—La lluvia cae en silencio.
Su voz suena frágil y quebradiza. Su cuerpo, inmóvil sobre la cama de dosel, viste su viejo y anticuado traje negro, señal de luto.
—Siempre lo hace, Lunático, es solo que hay veces en la que deseamos oírla con más intensidad...
No se inmuta por mi respuesta seria y sincera... La ocasión no es venida para bromas.
Su respiración resuena en el cuarto semivacío, haciendo eco en cada rincón desierto de la habitación.
—¿Qué es el dolor? —pregunta Remus Lupin en un murmullo-. Dime, Canuto... ¿Qué es?
"No lo sé" es la primera respuesta que surge en mi mente... Pero no puedo murmurar esas palabras tan vacías...
Sus ojos me observan con intensidad, con devoción... Él espera una respuesta.
Pero… ¿Qué responder?
“El dolor, querido Lunático, es mi familia; un insistente dolor en culo”…
¿Qué puedo responder sobre el dolor? Muy pocas veces algo me ha dolido más que un golpe o una caída….
“Remus… El dolor es caer abierto de piernas sobre el palo de la escoba”.
¿Qué puedo responderle a alguien que ha sentido dolor desde pequeño? ¿Qué responder a alguien que sintió el dolor de ser rechazado, de no ser bienvenido?
“El dolor, amigo mío, es vivir con gente que no te acepta y que tiene ideas retorcidas, como mi familia”.
¿Qué responder a su mirada profunda?
—No lo sé. —Sus ojos me observan expectantes, y una sonrisa sincera se forma en sus labios.—¿Por qué me preguntas a mí sobre el dolor, Lunático? Soy la persona menos indicada para responder—digo.
Nuestros ojos chocan cuando él me observa.
El silencio se adueña del cuarto. Su sonrisa cae, pero él sostiene su mirada.
—¿Qué es el dolor, Lunático?—pregunto a media voz.
Parece meditar su respuesta, pero no logra formularla.
La puerta se abre bruscamente y el cabello revuelto de James Potter es lo primero en cruzar por ella.
—¿Qué es el dolor, James?—pregunta Remus con una sonrisa, y una risa breve.
—El dolor es estrujarte los huevos con el palo de la escoba…
Lunático ríe, esa podría haber sido una respuesta acertada.
—Peter dice que nos apuremos –dice James tras unos minutos de silencio.
Potter abandona el cuarto. Remus me observa fijamente, esperado que salga primero.
La brisa sopla suavemente, susurrando secretos, contando historias murmuradas por los muertos.
Todos los presentes visten de negro, todos están de luto. El funeral se da por finalizado.
Las personas se acercaban a Remus y le susurran palabras de consuelo, dudo que él las necesite.
Siento ganas de apoyarlo, aunque sea inútil, ¿cuánto más puede sufrir alguien?
—¿Qué es el dolor? –pregunta él, mirando por la ventana, observando la lluvia caer, sin prestarle atención, sin verla realmente. Su voz, normalmente alegre y tímida, suena quebrada. Su rostro luce destrozado.
Puedo sentir su mirada observándome reflejado en el vidrio. Sus ojos esperan una respuesta.
El silencio se forma entre nosotros, desvía su mirada.
—El dolor eres tú, Remus Lupin.
—¿Yo soy el dolor? –Su voz suena tímida y quebradiza.
—Tú eres el dolor.
Él se voltea y me observa fijamente, con el entrecejo fruncido.
—¿A qué te refieres?
Me acerco a él. Y estiro mi brazo hasta tocar su hombro.
—Tú eres dolor puro.
A pesar de tener los ojos cristalinos de tanto llorar, logra sonreír a través de ellos.
—¿Por qué?
¿Qué puedo decirle? “Porque tú has sentido cada uno de los dolores existente; has sido mordido, tu cuerpo cruza por una transformación física increíble cada mes, has perdido a cada uno de tus seres amados, has sido rechazado, ignorado, apartado por todos, querido por nadie… ¿Y me preguntas, con necesidad de una respuesta, qué es el dolor?”
—¿Qué es el dolor, Lunático? –pregunto con un murmullo.
Me mira, sigue formulando una respuesta.
— Dímelo tú, por algo te lo pregunto.
Acerco mi rostro al suyo, la distancia es casi nula.
Y lo beso. Nunca he esperado más besar a alguien.
“No poder hacer esto todos los días es el dolor, mi amado Lobo”