Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mimado por Javmay

[Reviews - 52]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Y aquí está el segundo capítulo!... Antes de poner las advertencias, eso si, me gustaría agradecer a todos los que dejaron reviews!! Kina Ni Juu, Yuki Enma Shimon Megurine, miyuchan, ManaChan, Johan Palma, TeMueres, Galadriel, Tsumi-Chan, Yadira XD. Respondí a los msj... por si quieren leerlo u.u... MUCHAS GRACIAS!!

Ahora, advierto, que en este capítulo habrá mención de muuuchas canciones... no es necesario que las escuchen...  no es vital para la historia... También sale por ahí el nombre de un juego de Rol... (que yo no juego... xD mi hermana es la adicta), y también si están atentos, podrán notar menciones del Señor de los Anillos... POR ULTIMO, este capítulo es bastante largo y suuuuuuuuper fluff... pero no me arrepiento... Me encanta el Akafuri, y me encanta leer cosas tiernos de ellos! >-<

Yuki Enma Shimon Megurine y Johan Palma, ^-^ intenté poner lo que pude de Kagakuro!!... ojala les guste! :)

 

 

Lo siento también por cualquier “chilenismo” que se me haya escapado… si tienen duda con alguna palabra o frase, sólo pregunten…

II. Una Noche de Diciembre

 

-

 

-

 

JAV

 

Habían pasado ocho días desde que Kouki encontró a los cachorros esa fría tarde de invierno luego de los cuartos de final de la Winter Cup, y a pesar del tiempo transcurrido, no había recibido llamada alguna de potenciales dueños, o emails de algún interesado, y/o preguntas/dudas respecto a los animales; y… sinceramente… en el tímido castaño el sentimiento de abandono estaba comenzando a germinar en su piel.  

 

Todas las noches el número 12 de Seirin (por esa misma preocupación) estaba dedicando a buscar y vagar por páginas/blogs/diarios de mascotas de prácticamente toda la ciudad Tokio, publicando y subiendo información sobre los perritos. Entre sus largas incursiones por internet había posteado fotos, información médica, datos varios (como cualidades de cada uno), pero nada… nadie parecía ni siquiera curioso.

 

Suspirando como por décima vez en el día, Furi se sentó en el piso de su habitación con Mimado en su regazo y el resto de los cachorros jugueteando por el cuarto. Su hermanita, Akina, estaba con dos de los animales intentando alimentarles con el biberón que habían destinado para esa tarea. Kouki sabía que ya era hora de comenzar a darles comida sólida, pero al parecer les habían acostumbrado a alimentarles como bebés.  

 

Otro suspiro escapó de sus labios cuando vio el plato de comida de perro junto a su cama completamente intacto. Todos los perritos de vez en cuando se acercaban y olfateaban, pero al instante después le ignoraban como plaga para seguir revoloteando por ahí.

 

El castaño rió un poco cuando observó su habitación. Ya casi ningún resquicio de la alfombra era visible debajo de la cantidad exagerada de periódicos que había puesto en cada esquina para que los cachorros pudiesen hacer sus--… necesidades…

 

“Sujétale mejor la cabeza” Le dijo a su hermana con una sonrisa pequeña y amable. La niña se mordió los labios al tiempo que acomodaba al animal entre sus manos.

 

“¿Así?” Preguntó con sus ojos grandes y castaños (tan idénticos a los de su hermano) llenos de preocupación e interrogación. Kouki le sonrió aun más grande mientras le asentía.

 

“Perfecto” Respondió antes de bajar la mirada hacia el perrito bostezando entre sus piernas. Furi rió alargando un dedo y rascándole la pancita al consentido. El animalito estiró sus patitas y cabeza en una pose de relajación total… ---lo que fue interrumpido cuando su celular sonó. Furi, sujetando con una mano a Mimado, se levantó y acercó al escritorio, donde el aparato vibraba con la canción de GReeeeN ソラシド. “… ¿Si?” Contestó ojeando a Akina, quien continuaba feliz de la vida dándole de comer al siguiente perrito.

 

“Furihata-kun, soy yo, Kuroko” El peli azul saludó con formalidad. Kouki sonrió y saludó de vuelta con entusiasmo, esperando que el otro joven le llamara para juntarse (como lo habían hecho los cinco ex novatos hace tres días en la cancha pública de un parque cercano) “…. Que bueno que te encuentro, pues esperaba preguntarte si estás libre mañana por la mañana”

 

“Si, no tengo nada que hacer… osea, se supone que tendría que empezar a hacer las tareas que tenemos pendientes… pero… ¡bah!... aun tenemos tiempo después de navidad” Comentó con despreocupación mientras volvía a sentarse frente a su hermana.

 

“Eso es irresponsable de tu parte, Furihata-kun; no es recomendable dejar los deberes para último momento, pero en fin, no es por eso por lo que te llamo... Mañana vamos a juntarnos a jugar baloncesto en esa cancha a la que fuimos el otro día, ¿recuerdas?” Kouki, creyendo que Kuroko al hablar de “vamos” se refería a él mismo y a su novio pelirrojo, respondió afirmativamente. “… ¿Te parece bien venir como a las 12?”    

 

“¡Claro! Le avisaré a Koichi y a Fukuda” Respondió entusiasmado; no obstante, un extraño y extenso silencio le continuó a su respuesta, frente a lo cual Furi frunció el ceño en confusión. “… ¿Kuroko?” Preguntó creyendo que la llamada se había cortado.

 

“Si, perdón. Y claro, avísales” Replicó de manera monótona. Furi se mordió el labio al presentir cierto titubeo.

 

¿Acaso… Kuroko no quiere que los chicos vayan…? ¿Pero… por qué? Si siempre que nos juntamos a jugar lo hacemos los cinco… Si fuésemos sólo los tres sería un poco aburrido… Me patearían el trasero en un segundo… y además, tendría que convertirse en el tercero en discordia al medio de esos dos tórtolos. Quizás Kagami y Kuroko no eran el tipo de pareja que se hacían ojitos cada vez que cruzaban miradas, o tampoco se besaban a penas se les presentase la oportunidad; de hecho, cualquier tipo de demostración pública de afecto era bastante anormal en los deportistas… pero… el aire alrededor de ellos era…. diferente… romántico… suave… coqueto. Era inevitable sentirse como un intruso cuando se estaba sólo con ellos.

 

Furihata se distanció mentalmente de la llamada pensando en lo anterior, mas fue el lloriqueo del cachorro rojizo el que le trajo de vuelta.

 

“¡Eh, Kuroko, espera!” Gritó con cierta alarma cuando su amigo se estaba despidiendo.

 

“¿Qué pasa?”

 

“Emm… ¿No te importa que lleve a los cachorros?” Preguntó ladeando el rostro en vergüenza. ¡Mierda!... se le había olvidado completamente que mañana no habría nadie en casa que pudiese hacerse cargo de ellos en su ausencia.

 

“¿A los perritos que encontraste la semana pasada?” Replicó de vuelta su compañero.

 

“Si, es que las vacaciones de mi mamá ya terminaron, asique en la tarde no hay nadie en la casa para cuidarlos. Mi hermana mañana se va a la casa de una amiguita, asique no tengo que hacerme cargo de ella… pero no sé donde podría dejarlos a ellos---”

 

“No te preocupes, tráelos” Kouki suspiró de alivio. “…Incluso, si necesitas ayuda para cargarlos, puedo ir a buscarte”  Le ofreció. Kouki rió con alegría al escuchar eso.

 

“¡¿En serio?! Eso sería genial… la otra vez mis brazos casi se rompieron, y eso que los cachorros no estaban tan gorditos como ahora”

 

“No hay problema. Estaré llegando como a las 11:30”

 

“Nos vemos, entonces” Se despidió. Por fortuna Kuroko ya había venido a su casa antes, por lo que no tendría que estar preocupándose de que el chico se perdiese o tuviese dificultades con ubicar la calle.

 

No bien terminada la llamada, Furi contactó a sus amigos, quienes aceptaron de inmediato.

 

Kouki durante el resto de la tarde se la pasó sonriendo junto a Akina y los perritos... Y él que había pensado que mañana sería un día normal y corriente~.

 

.

 

.

 

“E-eh… ¿Q-qué es esto?” Preguntó Kouki con dificultad mientras caminaba junto a Kuroko por la plaza que les llevaría a la cancha de baloncesto (cada uno iba cargando cachorros: el castaño con tres envueltos en una bufanda, y el peli celeste con dos arropados en una chaqueta).

 

Furi se quedó estático en su lugar luego de ver (con horror) a las personas dentro de la cancha pública.  

 

“¿Qué ocurre, Furihata-kun?” Preguntó Kuroko deteniéndose unos pasos más adelante y volteando hacia su amigo.

 

“¿Por-por qué están ellos aquí?” No pudo evitar inquirir con los ojos abiertos y un tono de voz incrédulo y desconcertado.

 

“Ayer te dije que íbamos a jugar baloncesto-”

 

“¡Pero nunca mencionaste que con ellos!” Interrumpió alterado, agitado y evidentemente avergonzado.

 

¡Por dios! ¿Podía alguien culparle por sentirse así de perturbado? ¡Especialmente con todos los Milagros cómodamente instalados en la duela jugando y/o hablando!

 

El castaño reconoció a lo lejos al capitán de Shutoku, ese pelinegro llamado Takao, junto al peliverde lanzando unas canastas; también vio a Momoi-san riendo al lado de Aomine y Kise. Un poco más apartados estaban Kagami, Koichi y Fukuda (estos dos últimos con muecas igual o más traumadas que las de Kouki) sentados en el pasto y hablando con relativa tranquilidad mientras el tigre jugaba con un balón. Y finalmente, también en la duela, estaban Murasakibara y Akashi jugando y pasándose una pelota.

 

“Lo lamento, Furihata-kun; no sabía que te desagradaban” Dijo Kuroko con un tono de voz…. ¿dolido?... El castaño de inmediato volteó hacia el más abajo.

 

“¡No! Claro que no… es sólo que, bueno, no somos amigos, y… apenas les conozco” Intentó explicar levantando los hombros y ladeando un poco el rostro (en circunstancias normales se habría rascado la mejilla en incomodidad y vergüenza, pero al tener a los tres perritos a cuestas sus movimientos estaban limitados)

 

“Tenía la impresión de que tu y Akashi-kun se conocen muy bien”

 

¿Era su idea… o el peli celeste estaba burlándose de él?...

 

Como sea, Kouki sintió enrojecer su cuello, mejillas y orejas a una velocidad vertiginosa y poco saludable, sin siquiera entender por qué, ya que aunque esa afirmación fuese cierto, y él y el pelirrojo, de hecho, se hubiesen conocido mejor este último tiempo (lo que no pensaba Furi que había pasado) no tenía nada de malo… digo… no hay nada raro en que dos jóvenes hombres hablasen y se sonriesen… y se encontrasen aleatoriamente por culpa de un cachorrito evidentemente enamorado… eso es súper normal  

 

“Yo-yo… sólo hablamos como dos veces; e-eso no puede tomarse como conocerse” Replicó en un murmullo abochornado. Al alzar sus ojos, vio una sonrisa pequeña y traviesa en el rostro casi siempre impávido del peli celeste.

 

Kouki abrió la boca en asombro, mas cuando estaba a punto de preguntar porque le veía así, Kuroko volteó y siguió entrando a la cancha.

 

No bien pusieron un pie dentro, la mayoría volteó hacia el más bajo en saludos diversos (¡Kurokocchi! - Tetsu… - ¡Tetsu-kun! – Tetsu –chin – Kuroko – Tetsuya - ¡Kuroko!) mientras el castaño fue bombardeado bruscamente por Fukuda y Koichi, quienes, vistiendo rostros pálidos y petrificados, le arrastraron hasta la entrada de la duela.

 

“¿Por qué no nos dijiste que ellos iban a estar aquí?” Kawahara siseó mirando con supuesta discreción a los jóvenes que ahora observaban a los cachorritos que cargaba Kuroko.

 

“No tenía idea; Kuroko no me dijo nada” Se disculpó sintiendo como el sudor le corría por su frente y patillas. Fukuda suspiró al lado de ellos.

 

“¿Y ahora qué hacemos? ¿Nos quedamos o nos vamos?” Preguntó el más alto observándoles con preocupación. Los tres se quedaron en silencio por unos instantes pensando en las posibilidades, pues, en gran parte no querían estar cerca de los denominados milagros, pero estarían mintiendo si dijesen que no disfrutaban jugar con Kuroko y Kagami… aunque ambos en pareja les pateasen en trasero con regularidad en cada entrenamiento.

 

Qué hacer---…

 

La intensa y profunda pregunta fue interrumpida cuando los perritos en los brazos de Furi comenzaron a moverse con inquietud. El castaño intentó calmarlos, pero Mimado estaba revolucionado a los otros dos con sus movimientos. Koichi estiró sus brazos para ayudarle, pero en el incómodo intercambio algo salió mal, ya que mientras intentaba pasarle a uno de los animalitos, el rojizo cachorro logró zafarse y correr con sus gordas patas hacia… ---si…. Akashi.    

 

Kouki dejó a los otros dos perritos en brazos de sus amigos antes de correr hacia el consentido que ahora revoloteaba en las zapatillas del bajo pelirrojo.

 

“Perdón” Susurró agachándose para agarrar al cachorro que ahora gimoteaba. Kouki podía sentir las miradas de todos sobre su nuca mientras intentaba acomodar a Mimado en su pecho, por lo que se paró con lentitud evitando los ojos intensos e interrogativos de los demás presentes.

 

“Creo que deberíamos acostumbrarnos a que esto ocurra cada vez que nos encontremos” La voz sedosa y poderosa del capitán de Rakuzan le dejó estático en su lugar.

 

Furi de reojo alcanzó a ver la mueca relajada y casi divertida de Kuroko dirigida hacia él, además de Koichi y Fukuda parados aun cerca de la reja viéndole con los ojos bien abiertos.

 

“E-emh… no-no lo creo. No pretendo quedarme con él” Replicó atreviéndose a alzar la mirada hacia el emperador;éste (tal y como esperaba) le observaba fijamente, ladeando ahora un poco la cabeza mientras entrecerraba los ojos…

 

¡Oh, por dios! ¿Está molesto o algo así? ¿Qué dije, que hice?, pensó de manera frenética sin poder desviar la mirada de la contraria.

 

“¿Por qué no?” Le preguntó con un tono de voz más bajo y mucho más intimidante. Kouki casi tembló de miedo al escucharle hablar de manera tan oscura… y esos ojos afilados y atentos no ayudaban demasiado a su sistema nervioso.

 

“B-bueno, porque en mi casa sólo tenemos un patio trasero, y es súper pequeño para un perro… aunque, no sé hasta qué tamaño van crecer… además, mi mamá nunca antes nos ha hablado de mascotas, asique… bueno, supongo que nunca ha querido uno…” Respondió bajando los ojos hacia el perrito que estiraba las patitas hacia el pelirrojo.

 

Akashi le observó durante unos segundos antes de aproximarse hacia él.

 

Con un poco de diversión el ex capitán de los milagros sintió como los jóvenes a su alrededor se tensaban en expectación (y quién sabe, quizás hasta miedo). Al estar a sólo unos cuantos centímetros del número 12, extendió una mano y con un dedo acarició al perro ese que seguía acosándole como una loca admiradora.

 

“Es una lástima. Mimado parece ya estar muy encariñado contigo” Comentó dejando que sus ojos paseasen por el rostro joven y suave del castaño.

 

Sus cabellos, aparentemente siempre desordenados, ahora no le caían por la frente y patillas, por lo que el pelirrojo supuso que se lo había cortado hace poco, pero aun así las locas mechas se mantenían  desorganizadamente distribuidas sobre su cabeza. Sus labios no eran ni muy gruesos ni muy delgados, sino… perfectos… a la medida… sus ojos, grandes pero de irises pequeñas, estaban pegados en el consentido animal.

 

Seijuuro sonrió con amabilidad cuando Furihata rió con timidez y alzó el rostro hacia él.

 

“Creo que quieres decir que está encariñado contigo. A penas te ve, sale corriendo hacia tiReplicó con una sonrisa que podría competir con la calidez de Kise. Y Kouki ganaría… concluyó Akashi asintiendo con una mueca cordial.

 

“Eeehh---… ¿los perritos son tuyos?” Hablando del diablo; justamente interrumpió Ryouta con una sonrisa incómoda. Seijuurou volteó hacia él con esa indiferencia fría; esa que dejaba a todos en silencio y estáticos en sus lugares. Sus ojos, ahora menos vacíos que hace un año, brillaron contra la luz del sol que se dibujaba en los cielos este día de invierno, logrando que el rubio retrocediera un poco ante la fuerza de su mirada.

 

Sólo ahí el pelirrojo notó que todos los chicos alrededor les estaban viendo con diversas expresiones: Tetsuya, por supuesto, veladamente entretenido; Midorima, casi espantado; Murasakibara, aburrido; Aomine, fastidiado. Momoi, muy emocionada; Kagami, abiertamente disgustado; Kise, traumado. Ese tal Takao, confundido. Y esos dos chicos de Seirin, aterrorizados.

 

“Si, pero no. Digo, los estoy cuidando en mi casa, pero sólo hasta que les encuentre un hogar” Kouki respondió ajeno totalmente a la batalla visual que se había llevado a cabo hace sólo segundos.

 

“Aah~, que--…bueno de tu parte” Replicó Ryouta mirando a Akashi, como si le estuviese preguntando si la respuesta estaba bien. El pelirrojo asintió una vez antes de voltear hacia el castaño.

 

“¿Aun no les has encontrado casa?” Preguntó al tiempo que volvía a acariciar al cachorrito en brazos de Furi, quien negó con la cabeza y bajó los labios tristemente.

 

“No… estoy haciendo lo que puedo, pero al parecer no muchos quieren perritos que no sean de raza” Contestó sonriendo ahora con preocupación. Akashi vio con el ceño fruncido esa expresión. Era extraño, pero prefería mil veces ver al niño tímido derrumbándose en vergüenza antes que de esta manera:… así… tan… derrotado.

 

No le sentaba bien…

 

Seijuurou se reprendió internamente ante sus pensamientos, no entendiendo por qué estaba tomándose tantas molestias con este chico tan simple y mediocre; con un jugador que no valía la pena ver jugar; con una persona totalmente promedio y ordinariaNo obstante… si era así como pensaba de Furihata… entonces por qué no podía dejar de mirarle. Por qué no podía parar de pensar en él. Por qué continuaba sintiéndose ansioso ante su presencia.

 

Era francamente ridículo…

 

“Tch, oigan… ¿y?... ¿vamos a jugar baloncesto o qué?” Aomine interrumpió con las manos en los bolsillos de sus jeans y una mueca fastidiada e irritada en su moreno rostro.

 

“Justamente para eso creí que era esta… reunión” Agregó el peli verde acomodándose sus anteojos con una mano (mientras la otra mantenía una peluche de felpa).

 

“¿Por qué no hacemos grupos de 3? Como son once, uno de ustedes tendrá que repetirse…” Propuso Momoi con una sonrisa entusiasmada, apuntando y haciéndole señas a los chicos (Kawahara y Fukuda) que estaban casi pegados a las rejas de la entrada para que se acercasen al grupo.

 

“Eh, yo lo hago” Se ofreció Kagami levantando una mano con una expresión casi resignada.

 

“¿Acaso te crees tan bueno como para estar en dos equipos, Bakagami?” Se burló el peli azul con una sonrisa altanera.

 

“¡Cállate, Ahomine!” Contestó el tigre con los ojos abiertos y el cuerpo tenso. Kuroko a su lado les miró negando con la cabeza. Esos dos siempre se comportaban como niños cuando estaban en el mismo lugar.

 

“Yo quiero estar en el grupo de Shin-chan” Takao pidió de la nada pegándose al costado del alto peli verde, quien frunció el ceño y golpeó con sus nudillos a su compañero.

 

“Yo con Aka-chin” Agregó el peli morado con una voz arrastrada y floja mientras masticaba y saboreaba el dulce entre sus labios.

 

“Yo con Kagami-kun” Dijo Kuroko levantando formalmente una mano. Taiga junto a él se sonrojó un poco, mas intentó disimularlo bajo diversos y gruesos estornudos.

 

“¡Wuaahh~! ¡¿Acaso nadie quiere ser conmigo?!” Kise se quejó con dramatismo.  

 

“No si gritas de esa manera, idiota”

 

“¡Ah! Midorimacchi, que cruel”

 

“Entonces… ¿nosotros tres somos juntos?” Mientras los milagros y sus compañeros discutían y seguían planeando quién iba con quién, Fukuda y Koichi se habían acercado a Kouki cuando el emperador se alejó para poner control y orden en el circo que había comenzado entre los jóvenes-multicolor.  

 

“Supongo” Contestó Furi arrullando al perrito entre sus brazos.

 

“Lo mejor sería que se separasen” Los tres ex novatos se tragaron un grito para nada masculino cuando la voz de Kuroko resonó junto a ellos. El peli celeste estaba allí observándoles con calma y serenidad. Kagami a su lado se rascaba la mejilla con incomodidad.

 

“Si, Kuroko tiene razón. Uno de ustedes será con nosotros y los otros dos se van con otra pareja”

 

Fue de esa manera que Kawahara terminó con la luz y la sombra de Seirin; Fukuda con Midorima y Takao; y Kouki con Murasakibara y Akashi. Kagami, según lo que habían planeado, también sería con Kise y Aomine.

 

Furi, cerca de de tres horas más tarde, podía decir sin arrepentimiento, que esta tarde había resultado más entretenida de lo que pensó en un comienzo.  

 

Estaría mintiendo si dijese que no había estado nervioso y avergonzado jugando junto  alto peli morado de Yosen y el ex capitán de Teiko contra otros milagros. Sería una blasfemia ocultar que a cada segundo se decía y repetía: No hagas el ridículo, Kouki…No hagas nada estúpido… y extrañamente, deseando no lucir débil frente a Akashi; lo cual Kouki adjudicó a que el pelirrojo fue el ex capitán de la mayoría de ellos, y por tanto, el joven con mayor status y poder entre todos los presentes.

 

Por lo anterior es que intentó dar todos sus esfuerzos y ser, de hecho, de ayuda para los otros dos chicos.

 

Akashi había sido obviamente el armador de su pequeño grupo, al tiempo que Murasakibara se había encargado en gran parte de la defensa e interior, mientras que el castaño pretendió trabajar con los pases en los laterales, entrar en la defensa y hacer algunos puntos.

 

Kouki, claro, debió prever que el juego inocente se calentaría en poco tiempo, pues aunque Kuroko y Momoi habían propuesto en un comienzo que sólo jugasen por diversión, Aomine, Midorima y, extrañamente, Kagami (provocado por el peli azul) exigieron que fuese una competencia, y que los perdedores invitaran el  almuerzo.

 

Por ello es que todo había terminado en una campaña campal colmada de bromas, risas y peleas infantiles.

 

Finalmente el equipo vencedor había sido el de Aomine, Kise y Kagami, mientras que el perdedor, el de Kagami, Kuroko y Kawahara. Daiki, como era esperarse, se burló con crueldad de Taiga; diciéndole que era un ganador y perdedor al mismo tiempo, y por tanto, terminaba siendo nada… Antes de que una nueva pelea pudiese desatarse, Akashi miró a los jóvenes con sus ojos brillosos e intensos en advertencia; su voz poderosa y solemne dejó a ambos chicos explosivos como niños regañados escondiéndose en las faldas de sus madres (el alto pelirrojo en Kuroko y el peli azul en Momoi).

 

Por lo anterior es que ahora estaban en Maji Burger con los cachorros ocultos en los pechos de algunos de ellos.

 

Uno de los perritos, el más pequeño y perezoso, estaba dormitando como un angelito en el calor del abrigo de Atsushi; otro, el más juguetón y encantador, estaba en el regazo de Kise, lamiéndole los dedos y moviéndole la colita de felicidad a cualquier expresión que le hiciesen el rubio y el peli azul sentado a su lado. Otro más, el más grande y obediente, se encontraba en el pecho de Takao, quien le daba de vez en cuando pedacitos de pan. El cuarto, que parecía eternamente feliz y lindo, estaba abrigadito en las ropas de Koichi; y finalmente, Mimado estaba jugando con su patita sobre la camisa del capitán de Rakuzan desde las piernas de Kouki (pues ambos estaban sentados lado a lado)  

 

“¿De verdad le pusiste Mimado?” Kawahara preguntó con una carcajada antes de meterse una papa frita a la boca evitando en todo momento al intimidante pelirrojo.  

 

La verdad… es que tanto el joven rapado como Fukuda no entendían por qué Akashi estaba sentado con ellos ahora mismo (Kuroko, Kagami, Kouki y ellos dos), pues los otros cuatro milagros - junto a Takao y Momoi - estaban instalados en otra mesa junto a ellos con un asiento totalmente disponible. Pero obviamente ninguno de los dos se atrevía a preguntar, por lo que hablaban y opinaban con cautela y cuidado de no interponerse en el camino del emperador.

 

“Si, Furi, qué te hizo el pobre perro” Agregó el otro ex novato bebiendo de su bebida. Kouki abrió la boca en señal de vergüenza y protesta, pero antes de que cualquier sonido pudiese salir de sus labios, una voz sedosa y neutra le interrumpió.

 

“¿Hay algo malo con ese nombre?” Los cinco muchachos sentados junto al capitán de Rakuzan detuvieron simultáneamente cualquier movimiento. Tanto Fukuda como Koichi apretaron sus espaldas contra sus asientos en evidente miedo cuando el chico de cabellos magenta les observó fijamente; los dos abrieron las bocas sin saber qué decir o qué hacer, pues un nudo incómodo se les había instalado en la garganta.

 

Nunca, nunca en sus vidas se habían sentido taaan intimidados; el ex capitán de los milagros parecía rodeado de un aura poderosa e amenazadora. Sus ojos, homogéneos y rojos, parecieron por una milésima de segundo, compartir esa peligrosidad que le acompañaba hace un año.

 

“No-no tiene nada de malo… pero la verdad, creo que da lo mismo ¿no?... total igual no puedo quedármelo… asique mejor no me esfuerzo tanto buscándole un nombre si eso significa que voz a terminar más encariñado con él” Todos los presentes suspiraron de alivio cuando Kouki respondió con las mejillas sonrojadas.

 

Sus dos amigos asintieron como locos a cada palabra expulsada. Akashi volteó hacia él con una sonrisa burlona.

 

“Desde mi punto de vista, a estas alturas ya estás seriamente atado con el perro” Comentó con velada, pero evidente socarronería apuntando al cachorrito que se refregaba contra el estómago de Furi (probablemente buscando calor).

 

Kouki abrió la boca en protesta, pero al ver los ojos brillosos de diversión del pelirrojo, cerró los labios y sonrió también con timidez. Ambos quedaron observándose por unos cuantos segundos antes de volver a sus platos de comida.

 

“Ugh… voy a comprarme unas hamburguesas” La voz disgustada de Kagami resonó en el local mientras el susodicho se paraba. Kouki, atento al perrito, no notó que su compañero de extrañas cejas le miró con preocupación por unos instantes, para luego voltear hacia el emperador con unos ojos de acero. Akashi en ningún momento bajó la mirada. La batalla duró hasta que Taiga gruñó y partió hacia el mostrador. 

 

“Y yo voy por otro batido de vainilla” Kuroko agregó rápidamente mandándole significativas miradas a Kawahara y Fukuda, quienes no se dieron por enterado (aun demasiado traumados como para hacer algo más que comer). El peli celeste se tragó un suspiro al tiempo que se levantaba y avanzaba hasta su novio.

 

“O-oye, Kouki” Llamó Koichi antes de carraspear y mirar sólo a su amigo castaño. Furi alzó los ojos con curiosidad, mientras que el pelirrojo a su lado parecía estudiar al chico rapado. “Traje mi note… para que…juguemos”

 

“Ah, que buena… De aquí nos vamos directo a mi casa entonces” Contestó Kouki con una sonrisa entusiasmada, pues la tarde anterior además de preguntarle a los dos chicos si querían juntarse el día de hoy, les había invitado a su casa a dormir (lo cual significaba que tendría ayuda extra para controlar a las bestias enanas)

 

“¡Por favor! ¡Se los ruego! No juguemos DotA… soy pésimo…no se qué tengo, pero siempre me matan~” Fukuda se quejó arrugando la cara en malestar infantil. Sus dos amigos rieron con burla, ya que efectivamente el otro chico apestaba…lo cual, la verdad, terminaba afectando a todos por tener que jugar en equipo.

 

Akashi, por otro lado, observaba la escena sintiéndose claramente excluido de la conversación; algo que no muchas veces experimentaba por estos días.

 

Esos dos jóvenes de Seirin estaban ignorándole de manera poco sutil y evitando observar hacia su dirección, como si sus ojos fuesen arder con la sola acción de voltear la mirada hacia él.

 

El pelirrojo encontraba lo anterior extremadamente divertido, pues para ya nadie era un secreto que el ex capitán de los milagros tenía cierta debilidad por hacer sentir a los demás inferiores ante su presencia (aunque ya no como antes, por supuesto); lo anterior fue fuertemente influenciado porque Seijuurou pensó por mucho tiempo en él mismo como un ser prácticamente perfecto… y como tal, aborrecía estar en presencia de aquellos que eran menos que él; y peor, junto a esas personas que creían estar cerca de su nivel.

 

Por fortuna, después de un año de agotadora lucha interna y arduas concesiones reciprocas consigo mismo, Akashi ya había concluido que la anterior afirmación era errónea.

 

Él era, después de todo, sólo un ser humano. Por supuesto, muchísimo más inteligente que el promedio; mas atlético y prodigioso que el resto; con un carácter y poder que muchos de los que le rodeaban carecían… pero ahora había renunciado a ese complejo de Dios que le abrumó por casi los dos últimos años hasta ese partido en la Winter Cup anterior.

 

Ese arreglo, sin embargo, no significaba que esta descortesía no le irritara enormemente, puestoque los tres muchachos a su alrededor estaban ignorándole; y a su enojo se sumaba el hecho de que Kouki tenía su atención completamente desviada de su persona.

 

Furi, no obstante, consiente del joven sentado a su lado y del aura oscura que parecía emanar de su tenso cuerpo, carraspeó y volteó hacia él con una sonrisa tímida y amable.

 

“Akashi-san” Le llamó despacio. El pelirrojo a su lado volvió el rostro con calma y serenidad (aunque por dentro estuviese ardiendo). “.. ¿Y usted… ha jugado alguna vez DotA?”Preguntó notando que habían comenzado hablar sin considerar que había alguien más en la mesa; alguien que les valía no ignorar.

 

“No sé qué es eso” Contestó estoico. Tanto Fukuda, Kawahara como Kouki abrieron un poco los labios en asombro.

 

Ninguno de los tres quería estereotipar o encasillar a las personas, pero ellos siempre habían pensado que los jóvenes de buena situación económica, tranquilos y serios eran el blanco ideal de la industria de videojuegos… por ello el que el pelirrojo manifestara de manera tan impasible que no tenía ni idea de lo que hablaban, les sorprendió.

 

“Es-es un videojuego de computador, de rol, osea en el que nosotros somos un personaje en específico en la historia de cada juego… DotA es la abreviación de Defense of the Ancients… básicamente se trata de que tu personaje, tu héroe, que tiene ciertas habilidades especiales,tiene que matar el árbol o trono del enemigo… eso es a muuuy grandes rasgos” Respondió con nerviosismo mirando los ojos de Akashi, quien le observaba con atención y abrumante intensidad.

 

Kouki no sabía hasta esos momentos que sólo los ojos de alguien podían hacerle sentir como si se estuviese ahogando y perdiendo en la profundidad de un mar rojo.

 

“Ya veo. Nunca antes había escuchado de él” Replicó pestañando y dándole un sorbo discreto a su brebaje.  

 

“¿Y nunca ha probado alguno en su tiempo libre?” Cuestionó Furi con curiosidad. El pelirrojo volteó hacia él con ojos indiferentes, pero penetrantes.

 

“Normalmente cuando dispongo de tiempo, practico equitación o juego shogi… “Contestó de manera suave y tranquila luego de desviar su mirada hacia el techo para, presumiblemente, meditar su respuesta. Kouki y el resto de los chicos le observaron con los labios abiertos “… También juego Go y ajedrez internacional” Agregó segundos después como si fuese un gran logro.

 

“Po-podría, quizás, si le gusta, intentar jugar, Akashi-san; algunos son bastante entretenidos” Comentó Fukuda después de tragar y mirar como uno de los cachorritos indefensos al emperador, que desvió los ojos hacia él con fría cortesía.

 

“Si-si, especialmente ahora que estamos en vacaciones” Agregó Kawahara con una pequeña sonrisa. Kouki en seguida rió.

 

“No les escuche, Akashi-san, ellos dos son unos viciados. Por culpa de ellos ahora soy un adicto” Dijo Furihata con una sonrisa divertida y despreocupada. Akashi no pudo evitar corresponder el gesto ante la cálida mueca, logrando que la mesa se librase de incómodas tensiones e insoportable hastío.

 

Ahora a el pelirrojo no le molestó o irritó que los jóvenes comenzaran una pelea infantil sobre quién de los tres era, de hecho, el más extremo y adicto a los juegos, concluyendo no mucho después que Kawahara, quien se había pasado una vez más de 48 horas conectado a uno de ellos.

 

“¡Sólo lo hice una vez! Y fue para romper un record personal” Koichi alegó con indignación ante las burlas de sus amigos; incluso hasta el emperador parecía mirarle con sorna.

 

“¡Akashicchi~!” Interrumpió de repente Kise casi lanzándose sobre la mesa de los cuatro muchachos. El cachorrito juguetón tenía la lengua fuera y parecía hasta sonreír con la misma emoción del rubio que le cargaba en su pecho.

 

“¿Qué ocurre, Ryouta?” Decir que el modelo se asustó, era subestimar su capacidad de temer. Kise casi se atragantó con su propia tráquea mientras reía nervioso  y se pasaba una mano por su chasquilla para moverla hacia atrás.

 

El capitán pelirrojo le observaba con sus ojos entrecerrados y profundos en molestia. Su tono de voz había sido ronco y autoritario. Odiaba ser interrumpido…. Especialmente cuando estaba… divirtiéndose con estos chicos simples, pero honestos  

 

“E-eh, es que… recordé que este domingo es tu cumpleaños ¿ne? ¡¿Podríamos hacer algo?!” Terminó con sus ojos-cobre abiertos y excitados. Uno de sus brazos se movió con velocidad mientras hablaba. Atrás de él Momoi también se había levantado y exclamado en emoción por el prospecto.

 

Seijuurou pareció mirar al rubio por unos cuantos segundos antes de suspirar con cierta irritación.

 

“Así es; de seguro mi padre querrá realizar una reunión, por lo que me será imposible ausentarme de Kioto ese día” Respondió observando a los jóvenes que ya estaban prácticamente organizando una fiesta mundial. Tanto Satsuki como Ryouta parecieron decepcionados y tristes con las noticas, haciendo hasta pucheros y ojitos de cordero.

 

“Pero nosotros podemos ir para allá esta vez; después de todo, tanto tu, como Murasakibara-kun y Kise-kun se tomaron las molestias de venir el día de hoy a Tokio” Propuso Kuroko de la nada, causando que todos (a excepción de Akashi) saltasen en sus puestos.

 

“¡Si, Akashicchi~! ¡Eso suena entretenido!” Exclamó el rubio sonriendo con arcoíris y estrellas explotando tras de él. La mayoría casi quedó ciego con la manifestación de felicidad.

 

“¡Oi! A mí nadie me ha preguntado mi opinión” Alegó Midorima enderezándose en su lugar con indignación y frunciendo el ceño.

 

“Ah~, vamos Shin-chan, no seas aguafiestas” Takao le dijo con una sonrisa juguetona.

 

“Yo puedo llevar el pastel~” Agregó Murasakibara de manera parcialmente entusiasmada (todo lo que involucrase comida le bombeaba el corazón) al tiempo que sacaba una caja de pockys de su bolsillo.

 

“¿Y van a invitar a chicas?” Preguntó el peli azul con su dedo meñique en una de sus orejas.

 

“¡Aominecchi!” Kise gritó con irritación y sus ojos abiertos de dolor. Aomine le agarró una mano y sonrió con arrogancia cuando tiró al modelo sobre su regazo susurrándole algo al oído al rubio, quien se sonrojó hasta las orejas.

 

“¿Y-- Akashi-kun? ¿Qué te parece?” Inquirió Momoi ignorando el desplante de amor de ese hormonal par.

 

“Si la idea les entusiasma tanto, entonces no tengo reparos contra ello” Respondió el capitán de Rakuzan con sus ojos cerrados y los brazos cruzados en su pecho. Los muchachos a su alrededor sonrieron y comenzaron a planear qué llevar cada uno, a qué hora lo harían y cómo lo haría Murasakibara (quien al vivir en Akita tendría un graaan viaje hasta Kioto).

 

Furihata, Koichi y Fukuda quedaron seriamente sorprendidos cuando les involucraron en los planes, ya que Satsuki les dio instrucciones de que podían aportar a la fiesta. Mientras la jovencita le preguntaba al emperador si debía invitar a los chicos de Rakuzan, el castaño numero 12 miró con los ojos bien abiertos a sus dos amigos, leyendo en ellos la misma expresión dibujada en su rostro: ¿Qué-Diablos?

 

“Akashi-kun, tienes que anotarnos tu dirección” Dijo Kuroko después de beber de su malteada.

 

“Se las enviaré por mensaje de texto más tarde” Contestó al tiempo que terminaba la comida de su bandeja.

 

Sólo cuando todos volvieron a sus puestos y a sus propias conversaciones, Kouki sintió los ojos de Akashi sobre él. Con timidez volteó hacia el ex capitán de los milagros, quien estaba, efectivamente, viéndole.

 

“Dame tu número” Le ordenó el chico de cabellos magenta con una expresión impasible. El castaño abrió los labios en asombro, antes de preguntar para qué en un susurro. “¿No estabas escuchando? Enviaré a través de un mensaje la dirección de mi casa” Respondió mientras desbloqueaba su propio celular. Furi asintió varias veces antes de sacar su propio bloque de antigüedad (en comparación a la modernidad del emperador) e intercambiar números.  

 

Mientras Furi observaba cómo sus dedos tipeaban “Akashi-san”en su (corta) lista de contactos, el castaño sintió como su corazón retumbaba con potencia entre sus costillas. El aire le faltó por unos segundos. Un nudo en su pecho se apretó y subió por su garganta.

 

¿Por qué---… por qué esto le emocionaba tanto?... se preguntó sintiendo su cuello arder y sus mejillas alegando por el calor. Intentó tragar, pero la sensación de incomodidad y nervios no desaparecía.

 

Furi, casi con el ceño fruncido, se dijo que sólo estaba feliz de que ahora era conocido de los prodigios del baloncesto; algo que ni en sus más locos sueños habría imaginado… pero mírenle ahora… hablando y sonriendo despreocupadamente con el mismísimo capitán de la Generación de los Milagros como si fuesen buenos amigos.

 

El castaño, pensando en el evento del domingo, contó mentalmente si tenía el dinero para el tren a Kioto de ida y de vuelta; e incluso si tenía lo suficiente para comprar un regalo... ¡Oh, por dios! ¿Y que diablos se le puede comprar a alguien que lo tiene prácticamente todo?... Estoy jodido… ugh… tendré que preguntarle a mamá…

 

Y allí, recordando a su madre, Kouki tuvo una desagradable revelación.

 

“A-ah… creo que no podré ir” Murmuró con timidez. Furi creyó que nadie le había oído hasta que escuchó la peligrosa voz de Akashi a su lado.

 

“¿Por qué dices que crees que no puedes ir? Es un día domingo, y estamos de vacaciones” Si Kouki no supiera que estaba hablando con El Akashi Seijuurou, podría jurar que el casi-perfecto pelirrojo le estaba haciendo un berrinche con esos labios fruncidos y ojos entrecerrados con intimidación. El castaño llevó una mano a sus cabellos y le miró con lamento.

 

“Es que el domingo mis papás y hermana van a ir a la casa de unos amigos, entonces nadie puede cuidar a los perritos” Informó con verdadero arrepentimiento.

 

Furi no había notado que varios de los jóvenes ahora se habían quedado en silencio para escuchar con atención el bizarro intercambio.

 

“Llévalos” Akashi exclamó como si nada.    

 

“¿Eh? Pero… a usted no le gustan los perros desobedientes…” Kouki recordó con una expresión confundida. Por que querría el gran emperador someterse a una situación que claramente le incomodaba si podía evitarlo... Claro, por dentro el número 12 se sintió como un niño en navidad, pero tampoco era su intención causar problemas a nadie, especialmente a alguien como el intimidante pelirrojo.

 

“Son unos cachorros, dudo que causen excesivo desastre” Seijuurou quitó importancia con una mirada estoica, pero burlona. Kouki ante ello rió con alegría.

 

“Eso dice ahora, pero ya quiero verlo el domingo” Replicó con una sonrisa abarcando todo su juvenil rostro. El pelirrojo correspondió el gesto con una mueca menos grande, pero igual de accesible y amable.

 

Maldición… verdaderamente este niño se le estaba metiendo bajo la piel…

 

“Ah~, Furihata-kun, entonces si quieres nos juntamos en la estación para ayudarte a cargarlos”  Ofreció Satsuki acercándose a la mesa de los seis muchachos.

 

La jovencita, inconscientemente, había apretado sus delgados brazos en su torso en un gesto de dulzura, causando que sus ya de por sí grandes pechos resaltasen aun más a través de su linda polera. Tanto Koichi, Fukuda como Kouki se sonrojaron en seguida como fósforos en llamas.

 

Furihata intentó no bajar la mirada y concentrarse en los rosados ojos de la chica en su lugar, pero… dios--… fue difícil.

 

“E-eh, c-claro, ¡m-muchas gracias!” Respondió sintiendo como los colores invadían cada resquicio de su piel.

 

Kouki, si hubiese estado más consciente de su rededor, habría captado la intensa y penetrante mirada del emperador sobre su nuca, pero… lamentablemente, sus ojos castaños estaban fijos en la risueña jovencita.

 

“Ya es hora de retirarnos... Atsushi, vamos” Ordenó el capitán de Rakuzan parándose con cierta brusquedad de su puesto y avanzando hasta la puerta de la tienda. La mayoría de los chicos (especialmente quienes no conocían bien a Akashi) quedaron con los labios y ojos abiertos de par en par por la súbita reacción.

 

Kouki por su parte no entendía nada... ¿Qué había pasado…?

 

“Eh--, pero Aka-chin, aun no termino-”

 

“No me hagas repetirlo” Le interrumpió con una voz ronca y profunda.

 

El peli morado tragó sonoramente, pues él ya había visto esa expresión terrorífica antes en su joven vida, y por tanto sabía (mejor que nadie) que no debía bajo ninguna circunstancia enfadar aun más al monstruo que le observaba con su poco control destilando por sus poros.

 

“…Nos vemos el domingo” Se despidió con solemnidad y extrema formalidad el ex capitán de los milagros antes de salir del local seguido de cerca y con rapidez por el gigante de Yosen (quien antes se acercó a  Kouki para dejarle el cachorrito en sus brazos).

 

Un ambiente tenso y asfixiante fue dejado detrás de los dos muchachos. Kuroko suspiró observando a Momoi quien golpeó el piso con un pie en clara frustración, antes de mirar con disculpa al resto de los milagros presentes.  

 

“¡Lo siento! No me di cuenta” Exclamó bajando los brazos en una pose derrotada. Furi no entendió nada de nada…

 

“Takao, ya vámonos” Dijo Midorima levantándose con calma. El pelinegro a su lado asintió antes de voltear a los demás y sonreír.

 

“¡Nos vemos~!” Se despidió dejando otro perrito en brazos de Kouki, quien ahora intentaba balancear a los animalitos.

 

“Deja de lloriquear Satsuki y salgamos de aquí; tu también Ryouta” Exclamó con evidente fastidio Aomine antes de hacer ese sonido con sus dientes y lengua y mover la cabeza en señal de despedida hacia la mesa donde estaban los chicos de Seirin.

 

“¡Nos vemos el domingo~!” Kise se despidió con una soleada sonrisa y levantando los brazos con exageración después de dejar con un puchero y ojos tristes al cachorrito en brazos de Kouki.

 

Otro silencio cayó sobre los jóvenes aun presentes en el local. Kagami miraba con el ceño fruncido a su sombra. Kuroko bebía tranquilamente de su malteada. Furi estaba ordenándose y acomodando a los perritos, ante lo cual Fukuda se levantó para ayudarle.

 

“No entiendo qué mierda acaba de pasar” Exclamó Taiga negando con la cabeza.

 

“Yo tampoco” Secundó Kawahara con la cara más confundida de la historia.

 

“Yo tampoco” Agregó Kouki con timidez y confusión… ¿Acaso Akashi-san se había molestado?....  Esa furiosa mirada; esa aura que había desprendido mientras se paraba y casi escupía cada palabra; esa regia postura que cargó… todo gritaba peligro a kilómetros a la redonda.

 

“Yo menos” Fukuda dijo haciendo cariñitos a los dos cachorros en sus brazos.

 

“Ya lo entenderán” La voz de neutra y monocorde de Kuroko resonó con misterio, pareciendo más un oráculo que un jugador de baloncesto mientras sus celestes ojos reflejaban la poca luz solar que se dibujaba en los cielos.

 

Los chicos a su alrededor le quedaron mirando por unos segundos antes de seguir comiendo con tranquilidad y aparente indiferencia.

 

.

.

 

Domingo 20 de diciembre, marcaba el calendario colgando en la pared de su cocina.

 

Kouki, con los labios fruncidos y lo ojos empañados en confusión y tristeza, se mordió los labios viendo por décima vez el celular descansando entre sus manos.

 

Eran ya las 11 de la mañana y el castaño no había recibido ningún mensaje… ---de nadie… ¿Acaso la reunión se había cancelado?... ¿O es que Akashi-san se había arrepentido de invitarle?... Quizás intencionalmente no le estaba enviando su dirección para así evitar que fuese a su casa.

 

El castaño, con sus labios caídos en una mueca derrotada, revolvió el cereal colocado delante de él en la mesa de la cocina.

 

El silencio de su casa, además, le estrujó más el corazón, atando y tirando con violencia ese nudo grueso e incómodo de su pecho. Kouki se apretó los párpados con las palmas de sus manos en un intento de controlar la frustración y el dolor que parecía ahogarle esta fría mañana de vacaciones.

 

Sus padres y hermanita ya habían salido hacia la casa de sus amigos, y él fue dejado con permiso de salir a esa fiesta que había mencionado con entusiasmo el viernes en la noche cuando arribó junto a Koichi y Fukuda.

 

Furi suspiró y observó su desayuno con resignación… Debí haberlo esperado, la verdad… Todo había sido demasiado bueno para ser realidad. ¿Él, un mediocre jugador y simple persona… amigo de los milagros?... ppfff… por favor… ¿en qué mundo?

 

Cuando terminó por fin de comer, cargó el único plato para lavarlo y guardarlo con cuidado. Con parsimonia también subió al segundo piso para bañarse y ordenar su cuarto (en extremo silencio, pues los perritos estaban profundamente dormidos).

 

Mientras Kouki levantaba unas cuantas revistas del piso para colocarlas en uno de los estantes de su habitación, se topó con una bolsita roja oscura de regalo… aquel que le había comprado a Akashi-san con ayuda de sus amigos… Por supuesto no era nada caro, extravagante o innovador; al contrario, era algo bastante insulso y normal; era un simple presente que esperaba fuese recibido con interés cordial.

 

Furihata, al finalizar, se tiró de espaldas sobre su cama con un bufido cansado... ¿Por qué le molestaba tanto esto?... No es como si él y el capitán de Rakuzan fuesen íntimos compañeros o amigos;  muy lejos de ello, la verdad.

 

A penas y  habían hablado. A penas y se conocían. Prácticamente no tenían cosas en común.

 

Si estuviesen solos en un mismo cuarto, por ejemplo, no podrían hablar de nada. Además, no olvidemos el hecho de que el pelirrojo seguía intimidándole hasta las sanas amígdalas de su garganta virgen. Sumado a lo anterior, ninguno de los dos era especialmente divertido o gracioso, por lo que se aburrirían a muerte si saliesen.

 

¿Y qué harían en esas salidas? ¿Jugas shogi?... siii, claro… ¿él jugando shogi?… ppfff…por favor… ¿Entonces videojuegos?.... ¡Por dios! Simplemente la imagen de Akashi sentado en el piso enfrascado en un juego era imposible de proyectar.

 

Kouki tontamente rió pensando en el pelirrojo mordiéndose el labio en frustración si perdiese; o llamando al creador y fabricador del juego para demandarlo o amenazarlo con unas tijeras.

 

Sin darse cuenta, el castaño estaba de estómago riendo por el pensamiento.

 

Así era la realidad, lamentablemente… ambos eran muy diferentes. Abismalmente distintos. De mundos incompatibles. Las personas que les rodeaban incluso, eran disímiles. Kouki no quería menospreciar a Koichi o Fukuda, pero los tres estaban lejos de ser atléticos deportistas o genios en las aulas.

 

Los tres eran… promedio… normales… simples… En cambio los amigos del pelirrojo eran la Generación de los Milagros y los Reyes Destronados…

 

¡No había lugar para comparación!

 

Suspirando otra vez, concluyó que él no tenía ninguna cabida en la vida de Akashi Seijuurou. Algo como ello era impensable y francamente ridículo; como era el hecho de ir a su cumpleaños… esos momentos sólo eran para compartir con amigos, con familia, con seres queridos, no con extraños (y menos en su mismísima casa)

 

Bajando la mirada hacia el colchón donde descansaban los cachorritos, el castaño vio a Mimado levantándose entre la pila que había hecho con sus hermanos. Se levantó con rapidez para agarrarle y así evitar que despertase a los otros.

 

Con el perrito apretado contra su pecho, Kouki miró su celular… pero esta vez un pensamiento le acosó:… Akashi estaba hoy, de hecho, de cumpleaños, por lo que el que no le haya invitado a su fiesta (o a lo qué sea que haría en su casa), no quitaba que la fecha aun existía, es decir, Furihata podía perfectamentemandarle un mensaje de texto al pelirrojo… sólo para desearle un feliz cumpleaños…

 

Sólo con ese pensamiento su estómago subió y bajó como en una montaña rusa. Su lengua se sintió pesada y su garganta obstruida. Nervioso, tímido e increíblemente incómodo, desbloqueó el aparato y e ingresó a sus contactos. Apretó su nombre y con dedos titubeantes escribió:

 

¡Feliz cumpleaños, Akashi-san! Mimado y yo le mandamos los mejores deseos y mucha felicidad este día y los demás ~ (^--^)/

 

Apretó enviar más rápido de lo que su mente pudo registrar. No se atrevió a releer el mensaje, sabiendo que probablemente era patético y soso.

 

¡Oh, por dios! ¿Qué había hecho? ¡Le había mandado una estupidez al ex capitán de la Generación de los Milagros!... manténteme ahora, por favor…

 

El cachorrito acurrucado en su regazo gimió quedamente y Kouki entendió que tenía hambre, por lo que salió del cuarto con él a cuestas para llenar el plato con comida de perro bebé.

 

Veinte minutos después, Furi estaba tirado en su sillón rodeado de cinco animalitos viendo televisión de ninguna calidad. ¿Qué dan de bueno los domingos en la mañana, después de todo?... Nada… En eso estaba pensando cuando el celular de su polerón con gorro vibró en el bolsillo de su abdomen. Sin siquiera pensar lo abrió y leyó con calma:

 

Muchas gracias, Furihata-kun. Aprecio que te hayas tomado las molestias de mandarme un mensaje. Te espero a ti y a tus perros esta tarde – Akashi.

 

¡¿Queeeeee----?! ¿Qué mierda era este mensaje? ¿Y a qué jodidos se refería con “te espero… esta tarde”?... Oh por dios, oh, por dios… Kouki estaba hiperventilando viendo hacia su pared. Tragó varias veces pasándose las manos por sus cabellos.

 

Relájate, Kouki. ¡Cálmate, maldición!... Sentándose rígidamente en el sillón, Furi respiró varias veces antes de tomar su celular para llamar a Kuroko.

 

“Furihata-kun” Saludó dos pitidos después el peli celeste (quien seguramente había visto el identificador de llamadas; no como otros--)

 

“Hey, Kuroko… oye ¿Entonces… hoy vas a ir a Kioto?” Preguntó antes de morderse el labio inferior.

 

“Por supuesto. Con Kagami-kun, Aomine-kun, Momoi-san, Midorima-kun, Takao-kun Kawahara-kun y Fukuda-kun nos juntaremos en la estación en una hora… ¿Por qué…? ¿Acaso… tu no vas?” Kouki se movió inquieto en el diván cuando escuchó ese tono de voz: profundo, ronco y cauteloso. El castaño casi se sintió intimidado por su fantasmal compañero de equipo; extrañamente… amenazado…

 

“E-eh, me gustaría, pero… Akashi-san no me mandó su dirección” Respondió con vergüenza, siendo bastante consciente de que sus mejillas estaban al rojo vivo.

 

“Me disculpo por eso, Furihata-kun. Akashi-kun ayer me envió la locación pidiéndome además que te informara, pero el saldo de mi celular se agotó antes de que pudiese hacerlo; sin embargo, te dejé un aviso en tu muro en facebook; creí que lo habías vistoFuri, sin entender muy por qué, se sintió inmensamente aliviado y feliz al escuchar lo anterior, llegando incluso a reír en voz alta.  

 

“Woaah ¿En serio?... entonces, ¿me puedo ir con ustedes?” Su voz, tan tímida y vulnerable, sonó patética incluso a sus oídos.

 

“Por supuesto, esa es la idea. O si prefieres, Kagami-kun y yo podemos ir a buscarte para ayudarte con los cachorros”

 

“¿Si no es ninguna molestia--?”

 

“Claro que no; nos vemos entonces en media hora”

 

“Nos vemos” Se despidió con una boba y gigante sonrisa en su rostro… Iría~… Hoy iría a Kioto para celebrar el cumpleaños de Akashi… en media hora… en sólo treinta minutos…

 

¡Mierda! En media hora y ni siquiera sabía qué ponerse…

 

.

 

.

 

El viaje en tren que tardó tres-malditas-horas para llegar a Kioto, de ninguna-maldita-manera le había preparado para esto.

 

Kouki sabía (diablos, sabía)que Akashi estaba casi literalmente forrado en dinero (no había mejor manera de expresarlo). El capitán pelirrojo provenía de una de las familias más influyentes y poderosas del país… y-oh-por-dios--… Furi nunca se había sentido tan amenazado e intimidado por una casa (si es que se le podía llamar casa a esta monstruosidad)

 

Kouki tragó visiblemente cuando todos los chicos se detuvieron en la inmensa y protegida entrada, llegando incluso a preguntarle en un susurro a Kuroko si no se habían equivocado o desviado del camino, porque esto no podía ser real. Este tipo de construcciones Furihata solo las había visto en animes y películas. Pero claro, quién era él para comparar, si toda su vida había vivido en un barrio residencial muy parecido a los occidentales, sin patio delantero, de sólo dos pisos, y bastante cómoda para una familia de cuatro integrantes.

 

Kouki, aunque no podía estar seguro (pues no sabía nada de arquitectura y porque prácticamente la plaza-que-tenían-como-patio, no le dejaba ver bien) pensó que esta mansión debía tener a lo menos 100 años por el tipo de material y por la fachada; estaba impecable, por supuesto, pero la antigüedad, pomposidad y solemnidad se podían respirar en el aire. Lo más moderno que había en la puerta de entrada era un engorroso y complejo sistema de citófono que les tuvo como 7 minutos intentando llamar a seguridad.

 

Los formales guardias, mediante una cámara, les interrogaron sobre el motivo de su visita; cuando ya habían respondido con cortesía, los hombres les hicieron esperar por unos minutos (presumiblemente para preguntar/avisar al señorito Akashi).

 

Kouki abrazó aun más fuerte a Mimado cuando una ráfaga heladísima le golpeó el costado (en esta ciudad hacía muchísimo más frío que en Tokio, por lo que Kouki agradeció el haber exagerado en la ropa para él y los perritos refugiados en diversos pechos).

 

Segundos después, el portón fue abierto automáticamente.

 

En la entrada de la gran puerta, y después de atravesar el patio delantero (con una maldita fuente), un genkan les esperaba antes del único escalón para acercarse a la puerta principal; dos mujeres, perfectamente vestidas y maquilladas, se inclinaron en un saludo formal e indicaron que por favor les siguiesen cuando se removiesen sus zapatos y botines.   

 

Caminando todos juntos y apretados detrás de las señoritas, cada rostro lucía más sorprendido que el anterior (excepto el de Kuroko, que se mantenía sereno y neutro)

 

“Takao, cierra la boca” Regañó Midorima acomodándose sus anteojos antes de fruncirle el ceño a su capitán.

 

“¡Pero Shin-chan~! Este lugar es in-cre-í-ble” Respondió con una inmensa sonrisa dirigida a su compañero. El peli verde sólo negó con la cabeza y afirmó con más fuerza el marco de fotografía entre sus vendados dedos (sin imagen, pues era su ítem de la suerte)

 

Wuaoh” Susurró discretamente Fukuda en el oído de Kouki. Éste sonrió con timidez antes de asentir.

 

“Lo sé” Respondió también en un murmullo.

 

“Ahg, podría perderme en este lugar” Kagami se quejó mientras eran liderados por unos intrincados y largos pasillos; de inmensos y altos techos; de elegantes y suaves alfombras; todo colmado de un aroma suave y atrayente… todo era simplemente perfecto…

 

“No lo dudo, Kagami-kun” Kuroko dijo sin expresión.

 

“A mí tampoco me extrañaría, idiota” Secundó Aomine con una sonrisa altanera. Momoi a su lado negó con la cabeza mientras suspiraba.

 

“¡Oi! ¡¿Qué les pasa?! ¡Sólo estaba comentando!” Alegó el alto pelirrojo mirando con indignación al peli celeste, que no se inmutó con la mirada acusadora, pero aun así se pegó al costado del tigre. Kagami se sonrojó, mas no dijo nada más.  

 

“Baja la voz, tonto” Shintaro reprendió.

 

Por fortuna divina, la discusión llegó a su fin cuando los jóvenes fueron invitados a una amplia e iluminada habitación, donde ya estaban instalados plácidamente (pero en un evidente silencio incómodo) Murasakibara, Kise, Mibuchi, Hayama, Eikichi y Himuro.

 

Kagami, con una sonrisa alegre y casi de niño, se acercó y saludó con confusión a su ex hermano, preguntándole que hacía aquí.

 

“Atsushi me invitó; antes de preguntarle a Akashi-kun, por supuesto” Respondió con alivio (pues por un momento el pelinegro pensó que el bebé grande sería la única persona que conocería de toda esta reunión)

 

“¡Aominecchi!” Kise gritó con entusiasmo, saltando dramáticamente hacia el peli azul, que le recibió con un quejido entre uno de sus brazos y pecho (pues en su otro brazo tenía a uno de los perritos). No más de dos segundos después de verse fijamente a los ojos, los dos milagros se embarcaron en un apasionado y nada recatado beso con sonido y manoseo incluido.

 

La mayoría de los jóvenes volteó la mirada lejos de ellos (algunos por vergüenza y otros simplemente para darles intimidad)

 

“¡Oi! Guárdense sus muestras de afecto para lugares privados” Midorima alegó con evidente escándalo.

 

“¿Y dónde está Akashi-kun?” Preguntó Kuroko cuando el peli verde fue ignorado. 

 

“Aka-chin tuvo que atender una llamada importante; dijo que regresa enseguida” Murasakibara contestó con flojera, sin molestarse en levantar la mirada de la bolsa de papas entre sus grandes manos.

 

“¡Hey, hey! ¿Y ustedes quiénes son?” Preguntó saltando de emoción un rubio pálido.

 

“Tch, ¿acaso no recuerdas a los que te patearon el trasero en la Winter Cup del año pasado?” Respondió Kagami con el ceño fruncido. Himuro a su lado rió.

 

“Ah, cierto~; ustedes son los chicos de Seirin; los que ni siquiera llegaron a 4tos de esta Winter Cup” Replicó con una perturbadora sonrisa un alto y de aspecto femenino chico. Cuando Taiga estaba a punto de rebatir con saña y mal controlada ira, Kuroko le puso una mano en su brazo dando un paso adelante.

 

“Buenas tardes, mi nombre es Kuroko, Tetsuya, ellos son Kagami, Taiga; Furihata, Kouki, Hiroshi, Fukuda y Koichi, Kawahara” Su saludo, tan formal y cortés, dejó a los tres muchachos de Rakuzan impresionados. Y ellos que creían que Akashi era excesivamente educado.

 

“Yo soy Mibuchi, Reo, pero no tengo ningún problema con que me llamen Reo” Dijo el muchacho alto y bello con un coqueto guiño a nadie en particular. Kagami y Furi temblaron visiblemente ante la acción.

 

“¡Y yo me llamo Hayama, Kotarou!” Se presentó el chico de cabellos rubios claros y ojos bien grandes y abiertos.

 

“Eh--, yo soy Eikichi, Nebuya” Terminó el grandulón de extraño peinado y rapado en la cabeza.

 

Por fortuna después de ese pequeño lapso y episodio el ambiente se descargó ligeramente. Muchos de ellos no se conocían de antes, por lo que las conversaciones no eran tan fluidas y sinceras, pero después de comer algunos de los dulces que estaban dispuestos en la mesa elegante y oscura al centro del salón, los chicos rompieron el hielo riendo, especialmente de lo bestia que era Kagami al devorar todo a su paso; naciendo incluso la seria y ridícula discusión de quién podía comer más: si Taiga o si Atsushi.

 

Algo que ayudó bastante también, fueron los cachorros cargados por Furi, Daiki, Takao, Kawahara y Fukuda, los cuales derritieron los corazones de casi todos los presentes. Ryouta se mostraba apegado y encariñado con el más juguetón de los animalitos (el cual le correspondía por completo)

 

De esa manera (despreocupados y carcajeándose) fue como les encontró Akashi cuando ingresó lenta y silenciosamente a la habitación. Sin embargo, como era de esperarse, su asfixiante y poderosa presencia no pudo pasar desapercibida por muchos segundos, siendo enseguida saludado de manera efusiva por la mayoría de los presentes (a excepción de algunos; como es el caso de Kuroko, Kagami, Midorima, Aomine, Furi y sus amigos)

 

“Me disculpo por la tardanza, mas me alegra verlos a todos aquí reunidos” Saludó el capitán pelirrojo con una pequeña sonrisa; y no, no una turbulenta, o arrogante, o peligrosa… sino una amable, alegre y suave. Todos los milagros no pudieron evitar corresponder al gesto (cada uno en su justa medida) al presenciar esa mueca tan sincera, tan ligera y libre de crueldad.

 

¿Quién habría pensado hace un año que se lograría esto?

 

Kouki también sonrió cuando vio la felicidad irradiar de Kuroko y de Akashi. Era, de cierta manera, tierno y refrescante de ver. El castaño incluso podía creer que Kagami intentaría disfrutar de esta reunión solo para seguir observando los ojitos celestes del sexto jugador fantasma, brillantes y relucientes al sol débil de la tarde.

 

Después de que las presentaciones fueron hechas, la entrega de regalos y saludos correspondientes, todos los chicos se dispersaron. El salón, estratégicamente, tenía un gigantesco y muy bien equipado jardín detrás, que Kouki podría jurar se extendía en miles y miles de hectáreas.

 

Akashi se sentó junto a Atsushi, Himuro, Kagami y Kuroko en el pasillo del cuarto donde comenzaron una tranquila conversación, liderada por Tatsuya y su hermano. Aomine y Kise tomaron al encantador perrito y se relegaron en el patio para correr con él después de colocarse sus abrigos y arropar al cachorro con una de sus bufandas. Takao, Midorima y los tres reyes destronados, junto al animalito más obediente, también se dirigieron al jardín para jugar con él y disfrutar el aire y día medio-templado.

 

Kouki agradeció que antes de salir había revisado el clima, asegurándose de que en la ciudad de Kioto no iba a estar nevando (lo que según la pagina web que leyó, no empezaría hasta una o dos semanas más, a pesar de que las bajas temperaturas eran ya horribles).

 

Acomodando su gruesa bufanda, el castaño siguió acariciando y jugando con Mimado, quien aun no había corrido como desesperado hacia el cumpleañero (por fortuna). Fukuda y Momoi estaban cerca de la mesa de comida con uno de los perritos corriendo de uno hacia el otro por la pelotita de goma (que había traído Kouki) que se lanzaban los chicos entre ellos. Kawahara a su lado estaba con el último perrito dormido en su regazo.

 

“Esto es súper raro” Le comentó el chico rapado.

 

“… ¿Por qué?”

 

“Bueno, porque estamos en la casa de Akashi Seijuurou… onda, quién hubiera imaginado que nosotros terminaríamos un día celebrando con él su cumpleaños” Kouki rió y asintió varias veces antes de cambiar de tema.

 

Casi una hora más tarde, Kise le pidió al dueño de casa si podía poner música, ante lo cual Akashi, con un movimiento de mano y una voz serena, le dijo que hiciese lo que le diera la gana. Obviamente eso significó que el rubio trajera de todo al salón: parlantes, notebook, televisor, y pidió al staff de la cocina que llevasen todos los dulces y comida que pudiesen.

 

El que había sido por unos momentos un tranquilo y silencioso cuarto, terminó colmado de carcajadas altas, vulgares y sin aire; además de moderna música que probablemente se escuchaba en toda la cuadra (aunque posiblemente la casa sola era una cuadra gigante)

 

Como era de esperarse de Ryouta, el alegre chico no tardó en proponer un karaoke. La mayoría se opuso, por supuesto, pero gracias a las insistencias de Takao, Reo, Kise y Hayama, los demás terminaron aceptando.

 

Partió Kise con perfect copy de Ryohei Kimura:

 

Perfect copy? no no mou sore ijou sa
Shunkan de be mine
It's your style, no no mou ore no mono da
Orijinaru ga kasumu hodo no kire de kaesu ze

 

Cantó mirando con una sonrisa traviesa dirigida a los Milagros.

 

Aomine le devolvió una sonrisa arrogante, que Kise correspondió al lanzarle un beso sonoro por el micrófono. Midorima, por otro lado, le frunció el ceño y negó con la cabeza con aparente exasperación; a su lado Takao rió y le golpeó en las costillas en broma. Murasakibara simplemente movía la cabeza al son de la música. Akashi no cambió su estoica e intensa mirada, que Ryouta convenientemente ignoró durante el resto de la canción.

 

El siguiente fue Tatsuya con The Other Self de Granrodeo, que todos parecieron conocer y cantar junto al bello muchacho (especialmente el coro); no obstante, el más participativo fue Atsushi, quien sonreía como niño pequeño mientras veía a su compañero moverse y cantar como un artista profesional. 

 

Let me highter, get me higher
Moeru mi no atsusa wa
Nanto naku no kyou demo
Burnin' up, we love shinjite
Rock me baby, show me baby
Misete kure motto
Ore to kimi to de tsukuri agerunda
Densetsu wo other self

 

Takao luego se levantó y tiró al peli verde del brazo para cantar juntos. Midorima por supuesto alegó y se negó vehementemente por varios minutos, hasta que el pelinegro se inclinó hasta uno de los oídos del más alto; le susurró algo, y Shintaro, acomodándose sus anteojos (con una pálido rosado en sus delgadas mejillas), se paró al frente de la habitación junto a su capitán para cantar Ashita e Tsurete  de Daisuke Ono y Suzuki Tatsuhisa.

 

Como ninguno de los presentes fumaba, la mayoría sólo levantó los brazos en el coro. Kouki, copiando a los demás, rió y disfrutó de la lenta canción.

 

Kata wo otosu senaka wo nurashita
Tsumetai tsubu ga namida wo kakushite
Dokoka ogori ga atta no darou ka
Saigo, shouri he todokenai ippo ni

 

Después de unos cuantos gruñidos, malas miradas y bufidos, salieron Kuroko y Kagami a cantar Shout! de Ono Kensho y Ono Yuuki. Y la verdad, es que fue gracioso ver al impasible y sereno peli celeste cantando una canción movida y con tintes de rock. Kagami evitaba las miradas de los presentes, concentrándose en clavar sus ojos en su novio. Kuroko, sonriendo, le devolvió la mirada con una sonrisa pequeña pero dulce. El pelirrojo terminó igual o más rojo que sus cabellos.

 

La mayoría de los chicos, ignorando el desplante de amor de los basquetbolistas, les acompañaron en el coro, especialmente para los “you shout”.

 

(I SHOUT!!) Motto ooki na (YOU SHOUT!!) chikara ni nare!
(WE SHOUT!!) Tayoru dake janaku mazu wa
(LET'S SHOUT!!) Hitori zutsu ga (BIG SHOUT!!) chikara ni nare!
(KEEP SHOUT!!) 
Sara naru shinka wo chikai atte
Yume no saki e tamerawazu ni

 

A penas terminaron, Kawahara golpeó a Kouki en el costado para que saliesen a cantar. El castaño le miró con los ojos y labios abiertos de par en par…. ---¿Cómo se le ocurría?... Su amigo le rogó y rogó mientras los otros presentes decidían quien saldría a continuación. Furi terminó por asentir con resignación cuando Koichi se colocó a uno de los perritos junto a su mejilla con ojitos de cachorro-mojado-bajo-la-lluvia.

 

Tal y como era de esperarse de su compañero fanático al anime, el chico eligió Trust me de Matsushita Yuya (pues era un acérrimo fan de Durarara).

 

Koichi comenzó con las primeras palabras rapeadas, mientras que Kouki cantó la primera estrofa. Su rostro lo sentía rojo y caliente de bochorno… oh, por dios, no puedo creer que esté haciendo esto… se decía cerrando los ojos con fuerza.

 

I'm here, soba ni iru kara
Call me, boku ga iru kara
Trust me, mou nani mo osorenaide
My dear, mienai ito de
Trust me, tsunagatte iru kara
Tada kanjite ite, kono nukumori

 

El castaño no se atrevió al comienzo a ver a nadie, mas cuando Kawahara empezó a cantar las siguientes líneas, no le quedó más opción que observar rápidamente a su público.

 

Con sorpresa vio que nadie se estaba burlando o riendo con sorna. Kuroko, por ejemplo, estaba moviendo la cabeza y hombros mientras se apoyaba en el brazo de Kagami, quien, por su parte, cantaba por lo bajo (Ajá~… un fanboy encubierto…); por otro lado,Reo movía la cabeza y hombres, sonriendo (al igual que Kise y Takao) Himuro miraba al peli morado y compartía un dulce largo de boca a boca…. Espera---… ¡¿qué?!... Y Akashi…

 

Akashi le miraba fija e intensamente.

 

Sus ojos parecían querer atravesarle, devorarle, derrumbarle y recogerle para romperle otra vez. Kouki sintió su corazón en la garganta por esos segundos de intercambio. Su estómago bajó y subió de manera vertiginosa. Su cabeza parecía querer explotar… Oh, por dios, se iba a desmayar… Respiró, inhaló y exhaló mientras seguía cantando… pero el pelirrojo seguía allí. Continuaba acosándole con esa mirada tan poderosa e intensa. Tan penetrante y autoritaria.

 

Kouki quiso hundirse y sumergirse en ellos para nunca volver… y por unos cuantos instantes, deseó, con fervor, que sólo le mirasen a él…

 

La canción, lamentablemente, llegó a su final, y el contacto terminó a penas y Furi dejó el micrófono y se sentó junto a sus amigos evitando encontrarse con el capitán de Rakuzan.

 

Después de ellos salieron los tres reyes destronados a cantar Kokoro Odoru de Nobodyknows. Y finalmente Aomine, Momoi y Fukuda se pararon para cantar It’s my life de Bon Jovi.

 

El humor, las risas y las bromas ahora lindaban en el aire como una segunda piel. Todos hablaban con todos. Lazos de amistad se formaron con el débil sol ocultándose, dando paso a una fría, pero alegre velada. Los cachorritos continuaban correteando por ahí, cada uno con un guardián que les custodiaba como verdadero dueño.

 

Kouki, mientras A Sky Full of Stars de Coldplay resonaba en el fondo, vio como Kawahara se unía a la conversación entre los chicos de Rakuzan y Shutoku cerca de la mesa y la comida (siendo rápidamente devorada por el tigre y el bebé de Yosen). El castaño sonrió antes de abrazar a Mimado contra su pecho y salir hasta el pasillo que daba al jardín bañado por la taciturna luz de la luna.

 

Con las piernas cruzadas y el cachorrito casi dormido en su regazo, subió la mirada hacia los despejados cielos. Su cuerpo tembló un poco cuando una heladísima ráfaga le golpeó de frente, mas se negó a levantarse para ir a buscar su bufanda (que ya hace horas se había sacado por el calor del cuarto) para así no perturbar al animal dormilón y calientito.

 

La verdad… es que este día estaba resultando ser mejor de lo que nunca esperó… Si bien es cierto el comienzo fue incómodo y tenso, los ánimos no tardaron en derretirse y adaptarse a las diversas personalidades de los presentes.

 

Quizás no todos los chicos que ahora estaban riendo y bromeando en el salón se convertirían en eternos y mejores amigos, pero nunca estaba demás socializar… o eso se dijo Furi acariciando con una sonrisa tierna a Mimado…

 

“Te resfriarás sino te cuidas apropiadamente” Escuchó esa voz antes de sentir como un peso cálido le envolvía desde su espalda. Volteando rápidamente el rostro, se encontró con Akashi tomando asiento a su lado con tranquilidad, como si lo hiciese todos los días.

 

Kouki vio como un abrigo, que no era el suyo, se le amoldaba al cuerpo desde su espalda.

 

Sin pensarlo demasiado, agarró los bordes y se envolvió más en él, disfrutando y aspirando el aroma varonil y suave que desprendía la tela… dios, huele magnifico… pensó con un evidente sonrojo en su cuello y mejillas. El chico a su lado estaba sentado de manera formal y rígida, mirando impasible y casi aburrido los cielos.

 

“P-pero… si yo tengo su chaqueta, entonces usted se va a resfriar” Le dijo en un susurro tímido, pero lo suficientemente alto para que se escuchase sobre la música que retumbaba atrás de ellos.

 

“No te preocupes por mi; además, te recuerdo que yo vivo en esta ciudad y, por consiguiente, estoy más acostumbrado a sus bajas temperaturas” Replicó volviendo sus ojos hacia él.

 

Akashi pareció observarle todo el rostro: sus cabellos ahora un poco más cortos, su nariz roja por el frío, sus labios resecos, su corta barbilla, sus mejillas, su cuello, sus hombros…

 

“¿Se-se estás divirtiendo?” Su tímida pregunta la hizo más para quitar esos ojos de su cuerpo que por verdadera curiosidad; ya que, sinceramente, habría que ser un idiota para no notar que el joven capitán estaba (al menos) complacido por el transcurso del día.

 

El pelirrojo, efectivamente, subió la mirada hasta sus ojos castaños, sonriéndole un poco antes de ladear la cabeza hacia atrás.

 

“De hecho, lo estoy” Respondió con suavidad. Kouki, sin saber por qué, sonrió atraído por esa aura tan ligera y brillante que destilaba el otro chico. Se sentía tan liviano… tan libre…. Tan cómodo… “Aunque no puedo decir que disfruto particularmente la música” Agregó cuando Play Hard de David Guetta y Ne-yo comenzó a sonar desde los poderosos parlantes.

 

Kouki rió por la respuesta, bajando la cabeza y cerrando los ojos con gracia. Una de sus manos fue hasta sus labios para detener las carcajadas, pero la mirada burlona del pelirrojo le divirtió más.

 

“¿Y qué música escuchas, entonces?” Inquirió con verdadera curiosidad (sin notar que había dejado el usted de lado), ya que Akashi no parecía el tipo de persona que se sentase en su habitación un tarde cualquiera con sus audífonos bien puestos sobre sus oídos para  perderse en el mundo de las notas; como el castaño admitía hacer algunas veces en las tardes o noches de solitud.

 

“Normalmente, si el tiempo me lo permite, música clásica; Rachmaninov  y Brahms son mis predilectos” Contestó después de fruncir los labios y voltear por unos cuantos segundos hacia el cielo mínimamente estrellado.  

 

“¿Sólo clásica? ¿En serio?” No pudo evitar decir con verdadera incredulidad al tiempo que se arropaba más contra la chaqueta e inclinaba el cuerpo hacia el pelirrojo.

 

“Admito que también tengo cierto gusto por bandas como Guns N' Roses o Van Halen” Kouki asintió de manera solemne mientras sonreía.

 

Sweet child o’mine, un clásico” Acotó con una sonrisa, ganándose enseguida una igual de suave dibujada en las blancas y simétricas facciones del pelirrojo.

 

“También me gustan algunas de The Doors” Continuó ahora con la cara en una pose de concentración. Kouki contrajo el rostro en velado disgusto.

 

“Ugh, no, nunca me han gustado” Nada más expulsar aquellas palabras, los ojos de Akashi se dispararon hacia el castaño con una fuerza profunda y oscura; mas diversión y sarcasmo les empañaba en todas sus aristas y, por tanto, menguando cualquier intento o aura amenazante que quisiese transmitir.

 

“No tienes gusto musical; no me extrañaría que fueses un acérrimo fan de One Direction” Se burló con sus ojos entrecerrados en sorna y arrogancia. Kouki abrió la boca y los ojos con alegría.

 

“¡Ajá! Pero sabes quienes son” Contraatacó moviendo uno de sus dedos hacia su dirección.

 

“Quizás no escucho demasiada música, pero te habrás dado cuenta de que no vivo bajo una piedra” Replicó con petulancia, moviendo y desplegando una mano para hacer referencia al vasto jardín y a la gran casa a sus espaldas.

 

Kouki bufó antes de voltear hacia el refinado joven con las cejas levantadas.

 

“Sí, claro. Apuesto que en la ducha te la pasas cantando Strong u otra parecida” Se burló sin pensar demasiado en sus palabras.

 

Akashi, ante los dichos, en seguida congeló su mueca divertida, dando paso a un gesto aparentemente curioso e inocente.

 

“¿Me imaginas en la ducha?” Preguntó, aguantándose una carcajada por ver al castaño casi explotar de vergüenza e impresión por su inesperada réplica. El rostro de Furihata se había puesto casi morado mientras el chico tartamudeaba y movía las manos y brazos como un robot descompuesto.

 

“¿Q-q-qué? ¡N-no---! ¡Claro que no! Sólo-sólo estaba intentando hacer una broma” Logró decir con la cara sudada y contraída en bochorno y mortificación… oh, por dios... trágame tierra… pensó bajando los ojos al cachorrito que aun seguía dormido en su regazo.

 

Sus dedos, aun temblando por la alteración y agitación brusca de su mente, acariciaron las orejas y pancita cálidas del animalito, intentado por todos los medios evitar la mirada del otro chico.

 

Mientras Rude de Magic! sonaba al fondo de la habitación, silencio cayó sobre ellos como una tela gruesa en el teatro. Kouki tragó al tiempo que observaba sus dedos con renovado interés, sintiendo los ojos  intensos del otro joven.

 

“Mmm~…” Murmuró el ex capitán de Teiko. Furi se quedó petrificado cuando el otro cuerpo se pegó a su brazo para-nada sutilmente. “…No me molestaría si lo hicieras” Le susurró muy cerca de su oído.

 

¡Qué--qué-!..

 

¿Esto es una broma, verdad?... Esto es un sueño… ¡Una pesadilla!...

 

Maldición ¡Despierta, despierta!… Esto NO puede estar pasando… Que alguien, por favor, me pellizque y saque de aquí… dios mío… esto no es real…

 

Esto NO es real…

 

No puede serlo…

 

¡Exacto!... Esto NO podía ser cierto…

 

¡De seguro el pelirrojo estaba bromeando! ¡Estaba tomándole el pelo!...

 

¡Por supuesto!… Kouki quiso abofetearse mentalmente por preocuparse tanto, pues obviamente Akashi (sintiéndose un poquitín malvado y cruel) había decidido jugarle una broma; y qué mejor que coquetearle con descaro.

 

Por lo anterior, y sin ganas de ofender al emperador, el castaño se preguntó si debería seguir la corriente y continuar la broma, no obstante… ¿qué pasa si el emperador le malentendía y creía que él, de hecho, estaba flirteando de vuelta?... Hummh---… Mejor ir por lo seguro.

 

“N-nunca creí que le escucharía hacer una broma, Akashi-san” Replicó volviendo el rostro hacia el pelirrojo a unos pocos centímetros del suyo.

 

Kouki, aun sintiendo su rostro arder, ladeó la cara en confusión cuando vio al chico fruncir el ceño y observarle con enfado evidente y mal controlado

 

¿Y ahora qué hice…? se preguntó cuando Akashi se alejó con brusquedad a su lugar, cruzaba sus piernas y fijaba la mirada en el cielo nocturno con esa careta tan distante y estoica que le caracterizaba.

 

Esta vez la incomodidad que les envolvió fue más tensa e incómoda que todas las veces anteriores (excepto, por supuesto, esa innombrable vez que se conocieron en la WC el año pasado). Furi no sabía cómo, pero estaba seguro de que algo que él había hecho o dicho había irritado al emperador. ¿Pero qué?, es lo que se preguntaba viendo al pelirrojo de soslayo.  

 

“¿Akashi-san va a pasar la navidad aquí en Kioto?” Preguntó con timidez, sólo para hacer conversación.

 

“Si” Respondió cortante.

 

El castaño abrió los labios con tristeza cuando notó que el otro joven no se explayaría más en su contestación. Sus manos comenzaron a juguetear con sus dedos. Se mordió los labios y cerró los ojos en un intento por controlarse… ¿Debería pedir perdón…? ¿Debería rogarle y pedir disculpas aunque no tenía ni idea de lo que había hecho…?

 

Kouki, como en un paisaje lejano y extraño a él, escuchó al resto de los muchachos cantando la canción que ahora resonaba con fuerza por los parlantes. Sus ojos castaños, tan grandes pero al mismo tiempo tan pequeños, se volvieron al pelirrojo para sonreír con timidez.

 

“Ah, ya veo” Replicó asintiendo con una expresión amable y sumisa.

 

Akashi volteó con lentitud hacía él, encontrándose con ese rostro tierno y dulce dedicado sólo para sus ojos. Tan inocente y anhelante por ser corrompido. Seijuurou deseó poder acercarse a él. Anheló pegarse al otro cuerpo y apretarlo contra su pecho. Quería estrujarlo contra su cuerpo y disfrutar de su calor.

 

El pelirrojo inhaló con profundidad para controlarse, para mantener en línea sus pensamientos y ansias, pero el hecho de que ese simple niño estuviese abrazando tan cómodamente  su chaqueta… no ayudaba demasiado a su descontrolado deseo.

 

El ex capitán de los milagros no tenía ni idea cómo esto había pasado.

 

No se supone que algo como esto ocurriría. No iba de acuerdo a sus planes, a sus proyecciones, a sus conclusiones. Furihata Kouki era un muchacho mediocre y ordinario; totalmente promedio y escandalosamente normal…. Y aun así, él estaba aquí… sentado a su lado y deseando casi como un idiota desesperado que el castaño le siguiese viendo de esa manera tan amable y cálida.

 

Akashi, hasta que había conocido a Kouki, nunca había imaginado que la simple mirada de alguien podría encenderle todo el cuerpo.

 

El pelirrojo sabía, por supuesto, que estas sensaciones que estaba experimentando habían hace ya tiempo sobrepasado y borrado los límites de la amistad, pues nunca se había sentido así respecto a ninguno de sus amigos y compañeros de equipo.

 

Decir que sólo le irritaba y perturbaba que esto le estuviese pasando con un hombre era, honestamente, subestimar su tolerancia. Claro, el educado y estoico jovencito no pensaba mal o tenía nada en contra de los homosexuales, pero pensar que ello podría pasarle a él… simplemente nunca lo imaginó, esperó o vaticinó…

 

Esto había llegado como una total sorpresa; como un torbellino violento y sin misericordia. Como un terremoto catastrófico y cruel. El piso debajo de sus pies seguía moviéndose; seguía desestabilizándole… y eso le frustraba, le enfurecía, le incomodaba….

 

Una parte de él, muy fuerte y dominante dentro de su cabeza, le ordenaba que se parase; que se alejase y nunca más volviese a dejar sus ojos sobre ese ordinario chico; él simplemente no estaba a su nivel… pero otra parte… no tan alta, no tan autoritaria, no tan poderosa, le seguía susurrando que se quedase. Que continuara sentado junto a este castaño; que siguiese viéndole y disfrutando de sus variadas y múltiples expresiones; como ésta que vestía en estos momentos: tan abochornada, tímida y nerviosa, pero también extremadamente cálida y dulce.

 

Esa primera voz de mando, Seijuurou la conocía muy bien… pues era la voz que había despertado y tomado forma en Teiko; era esa voz y personalidad que cobró vida una vez que Atsushi estuvo a punto de derrotarle.

 

Quédate…

 

Aléjate…

 

Escuchó al unísono. Ambas esta vez tomaron más vigor y resonancia. ¿Qué hacer…? Se preguntó con los ojos aun fijos en Furihata.

 

El castaño se mordió los labios y bajó la mirada hacia el perro durmiendo en su regazo. Akashi, inconscientemente, acercó su cuerpo un poco más al otro presente. Sus manos pálidas, colocadas impecablemente entre sus piernas, se apoyaron en sus rodillas cuando observaron los ojos tristes del otro chico.

 

Seijuurou apretó la quijada cuando vio aquello... Nada… nunca… debería hacer a Kouki infeliz…

 

“Todos los años mi padre y yo asistimos a eventos de etiqueta con los socios de nuestra empresa” Dijo para llamar la atención de castaño cuando Shower de Becky G comenzó a sonar desde el salón. El corazón siempre estable y controlado de Akashi bombeó con desesperación cuando Kouki alzó el rostro con una sonrisa tímida…

 

Ahí estaba… Esa calidez… ese calor abrazándole… Esa ternura bañándole.

 

“Suena-suena interesante” Comentó el número 12 de Seirin con titubeo. El pelirrojo quiso reír con su respuesta, sabiendo que sólo lo decía por cortesía. Sorprendentemente… el emperador ignoró a ambas voces, decidiendo sólo seguir a sus instintos… a su corazón…

 

“No lo es; es increíblemente aburrido”  Replicó con una mueca de lado que pretendía ser una sonrisa desagradable. Kouki asintió despacio antes de comenzar a jugar otra vez con sus dedos. “… ¿Y tu?” Inquirió con verdadera curiosidad e interés.

 

Preguntó por el interés que le causaba el saber qué haría el castaño para esas fechas… Y en realidad, Akashi sólo quería saber y aprender todo de Kouki.

 

“Como todos los años, cenaré con mi familia… osea con mis abuelos paternos, los maternos, también con mis tíos, mis primos... Navidad en mi casa es de esos eventos en los que toooda la familia se junta… es un verdadero caos...” Le dijo haciendo gestos con sus manos y boca mientras sonreía con ternura.

 

Seijuurou sintió un apretó en el corazón al imaginarse la escena: tan familiar y tan hogareña… tan extraña y distante para él.

 

“Suena entretenido” Murmuró sonriendo un poco con un tono de voz que hasta para sus oídos se escuchaba amargo. Akashi sintió los ojos fijos de Furihata sobre su rostro, razón por la volteó hacia él con aparente indiferencia.

 

“Lo es al principio… pero cuando ya estás muuuerto de sueño, no tienes idea dónde dormir, porque todo está ocupado; o si tienes hambre a mitad de la noche, mala suerte, ya no queda nada… Y ni te imaginas el desastre que es la casa cuando todos se van… es horrible” Le contó con exageración.

 

El pelirrojo rió mientras se colocaba su mano un poco curvada sobre sus sonrientes labios. Furihata le observó con las mejillas infladas por unos segundos antes de voltear hacia el cachorrito.

 

Akashi le vio jugar con los cabellos del perro por unos minutos. Sus ojos magenta se desviaron luego a los cielos. Había tan pocas estrellas, pero las que podían contemplarse brillaban con resplandor y elegancia.

 

“…Hace años que no veo a mis abuelos maternos” Comentó con supuesta ligereza después de unos minutos de silencio. Akashi, claro, no esperaba compasión o pena por parte del castaño. Su declaración sólo había sido eso: entrega de información… pues, si bien quería saber todo de Kouki, también deseaba que éste le conociese con la misma intensidad. 

 

“¿Alguna vez se ha juntado en navidad con sus amigos?” Furihata replicó con curiosidad. Akashi volteó hacia él para negar con la cabeza, agradeciendo en su fuero interno el que haya cambiado de tema.

 

“No” Respondió en voz alta también, con el cuerpo ligeramente inclinado hacia adelante.

 

“Yo estaba pensando este año salir con Fukuda y Koichi, pero no sé si van a poder…” Dijo con una pequeña sonrisa y mueca de concentración en sus planes navideños…

 

Akashi observó con intensidad a Kouki antes de voltear hacia la habitación atrás de ellos, donde esos dos chicos reían y hablaban con sus compañeros de equipo…Mmmh…. ¿Reunirse con los… amigos…en navidad?... Seijuurou ponderó por unos momentos la idea de ordenarles a todos los presentes congregarse la noche del 24 en Tokio para celebrar, sin embargo… la desagradable imagen de la última salida que tuvieron en aquella ciudad se le pegó en la retina con irritación.

 

El pelirrojo aun podía recordar lo horrible que se había sentido cuando en ese local de mala muerte que habían elegido Taiga, Tetsuya y ese otro chico rapado, Kouki se había quedado mirando a Satsuki como un adolescente idiota y hormonal. El nudo en su estómago y la bilis subiéndole por la garganta fue una sensación que nunca más en su joven vida quería volver a experimentar; especialmente las ansias casi homicidas dirigidas hacia Furihata y Satsuki.

 

Por lo anterior fue por la que esa vez levantó con tanta premura, sabiendo que si permanecía un segundo más presenciando esa aberrante escena (de como el castaño se derretía de ilusiones presumiblemente indecentes), entonces haría algo de lo que quizás se arrepentiría más tarde.

 

Ese mismo día, después de salir de la tienda, el pelirrojo había liderado a Atsushi a la cancha de baloncesto más cercana para jugar por un rato (alias, para liberar tensiones y pensamientos oscuros). Por suerte el tapar y ganar humillantemente al gigante le había dejado de buen humor para regresar a casa y mandar un mensaje de texto a sus compañeros…

 

Y si… lo admitía… a propósito se había negado a mandarle uno a Kouki… porque quería que el niño sufriese y se revolviera en dudas…

 

Y el emperador esperaba con ansias el haber logrado su cometido.

 

Pensando en eso es que meditó por unos minutos sobre la situación: Por supuesto zafarse de la obligaciones para con su padre estaba fuera de discusión; primero, porque su progenitor nunca lo avalaría, y segundo, porque el sentido de responsabilidad, deber y compromiso arraigados en el pelirrojo eran demasiado imponentes como para desligarse de importantes eventos que se repetirían con frecuencia en su futuro laboral.

 

Pero después de esa… fiesta… no tenía nada que hacer…

 

“No estoy completamente informado, pero tengo la ligera impresión de que la fiesta navideña a la que tengo que atender este año… es en Tokio” Dijo con una mirada calculadora y fría. Kouki le observó con curiosidad y emoción.

 

El corazón de Akashi volvió a retumbar con anticipación; su pecho se apretó y sus manos se juntaron para no extenderlas hasta el otro joven.

 

“¿Entonces por qué no le dice a Kuroko y al resto de los chicos que se junten? Pueden salir después de su evento…” Le sugirió con una sonrisa inocente...

 

¿Era su idea… o Kouki se estaba excluyendo de los planes?

 

De ninguna manera. Esta noche ya estaba decidida.

 

“¿Una salida con todos nosotros… juntos?” Preguntó con una orden implícita en su voz estoica y autoritaria. El castaño tembló y abrió la boca varias veces sin responder. Seijuurou no se sintió culpable o particularmente mal por llevarle a este estado nervioso, pues lo importante era lograr su cometido.

 

“A-ah, sí-si… a-algo así…” Eventualmente le contestó, aceptando su propuesta. El pelirrojo sonrió un poco con altanería antes de voltear el rostro hacia el cielo.

 

“Lo consultaré con mi padre” Comentó como quien no quiere la cosa, aunque en realidad en su mente estaba preparando el discurso y estrategia a presentar a su progenitor, quien probablemente no le negaría la petición si lo hacía con las palabras adecuadas.

 

“Creo que ya deberíamos entrar, Akashi-san; está haciendo mucho frío” Dijo Furihata abrazándose un poco más contra el calor de su abrigo.

 

“¿Quieres otra chaqueta?” Le preguntó con el ceño fruncido.

 

“¡A-ah, no-no gracias! Estoy bien así-”

 

Mientras el castaño se revolvía en disculpas y excusas, Akashi escuchó la voz de sus ex compañeros de equipo hablar y discutir cerca de ellos (en lo que probablemente suponían eran susurros). El pelirrojo se abstuvo y controló para no rodar los ojos en irritación o suspirar.

 

¿Acaso no veían que estaba… ocupado?

 

“Y por qué tengo que ir yo---” Escuchó el lloriqueo exagerado del copia perfecta.

 

“Porque con tus ojos de cachorro te va a perdonar, Kise-kun” Contestó Tetsuya con su siempre impávido tono de voz.

 

“¡Pero ya va a ser la segunda vez que les interrumpo!” Alegó Ryouta. Seijuurou, adivinando lo que pretendían esos tontos, apretó los puños y preparó a sus ojos para recibir con fuego al inminente intruso.

 

“Anda, idiota” Dijo esta vez Midorima. Akashi negó en su fuero interno con decepción al escuchar a su más querido amigo involucrado en estas niñeras.

 

“Que injusto” Gimió el rubio de Kaijo antes de avanzar hasta el pasillo donde Kouki y Seijuurou estaban sentados lado a lado. “… ¿Akashicchi?” Llamó con inusual timidez el hiperactivo modelo. El pelirrojo, tal y como había planeado, subió sus ojos con tal poder y oscuridad hacia el alto muchacho, que en seguida éste colocó ambos brazos sobre su rostro en urgencia y presunta defensa. “¡Perdón~! Los demás me obligaron, lo juro…” Desde la habitación se escucharon diversos alegatos y gritos de ¡traidor!... mas Seijuurou continuó frío e impenetrable, intentando aun quebrar con la fuerza de su mirada al jugador.

 

“¿Qué ocurre?” Su voz, baja, sedosa y amenazante, dejó incluso a Kouki tieso en su lugar (incluso los perritos habían dejado de correr por la habitación).

 

“Eh--, es que queríamos saber si vas a abrir los regalos” Ryouta respondió sonriéndole como niño inocente. Akashi casi suspiró cuando concluyó que, tal y como había dicho el sexto jugador fantasma, era casi imposible estar mucho tiempo enfadado con el modelo, especialmente cuando ponía esa cara de cachorrito.

 

“Los abriré ahora” Respondió con cansancio.

 

“¡Bien!” Exclamó con entusiasmo el rubio antes de entrar al salón.

 

“Akashi-san” Le llamó el castaño cuando Akashi se ponía de pie y extendía una mano para ayudar al otro chico a levantarse. El pelirrojo levantó una ceja en señal para que continuara, pero Kouki bajó la mirada hacia el perrito y al suelo con evidente timidez. Seijuurou frunció el ceño y se acercó un poco más… Cuando sólo unos centímetros les separaban, Furi le observó con las mejillas tiernamente pintadas de rosado. “Es que… mi regalo es suuper simple… y… no sé… me da un poco de vergüenza” Admitió frunciendo los labios.

 

Akashi casi rió al escuchar lo anterior, pensando que era algo grave.

 

“Los regalos para mí son irrelevantes… lo importante es que todos ustedes están aquí”… que tu estés aquí, quiso decirle en su lugar, pero creyó que era demasiado cursi y directo, y que lo más probable es que espantase o traumatizara al joven de-por-si nervioso.

 

Kouki, creyendo en sus palabras, sonrió y asintió varias veces antes de ambos encaminarse al cuarto, donde todos intentaban verles con supuesta discreción. Akashi les miró de vuelta con advertencia… (Al parecer un cruel castigo se veía en las cercanías).

 

Mientras Holding onto Heaven de Foxes y Kove sonaba de fondo, todos los jóvenes se sentaron alrededor del cumpleañero para ver mejor las cosas que había recibido.

 

Kise, como era de esperarse, agarró con entusiasmo su paquete y casi se lo tiró, rompió y pasó al bajo pelirrojo. Akashi sonrió y agradeció cuando encontró dentro del envoltorio un elegante y modesto (pero estiloso) sweater gris oscuro.

 

De parte de Tetsuya y Taiga recibió prácticamente todo tipo de protectores para jugar: muñequeras, bandas para la cabeza (ante ello levantó una ceja), para sus codos, pantorrillas (¡Como los Kasamatsu-sempai!, gritó el modelo) y todo tipo de vendajes.

 

Shintaro y Kazunari le dieron, probablemente coaccionado y por instigación del primero, un espectacular y clásico tablero de Shogi. Akashi observó por unos momentos al peli verde, preguntándose cuánto habría gastado en semejante reliquia, mas el jugador de Shutoku le quitó importancia al mover sus anteojos y desviar la mirada con un pálido sonrojo en sus pómulos (todos rieron discretamente ante ello). Tatsuya y Atsushi le dieron todo tipo de dulces y un pastel gigante preparado por ambos. Aomine y Momoi le regalaron unas zapatillas deportivas. Sus compañeros de Rakuzan le regalaron un conjunto original del equipo de baloncesto norteamericano que más admiraba. Y finalmente Kawahara, Fukuda y Kouki le acercaron una pequeña bolsita rojo oscuro.

 

Seijuurou se abstuvo de sonreír cuando vio lo nervioso que estaba al castaño viéndole abrir el paquete con una lentitud dramática. Cuando bajó el rostro para mirar el contenido, la pequeña sonrisa que ansiaba dibujarse en sus labios ya no pudo aguantarla (y sinceramente, tampoco quería).

 

Efectivamente, era un presente simple y nada extraordinario, pero era de parte de Kouki, y eso era lo que importaba. Sus blancas manos con cuidado removieron la bufanda granate que estaba doblada impecablemente en la bolsa. La tela era suave y gruesa al tacto, perfecta para estas bajas temperaturas… La sacó, desenvolvió y enrolló alrededor de su cuello.

 

“Perfecto” Susurró lo suficientemente alto para que Furi le escuchase. El castaño, tal y como el pelirrojo esperaba, se coloreó de pies a cabeza, casi saliendo humo de sus orejas. Cuando Akashi estaba a punto de dejar la bolsa a un lado, notó que en su interior había otro objeto pequeño. Con el ceño fruncido en curiosidad, metió la mano y sacó un… mini leoncito… de esas figuritas que se cuelgan en el celular.

 

“¡Que tierno~!” Exclamó Ryouta acercándose para verlo mejor.

 

“¡Tch! ¿Qué tiene de tierno un león?” Se quejó Kagami apoyando las palmas de sus manos tras su espalda.

 

“Ahora ya sabes que regalarle a Furihata-kun en su cumpleaños, Akashi-kun” El capitán de Rakuzan estaba tan embebido observando a Kouki, que volteó a Kuroko con cierta sorpresa. El peli celeste al ver su casi imperceptible confusión, sonrió como sólo Tetsuya puede hacerlo… “La figurita de un chihuahua”

 

“¡¿Qué, por qué?!” Furi alegó aun más (si es que posible) sonrojado. Todos a su alrededor rieron al entender la referencia. Al ver que todos se estaban burlando de una broma que claramente él no entendía, el castaño se cruzó de brazos y volteó la mirada en un pequeño berrinche.

 

Seijuurou sonrió al pensar que en esta habitación no sólo había un mimado. El pelirrojo se acomodó mejor la bufanda e instaló al leoncito inmediatamente en su celular. Furihata intentaba observarle con disimulo desde su lugar, lo cual por supuesto no funcionó, ya que Akashi le atrapó cada vez en el acto.

 

Cuando ya todos empezaron a hablar y disfrutar la velada, resonó por los parlantes Strong de One Direction, y ni Kouki ni Akashi pudieron evitar reír (el segundo discretamente, por supuesto) mientras se miraban.

 

Ninguno de los otros presentes entendió por qué…     

 

.

 

.

 

Furi nunca pensó que el hecho de separase y dejar ir a alguno de los perritos que encontró hace ya casi dos semanas le dolería de manera tan afilada y profunda como ahora.

 

Sus manos, apretadas a sus costados, luchaban para no extenderse y arrebatar el cachorro de los brazos de su nuevo dueño (o bueno… pseudo-dueño).

 

Aguatando un suspiro triste, el castaño sonrió con timidez mientras movía el brazo en despedida hacia el muchacho peli azul que se alejaba calle abajo con una de los animalitos refugiado en su pecho y con una correa y lazo amarillo.

 

Honestamente, Kouki había quedado petrificado y sorprendido cuando dos días antes de navidad (que era hoy) recibió una llamada del mismísimo Aomine Daiki. El joven ace de Too(después de haber robado su número del celular de Tetsu)había llamado para preguntarle sobre la aun disponibilidad de los perritos, específicamente de aquel que parecía tan encariñado con Kise-kun para regalárselo en navidad. Kouki, después de superar su primer estupor, tartamudeó que  - con mal controlado entusiasmo -.

 

El jugador del Tirano Ascendente, no obstante, le preguntó si podía ir a buscarlo ese misma Nochebuena, pues su pequeño departamento no era el más adecuado para cuidar a animales. El castaño, entendiendo a la perfección, le dictó su dirección y recomendó que viniese a buscarlo antes de las 5 ó 6 de la tarde.

 

Y por lo anterior es que ahora el número 12 de Seirin veía a uno de los revoltosos enanos desaparecer en la lejanía. Aunque en su pecho todavía un nudo doloroso pretendía ahogarle, Furi sonrió con verdadera felicidad, pues sabía que el jovencito rubio se haría cargo del cachorro, dándole quizás demasiado amor, afecto y atención.

 

“¡Kouki! Entra ya o te vas a congelar ahí afuera” Llamó su madre desde la puerta de entrada con ambas manos refregando sus brazos. Furi asintió y corrió adentro para seguir ayudando a ordenar y preparar todo para las visitas que no tardaban en arribar.

 

Con los cuatro cachorritos corriendo de aquí para allá, Akina y él comenzaron a mover los sillones, instalar el equipo de música, agrandar la mesa y mover las sillas cerca del comedor (aunque lo más probable es que igual los más jóvenes terminarían rezagados en el living por falta de espacio). Terminado lo anterior, fue a la cocina para ayudar en la cena y postre que su mamá cada año se esmeraba por superar.

 

No mucho después, tal y como habían esperado, los familiares comenzaron a llegar con ruido y miles de regalos (que la niña castaña veía como un dragón codicia el oro)

 

Mientras Kouki jugaba con sus tres primos en la play dentro de su cuarto (cada uno con un perrito en sus piernas), el castaño miró la hora de su reloj casi con ansiedad. 19:56, marcaba éste. Con un suspiro, volvió la vista a la pantalla de su televisor donde su primo mayor le pateaba el trasero al menor en un juego de carreras.

 

“¿Qué tanto miras la hora? ¿Acaso tienes una cita en la noche~?” Le preguntó con una sonrisa burlona el más grande de ellos (de 19 años), muy parecido en aspecto a Kouki, a excepción de sus cabellos más cortos y negros. Sus otros dos primos rieron por la cara roja y ya casi morada del dueño de casa.

 

“¡N-no! Nada que ver, es que como a las 11 voy a juntarme con unos amigos” Respondió al recordar la conversación telefónica que había tenido con Kuroko el día de ayer, en la cual habían acordado que se juntarían a la hora ya mencionada fuera de uno de las cafeterias más codiciadas y populares del centro de Tokio. Furi sabía, por supuesto, que ello era sólo un punto de encuentro (esperaba, en realidad), pues él ni en un millón de años podría costear ni una servilleta en ese exclusivo local; en esa tienda, además, para estas fechas (tanto navidad como año nuevo) se debía prácticamente matar a alguien para conseguir una mesa.

 

Kouki, mientras recibía el mando para jugar en su turno, pensó que probablemente con los jóvenes que pudiesen ir el día de hoy, caminarían por la ciudad, disfrutarían de la compañía y quizás después buscarían algún lugar para servirse algo.

 

El castaño, mordiéndose la lengua en mediana concentración, contó mentalmente la cantidad de chicos que se juntarían más tarde. Se supone que estarían todos los milagros, y por supuesto Momoi y Kuroko, y claro, como estaba este último, entonces asistiría Kagami; sumados Koichi y Fukuda. Quizás también los compañeros Midorima-san y Murasakibara-san.

 

En conclusión… eran bastantes…

 

Cerca de una hora y media más tarde, la madre de Kouki les llamó para cenar. Tal y como los Furihata habían pensado cuando ordenaban la casa, no todos pudieron sentarse en la mesa principal, por lo que todos los presentes debajo de 20 años terminaron sentados en la sala con sus bandejas y platos de comida.

 

Kouki rió, conversó y disfrutó del momento y ambiente familiar, especialmente cuando una de sus tías colocó un CD de música navideña, ya que la mayoría de los adultos comenzaron a cantar horriblemente, causando las exageradas risas de los menores.

 

Cuando ya su celular marcó las 22:36, Furi sabía que iba atrasado, por lo que se apresuró en colocarse su abrigo gris y bufanda. Se despidió con un beso de su madre, un abrazo apretado a los cachorritos y con una sonrisa al resto de su familia.

 

Para no tardar más de lo que ya demoraría, se subió al primer autobús que pasó por las casi desiertas calles. Le deseó al conductor una feliz navidad, y se sentó en un lugar vacío con el corazón latiendo a mil por hora. Y no… no era porque estaba apurado…

 

Estaba nervioso. Muy alterado. Extremadamente frenético. Visiblemente agitado. Internamente ansioso. Desesperado… Y honestamente, no tenía ni idea del por qué, pues había visto a sus amigos hace sólo dos días atrás. Incluso, había hablado con Kawahara hace sólo unas horas antes y todo parecía ir bien… ¿Era, acaso, porqué se vería con los milagros?... Kouki por unos momentos concluyó que así era.

 

…Aunque, si bien es cierto durante un tiempo creyó que el estar cerca de tan prodigiosos chicos le intimidaba bastante; tanto así que su cuerpo parecía convertirse en una masa de gelatina… ahora… Ahora entendía y sabía que esos cinco jóvenes eran simplemente humanos.

 

Sentían y sufrían. Ganaban y perdían. Reían y lloraban. Como todo el resto.

 

Por lo anterior es que ahora no le incomodaba o dejaba traumado el sólo hecho de pensar que tendría que compartir el aire con uno (o todos ellos).

 

Excepto--… excepto Akashi…

 

Con el capitán de Rakuzan, Furi aun seguía experimentando ese desagradable sudor en las manos, ese temblor en sus rodillas, ese efecto de montaña rusa en su estómago y cabeza. Cuando estaba cerca del pelirrojo, todo parecía dar vueltas y vueltas; todo giraba y se descontrolaba… pero, era una impredecibilidad que Kouki disfrutaba; era una emoción que le hacía sentir más vivo y más despierto que nunca.

 

Estar cerca de Akashi era como despertar de nuevo; como respirar por primera vez; como abrir los ojos a un mundo ajeno, pero excitante… Estar con él le causaba cosquillas en la piel. Calor en su interior. Nudos en su pecho. Temblor en sus manos. Resequedad en los labios.

 

Con sólo ver a Akashi Seijuurou, Furihata Kouki sentía que su siempre normal y simple mundo… lograba brillar con su magnificencia…

 

Suspirando con molestia por el hilo de sus pensamientos, el castaño se paró para bajar en la siguiente parada. Su celular marcaba las 23:14 cuando se acercaba con pasos apresurados hacia el café ubicado en la siguiente cuadra. Mientras Kouki esperaba el cambio de luz en el semáforo, sus ojos intentaron escanear el área en busca de un gran y multicolor grupo de jóvenes fuera del café al frente, mas… sólo unas desoladas mesas se encontraban allí. Sin poder evitarlo, frunció el ceño en preocupación…

 

¿Podría ser que ya todos se habían ido…?... ¿O quizás nadie llegaba aun?

 

Sin querer llegar conclusiones erróneas, a penas la luz dio verde avanzó hasta la elegante entrada de vidrio del local al cual no entraría. Sus ojos castaños miraron de lado a lado, pero nadie estaba ahí.

 

Mordiéndose el labio inferior y acomodando su bufanda por el indecente frío, sacó su celular para ver por alguna llamada perdida o mensaje de texto no leído. Al no encontrar ninguno de los dos, buscó en sus contactos por Kuroko.

 

“Furihata-kun” La cabeza de Kouki se alzó tan rápido, que el número 12 estaba seguro que escuchó un pequeño crack por ahí en su cuello.

 

Allí, al frente de él, se encontraba Akashi vestido impecablemente en un traje de tres piezas gris oscuro, más una corbata roja que combinaba perfectamente con la bufanda granate rodeando su esbelto cuello. Un grueso abrigo negro abierto parecía abrigarle de las bajas temperaturas, mientras que sus pálidas manos yacían protegidas bajo unos elegantes guantes de presumible cuero.

 

Kouki, simplemente dándole una rápida mirada, se sintió como un pordiosero a su lado.

 

Las mejillas del castaño se sonrojaron al verle tan apuesto; aunque era de esperarse, pues, si mal no recordaba, el pelirrojo venía de un evento social importante, y además… para qué mentir… El ex capitán de los milagros se veía atractivo y guapo no importe lo que usase.

 

Furi apretó los puños al pensar de esa manera tan vergonzosa.

 

“A-Akashi-san ¡Feliz Navidad!” Exclamó con una sonrisa que esperaba pudiese distraer al otro joven de su abochornada expresión. El emperador le correspondió con una pequeña mueca antes de acercarse lentamente a su lado.

 

Furi casi cerró los ojos cuando el aroma intoxicante, varonil y adictivo del pelirrojo ingresó por sus fosas nasales y piel.

 

Kouki, sin notarlo, se lamió los labios mientras observaba al pelirrojo, gesto que por supuesto, no pasó desapercibido por el pelirrojo.

 

“Feliz Navidad para ti también; espero que no hayas esperado demasiado” Replicó con neutralidad y fría amabilidad. Furi no se inmutó o desmotivó por lo anterior, sabiendo que ese tono de voz era completamente normal en el pelirrojo.

 

“No, para nada; acabo de llegar. Y que suerte, porque nadie más ha llegado” Respondió con una sonrisa tímida. No obstante, Kouki se quedó un poco preocupado cuando Akashi le vio fijamente a los ojos con aparente confusión.  

 

“¿Tetsuya no te avisó?” Le preguntó el educado joven.

 

“¿Qué-qué cosa?” Su corazón, nervioso por naturaleza, comenzó a retumbar con fuerza dentro de sus costillas. Un sentimiento incómodo, su instinto de supervivencia, los pelos de sus brazos… todo su cuerpo le estaba advirtiendo que algo se avecinaba, pero el castaño no podía adivinar de qué se trataba.

 

¿Podría ser que algo malo le había ocurrido a alguno de los chicos?... oh, por dios… y ellos dos aquí perdiendo el tiempo…

 

“Al parecer por múltiples inconvenientes, nadie máspuede venir” Le interrumpió Akashi con su tono de voz impasible y formal. Su rostro, estoico e indiferente, le observaba con sus ojos brillando. Furi creyó ver cierto grado de diversión… de burla… pero lo adjudicó a su imaginación cuando el emperador le siguió mirando en espera de una respuesta.

 

“¿Q-qué?... Pero-pero si hablé con Koichi en la tarde y no me comentó nada” Salió de sus labios con incomodidad.

 

¿Cómo podía ser eso posible? Ni Kawahara ni Fukuda le habían dicho nada, ni con una llamada o un corto mensaje de texto.

 

“Es probable que algo se les presentó recientemente” Comentó con ligereza. Pero Kouki tragó antes de buscar el celular en uno de sus bolsillos. Sus manos temblaban y sus palmas sudaban.

 

“Mejor los llamo” Susurró sacando el aparato y desbloqueándolo, sin embargo, cuando su dedo buscaba entre su lista de contactos, una mano enguantada envolvió con firmeza su muñeca. Kouki miró con sorpresa, confusión y vergüenza al ex capitán de Teiko, pero se arrepintió al instanteAkashi lucía terrorífico con esos ojos intensos atravesándole casi con crueldad. Sus labios, en una línea severa no le dejaron dudas de su parcial enfado. La fuerza del agarre, además, era suficiente para dejar en claro qué había hecho algo mal.

 

“¿Acaso no confías en mi palabra, Furihata-kun?” Inquirió en voz baja, ronca y casi peligrosa. Los labios de Kouki se abrieron y resecaron al tiempo que observaba al pelirrojo con evidente miedo. Tragó varias veces antes de negar efusivamente con la cabeza.

 

“A-ah… Yo, o-obvio que confío en usted, pero-” Intentó responder cuando encontró las bolas para hablar nuevamente; solo ahí Akashi le liberó del apretado y casi doloroso agarre.

 

“Entonces no perdamos más tiempo y entremos” Dijo con autoridad mientras se acomodaba el abrigo y bufanda con movimientos calculados y refinados.

 

“¿Qué—a dónde?” No pudo evitar tartamudear con estupor; ese sentimiento desagradable de nuevo le revolvió el estómago mientras observaba como Akashi levantaba una ceja.

 

“Al café, por supuesto” Respondió como si fuese obvio. Kouki casi se atragantó con su propio aire.

 

“¡P-pero Akashi-san! Este lugar es súper exclusivo y costoso… y no creo que hayan mesas, además, aunque las hubiesen… yo no… no-no traje suficiente dinero para pagar algo de aquí” Susurrando con obvia vergüenza lo último, sus puños se apretaron de pura frustración, sintiendo como sus orejas, cuello y mejillas estaban ridículamente rojas del bochorno.

 

Nunca… en toda su vida… se había sentido tan… inferior y poca cosa al lado de alguien (ni siquiera esa vez en las escaleras del estadio de la WC)

 

“Tonterías; yo te invito” Replicó Akashi como si no fuese la gran cosa. Furi frunció un poco el ceño al escuchar aquello. El castaño sabía, claro, que no debería discutirle a alguien como el capitán de Rakuzan, pero su declaración no había hecho más que humillarle y hacerle sentir como un simple objeto que puede cargarse de aquí y para allá

 

Akashi, por otro lado, viendo los ojos enfadados de Kouki, decidió interrumpirle para evitar cualquier insulsa confrontación

 

“…Furihata-kun, ya te habrás dado cuenta de que la noche está muy fría para andar deambulando por las calles, y honestamente, en el evento al que acabo de asistir sólo sirvieron pequeños canapés que hicieron muy poco para saciar mi apetito” Continuó después de suspirar con agotamiento. Sus ojos se cerraron por unos segundos cuando llevó uno de sus pulgares e índice al puente de su nariz.

 

Kouki, como por arte de magia, sintió toda el enojo desaparecer y esfumarse en el aire, para dar paso a irritación hacia sí mismo y su maldito egoísmo…

 

“O-oh, l-lo lamento” Se disculpó con los ojos fijos en el piso bajo sus gastados botines.

 

“No hay razón para disculparse; mejor entremos” Refutó junto a un gesto de su mano.

 

Seijuurou, con una sonrisa arrogante crepitando en las aristas de sus labios, apretó la quijada para evitar cualquier señal o muestra de diversión mientras ingresaban al café con un caminar pausado y regio, viendo de soslayo como Kouki iba detrás de su espalda avanzando de manera titubeante y tímida, con sus grandes ojos castaños observando todo con inocente curiosidad e incredulidad…

 

Era demasiado irresistible…

 

Al acercarse al mostrador, bastó que el jovencito de cabellos magenta declarara su apellido para que les atendieran casi a como la realeza. Furihata estaba claramente intimidado y fascinado con todo, logrando que Seijuurou se sintiese más orgulloso y adepto con su egoísta idea.

 

Aunque el castaño no lo sospecharía (y Akashi se encargaría de que nunca se enterara), fue él el principal y único causante del repentino inconveniente que se le presentó al resto de los muchachos para no asistir a esta velada.

 

Tetsuya había sido su principal ayudante para avisar y advertir a todos de no aparecer por las calles de Tokio durante esta noche (o de otra manera enfrentarían al emperador). El pelirrojo sabía que quizás su actuar fue manipulador y cruel en cierta medida, especialmente tomando en cuenta que había fingido fatiga y aburrimiento en lo que llevaba junto a Kouki esta noche; nada más lejos de la verdad, en realidad, pues desde ese domingo en la noche en la que celebraron su cumpleaños, que Akashi había comenzado a sufrir un ligero y parcial episodio de locura. Y no, no porque estaba escuchando voces en su cabeza, o porque había comenzado a amenazar aleatoriamente a la gente que se le interpusiese en su camino de la victoria.  Esta particular demencia se relacionaba con Furihata; única y exclusivamente con Kouki…

 

Con Kouki y su risa. Con Kouki y su abrumadora calidez. Con Kouki y su noble esfuerzo. Con Kouki y su sencillez. Con Kouki y su deslumbrante sonrisa. Con Kouki y su dulce timidez. Con sus adorables tartamudeos. Con sus ojos honestos. Con Kouki y la manera en la que le hacía sentir. Con su voz. Y sus labios. Y su cuello. Y su torso. Y sus piernas. Y sus manos…

 

Y estaba loco… absolutamente loco por el castaño. Y Akashi no era ningún idiota. Podía, no sin cierta reticencia, admitir que quizás carecía de conocimiento en el departamento amoroso, pero estaba seguro de saber qué era esto que estaba sintiendo por el simple número 12 de Seirin.

 

¿Y como no saberlo? Si prácticamente era obvio hasta para sus ex compañeros de equipo.

 

Ese domingo pasado, cuando todos los chicos que viven en Tokio comenzaron a retirarse, Seijuurou vio la mirada que le envió Tetsuya; vio sus ojos sinceros, fijos y amables… y Akashi entendió el mensaje. Incluso Shintaro le había observando con renovado interés cuando estaban despidiéndose, murmurándole en el oído antes de salir que le alegraba verle así de feliz…

 

Furihata Kouki, entonces, era actualmente el blanco de afecto del perfecto Akashi Seijuurou. Y aunque la idea y todo el sentimiento aun le costaba trabajo digerir, el pelirrojo sabía con certeza que más temprano que tarde lograría dominar todo esto a su antojo… Él, después de todo, es (parcialmente) absoluto… y por tanto, nada es imposible para él; incluido conseguir al susodicho castaño.

 

Cuando la mesera vestida impecablemente y con una sonrisa amable se acercó a ellos para anotar sus órdenes, Akashi se dispuso a pedir por ambos luego de ver la dificultad que tenía Kouki al leer las diferentes opciones. La muchacha escribió con rapidez antes de hacer una profunda reverencia y retirarse con eficiencia.

 

“Akashi-san, eso que pidió es bastante costoso” Comentó Furihata con el rostro contraído en preocupación. Akashi se controló para no suspirar con fastidio, ya que detestaba repetirse y ya le había dicho al castaño que él se encargaría de la cuenta.

 

“No te preocupes por eso; yo te invito” Decidió contestar con suavidad y templanza. Kouki aun así le observó por varios segundos en conflicto  y con ambas manos apoyadas fuertemente en sus muslos.

 

“Es que… igual no me siento muy cómodo con usted gastando tanto dinero por mi culpa” Continuó. Seijuurou sonrió ahora un poco al notar las mejillas sonrojadas en el otro joven; eso, más el ligero puchero en sus labios, le hacía ver increíblemente adorable.

 

“¿No es eso lo que hacen los amigos…? ¿Ayudarse? ¿Invitarse a lugares?” Preguntó con pretendida curiosidad e inocencia. Akashi a propósito pestañeó dos veces seguidas para darse una imagen más ingenua.

 

“Si, pero-“

 

“Entonces no se hable más del asunto. Ahora cuéntame cómo estuvo navidad con tu familia” Le interrumpió inclinándose hacia adelante, pero sólo hasta lo que la etiqueta y educación permitían.

 

Gracias a alguna divinidad allí arriba, Kouki comenzó a explayarse sobre la noche que había pasado con sus abuelos, tíos y primos en las horas previas.

 

Le habló de como su casa era un desastre hoy en la mañana; como él y su madre intentaron ordenar y dejar todo impecable antes de que las visitas llegaran, pero que todo fue prácticamente en vano por la multitud que arribó en la residencia Furihata.

 

Con una sonrisa adorable (para Akashi), Kouki le contó también lo que había comprado para cada uno de sus familiares, y como lo anterior le había dejado en la bancarrota, pero que, sinceramente, valía la pena, pues le encantaba ver los rostros de las personas cuando recibían sus regalos…

 

Seijuurou, por su parte, nunca se había sentido tan embebido y atento a una conversación antes. Por supuesto en clases y en reuniones con su padre el poder de su concentración estaba a mil, pero siempre, incluso en esos particulares momentos, su mente se permitía vagar por otros pasajes (no insulsos o vagos, por supuesto), sino respecto a otros deberes o sobre su ajustado calendario y agenda semanal.

 

Ahora, en cambio, cada palabra expulsada y detalle descrito, pareció grabarse con fuego en su piel y cerebro.

 

Akashi podía elogiarse de muchas cosas, y entre ellas justamente se encontraba su privilegiada memoria…él nunca olvidada… y por ello cada referencia o dato que expulsó Kouki durante este rato, fue celosamente archivado en su mente: Cómo le gustaba su chocolate caliente; como adoraba los postres de leche; que navidad era su festividad favorita (incluso más que su cumpleaños); que detestaba las noches frías como éstas; que su primo favorito era el mayor; que ahorró por meses para comprarle un precioso collar a su madre (el cual ya había adquirido y dejado bajo el árbol en su casa;) que Mimado últimamente dormía con él todas las noches; que adoraba la playa; que le gustaría aprender a surfear; que admiraba a Kuroko (ante ello colocó una pequeña estampilla roja para revisar luego).

 

La conversación tomó una pequeña pausa cuando la mesera se acercó para dejar sus pedidos en la mesa. Delante de ambos fue depositado un chocolate caliente italiano con crema perfectamente colocada sobre los tazones; también un plato de variadas y apetitosas galletas fue dejado al medio de la mesa como alimento común; respecto a los pasteles, estos fueron puestos frente a cada uno en platillos refinadamente decorados.

 

“¡Esto está… wuooh… exquisito!” Exclamó Kouki a penas el utensilio dejó su boca. Los ojos del castaño brillaron con tal intensidad, que Akashi no pudo evitar corresponder el gesto.

 

“Me alegra que mi elección te haya agradado” Respondió asintiendo una vez antes de comenzar a servirse de su propia porción.

 

“Si, gracias; la verdad es que no entendía nada del menú” Confesó con un evidente sonrojo en sus mejillas, recordando la confusión y bochorno que le había invadido cuando intentó leer la carta, pero nada se le hizo conocido por los extraños y foráneos nombres.

 

“¿En Seirin no imparten francés?” Kouki alzó los ojos para ver la mirada curiosa del pelirrojo, regañándose a sí mismo por pensar que el capitán de Rakuzan estaría burlándose o menospreciándole por algo tan banal. 

 

“Si, pero como electivo… que yo no he tomado… Sólo tenemos inglés obligatorio” Contestó con una sonrisa tímida, recordando que ni siquiera en ese ramo en la escuela le estaba yendo particularmente bien. Kouki vio como el pelirrojo asentía en entendimiento antes de acercarse el chocolate caliente a los labios, logrando que su labio superior quedase impecablemente limpio luego de beber. El castaño observó esa hazaña con renovada admiración, antes de sonreír para preguntar lo siguiente: “¿Akashi-san sabe muchos idiomas?”

 

“Gracias a los diversos tutores privados que he tenido desde mi niñez, hablo a la perfección el inglés y el chino” Respondió casi con indiferencia y cansancio “… Respecto al francés y alemán, sólo conozco algunas palabras y frases, por lo que aun tengo que estudiarlos semanalmente” Continuó esta vez con el ceño fruncido y un gesto irritado de su mano. Ante ello Furi rió, atrayendo la inmediata atención de su acompañante “¿Qué ocurre?”

 

“Es que lo dices como si fuese algo malo; yo con suerte entiendo algunas canciones en inglés” Le dijo mientras se mordía el labio inferior y se acercaba su propio chocolate caliente a la boca. El castaño casi quiso gemir cuando el líquido divino acarició sus deleitadas papilas gustativas... Nunca en su vida había probado algo tan bueno…

 

“Pero tu nunca has tenido a profesores hostigándote sobre fonética léxico y morfología todos los días para aprender a decir simplemente buenas tardes en otro idioma” Replicó, ladeando el rostro y agarrando con deliberada lentitud una de las galletas al centro de la mesa. Kouki no supo que responder, ya que lo anterior era completamente cierto.

 

El castaño, la verdad, ni siquiera podía comenzar a imaginar la cantidad de presión y estudios al que estuvo (y está, se recordó) sometido el futuro heredero de una franquicia millonaria y mundialmente poderosa. Por lo anterior es que sonrió con vergüenza antes de subir los hombros casi en rendición.

 

“E-eh, cierto; la verdad, si yo pudiese aprender un idioma, creo que elegiría ruso” Comentó en un tono liviano y bromista. Akashi le observó fijamente antes de sonreír.

 

“¿Ruso? ¿Alguna razón en particular?” Le preguntó con risa destilando de sus ojos.

 

“No sé, es que… ¿suena interesante?” Respondió frunciendo un poco los labios. El pelirrojo rió quedamente antes de continuar saboreando su pastel. “¿y tu?” Le preguntó con curiosidad, pensando que quizás respondería español, coreano, portugués, turco… o algo interesante y abismalmente intelectual. Akashi frente a él, en cambio, le observó por pocos segundos antes de sonreír abiertamente.

 

Kouki casi perdió todo el aire de sus pulmones por la hermosa y perfecta vista.

 

“… élfico” Furi, con los ojos y labios abiertos, no muchos segundos después estaba casi partiéndose de la risa.

 

“¡Oh, por dios! ¡¿En serio dijiste eso?!... creo que es lo más nerd que he escuchado en toda mi vida”

 

“¿Más nerd que pasar más de 24 horas absorbido en un videojuego?” Arguyó Akashi después de levantar una ceja en desafío.

 

“Es totalmente injusto que digas eso. Ese fue Koichi, no yo. Además, yo tengo mi adicción completamente controlada” Replicó levantando las manos en defensa, colocando una expresión de fingida ofensa e indignación.

 

“¿Ahora es una adicción?” Se burló el pelirrojo.

 

“No es como si fuese un drogadicto o algo así… pero, no sé… por ejemplo, estamos un sábado comiendo los cuatro juntos, con mis papás y mi hermana, pero en lo único que puedo pensar en que tengo que subir a terminar tal juego… ” Le contó acercándose el chocolate caliente.  

 

“Claramente tienes una obsesión” Dijo Akashi negando con la cabeza con aparente decepción. Kouki rió antes de atacar.

 

“¿Acaso tu nunca has tenido algo que te gusta mucho… algo en lo que piensas todo el rato?” Preguntó alargando la mano hasta las galletas del centro.

 

Cuando silencio se extendió sobre ellos, el castaño subió la mirada en confusión, encontrándose con que el ex capitán de los milagros le observaba fija y penetrante. Furi mentiría si dijese que su corazón no latió como loco por el calor de esos ojos rojos.

 

Seijuurou observó con deleite como el castaño se sonrojaba entero por su intensa mirada. Gustoso de poder causar tal reacción, negó ligeramente con la cabeza.

 

“No, no realmente” Decidió responder en lugar de un fuerte y claro: “tu…”. No obstante, sabiendo que ello sólo causaría un ataque de pánico o de ansiedad en su acompañante, decidió callar (por ahora) “No habías mencionada antes a tu hermana” Agregó no mucho después para alejarse de temas incómodos.

 

“Ah--, sí, Akina. Cumplió hace tres meses los siete años. Es un dolor constante de cabeza, pero daría todo por ella si tuviera que hacerlo… Justamente ella es la que me ha ayudado más con los cachorros” Confesó con una sonrisa amorosa enteramente dedicada a la niña.

 

“Recordando a los perros, Tetsuya me comentó que Daiki se llevó uno” Dijo con supuesta ligereza, presintiendo lo atado emocionalmente que estaba Furi con esos animales.

 

“Si, hoy día en la tarde fue buscarlo; al parecer se lo va a regalar a Kise-san” Y efectivamente, mientras Kouki respondía, ese cálido brillo y dulce aire que desprendía pareció menguar.

 

“No pareces muy complacido con la idea” Replicó tomando con más fuerza el utensilio entre sus dedos, planeando mentalmente llamar Daiki en cuanto se le presentase la oportunidad para ordenarle que retornara al perro a la brevedad.

 

“¡A-ah! ¡No! Claro que estoy feliz... No tengo ninguna duda de que los dos lo van a cuidar súper bien, pero… no sé… igual me dolió ver como se lo llevaba. Es tonto, porque ni siquiera han pasado dos semanas, pero… ya siento como si fuesen míos” Akashi, escuchando la honestidad en las palabras, y viendo la sinceridad en sus ojos y gestos, suspiró en resignación.

 

Entonces ya no hay necesidad en contactar a Daiki o Ryouta… se dijo viendo como todavía el castaño parecía distraído.

 

“¿Y Mimado como está?” Preguntó para desviarle de sus recuerdos. Y al parecer resultó, pues Kouki pareció iluminarse como un árbol de navidad envuelto en cientos de luces.

 

“Más grande y gordito” Respondió con una sonrisa en sus labios y ojos. “Es increíble lo rápido que crecen. Creo que si ahora intentase meterlos en un caja a todos juntos, o mis brazos se caen o el cartón se rompe” Continuó haciendo un  gracioso gesto con sus brazos.

 

Akashi rió un poco antes de preguntar más por ellos.

 

Furi, por fortuna, pareció olvidarse completamente de la triste despedida que había tenido más temprano, explayándose en cambio en las pequeñas aventuras que había tenido con los enanos estos días.

 

La medianoche ya había caído de los cielos, pero ambos jóvenes estaban demasiado absorbidos en la conversación y en la compañía como para notar que el café parecía más vacío que horas antes, o como el cansancio pretendía apoderarse de sus músculos y mentes.

 

Habían terminado por ordenar una nueva ronda de galletas, más un café para Kouki y un té para Seijuurou.

 

A estas alturas habían hablado de sus películas y libros favoritos; de cómo Akashi disfrutaba de las historias del pasado japonés y mundial; como normalmente sus lecturas se basaban en relatos de las Eras antiguas del país nipón, o de otras grandes civilizaciones. Kouki, en cambio, no sin cierta vergüenza, le confesó que prefería las novelas ligeras, como Kuroko; que quizás no era un acérrimo amante, pero si disfrutaba enormemente de sus buenas historias de acción, sobrenaturales o de misterio; razón principal por la que se había unido al club de lectura en la escuela. Había continuado comentando que lo anterior no menguaba su gusto por el cine, no teniendo preferencia por los filmes norteamericanos o natales. Akashi había comentado que prefería las películas europeas, aunque sinceramente no era mucho de ir al cine; Furi le prometió con una sonrisa tímida que arreglarían eso. 

 

 “No me había dado cuenta de lo tarde que es” Dijo Kouki con asombro cuando sacó su celular para mostrarle una foto de Mimado en una de las poses (para el castaño) más tiernas de la historia.

 

“Cierto; creo es verdad el dicho, entonces: en buena compañía, el tiempo vuela” Replicó Akashi viéndole directamente a los ojos. Furi, nervioso e intimidado, rió con vergüenza antes de bajar las manos hasta la mesa para jugar distraídamente con sus dedos.

 

“¿U-usted no tiene que irse a Kioto?… porque no creo que a estas horas estén pasando trenes” La verdad es que lo anterior es algo que venía preocupándole desde hace ya rato, pero la conversación no le había dado oportunidad para preguntar.

 

“No te preocupes por ello. Mi padre y yo nos quedáremos en Tokio hasta el sábado, por lo que ya nos hemos registrado en un hotel; además, tengo un chofer a disponibilidad para llevarnos a donde deseemos, por si gustas ir a algún lugar en especial” Respondió Akashi con un sutil movimiento de su mano apuntado hacía alrededor, como si pudiese mostrarle el mundo entero.

 

“N-no, no en realidad. Cuando pensé en lo que íbamos a hacer hoy día, imaginé que íbamos a caminar por ahí o simplemente conversar”

 

“¿Entonces qué estamos esperando? Vamos” Kouki abrió la boca como tonto cuando Akashi levantó regiamente su brazo para llamar a la mesera, quien casi se acercó corriendo hacia ellos.

 

“¿A-a dónde?” Preguntó con los ojos abiertos observando al pelirrojo pedir la cuenta.

 

“A caminar” Sonriendo con arrogancia, Seijuurou pagó, se levantó e indicó al castaño que le siguiese.

 

A penas pusieron un pie fuera del café, el heladísimo aire pareció querer congelarles la piel y los huesos con crueldad. Ambos se acomodaron sus bufandas y abrigos antes de emprender camino hacia unos de los parques cercanos.

 

La caminata, silenciosa y tranquila, les encontró pegados uno contra el otro, rozando sus brazos un poco más de lo estrictamente necesario. Kouki iba sonrojado y nervioso, sin saber muy por qué, pues la noche había probado que el ex capitán de los milagros no era más que un joven educado y paciente… mas… un revoltijo y revuelo en el estómago le mantenía alerta, pero somnoliento al mismo tiempo.

 

Quería hablar y romper el silencio, pero tampoco deseaba quebrar este cómodo y libre instante que les abrazaba mientras se internaban a la poca concurrida y bella plaza.

 

Tanta serenidad les rodeaba, que el castaño se imaginó inclinando su cabeza hacia el hombro un poco más arriba de Akashi.

 

Con los ojos abiertos como en una caricatura, Furi se quedó pegado en el camino al pensar en tamaña estupidez. Por un segundo estuvo a punto de golpearse con fuerza la cabeza por su idiotez, pero al ver que el emperador le observaba con interrogación unos cuantos pasos más adelante, se limitó a alzar la mirada hacia los cielos mínimamente estrellados.

 

“C-creo que prefiero el cielo de Kioto” Comentó después de tragar el nudo de su garganta. Sus nervios, sin embargo, no disminuyeron; no cuando Akashi retrocedió para detenerse a su lado (…tan cerca).

 

“Ciertamente en esta ciudad la polución es extrema, pero creo que en ambas ciudades las estrellas no son proyectadas con la majestuosidad del campo, o en pueblos al interior” Comentó un tono calmado y sereno. Seijuuro miró sin pestañar como pequeñas luces blancas y plateadas destellaban en las alturas. Kouki a su lado pestañeó antes de voltear hacia él con una pequeña sonrisa.

 

“Si-si, tienes razón… Antes con mis papás íbamos todos los veranos a la casa de un tía lejana, en donde se veían las estrellas fugaces pasando a cada rato… era increíble” Le contó mordiéndose los labios y levantando los ojos para ver con aire casi melancólico los lóbregos cielos.

 

“¿Por qué ya no van?” Seijuurou no pudo evitar fruncir el ceño con cierto enfado, pensando y preguntándose por qué alguien querría arruinar la felicidad de un jovencito como Furihata.

 

Kouki, en vez de parecer más adolorido o nostálgico, rió y sonrió al tiempo que retomaba el paso. El pelirrojo le siguió con confusión. 

 

“Porque llegó mi hermana… y ya después mi mamá encontró trabajo, asique ahora es un poco difícil que nuestras vacaciones coincidan” Contestó refregándose las manos para buscar calor.

 

Akashi, sin hacer preguntas o esperar avergonzadas respuestas, se removió los guantes y se los colocó como a un niño pequeño al castaño. Furi le miró con los labios y ojos abiertos en clara protesta… la cual murió de inmediato cuando el capitán de Rakuzan le observó con advertencia.

 

En silencio volvieron a caminar por el parque, viendo como una artificial y pequeña laguna brillaba con la luz de la luna al medio. Sin quiera preguntarse o hablarlo, ambos avanzaron hasta ella. Pisando el puente de madera que le cruzaba, Seijuurou volvió a alzar sus ojos al cielo.

 

“El único viaje familiar del que guardo recuerdos, es de cuando tenía alrededor de 4 ó 5 años… Mi madre, mi padre y yo nos fuimos por tres semanas a París. Si no estoy equivocado, fue un regalo de aniversario de mi padre a mi madre” Confesó quedamente. Su susurro, neutro y aparentemente frío, dejó entrever sentimientos que Kouki nunca creyó que pudiese oír de esos labios. Akashi, aun sin bajar la mirada, apretó la quijada antes de suspirar “…Desde que ella… falleció… todo tipo de viaje recreacional cesó…”

 

El mutismo que ahora les rodeó fue incómodo y cargado de tensión. Furi no estaba seguro de qué decir. Él nunca antes había estado en esa posición, por lo que no tenía ni idea de qué palabras o frases eran adecuadas y correspondientes.

 

Akashi había descendido el rostro para quedarse viendo la pequeña laguna con ojos distantes y brillantes. Kouki, sólo con imaginarse el perder a su madre, sintió un apretón insoportable en el pecho; su garganta se contrajo y sus ojos ardieron…

 

“Lo siento… por tu mamá” Murmuró con la mirada fija en sus manos.

 

“Gracias…” Susurró también Akashi “… A pesar de que ya han pasado más de 10 años, el recuerdo de ella aun... duele” Furi no podía ni comenzar a imaginar ese dolor, pero deseó poder comprender y entender la profundidad de la herida, y la soledad que debió dejarle ese hueco en su joven vida.

 

“Por la manera en que hablas de ella… debió ser una súper mamá…” Dijo con una sonrisa tímida.

 

“La mejor” Replicó Seijuurou con una mueca tierna dibujada en sus blancas facciones.

 

Mirándose por unos cuantos segundos, ambos decidieron seguir avanzado por el estrecho puente con pasos lentos y tranquilos. Los pocos e iluminados faroles alrededor no hacían demasiado por competir con la luz que caía de los cielos, por lo que el ambiente mágico persistía en el aire.

 

“¿Te molesta si nos acercamos a la baranda?” Preguntó Furi apuntando hacia una de las barras del puente. Akashi simplemente asintió. Cuando llegaron hasta ella, Kouki sonrió al tiempo que apoyaba sus codos y antebrazos en la madera lijada.

 

El agua se movía con pequeñas olas por el fuerte viento que corría en estos momentos, causando que el jovencito castaño temblara por unos instantes; pero se controló para no lucir tan débil frente al perfecto ex capitán de los milagros.

 

Pensando en él, le observó de soslayo, encontrando justamente al pelirrojo acomodándose la bufanda granate alrededor de su cuello y pecho. La bufanda que ÉL le había obsequiado. Kouki, rojo hasta las orejas, bajó la mirada hasta el agua.

 

“¿Qué ocurre?” Preguntó con curiosidad Seijuurou al ver a Furi tan agitado y alterado.

 

“Nada… es que… es raro verte con la bufanda” Respondió con sinceridad.

 

“¿No luce bien?” Akashi inquirió con una sonrisa inocente, sabiendo que ello inquietaría al nervioso joven; y justamente, Kouki se enderezó y levantó los brazos en defensa.

 

“¡No, no es eso!... Es que creí que ese día te la habías puesto solamente por cortesía… y que… no sé… que no-no te había gustado” Tragando el pesado y grueso nudo de su garganta, Kouki no entendía por qué estaba tan nervioso, tan ansioso, tan abochornado. Su corazón palpitaba, palpitaba y palpitaba, sin control y sin freno. Su estómago era un carnaval de movimientos, y sus manos y piel se sentía pegajosa de sudor frío.

 

“Me la regalaste tu” Susurró Seijuurou dando un paso más cerca del castaño.

 

Furihata, viendo y sintiendo la cercanía, apretó los puños y retrocedió hasta tocar con su espalda la baranda del puente. Akashi parecía querer acorralarle y atraparle como una pequeña presa. Y lo estaba logrando.

 

“E-eh… Si-si, b-bueno… Koichi y Fukuda me ayudaron. N-no tenía idea que comprarte, la verdad” Comentó antes de reír falsamente para aligerar la tensión acumulándose en su pecho.

 

Akashi continuó acercándose mientras le observaba con intensidad.

 

“Me hubiese bastado sólo con tu presencia” Murmuró con esa voz sedosa y serena; tan profunda y tan elegante. Tan cautivadora y atrayente.

 

“A-Akashi-san…” Tartamudeó con sudor cayéndolo por las patillas cuando el pelirrojo pegó sus pechos. Una de las blancas manos del emperador subió hasta su rostro para mover con inusitada ternura un mechón castaño hacia atrás. Kouki tragó y respiró varias veces por la boca, sin entender qué mierda estaba pasando…

 

Por qué… por qué está tan cerca… por qué me está mirando así… tan… tan profundamente.

 

“Kouki…” Susurró Akashi con su caliente aliento exhalándolo en la mejilla contraria. Furi estaba que estallaba de combustión por la vergüenza. Sus palmas se dirigieron al pecho del pelirrojo para alejarle, para que le diera espacio, para qué le explicara qué era todo esto…

 

“¿C-cómo me llamó?” Preguntó totalmente perdido.

 

“¿Te molesta que te diga por tu nombre?” Cuestionó de vuelta con sus ojos desenfocados entre los labios del castaño, su cuello y las pequeñas iris prácticamente aterradas.

 

Pero Seijuurou no podía detenerse. Su mente estaba nublada. Su corazón estaba excitado y bombeando como en una carrera de caballos. Todo se sentía genial. El calor de Kouki. El pecho de Furi pegado al suyo.

 

Una de las manos del capitán subió hasta la mejilla contraria para acariciarla con la punta de sus dedos. Sonrió cuando un claro sonrojo la pintó cabalmente. Su nudillo paseó por el pómulo, barbilla y descendió hasta el parcialmente sudado cuello. Por un momento deseó bajar el rostro y lamérselo.

 

No ahora, se dijo respirando para subir sus intensos ojos hacía el petrificado (y seguramente despavorido) muchacho.

 

“N-no, es sólo que… es raro” Kouki ya no podía más; no podía lidiar con tanta tensión y bochorno. Esto era demasiado. Sus palmas, cubiertas en los guantes del emperador,  empujaron con fuerza el pecho contrario, pero el pelirrojo ni siquiera pareció reconocer su gesto al apretarse con más intensidad contra su estático cuerpo.

 

“Entonces lo diré varias veces hasta que te acostumbres, Kouki” Le murmuró con los labios pegados en su oreja derecha. Un escalofrío recorrió la espalda del castaño. Y no… no supo decir si era placentero o desagradable…

 

“¿Q-qué está haciendo---?” Preguntó por fin con miedo empapando sus palabras “…Akashi-san, por favor” Pidió cuando el pelirrojo subió ambas manos para colocar sus cálidas palmas en el cuello de Furi y así mantenerle en su lugar.

 

“¿Por qué no? ¿Acaso no me encuentras atractivo?” Preguntó con el ceño ligeramente fruncido, sin despegar sus ojos del contrario.

 

“S-si, osea no… yo… si, usted es atractivo, p-pero-”

 

“¿Pero?” Insistió dejando que su nariz jugara con la contraria. Casi rió cuando Kouki hizo un sonidito agudo por el repentino movimiento y contacto.

 

“A mí no… a mi no me gustan los h-hombres” Discutió con las mejillas rojas. Akashi frunció el ceño y ejerció más fuerza en sus manos, ante lo cual el castaño alegó con un jadeo.

 

“¿Cómo lo sabes?” Preguntó con autoridad, levantando una ceja en desafío.

 

“¿D-disculpa?” Kouki estaba francamente sorprendido, pues nunca se esperó esa burlona replica. Esperaba más bien enfado e ira, pero no una provocación o contraataque.

 

“¿Cómo sabes que no te gustan los hombres, si nunca has estado con uno?” Continuó dejando que sus labios acariciaran una de las rosadas mejillas con dulzura, soltando de a poco su cálido aliento en la piel helada.

 

“E-eso no tiene nada ver. A-a mí me gustan las mujeres… incluso… ¡hay una chica en mi clase que me g-gusta!” Alegó como un niño, con el ceño fruncido y un puchero en los labios. Akashi rió antes de acercar su boca a la contraria y preguntar sobre ellos:

 

“Mmmh~ ¿en serio?”

 

“A-Akashi-san, por favor” Rogó sin fuerzas o verdadera convicción. Pero sus manos, aun fieramente colocadas sobre el pecho del pelirrojo, volvieron a empujar con potencia, casi con brutalidad.

 

Seijuurou se tragó un suspiro antes de ponerse serio y mirar a Furi con unos ojos que, esperaba, pudieran transmitirle todo lo que le estaba consumiendo desde adentro. El castaño jadeó y detuvo cualquier movimiento.

 

“Un beso, Kouki… Sólo te pido un beso” Akashi Seijuurou nunca implora. Nunca ruega por nada. A él las cosas se las dan libremente; sin condiciones, sin plazos, sin requisitos, y sin cuestionamientos. Pero Kouki… el número 12 de Seirin no era una cosa; no era un objeto que podía meramente poseer; no podía simplemente alargar la mano y apretarle con firmeza para comenzar a llamarle suyo (quería hacerlo, por supuesto, pero no podía).

 

Y por ello… sólo por eso…  se permitió suplicar…

 

Kouki, por otro lado, escuchando ese arrastrado y casi desesperado tono de voz, abrió los ojos con evidente asombro, no creyéndose del todo que el magnífico capitán de Rakuzan, estaba aquí, frente a él, viéndole con sus ojos rojos de manera tan intensa y profunda, pidiéndole a él, un mediocre y normal ser humano, un beso…

 

El corazón del castaño parecía luchar contra su carne y huesos. Sus costillas, podría jurar, estaban casi retumbando y vibrando con los violentos movimientos. Su respiración agitada era lo que más se oída entre los dos. Mas Furihata se calmó un poco cuando sintió contra su pecho el propio salvaje palpitar del corazón de Akashi… ambos estaban nerviosos, y probablemente avergonzados.

 

¿Y que tal y si el pelirrojo tenía razón… y había posibilidades (muy pequeñas) de que le gustasen los hombres?... ¡Pero cómo…! Si él nunca había mirado a otro joven con otros ojos que con los de amistad.

 

Pero Akashi es distinto… todo lo referente al ex capitán de los milagros era disímil y fuera de lo común.

 

Quizás… posiblemente…

 

“¿S-sólo uno?” Preguntó en un murmullo, sin atreverse a enfrentar directamente la mirada en el rostro del otro chico. Akashi apretó las palmas contra su sudado cuello con un poco más de presión; pero no de manera dolorosa, sino aseguradora.

 

Uno… Si te desagrada, prometo por mi apellido, que no te volveré a molestar” Le susurró con cuidado y tranquilidad, casi como si le estuviese hablando a un niño pequeño; y prácticamente así era, puesto que cualquier movimiento en falso mandaría a correr a Kouki hacia las montañas más cercanas.

 

“B-bueno… pero uno… sólo uno” Dijo esta vez con un poco más de fuerza y seguridad, alzando el rostro para ver los tumultuosos ojos del emperador; las pupilas del pelirrojo estaban tan dilatadas, que Furihata sintió a sus labios resecarse por la anticipación.  

 

“Uno…” Volvió a musitar Akashi descendiendo con lentitud su rostro al de Kouki.

 

“Uno--…” Susurró el castaño entrecerrando los ojos y esperando el contacto.

 

Seijuurou se resistió de sonreír cuando contempló la majestuosidad de ese adorable niño con los párpados suavemente cerrados y los labios fruncidos esperando el beso. El pelirrojo cerró los propios antes de juntar su boca con la otra en un contacto tentador y tímido. Tan cálido y primeramente inocente. Ambos tenían los labios resecos y un poco ásperos a causa del frío, pero sin importar ello, ninguno antes había experimentado tanto calor y electricidad con un simple contacto.

 

Los músculos de los bíceps de Akashi se contrajeron súbitamente cuando Furi se adelantó un paso para apretar con un poco más de fuerza sus bocas.

 

Sei gruñó, estrujando sus palmas en el cuello contrario para atraerle más cerca, muchos más cerca, antes de ladear la cara para profundizar el beso. Sus labios encajaron como piezas de un mismo rompecabezas esperando y anhelando por el momento de unirse en este acalorado encuentro.

 

Akashi se separó un poco para respirar y botar el aire sobre la barbilla del castaño. Su vaho no alcanzó ni a evaporarse cuando volvieron a besarse con igual pasión y desatada entrega.

 

Kouki movió sus manos hasta los hombros de Akashi, para así agarrar y apretar contra sus dedos el elegante abrigo. Gruñó un poco cuando movió el rostro encajando los labios con mayor coordinación y satisfacción. Fuego pareció desencadenarse en el centro de su estómago. Fervor corrió por su acalorada piel. Chocaron sus narices unas cuantas veces, pero no les importó demasiado; no cuando estaban desesperados por el calor y la humedad del otro.

 

Una de las manos de Sei subió hasta los desordenados cabellos castaños, los cuales acarició y tiró para posicionar a su antojo el rostro de Furi contra su boca. Éste, frunciendo el ceño por la brusquedad, se quejó abriendo un poquito los labios y sacando la punta de su lengua, ansiosa por saborear la otra. Akashi creyó por un segundo que su cuerpo iba a explotar de combustión y ardor cuando percibió el mojado músculo contra su labio inferior. Ahogando un gemido salvaje, abrió con cierta violencia los labios para devorar la boca de Kouki.

 

Furihata, afortunadamente, no pareció quejarse al responder con la misma intensidad y entusiasmo. Sus labios abiertos chocaron con los contrarios antes de unir sus lenguas refugiadas de una cavidad a otra. Movían y movían sus rostros y cabezas, de un lado para el otro, de atrás para adelante. Chocaban bocas, y refregaban sus labios casi con crueldad para intentar saciar esa hambre por el otro.

 

Kouki sintió como un hilillo de saliva le corría por la barbilla cuando un beso especialmente profundo casi provocó que le doliera la quijada. Gimiendo roncamente, llevó una mano a la bufanda granate para apretar el rostro de Akashi contra el suyo. Seijuurou sonrió contra el renovado y apasionado beso, el cual parecía no tener fin.

 

Siguieron así por otros varios minutos, separándose y volviendo a juntarse con más urgencia y calor. Sus brazos y manos habían pasado casi por todo el cuerpo de la figura apretada contra ellos.

 

Akashi, sintiendo un calor insoportable en su estómago y entrepierna, exhaló por la nariz, dejando que sus labios se apretaran otra vez con los adoloridos, mojados e hinchados de Kouki.

 

Se dieron un besito, otro y otro más, antes de unir sus frentes y verse fijamente por unos cuantos segundos.  

 

Kouki” Susurró el pelirrojo antes de darle otro corto beso, sin poder resistir estar tanto tiempo separado del otro cuerpo. Sus firmes y fuertes manos ahora estaban aseguradas en las caderas del tímido muchacho, mientras éste mantenía sus palmas refugiadas en los cortos cabellos magenta.

 

“A-Akashi-san… yo---” Intentó hablar el castaño, pero el aire le faltaba y la excitación le tenía tonto y un poco adormilado.

 

“Dame una oportunidad…” Habló esta vez más alto y con poder el emperador. Furi no tardó en despertar por la autoridad y demanda bañando su formal y sedoso tono de voz. El número 12 de Seirin pestañeó varias veces para despejarse y despertar de la niebla de pasión. Cuando pudo, por fin, ver los ojos penetrantes del pelirrojo viéndole con fuerza y decisión, el castaño no pudo hace otra cosa más que mirarle con asombro y miedo (no de Akashi, sino por las emociones lindando en el aire y en su cuerpo…) “…Kouki… permíteme ganar tu corazón” Continuó Seijuurou subiendo sus manos hasta las mejillas rojas del tímido jovencito y así acariciarlas con dulzura y cuidado.

 

Furihata, cansado, abochornado, confundido, excitado, emocionado, y sorprendido, bajó la mirada, se mordió los labios (ante lo cual hizo una mueca por el ardor) y suspiró.

 

Cuando volvió a mirar al emperador, incluso éste se asombro con la firmeza de esas pequeñas iris. Kouki, aun demasiado conmocionado para hablar, colocó una de sus palmas enguantadas sobre la mano fría y blanca de Akashi, para voltear el rostro y besarle la palma.

 

Seijuurou sonrió cuando el castaño asintió dos veces antes de acercarse y besarle nuevamente. Esta vez con más ternura y perfección…

 

.

 

.

 

Fin

 

.

 

.

 

 

 

 

Notas finales:

Y eso es :)!... Técnicamente es el final... pero estoy escribiendo un epílogo... estarían interesados???... Ah! Pido disculpas por si alguien se sintió ofendido por el comentario hacia One Direction... eso sólo lo puse porque no creo que a alguien como a Akashi le agrade... a mi, al menos, me gusta n.n...también pido perdón por cualquier "chilenismo" que dejé escapar... cualquier duda con alguna palabra o frase, pregunten...!

Yuki Enma y Johan Palma!, ojala que lo poquito de Kagakuro haya estado bien >u<


Nos leemos! y por favor comenten cualquier crítica o lo que se les venga a la mente :D!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).