No me haré el desentendido, sabía que esto pasaría, lo he sabido durante el tiempo suficiente como para haber cambiado la situación y aun cuando sigo inseguro de mis decisiones no retrocederé, dejaré que me lleves, correré el riesgo de arruinarlo todo. Sin embargo, la posibilidad del futuro, de cambiarlo todo solo por ti, no la desperdiciaré.
Como he llegado a esta situación, no tengo la más mínima idea. Siempre he tenido las cosas claras con respecto a mi sexualidad, entonces... solo puedo explicar que eres tú, pienso que si hubieras sido mujer las cosas se hubieran dado de inmediato o si yo hubiera sido mujer, me hubiera dejado llenar de ti desde el principio, pero eso ahora no importa, corrección eso simplemente no importa en ninguna situación.
Estoy aquí frente a ti, temblando completamente, fumando de manera profunda para calmarme, mirándote, esperando a que de alguna te muevas, sabes que estoy aquí. Aun cuando tus ojos están cerrados, sentado junto al mástil con tus katanas entre tus brazos, sé que sabes estoy aquí y esperando a que algo me impulse comienzo a recordar...
Siempre discutiendo constantemente, buscando la pelea, esperando a que alguien de él paso para comenzar nuestra rutina diaria de insultos y golpes, todos acostumbrados, es nuestro diario vivir, debo decir que siempre me ha gustado, porque somos nakama y porque hemos desarrollado un lazo que nadie podrá romper, confiamos mutuamente entre nosotros, no hay dudas ni espacio para la traición, somos todos un equipo y nosotros dos un equipo excepcional. Pero aquella noche tú quisiste crear el cambio, fuiste más valiente. Después de que termináramos de almorzar, esperando a que todos pudiéramos comer algo antes de que Luffy acabará con todo, me dispuse a lavar y limpiar mi lugar favorito. Pensando con qué postre podría deleitar a mis preciosas damas.
Sentí cuando te dirigías a mi cocina, supuse que por algo se sake, lo cual lo encontré extraño pues esperas cierto tiempo para ir por tu primer trago, pero en fin. Entras y te miro con cara de disgusto, lo usual.
- Qué pasa marimo, no tienes autocontrol cuando se trata de alcohol - Alce una sonrisa, tratando de comenzar una divertida pelea, mas tu expresión no era la habitual, vi confusión. Suspiraste resignado.
- Tengo cosas más importante por las cuales debo controlarme, para el sake no necesito control - Pasaste de largo supuestamente por la botella.
- Jeh... - Giré para continuar con mi labor, esperando a que te fueras.
No sentí más pasos , terminé de limpiar el lavaplatos, me giré y ahí estabas, apoyado en la pared justo detrás de mí, mirándome fijamente, nunca me había sentido tan observado, menos de esa manera, como si me traspasaras con la mirada, esto debe ser serio pensé.
-Anda... dime lo que tengas que decir, debo crear una nueva maravilla de postre y me estás retrasando.
Entonces tu mirada cambio, sentí que por dentro estabas muriendo, que estabas a punto de retirarte, no me hubiera molestado, no iba a ir detrás de ti, eso sería ridículo. Avanzaste hacia mí lentamente, me parecieron minutos eternos, solo a unos centímetros quedamos de distancia, podía sentir tu respiración agitada y como si no hubiese estado ahí me dijiste:
- Sanji, ¿sabes lo que es querer algo tan desesperadamente que te quemas por dentro porque sabes que las posibilidades son ínfimas? - Tu mirada me congeló, no sabía que decir.
- La verdad es que me he enamorado de ti, cómo no sé, pero fue inevitable - Mi cara de perplejidad fue impagable y sin esperar respuesta continuaste - No esperaré nada de ti, esto solo yo me lo gané, no necesito tu lastima, no quiero que te compadezcas de mí, sería lo más insultante que pudieras hacer. Te lo digo porque lamentablemente, ya no podré seguir nuestras peleas ni discutir, tú cara de indiferencia me lastima, créelo. Rozar tu piel contra mi piel es como quebrarme de a poco, porque no puedo tenerte. Lo peor es que siento ira frente a todos tus actos y quisiera lastimarte por lastimarme, pero soy consciente y me autocontrolo, por eso lo siento.
Te miraba sin pestañear, no procesaba ninguna de tus palabras, no cabía en cuenta de lo importante que era, no dije nada. Alzaste tu mano intentando tocar mi mejilla, yo solo cerré los ojos, tenía miedo de sentir el tacto de tus dedos, pero nunca llegó. Para ese entonces ya estabas de espaldas dirigiéndote a la salida, me miraste de reojo y como si nunca hubiera pasado nada, volviste a ser tú.
Sentí que me ahogaba por dentro, me sentí agitado, nervioso, culpable, exaltado, sobre todo enojado conmigo mismo. Olvide lo del postre, después de esto, el postre era lo de menos. Salí de la cocina cerrando la puerta con un fuerte golpe, sentía que el pecho me oprimía, respirando profundamente. Sentí las miradas de Nico, Nami y Ussop. Reaccione a negar con la cabeza que no pasaba nada, no iba a gritar a los cuatro vientos lo que había ocurrido, ni siquiera sabía si era real o no, todo parecía muy irreal. Busqué dentro de mi chaqueta la cajetilla de cigarros, me temblaban las manos, me costó más de dos minutos prenderlo, fumé como si fuera el último, me apoyé en la baranda, mirando el mar, reflexionando por qué me dolía el pecho, sabía la respuesta, pero no quería pensarla.
-Sanji tengo hambre, Sanji!!!! TENGO HAMBRE !!!!! - Luffy me volvió a la realidad.
Sospeché que había transcurrido un buen tiempo - TE ESCUCHÉ! - dándole una patada en la cara, tenía que tener como capitán al ser más goloso de todo Grand Line, resignado fui a la cocina.
Todos se dieron cuenta del cambio de Zoro, no es que no discutiéramos, solo que fuese quien fuese era Zoro el que se retiraba, no volvimos a pelear y como si no fuera suficiente el marimo se dedicó completamente a entrenar.
Casi terminando de fumar, te miro una vez más. Ya no lo soportaba, no soportaba tu cambio repentino, pero más aún debo admitir que no soportaba tu lejanía, el tiempo que había pasado era suficiente, entonces caí en cuenta que eras alguien, no pasabas desapercibido por mí. Así que… qué importaba que seas tú.
Al fin abriste los ojos, te levantaste y antes de que dijeras algo, hablé primero.
- Marimo idiota, de verdad los todas las algas son así – Frunciste el ceño, característico de ti.
- Jah!!!!!!! Lárgate ahora.
Tiré la colilla por la ventana, camine hacia ti, no moviste ni un músculo. Quedé a solo centímetros, si hablaba ahora no iba ser suficiente, así que en los pocos segundo decidí.
Cerca de ti, podía ver nuestra diferencia de alturas, así que alce la mirada encontrándome con tu ojos, poco a poco moví mi mano derecha tratando de tocar la tuya, sentí como te contraías por el tacto, yo sentí lo mismo al tocarla, la tomé con fuerza, pensé que ibas a escapar. Apoyé mi cabeza en tu hombro y decidí.