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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Sulu contrae matrimonio con Selene. El día de su boda quedará marcado para siempre en los corazones de sus amigos, especialmente en los de McCoy, Jim y Spock, quienes van a experimentar una sensación única durante el banquete.


Por otro lado, en el cuadrante delta, Pavel está a punto de terminar con sus años de soledad.

 


Un caudaloso río azul


 


                                                                     El traje de novia era espectacular, Selene estaba realmente hermosa vestida de blanco. El escote palabra de honor y el velo cayendo por sus hombros redondeados hacían que pareciese una auténtica princesa. Nyota, emocionada, terminaba de arreglar los últimos detalles.


   - ¡Estás preciosa, realmente bellísima...! - Secó una lágrima que estaba a punto de destrozar su rímel. - ¡Sulu se va a caer de espaldas en cuanto te vea!


   - ¡Espego que no... tiene que casagse conmigo! - Bromeó la francesa. - Sobgre todo ahoga que viene un bebé... - Su tripita abultada era apenas perceptible bajo la seda de su vestido.


   - ¡Ojalá Christine estuviese aquí para ver cómo tú e Hikaru formáis una familia! - Otra lágrima en su párpado, de seguir así tendría que maquillarse de nuevo.


   - Ella estagá migando desde el sielo, Nyota. Yo también la hecho de menos. - Acarició la mejilla de su dama de honor con dulzura.


 


 


                                        Amy se negaba en redondo a ponerse aquella ropa, el vestido era demasiado incómodo para ella, acostumbrada a llevar pantalones desde hacía años. Su padre la increpaba en el pasillo metiéndole prisa. Iban a llegar tarde a la ceremonia. Spock se tapaba los oídos abajo en la cocina, últimamente los gritos en su casa se habían convertido en algo habitual.


   - La adolescencia, Spock... - El médico le miraba sonriendo. - Tiene trece años, se rebela ante Jim...


   - ¿Por qué con él? - Las peleas y las discusiones entre su esposo y su hija le tenían realmente harto.


   - Es su madre... o lo más parecido a eso. Las niñas se enfrentan al modelo femenino buscando reafirmar su posición en el mundo. - Bones trató de explicar brevemente la psicología de una adolescente. - Tienes suerte, papi... - Bromeó acariciando su perilla.


   - Es terriblemente molesto, todos los días peleas... ¿Cuándo va a terminar? - Spock se dejaba colocar el cuello de la camisa por debajo de las puntas de la pajarita, McCoy le daba el último retoque.


   - Tranquilo, cuando termina la etapa y la niña se convierte en mujer recupera la unión con la madre. - No parecía contento con el resultado de su intervención en el lazo de Spock, así que tiró de una punta y lo deshizo para empezar de nuevo.


   - Pero Jim no es una mujer... Leonard. No es precisamente un modelo femenino. - Cerró los ojos, su amigo tenía la cara demasiado cerca de la suya y casi no podía evitar la tentación de...


   - ¡Ya está! - Exclamó contento con su trabajo, la pajarita estaba recta y perfectamente anudada. Sin darle importancia a lo que hacía besó brevemente los labios cerrados de Spock. Luego se apartó y carraspeó. - Voy a subir, si esos dos siguen chillándose llegaremos tarde.


      Habían pasado dos años desde que Bones por primera vez oyera los pensamientos de Jim en su cabeza. No tardó en escuchar también los de Spock. Tenerles cerca y ser testigo de sus conversaciones secretas era la norma para él. Sobre sus sentimientos hacia la pareja prefería guardárselos para sí mismo.


   Les quería, a ambos. Les quería tanto que no podía pasar un día sin estar a su lado. Cuando se quedaba a dormir en la vieja habitación de Peter era una tortura si ellos hacían el amor al otro lado del pasillo. Casi podía oírles llamándole a su lado, reclamando sin palabras su presencia en la cama, pero Bones jamás cruzó esas puertas. Ellos tampoco. Respetaban a su mejor amigo, dejaban que el amor siguiera su curso natural. Si un día ocurría y McCoy cedía a su deseo, estarían ahí para él, pero no podían forzar las cosas.


 


 


                                        Scott se ocupaba de los últimos detalles como padrino; que todo el mundo estuviera sentado en el lado correcto de la sala de ceremonias, que a nadie le faltase una flor para lanzar a los novios cuando dieran su consentimiento... Estaba al borde de la histeria e irónicamente fue Sulu quien tuvo que tranquilizarle.


   - Scott, amigo, todo está bien, respira... - El piloto le desabrochó el último botón de la camisa dejando que el aire entrase en sus pulmones.


   - Lo siento, debía ser yo quien controlase tus nervios. - El escocés sonrió y abrazó a su compañero. - ¿Estás bien tú? ¿Necesitas algo?


   - Sí, muy bien... - Bajó la mirada con una sombra de tristeza, pero se forzó a levantar la cabeza rápidamente y sonreír.


   - Se echa de menos a los amigos ausentes... - Scott pensaba en Christine, por supuesto.


   - Sí, ojalá Pavel estuviese aquí... - Murmuró Sulu.


   - ¿Qué? ¡El maldito Black Donald *(demonio) está mejor donde quiera que esté! - El ingeniero cerró los puños con rabia por encima de su kilt.


   - Fue un accidente, Montgomery... Se arrepiente, por eso se marchó y no hemos vuelto a saber nada de él. - Sulu cogió las manos de su colega y le miró a los ojos. - Eres mi mejor amigo y estoy encantado de que aceptaras ser mi padrino de bodas... pero entiende que nunca dejaré de querer a Pavel; por muy odioso que haya sido su comportamiento, por mucho daño que nos haya hecho... él siempre será... mi rosa - pensó para sí, - ...mi amigo.


   - Lo entiendo Sulu... - Scott se sorbió la nariz. - Yo también le echo de menos... ¡pero si ahora mismo asomase la cabeza le daría un puñetazo! Aunque luego le abrazara... - Susurró.


 


 


                                          La humedad en verano en los pantanos de Rinax alcanzaba el noventa por ciento y la temperatura superaba con facilidad los cincuenta grados celsius. Pavel no salía de la estación en esa época y tenía que luchar contra la fiebre que le provocaban las picaduras de los mosquitos, los malditos lavaflies que con su largo de seis centímetros se colaban por los conductos de ventilación pese a las medidas de seguridad que había reforzado. El repelente que le llegaba con los suministros era más bien escaso, su alto precio suponía que la Flota le enviase los frascos con cuentagotas.


      Tenía los pies sobre la consola, el pelo larguísimo le colgaba sobre la espalda y la poblada barba no dejaba ver la armonía de su rostro. Abrió una lata de comida y se asqueó con la visión de los gusanos de serpiente en salsa de sangre.


   - Yebát! *(joder) ¡Otra vez se han equivocado! - Parecía que el sargento que le hacía llegar la comida una vez al mes por el teletransportador disfrutaba haciéndole esa clase de jugarretas. - ¡Basura klingon! - Renegó tirando la lata al suelo.


   El bot-Amy se apresuró en sacar sus accesorios y recoger la comida desparramada limpiándolo todo con eficacia y eficiencia. Pavel lo observó con indiferencia. Llevaba dos años sin hablar con nadie, sin ninguna clase de contacto humano o con otra especie, únicamente sus robots. Cerró los ojos y se quedó dormido. Los escalofríos y la debilidad hicieron que perdiese la cuenta de cuánto tiempo había pasado cuando el bot-Khan lo despertó con brusquedad.


   - ¿Qué quieres? - Preguntó aturdido. - ¿Qué está pasando? ¿Por qué suenan las alarmas?


  - Alguien viene, Pavel. Una nave ha aterrizado cerca de las instalaciones.


   - ¿Cómo disses? - Levantó el culo y corrió a la consola de observación del exterior.


   Pavel se estremeció. Debía haber al menos veinte personas allí fuera. ¿Quién era aquella mujer rubia que aporreaba las puertas de metal? Un muchacho la seguía, igual de rubio que ella, y con una mirada que le pareció familiar.


   - ¡Profesor Chekov...! - Gritaba ella desde el otro lado de las compuertas. - Profesor, abra. ¿La Federación no le ha informado? Mi grupo científico y yo vamos a utilizar su base para nuestro trabajo.


   - ¿Quién es usted? - Pavel comprobó las últimas órdenes que había recibido hacía días y que como siempre había olvidado mirar.


   - Carol Marcus, Chekov... ¿Te acuerdas ya de mí? - La mujer dejó que la cámara de seguridad le enfocase la cara directamente, mirando al objetivo para clavar los ojos en los de un sorprendido Pavel al otro lado del circuito.


 


 


                                          Sulu y Selene, ya marido y mujer, abrieron el baile con un viejo vals de Strauss. No tardaron en seguirles el padrino y la dama de honor. Nyota estaba también muy guapa con el vestido rojo oscuro y Scott llevaba con orgullo la falda escocesa de su uniforme de gala. Sus hijos, Cayden y Bean les miraban algo avergonzados desde la mesa de los pequeños donde Amy había tenido que sentarse muy a su pesar.


   - ¿Bailas conmigo, prima? - Peter intentó rescatarla del griterío de los menores que peleaban por ver quien comía más tarta.


   - ¿Con este disfraz? - Dijo apretando en sus puños la larga falda de su vestido azul. - Me caería de bruces... Déjalo, baila con Alex. Te está comiendo con los ojos.


   El pelirrojo sonrió y se fue hacia su guapo novio que le recibió con un beso.


   - Pues a tu a'nirih no puedes decirle que no. - Jim la forzó a levantarse agarrándola de un brazo.


   - ¡Déjame en paz... odio este vestido, parezco gilipollas!


   - ¡Amy! - La regañó su padre. - Compórtate, por favor. Tengamos la fiesta en paz...


   - ¡Vete a bailar con papi... - le miró con desprecio, los ojos llenos de una rabia juvenil que le costaba controlar, - ...o con Bones! Así podrás sobarle delante de todo el mundo sin preocuparte por lo que piensen los demás. - Dijo aquello con toda la intención de herirle y lo consiguió.


   Jim perdió los nervios y le soltó una bofetada. De inmediato se arrepintió de haberlo hecho. Ya era tarde. Amy se marchó corriendo de la sala de fiestas remangándose las faldas, llevaba la cara empapada en lágrimas y la mejilla roja por la torta que sabía que se había ganado.


   Spock y McCoy le flanquearon impidiéndole salir detrás de la muchacha.


   - Ahora no, Jim. - Pensó su marido. - Dale un tiempo para que se calme y recapacite, ella misma te pedirá perdón.


   - Ha sido cruel... - Musitó en sus pensamientos apoyando la cara en el hombro de su esposo.


   - Es una cría, no se lo tengas en cuenta. - La excusó el doctor sin pronunciar palabra.


      Del mismo modo que él podía escuchar los pensamientos de sus amigos éstos eran capaces de oír los suyos. Allí en pie, junto a la mesa de los niños, mientras las notas de El Danubio Azul flotaban en el aire y sus familiares y compañeros bailaban celebrando la unión sagrada entre Sulu y Selene, los tres se estremecieron al sentir el tel *(vínculo) con más fuerza que nunca. Era como un caudaloso río azul fluyendo de Spock a Jim y de éste a McCoy para volver a Spock en un círculo sin fin. La pasión ardió en sus estómagos, inundándoles el pecho con un calor insoportable, acuciándoles a salir de la sala y encerrarse en cualquier sitio para culminar su deseo...


   Se miraron a los ojos, a cuál más sorprendido. Bones se apartó, tenía la cara ardiendo.


   - No, chicos... no puedo... - McCoy se retiró al bar y pidió una ginebra.


   - Spock... ¡eso ha sido...!


   - Fascinante..., lo sé.


   - Iba a decir maravilloso pero me vale.


   - De seguir con esa actitud Leonard me creará un problema.


   - ¿Qué quieres decir? Es normal que no ceda fácilmente... Hoy en particular debe añorar la presencia de Christine.


   - Mi pon farr se acerca, Jim. Y me temo que esta vez no me bastará contigo para superarlo...


   Clavó sus ojos azules en los negros ojos de Spock con verdadero miedo. Comprendió que si el vínculo entre ellos se había extendido abarcando también a Bones deberían ser ambos, juntos, quienes se ocupasen del vulcano en su fiebre. Y que si no lo hacían él sufriría las terribles consecuencias.


 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por compartir la historia con vuestros comentarios.

P.D.: Si alguien más se pregunta qué hace Spock con pajarita, lo siento... no pude evitar la tentación.

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