su boca en un beso.

   - Spock... mi amor... mi vida entera...

    Los sentidos de ambos se nublaron por completo cuando culminaron su unión.

    El chapoteo del agua entre sus cuerpos desnudos, los jadeos, el ritmo creciente de las embestidas de Spock, la mano de Jim palmeándole las nalgas, la respiración entrecortada, la risa por el placer que los dos experimentaban... Los gruñidos en sus gargantas, apretando los labios para reprimir el grito de gozo... Los largos dedos de Spock masturbando a su sa-telsu hasta que llegó el río de su semilla que se estrelló contra la fría pared para desaparecer por el sumidero, mientras que su propio semen se escurría entre los muslos fuertes y torneados de Jim tomando el mismo camino.

 

     Todo eso podía escucharse desde fuera del baño. Bones se sintió incómodo. Pavel se había dormido, agotado por el llanto y bajo los efectos del hipospray que le había puesto. Respiró aliviado cuando la puerta de la habitación se abrió y Scott y Sulu entraron discutiendo a grandes voces.

   - ¡Ese secretario del secretario del consejero del Emperador es un memo entre los memos! - Chillaba el escocés.

   - ¡Pues hacerle saber tu opinión no ha sido de gran ayuda, cabezota! - Le recriminaba Sulu.

   - ¡Bones! - Scott se lanzó a abrazarle nada más verle. - ¿Y Spock...? ¿Y Jim...?

   El médico señaló la puerta cerrada del cuarto de baño.

   - Algo ocupados ahora mismo, me temo... - Sonrió travieso.

   - ¡Pavel! - Exclamó Sulu al verle dormir echo un ovillo y tan pálido como una rosa blanca.

   - Está durmiendo la mona, no es nada... - Le tranquilizó el médico.

   - ¿Se ha emborrachado? - Preguntó Scott con sorpresa.

   - ¡Te dije que no debíamos dejarle solo! - Protestó Sulu.

   - Él insistió... además, el Gran Memo solamente quería vernos a ti y a mí... Un ex-alférez de la Flota no es nadie en Kronos.

   - ¡Tampoco lo son un Ex-Jefe de Ingenieros y un maldito piloto...! No hemos conseguido nada. - Admitió Sulu ante McCoy.

   - Spock se ocupará. - Bones le palmeó la espalda. - Usará la influencia de su padre. Lo importante: ¿tenéis pruebas?

   - Estábamos en lo cierto. ¡Chang es un traidor al Imperio y lo tenemos todo grabado! - Scott sonrió al decir aquello. Al menos habían hecho algo bien.

   - ¡Me alegra oír eso! - Exclamó Jim saliendo del aseo con el torso desnudo y el jersey verde en la mano. Una gran sonrisa asomaba en medio de su creciente barba.

   - ¡Jim...! - Exclamó Scott dándole un fuerte abrazo. - ¡Joder, no vuelvas a hacernos pasar por esto...!

    Spock salió detrás de él secándose el pelo con una toalla. Su flequillo recto había desaparecido y Bones le miró extrañado. El vulcano sonrió y le sacó la lengua.

    De repente llamaron a la puerta. Todos se quedaron quietos, en silencio. Scott empujó a Jim al baño y cerró por fuera. Nadie debía verle allí.

   - ¡Servicio de habitaciones! - Gritó una voz femenina al otro lado del pasillo.

   - ¿Alguien ha pedido algo? - Preguntó McCoy.

   Las miradas de los cuatro fueron a parar sobre Pavel, quien despertándose, les clavó los ojos aguamarina. ¿Qué había hecho ahora?

    Sulu se llevó un dedo a los labios, sacó un arma que llevaba oculta a su espalda, sujeta entre los pantalones y la cazadora negra. Se giró y caminó sigilosamente por el pasillo hasta la puerta que abrió, manteniendo el fáser fuera de la vista de la mujer klingon de aspecto vulgar que le miraba sonriendo.

   - ¿Han pedido una chica de compañía? - Dijo apoyando un brazo en la pared y enseñando su cuerpo al japonés que no daba crédito a la situación.

   - Es mejor que te vayas... - Contestó al fin tratando de ocultar a sus amigos de su vista.

   Ella empujó la puerta y entró a la habitación, había llegado hasta allí y no se iría sin más.

   - Si sois un grupo os saldrá más caro... - Comentó al ver a los otros hombres. - Por el vulcano no cobraré... ¡tengo curiosidad! - Miró a Spock relamiéndose los labios.

   - ¿Una puta? - Gritó McCoy. - No puedo creerlo... ¿Has pedido una puta? - Palmeó el culo de Pavel con fuerza y éste se quejó sobre la cama.

   Se había puesto colorado, trató de hablar, de excusarse en su borrachera, pero la afonía permanecía y no pudo decir nada. Se encogió de hombros y hundió la cabeza entre la almohada y la sábana.

  - Te he dicho que es mejor que te marches... - Insistió Sulu agarrándola del brazo.

   - ¡Ni hablar! - Protestó la klingon soltándose de su mano. - ¿Quién me paga el desplazamiento? ¡Mi tiempo es valioso! - Exclamó sacando un qis *(pequeño cuchillo de hoja curva) de debajo de su falda corta de cuero rojo.

   - ¡Está bien, tranquila preciosa! - Scott sacó la cartera del bolsillo interior de su blazer gris y le ofreció un billete. - ¿Cien darseks *(moneda oficial klingon) serán suficientes?

    Ella cogió el dinero y recorrió el corredor hacia la salida. Se volvió para mirar al grupo, deteniéndose en el vulcano semidesnudo y con el pelo mojado hacia atrás.

   - Una verdadera lástima... - Dijo antes de desaparecer tras la puerta.

   - ¡Me debes una pasta, gilipollas! - Scott pateó el trasero de Pavel que no sabía si echarse a reír o llorar por el dolor.

   - ¡Chicos! - La voz de Jim les llegó desde el aseo. - ¿Puedo salir ya?

   Asomó la cara tras la puerta riéndose por lo que acababa de escuchar. Pavel se incorporó y fue a abrazarle, ya se encontraba mucho mejor.

   - Ey, ukhnem...! *(¡Eh, tirad...!) - Le dijo Jim a modo de saludo mientras le estrechaba con fuerza contra su pecho. - ¿Sexo con una klingon? Ese vino de sangre se te subió bien a la cabeza ¿eh?

   Pavel forzó la voz todo lo que pudo para susurrar débilmente un “te quiero” al oído de su ex-capitán. Solamente esas dos palabras, no podía decir más y necesitaba expresarle lo mucho que se alegraba de tenerle de vuelta. Jim le apretó más fuerte besándole en la frente.

   - ¡Bueno, ya está bien de sentimentalismos! - Exclamó Sulu. - Spock, tendrás que intentar que alguien cercano al Emperador nos reciba, don sincero y yo no hemos conseguido pasar de la recepción.

   - Llamaré a Sarek, a ver qué se puede hacer. - El vulcano buscó un intercomunicador entre las ropas que McCoy había dejado sobre la silla.

   - No sirve, tienes que usar el del hotel. - Le dijo Scott. - Y procura no decir nada importante, está intervenido.

 

 

                                       Por la noche sí hicieron uso del verdadero servicio de habitaciones. No les quedaban apenas darseks para alquilar otro cuarto y Jim no podía registrarse en el hotel, así que compartirían cama, sofá, suelo o lo que encartase.

    Al día siguiente tenían una cita con Azetbur, que ejercía como embajadora del Imperio en la Tierra. Sarek se la había procurado. Conocía a la noble klingon de numerosas reuniones diplomáticas que habían mantenido y sabía que era defensora de la paz, así que supuso que ayudaría a que su hijo y sus compañeros fuesen recibidos, si no por el mismo Emperador, sí por alguien de su círculo más próximo.

       Al fin llegó la cena. Estaban cansados y hambrientos. Se lanzaron a desenvolver los emparedados, único menú para humanos en la carta del hotel.

   - No puedo comerme esto, Jim... - Dijo Spock decepcionado. - ¡Es carne!

   - Sándwich de pollo, amor... - Sonrió Jim, eran sus favoritos. - Dale un bocado, un mordisquito nada más... está bueno, te gustará... - Le decía mimoso acercándole su bocadillo a los labios mientras él rehusaba.

   - O eso o gusanos de serpiente, Spock... - Rió McCoy divertido al ver su cara de asco.

    El vulcano consintió y mordió el emparedado de la mano de su esposo. Masticó unos segundos, sus compañeros le miraban con curiosidad. Sabían que era vegetariano desde siempre y que detestaba profundamente sus costumbres carnívoras. Tragó el bocado y fue a por otro. En su cara dejó ver la satisfacción que sentía, sus mejillas se pusieron poco a poco más verdes.

   - Te lo dije, mi vida... Está rico, ¿verdad? - Jim le sonreía con ternura.

   - Solamente porque no hay otra cosa... - Murmuró Spock con la boca llena.

   - ¡Lo que me faltaba por ver...! - Exclamó McCoy sorprendido.

   - Por favor, os ruego que no le contéis esto a mi padre, no creo que lo entendiera. - Suplicó a sus amigos, la cara le hervía totalmente verdosa ahora.

   - Tranquilo, Spock... - Le palmeó la espalda Scott. - Seremos tumbas.

   El vulcano levantó una ceja ante aquella nueva expresión.

  - Quiere decir que no diremos ni una palabra. - Le aclaró Sulu.

   Pavel le miraba riéndose en silencio. Tragar le costaba un mundo y acompañaba cada mordisco que daba a su bocadillo con unos sorbos de agua. La última vess que bebes vino de sangre, Pavel. Se decía a sí mismo.

 

       Por la noche Sulu y Scott compartían el sofá mientras McCoy, Spock, Jim y Pavel se apretujaban sobre la cama tamaño Kling-Size como la llamaron, en alusión a la gran envergadura de los klingons. Spock encerraba con sus brazos y piernas el cuerpo de su marido. Cerca, muy cerca de su corazón, de donde nunca más le dejaría separarse si podía evitarlo.

   - Spock... mi bebé...

   - Amy está en casa de Nyota, Jim. Peter cuida de ella, no te preocupes.

   - La hecho de menos... hace una semana que no la veo, amor.

   - Solucionaremos esto y volveremos a casa... Pronto la tendrás entre tus brazos.

    Pavel se revolvió en sueños. Jim le puso la mano en la frente, él también debía echar de menos a la niña.

 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por comentar. Como siempre espero que os guste la historia.


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