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El amor no es cosa simple. por Ran_ddal

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Notas del fanfic:

El oso abeja traerá suerte, amor y felicidad a la vida, y por eso la sonrisa de Wolfram era tan preciosa aquella vez que a su mano le fue permitido el rozar y estrechar la del rey demonio cuando cuidaban los seres de tan buen porvenir. Pero el destino no obedece leyes humanas y mucho menos demoníacas y su sonrisa de ternura e inocencia de aquel entonces desapareció conforme conoció la frialdad y el desprecio con que su amor era correspondido, aunque a veces, efímera, decoraba sus labios. 

"Moriré si no regresa, si no veo su sonrisa... Si no le escucho reír otra vez"

Al año, su sonrisa murió.

Notas del capitulo:

"Pudo elegir estar conmigo, pero prefirió un mundo donde yo no existo. Donde sólo soy un recuerdo de fantasía, de las vueltas irónicas de la vida"

||Wolfram||

La primera vez que noté que era un imbécil, me asqueo el negro que cargaba por doquier. ¿Cómo podía él, lucir el color más hermoso de la gama de un demonio, y no poseer siquiera una pizca de elegancia para portarlo?. En esa ocasión me pregunté porque jamás me fue concedido el placer de ver el temor en los ojos de seres inferiores como lo eran los humanos y él, que lo tenía en su poder, lo rechazaba. En esa ocasión me pregunté porqué... Porque no podía quitar mis ojos de su sonrisa y de sus ojos profundos y redondeados cuál si fuese un gato.

Hoy se marcha, al cumplir su segundo año en la tierra de demonios, su Reino que alguna vez llamó su hogar pues su alma, tan nuestra como suya, nació entre los lamentos de la guerra que hoy es un vago recuerdo.  

||…||

 

Se oían en las calles risas al fin, una tranquilidad que apreciaba desde el balcón del Castillo Pacto de sangre, Conrad, con la habitual sonrisa indefinida que inspiraba paz. Había a sus espaldas el cuarto de quien había hecho ello posible, un joven que a penas enseñaba la madurez que poseía en sus facciones aniñadas. Mismo, que ahora se alistaba para marchar sin intenciones de regresar al sitio que su alma vio nacer y cultivo pura entre la sangre de tantos. El suspiro se prolongó al rondar en los recuerdos del castaño la imagen del rey despistado que había comenzado por ser el ser único capaz de volver todo ello posible y se decidió por regresar al cuarto a ver a quien había dado hacían ya 18 años, el nombre de Yuuri. Tomo asiento a un costado del moreno para apreciarlo un momento y aunque el otro no lo percibiese, su mirada a instantes se volcó a la nostalgia; "No queda rastro de ella en él y aún así...duele perder su alma de vista otra vez. Duele perderte Yuuri". Pensó tantas veces ese final como algo distante, todos lo creyeron así sin embargo, comenzaba a recorrer un largo pasillo junto a su Rey, acompañandolo por última vez.

Su dolor no pudo ser mayor si no hasta ver al final del largo pasillo la sonrisa del menor de sus hermanos que había conseguido le tomara aprecio en esos dos últimos años, y había llegado a amar tanto por todas las noches que llorando le escuchada disimular por orgullo, su dolor. El despistado Rey de cabellos lacios se acercó a todos con una sonrisa algo más perfeccionada pero igual de idiota que siempre, todos guardaban silencio mientras oían las contradicciones que sufría al tercer intento de discurso de despedida y sin embargo pocos conseguían contener la tristeza que embargaba su ambiente. Wolfram, sin embargo, sonreía perdido en el césped bajo sus botas negras, mientras su hermano estrechaba su diestra con cariño para brindarle las fuerzas que de no tener, se desplomaria justo allí. Lo había dicho ya, que nada de eso le afectaría, que no podían ser egoístas y retener más tiempo allí a quien había devuelto la felicidad a un mundo que antes caía a pedazos, sin embargo dolía saber que sería la última vez que vería a quien amaba. Conrad sabía que nadie lo sentía tanto como él, había sido él quien había acariciado noches enteras el cabello rubio de su hermanito para intentar apaciguar el llanto, y él, lo había visto de rodillas por amor, como nadie jamás vería al orgulloso Príncipe. 

La voz del rey de pronto callo, todos bajaron sus rostros y en acuerdo tácito tragaron saliva para poder erguirse otra vez con una sonrisa en sus rostros llorosos, al primer paso que dio se escucharon las risas y los sollozos de muchos que se acercaron para despedirlo. La fila que antes hacían frente a su Majestad se distorsiono casi en su totalidad de no ser por Conrad y Wolfram, que permanecieron inmóviles; el primero intentando sostener a su hermano menor, y el segundo abrazandose del brazo de quien hacía tiempo incluso despreció. Cuando todos se despidieron al fin del pelinegro el rubio alzó su mirada hacia el para suplicar una última vez que se quedara a su lado y aún si su hermano le intentó detener, avanzó hasta su prometido para abrazarse a él. Nadie se extrañó de sentir sus sollozos y todo aquel que antes no lloró, al ver devastado al Príncipe consentido del Reino debió ocultar sus labios para no invadir de más tristeza el ambiente. Habló en tantos idiomas a su oído y las manos grandes del moreno sólo acariciaron su espalda, en lo que su cabeza negaba y sus ojos empapaban el hombro del que consideraba su mejor amigo. Ambos contaron sus secretos a vista de todos sin embargo nadie les oyó. Rieron y se estrecharon, lloraron en la calidez de dos pares de brazos, y finalmente la ilusión efímera de permanecer junto a su amado se desvaneció cuando le dejó libre de sus brazos. El castaño debió adelantarse a sujetar a su hermano para evitar cayese cuando su Rey se alejó hasta la fuente dejando toda la fantasía de su Reino atrás.Ya no miró atrás, pues de hacerlo regresaría junto al ángel de la nación de demonios, regresaría de ver cómo la desesperación lo hacían su presa, como su rostro empalidecia para finalmente ser corroido por el pánico y caer en los brazos de Conrad. 

*

*

*

Al despertar, Wolfram, se abrazó al cuerpo a su lado, sonriendo adormecido, en la ilusión aquella de creer todo lo del día pasado una pesadilla pero no tardó más que unos segundos para notar que el rostro maduro del hombre a su lado pertenecía a su hermano mayor, Conrad. Que para entonces se hallaba ya despierto por la confusión.

 

-Wolfram..-Susurró el castaño, con tristeza hasta en su ronco tenor.

-Lo sé...-contestó el susodicho, girando su rostro hacia los ventanales de aquel cuarto que ya no ocuparían el y su prometido el Rey.

Tomó asiento contra el respaldar y el mayor lo abrazó, el silencio que los invadió no pareció ser incómodo o tal vez ni siquiera para pensar en ello tenían mente. La mañana transcurrió silenciosa, pues ni siquiera las tres sirvientas revoltosas cometieron un error que causase bochinche. La vida en el castillo era lo mismo con o sin él y aún así, hacía falta. 

La sonrisa del Príncipe Rubio se enseñó una que otra vez por causa de su pequeña Greta, pero sus labios permanecieron sellados. En el almuerzo su asiento vacío fue objeto de miradas y suspiros.

En el cuarto donde todo vestía sábanas blancas el Príncipe menor se sentó a dibujar, su pincel se movía de forma gracil y sus manos danzaban al mismo son lento y agraciado con que sus ojos parecían estar siendo pinceleados por cristales que resbalaban por sus mejillas en el silencio del cuarto amplio. A penas consiguió resistir los sollozos y, quien aguardaba hacía largo rato al otro lado de la puerta se decidió a entrar al percatarse de ellos.

-Moriré...-

Se escuchó en un susurro entrecortado la voz dulce del Príncipe menor y aquel del medio que cobijo con dulzura a su hermano sintió que su corazón quebraba a cada suspiro sin aire que de sus labios escapaba. ¿Cómo había hecho él para resistir el perder a quien amó?, no había tan siquiera una explicación que dar al de piel pálida, cuando incluso ahora, al saber su alma tan lejos, le deseaba cerca para al menos saber que alguna vez existió.

-Todo es cubierto por el tiempo.... El tiempo te enseña a disimular el dolor, a perderlo entre los recodos de tu mente, a convencerte de que importa menos... Yo...-

Un grito desgarrador hizo que apretase sus dientes y párpados, y a su vez guardase silencio, estrechando el cuerpo que podía lucir tan frágil en aquel instante aunque le igualase o superase incluso en fuerza. 

-Dime cuando...-

Y más que una orden, su voz sonó a suplicio, cuando sus manos se desligaron del uniforme de su hermano de cabellos castaños, sin fuerzas de decir más. 

El recuerdo remoto de un instante, cuando no sabía de hora, de día ni fecha específica rondó su mente al caer inconsciente. En él había dos sonrisas, de fondo se oían risas y murmurios, y la imagen era la de aquel de cabellos de oro y ojos de esmeralda absorto en la unión de un mano pálida y otra levemente tostada por el sol, ocultas bajo la mesa al borde de su silla al mediodía; su tesoro más grande era aquel agarre secreto que su prometido le regaló una vez para calmar sus ansias y el " te quiero" que a su oído susurró.

 

Notas finales:

Espero sea de su agrado, mi primer fanfic, espero poder actualizar pronto y quien le haya dado una oportunidad agradeceré sus comentarios, destructivos o constructivos.


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