1953
En una hermosa zona suburbana, donde se elevaban las hermosas casas familiares con enormes jardines y cercas blancas... es donde sucedió todo.
-ahora vuelvo cariño, tengo que ir a comprar cosas para lo que te prepararé esta noche- dijo una hermosa mujer que llevaba un vestido blanco asta los tobillos, este tenía lunares rojos por todos lados, zapatos igualmente rojos, como el bolso y el moño que tenía en la cabeza. Ese que adornaba el precioso peinado impecable.
Se acercó a su esposo y le dio un beso en la mejilla para después salir de la casa.
Encendió su auto y salió de ahí, cuando llegó a la esquina observó su rostro por el espejo retrovisor, en verdad ese día se había lucido.
Algo llamó su atención en ese momento.
-¿eh?- volteó la cara para observar como otro auto se detenía al frente de su propia casa, de este bajaba una mujer y entraba corriendo. -¿que pasa?- colocó la reversa y se dirigió hacia la casa.
Tiempo presente
-¡John!- gritaba una voz desde el primer piso.
-¡¿mmmmm?!- contestó adormilado un chico con un hermoso cabello negro, sus ojos eran azules y su piel totalmente blanca, se encontraba despeinado sobre su cama.
-¡será mejor que bajes ya!, ¡llegarás tarde a la escuela y eso no lo puedo permitir!-
En ese momento abrió los ojos.
-¡último día de escuela!- saltó de la cama y se comenzó a colocar el uniforme mientras se lavaba los dientes y se peinaba. Tomó un pasador y el fleco que colocó en forma de ola hacia atrás y lo trabó dejando un peinado elegante y bonito para un chico.
Se llevó la mochila a la espalda y bajó de dos en dos los escalones.
-¡preparado!- gritó su madre desde la cocina, de ahí salió volando una bolsa de papel con su almuerzo en ella, John salió corriendo para poder alcanzar el camión de la escuela.
A duras penas llegó al lugar donde estaba estacionado el camión amarillo, subió en este y caminó hasta el fondo, mas no llegó ya que nunca observó la pierna de un compañero suyo puesta en el camino a propósito.
-ay, te caíste mariquita jajaja- se rió el grandulón. John se levantó y se sacudió la ropa.
-si, al parecer una persona con un extraño déficit de atención olvidó ahí su simiesco pie, pero no te preocupes, estoy bien- le sonrió y continuó caminando dejando al otro callado.
Jane bajó de la camioneta que había estacionado frente al auto de la otra mujer. Caminó al interior de la casa, esta parecía normal.
De pronto, el sonido de algo rompiéndose en el segundo piso la hace ponerse en alerta. Subió las escaleras en silencio, caminó hacia la habitación de donde provenían los ruidos, el estudio de su esposo.
Empujó un poco la puerta y... lo que vio la mató.
Su esposo penetraba a la otra mujer mientras esta le besaba el pecho a el.
Una solitaria lágrima salió de su ojo derecho. Mas una sonrisa se encontraba adornando su cara.
-lo sabía- dijo en voz suficientemente alta como para que escucharan los dos amantes.
-¡Jane!- gritó el hombre mientras salía del interior de la otra mujer y se trataba de poner el pantalón. -¡no es lo que crees!-
-no te preocupes cariño- se acercó a el y colocó su mano derecha en la mejilla del otro. -hablaremos de esto más tarde, ahora me pregunto, ¿preparo comida para tres?- observó a la otra que simplemente se colocaba la ropa indignada.
Jane salió de ahí y se metió al baño para lavarse el rimel que había caído de su ojo. Entonces la puerta se abrió detrás de ella.
-en serio John, sigo sin comprender como es que logras ponerlos en su lugar siempre- hablaba una voz femenina al chico azabache que se peinaba nuevamente al ver su copete despeinado.
-no lo sé, son palabras que simplemente salen de mi boca, a veces no las controlo- volteó a verla. -es algo muy complicado de explicar-
Su amiga no dijo nada más, sabía que el no diría otra cosa.
Llegaron a la escuela, ellos dos fueron los últimos en bajar, al hacer esto se encontraron con un chico de cabello café obscuro, sus ojos eran verdes y la piel un poco más tostada que la de John.
-¡Alex!- el azabache saltó sobre el, este lo tomó entre sus brazos y lo abrazó con fuerza.
-te extrañé John- mencionó al oído de este.
-y yo a tí- se soltó y le dio un largo beso en la boca al castaño.
-bueno bueno, apúrense enamorados, tenemos que entrar, no quiero que me dejen afuera hoy- dijo la chica mientras caminaba separándolos.
-¡que amargada Sarah!-
-¡no me importa!- ella gritó y jaló a John a clases.