Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Noche Rara por Rising Sloth

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

La verdad nunca creí que escribiría un shot de Mihawk y Zoro, todo lo que imagino de ellos siempre son historias largas, pero bueno, aquí está. Espero que os guste ;)

Disclaimer: Los personajes aparecidos pertenecen al manga y anime de One Piece, cuya autoría es de Eichiro Oda.

Nota Importante: He cambiado el formato del shot, me dio un chispazo y pensé que como está escrito ahora sería más agradable de leer. Así que siguen siendo dos puntos de vistas, primero de uno y luego de otro, y va cambiando cada vez que se abre comillas.

De contenido sigue igual, o casi igual, al cambiar el formato no he podido evitar darle un repasillo a ciertas cosas y detallar otras tantas xD

Noche Rara

 

“Es muy joven, demasiado para mi tal vez. Aún así, desde que entró en el bar, no he podido dejar de observarle.

Lo primero fue su pelo teñido de verde; hasta ahí todo era correcto, no había peligro, lo único que pensé era que qué clase de persona se pone la cabeza de ese color tan ridículo; pero de repente, me fijé en más detalles. En la piel morena de sus brazos y su cuello, en sus hombros anchos, en la forma entrenada de su cuerpo. No viste provocativo, se nota que no es su estilo, pero hay algo, tiene algo en la forma de llevar sus vaqueros desgastados y su camisa de mangas cortas sobre su camiseta sin mangas. La placa metálica a modo de colgante, que no deja de balancearse delante de su pecho con cada movimiento que hace, me hipnotiza. Y sus facciones. No es el prototipo de belleza, no es alguien que al primer vistazo podría considerase objetivamente “guapo”, y sin embargo su cara se me hace demasiado atractiva.

Reacciono. Muevo mi cabeza a ambos lados para espabilarme y olvidarme del muchacho. Intento centrarme en el cubata que tengo por delante, en el ruido de los cubitos de hielo dentro del vaso, en el frescor del líquido al pasar por mi garganta, en la música del local, en la gente de mi alrededor hablando, en los camareros de delante y detrás de la barra, en lo que sea. Intento pasar una velada tranquila y agradable.

Pero por más que quiera mis ojos vuelve una y otra vez a posarse en él.

Me tenso un poco al ver como un hombre se acerca a la mesa del joven. Están cruzando palabras, de coqueteo lo más seguro. El hombre está a punto de sentarse con él... El muchacho acaba de rechazarle, el tipo ha tenido que alejarse de la mesa. Es el cuarto al que da puerta en lo que lleva de noche. Quizás espere a alguien. Se le ve nervioso, impaciente.

Por alguna razón yo también lo estoy.”

 

“Sé lo que estoy haciendo aquí, sentado en esta mesa mientras me bebo mi tercera cerveza. Pero a la vez es como si no lo supiera, me siento ridículo. ¿Por qué? ¿Por qué de repente me ha dado por experimentar? Siempre me han gustado las mujeres, siempre. No, nada tiene sentido ahora. Sólo fui al gimnasio y un chico me pareció... joder, esto es un asco. Sí, tengo dudas y he venido a solucionarlas ¿Por qué no soy capaz de hacerlo? El mecanismo tiene que ser igual que con las tías: vas, eliges la que más te guste y vas a por ella. Punto. Así que ya está, eso es lo que tengo que hacer, sí. Elijo a uno, me acerco y punto.

La saliva pasa casi sólida por mi garganta. No sé qué me pasa, no puedo. No me atrevo a mirar a nadie.

–¿No quieres algo de comer, tesoro?

Levanto la vista, es el camarero, vestido casi como una mujer.

–No –mi voz sale como si fuera arena–. Gracias. ¿Me pone otra?

–Claro –me sonríe amable, incluso maternal, y se va.

Resoplo, pasándome los dedos por la cabeza de mi pelo verde hasta dejarlos en mi cogote. Vuelvo a mirar la superficie de la mesa, con la moral algo machacada. El camarero es el único a estas alturas que se me acerca. Han venido varios hombres y se me han insinuado, pero los he ignorado, les he mentido diciendo que espero a alguien. ¿Por qué mierda es todo tan complicado? ¿Por qué mierda no fui capaz de decirle “sí” al primero que intentó ligarme?

Mi vista va hasta la placa de mi cuello. La tomo examinándola. No debería estar aquí. Tal vez deba irme. Ladeo la placa, haciendo que se refleje la barra del bar como un espejo. Un hombre me está mirando. Mi cabeza se gira instintivamente, haciendo que me encuentre con sus ojos...

Me estremezco. Mi mente se queda parada. Sus ojos... sus ojos son... increíbles.

Apartó la cara, notando el calor en ella. De repente siento que voy a vomitar de la vergüenza.”

 

“El muchacho me ha pillado mirándole. Podría haber fingido que no era a él, pero ha sucedido tan deprisa que me he quedado de piedra. Para colmo, la única respuesta del niño es girar la cara. No soy su tipo. Seguramente me ve demasiado mayor.”

 

“Es bastante más mayor que yo. Pero...

Le miro de reojo, ya no me está observando. Algo me pasa. Es como en el gimnasio, pero mucho más fuerte. Es hombre está... ¡Joder! ¡Me estoy calentando! Inspiró y echo el aire para calmarme, dejando otra vez de mirar a aquel hombre.

El camarero vuelve, deja sobre la mesa la cerveza que he pedido y se va. Bebo un buen trago. Debo tranquilizarme. Debo tranquilizarme. Debo...

Le miro otra vez. El sigue sin prestarme atención, como si el vistazo de antes solo hubiese sido coincidencia.... ¿Y si lo ha sido? Tendría sentido. Ese hombre es de unos cuarenta como mínimo. Es elegante. Es ¿guapo? En cualquier caso, es otro aire. No se fijaría en mí. No, no lo haría.

Aparto la mirada, ofuscado.”

 

“Tengo que dejar de fijarme en él. Ese muchacho no está interesado en mí, por no hablar de que seguir mirándole me creará un problema. Será mejor que me termine esto y me vaya.

De refilón mis ojos vuelven a él. ¿Cómo se llamará?”

 

“Me gustaría saber su nombre. Y su edad. No puede ser tan mayor.”

 

“No puede ser tan joven. Puede que sea la ropa. La ropa hace mucho.”

 

“Se le ve serio, puede que eso lo avejente. Está solo, que raro. Incluso desde el punto de vista más heterosexual ese hombre no debería estar solo. ¿Estará esperando a su pareja?”

 

“Tal vez el chico tenga pareja. Alguien así es raro que no la tenga. Además de la lista de rechazados de esta noche que lleva bajo el brazo.”

 

“¿En que trabajará? Tiene pinta de abogado de película americana.”

 

“¿En qué estudiará? ¿O tal vez trabaje ya? ¿Eso de la oreja son aros?”

 

“¿Qué tipo de películas le gustarán?”

 

“¿Tendrá algún tatuaje?”

 

“¿Cómo será su voz?”

 

“¿Cómo será su forma de hablar?”

 

“Me gustaría saberlo.”

 

“Quiero saberlo.”

 

“¿Y si hablo con él?”

 

“Si hablo con él me dirá que me vaya como a los demás.”

 

“No querrá nada conmigo, sólo hay que mirarme para darse cuenta de que no soy su tipo. A parte de que ese tío no tiene pinta de tímido, ya hubiese venido.”

 

“No hay nada que hacer.”

 

“Se acabó.”

 

“Me terminaré el cubata y me iré.”

 

“Será mejor que pague la cuenta. Estoy harto de esta noche.”

 

“Apuro mi bebida y llamo al barman para pagar mi la cuenta. Veo como el chico llama al camarero, también está pidiendo la cuenta. También se va. Me mira.”

 

“¿También se va? Joder... bueno ¿Y a mí que más me da? ¿Y Por qué mierda me pongo rojo otra vez?

Me doy prisa en dejar el dinero sobre el ticket de la cuenta y me giro hacia la puerta.”

 

“Veo como mete las manos en sus bolsillos y se encorva de hombros. ¿Le habrán dejado plantado? Sale por la puerta.”

 

“La puerta del bar se cierra a mi espalda. La noche es fresca, pero no fría. Inspiro y resoplo por la nariz. Ya está, estoy fuera, todo este lio ha quedado atrás. Volveré a casa, dormiré a pierna suelta y mañana haré como si nunca hubiese pasado nada. Absolutamente nada...

Me rasco el tabique de la nariz. Vuelvo la cabeza hacia atrás. Ese hombre todavía no sale.”

 

“Termino de pagar. Voy a salir. Paro en seco ¿Y si ese chico sigue ahí?”

 

“No, no sale, puede que se lo haya pensado mejor y haya decidido tomarse otra cosa o esté con alguien. Bueno, ¿y a mí que me importa? No es como si pensase en volver y decirle algo, ¿no? No, claro que no, sería absurdo, Me voy, definitivamente me voy.

Mis pies se quedan quietos, como si fueran piedra.

¿¡Pero que me pasa!? ¿Es que acaso le voy a decir algo? ¡Como si yo supiera que mierda le diría a un tipo tan elegante como él!”

 

“Me rio de mí mismo. ¿Para qué iba a seguir ahí? Ando hacia la puerta, la abro dejando que pase por mí el aire frio de la madrugada. Mis ojos se abren, el chico está aquí y se ha girado para encontrarme.”

 

“El sonido de la puerta abriéndose me sobresalta. Al instante me siento ridículo. He esperado tanto para irme que el tío me ha encontrado aquí plantado como un para rayos y ocupando la puerta. Siento una presión en el pecho. Sus ojos amarillos me miran fijamente.”

 

“Le miro, es lo único que sé hacer en este momento.”

 

“Quiero decir algo, pero no puedo.”

 

“Las palabras no sale de mi boca. A esta distancia sus ojos brillan.”

 

“Estamos muy cerca el uno del otro.”

 

“El muchacho demasiado cerca de mí.”

 

“¿En que está pensando?”

 

“Quiero que me diga que piensa.”

 

“Siento que me falta el aire.”

 

“Sus labios entreabiertos me están volviendo loco.”

 

“No puedo moverme.”

 

“Le beso.”

 

“Me besa.”

 

8888

 

“Debí haber dicho algo cuando me besó, o un poco después cuando se quedó mirándome, o incluso cuando me guio sin palabras hasta su coche. Pude haber dicho cualquier cosa para negarme, pude haber hecho cualquier cosa para no ir con él.

Ahora, mientras veo como pasa la tarjeta del hotel para abrir la puerta de la habitación, siento que voy a cruzar la última franja.

–Espera –digo con mucho esfuerzo.”

 

“Miro al muchacho, es la primera vez que oigo su voz.

–¿Pasa algo?

Veo como su pecho se hincha. ¿Para que toma tantas fuerzas?

–¿Cómo te llamas?”

 

“–Mihawk –dice y termina de abrir la puerta.

Voy a entrar. Pero me detengo porque él también se ha detenido. Me vuelve a mirar con esos ojos.

–¿Y tú? –me pregunta.

Trago saliva. Carraspeo para que mi voz salga firme.

–Zoro.

Asiente. Abre la puerta. Me da paso. Cruzo la línea.”

 

“El muchacho, Zoro, entra en la habitación. Está muy tenso, lo noto. Algo no debe ir bien.

Le sigo cerrando la puerta detrás de mí.”

 

“Oigo como la puerta se cierra. No soy capaz de darme la vuelta. Siento como Mihawk pasa muy cerca de mí, entra en el cuarto de baño. El sonido del agua llenar la bañera me pone más nervioso. Observo la cama. Cada vez se me hace más difícil respirar, no hay nada en esta maldita habitación que me tranquilice.

Dos manos se colocan sobre mis hombros. Mihawk está detrás de mí. Me besa la mandíbula, muy cerca de la oreja, muy suave. Sus labios bajan por mi cuello.”

 

“Su cuerpo tiembla mucho, no es normal, es como si tuviera miedo. No será que.... Paro de besarle.

–¿Estas bien? –le susurroal oído–. ¿Quieres que siga?

–¿Eh? Yo... –no llega a afirmar, si iba adecir algún , este ha quedado en un siseo.

–Zoro, no te estoy obligando.”

 

“Oigo mi nombre salir de su voz por primera vez.

–Lo... lo sé.

–Zoro –otra vez–. ¿Has hecho esto alguna vez antes?”

 

“Como temía. Al girar la cara hacia mí con ese gesto de sorpresa me lo ha confirmado.

–¿Qué?

Intenta fingirlo, un gesto un poco idiota.

–¿Has estado alguna vez con un hombre?

Baja la cabeza, mira para otro lado. ¿Acaso siente vergüenza?”

 

“–No –le contesto, temiendo lo que va a pasar. Nadie toma de sopetón la responsabilidad de estar con una persona virgen. Me va a echar.

–¿Y quieres que continué? –me pregunta, sorprendiéndome.”

 

“–Yo... creo que sí...

Cree que sí. Bendita respuesta. Suspiro exasperado por la nariz.

–No puedo seguir si no estás seguro.”

 

“No sé qué decirle. ¿Seguro? Desde ese día en el gimnasio nada ha sido seguro. Yo creía que me gustaban las tías y mírame ahora. No es tan simple. No es lo mismo ser heterosexual que homosexual. No.… no puedo... no puedo seguir así...

–Estoy... seguro.”

 

“Se lo ha dicho más a si mismo que a mí. Pero es su última respuesta, y aun siendo tan joven es lo suficientemente adulto para decidir. Lo que me toca a mí es hacer que se relaje un poco.”

 

“Hace que me gire. Me lleva de espaldas hacia la ventana, la luz de una farola ilumina sus ojos. No puedo hablar. Inspiro cuando sus manos se pasean por mi pecho, acariciando un poco la placa que tengo de colgante, van hacia abajo. Mi cuerpo queda aún más tenso cuando empieza a desabrocharme el cinturón.

–Tranquilo –me susurra, pero me es muy difícil hacerle caso– si después de esto quieres irte puedes hacerlo.”

 

“Bajo su pantalón y sus calzoncillos a la vez.

–También, si quieres que me detenga, puedes decírmelo.”

 

“Contengo la respiración, su mano está en mi entrepierna. Va despacio, pero un escalofrío recorre mi columna vertebral a notar el cuidado con el que me envuelve y me acaricia. Mi cara arde”

 

“Comienzo el masaje, poco a poco, permitiéndole que se vaya acostumbrando al tacto de mi mano.”

 

“–Ah... –se me escapa, y lo único que atino ahacer es aapoyar mis manos sobre el alfeizar de la ventana. Cierro los ojos, aprieto mis labios.”

 

“Ha preferido no mirarme, intenta no hacer un escándalo. Lo segundo va a durar mucho.”

 

“Su mano cada vez es más rápida y confiada, cada vez me es más difícil no soltar un gemido entre dientes. Mi mano agarra su camisa por debajo del hombro

–Joder... –se me escapa.”

 

“Sonrío. Por mucho que quiera contenerse, sus gemidos se propagan cada vez más profundos, su respiración con bocanadas más irregulares, como si nunca hubiese disfrutado así.

–Ah...

Como si le estuviesen matando.”

 

“Me recorre un último latigazo de placer. Me vengo en su mano. Todo se para, todo se va calmando. Siento que me asfixio, que no puedo normalizar mi respiración. Él besa mi cuello un par de veces.

–Shh... Tranquilo –me dice en tono bajo–. Tranquilo –me besa en la cara.

 

“Le está costando respirar normal. Mantiene los parpados cerrados. Su cara está roja.

Libera un suspiro y, agotado, coloca su frente en mi hombro.”

 

“No tengo oxigeno ni para hablar. Ha sido demasiado fuerte. No es la primera vez que me hacen algo así, pero... joder, no hay más que mirarme.

Mihawk se aparta un poco, toma mi cara entra sus manos. Fija sus ojos en los míos.”

 

“Creí que podría estar llorando. Lo sentimientos suelen abordar a una persona en esta situación; aceptar que eres algo diferente a lo que tenías entendido, que tus gustos sexuales no son lo que imaginaste y que en realidad sales de lo que es considerado como convencional, es un golpe bastante turbulento; pero él es más fuerte de lo que parece. Incluso se atreve a mantenerme la mirada.

Le beso en la frente.

–Estaré en la bañera –le susurró–. A partir de aquí haz lo que creas conveniente.”

 

“Se aparta de mí. Me da la espalda. Entra en el cuarto de baño. Dejo de verle.

Aun recuperándome, dirijo mi vista a la puerta. ¿Y si me voy?”

 

8888

 

“El agua en calma me cubre un poco más por encima del pecho. Mi cabeza está apoyada en el borde de la bañera. Mantengo mis ojos cerrados. Escucho la puerta abrirse. Miro al muchacho. Vuelve a estar vestido.

–¿Te vas?”

 

“Está desnudo, completamente desnudo, y el agua transparente no hace nada para cubrirlo.

–Zoro –me llama, sacándome de mis pensamientos– ¿Te vas? –vuelve a preguntarme.

–No. Quiero decir... si tú quieres que me quede.

Sonríe. ¿Por qué mierda sonríe?

–Ven. Metete en la bañera.”

 

“Se lo está pensando mucho. Debo tener paciencia, una primera vez en esto no es por lo general fácil.

Sin mirarme, deja caer su camisa al suelo. Mientras se quita la camiseta, quedando su trabajado torso al descubierto, puedo ver como vuelven otra vez sus nervios exagerados. De los tenis y calcetines le ha sido fácil desprenderse, pero con los pantalones está tardando bastante. Debo tener paciencia. Arrancarle la ropa de un tirón y violarle no es la manera correcta de hacer las cosas.

Sólo queda su colgante. Lleva sus manos hasta su nuca. La placa cae con el resto de su ropa. Ya está desnudo de pies a cabeza. Maldita sea, es muy joven. Y si eso antes era un muro de contención, ahora es justo lo contrario.

Se queda mirando la bañera, y a mí en su conjunto, como si no supiera por donde meterse. Me incorporo un poco para sentarme, hago un hueco al otro lado para que se siente frente con frente respecto a mí. Se acerca.”

 

“Noto el tacto del agua conforme me adentro en la bañera. Me inquieto de primeras al ver que no puedo sentarme sin evitar contacto alguno con él, aunque sea un poco. Trago saliva y me obligo a acomodarme, le miro a los ojos. A pesar de estar desnudos, de estar nuestras piernas entrelazadas y tener una vista privilegiada el uno del otro, no hace nada, ni un solo gesto de querer que lo hagamos aquí y ahora, como si sólo quisiera que estuviéramos así. Tal vez me está dando tiempo para que me asiente. Ojalasirviera con eso.

–Así que esta noche te habías decidido a probar otras cosas.

La verdad es que no me esperaba para nada esa pregunta, o afirmación. ¿No se estás tomando demasiadas confianzas?

–Tenía dudas.

–Ya has estado con mujeres, entonces.

–Sí...

–¿No hubiese sido más recomendable que se lo dijeras a un amigo? Para probar. Es más sano que irte con el primero que pasa. ¿No te han dado clases de seguridad sexual en la escuela?

Definitivamente se estaba tomando más confianzas, pero por alguna razón no soy capaz de marcarle un límite y ponerle en su sitio.

–Ya sabía que no era lo más higiénico irme con un desconocido –le espeto–. Pero no me quedaba otra. De mis amigos no hay nadie para probar. Y no quería decirles nada si yo... si yo no estaba seguro de lo que me gustaba. Aparte, yo ya voy a la universidad –suelto esto último algo ofendido, puede que para un hombre maduro sea complicado deducir la edad de uno mucho más joven, pero tampoco es que yo tenga pinta de niñaterio.

–¿Y ya estás seguro?

–¿De qué me gusten los hombres? Bueno, no sé. Supongo que lo de antes... –noto calor en mi cara– Pero me siguen gustando las mujeres. Puede que sea bi.”

 

“No puedo soltar una risa. Zoro me pone cara de indignación.

–Lo siento. Pero es que yo me dije algo parecido. –me encojo de hombros– al final queda claro que solo te gusta una cosa.

–Pero hay gente que le gustan los dos.

–Sólo digo lo que pienso.

–Ya...

No objeta nada más. ¿Por respeto a mi o por falta de fuerzas? Suspiro por la nariz.

–Debería haber sabido que eras virgen. Te hubiese llevado a un hotel más especializado.

Me pone cara de asco.

–¿Qué soy? ¿Tu querida?

–No malinterpretes, me refería a uno de los buenos. Allí tienen cosas como...

Su cara empeora por momento, creo que está a punto de salir a trompicones de la bañera.

–Ungüentos. Geles y esas cosas. Si eres virgen, bueno. Te pueden ayudar a que todo pase con menos dolor.

Su expresión fue extraña; por un lado, pareció aliviarse al oír la palabra gel, seguramente su imaginación le había jugado unamala pasada al plantearle que tipo de instrumentos sexuales deben tener ese tipo de hoteles; por otro, al oír mi últimafrase, se le ha ido un poco el color de la cara. Ninguno decimos nada durante un par de segundos.

–Mihawk.... –me llama cohibido mientras mira hacia abajo.

–Dime.

–Tampoco hace falta ese tipo de cosas ¿no? Digo que para dilatar... mi saliva... yo he oído... no sé...

Mi risa corta sus rodeos.

–¿Qué pasa? –aunque sus ojos me miran molesto, su cara vuelve a tomar un color cálido.

–Nada –me incorporo para acercarme a él, que retrocede un poco, pero un poco nada más porque está acorralado en la bañera. Le doy un beso en los labios–. Pero si me sigues diciendo cosas tan románticas no voy a poder contenerme por mucho más.”

 

8888

 

“Me tumbo en la cama, sin dejar de mirar el dorado de sus ojos. Él se pone sobre mí, apoyando sus manos a cada lado de mi cuerpo, sobre el colchón.”

 

“Por mucho que crea que este muchacho ya no tiene más maneras de atraparme me equivoco a cada segundo. Todo su cuerpo, su cara, sus expresiones. Con sólo observarle me pierdo en él.”

 

“Su cuerpo desciende, se pega al mío, piel con piel. Me contengo al sentirle, al sentir su peso y como nuestras virilidades de encuentran. Se apoya de codos en el colchón. Su cara se acerca. Nuestros labios se juntan, un mero y corto toque, cálido y tierno. Se separa, dejándome sediento de él. Lo nota, me sonríe, me acaricia un poco el pelo. Me da otro beso, del mismo tipo que el anterior, y lo repite; hasta que ya no podemos más y nuestras bocas se abren. Mis manos suben por su espalda; me siento un poco extraño al no encontrar la flexibilidad o ligereza de una mujer, al estar debajo de la firmeza y anchura de estos hombros; paso entonces a acariciar su pecho y enlazo mis brazos por su cuello. Me abraza.”

 

“No es inexperto, pero va cauto y con su cautela me está encendiendo aún más. Quiero hacerlo mío de todas las maneras. Me salgo de su boca. Empiezo a marcar su cuerpo de arriba a abajo empezando por el cuello. Mi mano va a su entrepierna otra vez. Quiero oírle gemir. Lo hace, muy débil, muy contenido, pero lo hace.”

 

“Lame y marca mi cuello. Acaricia, agarra, mis piernas y muslos. Muerde y pellizca mi pecho. Me masturba... No deja ninguna parte de mi cuerpo impune. Siento calor y sudor. Cierro los ojos. La mano de Mihawk aprieta más fuerte. Me retuerzo con un grito ahogado. Se detiene. Le miro a los ojos. Su mano se coloca en mi cara. Me acaricia los labios con el pulgar. Sus dedos se meten en mi boca.”

 

“Mis dedos quedan en su boca. Él continuamirándome, como si no supiera que hacer. Entonces, tímidamente empieza a lamerlos. Su cara está cada vez más roja.”

 

“Todo sería más fácil si no me mirara de esa forma, con esos ojos. Siento que voy a morirme de la vergüenza. Pero no quiero que pare, no quiero que nada de esto pare.

Saca sus dedos de mi boca.”

 

“Llevo uno mis dedos a su entrada. Se queja apretando los dientes al sentir la invasión. Lo muevo, haciendo que suelte gemidos con la boca cerrada.

–Mmm... –da la sensación de que quiere escaparse.

–Tranquilo –es lo único que puedo decirle mientras vuelvo a besar su cara y no dejo de abrazarle– tranquilo.

Introduzco mi segundo dedo. Su espalda se arquea, pero aguanta. Otra vez me demuestra que es más fuerte de lo que creo”

 

“Ha sacado los dedos, en mi interior queda una sensación extraña. Tomo mi tiempo para respirar y prepararme para lo que viene. Mihawk me toma por mi hombro derecho. Le miro. Quiere que me dé la vuelta.

–Espera.

–Así te dolerá menos.

–Pero.... esta postura... –en esa postura, de espaldas a él, no le veo la cara, como si desapareciera. Me pone más nervioso de lo que quiero reconocer.”

 

“Sé lo que piensa. Bastante se está exponiendo esta noche para que además le obliguen a ponerse en una postura indecorosa.

–Tranquilo.”

 

“Mi pecho se llena. ¿Cómo con una palabra lo puede decir todo? Me muerdo los labios. Me doy la vuelta, de cuatro patas sobre la cama.”

 

“Tomo sus caderas, noto de nuevo sus temblores. Le acarició para transmitirle calma. Me adentro en él con mucho cuidado.

–Ah... –se le escapa debido al dolor. Con su mano izquierda se agarra al cabecero de la cama–. Ah... joder...

–Tranquilo.

–Estoy tranquilo –me reprocha con la voz queda, pero en realidad, otra vez, se lo dice así mismo–. Estoy tranquilo.

He terminado de penetrarle. Su cuerpo está bañado en sudor. Me inclino para abrazarle. Me mira, me invita a su boca, le beso.

Empiezo a moverme.”

 

“–Ah... –ya me es imposible contenerme. Cierro los ojos. Mierda, duele de verdad–. Aaah...”

 

“Veo que lo está pasando mal. Pero es el principio. Sólo el principio. Puede aguantarlo.

–Ah...

Sus gemidos van cambiando, dejan atrás el dolor. Estás empezando a disfrutar. Llevo mi mano a su entrepierna.

–Ah...

Quiero ir más deprisa.”

 

“La velocidad a cambiado. Va más deprisa. Ya no puedo contenerme más mis gemidos. No tengo fuerzas. Y quiero más. El dolor ha pasado a un lado. Y quiero más. Oigo como también gime. Quiero más.

–¡Mihawk...!”

 

“Mi nombre, mi nombre sale de sus labios, estalla en mi pecho y mis oídos.Casi me detengo solo para embriagarme con el eco de su voz llamándome.

–¡Más rápido! –pero me da esa orden. Le obedezco. Porque yo también quiero más. Lo quiero todo de él. Todo.”

 

“Siento que me muero. Quiero morirme con él. Me muero. ¡Me muero, joder, me muero!”

 

“Aun entre dientes, gime en alto, llenando mis oídos de más placer. Se va, consigue que yo me vaya con él. El tiempo se para.”

 

“Siento como me voy con esa última estocada, como se nubla mi vista. Y como su esencia, cálida y líquida, me llena. El tiempo se para.”

 

“Los segundos vuelven a avanzar. Me sostengo en el cabecero para no caerme sobre él. Mi mano queda cerca de la suya. Permanecemos quietos, recuperando el aliento. Demasiado, lo he disfrutado demasiado.”

 

“El sudor resbala por mi rostro. Se acabó. Hemos terminado. Aún no me lo creo, no puedo describirlo, aunque quiera. Sonrío, Me siento vivo.

Su aliento se acerca a mi oreja. La muerde, la lame, la besa, me susurra.

–¿Quieres que probemos cara a cara?”

 

8888

 

Hace rato que la luz de la mañana se cuela en la habitación. Los dos hombres duermen en la cama, siendo el más maduro el que abraza al más joven por la espalda. Hay un móvil sobre la mesita de noche. Empieza a vibrar, lo suficientemente fuerte como para despertar al peliverde. Medio dormido todavía, Zoro alarga el brazo, tanteando el terreno, hasta que consigue alcanzar su teléfono.

El corto barullo también despierta al mayor. Abre los ojos, dejándolos entrecerrados, pero viendo perfectamente el mensaje de texto que acababa de recibir el joven. “Que no se te olvide que hoy hemos quedado para cenar juntos”. El mensaje venía adornado un corazón.

Abraza más fuerte a Zoro y le da un par de besos en el cuello.

–¿Mm? –pronuncia el joven entre dientes–. ¿Estás despierto? –se vuelve hacia él, se besan.

–¿Qué hora es?

–Las once.

El mayor se sobresalta. Al instante suelta al otro y sale de la cama para empezar a vestirse.

–¿Qué pasa?

–A las doce y media tengo que dejar el hotel. A la una tengo que dejar el coche en el alquiler de vehículos. Y a las dos sale mi tren.

–¿Te vas? –con la información dada y teniendo en cuenta que se encontraban en una habitación de hotel y no en una casa particular la pregunta carecía de sentido, pero Zoro aún no está despierto del todo. Apenas sigue el ritmo de Mihawk para levantarse e ir a por su ropa al cuarto de baño, sin contar lo dolorido que tiene el cuerpo– ¿A dónde?

–A la capital.

–¿Tan lejos?

–Vivo allí. Solo vine aquí por negocios

El mayor ya está vestido, le faltaban los retoques, pero podría prescindir de ellos hasta tener más tiempo. Solo le faltaba algo. Del bolsillo delantero de su trolly saca una alianza. Zoro sale del baño con su ropa entre sus brazos, se queda mirando cómo se la coloca en el dedo índice.

–¿Estas casado?

Mihawk le mira.

–Es que no tienes cara de marido –dijo el joven sentándose en la cama para vestirse–. Sin ofender.

–No me ofende.

Zoro se encoge de hombros y va poniéndose la ropa. Mihawk se dedica a ordenar su equipaje, cuando está listo mira al joven, le ha costado trabajo y quejas de esfuerzo, pero ya tiene toda su ropa puesta. Le falta el colgante, que por alguna razón no atina a encajarlo por detrás de su cuello.

–Anda, trae.

El mayor se acerca a él y se lo coloca.

–Gracias.

–Nada –le quita importancia–. ¿Puedes andar?

–No veo por qué no.

Mihawk le ríe la respuesta. Va a por su trolly.

–A ver si te mantienes así de fuerte y orgulloso esta noche cuando le tengas que decir a tu novia que te gustan los hombres.

–¿Cómo sabes que...? Ah, has leído el mensaje –resopla y se rasca sus pelos despeinados–. Menudo marrón.

–Ya, las mujeres son así.

–¿Estás casado con una mujer?

Se detuvo a mirar la hora.

–Sí. Y mejor vamos bajando, te invito a desayunar.

–¿En serio? No quiero molestar más de la cuenta.

–No es molestia, tengo desayunos incluidos.

Ambos salen de la habitación, cerrando la puerta tras de sí. De repente siente como si hubiesen enterrado toda la noche que había pasado juntos, una noche que con toda seguridad no se volvería a repetir en la vida. Le guardan un minuto de silencio.

–Oye ¿Le pones los cuernos a tu esposa muy a menudo?

–¿Qué clase de pregunta es esa?

–No sé, sacaste un condón de tu cartera, eso es porque pensabas ser infiel de antemano ¿no?

Mihawk suspira dirigiéndose para el ascensor.

–Si no me hubiese peleado con ella de venir aquí nada de esto hubiese pasado.

–¿No le eres infiel con otros hombres?

–Hasta esta noche no.

Entran en el ascensor.

–Pero a ti te gustan los hombres.

–También me gustan las mujeres.

–¿Eh? Pero me dijiste...

–No te creas todo lo que te dicen.

Hay veces que el deseo sexual se confunde con el amor y por norma general no suele suceder, al contrario. Zoro y Mihawk habían sufrido la excepción, no obstante, al no tener precedentes, la noche que pasaron juntos quedó atrás conforme sus vidas avanzaban. Sólo sabían una cosa, no había sido una noche más, tan solo una noche rara.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).