Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mimado por Javmay

[Reviews - 52]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

¡Estoy muy emocionada! Este es el primer Fic de KnB que publico, y espero que agrade, especialmente a aquellos amantes y seguidores de esta extraña, pero tierna pareja (a ellos está dedicada):  Akafuri. Este capítulo y los siguientes tendrán mención de otras tantas parejas, pero sólo pequeñas referencias, ya que la historia se centra totalmente en ambos protagonistas.

Como advertencias podría decir que contiene spoilers del manga, pero sólo hasta el capítulo 270 (ya que lo escribí antes de él), y que es súper cursi y ligera... y no será un fic muy largo (max 3 capítulos)

 

Eso! Espero que les guste :D

 

  1. I.             Una fría tarde de invierno

 

-

 

-

 


JAV

 

Cuando la vibración de su celular junto a la ridícula música resonó bajo e cojín de su cama, Kouki gruñó apretando su rostro contra la almohada… “Noooo…. No quiero levantarme…” pensó gimiendo con molestia y flojera mientras movía los brazos por debajo de ella para agarrar el maldito aparato y apagar la escandalosa alarma.

 

Sólo cinco minutos… diez… quince más, pensaba de manera somnolienta al tiempo que se acurrucaba entre las cálidas mantas, pasándoselas sobre la cabeza y volviéndose a entregar al delicioso y perfecto mundo de los sueños… ---por tan sólo un segundo.

 

“Kouki, ¿Te vas a levantar o no?” Preguntó su madre abriendo la puerta de su cuarto con cierta violencia, provocando que el pobre castaño casi cayera de cara al piso por la sorpresa. Alcanzado a agarrarse de las sábanas, Furihata resopló y levantó la mirada hacia la mujer que le miraba con el ceño fruncido y ambas manos sobre sus caderas.

 

“¡Mamá!” Arguyó como un niño pequeño (con puchero y todo).

 

“¿Qué estás alegando? Tu fuiste quien me dijo que si no te levantabas a las 9, te viniera despertar… ¡Ya, ya! ¡A levantarse!... y antes de salir, asegúrate de ordenar esta pieza” Instó nuevamente antes de salir de la desordenada habitación.

 

Kouki, tirándose bruscamente contra el colchón, gruñó nuevamente antes de inhalar y levantarse hacia el baño del pasillo.

 

Con los ojos aun pegados y pesados, entró a la ducha con un inmenso bostezo que no se molestó en tapar (para qué, si nadie le estaba viendo). Mientras el agua caliente le lavaba y acariciaba la piel casi con ternura, el castaño frunció el ceño mirando los azulejos.

 

Sinceramente, Kouki no entendía muy bien por qué tenía que levantarse tan temprano hoy, en un maldito día de vacaciones de invierno…

 

Sí, sí--, está bien… El número 12 de Seirin sabía que nunca está demás ver a los equipos de baloncesto de otras escuelas, pero… ¿tenía que ser tan temprano?…

 

Furihata apostaba su poca mesada a que Aida-san simplemente seguía enojada… y en consecuencia de esa devastadora furia, estaban ahora sometidos a esta tortura. Lo anterior era una conclusión lógica tomando en cuenta que los cuartos de final del campeonato masculino no eran sino hasta las 12 del día y por tanto, no había razón  para juntarse a las 9-maldita-30 de la mañana fuera del establecimiento escolar. 

 

Maldita la hora en la que perdieron en los 8vos de la Winter Cup; suceso honesta y profundamente humillante si consideraban que venían de ganar la Copa de Invierno del año anterior y la de verano y otoño hace unos cuantos meses atrás.

 

La verdad es que todos estaban decepcionados y tristes con lo acontecido, ya que no sólo fueron golpeados por la pérdida del partido, sino además por el saber que esta era la última competencia escolar de los senpais. Furihata estaría mintiendo si dijese que él, Kuroko, Kagami, Kawahara, Fukuda y los nuevos chicos de primero no se sentían frustrados por no haber logrado regalarles una segunda Winter Cup como despedida de este ciclo; darles algo antes de que se embarcasen por completo en una nueva etapa de sus vidas (ya sea la universidad u otros planes)  

 

Pero aun así, Kouki creía que era un poco demasiadoque Aida-san les haya ordenado (con una mueca terrorífica) observar todos los partidos que quedaban…

 

Vestido casualmente (con unos slim fit marrones, botines que sobresalían de los pantalones, una polera a rayas y un abrigo gris) y completamente limpio, bajó para robar unas tantas galletas de la alacena para ir comiendo por el camino o en el tren que tomarían hacia el estadio. 

 

Con prisas se despidió de su madre (quien aprovechó de entregarle dinero para que comprase algunas cosas antes de venirse a casa… ¿ugh, en serio, mamá?) y hermana pequeña (no de su papá, pues él ya había partido más temprano a trabajar), saliendo finalmente al frío invernal de esta normal mañana de diciembre con una bufanda roja protegiendo su barbilla y cuello.

 

Cuando arribó a las fueras de su escuela, Kouki sonrió con timidez y alivio al ver que no era el último en llegar; lejos de ello la verdad, pues sólo Riko, Hyuuga, Izuki, Mitobe, Kawahara y dos chicos de primero estaban ya esperando. El castaño en seguida después de saludar, se acercó al joven aun-rapado y a los dos novatos, con quienes no tardó en embarcarse en una apasionada discusión sobre minecraft, el cual, para sorpresa de Fukuda y Koichi, Furihata nunca había jugado hasta ese fin de semana (en el cual estuvieron hasta cerca de la cuatro de la mañana totalmente absortos).

 

No mucho rato después (ya casi cerca de las 10) el resto de los muchachos llegaron con diferentes muecas de disculpa o descaro; Teppei por ejemplo, quien se había comprometido con el equipo en su papel de asistente, simplemente había sonreído e inventado una ridícula excusa sobre ayudar a una mujer embarazada. Kuroko, como siempre, apareció sin que nadie le notara; pero el equipo, ya acostumbrado a sus apariciones fantasmales, simplemente asintió con la cabeza y emprendieron camino a la estación.

 

“¿Dónde creen que van?” Les interrumpió la voz dulce de Riko cuando todos los jóvenes empezaron a caminar; a más de uno esa voz le paró los pelos de todo el cuerpo.

 

“¿A--... tomar el tren?” Preguntó como en un importante juicio Kagami, tragando pesadamente y dejando que una gotita de sudor le corriera por la patilla.

 

“¿Oh? ¿Acaso se me olvidó decirles?” Continuó la muchacha con una carita inocente y colocando un dedo en su mejilla. Pero no pasaron más de dos segundos cuando. Aida miró a cada uno casi con una fuerza demoniaca danzando detrás de su menuda figura “… nos iremos trotando…”

 

“¡¿Qué----?!”

 

.

 

.

 

Tirándose con poca delicadeza en la dura silla del estadio, Kouki se acomodó nuevamente las ropas que en el baño público había removido para limpiarse un poco la indecente cantidad de sudor que le empapaba por el trote infernal al que les sometió Aida (que ya todos sabían era por castigo y molestia)

 

“¡Furi~! ¡No siento mis piernas!” Kawahara gritó con dramatismo luego de lanzarse a la silla junto a él de la misma manera. Kouki le sonrió con amabilidad ante su puchero.

 

“No exageres tanto, hemos corrido más kilómetros que estos” Replicó con amabilidad antes de sentir como alguien se apoyaba sobre su cabeza. Volteando un poco el rostro, notó que Fukuda había decidido sentarse en la fila de atrás, dejando ahora su barbilla sobre sus cabellos castaños.

 

“Furi tiene razón, no seas bebé” Agregó con una risa juguetona.

 

Discutiendo ahora los peores entrenamientos o, mejor dicho, torturas, que habían tenido en estos casi dos años con el equipo de Seirin, los tres jóvenes saltaron exageradamente cuando Kuroko aportó un comentario de la nada. Ninguno había visto cuando el peli celeste se había sentado junto a Furihata como hace—un minuto… Kagami junto a él también se unió a la conversación; los dos novatos ubicados junto a Fukuda opinaban de vez en cuando.

 

“¡Oi! Ya cállense que va a empezar” Les regañó Hyuuga sentado junto a Riko, Teppei e Izuki en la fila de al frente de la baranda del estadio. Todos los muchachos inmediatamente guardaron silencio  para ver como los 8 equipos se formaban y saludaban para dar iniciados los cuartos de final. Entre las escuelas estaban, por supuesto, Rakuzan, Too, Shutoku, Fukuda Sogo, Yosen y Kaijo, más otras dos (una de Kioto y otra de Kanagawa) que habían hecho una espectacular y asombrosa presentación durante el campeonato de verano y otoño. Los primeros partidos simultáneos, justamente, era entre esas dos escuelas novatas contra Too y Yosen.

 

Todos los miembros de Seirin querían pensar de manera positiva y esperanzadora para esos inexpertos equipos (no porque odiasen a Too o Yosen, sino porque creían en el respeto, en el trabajo duro; sabiendo, mejor que nadie, que algunas veces un conjunto promedio puede llegar a superar a un individuo extraordinario), pero lo anterior era difícil de lograr, especialmente con un Aomine Daiki ultra motivado y destilando revoluciones en cada partido, no cortándose para nada y siempre buscando con la mirada a Kagami cuando hacía una jugada especialmente espectacular (lo que obviamente sacaba venas de enojo y canas prematuras en el tigre al ver esa sonrisa arrogante).  Y un dúo Himuro-Murasakibara más fuerte que nunca.

 

Kouki, como siempre, observó con abierta fascinación y admiración ambos partidos, perdiéndose en la envidia de no poder realizar algunas de esas maniobras asombrosas y valiosas (jugadas imposibles para alguien como él)  o ver como algunos de los jugadores parecían dejar hasta sus almas en la duela, lo que le emocionaban aún más.

 

Aomine, como era de esperarse, no necesitó dar su cien por ciento en ninguno de los cuartos, bastando sus múltiples tiros sin forma sumados a los continuos triples de Sakurai para establecer una diferencia casi imposible de romper desde el comienzo. El partido terminó con un 123-79 que se ganó un aplauso ensordecedor del gigante estadio.

 

Yosen, por otra parte, aunque tuvieron un partido menos expedito y más exigente, tampoco significó una enredadera o golpes de cabeza para nadie, pues aunque tanto Fukui como Okamura ya habían salido de la escuela, y lógicamente del equipo, habían sido rápidamente reemplazados por dos gigantones; un point guard de primero, escurridizo y extrañamente alto para su posición, que tenía toda la visión de la cancha y admiraba como fanboy a Murasakibara; junto a otro joven de segundo que tomó la posición de point forward con una musculatura que causaría envidia hasta en Eikichi.

 

Cuando los dos partidos llegaron a su final, el equipo de Seirin se levantó para comer algo aprovechando el receso de una hora para dar inicio a la siguiente y última ronda de juegos. 

 

“¿Nos vamos a mi casa después de esto? De seguro a mi mamá no le importa” Comentó Fukuda después de darle un mordisco gigante al emparedado que se había comprado en la tienda más cercana; los tres muchachos y ex novatos se habían dirigido allí cuando a la salida del estadio Aida les dio cuarenta minutos para gastar, no permitiéndoles ir más lejos de cuatro cuadras a la redonda.

 

Los primeros en desaparecer a dios-sabe-dónde fueron Kuroko y Kagami, seguidos muy de cerca por Izuki y Teppei. 

 

“Pero no tengo mi notebook ¿Cómo se supone que vamos a jugar?” Alegó Kawahara mirando con sus ojos grises bien abiertos a los dos otros chicos. Furihata rió mientras comía, al tiempo que Fukuda respondía que podían limitarse a la Xbox o a la play.

 

“Ah--… pero yo tengo que ir a casa primero a dejar las compras a mi mamá… ¿puedo llegar más tarde?” Recordó Furihata mirando con cierto nerviosismo a su amigo. Fukuda simplemente le sonrió y revolvió los cabellos respondiéndole que no había ningún problema… total… ya sabía donde vivía…

 

“Mejor nos devolvemos… no vaya a ser que Aida-san nos haga trotar de vuelta” Intervino Kawahara botando a la basura el envoltorio de su comida. Sus dos compañeros asintieron y repitieron la acción antes de encaminarse hacia la entrada del gimnasio donde ya estaban todos reunidos. Afortunadamente nadie hizo comentario alguno, limitándose a saludar y entrar para buscar asientos.

 

Esta vez era el turno de los partidos entre Rakuzan versus Kaijo y Shutoku versus Fukuda Sogo. El primero siendo el más esperado por la gran mayoría de los espectadores:

 

¿El ex capitán de los milagros contra la copia perfecta?... ¿Cómo resultaría eso?... especialmente ahora que Kise había comenzado a dominar mejor y por más tiempo las técnicas de los denominados prodigios. El segundo juego sería interesante de presenciar por el simple hecho de que ese rudo jugador Haizaki, parecía guardar un profundo y evidente rencor hacia los que fueron alguna vez sus compañeros en Teiko.

 

Y tal y como se había adivinado desde el principio, ninguno de los cuatro equipos decepcionó a la audiencia. Si no era la perfección del Emperador de la Creación, entonces era la determinación de la Élite Azul; sino era la precisión del Rey Legendario, entonces era la ferocidad del ex compañero de los milagros.

 

Kise, como ya todos sabían, dio todo y más; se entregó en cuerpo y alma en los tres cuartos que jugó (pues sus piernas no le aguantaron hasta el final) sin embargo todo ello no fue suficiente frente a un Rakuzan cohesionado; no pudo alcanzar a los reyes destronados que ahora formaban tal unidad con el chico de cabellos magenta, que nadie hubiese imaginado que hace sólo un año ese mismo jovencito les estaba diciendo que estaba decepcionado de ellos; los cuatro junto a Mayuzumi habían logrado tal grado de conexión y trabajo en equipo, que ahora era prácticamente una tarea que costaba sangre y sudor hacerles solo una robada del balón.

 

Su capitán, Akashi, les lideró no desplegando y abrumándolos con su poder, sino guiando y motivando a sus compañeros; era una visión casi bella.

 

Akashi, como armador, lucía sus mejores características de mente brillante al crear las jugadas más impensables e impredecibles; lo cual, sumado a su notable habilidad y estado físico, le permitían dar gran ventaja a sus demás compañeros. 

 

Furihata, aunque por supuesto no podía entender del todo las circunstancias y situaciones del pasado, estaba casi al cien por ciento seguro que Kuroko (sentado a su lado) estaba al extremo orgulloso de su ex capitán mientras veía este partido, pues el ex dictador de verdad parecía… divertirse…

 

Al final la victoria cayó en las manos limpias de Rakuzan por una brecha que para los ojos superficiales podría parecer bastante, pero no para quienes conocían de cerca a los protagonistas. Un 115-102 marcaba el tablero al término mientras uno y otro equipo se saludaban en la mitad de la duela con reverencias y firmes saludos de mano. 

 

El otro juego entre el Rey Legendario y ex Teiko fue menos frenético y desconcertante, pero igual de atractivo e interesante. Si bien es cierto que Miyagi, Otsubo ni Kimura estaban ya en el equipo, la capitanía de Takao había pretendido (y logrado) levantar a los nuevos integrantes de primero y curiosos de segundo para formar un Shutoku desde sus cimientos. Su arma principal continuaba siendo la conexión entre Midorima y Kazunari, pero las posiciones de alero, escolta y centro habían sido espectacularmente reemplazadas.

 

La escuela de Haizaki se fue a casa con un decente 97-91 que dejó al público ansioso por las semifinales de pasado a mañana entre Rakuzan-Yosen y Shutoku-Too.

 

No bien terminados los partidos y anunciados los horarios de la semifinal femenina y masculina, todo el grupo de chicos de Seirin se dirigió a la salida del estadio donde Aida se apiadó e instruyó que partirían hacia la estación de tren.

 

Kouki, no obstante, antes de que partieran se acercó a la muchacha y le explicó que no podría ir con ellos por el encargo que le había hecho su madre más temprano. Riko le había mirado inquieta y preocupada por unos minutos, pues la jovencita se caracterizaba por su actitud de mamá gallina para con todos los integrantes del equipo, y por ello no le sentaba muy bien dejar a uno de los chicos atrás y solo.

 

Fue finalmente la intervención de Hyuuga, declarando que ya Furihata podía cuidarse solo y que no les necesitaba a ellos entorpeciendo sus compras, lo que le tranquilizó un poco; Kouki secundó a su capitán, expresando que no quería importunar a nadie.

 

Aida, no sin antes suspirar de exasperación, asintió con la cabeza y dejó ir al castaño, haciéndole prometer que le llamaría a penas llegase a su casa.

 

Kouki entonces, con paso aprensivo y lento, comenzó caminar por las calles (pues no conocía muy bien la zona) hacia la tienda que su mamá le había señalado en la mañana.

 

Al ser un poco más tarde de las 17 horas en pleno invierno, el sol, aunque aun visible y para nada caluroso, parecía ya deseoso de comenzar su viaje a casa y dar paso a la reluciente luna. El castaño, viendo con distracción el efecto que se hacía con los rayos solares y las nubes en el cielo, sonrió y continuó avanzando hasta un parque que se veía al final de la cuadra. Al pasar fuera justamente de esa plazoleta, Kouki volteó indiferente hacia ella, viendo más allá de sus rejas la tienda que buscaba.

 

La sonrisa de alivio y cansancio se dibujó en su rostro hasta que se preguntó… ¿emm?… ¿rejas?... y precisamente, al medio de la plaza por la que había mirado había una pequeña y usada cancha de baloncesto siendo utilizada por tres figuras.

 

Furihata, sin mayores contemplaciones, se acercó un poco a la entrada del parque para ver a los sujetos jugar por un rato.

 

Sus labios se abrieron de asombro cuando vio como el presumible chico más grande del grupo clavaba el balón casi con monstruosidad. Una segunda persona había recogido la pelota con velocidad y comenzado a driblearla con una rapidez anormal. Sólo cuando Kouki estuvo lo suficientemente cerca de ellos, sus pies se detuvieron como si se hubiesen pegado al piso.

 

Allí, jugando con despreocupación y ligereza, se encontraban los tres reyes destronados de Rakuzan… ¿Pero… qué hacen aquí?... y… Más importante… ¿dónde estaba su capitán?...Sin querer responder a esa pregunta, Kouki se dio media vuelta y siguió caminando hacia la tienda en la cuadra de al frente.

 

No es como si el ex capitán de Teiko le siguiese asustando o algo parecido, pero Furihata podía confesar sin un gramo de vergüenza, que el bajo pelirrojo aun seguía intimidándole hasta las amígdalas, asique si podía evitarle ahora y en sus siguientes reencarnaciones, entonces para él todo estaba y estaría bien.

 

El negocio por fortuna estaba relativamente vacío, por lo que no tardó demasiado en encontrar lo pedido y pagar para salir de allí con calma y tranquilidad.

 

Ahora sólo le quedaba dirigirse a la estación, entregarle las compras a su madre, e ir a la casa de Fukuda (en donde probablemente pasaría la noche). Cruzando la cuadra, sin embargo, la curiosidad le ganó una pequeña batalla, por lo que suspirando y mordiéndose el labio inferior, entró nuevamente al parque para observar al menos de reojo a los chicos jugar por unos cuantos minutos.

 

La cancha en cuestión estaba rodeada de arbustos y árboles (algunos de estos con raíces tan grandes, que permitían a los niños jugar en su interior). Kouki, sintiéndose un poco tonto, se apoyó en uno de esos árboles para mirar un rato las magnificas jugadas de esos generales que en su época lograron ser la generación dorada del baloncesto escolar.

 

Una sonrisa de orgullo había comenzado a dibujarse en sus facciones mientras pensaba en Kiyoshi-senpai y la suerte que habían tenido ellos, como novatos, al lograr jugar con él por lo menos un breve período de tiempo

 

En eso estaba cuando… de la nada… unos agudos intentos de ladridos y lloriqueos le invadieron su sentido auditivo.

 

Furihata se quedó quieto y atento al sonido para identificar de dónde procedía.

 

Cuando un nuevo llanto sonó, Kouki creyó que provenía del otro lado del mismo árbol en el que estaba apoyado. Sin siquiera pensar, se despegó del ancho tronco y caminó hacia el origen de los sonidos… para encontrarse con una imagen que nunca en toda su vida olvidaría…

 

Un poco alejado del tronco, pero aun así cerca del árbol… había una pequeña caja de cartón con tres cachorros dentro apoyados en el borde de ésta, sollozando y moviendo sus gruesas y pequeñas colitas con lentitud. Los tres perritos estaban mirando casi con anhelación al mismísimo capitán de Rakuzan, Akashi Seijuurou, parado solemne y rígidamente no muy lejos de allí, con otros dos animales correteando a sus pies.

 

Uno de los cachorros estaba alargando su gorda patita hacia las impecables zapatillas del pelirrojo, mientras que el otro caminaba en círculos a su alrededor (algunas veces cayéndose de trasero y otras apoyando su cuerpecito en las piernas del emperador)

 

Kouki se quedó de piedra por unos segundos, no sabiendo si reír por la bizarra escena, o simplemente salir corriendo de allí para ahorrarse cualquier mal rato.

 

El rostro del pelirrojo estaba mortalmente serio e inmutable mientras miraba a los perritos, quienes parecían empecinados en estar pegados a sus pies.

 

De una de las manos de ex Teiko colgaba una botella de bebida energética aun llena hasta el tope, lo que llevó a Furihata a atreverse concluir que, probablemente, Akashi había ido a comprar el brebaje mientras sus compañeros jugaban…

 

…Pero al regresar se había encontrado con… esto…  

 

“No hagas eso” Furihata se tensó al escuchar la voz suave y formal del pelirrojo, pero se relajó un poco cuando notó que el chico le estaba hablando (o mejor dicho, ordenando)a uno de los perros que dejase de subirse a una de sus zapatillas. Por supuesto la cosa peludita hizo caso omiso a su mandato y continuó con su ardua hazaña. “Dije que no…” Continuó con dureza intentando remover su pierna, causando con ello que el cachorrito cayera de trasero al piso y comenzara a sollozar.

 

Furihata se apiadó del alma del pelirrojo cuando vio su cara descompuesta en confusión (estaba claro que el tipo no tenía ni idea de qué hacer)

 

“Hey, cosita” Arulló como a un bebé mientras se agachaba junto al bebé animal y le tomaba entre sus brazos. El castaño se sentó en el piso y le acarició por unos segundos, pero el cachorro se movía inquieto entre sus brazos en dirección al pelirrojo que les miraba impasible. “Je-….Parece que le quiere a usted” Intentó hacer conversación dejando al enano nuevamente en el pasto, donde efectivamente comenzó a caminar hacia los pies del emperador.

 

El otro animalito, que antes estaba correteando entre las zapatillas del milagro, corrió con la velocidad que le permitían sus piernas hacia Kouki en busca de presunta atención (que el castaño no le negó al acariciarle la pancita y detrás de sus pequeñísimas orejas).

 

Por dios… no deben tener más de un mes…

 

“¿Son-son suyos?” Se atrevió a preguntar, sabiendo que simplemente pensar eso era estúpido…, pues por qué mierda andaría el pelirrojo en un ciudad en la que no vivía, caminando de aquí y para allá con una caja de cartón llena de cachorros.

 

Exacto… no había razón. Por lo que al castaño no le sorprendió cuando Akashi le dio una mirada casi ofendida e incrédula (probablemente preguntándose si era un idiota).

 

“No…” Respondió bajando la mirada hacia el perrito que alargaba sus patitas hacia una de sus zapatillas.

 

Kouki, pensando que esa fue toda la interacción que tendría con el emperador, se levantó con el otro cachorro entre sus brazos para colocarlo en la caja y así aprovechar para inspeccionarla. Dentro de la susodicha estaban los tres otros animales mirándole con sus ojitos grises bien abiertos. En una esquina del cuadrado había un pequeño plato con agua, y otro con comida de perro adulto.

 

¡¿Pero qué clase de persona pudo hacer esto?!… dejar a cinco perritos así… con alimento que ni siquiera es adecuado para ellos… ¿en medio de un parque?... Pero que crueldad… pensaba el castaño con el ceño y los labios fruncidos al tiempo que le hacia cariñitos a los cuatro cachorros.

 

“Cuando venía de vuelta de la tienda que está cerca, pasé coincidentemente por este árbol y vi la caja. Me acerqué cuando noté que se movía…” Furihata dio un visible salto cuando escuchó la voz del pelirrojo detrás de él. Al voltear comprobó que, efectivamente, el chico estaba parado tras su espalda inclinada observando la caja con neutra atención. “… De ella salieron estos perros y comenzaron a correr… alrededor de mi…”

 

No te rías. No te rías. No te rías. Se decía Kouki apretando los dientes para aguantarse una carcajada.

 

Pero… ¡Por dios!… es que la situación era demasiado ridícula como para ser cierta.

 

“Puedes reír si gustas” El castaño se paró rígidamente a penas las palabras fueron dichas con indiferencia.  Evitando los ojos del otro joven, se rascó la mejilla y sonrió en bochorno.

 

“No-no es eso, en serio… es sólo que el cachorrito parece apegado a usted” Dijo al ver como el mencionado estaba jugueteando con el pantalón del pelirrojo.

 

Akashi levantó una ceja antes de darle una rápida mirada al perro.

 

“De hecho, así parece… aunque yo no he hecho más que intentar corretearlo” Lo anterior sacó una risa divertida de Kouki, quien al levantar la mirada para encontrarse con los ojos entre magenta y rojos del emperador sobre él, casi se atragantó con su propio aire. “… ¿Nos conocemos?... Tengo la ligera impresión de que te he visto antes” A pesar de que Furihata sabía lo poco importante y ordinario que era en y para su equipo, no podía negar que le dolió un poco que después de un año (de verse las caras tanto en la Winter Cup como en el campeonato de verano) el otro chico no pudo ni siquiera determinar de qué escuela era.

 

Pero bueno… estaba hablando con el que fue alguna vez el capitán de la Generación de los Milagros, el magnífico y perfecto Akashi Seijuurou, por lo que, tragándose un suspiro triste, Kouki se dijo que el emperador no tenía por qué aprenderse un nombre tan insignificante como el suyo.

 

“Ee-eh, sí. Soy compañero de Kuroko en Seirin, Akashi-san” Decidió responder haciendo referencia al peli celeste, sabiendo de la boca de este último que el capitán de Rakuzan guardaba una gran cuota de aprecio y preocupación por sus ex compañeros.

 

“Ahá-, ahora recuerdo. Furihata ¿no es así?” El número 12 quiso abofetearse cuando se sintió feliz por ser recordado mientras asentía despacito… pero que idiota, Kouki…

 

Aunque no era algo de qué avergonzarse la verdad, pues ser identificado por cualquiera de los miembros de la Generación de los Milagros era un logro inmenso; para él al menos (no para personas como Kagami Taiga, quien gruñía como verdadero tigre cada vez que uno de los nombres de los “arcoíris” salían a colación), y qué mejor que por el mismísimo ex capitán.

 

Un segundo de silencio incómodo cayó sobre ellos después de ese pequeño intercambio, en los cuales Furihata se estrujaba el cerebro para preguntar, comentar o simplemente murmurar algo para rellenar el espacio de aire que les envolvía…pero nada se le venía a la mente.

 

La verdad, es que no se le ocurría de qué podría hablar él con un joven como Akashi; que si bien sabía ya no era el bastardo psicópata del año pasado (según le había dicho Kuroko), continuaba siendo una persona de un mundo totalmente diferente del que Kouki provenía. Probablemente no tenían nada en común.

 

Afortunadamente, fue salvado de cualquier intento de plática (gracias a los cielos) cuando el llanto lastimero del perrito aun en los pies del pelirrojo les interrumpió de la no conversación.

 

Kouki sonrió con ternura mientras volvía agacharse para comenzar a arrullar al animalito, quien por cierto, no le prestó nada de atención (demasiado embebido en Akashi).

 

“No puedo creer que todavía haya personas que hagan esto… Yo nunca podría abandonar a un perrito… o a cualquier ser vivo, la verdad” Murmuró el castaño con una mueca amarga y veladamente furiosa.

 

Recién en esos momentos, no obstante, comenzó a caer en cuenta de que había 5 cachorros completamente dejados a su suerte, sin los alimentos adecuados, abandonados en pleno crudo invierno, en una plaza desertada… cuando ya la fría noche estaba cayendo…

 

“No parecen de raza” El pelirrojo comentó serenamente. Kouki no pudo evitar fruncir el ceño en irritación, sintiendo como unos latigazos de ira contraían sus brazos y piernas.

 

¿Y qué mierda importa que no sean de raza?...ugh, pero que tipo---… racista… o---… especista… o como quiera que se les llama a los que discriminan por la raza del perro…

 

¡Ra-perro-cista!... ¡Sí, eso es!...

 

…Ugh, pero que ra-perro-cista…

 

“¿Y eso que importa?” Todos y cada uno de los músculos, nervios y arterias se quedaron estáticas cuando sus labios hablaron en voz alta.

 

¡¿Oh por dios qué he hecho…?! ¡Ahora me matará por mi insolencia!, pensó tragando con supuesta discreción y negándose con vehemencia a alzar la mirada para no encontrarse con los ojos del capitán de Rakuzan. Kouki, honestamente, aunque conocía prácticamente nada al pelirrojo, aun le costaba trabajo acostumbrarse a ese homogéneo color, pues la primera impresión de sus heterocromaticos ojos había sido demasiada--….

 

(Aunque rumores por ahí susurraban que algunas veces ese ojo dorado todavía aparecía de vez en cuando…)

 

“Nada, solo declaro un hecho” El número 12 pudo respirar nuevamente cuando el pelirrojo respondió con su normal neutralidad y templanza; como si no estuviera en una plaza desconocida, junto a un jugador mediocre que apenas conocía, y rodeado de cachorritos (con uno especialmente fascinado).

 

Silencio les envolvió de nuevo, pero esta vez Furihata estaba demasiado entretenido con el perrito y con sus preocupados pensamientos como para importarle, pensando y preguntándose qué hacer con ellos, ya que de ninguna manera les dejaría aquí, solos y muriendo de hambre y/o frío.

 

Cuando el castaño notó que el pelirrojo se alejaba con incomodidad del animal, alzó la vista hacia el capitán de Rakuzan con curiosidad.

 

“¿No le gustan los perritos, Akashi-san?” Inquirió con una mueca que intentaba ser amistosa y amable. El pelirrojo le observó por unos pocos segundos antes de bajar los ojos hacia el perro.

 

“No cuando son desobedientes” Respondió sereno.

 

Kouki, sin poder evitarlo, rió un poco.

 

Akashi volteó hacia él, no entendiendo del todo por qué el otro chico estaba riendo con tanta naturalidad y ligereza, casi con una brillante aura rodeándole. Su respuesta, después de todo, había sido absolutamente honesta y directa; no es que le disgustaran los perros o cualquier otro animal, pero debía admitir que detestaba que algo y/o alguien no le obedecieran y siguieran sus órdenes, por lo que estos perros no estaban precisamente en su lista de “cosas que me gustan”.

 

Akashi quedó aun más confundido cuando el castaño de la nada se paró con rapidez y sacó su celular.

 

“¡Maldición!” Dijo Furihata viendo que ya era bastante tarde (por si no lo había notado por el sol casi oculto). Sin muchos más movimientos o palabras, Kouki agarró al perrito a los pies del pelirrojo (ignorando sus lloriqueos) y se dispuso a meterlo con suavidad a la caja con el resto de sus presumibles hermanos.

 

“¿Qué haces?” Preguntó con verdadero interés y curiosidad el capitán de Rakuzan, pues el jugador de Seirin se había inclinado para ahora cargar con la caja entre sus brazos (que Akashi creía eran más débiles por lo escuálidos que se veían a través de la ropa)

 

“Los llevaré a mi casa” Respondió el castaño como si fuese obvio “No puedo dejarlos aquí… se morirán de hambre o de frío” Pareció alegar mientras observaba con afecto a los perritos que ahora sollozaban y miraban al castaño; a excepción por supuesto de uno, que miraba fijamente a Akashi.

 

“Sería más adecuado que les dejaras en una perrera” Seijuurou sugirió con cierto cuidado, pues no podía comprender cómo alguien simplemente tomaría a unos animales callejeros y los llevaría a su hogar sin siquiera revisarlos o intentar otros medios. Claro, el pelirrojo había notado lo cariñoso y afectuoso que se había mostrado el chico ante los perritos, pero eso era completamente normal; prácticamente todo el mundo se derrite frente a animales cachorros.

 

Pero… ¿llevarlos a su casa?... Akashi no pudo evitar mirar con nuevos ojos al castaño parado frente a él…

 

Eso es… extrañamente tierno y dulce de su parte… pensó acercándose a Furihata, quien, Akashi notó con una pequeña risa interna, se tensó ante su cercanía. Al frente de la caja y a solo centímetros del otro joven, el pelirrojo alargó la mano y acarició con un dedo la orejita del perrito que le estuvo molestando antes. El animal se inclinó visiblemente ante su toque y casi ronroneó como gatito. El castaño rió y Akashi se encontró sonriendo al escuchar la fresca carcajada; tan relajada y cálida, como el sol que ahora parecía estar ocultándose.

 

“Parece que tiene un admiradora…o admirador, Akashi-san” Comentó Kouki con timidez. Los siguientes minutos el pelirrojo simplemente continuó arrullando a los cinco perritos (ante lo cual el que había agarrado especial amor hacia Seijuurou se mostraba celoso), al tiempo que Kouki agarraba la caja y observaba.

 

Akashi nuevamente se encontró sorprendido por el joven, pues a pesar de sostener una caja con cinco perritos dentro, no parecía en dificultades, cansado o frustrado.

 

“Ya es hora de irnos” Dijo el pelirrojo cuando recordó a sus compañeros de equipo y que… no estaban en Kioto, sino en Tokio por la Winter Cup… la cual continuaría en dos días desde ahora y en la cual tendría que enfrentar a Atsushi por la semi final.

 

El castaño frente a él también pareció despertar de su trance, saltando y sonriendo con disculpa.

 

“¡Sí, cierto! Bueno, yo-yo me voy… nos vemos, Akashi-san” Se despidió con un gesto de la cabeza antes de girar y comenzar a caminar. Cuando Seijuurou estaba a punto de decirle adiós también, Furihata se volvió hacia él con un pequeño pálido rosado en las mejillas… se veía adorable… “¡Ah--, lo olvidaba!… Felicitaciones por el juego de hoy... Fue increíble. Le-le deseo suerte para los siguientes partidos… aunque, no creo que lo necesite, digo…lo que no significa que no deseo que les vaya bien… porque si lo hago... bueno, sólo, ehh—”

 

“Gracias, Furihata-kun” Le interrumpió al ver lo enredado y complicado que estaba al intentar buscar las palabras adecuadas, pues… Akashi se conocía lo bastante bien como para saber que su presencia y persona podían llegar a ser algunas veces un poco intimidantes y abrumadoras (aunque ya no tanto como hace un año, creía él)… no obstante, a pesar de que normalmente disfrutaba el acomplejar y complicar a los demás, hoy se sintió indulgente con el tímido castaño. “Nos vemos” Agregó con una pequeña sonrisa.

 

Furihata le correspondió antes de volverse y seguir caminando.

 

Seijuurou se quedó parado en su lugar mientras veía el partir del otro muchacho. El castaño finalmente salió del parque y se perdió entre las cuadras de más arriba, pero el pelirrojo siguió allí… hasta que escuchó el llamado de Mibuchi en las cercanías.

 

Akashi, abriendo la botella de su olvidada bebida energética, bebió de ella y se encaminó hacia sus compañeros (y ahora… para qué mentir… amigos…) para dirigirse al hotel en el que se hospedaban, para así descansar y comenzar a idear, junto al entrenador, el plan de juego contra Yosen.

 

.

 

.

 

Era un poco idiota pensarlo, pero sólo hasta el momento en el que Kouki llegó hasta la puerta de su casa, no pensó en la reacción que tendría su madre cuando entrase a la sala con cinco cachorritos a cuestas.

 

¿Qué tal y si su madre le obligaba a llevárselos lejos? ¿Qué haría, entonces?... Kouki respiró y movió los hombros varias veces antes de atreverse por fin a ingresar la respectiva llave y abrir el picaporte.

 

No bien puso los pies en el recibidor para sacarse sus zapatos (aun con la caja entre sus agotados brazos), Furi escuchó los apresurados, pero ligeros pasos de su hermanita corriendo hacia su dirección desde el fondo del pasillo.

 

“¡Kou-chan~! ¡Llegaste! ¿Qué me trajiste? ¿Qué me-?” Su entusiasmada pregunta quedó estancada en sus gorditos y rosados labios cuando vio la caja que sostenía su querido hermano mayor. “…Kou-chan ¿Qué es eso?” Dijo levantándose en la punta de sus pies para intentar echar un vistazo, aunque sólo alcanzó a quedar un poco más arriba del ombligo del joven castaño (la niña tenía cabello marrón ligeramente más oscuro).

 

“Ehh… estos son-” Intentaba explicar cuando su madre apareció desde la cocina. Kouki respiró con fuerza mientras tensaba el cuerpo. Se forzó a mirar fijamente a su madre mientras ella se acercaba refregándose las manos en un paño viejo.

 

“Kouki, al final llegas, ¿te alcanzó para com-” La mujer se quedó estática viendo la caja. Sus ojos castaños se entrecerraron al tiempo que alargaba la mano y removía el abrigo del joven de encima del cuadrado (que Kouki había colocado luego de salir del tren, pues ya hacía mucho frío). Furihata se negó a cerrar los ojos cuando su mamá pudo ver a los cinco cachorritos dormidos y acurrucados en una gran pila de pelos en el centro de la caja. “… ¿Qué--?... Kouki, explícate”

 

“¡Lo siento por no avisarte! Pero… cuando salí de la tienda los vi en la plaza que estaba cerca y ¡Mira! Estaban abandonados en el parque sin mantas, ni comida… no podía dejarlos ahí, mamá-”

 

“Kouki-”

 

“Ya sé que nunca hemos hablado de mascotas, pero no es como si los traje para quedárnoslos, es sólo que no podía dejarlos ahí-”

 

“Kouki-”

 

“¡Te prometo que yo pagaré por todo! Con mi mesada les voy a comprar la comida y los voy a llevar al veterinario… ¡Por favor deja que se queden hasta que les encuentre una casa! ¡Mamá, te lo ruego!

 

“¡Kouki, cállate!” En seguida el jovencito cerró la boca y miró con ojos abiertos y asustados a su progenitora. Su mamá suspiró y le observó con la cabeza ladeada. “Solamente te iba a decir que subieras a buscar unas mantas del closet. En el noticiero dijeron que será una de las noches más frías del año, y a penas parecen unos bebés, hay que tener cuidado-”

 

“¡Gracias, gracias!” Le interrumpió ahora el muchacho dejando con cautela la caja en el suelo antes de saltar y abrazar a la mujer con fuerza.

 

Su madre rió y le abrazó de vuelta, dándole una ligera palmada en el trasero y mandándole nuevamente al segundo piso para buscar las frazadas. La conmoción, lamentablemente, alertó a los perritos, los cuales comenzaron a lloriquear para llamar la atención de los presentes.

 

Mientras Kouki sacaba las mantas, su mamá y hermana sacaban a los cachorros para alimentarles con leche caliente mediante una mamadera (que la mujer aún tenía de sus hijos).

 

Furi mientras bajaba por la escalera, recordó que se supone que ahora iría a reunirse con sus amigos, por lo que se  paró en su lugar y sacó el celular para explicarles que no podría ir a través de un corto mensaje de texto.

 

Fukuda le respondió en seguida que era un mal amigo, por lo que Kouki decidió llamarle y explicarle la situación. Ante ello, tanto Kawahara (que ya estaba en la casa del otro chico) como Fukuda se auto invitaron para el día siguiente a su casa y así poder conocer a los cachorros en cuestión.

 

Caminando hacia la cocina, Kouki le mandó un mensaje a Aida-san:

 

¡Ya llegué a casaJ! ¡Sano y salvo!... por cierto--- por alguna casualidad de la vida… ¿le gustan los perritos?

 

.

 

.

 

Unas horas más tarde de ese mismo día, como por décima quinta vez consecutiva, Kouki apretó actualizar en su página de facebook.

 

Sinceramente, el castaño a penas y podía mantener los ojos abiertos a estas alturas… pero, quién podía culparle, si ya eran las 3:47 de la mañana y él aun no podía ir a dormir su tan deseado sueño. Todo por culpa de uno de los perritos; específicamente el de color marrón rojizo que se había mostrado especialmente fascinado por el capitán de Rakuzan.

 

Furihata hasta esos momentos había intentado de todo: darle más comida, jugar con él, abrigarle, acostarse con él en su cama, pero nada… el cachorro no dejaba de lloriquear. Y el castaño sabía que si no lo callaba pronto, su madre entraría como furia al cuarto para asesinar a ambos (afortunadamente los otros animalitos estaban profundamente dormidos desde hace horas)

 

Sin más ideas, Kouki se había acomodado en la cama, colocado al mimado (que había comprobado era un él) en su regazo y abierto su notebook a un lado para buscar por internet por alguna explicación.

 

Pasó horas leyendo artículos sobre perros bebés, algunos de ellos dejándole seriamente preocupado (razón por la que decidió llevarlos mañana mismo al veterinario junto con Koichi y Fukuda), pero ahora… dos horas más tarde, simplemente se había metido a facebook y comenzado a vagar por ahí entre los comentarios y fotos. Justamente ahora estaba viendo una fotografía que había subido Kuroko en la tarde de todos ellos juntos en el estadio (foto a la que Furi ni siquiera recordaba haber posado).

 

Sin nada más que hacer, empezó a ver todas las carpetas de su compañero peli celeste (más por aburrimiento que interés, la verdad), hasta que el milagro ocurrió…

 

Kouki estaba ahí, pasando foto por foto, cuando de un momento a otro el mimado dejó de lloriquear. El castaño le miró con alarma, tocándole y revisándole por alguna herida, pero el perrito estaba mirando fijamente a la pantalla de su laptop. Con curiosidad volteó y… honestamente… no debió sorprenderse cuando vio que en la pantalla estaba proyectado Akashi.

 

El cachorrito se paró con sus gorditas patas sobre sus piernas e intentó subirse al teclado del notebook. Kouki, riendo, le agarró y apretó contra su estómago, pero acercándole la pantalla para que viese mejor.

 

La imagen, por lo que pudo ver Kouki, era bastante actual; en ella Kuroko, Midorima, Aomine, Akashi, Murasakibara, Kise y Kagami estaban sentados en el piso de una cancha callejera sonriendo a la cámara (a excepción del peliverde, por supuesto, quien no tenía el ceño fruncido, pero tampoco sonreía abierta y exageradamente como el rubio del grupo) con ropas deportivas y rostros cansados (seguramente se la habían sacado después de jugar).

 

Furihata, con sus ojos cansados, se encontró sonriendo a la foto y a la imagen verdaderamente alegre del peli celeste…

 

“Lo siento, mimado, pero ya no aguanto más… te lo dejo abierto si quieres” Le preguntó al cachorrito que ahora estaba con los ojitos cerrados.

 

Kouki rió suavemente; cerró la laptop, apagó la luz, y se dispuso a dormir.

 

.

 

.

 

Esta vez, cuando su alarma resonó en la mañana para advertirle, Kouki se limitó a gruñir y a levantarse con los ojos cerrados, tropezando en el camino con ropa y paredes mientras se dirigía al baño.

 

Vestido casualmente (muy parecido a como fue la otra vez), bajó a la cocina y desayunó junto a su mamá y hermana antes de subir y dejar a los perritos en la cocina para alimentarles. Con su mamá ya habían hablado sobre hoy y el día de mañana, acordando que ella les cuidaría esas dos veces, pero que no se acostumbrara.

 

Kouki debía admitir que estaba ciertamente aliviado de que los cinco bebés estaban completamente sanos y fuera de peligro (según los que les había dicho el veterinario que visitó junto con sus amigos el día de ayer).

 

El hombre les informó que los perritos probablemente tenían entre 3 a 4 semanas, que necesitaban por estos días alimentarse con comida fácil de digerir y que en unas cuantas semanas debía traerlos nueva y periódicamente para sus vacunas obligatorias.

 

Respecto a la busca de casa, el castaño ya había puesto avisos en internet, tanto en su muro de face como en blogs de mascotas y demás. Sabía que no debía desalentarse de que aun nadie hubiese llamado, pues habían pasado menos de 48 horas desde que les había encontrado… pero aun así… la situación le preocupaba.

 

Cuando estaba a punto de salir de su casa, el tan conocido lloriqueo de mimado le alertó y dejó quieto en su lugar. Kouki sabía que no debía consentirle, pero… sus sollozos eran simplemente irresistibles.

 

“¿Qué estás haciendo? ¿Puedes llevarlo allá?” Su madre preguntó mirándole de soslayo levantar al cachorro y metérselo en el abrigo, quedando el animalito refugiado en su cálido pecho.

 

“Ah-, sí… no te preocupes” Replicó recordando que los miembros de Seirin eran expertos en pasar desapercibidos a las mascotas (claro ejemplo es Nigou; aunque con él ayudaba de sobremanera el poder invisible de Kuroko).

 

Se despidió de su madre y hermanita y partió hacia su escuela donde se juntaría, tal y como la vez anterior, con el resto del equipo en la entrada. 

 

Allí afuera del establecimiento escolar todos se acercaron con evidente emoción, con la obvia excepción de Kagami, quien se quedó en una esquina alejado y alegando a viva voz por qué todos parecían tan enamorados de simples perros; los miembros de Seirinse lanzaron sobre él con curiosidad por el nuevo integrante de la familia (aunque el castaño alegó que era algo temporal). La mayoría comenzó preguntarle que dónde lo había encontrado; que si los otros perritos eran como él; si podían verlos pronto; qué edad tenían; si había visto a la madre…

 

Kouki, con una sonrisa nerviosa intentó responder a las dudas con ayuda de sus amigos (pues ellos ya estaban al tanto de todo).

 

“De hecho, les estoy buscando casa, por si están interesados” Agregó finalmente, viendo con lamento que la mayoría declinaba con diversas excusas. Kouki por supuesto entendía, ya que tener una mascota no es una decisión que se puede tomar a la ligera y sin consultar al resto de los miembros de la familia; en realidad era bastante responsabilidad, trabajo y gasto. Y Furi prefería darlos a alguien que verdaderamente deseara tenerlos, y no porque le estuviesen haciendo un favor.

 

Al llegar más tarde al gran estadio donde se estaba realizando la Winter Cup, pudieron entrar sin problemas gracias a la misdirection de Kuroko. Una vez dentro, sin embargo, Aida les instruyó a los tres ex novatos ir a comprar unas cuantas bebidas para todos, ante lo cual Fukuda se quejó ampliamente… una vez que estuvieron solos.

 

La verdad es que la muchacha lo había hecho porque confiaba más en ellos que en los chicos de primero a la hora de entregarles dinero libremente: además, los tres muchachos ya se sabían de memoria qué sabor y tipo de brebaje preferían cada uno. Kawahara les lideró a una de las máquinas expendedoras de los múltiples pasillos, atestados de chicos y chicas preparándose para sus respectivas competencias (pues el gimnasio no sólo iba a ser utilizado para el baloncesto este día)

 

Los tres estaban ahí hablando del próximo juego multiuser que podrían intentar jugar durante lo que quedaba de vacaciones, cuando el cachorrito escondido en el pecho de Kouki comenzó a revolverse con ansiedad. El castaño intentó calmarle y sujetarle, pero el enano era sorprendentemente fuerte para su corta edad. Ninguno de los tres pudo prever que el cachorrito terminara desligándose del abrazo de Furi y comenzara a correr por los pasillos.

 

“¡Mimado!” Gritó con cierta desesperación partiendo detrás del perro. En circunstancias normales el número 12 de Seirin le habría atrapado con facilidad, pues esas patitas gordas y cortas no eran muy veloces que digamos, pero la cantidad absurda de gente no dejaba al chico pasar con rapidez y tranquilidad; sumándole a ello que nadie le ayudaba; al contrario, todos le quedaban mirando impasibles a él o al cachorrito corriendo a dios-sabe-dónde.

 

Furi estaba ya que lloraba de la frustración por no poder atrapar al condenado enano, especialmente cuando el perrito dobló por el pasillo al fondo.

 

“¡Mimado!” Prácticamente chilló nuevamente con más alarma. Por suerte el pasillo a estas alturas estaba despejado, por lo que logró dirigirse directamente hacia él.

 

Lamentablemente, Kouki iba mirando hacia el suelo en busca del cachorro, por lo que cuando dobló con brusquedad en la esquina, no alcanzó a notar a la persona que venía lentamente desde la dirección contraria, resultando que sólo él terminara de trasero en el piso.

 

“¡Lo lamento! No fue mi inten-” Comenzó a decir alzando la vista para encontrarse con---… Akashi…

 

“Está bien, Furihata-kun” Le dijo con esa voz que denotaba poder y serenidad. Su rostro calmado e impávido le observaba hacia abajo con tranquilidad (afortunadamente no parecía disgustado ni con ansias de querer ponerle en su lugar). El pelirrojo le extendió una mano que el castaño recibió con el brazo temblando por el bochorno. Cuando ambos estaban de pie uno frente al otro, el capitán de Rakuzan apuntó hacia sus pies. “…Supongo que buscabas esto” Señaló con sus ojos. Furi, con confusión siguió la mirada, encontrando entre las impecables zapatillas del emperador al perrito jugando con uno de los bordes de los pantalones deportivos.

 

“Mimado” Suspiró mientras se agachaba para tomarle entre sus brazos y regañarle con la mirada (el animalito por supuesto le ignoró).

 

“¿Mimado?” El pelirrojo preguntó con la ceja levantaba viéndole con clara diversión. Kouki sintió su rostro y cuello sonrojarse en vergüenza, notando recién lo ridículo del nombre y que, peor, lo estuvo gritando como loco por los pasillos hace sólo unos segundos.

 

“Ah—sí, es que siempre está alegando o llorando, asique… no sé… le-le viene, creo” Respondió acariciando una de las suaves y cortas orejitas evitando los ojos del otro presente.

 

El perrito estaba moviéndose inquieto y frenéticamente entre los brazos de Kouki, seguramente desesperado por alcanzar a Akashi, razón por la que el castaño le sujetó más fuerte contra su pecho.

 

Seijuurou, viendo su dificultad, alargó la mano y arrulló el lomo del animal de manera superficial. Tanto a él como Furi les asombró lo rápido que el perrito se quedó quieto, en silencio y visiblemente complacido.

 

“De verdad es un consentido” Comentó con una sonrisa pequeña pero ligera, intentando encontrar los grandes ojos del chico de Seirin. Y Kouki, efectivamente, rió y le observó con gracia y timidez.

 

“Se lo dije… pero es que es simplemente imposible de resistir… es demasiado tierno” Murmurando lo último con un puchero, Furi ladeó el rostro para dejarlo a la altura del cachorrito y hacerle los soniditos típicos que se hacen a los bebés.

 

Akashi se encontró a si mismo riendo con la boba imagen, sabiendo que debería parecerle ridícula o absurda, pero al contrario… ver a una persona actuar de manera tan natural, tan despreocupada, tan dulce frente a él era… extraño, pero… bienvenido…

 

“… ¡Oh! Perdón, le estamos retrasando, de seguro iba de camino a la cancha…” Preguntó y se disculpó llevándose una mano tras su cabeza y cerrando los ojos en vergüenza y lamento.

 

Seijuurou esperó a que el otro joven abriese los ojos para contestar; cuando lo hizo, el pelirrojo sonrió mínimamente y miró de manera fija al número 12.

 

“Así es, pero aun tengo tiempo” Replicó pasando su dedo por una de las esponjosas orejitas del animalito, quien sacó un lloriqueo de satisfacción. Kouki, riendo al escuchar lo anterior, se mordió los labios al tiempo que bajaba la mirada hacia piso.

 

“Ahhmm, ¿le acompaño? ¡Para que así mimado no se ponga a llorar!” Medio preguntó y ofreció sin aun levantar los ojos.

 

Akashi, en vez de responder verbalmente, comenzó a caminar por el pasillo que lideraba a las duelas ya dispuestas para los dos partidos. Furi se fue bien pegado al pelirrojo para que el cachorrito pudiese sentir que aun estaba cerca.

 

El castaño se preguntaba por dentro dónde estarían los otros miembros del equipo de Kioto, pensando que era bastante extraño que antes de un juego tan importante estuviesen dispersos por ahí.

 

Al final su pregunta fue media respondida cuando vio en la entrada a todo el equipo de Rakuzan esperando por su capitán.

 

Kouki, más por vergüenza que por otra cosa, se detuvo en sus pasos antes de acercarse más a los otros jovencitos todavía distraídos como para notarles.

 

“Bueno, yo-yo ya tengo que subir. Que le vaya bien, Akashi-san. Mimado y yo estaremos haciéndole barra”

 

¡Oh, qué jodidos acabo de decir! ¡Retráctate, estúpido! ¡Di algo más! ¡Cámbialo! ¡Haz algo!

 

“Gracias, Furihata-kun” Se limitó a decir el emperador con una mirada neutra y tranquila antes de acariciar por última vez al perrito y caminar hasta sus compañeros.

 

Kouki, ante cualquier otra persona, creería que esa respuesta fría significaba que estaba molesto o desinteresado, pero el que el pelirrojo no le haya mirado hacia abajo o burlado de él con su tono de voz, simplemente delataba que Akashi estaba poniéndose en modo y humor de juego; después de todo, el Emperador de la Creación tenía una semi final que disputar a continuación, y ya todos sabían que la escuela de Kioto estaba hambrienta de victoria después de haber perdido las dos últimas más importantes copas. 

 

Kouki sonrió un poco antes de encaminarse a las galerías, donde Kawahara y Fukuda se disculparon por no poder ayudarle (pues estaban hasta la barbilla con las latas de soda) preguntándole si le había costado mucho atrapar al escurridizo enano.

 

Furi les contó una versión corta y sin capitán de los Milagros que dejó a todos tranquilos.

 

Desde esos momentos todos se quedaron en silencio, comentando sólo de vez en cuando las maniobras de uno u otro equipo.

 

El primer partido fue el de Rakuzan versus Yosen. Furihata, la verdad, nunca se había sentido particularmente inclinado hacia uno de los milagros; para él esos cinco jóvenes eran simplemente los ex compañeros y amigos de Kuroko, además de unos perfectos jugadores de baloncesto; por lo que ésta fue la primera vez que se encontró a sí mismo deseando que uno de ellos ganase.

 

No quiso ni creyó necesario pensar en el por qué de lo anterior, ya que era obvio que la amabilidad recientemente desplegada por el bajo pelirrojo le había hecho inclinarse más hacia él que hacia ese grandulón de cabellos morados que se la pasaba diciendo quiero aplastarte, o que estaba cansado, y ese tipo de cosas.

 

El juego entre esos dos titanes la verdad, estuvo más cargado de emociones de lo que todos habían previsto. Era de suponer, no obstante, pues Murasakibara guardaba un temor y respeto casi reverencial hacia el pelirrojo capitán, por lo que los primeros dos cuartos el peli morado estuvo evidentemente conteniéndose y evitando tapar con mucha convicción cada vez que era Akashi quien se acercaba al aro. Sin embargo, si había algo que ambos milagros compartiesen en su totalidad, era el aborrecimiento a perder (especialmente ahora que lo habían experimentado en carne propia). Por lo anterior y por un golpe y reprimenda de Tatsuya, Atsuchi entró al tercer cuarto completamente dispuesto a patear traseros y aplastar a cualquiera que se atravesase en su camino.  

 

Furi, con más respeto y admiración del necesario, vio como era el pelirrojo quien se había adjudicado la tarea de bloquear a Murasakibara (con quien tenía más de 30 centímetros de diferencia… woah…), y casi con labios y ojos más abiertos de lo políticamente correcto, observó como Akashi, sin necesidad de entrar en la zona, desviaba y robaba balones al más alto con eficacia.

 

La guerra de los puntos había quedado en gran parte en manos de Himuro y Reo, concentrándose los demás en defender y evitar grandes daños al interior.

 

Pero finalmente Rakuzan terminó imponiendo su juego… uno con una cantidad abrumadora de pases y robos. Incluso para los espectadores era difícil determinar a cada tanto quién poseía la pelota; pues en un segundo era Hayama pasando al jugador que le bloqueaba con un dribleo velocísimo, pero al segundo después la recibía Reo desde abajo; éste se posicionaba para lanzar un tiro de tres puntos, pero después el balón desaparecía hasta Akashi, quien entraba nuevamente en la defensa, se acercaba al aro y lanzaba la pelota para que Eikichi la clavara.

 

Todo finalizó con un 121-113 a favor de la escuela de Kioto; un marcador sorprendente si se consideraba que  uno de los equipos poseía el reconocido Escudo de Égida.

 

Kouki, que ahora estaba levantándose para ir a comer algo con el resto de sus compañeros en el receso antes del otro juego, se quedó petrificado de vergüenza cuando mimado sacó su pequeña cabecita de su pecho e intentó ladrar, saliendo algo que más parecido a un grito agudo y de tortura.

 

Furi sintió su cuello y rostro arder del bochorno mientras se colocaba un dedo en los labios para indicarle al cachorro que guardase silencio, pero el perrito estaba más entretenido con sus ojos fijos hacia la duela mirando… (maldita y obviamente)…  A Akashi.

 

El castaño bajó la mirada hacia la cancha, donde el capitán de Rakuzan (junto con sus otros compañeros de equipo) le observaba con un rostro sudoroso y agotado, pero aun así neutro y afilado. Furi le sonrió un poco intentando meter al cachorro nuevamente en su abrigo. El pelirrojo levantó un poco sus labios en, quizás, un intento de sonrisa que más salió como una mueca burlesca (dejando a Kouki aun más avergonzado).

 

“¿Estás bien, Furihata-kun?” Le preguntó Kuroko dándose vuelta al verle parado ahí aun en la fila de sillas.

 

“E-eh, si-si, es sólo que tengo problemas aquí” Respondió apuntando al animalito, que ahora sacaba sus patitas fuera del calor humano.

 

Kuroko pareció sonreír antes de acercarse y sacarle al perrito de sus brazos para luego acomodarlo mejor y ponerlo en su designado refugio. Kouki le agradeció, y juntos partieron con el resto del equipo.

 

En el camino a la tienda más cercana, el castaño podía sentir la mirada de soslayo del sexto jugador fantasma, pero se negó a preguntar, adivinando qué se estaba cuestionando el peli celeste; lamentablemente la personalidad directa y honesta de Kuroko hizo aparición no mucho después.

 

“¿Por qué saludabas a Akashi-kun?” Su tono monocorde sólo transmitió curiosidad, por lo que Kouki, aunque al comienzo pretendió zafarse de responder, terminó por contarle con exactitud lo que había pasado hace dos días atrás en ese perdido parque. “… ya veo… de hecho, Akashi-kun siente cierto desagrado por los perros desobedientes, razón por lo que no siente mucho aprecio por Nigou” Comentó con cierto aire de diversión.

 

Furi rió con ligereza al escuchar la confidencia antes de cambiar de tema a uno más seguro y conocido, como videojuegos, de lo cual  –horror- Kuroko no conocía demasiado.

 

El equipo de Seirin en su totalidad ingresó a un restaurante relativamente barato que pareció mediamente satisfactorio para el más glotón del gran grupo, alias, Kagami. Kouki, por su parte, tuvo que esforzarse mucho más en ocultar al perrito, pues en la entrada había un explicito cartel de prohibido el ingreso de animales. Por fortuna Mimado se había quedado dormido con el calorcito que le proveía la ropa y cuerpo del castaño, por lo que no lloró o gimoteó durante su estadía en el local.

 

Cuando volvieron una hora más tarde al estadio, el lugar estaba prácticamente lleno hasta su completa capacidad, por lo que tuvieron que ubicarse en los asientos de más arriba del gimnasio. Kouki prácticamente no veía nada, pero decidió no hacer ningún tipo de comentario para no despertar la furia de su entrenadora y/o capitán. 

 

Finalmente el tan esperado partido entre el Tirano Ascendente y el Rey Legendario se dio por iniciado. Furi, honestamente, después de haber visto a esos dos equipos por ya un año en acción, no podía con seguridad concluir cuál los dos pasaría a la final del día siguiente. Y efectivamente, casi ninguno de los presentes se atrevía a hacer una apuesta o adivinación del resultado.

 

El juego comenzó con agresividad y euforia desde el primer cuarto, y la lucha por los tres puntos no tardó en desplegarse.

 

Sakurai había adoptado una actitud muy similar a cuando se había enfrentado a Hyuuga en la anterior Winter Cup; desafortunadamente, era un milagro con el que estaba lidiando ahora. Aomine junto con Wakamatsu no tardaron en colocarse al equipo en sus hombros; los dos jóvenes, a pesar de sus obvias y patentes diferencias fuera de la duela, parecían mentalmente conectados una vez que se abrían paso en la cancha. Nadie entendía cómo lo hacían, la verdad.

 

La conexión entre Midorima y Takao no fue suficiente con la eventual zona de Daiki, quien entró al final del tercer cuarto. Nada se dio por terminado, no obstante, hasta el que pitido del árbitro detuvo todo movimiento. Un 136-122 se determinó al finalizar el partido.

 

La final del día de mañana, entonces, sería entre Rakuzan y Too; entre el emperador y el ace de los milagros. 

 

Kouki, al igual que al final del primer encuentro, saltó con evidente susto cuando sintió como Mimado se removía con exageración entre sus ropas. Esta vez, en cambio, el castaño no se molestó en preguntarse la razón, sino que en seguida buscó con la mirada al capitán pelirrojo por las cercanías. El miembro de la escuela de Kioto estaba, justamente, junto a sus compañeros de equipo a unos buenos metros más en la misma fila de asientos.

 

Furi, después de sentir como el resto de los jóvenes comenzaban a levantarse para salir del recinto, escuchó por los parlantes el anuncio de la hora de los partidos del día siguiente. El equipo de Rakuzan sólo en esos momentos se levantó para salir, y allí Kouki se sintió un poco… juguetón

 

Con una pequeña y traviesa sonrisa, el castaño tomó a Mimado escondido e inquieto en su abrigo para colocarlo en el piso con cuidado. Tal y como esperaba, el cachorrito no tardó en comenzar a correr (con la mínima velocidad que le daban sus cortitas patas) hacia el ex capitán de Teiko.

 

Una pequeña carcajada salió de entre sus labios cuando el perrito alcanzó al pelirrojo que al comienzo no notó al animal jugando entre sus zapatillas. Kouki corrió hacia ellos con temor de que el chico pudiese pisarlo. Le costó un poco de trabajo alcanzarles pues todo el público estaba ahora saliendo del lugar y en consecuencia, los pasillos estaban prácticamente atestados.

 

“¡Akashi-san!” Gritó con timidez al acercarse a ellos; aunque se acercó al joven con su brazo extendido, el castaño se detuvo antes de tocarle por temor a molestar al arrogante muchacho. El pelirrojo volteó hacia él con lentitud, abriendo un poco más los ojos cuando le reconoció.

 

El emperador, al ver su rostro preocupado, adivinó que ese perro estaba nuevamente en las cercanías y, de hecho, al bajar los ojos, vio a la cosa peluda jugando con las agujetas de sus zapatillas. Su ceño y labios se fruncieron con velado enojo, pensando que el cachorro nuevamente había escapado de las manos de su dueño… por eso Akashi detestaba a los animales y personas desobedientes. No había nada más molesto que ellos.

 

“… Perdón, yo no alcan-”

 

“Está bien, no es tu culpa que haya huido nuevamente” Aunque esto debería advertirte de sujetarle y cuidarle más en recintos públicos; estuvo tentado de agregar el pelirrojo, pero al ver el rostro sonrojado y lamentado del numero 12, se tragó sus ácidas palabras y sarcástico tono de voz, creyendo que quizás el chucho estaba siendo y dando demasiado trabajo al tranquilo y tímido niño.

 

Furi tragó pesadamente al asentir, no atreviéndose a confesar que había dejado a Mimado escapar a propósito, sólo con la meta de ver esto... ¿Pero… podían culparle? La escena de ver al oh, gran y perfecto Akashi Seijuurou ligeramente perturbado y molesto con un simple perrito, era una de las cosas más graciosas que había visto en su joven vida… y la tentación de someterle nuevamente a esta inocente tortura fue demasiada para resistir.

 

“Sí--, la verdad pienso que en serio tiene una fascinación por usted; cada vez que lo siente cerca se vuelve loco” Comentó agachándose para tomar al mencionado entre sus firmes, pero delgados brazos. Sólo ahí el capitán pelirrojo alargó una mano y acarició al irritante perrito, que obviamente se inclinó en sumisión ante su toque.  

  

“Noté que estás aquí con Tetsuya y el resto de Seirin” Akashi se sorprendió veladamente al hablar e intentar hacer pequeña e inofensiva conversación; la verdad es que estaba a punto de simplemente asentir y despedirse del otro jugador, pero algo parecía sujetarle al lado de este simple chico que ahora sonreía con nervios y asentía con la cabeza varias veces.

 

“Sí, Aida-san nos está obligando a ver todos los partidos por perder en los octavos” Admitió con un puchero y frunce de sus cejas para demostrar su disconformidad con la situación. 

 

El pelirrojo subió un poco sus labios en lo que parecía ser una sonrisa amable.

 

“Mmh~, ya veo. Debo admitir que fue, de hecho, lamentable que Seirin perdiera en una fase tan temprana. Estaba anhelante por cobrar nuestra revancha” Dijo Akashi avanzando un paso más adelante e, inconscientemente, acercándose más al otro joven que tampoco notó la alarmante proximidad. Sólo el cachorrito pareció feliz y atento a la cercanía con el calor y aroma del capitán de Rakuzan, sacando un gemidito complacido. Kouki rió un poco al escuchar lo anterior, mirando al emperador como si estuviesen compartiendo una broma privada. “… ¿Qué edad tiene?” Sinceramente, a Seijuurou poco le importaba el cachorro ahora prácticamente ronroneando por la caricia ligera de su dedo en la calientita pancita, pero los ojos sinceros y tímidos del otro joven le tenían atento y un poco ansioso por escuchar su voz.

 

“Según el veterinario tienen como 4 semanas… son muy bebés como para sobrevivir por su cuenta. La verdad es que todavía no entiendo qué clase de personas pudo hacerles esto…” Respondió levantando sus brazos y acercando al perrito a su mejilla; no obstante, el movimiento había sido tan sorpresivo que no notó que se llevó consigo la pálida mano del pelirrojo también.

 

Ambos saltaron un poco con el repentino contacto (Akashi, por supuesto en su interior; mientras que Kouki visiblemente). El pelirrojo ni siquiera pensó cuando dejó que el nudillo de su dedo se refregara contra el cálido y rosado pómulo antes de alejarse por completo. 

 

“¡P-perdón! Yo-”

 

“No hay necesidad de disculparse-” Akashi estaba a punto de agregar más, pero el lloriqueo agudo del perro le interrumpió.

 

Frunciendo un poco el ceño, miró a la cosa peluda con cierta molestia por ser tan insolentemente interrumpido, pero la risa despreocupada y cálida de Furihata desvió su atención.

 

“¡Wuuoh!, si las miradas matasen…” Sonrió Kouki ante el claro desagrado dibujado en las blancas y simétricas facciones del pelirrojo capitán dirigido hacia el perrito que seguía gimiendo ajeno al odio del que estaba siendo víctima. “… Tiene que perdonarlo. Es solamente un bebé y no sabe cómo comportarse…” Agregó Furi poniéndose la carita peluda de Mimado junto a su mejilla para mirar con fingido lamento al emperador, como si esperase su perdón.

 

Akashi no pudo evitar la pequeña sonrisa, pero no por la imagen del cachorro, sino por lo ridículamente tierno que se veía el castaño con un puchero, con el rostro ladeado y con sus ojitos castaños mirándole en busca de misericordia.    

 

“Solo por esta vez” Respondió de buen humor y con amabilidad, dando a entender (esperaba) que sólo estaba bromeando (parcialmente). Kouki le observó con timidez e incomodidad, y Akashi volvió a fruncir el ceño en irritación, sin saber qué hacer para volver a ese ambiente ligero y libre de nervios.

 

“Ya-ya debo irme... Nos vemos, supongo” Interrumpió Kouki el hilo de sus pensamientos. El castaño sonrió un poco y abrazó al cachorrito metiéndole en su abrigo. “… Le deseo lo mejor para mañana, Akashi-san”

 

Seijuuro se quedó, nuevamente, solo en el pasillo abandonado y despejado de personas, observando con aparente indiferencia como el número 12 de Seirin avanzaba por las hileras de asientos y se alejaba con el perro oculto en el calor de su cuerpo.

 

El pelirrojo entrecerró los ojos en molestia cuando sintió la necesidad de partir tras de él…Pero que pensamiento más ridículo… se dijo aguantando un bufido y dándose media vuelta hacia la salida del estadio, donde seguramente estaban esperándole sus compañeros de equipo.

 

.

 

.

 

El normalmente nervioso castaño se pasó por tercera vez consecutiva una de sus palmas por su-ya-desordenado cabello, viendo como el perrito de pelos rojizos (más conocido como mimado) dormía profundamente en una calientita pila junto a sus hermanos en el colchón que había dispuesto para ellos en su habitación.

 

Era ya la una de la tarde y Kouki debía partir hacia Seirin para ir a ver la final de la Winter Cup de este año (Aida-san milagrosamente les había dejado zafarse de ver la competencia por el tercer lugar entre Yosen y Shutoku), pero su cachorro regalón aun estaba dormido. Lo cual, honestamente, era enteramente su culpa, ya que sus dos amigos, Kawahara y Fukuda, se habían quedado a dormir la noche anterior, lo que lideró a que los tres jóvenes se quedasen despiertos y bromeando hasta horas indecentes mientras jugaban y pasaban el rato en su cuarto con los cuatro perritos corriendo por allí (el quinto, mimado, prefirió quedarse en el regazo de Furi durante toda la velada).

 

Por lo anterior es que ahora estaban, obviamente, cansados y agotados.

 

“Hey, Furi… ya tenemos que irnos” Le interrumpió Koichi colocándole una mano sobre su hombro. Kouki volteó hacia él y asintió dos veces antes de agacharse y acariciar una última vez al consentido número uno para salir de casa.

 

Al igual que las dos veces anteriores, todos los miembros de Seirin se reunieron fuera de la escuela y partieron al estadio para presenciar la tan ansiada final entre los dos mejores jugadores juveniles de baloncesto de esta generación.

 

Mientras tomaban asiento y se ubicaban para ver mejor, Kouki no pudo evitar agarrarse las manos y juguetear un poco con sus dedos para menguar los nervios que se acumulaban en su estómago como insectos crepitando en su piel interior.

 

Tragó varias veces e intentó concentrarse en las conversaciones a su alrededor; por suerte pudo distraerse y participar de ellas… hasta que los equipos entraron en la duela. El público prácticamente se había vuelto loco gritando y aplaudiendo por los finalistas. Y sí Furi sintió como un nudo ácido  le apretaba el pecho, no podía ni imaginar como se sentían los chicos ahora calentando en la cancha.

 

Kouki abrió los labios y se apoyó en el asiento de adelante cuando comenzaron a presentar de a uno a los jugadores. Estos luego, al medio de la duela, se saludaron formalmente y desearon un juego limpio.

 

Rakuzan y Too era una final que muchos esperaban, deseaban y morían por ver. ¿Y cómo no? Si en ella se podría ver enfrentados al ex capitán de Teiko y al ace de los milagros. Era el choque de dos monstruos que aun no probaban y conocían sus propios límites. Lo cual se comprobó desde el comienzo…

 

El Emperador de la Creación, como siempre hacía, pretendió dejar que el primer cuarto pasara calmado y calculador, para probar las aguas; para preparar el campo de batalla. Pero el Tirano Ascendente no quería nada de eso.

 

Los jugadores bajo el liderazgo de Wakamatsu comenzaron con velocidad y ferocidad.

 

Intentaron no depender completamente en Aomine, adivinando que el peli azul debía reservarse para su lucha contra el emperador aguardando por su llegada.

 

Ya en el segundo cuarto las cosas comenzaron a calentarse, y no precisamente de buena manera para los comandados por el capitán pelirrojo. El supuesto poder de Mayuzumi fue rápidamente neutralizado por los experimentados jugadores de Too, quienes ya conocían todos los secretos de Kuroko y habían probado y jugado contra el original.

 

Sakurai, además, no tenía nada que envidiar de la técnica y forma de Reo, pues fueron los continuos tres puntos del delgado rubio los que permitieron dejar a los jugadores de negro con una mínima ventaja... Y hasta ahí duró el silencio del emperador.

 

Akashi ingresó al tercer cuarto con los ojos afilados y profundos, fijos y penetrantes. Y ante ello Aomine sonrió con socarronería y arrogancia.

 

Ninguno quería perder… ambos estaban deseosos por la victoria… por probar, por fin, cuál de los dos era el mejor…

 

Sin mayores sorpresas, ambos no tardaron en lograr entrar a la zona casi simultáneamente, pero ahora la fuerza mental del pelirrojo le permitió recuperarse y seguir estable cada vez que el peli azul le alcanzaba o superaba en alguna jugada.

 

Verlos jugar era como recibir una inyección de adrenalina. Era motivación. Inspiración. Poder.

 

Kouki, viéndoles a ambos correr y anotar como monstruos deportivos, pudo entender por fin eso de lo que hablaban Kagami y Kuroko algunas veces; de esos deseos prácticamente adrenalinicos que quedaban lindando y corriendo por tus venas después ver este tipo de encuentros.       

 

El último cuarto, que marcaba un 109-107 a favor de Too, comenzó abrumadoramente. Era evidente que los dos milagros estaban agotados, pero nunca pasó por sus mentes la idea de rendirse, de tirar la toalla y dejar el peso de la victoria sólo en los hombros de sus compañeros… no obstante… Seijuurou logró algo que a Aomine aun le costaba manejar: el trabajar en equipo…

 

A pesar del estado de fluido en el que estaba sumergido el pelirrojo, éste fue capaz de reconocer a Reo, Hayama, Eikichi y Mayuzumi. En los cuatro confió y dependió cuando sabía que no podría ganar o llevar a cabo con eficacia una jugada. Si preveía que el peliazul le taparía, entonces asistía a alguno de ellos. Se preveía que el ace taparía a alguien, entonces él corría a bloquearlo para ayudar a sus compañeros... 

 

Fue casi perfección…

 

La manera en que Akashi motivó e inspiró a sus compañeros; como les hizo crecer, y evolucionar. Todo el público estaba con la boca abierta por presenciar esa otra técnica del ex capitán de los Milagros.

 

Y ya cuando el pitido resonó en el estadio… el marcador reflejaba un 131-129 a favor de Rakuzan; el nuevo campeón y ganador de la Copa de Invierno.

 

Aplausos, gritos, llantos y felicitaciones llovieron en masa a penas los espectadores pudieron recuperar el aire.

 

Kouki, aun con los ojos abiertos y los labios resecos, vio como Akashi, jadeando y sudoroso, se acercaba a Aomine para darle fuerte y apretadamente la mano. El castaño sonrió mientras volteaba hacia Kuroko, quien tenía una hermosa sonrisa dibujada en su liso rostro. Ambos jóvenes se miraron y se sonrieron antes de acomodarse en sus lugares, pues ahora tendrían que esperar por la premiación. Ésta, por fortuna, no tardó demasiado.

 

Con las escuelas formadas en la cancha, el director del evento y de la asociación deportiva escolar (además de algunas otras autoridades) se encargaron de entregar la copa y diplomas a los alumnos por el primer lugar (a Rakuzan); el segundo lugar (a Too); el tercer lugar (a Shutoku) y el cuarto lugar (a Yosen).

 

Por unos largos minutos todos los espectadores se pararon y simplemente aplaudieron; juntaron sus manos y cantaron a los victoriosos. Fue un momento bastante emotivo… y Furi sabía que los senpais viendo esto estaban sufriendo por no ser ellos quienes estaban formados en la duela.

 

Cuando ya las escuelas ganadoras comenzaron a dispersarse, también el público empezó a salir con prisa de sus lugares.

 

Kouki se paró y esperó a que los muchachos a su lado salieran para él empezar a avanzar; lamentablemente un tumulto de gente en el pasillo no dejaba que la hilera saliera. Suspirando sin ninguna razón en particular, el castaño volteó la mirada hacia la cancha, alcanzado a ver al equipo de Rakuzan junto a uno de los pasillos que llevaban al interior del gimnasio y los designados camarines.

 

Furi vio como el rubio sostenía la copa y la miraba de arriba para abajo (como si fuera un alien, o algo así); el grandulón del grupo decía algo y el esbelto le respondía con el ceño fruncido. Akashi simplemente les observaba impasible, con la chaqueta sobrepuesta sobre sus hombros y sus brazos cruzados, pero una obvia calma y serenidad (y casi felicidad) desprendía en el aire.

 

Furi no sabía con qué intensidad les observaba, pero de un segundo a otro el ex capitán de los milagros volteó el rostro y le miró directamente a los ojos (o eso parecía por la distancia). El castaño se quedó por un segundo estático, tragó pesadamente y sudó, mas se dijo inmediatamente que debió ser un error… EL Akashi Seijuurou no podía estar mirándole a él… y eso comprobó cuando al volverse hacia atrás, se encontró con Kuroko tecleando algo en su celular.

 

“¿Ocurre algo, Furihata-kun?” Le preguntó el peli celeste con velada preocupación, que no pareció transmitirse con ese neutro tono de voz.

 

“A-ah, no, nada… es sólo que la fila no avanza nada” Se excusó sonriendo y pasándose una mano por sus cabellos. Sin nada más que decir, volvió a pararse tras los chicos adelante, que aun no se movían ni un centímetro… ¡Oh, pero por dios! ¡¿Qué pasaba allí adelante?!

 

“Furihata-kun” Le llamó su compañero. Kouki, un poco frustrado por la tardanza, volteó un poco hacia el peli celeste con un signo de interrogación en sus facciones. “…Akashi-kun te está mirando” Eso logró que Furi se volviera completamente hacia el chico ligeramente más bajo, quien le miraba ahora con… interés y curiosidad.

 

El castaño sonrió con timidez y negó con la cabeza varias veces.

 

“E-estás equivocado, Kuroko; te está mirando a ti” Le corrigió con amabilidad. El peli celeste le vio fijamente por unos segundos, en los cuales Kouki se removió incómodo en su lugar.

 

Nunca, hasta esos momentos, había notado lo profundos e intensos que eran los celestes ojos de su compañero. Ambos chicos siguieron con las miradas pegadas hasta que una jovencita carraspeó fuertemente desde atrás.

 

“Oigan, ¿se pueden mover, porfa?” Les dijo con un rostro claramente fastidiado. Kouki, nervioso y avergonzado, sonrió y comenzó a caminar rápidamente por la hilera de asientos para dar la pasada al resto de las personas.

 

Afuera del estadio, finalmente, se reunieron todos los chicos de Seirin, en donde acordaron ir a comer algo y pasar el rato por lo que quedaba de tarde. Kagami al terminar la larga y satisfactoria comida, les invitó a su departamento, en donde simplemente flojearon por el resto del día.

 

Kouki, sin embargo, sintió durante toda la velada la mirada de Kuroko sobre él…

-

-

Revisado por Meguria Black

 

.

 

.

 


Continuará...

 

.

 

.

Notas finales:

Y este es el primer capítulo n.n. De verdad espero que les haya agradado; tanto como a mi me divirtió escribirlo, especialmente las partes de Akashi y los perritos. Mi idea original era subir este Fic antes del final del manga (mi corazón aun duele un poquito TAT), pero ya ven... no pude, asique aquí está... Ahora queda ver que pasará entre esos dos??? y esas miradas de Kuroko??? El siguiente los subiré pronto... mientras tanto, disfrutemos del Mundial de Basket que se celebra este año en España! :)

 

¡Muchos abrazos y saludos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).