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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Amy está creciendo, sus poderes telepáticos también... incluso es capaz de percibir a su t'hy'la a cientos de miles de pársecs de distancia.


Al mismo tiempo un pequeño milagro sucede en la cocina de su casa.

 


Robots


 


                                                             Cada día de su cumpleaños, desde que Pavel se había marchado, Amy hacía que Bones la llevase a ver a Khan. Pasaba un buen rato subida a una silla mirándole la cara. En aquella ocasión ya no le hizo falta el mueble, había crecido y el criotubo quedaba a su alcance.


   - Venga, Amy... - el doctor le tiraba del jersey, - ...tus padres están esperando. Creo que la tarta es de chocolate. - Intentó tentarla.


   Ella permanecía en silencio, observando con absoluta devoción los rizos oscuros sobre la frente de alabastro, las negras y perfectas cejas, los párpados cerrados que transmitían paz, los marcados pómulos afilados, la recta nariz que llevaba a unos labios gruesos y perfilados que daban ganas de besar... la barbilla donde se marcaba un delicioso hoyuelo cuando sonreía... ¡Cómo añoraba aquella sonrisa! Y el color azul hielo de sus preciosos ojos...


   - ¡Ya está bien, Amy! - McCoy la arrancó de la cápsula y se la llevó de la mano. La pequeña había empezado a llorar.


   - Hoy cumplo once años, Bones. - Le dijo más calmada mientras el médico conducía camino de su casa. - Khan lleva ocho congelado y Pavel hace casi tres años que se fue. ¿Crees que podré sonreír y comerme esa dichosa tarta de chocolate?


   - Cariño, lo siento... - El médico no sabía qué decir, como siempre la niña le dejaba sin palabras.


   - No importa, no es culpa tuya. - Aprovechó un semáforo en rojo para abrazar a su loco doctor y besarle en la mejilla. - Intentaré hacerlo... por mis padres. ¡Pondré la mejor de mis sonrisas! - Se forzó a separar los labios enseñando los dientes blancos al médico. - ¿Qué tal ésta?


   - Tesoro... Si Pavel no se hubiera vuelto un loco peligroso no tendría por qué haberse marchado. - En el fondo de su corazón seguía culpándolo por la muerte de su amada Christine.


   - ¡Fue un accidente, Bones...!


  - Iba borracho, hasta arriba de drogas. - McCoy aceleró la marcha, deseando llegar y terminar aquella maldita conversación. - No le excuses.


   - No lo hago. Sólo quiero que entiendas que no sabía que era ella cuando...


   - ¡Basta! ¡Sólo faltaba que lo hubiese hecho a propósito! - Le gritó el doctor con enfado.


   - ¡Está pagando por ello, lo sé...! A veces sueño con él. - Amy miraba por la ventanilla del coche, se acercaban a su residencia. - Le he visto sufrir castigos que te pondrían los pelos de punta, Bones. - Las lágrimas se le escaparon de nuevo de sus ojos azules, la niña se las enjugó con la manga del jersey. No quería que sus padres la viesen llorar.


 


             Acabó soplando las velas, agradeciendo los regalos y la presencia de toda su familia en casa para celebrar que cumplía un año más. Sus sonrisas agradaron a todos y se entretuvo jugando con Cayden y haciéndole monerías a Bean, su hermano pequeño. Aún así, observadora como era, advirtió cómo su abuelo buscó un momento para hablar a solas con Jim. ¿Qué estarían tramando Sarek y su a'nirih?


   - Ha dejado Kronos. Azetbur tuvo una charla con él y le ha despedido. - Informó el vulcano a su yerno sobre los movimientos de Pavel.


   - ¿Dónde ha ido? - Preguntó Jim.


   - A un planeta en el cuadrante delta, una estación científica según creo, pero no sé el nombre. Siento no poder ayudarte más.


   - Si trabaja para la Federación podré localizarle, gracias Sarek. - Jim le tendió la mano y esperó a que él se la estrechara. Como siempre tardó unos segundos.


   - No sé a qué se dedicará ahora, pero al menos estará lejos de los klingons. - Sarek negó levemente con la cabeza. En el fondo sabía que Pavel encontraría otra forma de martirizarse.


 


 


                                             McCoy se había quedado a dormir en el antiguo dormitorio de Peter, como casi siempre. Por la mañana le preparaba unas tortitas a Amy en la cocina, haciéndola reír con sus payasadas. Jim y Spock estaban poco habladores. Algo se interponía entre los dos, su hija podía notarlo a distancia. Y no sólo su hija...


   - ¿Qué es lo que le ocultas a papi, a'nirih? - Le preguntó directamente a Jim que casi se atraganta con el zumo de naranja.


   - ¿Qué? ¡Nada! Yo... - Dejó el vaso en la mesa y acarició la cabeza de su hija, atrapando unos rizos entre sus dedos. - Sabes que no debes meterte en nuestras mentes, tesoro mío.


   - ¿Cosas de mayores? - Mostró su sonrisa torcida, gesto aprendido de su padre.


   - Nada que te incumba. - Tiró ligeramente del pelo de su hija para reprenderla.


   - Ella tiene razón... Hay algo que tratas de esconderme, lo noto t'hy'la. - Pensó Spock solamente para su esposo.


   - Déjalo correr, mi amor... Confía en mí, es mejor así. - Jim seguía el consejo que le había dado su suegro impidiendo ver a su marido la preocupación que sentía por Pavel.


   - ¿Y qué se supone que debe dejar correr, Jim? ¿Qué es mejor que Spock siga ignorando? - Inquirió Bones vertiendo la masa de las tortitas sobre la plancha caliente como si tal cosa.


   Los dos se le quedaron mirando. Había utilizado las palabras exactas, como si las hubiese oído pronunciar. ¿Qué había pasado allí?


   - Bones... ¿Me has escuchado hablar? - Jim no salía de su asombro. Lo cierto es que todo el vello de su cuerpo se había erizado en un instante.


   - Pues claro... lo has dicho en voz alta, ¿no? - El médico ni siquiera se había dado cuenta de lo que realmente estaba pasando.


   - No, Leonard. Mi sa-telsu *(esposo) ha utilizado su voz secreta, la que solamente comparte conmigo. - A Spock le fascinaba que su querido amigo hubiese podido oír telepáticamente a Jim.


   Amy se echó a reír. Su loco doctor había pasado demasiado tiempo con sus padres y algo había cambiado entre ellos.


   - ¡Has captado mis pensamientos, Bones! - Jim le abrazó desde atrás con fuerza, emocionado por lo que nunca antes había sucedido.


   - ¡Suéltame Jim! ¡Por Dios Santo, vas a hacer que me queme...! - Alzó la voz sintiéndose violento.


   - Es fascinante, Leonard. Lo que has hecho no es nada normal entre los humanos. - El vulcano tenía levantadas ambas cejas observando al médico, de buena gana le hubiera estrechado contra su pecho.


 


      Pero no lo hizo. Se percató de lo molesto que había sido para McCoy reconocer que la voz de Jim había sonado en su mente, lo incómoda que le resultaba toda aquella demostración de afecto por su parte y lo mal que se sentía en el fondo de su corazón. De alguna manera, aquello suponía haber olvidado a Christine... los sentimientos del médico por Jim estaban convirtiéndose en otra cosa que no era exactamente amistad.


 


 


 


                                                             A cientos de miles de pársecs de distancia, en un planeta desértico perdido en el cuadrante delta, un greñudo y esquelético Pavel Andreievich Chekov tomaba posesión del que de ahora en adelante sería su puesto de trabajo. La estación científica de Rinax, una luna de clase M que orbita el planeta Talax, estaba preparada para ser atendida por un solo hombre. Normalmente los contratos eran de tres meses, seis como mucho. Pavel había firmado de por vida...


      Estaba totalmente sólo allí. Su única compañía eran dos robots a los que reprogramó para que respondieran a los nombres de Amy y Khan, adecuando sus módulos de voz para que sonasen lo más parecido a ellos, inscribiendo en sus códigos palabras y expresiones que le hicieran sentir cerca a sus t'hy'la.


      Se condenó a la soledad más absoluta. ¿Sería castigo suficiente?


    El hecho de que Azetbur le hubiera despedido no le sorprendió. Durante los casi tres años que pasó a su servicio siempre temió ser descubierto en sus correrías. No se fiaba de la discreción de los soldados por los que se dejaba tomar con fiereza cada vez que se sentía con fuerzas. Cuando tenía que presentar sus informes ante la Señora de la casa D'Ghor temblaba por si ella se daba cuenta de las heridas en su cuerpo, de los huesos rotos que disimulaba con las grandes ropas klingon que utilizaba.


   - No te alimentas bien, Chekov. - Le dijo ella en una ocasión. - El uniforme que vistes es el de un muchacho, de seguir así tendrás que utilizar la talla de un niño.


   - Vuestro pueblo tiene mayor envergadura que el mío, mi señora. - Se excusó nervioso. Tenía dos costillas fisuradas y una luxación en la rodilla izquierda, le estaba costando un gran esfuerzo incluso permanecer allí de pie, en el gran salón de la casa.


   - ¿Acaso no han traído suficiente suministro de comida para humanos este mes? - Le preguntó preocupada por su extrema delgadez.


   - ¡Oh, eso no es problema ya! - Le quitó importancia Pavel. - Me estoy acostumbrando al sabor de vuestros gusanos vivos...


 


         Durante el tiempo que pasó en Kronos aprendió muchas cosas sobre su cultura. La comida era sin duda lo peor. Siempre se acordaba de aquella lata que Khan le entregara en Aldebarán B para que comiese... y de su voz pidiéndole que no fuese delicado.


   El tono grave, sensual, sonaba bastante metálico en la voz del robot. Aún así le gustaba dormirse escuchándole leer fragmentos de obras de Shakespeare que le hacía seleccionar de forma aleatoria.


   - “Así crecimos juntas, semejantes a dos cerezas mellizas que se diría que están separadas, pero que un lado común las une. Dos lindas bayas modeladas sobre el mismo tallo. Así es como, con dos cuerpos visibles, no teníamos más que un solo corazón, lo mismo que en un blasón se ven dos cuarteles iguales, perteneciendo al mismo escudo y coronados con una sola cimera. ¿Y rompes el lazo de nuestro antiguo cariño...”


   - ¡Basta! - Le gritó al robot Khan. - Déjame solo, quiero dormir.


   La máquina obedeció en silencio, salió del dormitorio atenuando la luz progresivamente hasta que la habitación quedó en penumbra. Pavel estaba llorando. Aquellas malditas palabras de Sueño de una noche de verano...


   - Amy... mi t'hy'la... ¿podrás perdonarme algún día por haberte abandonado?


 

Notas finales:

Gracias por leer. Gracias por comentar.

Abróchense los cinturones y pongan los respaldos en posición vertical. Vamos a aterrizar.


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