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Aúlla conmigo por sombra_larga

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Notas del capitulo:

AAAAHHHH, no puedo creer que este subiendo la segunda temporada *-*.

En realidad yo planeaba subir otra historia antes que esta, pero no me aguente y subi el capitulo.

En verdad espero que les guste, el primer cap es mas que nada para presentarles a la mayoria de los personajes.

Que lo disfruten:D

-aaahh…aah ah- los cabellos blancos se movían al son de las embestidas cada vez más rápidas, las manos masculinas recorrían la delicada espalda, maravillándose con los temblores de placer que se hacían presentes cada vez que su pene desaparecía en esa estrecha y mojada entrada- ya…no puedo aaaahh mass si aaah ah-

Los dorados ojos relampaguearon en la oscuridad, las caderas se movían frenéticas intentando alcanzar la cima del placer.

Las manos grandes y fuertes se unieron con las delicadas del doncel que lo sostenía contra la pared rocosa.

-aaaahh- el doncel tembló sintiendo su entrada estrecharse para luego liberar los jugos viscoso de su orgasmo los cuales se unieron con la esencia del hombre.

Dulces besos recorrieron su cuello a la vez que los fuertes brazos lo sostuvieron cuando sus cansadas piernas ya no pudieron más.

El hombre salió con cuidado de él y se deslizo hasta la fría tierra, recargo al doncel contra su pecho sudoroso.

-te amo- dijo amoroso el doncel acariciando el lugar donde el corazón del otro latía fuerte y constante.

-y yo a ti Milán-

 

 

**Lucian**

Con algo de diversión veo como mi esposo lucha con su vestido, gruñe y frunce el ceño con cada vez más fuerza.

-en vez de reírte deberías de ayudarme Lucian- me regaña al fin.

-y tú deberías de rendirte con ese vestido, no te queda- le dejo en claro.

Hace un adorable puchero, y hasta creo poder ver algunas lágrimas asomarse por esos dorados ojos, pero al final se deja caer en la cama junto a mí, donde lo he estado esperando pacientemente durante al menos media hora.

Me relamo los labios al ver ese delicioso cuerpo, totalmente desnudo. La curva de su vientre insinúa que habrá más de un cachorro.

-estoy horriblemente gordo- se lamenta a la vez que enrolla sus cabellos blancos a modo de mascara.

Chasqueo la lengua a la vez que lo jalo a mi regazo, enseguida el recarga su cabeza contra mi pecho.

-estas terriblemente hermoso- le beso cabeza, pero a cambio recibo un golpe.

-¡no digas cosas lindas que aún estoy enojado contigo!- su cara surge de entre la mata de cabello blanco- ¡te dije que no quería otro cachorro!- el fuego dorado en sus ojos me dice que está muy enojado, pero el sonrojo en sus mejillas y esos labios rosas me incitan a acunar su cara entre mis palmas y colar mi lengua en su boca.

-aaah no- apenas logra soltar un quejido cuando desciendo mi mano por esa blanca y suave espalda hasta llegar al carnoso trasero que aprieta mi cada vez más despierta erección.

Le acomodo el pelo tras la oreja oyendo el tintineo que provocan las perlas trenzadas en la cabellera.

Tanteo con el dedo esa ya conocida entrada, introduzco un dedo sintiendo como se moja al momento, lo muevo en círculos disfrutando de los gemidos dulces, esconde su cara en mi pecho.

Con maestría saco mi pene de mis pantalones lo tomo de la cintura cuidadoso de no aplastar el hinchado vientre, y lo acomodo sobre mi erección, una pequeña mano se aferra a mi hombro mientras que la otra se sostiene de mi pierna.

Lo bajo con suavidad, rozo la punta de mi miembro, recibiendo una queja impaciente. Me hundo lentamente.

-aaaahh Luciaa…- la puerta se abre estrepitosamente.

-¡papá!-

 

 

**Claude**

Mi cuerpo se congela al momento. Con miedo giro mi cara hacia la puerta.

Mis hijos abren los ojos para luego cerrar la puerta tan rápido como la abrieron. Siento la cara caliente hasta las orejas.

-malditos mocosos- el gruñido de mi esposo me devuelve a la realidad, frunzo el ceño al sentir como el continua lo que había dejado.

-¿se puede saber que estás haciendo?- de un  rápido movimiento me zafo de los fuertes brazos a la vez que jalo las sabanas para poder cubrir mi cuerpo.

-terminar de cogerte- lo dice con tanta seguridad y seriedad que me hace enojar.

-mis pobres bebés acaban de perder la inocencia y tú no te preocupas- le regaño.

-perdona que refute esa afirmación mamá gallina, pero tus “bebés” hace mucho que dejaron de ser inocentes-

-¡cállate, eso no es cierto!- sé que es cierto, pero prefiero no pensar en eso. Después de todo para mí siempre serán mis cachorros.

Con rapidez entro al baño enfurruñado. Cuando me volteo para cerrar la puerta alcanzo a ver esa socarrona sonrisa, me sonrojo cuando esos tan cambiados ojos rojos me miran con intensidad,  si hubo una época en que destilaban frialdad e indiferencia, ya nadie lo recuerda.

-idiota- mascullo por lo bajo.

-te amo Claude- en verdad es un idiota.

*Godric*

Enarco una ceja cuando antes de entrar al comedor, un extraño silencio se expande en el ambiente.

Eso es extraño, demasiado extraño. Lo normal sería oír los gritos de mis hermanos junto con los regaños de mi madre, antes incluso de llegar al corredor.

-¿paso algo?- pregunto algo preocupado a los guardias que como siempre vigilan a mis hermanos pequeños, uno para cada uno,  ellos se miran entre si antes de encogerse de hombros.

-no creo que sea algo malo señor Godric, sus hermanos, la señorita Charlotte y el señor Maxwell llegaron corriendo de los aposentos de sus padres, entraron sin decir palabra y no han salido desde entonces- me informa  uno de los guardias, puedo ver como el otro lucha por contener la sonrisa que pugna por salir.

Agradezco la discreción del guardia, esta situación es ya más que conocida para toda la manada, mi padre no tiene pudor cuando quiere “atacar” a mi madre.

Entro al comedor, la mesa ya está llena de distintos y sabrosos platillos, mi estómago ruge de solo observarlos. Panecillos bañados con miel se amontonan en una bandeja, leche tibia echa humo en una jarra de cerámica, una variedad de frutas descansan en un recipiente, un poco de carne con especias extiende su olor por todo el lugar.

En la larga mesa solo ocho lugares están preparados para desayunar. Tres ya están ocupados, mi hermana Charlotte, la única mujer de la familia, tiene la mirada baja y veo como aun un poco de rubor se asoma por las mejillas blanca y lisas, al igual que en las de Maxwell, que a pesar de ser un varón es tan pudoroso como un doncel.

Ambos son copias de mi padre, al igual que yo, poseen ojos rojos junto con el pelo negro. Mi madre dice que Charlotte es la versión femenina de su esposo, mi padre solo responde con un gruñido.

Ambos alzan la vista hacia mí, enrojecen y fruncen el ceño al mismo tiempo al ver mi sonrisa socarrona.

-buenos días hermano- cambio mi sonrisa a una dulce cuando siento los delgados y frágiles brazos rodearme. Bajo la mirada para encontrarme con la carita de mi hermano más pequeño, Steven, de apenas 14 años, si antes mi madre decía que  Milan era el niño más consentido de la manada, era porque aún no había nacido Steven.

Con su pelo largo blanco siempre suelto y sus ojos dorados cargados de inocencia pura, es la criatura más sobreprotegida y con más poder sobre el alfa de los hombre lobo.

Pero para derretir aun más nuestros corazones, Steven no había sacado el carácter astuto y atrevido de Milan sino que era una tierna criatura amable y tímida.

-buenos días Steven- el me devuelve la sonrisa para después ir a tomar asiento a lado de Maxwell.

-¿Qué les pasa?- pregunta confundido, al notar serio ambiente.

Charlotte suspira negando la cabeza, tal vez intentando borrar la seguramente traumática imagen,

-nada Steven- mi hermanita se acomoda la trenza negra que cae por su hombro derecho. Toma su plato y empieza a servirse, con eso se rompe silencio para ser reemplazado por una amena y tranquila charla.

-¡buenos días familia!-

Solo unos minutos después la puerta se abre dejando pasar a Milán. Frunzo el ceño, el enojo me embarga, se nota que acaba de salir del baño, pero mis sentidos no son tan fáciles de engañar, desde aquí puedo oler un ligero olor a sexo y a tierra mojada.

Aprieto la quijada conteniendo mi enojo, pero sé que Charlotte puede notarlo,  solo me limito a seguir con mi desayuno.

*Claude*

Nuestros hijos ya estaban desayunando cuando por fin llegamos al comedor, al final tuve que empezar a usar los vestidos especialmente diseñados para mi embarazo.

Lucian tomo asiento al frente de la mesa y yo me senté a su lado. Mis mejillas ardieron un poco cuando mi mirada se cruzó con la de mi hija que solo suspiro, por otro lado Maxwell era un caso perdido, tenía la cara roja hasta las orejas y evitaba tanto mi mirada como la de Lucian.

-¡buenos días!- les sonreí devolviéndoles el saludo para enseguida empezar a comer, lo único bueno de este embarazo era que no había tenido ni asomo de nauseas, solo fue cuando mi estómago empezó a tomar una forma redondeada  que me pude dar cuenta de mi estado.

Me lamente un poco al pensar que con apenas tres meses mi vientre ya había crecido mucho.

Pero solo con echar una mirada a mí alrededor podía saber que todo el proceso de incomodidades y dolor valía la pena. No pude evitar analizar a cada uno de mis hijos.

 

Los gemelos de ahora 70 años, habían dejado de parecerlo cuando cumplieron lo diez años, por un lado Godric creció y creció hasta alcanzar la descomunal  altura de su padre, mi hijo mayor seguía teniendo su lindo carácter risueño y alegre, claro mientras que no lo hicieran enojar, todo el ejercicio y entrenamiento que hace por placer con los soldados hizo que desarrollara una anatomía igual de fuerte que la de Lucian.

Por otro lado, su Milán había heredado su baja estatura pero los ojos rojos de su padre , el pelo blanco lo llevaba a la altura de barbilla como alguna vez lo llevo su amigo Nico, con resignación vio a su hijo, que como casi todos los días vestía una túnica apretada de color negro con bastantes encajes transparentes, dejando mucha piel a descubierto.

Todavía puede recordar la cara escandalizada y atónita de su esposo cuando el pequeño Milan comenzó a elegir el mismo su ropa. A diferencia de él su niño disfrutaba arreglarse y ponerse bonito, le encantaba llamar la atención de los varones para enojo de su padre y hermano, sin duda era casi el vivo retrato de su tío Nico.

Por todo lo contrario su linda y dulce Charlotte, que lloraba por el en las noches de truenos y se colgaba a sus vestidos siempre intentando llamar su atención, que le traía flores cuando iba a explora los bosques e interrumpía las juntas de consejo de su padre solo para ir a mostrarle sus nuevas pinturas abstractas que solo Claude podía descifrar.

Se había convertido en una hermosa mujer, casi tan alta como su Lucian y Godric, con un grueso y largo pelo negro,  siempre vestida con recato y elegancia, de todos sus hijos ella era la más seria, para el orgullo de su padre se había convertido en capitana del ejército, encargada de entrenar los soldados. Su fría y hermosa apariencia era la habladuría y causantes varios suspiros ente los soldados.

A pesar de eso, cada cinco días, Claude encontraba nuevas flores en su salita personal.

Su cuarto hijo, Maxwell, era sinceramente; un ratón de biblioteca. Claude juraría que, si él o Lucian no enviaran un guardia o sirviente para avisar a su hijo que era la hora de la comida o que ya todos se habían ido a su cama, su pequeño ratoncito hace mucho que hubiera muerto de inanición.

Aunque eso sí, era el mejor sanador de la aldea.

Max era casi de su altura, solo unos centímetros más alto, con un físico marcadamente más delgado que su hermano mayor, pero debido a las obligadas caminatas y carreras marcadas por su esposo mantenía cierto físico saludable, su pelo y ojos eran igual copia de Lucian.

Su rostro era fino y libre de vello, de hecho cuando su ratón cumplió tres años y le hicieron la prueba del doncel, hasta el mismo sanador se sorprendió que fuera varón. Lo más probable se debiera a su prematuro nacimiento, aún recuerda el angustioso sentimiento que lo inundo cuando comenzaron las contracciones con apenas seis meses de embarazo, su vientre era demasiado pequeño.

Cuando nació tuvo problemas para respirar y era pequeñito y sin casi nada de pelo, a Lucian le cabía en la palma de la mano, a partir de allí le nombraron ratón.

Un por último su más pequeño hijo de apenas catorce años, que era sin duda una copia de el mismo, Steven era tan dulce y cariñoso, viéndolo solo podía recordar todo lo que él tuvo que pasar a su edad, preguntándose como hubieran sido las cosas.

Pero sin duda, viendo a su alrededor, podía decir con sinceridad que no se arrepentía de haber escogido a Lucian como dueño de su corazón.

 

 

Sin poder evitarlo el doncel comenzó a derramar lágrimas, que no pasaron desapercibidas para toda la familia.

-¡¿te sientes mal?!- el primero en reaccionar fue Lucian que alzo a su, aun a pesar de los años, pequeño esposo poniéndolo en su regazo-¿Qué tienes Claude?-

El hombre aparto las delicadas manos que intentaban esconder las saladas gotas, pero para el desconcierto de todos, Claude estaba sonriendo.

-no es nada Lucian, solo estoy en verdad feliz- el doncel se recargo sobre el pecho de su aun confundido esposo que solo pudo encogerse de hombros ante las miradas interrogativas de sus vástagos.

Y fue en ese momento que la puerta se abrió, dejando pasar la fuerte figura de un hombre bastante alto, de rubias rastras y de ojos dorados. Miro algo desconcertado la escena.

Claude llorando en el pecho de esposo y sus hijos mirando atentos. Una roja mirada se posó en él, mirándolo con promesa de un secreto compartido.

-¿me perdí de algo?- Laurence se dejó caer a lado de su amigo de la infancia, Godric.

-nada, solo que mamá esta sensible por las hormonas- explico Milán para luego dirigirles una mirada cargada de burla a sus  padres- pero estoy seguro de que mi padre sabrá como consolarlo-

-¡Milan!- chillaron rojos Charlotte y Maxwell no queriendo recordar la traumática escena.

-¡oh, veo que de nuevo pillaron a nuestros padres en plena acción!- Milan lanzo una carcajada al ver no solo rojos a sus hermanitos sino también a su madre y el ceño fruncido de su padre.

-¿Qué acción?- la vocecita inocente de Steven alerto a Lucian, no permitirá que Milán corrompiera a su pequeño.

-nada que debas saber hijo- aseguro el alfa mandando  advertencia su vástago que todavía reía.

-por favor no hablen de eso mientras desayuno- pidió Laurence- no quiero imaginar a mi hermano mayor mientras desayuno-

-por favor tío, no creo que tú seas muy inocente que digamos- reclamo Milan mordiendo un pan.

-¿de qué hablas? Yo, soy una santo-

Esta vez la risa de todos acompaño esa afirmación, otra pregunta inocente de Steven y nuevas miradas asesinas y sobreprotectoras de Lucian acompañaron el desayuno.

Y Claude solo sonrió, pensando que la vida no podía ser más perfecta.

Pero claro la vida es indiferente ante todo y muy pronto la familia del alfa lo sabría.

Porque la burbuja de felicidad y perfección estaba a punto de romperse.

Notas finales:

Gracias por leer. En el proximo cap empezaran los problemas.


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