Capítulo 1. Al calor de nuestros cuerpos
La felicidad de un niño es la mejor que pueda haber, no te preocupas por mucho solo por hacer lo que te gusta, recuerdo perfectamente los momentos más felices que tuve, pero en cambio los malos momentos llegan sin pedir permiso a mi mente, regularmente sucede cuando veo algo parecido a lo que pase ese día, por ejemplo hoy cuando buscaba mis papeles para ir a una entrevista de trabajo, recordé como me había regañado mi madre después de tirar café en unos papeles importantes, era el testamento del abuelo, tenía el mismo aroma que mis papeles del trabajo, por eso lo recordé.
Mientras caminaba el olor a café recién hecho llamo mi atención, aquí viene otro recuerdo, el día en que él y yo no separamos, mis piernas tiemblan con solo pronunciar su nombre, poco o más bien nada he sabido del estos 5 años, mi sueño… ese chico pelinegro… el dueño de mis suspiros, el dueño de mis latidos, de mi aliento y de mi cuerpo.
Tal vez no entiendan muy bien quien soy, bueno mi nombre es Wólfram von Bielefeld, seré breve soy un chico de 19 años que busca salir adelante en un lugar donde el esfuerzo y el respeto ya no son bien vistos, pareciera como si todos necesitaran hacer menos a los otros para sentirse mejor, debido a esto he perdido empleo tras empleo, tengo un hermano mayor y a mi madre, pero trato de no depender tanto de ellos, entre menos dinero les pida me siento mejor, es duro ganar dinero y sé que ahora más que nunca valoro lo que gano y lo que tengo. Toda mi vida la he pasado en el mismo lugar, en ese departamento en el que por muchos años he buscado dejar, solo por el hecho de sentirme libre, de no estar atado a nadie.
Realmente nada es importante en mi vida, a excepción de él, su nombre no importa mucho por el momento, si me fuera posible lo olvidaría para siempre… solo que si no tengo su recuerdo nada en mi vida valdría la pena…
Flashback
-Wólfram… dime que es lo que tienes…-
-Es que…- en niño se tallaba los ojos con el dorso de la mano y unas pequeñas lagrimas recorrían sus mejillas- un gusano me pico en mi dedo-
-Ahí ya veo- dijo el pelinegro- espera déjame ver tu dedo...-
-Auch Duele Yuuri-
-No te preocupes todo estará bien… solo tengo que buscar el aguijón… de no ser así- el niño se quedó serio- tal vez… puedes perder el dedo- el pequeño rubio comenzó a llorar con más fuerza y comenzó a golpear al otro niño
- Yuuri quítamelo ya…. Yuuri quítamelo- gritaba fuerte
-Tranquilo solo estaba jugando-
-Tengo miedo-
-No te va a pasar nada…- tomo rápidamente la mano del otro niño- ¿ves? Ya está te la he quitado y ni cuenta te has dado
-Ohm- El menor inspeccionaba su dedo- está bien gracias Yuuri- ambos sonrieron- vamos a tu habitación prometiste prestarme un libro- el pequeño salió corriendo hacia las escaleras a toda prisa, de vez en cuando tropezaba, y como todo niño de 5 años era feliz en todo momento, mientras que el pelinegro de 7 años, era un tanto más reservado, pero atento con el pequeño.
La habitación de Yuuri era amplia pues al ser hijo único sus padres le daban lo que quería, por todos lados había cosas interesantes para el pequeño rubio.
- Yuuri préstame este libro-
-Si está bien, pero creo que es muy grande para ti-
-Lee para mi ¿sí?-
-Pero ya es tarde seguramente tu madre estará preocupada-
-Pues le llamas por teléfono y ya-
-jajá está bien, sentémonos en la cama- el mayor se acomodó en el respaldo de la cama mientras que el pequeño se acurruco en el pecho de otro, Yuuri lo atrapo en un abrazo y comenzó a leer el libro, el calor que se trasmitían era tan familiar, tan cálido y dulce, cada parte de su piel era invadida de él.
Depuse de 10 minutos el pequeño ya se había aburrido- Yuuri que es eso que tienes ahí- dijo señalando un colar que el mayor tenía en el pecho
-Es un collar que te dice los latidos del corazón-
-como- dijo el pequeño algo confundido
-Sí, de acuerdo al color que tengan las piedras es que tan rápido late tu corazón estas van de azul, rojo, verde, morado y negro- suspiro- debo tener cuidado de que nunca llegue a negro o estaré en grandes problemas-
-¿Problemas? ¿Cuáles?-
-eres muy pequeño para entenderlo-
-pero ahora es rojo… si sigues así llegaras a negro-
-Eso es por tu culpa-
-¿Eh?-
-Tú haces que mi corazón se altere- dijo el mayor
Fin del flashback
Así fue como todo comenzó, su primera declaración de ese amor que había guardado durante mucho tiempo, era joven para entender muchas cosas.