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Letras rojas. por lorienficachi

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Notas del fanfic:

Este texto no es mío, yo solo lo adapté al fandom de TH. Su título original es WC en letras rojas (ahí viene el Lobo) de Pedro Antonio Molina. Fue tomado de la revista Generación no. 42. Pag 52-55. 

 

En cuanto lo leí pensé que merecía estar acá. 

Esta planeado como un one-shot, pero si el final no les convence del todo 7u7 haría otro capítulo. Hacedmelo saber. 

 

Disfruten leyendo. 

Notas del capitulo:

Espero que no sea muy largo aunque lo recorté D: No van a esperarse el final ;) 

Denle una oportunidad (:

- Que abre la puerta mi madre y que me suelta un derechazo. 

- Orale, pinche Gustav ¿Con el puño cerrado?

- No. Mi mamá tiene la mano pesada. Ya tendría el cachete morado. Con la palma abierta. Y que le digo. - ¿Qué pasó, mamá? ¿Ahora qué hice? - Y ella, negra de coraje y tan pasmada que no podía decir nada, que saca la mano izquierda que tenía escondida atrás de la espalda y me abanica un fajo de revistas en la cara.

- ¿Mis revistas, verdad? Puta madre. Con lo que me costaron. Pues ¿dónde las guardaste? 

- Debajo del colchón, como tú me dijiste. Y desde que me las prestaste he tendido la cama todos los días para que ella no las fuera a ver. 

- Por eso se dió cuenta. 

- Pues cuando se despasmo que me pregunta. - ¿Qué les ves a esas viejas haciendo cochinadas, degenerado? -¿Pues qué les voy a ver má? - Le dije. Para qué. Que me agarra a revistazos hasta que se hicieron cachitos. - No son mías, mamá - Grité. Pero ya no oía. Salí corriendo en cuanto respiró para agarrar más fuerzas. Ni la mochila pude dejar porque la usé para taparme la cabeza mientras ella me aventaba lo que hubiera cerca. Hasta las llaves y una maceta que había en la entrada. 

- Pues ya ni modo. Entonces ¿no comiste?

- Nada.

- Vamos a mi casa y comes algo. Aunque sea.

- Gracias Georg. Y perdón por lo de las revistas. 

- No hay problema, güey. Ya ni las uso. Hace mucho que me aburrieron. 

Georg es mi mejor amigo. La verdad es que es mi mejor amigo en la unidad. La verdad es que es mi mejor amigo en la vida. Porque mi problema es que desde chico soy grande y, por mi tamaño, los chavos de la secundaria que soy un gandalla y me tienen miedo. Los más grandes creen que soy un pendejo. Pero no Georg. Tal vez sea porque estamos de la misma estatura, aunque el acaba de entrar a estudiar psicología en la universidad, y yo apenas estoy en segundo de secundaria.

El problema empezó cuando estaba en quinto de primaria y me empezó a cambiar la voz. Antes de que terminara el año ya tenía que rasurarme todos los días y era el más alto de mi grupo. Lo peor es que con las mujeres es lo mismo: las de mi edad se espantan y me ven como si fuera un viejo de más de veinte y las mayores primero me tiran la onda pero luego se arrepienten.

Recién que nos cambiamos a esta unidad me pasó eso. Yo estaba en sexto y había salido a dar un paseo después de hacer la tarea. Sin el uniforme, porque mi madre me hacía quitarmelo en cuanto llegara a la casa para que no se desgastara de más. Y ahí iba yo caminando cuando oí un - sh, sh -. Miré para arriba y en una ventana del tercer piso estaba una chava como de diecisiete que con los labios me invitaba. Me saque de onda, pero sólo un leve. Que me lanzo por las escaleras hasta la puerta de su departamento. Cuando toqué la puerta me abrió ella y me dejo pasar. Hasta ahí llegue porque parece que la aburrí cuando platicamos. Y como no supé que hacer, mejor me fui. 

Eso fue antes de conocer a Georg. En uno de mis paseos descubrí que detrás del edificio hay un jardincito y una piedrota de lava*. El pasto se sentía rico y la roca servía para apoyar la cabeza. Ahí me quedé tranquilo dejando que me diera el sol y sin pensar en nada. Fue cuando llegó un tipo, como de dieciseis años, con el cabello hasta los hombros y un libro en la mano. - ¿Qué? ¿Te estás dando un toque? - me dijo. - No - Conesté - Vientos - dijo mientras sacaba un churro de detrás de su oreja. Me ofreció aguantando la respiración. - ¿Quieres? - No le hago, dije. Nos pasamos un rato en silencio, cada quién su rollo, hasta que él hablo. - Me encanta este lugar, me siento como un perro, como el personaje de este libro - leí el título De perfil - ¿No lo has leído? - Negué con la cabeza - ¿Que no te lo recomendaron en la prepa? - Estoy en la primaria, apenas tengo doce. - ¡No mames! Pareces como de diecisiete. Estás bien morrito. Yo creo que vio como me desilusionaba, porque me dijo - Pero no te preocupes, galán. Yo a tu edad tampoco leía ni madres. Nada más me acabo el toque y subimos a mi casa. Yo vivo aquí mero, en el 483, y mis padres nunca están en la tarde, así que no hay problema. Yo soy Georg, ¿y tu? - Gustav. - ¡El gusano! 

Así nos hicimos amigos. De eso hace dos años. Durante todas las vacaciones nos reunimos ahí junto a la piedrota y Georg me explicó un chingo de sexo y se psicología, porque aunque todavía no entraba a la universidad, había tenido clases de eso en la prepa. Sabía un chingo. Gracias a sus consejos ya no me volvería a pasar lo mismo que con aquella chava que seguramente estaba bien cachonda y yo perdí el tiempo aburriendola. 

Hace unos meses me había dado sus revistas y hoy mi madre le había partido la madre a su colección. Me daba coraje por mi, ya me había acostumbrado a las revistas de Georg para hacerme una antes de dormir. Y otra antes de levantarme. Y una más al regresar de la escuela. Y otra más al terminar la tarea. Y cuando entraba al baño con la revista escondida debajo de la camisa. Y en la sala cuando mi mamá subía a tender la ropa. 

- Este sí es un problema. Ya no voy a poder tener revistas en mi casa - le dije a Georg cuando terminé de comer lo que había calentado. 

- No hay problema güey, te voy a invitar a ver una película. 

- ¿Tienes videos?

- No, hacen más bulto. Pero hay otros métodos. La otra vez me fui con unos amigos de la prepa al Teresa. 

- ¿El que está en Eje central? 

- Ese mismo. Y no hubo problema para entrar. Tu te ves mayor, ve a cambiarte y nos vamos ahoritita mismo. 

- No, pendejo. Si mi madre sigue enojada, imaginate si me va a dejar salir cuando llegue a cambiarme. Mínimo me la va a partir y a castigar un mes.

- Entonces te presto ropa - y sí, la ropa de Georg me quedaba bien. 

- Te queda de pelos, güey. Ni mandada a hacer. Es más, qupedatela.

Con la emoción del momento el viaje en trolebús se nos hizo corto. Los letreros afuera del cine anuncian que son dos películas las que vamos a ver, y las viejas se ven buenísimas. Georg pide dos boletos. El de la taquilla duda, pero cuando me mira a mi se asegura de que somos mayores de edad. Entramos sin bronca. Nos sentamos, la película ya empezó. Yo ya la traía parada y babeando. Todo esta de pelos: una chava acaba de conocer a un tipo, y luego se la chupa, y luego el a ella. Y luego de perrito, y luego ella encima de el. Y no se me baja hasta que llegan los créditos. Y me entra la urgencia de orinar.

- Ahorita vengo- le digo a Georg. Camino al fondo a la derecha, donde dice WC en letras rojas. Pero no se me termina de bajar, así que me tardo un ratito frente al urinario. Y llega un viejo como de cuarenta años que también se la saca y se le queda viendo a mi cosa de manera rara - Pinche viejo puto - pienso de inmediato. Se me empieza a bajar.

- ¿Te ayudo, mi rey? - me dice el pinche viejo puto mientras me la agarra. 

Lo le suelto un madrazo y el viejo grita chillando y sangrando por la nariz poco antes de que yo salga. Cuando llego con Georg me dice:

- ¿¡Qué onda, güey!? ¿Qué le hiciste al viejito? 

- Le solté un madrazo porque me la agarró. 

- ¿Y eso te enojó? 

- Sí. 

- ¡Uy! Le hubieras dicho que no querías con él, y ya. Esto tiene una explicación psicológica: se llama homofobia.

- No mames.

- En serio. Quiere decir que tu sí quieres, pero tienes miedo de enfrentar tus deseos y por eso reaccionas con violencia. 

- ¿En serio?

- En serio.

- Ah, ya está empezando la película - le digo a Georg para que se calle. No creo que yo sea homofobico. Me cae que no. La verdad es que lo único que quiero es disfrutar viendo la película que empieza con un chavo en una sala de cine porno al que se le acerca una vieja y se sienta a su lado, le baja el cierre, se la saca con toda calma y se la empieza a chupar mientras el chavo sigue viendo la película dentro de la película donde dos viejas cogen. Se me vuelve a poner tiesa. Siento la mano de Georg sobre el bulto de mi entrepierna. 

- ¿Qué? ¿A poco también a mi me vas a pegar?

- No - le contesto - Tu eres mi amigo. Pero no vuelvo a ir al baño solo.

- No te preocupes, yo te acompaño - casi ni le entiendo. Georg tiene la boca llena.

Notas finales:

¿Lo sigo? 7u7 

 

Hasta ahí se acaba la propiedad de Pedro, si lo continúo será de mi autoría. 


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