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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

¿Hasta dónde se puede caer cuando no hay nada que te detenga? Drogas, sexo desenfrenado, un nuevo intento de suicidio... McCoy decide internar a Pavel en el hospital por una temporada.

 


Hacia el fondo del abismo


 


                                                                             Amy estaba a punto de cumplir los siete años y su mente iba a abrirse de nuevo a la telepatía. Sarek había preparado a Pavel para aquello pero debía ser Spock quien realizara el ritual de koon'ul *(compromiso) entre su ko-fu *(hija) y el t'hy'la de ésta.


   - Jim, es algo más que un rito... - Su marido no estaba nada contento con la ceremonia. - Mi pueblo tiene esta costumbre, es necesario para su unión mental.


   - Pero si es solamente una niña... - Miraba a su pequeña jugando con el perro en el jardín, un labrador blanco que le regaló hacía ya dos años para compensarla por lo que le había hecho pasar cuando él mismo y Pavel fueron juzgados en Kronos.


   - Va a dejar de ser una ax'nav *(niña) para convertirse poco a poco en una ko-kan *(chica) – Spock intentaba hacerle entender que Amy, a pesar de estar siendo educada como humana, poseía una biología vulcana que la condicionaba por entero.


   - Está creciendo, vale... pero aún es una niña y lo seguirá siendo unos cuantos años más. - Jim le miraba enfadado, no quería dar su brazo a torcer. - Los humanos no se enfrentan al cambio hacia la madurez hasta bien entrada la adolescencia, Spock. ¿No puedes hacer ese koon'ul entre ella y Pavel cuando cumpla los quince... o los dieciséis?


   - Para eso tendríamos que separarles, Jim. Pronto su mente volverá a abrirse, si no hacemos el ritual podría ser peligroso para ambos comunicarse, compartir el tel. *(vínculo) - Spock no quiso aclarar en qué consistía ese peligro.


   - Separarles... quizá sea lo mejor. - Murmuró el almirante bajando la mirada.


 


 


                                          Desde su regreso de Kronos Pavel había estado comportándose de un modo muy extraño. En realidad vivía permanentemente drogado, entre estimulantes y tranquilizantes su sangre nunca se encontraba limpia y la química de su cerebro siempre estaba alterada. Había aprendido a ocultarlo, viendo cada vez menos a Amy y a sus amigos, pasando el tiempo solo, elaborando su lento plan para liberar a Khan y torturando al comodoro Stanford hasta límites insospechados por sus compañeros.


       Poco después de volver de Kronos, Sulu alquiló otro apartamento lejos de su amada rosa. Al principio Pavel ni siquiera se dio cuenta de su ausencia, ocupado como estaba en sus correrías. Luego, simplemente lo aceptó.


 


        El piloto conoció a una mujer, Selene y empezó a salir con ella. Una tarde, cuando entró a su viejo piso para recoger las pocas pertenencias que había dejado allí al mudarse, él y Pavel tuvieron una tremenda discusión.


   - ¿Te marchas definitivamente? - Le preguntó un greñudo Pavel tirado en el sofá. - Ya casi no tienes nada aquí y nunca nos vemos, Sulu.


   - Eso no es solamente culpa mía. - Le echó en cara a su amigo. - Vas a trabajar y el resto del tiempo nadie sabe dónde te metes o a qué te dedicas.


   - No hablamos de esas cosas, no lo olvides. - Agitó su dedo índice recordándole su norma.


   - Le he pedido a Selene que viva conmigo. - Sulu soltó aquella bomba sin mirarle a la cara, mientras empaquetaba sus pertenencias en una maleta rígida sobre la cama.


    Aquello hizo que Pavel saltara como empujado por un escondido resorte. Se puso en pie y entró al dormitorio de su amigo. Miró las cosas de Sulu... sus viejas camisas, sus libros, sus recuerdos familiares... la waquizashi... y se dio cuenta de lo mucho que le echaba de menos.


   - Sé que he sido un hijo de puta contigo Hikaru, pero no quiero perderte... ¿No podrías volver conmigo? Haría que todo fuese diferente esta vess...


   - ¿Para qué? Madura de una vez, Pavel... ¡No puedes tenerlo todo!


   - ¿Tenerlo todo? - Chekov contenía sus lágrimas, no quería echarse a llorar. - ¿Me disses eso estando Khan congelado en el sótano de la Academia?


   - ¡Oh, Pavel! ¡Ya está bien...! He tenido la suerte de conocer a Selene, ella me ama y me hace feliz. ¿No puedes simplemente alegrarte por mí? - Sulu se dio la vuelta para sacar unas cajas del altillo de su antiguo armario. No quería ver cómo su rosa volvía a sufrir rompiéndose en mil pedazos.


   - ¡Vete, cásate con esa chica si te da la gana...! - Su voz sonaba ronca por la ira. - La estás engañando, y te engañas a ti mismo... ¿O ahora me vas a dessir que tú también la amas?


   - ¡Pues sí, Pavel Andreievich Chekov! - Pronunció su nombre completo como solía hacer con sus alumnos cuando se mostraba severo con ellos. - ¡La amo! ¿Lo has oído? ¡Yo Hikaru Sulu amo a Selene Marchant y voy a vivir con ella! - Gritó a voz en cuello clavándole la mirada con furia.


   - ¡Bien! - Chilló Pavel meneando la cabeza airado, se le soltó el coletero y su melena cayó desordenada hasta los hombros. - ¡Sé feliss con ella y tu egoísmo!


   - ¿Mi egoísmo? ¿El mío? - Sulu prefirió girarse de nuevo hacia el armario o acabaría por darle un puñetazo a Pavel en toda la boca. Se lo estaba buscando. - ¡Ser feliz con ella es exactamente lo que tengo pensado hacer!


    Pavel aprovechó el momento para coger la wakizashi de la maleta y desenvainar la hoja. Sulu se volvió a oír el ruido de la funda contra el metal.


   - ¿Qué haces? ¡Suelta eso idiota!


   Fue solamente un gesto, un ligero roce. Ni siquiera había sido consciente de hacerlo, no sabía que la herida sería tan profunda...


   - ¡Pavel! - Sulu se le echó encima para taponar con sus propias manos aquella raja abierta en el antebrazo de su colega. La sangre salía disparada a chorros con cada latido del corazón. - ¡Joder! ¡Noooo!


   - Lo siento... yo no quería... no creía que... - Pavel le miraba desconcertado. ¿Cómo había llegado a aquella situación?


   - ¡Sabes que siempre está afilada, imbécil! - Sulu lo tumbó sobre la cama, le puso una de sus camisas sobre la herida y colocó la otra mano de Pavel encima presionando con fuerza. - ¡Aprieta ahí! No te muevas, voy a llamar a McCoy...


    Corrió al salón y marcó su número con el vídeo-comunicador-portátil.


   - Hola, aquí el doctor Leonard Mc... ¿Qué ha pasado Sulu? - Gritó al ver la cara del piloto en la pantalla. - ¿Qué diablos es toda esa sangre?


   - ¡Pavel! - Gritó el japonés enfocando ahora a su amada rosa que se desangraba sobre la cama, cada vez más pálida y sin fuerzas.


   - ¡Pon tus manos en su axila, Sulu y presiona encima con todo tu peso! Voy para allá...


   - ¡No tardes...! - El piloto obedeció al médico dejando caer el VCP al suelo al lado de Pavel.


   - Estoy saliendo... espera... me teletransporto...


      Afortunadamente Bones estaba de turno en el hospital y solamente tuvo que introducir las coordenadas del comunicador de Sulu en el transportador para emergencias. Tardó unos segundos en materializarse junto a ellos.


   - ¿Qué ha hecho esta vez? - McCoy apartó la mano con la camisa empapada en sangre de la herida. La hemorragia volvió a fluir con su chorro intermitente de color rojo vivo. - ¡Por Dios Santo, se ha seccionado la arteria radial! Tengo que llevarle a hospital ahora mismo...


 


    McCoy pulsó un botón de su equipo cogiendo a Pavel entre sus brazos. Los dos se desmaterializaron al instante. Sulu se quedó un rato en silencio, procurando respirar, nada más. Luego cogió el comunicador de nuevo para llamar a Spock. No podía conducir. Alguien tendría que llevarle a casa.


       Cuando llegó el vulcano Sulu fue a abrirle la puerta. Le guió sin decir una palabra hasta el dormitorio donde se hincó de rodillas. Spock vio toda aquella sangre y entendió el estado de shock de su amigo. Lo levantó del suelo cogiéndole de los brazos, lo arrastró hasta el cuarto de baño donde le quitó la sudadera y le limpió la cara y el cuerpo con una toalla húmeda. Incluso tenía sangre empapándole el pelo.


   - Llévame al hospital, Spock... - Le suplicó.


   - Es mejor que no, Sulu. - Negó con la cabeza. - Te dejaré en tu piso. Llama a Selene para que te espere allí.


   - Pero... ¿y Pavel?


   - Jim y yo nos ocuparemos. - Sacudió ligeramente al piloto por los hombros clavándole la mirada. - ¡No dejes que vuelva a hacerte esto, Sulu! No permitas que te manipule... Ahora tienes a Selene, ve con ella y procura olvidar a Pavel.


   Hikaru asintió, su amigo tenía razón. Pavel ya no era ni sería más su frágil rosa...


 


 


   - ¡Fue un acssidente! ¡Yo no quería hasserme esto...! - Chillaba mostrándole sus vendajes a McCoy.


   - ¿Accidente? ¡Y una mierda...! ¿También es un accidente toda esa porquería que te has estado metiendo? ¡He analizado la poca sangre que te quedó en el cuerpo, estúpido! ¡Permanecerás ingresado en el hospital una buena temporada! ¡Y es mi última palabra! - La voz del médico se rompió con tanto gritar. Tragó saliva y dejó solo a su paciente cerrando de un portazo.


 


 


                                                         Pasó seis largos meses en el pabellón de psiquiatría del Hospital General de San Francisco. Sus compañeros de tratamiento no entendían porqué iban a verle un almirante de la flota, un vulcano, un cirujano y en ocasiones un ginecólogo; al doctor Oetker le daba verdadera pena el muchacho y subía a visitarle cuando sus obligaciones se lo permitían.


       En las reuniones de terapia de grupo se mantenía siempre en silencio. Tomaba sus pastillas a sus horas y se limitaba a responder a lo que los psiquiatras y psicólogos le preguntaban con monosílabos. Cuando le dieron el alta Jim quería que viviese con ellos. Pavel se negó. Se suponía que estaba limpio de drogas y libre de ideas suicidas. En realidad esto último sí era cierto: había sido un puñetero accidente aunque no logró que nadie le creyera.


 


         Le costó poco retomar su pervertida relación con Stanford. Empezó a arrastrarle a locuras masoquistas donde le mantenía atado mientras follaba con otros delante de sus narices para luego introducirle objetos contundentes por el trasero. El comodoro disfrutaba siendo su esclavo y le recompensaba dejándole ver a Khan siempre que quería.


 


       Un día, poco antes del séptimo cumpleaños de Amy, Stacy Jackson se presentó en su apartamento. Hacía más de un año que se había graduado pero seguía bebiendo los vientos por su guapísimo profesor de física avanzada. La muchacha trató de seducirle con su mejor sonrisa, agitando su melena rubia y ofreciéndole una botella de vodka para auto-invitárse a cenar.


   - Preparo un Filete Strógonoff de chuparse los dedos...


   - ¿Los míos o... - Pavel, consciente de sus intenciones jugó con ella cogiéndole la mano y llevándosela a la boca, - ...los tuyos? - Se metió el anular de la chica entre los labios y lo succionó perverso.


   - Profesor Chekov... - Musitó ella encantada, sus braguitas se humedecieron al instante.


   - Pavel, pressiosa... Llámame Pavel. - Le susurró conduciéndola al dormitorio.


 


          Ya nada le importaba. Había vuelto a consumir toda clase de estupefacientes desde que salió del hospital y cada vez veía menos a Amy. La niña se hacía mayor y no podía resistir su presencia. Todo era complicado, una maldita locura... El deseo, la lujuria, la frustración, la soledad... ¡No aguantaba más! Chekov se había dejado caer por el precipicio y aún no había tocado fondo.


 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por los comentarios, de verdad me anima recibirlos.


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