Corazón Venenoso
«Quiero tenerte en mi dulce dolor y sufrimiento. Todo es injusto en nuestra lujuria y guerra, en la redención más allá del bien y del mal. El amor se mantiene hablando dulcemente con desesperación y continúa sonámbulo mas alla de la esperanza.»
El día sombrío, aquellos paisajes eran más que simples edificios de concreto con ligeras capas de pintura, su color y la pesada lluvia, lo hacia ver sombrío, sin vida; el reflejo de su animo quizá.
Esas frágiles gotas de agua helada caían con sutileza sobre él y empapaban todo a su pasó. Esa sensación de inquietud pasiva, de sus emociones y pensamientos. Esas calles con multitudes de gente corriendo apurada hacia un lugar seco para no mojarse, al igual que personas con paraguas caminando como sí nada; tratando de evadir la lluvia de su camino, tratando de seguir su rutina.
El frío, la brisa helada que se hacia presente después de un largo y aburrido día, un día que odiaba más que a nada, uno de esos donde desearías estar muerto para no vivirlo, el día en que su “tutor”, acostumbraba a viajar por cosas privadas de su trabajó, dejandolo solo en su intento de imitación de hogar.
Un respiro profundo, una mirada sin animo y el último inalho de frustración al cigarro que yacia en sus labios, son sus últimas acciones antes de tirar lo que quedaba del trozo de nicotina y entrar a la gran residencia que trataba de llamar casa.
—Se fueron temprano. —simple oscuridad a sus ojos, fija la mirada al interruptor que encendería las luces artificiales; cierra la puerta detrás suyo y baja el interruptor para dar una atmósfera menos solitaria.
Una duda pasa en su mente, preguntas hacia la persona que no podía ni dirigirle una palabra. Aquella que veía todos los días con resentimiento por saber que lo ignoraba, la cuál ya no le importaba ni muerto. La cuál sonreia y se burlaba pero... esas últimas dos cosas fueron reemplazadas por negaciones internas de su cabeza, haciéndolo entrar en razón al recordarle que eso era solo actuación; solo trataban de mantener una imagen falsa delante de la persona a cargo de ellos.
Un paso de angustia, seguido por otros más confiados hacia la habitación tras aquellas escaleras en donde se quito la camisa previamente mojada y la remplazo con una polera casi igual a la anterior. Miro la consola de videojuego en el pequeño sofá de la habitación.
La débil sonrisa se plasmo en su rostro y de inmediato tomo aquel aparato en manos, solo para desanimarse al ver que no tenía el nivel de carga necesario para pasar un rato entretenido asta que él gran “L”, llegara a casa en plena madrugada.
Bufo molesto, lo necesario para salir de la habitación y dirigirse a las escaleras, esas que conducían hacia su arrepentimiento, casi interminables y tristes; y aún así trataba de subirlas manteniendo la incomodidad en su actitud.
El pasillo igualmente oscuro, al pasar por la primera habitación, el aroma a alcohol impregno sus fosas nasales, una sensación de asco apareció en él y término por cubrir su nariz.
La puerta yacia abierta y desde adentro, aquella mirada lo examinaba sin querer pronunciar una palabra. Ni un gesto, ni una señal que le indicará algún animo, nada de nada para preocuparse.
Apartó su vista de esa habitación, pasó de largo hacia la próxima puerta que parcialmente estaba cerrada y entonces la abrió. Sin detenerse a mirar algo más que el pequeño cargador, lo tomo rápidamente y volvió a cerrarla.
Un respiro antes de pasar por la habitación en donde aquel ser permanencia casi exiliado, al que sabía, no debía acercarsele.
—Mail. —esa voz intimidante, seguida de la sensación de malestar. Su mano fría que tomo su brazo con fuerza, obligandolo a entrar a ese cuarto oscuro y al parecer desordenado. Un forsajeo y termino arrojado a la cama con su cuerpo encima. Con aquel que se acerco a su cuello respirando agitado, él que sabía estaba aún meditando sus acciones.
Una caricia en su rostro, una mirada de irá y las sensaciones de miedo; incluso el ambiente hostil y siniestro...
¿Que había echo al arriesgarse sí sabía sus intenciones hace mucho?.
—¿Me...llo?. —un fuerte dolor en su cuello, su respiración acelerada, la tensión que paralizo todo su cuerpo.
—Te lo eh dicho antes. —ve como cierra los ojos y se da una idea de lo que pasa por su mente en ese instante.
Un gesto de molestia, de irá, de fastidio; la desesperación que le causaba hacia mucho más difícil las cosas ahora, pero aquel deseo era mayor. Mayor a las represiones que hacia para no salirse de control en su presencia, para contener aquel sentimiento indeciso.
—Largate. —susurra conteniendo sus acciones. Con facilidad sé retira de encima de ese cuerpo, del cuerpo que desea con desesperación.
La calma vuelve, aunque el ambiente cerca de él aún permanece aterrador.
Se levanta sin mirarlo, siente rabia, enojo y sale de la habitación cerrando la puerta.
Las ganas de gritarle no lo dejaban concentrarse, pero el alivio de salir librado de él era gratificante.
Por un instante su corazón casi sé le salía por la boca, literalmente, al notarlo y sentirlo de ese modo tan impulsivo.
Las cosas con ese, ahora, “sujeto ”, Mihael Keehl, empeoraban mucho peor desde que se conocieron, desde que sonrio falsamente, desde que fueron amigos, desde que termino por mandar todo a la gran mierda cuando la imagen de casi hermanos fue destrozada por simples palabras que no entendió asta mucho después.
Recuerdos que inquietaban su mente, palabras que decidía ignorar por razones obvias. Era difícil hacer creerte que no pasó nada, pero debía hacerlo por que, aunque le costara, tenía que olvidar las acciones acometidas.
Olvidarlo todo...