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Prohibído. por Luna_C

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Notas del fanfic:

Los capítulos no tienen orden coronológico.

Notas del capitulo:

Si le gusta me dicen :D

Vacaciones. 15 años.

*Fred*

 

Prohibido.

Su piel blanca que ahora era roja, como su cabello; sus ojos que reflejaban el deseo y le hacían mirar estrellas. La punta de sus dedos acariciaba su espalda, apenas un roze... Y gemía por ello.

Sólo se describía como prohibído.

Gemía también por aquella cálida estrechez que aprisionaba su miembro en cada embestida, jadeaba porque sentía que dejaría de respirar tan solo con mirarlo con los dientes apretados y su cara llena de placer... Gemía porque sabía que ahí arriba esta un rostro casi idéntico -perfecto, el rostro de Georgie ere perfecto a diferencia de él- al suyo.

- Fre... Fred. -jadeante, baja, ronca y entre cortada. Su manos antes a a cada lado de su hermano no se resistieron a tocarlo, porque ahora se sentía como una necesidad... Era una necesidad. Y no le importaba quién fuera.

-Geo... - se encontró con que el tampoco podía concretar su nombre de una y también con el cuello niveo y largo de su hermano, donde no dudó en hundir su nariz y aspirar su olor- Georgie...- susurró embriagado. Era delicioso y olía como tal.

Un sonido tremendamente provocador emergió desde la  garganta de George. Fred se contuvo para no acabar ahí mismo y en su lugar su boca atrapó la piel ya sudada y salada del cuello del otro, la lamió y empujó con coraje en el interior del chico debajo cuando, una vez más, se encontró con que no podía dejar una marca visible.

La gente no lo entedería.

Tenía miedo.

Y su boca en lugar buscó su hombro que se encargó de marcar, de dejar sus dientes en ahí y a cambio él recibió unas magníficas marcas en su espalda que se encargaría de observar detenidamente.

Las marcas que había hecho quien amaba.

Quien era su mitad.

Con quien compartía todo.

Quien era suyo.

Apretó la hombría de George en su mano y a cambia recibió un gemido que infló su pecho. Satisfacción.

Buscó ese sonido repetidamente. Una y otra vez, muy seguro de que nunca en su vida se cansaría de él. Y que no dejaría que nadie a parte de él, nunca jamás en la vida le oyera. Antes muerto.

Y muertos quienes quisieran oírlo, se dijo.

-Ahh... ahh... ¡Ahh! ¡Fred-..! ¡Freddie!

También le encantaba que dijera su nombre. Le encloquecía.

En realidad, no sólo que le nombrara. Sus ojos, su piel, su cabello, su cuerpo, su risa, su voz, sus defecros que le parecían encantadores. Todo él le parecía enoloquecedoramente fantástico.

Se lo haría saber. Todo el tiempo que pudiera, asergurándose que no necesitara a nadie más.

-Te amo - murmuró mientras la entrada de su hermano se contraía aún más y el miebro en su mano poco a poco perdía la dureza empapándolo, apretándolo y sientiendo su miebro asfixiar; no era como si le molestara. Poco después el hizo lo mismo y su semilla escurría entre los muslos blancos de George.

Si George no se ocultaba bajo la sábana ahora mismo, no duraría en hacércelo hasta que pudiera. Y eso era cuando oyeran a los demás llegar, que por obra de Merlín habían dejado la casa sola.

Le llegó la noticia como caída del suelo, sentía que moría si no intimaba con la tentación andante que era su hermano.

-Yo también. - y no le interesó el que la gente creyera de eso una barbaridad. No cuando la sonrisa del chico a su lado le daba todo, le hacía ser feliz. Sentía que alcanzaba el infinito.


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