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El principe de Bielefeld por RedGlassesGirl

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Notas del capitulo:

Aclaraciones:

—diálogos.

"pensamientos".

 [1], [2], etc. Notas al pie.

 

Pareja: Wolfyuu/Yuuram.

Advertencias: Lemon, +18, sexo explícito.


Nota de la autora:

A pesar de que no se casi nada de Waltorana, su personalidad, su historia o sus relaciones con ninguno de los personajes, decidí incluirlo en este fic con gran protagonismo porque tengo una enorme curiosidad sobre él. Estoy hablando en términos exclusivos de la novela, porque sinceramente, ya no me gusta el anime para nada. Así que por favor olvídense de lo hayan visto en la animación, este es un Waltorana falso creado por mí sin tener en cuenta nada de lo que se vio de él en el anime.

Solo para que estén al tanto, estas son las pocas cosas que sé de Waltorana por el canon (tomando como canon solo lo que Takabayashi, la autora, ha escrito en novelas o drama CDs):

 

  • Tiene una visión particular sobre los linajes y los purasangre, a lo cual yo entendí que es estricto y sumamente orgulloso. Asumo así que es muy orgulloso de su linaje.

  • En el manga se da un indicio de que la cicatriz que tiene Conrart sobre su ceja pudo haber sido hecha por un espadazo de Waltorana o de Stoffel, en tanto en la novela Conrart dice que recuerda bien a quien le hizo esa herida, pero no se dan nombres. Sea cual sea, es interesantísimo saber que su “familia”, ya que ambos son sus tíos, pudo haberlo atacado con claras intenciones de matarle. La referencia aparece en el capítulo 52 del manga, o en el capítulo 4 de la Gaiden 1; ambas cuentan el pasado de Conrart y las memorias de su viaje a la Tierra llevando el alma de Julia.

  • Según un drama CD, Conrart no parece tener demasiado aprecio por Waltorana y hace un comentario que sutilmente lo da a entender. Le pide a Yuuri que cuando se presenten se coloque el broche con las alas de oro que le regaló Wolfram en un lugar donde las vea bien, “porque seguramente ese hombre llorará de furia e indignación”. Yuuri se pregunta qué tipo de persona será, ya que ha logrado que Conrart hable de él de esa manera. Recuerden que las alas que le da Wolf fueron un regalo de Waltorana, tal vez al tipo le moleste que se las haya regalado… me encantaría saber más jaja. ¡Los regalos no se regalan Wolf!

Más allá de eso, y de saber que Wolfram lo admira muchísimo, no hay más cosas que haya leído sobre él, por lo que no tengo manera de saber si estoy o no manejándolo en personaje.

El príncipe de Bielefeld – Capítulo 1
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—Son 7,925 yenes —dijo la cajera mientras la campanilla de la entrada indicaba la entrada de un nuevo cliente al local.

Sobre el mostrador se encontraba la caja negra con lazo dorado dentro de una bolsa de regalo. La tienda era demasiado distinguida para sentirse cómodo comprando en su uniforme de colegio. Los casi ocho mil yenes del gasto le dolían a su bolsillo, sacó el dinero de la billetera con cierta congoja y pagó.

Salió de la tienda sintiéndose extraño, era su primera experiencia comprando un regalo tan caro y se sentía nervioso. “Está bien, para algo he estado ahorrando tanto”.

No tenía idea de que regalar a alguien que cumplía 83 años pero parecía de 17; era demasiado complicado intentar entender lo que era ser un adolescente con tanta experiencia de vida. Después de haber analizado todas las posibilidades, una caja de chocolates le había resultado la mejor opción. Los mazokus solo conocían el chocolate por lo que él les había contado, pero para alguien con gusto por los dulces era algo obligatorio que probar. No podía llevar una barra comprada en el supermercado. Sabía que una fiesta de cumpleaños de un ex príncipe era un evento a lo grande, y siendo él un rey, tenía que poder ofrecer algo adecuado y a la altura de las circunstancias.

Yuuri puso el regalo en la canasta de la bicicleta y volvió a su casa. Tuvo que meter la bolsa dentro de su mochila para no generar sospechas y evitar que su familia le haga preguntas innecesarias o asuma cosas que no son de un regalo como ese. En su habitación acomodó algunas cosas más que quería llevar en su mochila, incluyendo algo de ropa por más que sabía que allí probablemente le darían nueva. Una vez consideró que todo estaba listo metió la mochila en cuatro bolsas grandes de plástico cerrándolas con mucha cinta adhesiva. Se cambió el uniforme por ropa común y tomó un gorro y un par de lentes negros de la mesa.

Se fijó que no hubiera nadie en el pasillo y se acercó a la escalera.

—¡Maa —grito desde el primer piso—, voy a tomar un baño!

Escucho ruidos en la cocina y la voz de su madre. —¡El ofuro está lleno, Shouri acaba de salir del baño![1]

“Genial, así no tendré que llenarlo”, podría irse cuanto antes. Entró al cuarto de baño y corrió la tapa de la bañadera, el agua caliente estaba humeante. Abrazó bien el bulto de bolsas de plástico y sabiendo lo que se venía metió una pierna en el agua, sintió la conocida sensación de ser jalado con fuerza y lo siguiente fue el tour de las estrellas.
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Wolfram estaba inquieto, sabía que se estaba olvidando de algo.

—Pescado —dijo y se llevó los dedos al nacimiento de su cabello acomodando unas mechas, miró la lista de ingredientes que estaba apuntando la cocinera y marcó con el dedo sobre ella para que lo anotara—. Eso era lo que falta, necesitamos pescado. Es lo que él más come.

—No es temporada su excelencia —advirtió la empleada, pensando que se estaban complicando cada vez más los pedidos de su joven amo.

—No importa, mándenlo a pedir a otro lado. Consigan dos o tres barriles. Hay que congelarlo, no vayan a salarlo o será inservible. Que vaya directo al depósito en el sótano con el hielo dentro de los barriles. Tiene que ser carne de sabor muy suave, se va a servir cruda.

Asombrado, su tío apoyó la taza de té en su planto y lo miró.

—¿Carne cruda? —cuestionó algo asqueado.

—Sí, hay que tener en cuenta el sabor porque varios platillos llevan el pescado crudo. Aunque en la mayoría de las comidas y los desayunos lo toma grillado —recordó Wolfram mientras pensaba algún otro detalle sobre los gustos de Yuuri.

“¿Quién come pescado grillado en el desayuno?” cuestionó Waltorana, pero si se trataban de las costumbres del rey no podía cuestionarlo demasiado.

—Y pidan cinco barriles de arroz —dijo Wolfram golpeando el puño en su palma al recordarlo—. ¿Cómo pude olvidarme del arroz?

El hombre mayor dejó de prestarle atención al chico y continúo disfrutando de su aperitivo, hoy incluía sánguches de fruta y estaban bastante buenos. Tomó un sorbo de té y recordó los sucesos de esta última semana mientras observaba por la ventana los jardines.

En unos días seria el cumpleaños de su sobrino, su pariente más cercano al cual quería como un hijo propio.

Waltorana era un hombre recto y calmado, se pasaba sus días como único regente de sus tierras sin demasiadas preocupaciones. Pero había extrañado la presencia en esta casa del que ya no podía considerar un niño, Wolfram había dejado de serlo hace mucho tiempo y hasta podía considerarse totalmente independizado ahora que su vida pertenecía a otro lugar. Aun le costaba asimilar estos cambios. Se alegraba de que lo visitara y haya aceptado su invitación de festejar este cumpleaños en su antiguo hogar.

Pero Wolfram había cambiado. Era el mismo de siempre, aunque había cosas diferentes en él al mismo tiempo. Su vida ahora giraba en torno a otras personas, no solo estaba al servicio del rey, sino que incluso se había comprometido. Sentía que el chico había desarrollado más su vida que él en ciertos aspectos, pero aún lo consideraba muy joven. Waltorana sentía una extrema curiosidad por su relación con el rey. Su sobrino parecía tener la situación bajo control, aunque durante estos días lo había notado muy preocupado por tener todo preparado para dar una buena impresión a esta persona. Nunca lo había visto esforzarse tanto en cuanto a las apariencias con nadie.

Solo había visto al Maou durante la ceremonia de coronación y algunas reuniones, y no tenía una opinión más que basada en prejuicios sobre él. ¿Sería el rey una persona caprichosa y dada a los lujos? ¿Un derrochador amante de la buena vida? ¿Era una persona quisquillosa y complicada de tratar? ¿Y qué tantos otros detalles extraños no conocía acerca de sus costumbres? No podía hacerse una idea exacta de su personalidad con la poca información que tenía, solo estaba al tanto de que provenía de un lugar exótico y poseía costumbres completamente diferencia de las de ellos. Pero si Wolfram lo había aceptado a su lado tenía que ser una buena persona, ¿verdad?

Sea como fuera, su casa no pasaría vergüenza y no escatimaría en comodidades para un visitante de tan alta alcurnia.
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Luego de caminar un kilómetro por el jardín delantero desde la entrada de la residencia, la mujer de baja estatura y cabello color carmesí apoyó cuatro enormes maletas en el piso. Llevaba dos más en la espalda apilada y era increíble que con su apariencia menuda se desenvolviera como si solo llevara equipaje ligero.

—Magnifica edificación.

No conocía este lugar, no había tenido nunca el placer de visitar esta residencia en tierras Bielefeld. Aunque era allegada cercana de un pariente de la persona que venía a visitar, no tenía relaciones entabladas con esta familia. La joven de cabellos de fuego retomó su andar decidido pensando en todas las posibilidades que le esperaban.
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Waltorana había recibido todo tipo de invitados ese día. La gente no paraba de llegar de un modo u otro, y su casa nunca había tenido tanto revuelo en décadas.

Aún era extraño para él considerar a más de una de estas personas como familia, pero su sobrino no solo tenía una relación cercana con la mayoría, sino que algunos de ellos realmente tenían lazos de sangre con la casa Bielefeld. Él aún estaba un poco sorprendido con la forma sumamente familiar en que Wolfram se desenvolvía con todos, y tenía bastante en cuenta su opinión sobre cada uno de ellos para influir en la suya propia. Aunque a veces no lo comprendía.

Por ejemplo, Wolfram parecía bastante nervioso ante la señorita Karbelnikoff, pero Waltorana no podía encontrar nada malo en ella. Era una joven bella, refinada y de buenos modales. ¿Cuál sería el motivo para ese comportamiento?

Uno de los invitados que más le había agradado recibir había sido Lord von Christ. Era un hombre distinguido y con cierta fama dentro de los nobles que conformaban las diez casas principales, pero nunca habían tenido la oportunidad de conocerlo. Se alegró de que se presentara la oportunidad de ser más cercanos y pensó que era bueno entablar una relación con un hombre al cual ya tenía en muy alta estima. No era alguien del que nadie pudiera avergonzarse de tener entre sus amigos. Su hermoso porte acompañado de una actitud sería y calmada lo volvían una persona sumamente agradable. Además, era uno de los hombres más cultos que había conocido, y se sintió contento de tener alguien con quien conversar de diversos temas a la par de su inteligencia.

La puerta de su estudio se abrió sin que nadie tocara primero, miró para ver quien podía entrar de esa manera y la hermosa figura de Cecilie generó un cambio en el ambiente de la habitación. Sonrió con alegría y se levantó de la silla.

—¡Oh, Walto, tanto tiempo sin verte! —Dijo la mujer tomaba su rostro y le daba un beso en la mejilla—. ¿Cómo has estado? Ha sido tanto el revuelo al llegar que apenas he tenido tiempo para saludarte. La casa esta tan magnifica como siempre. Y tú también debo decir.

—Gracias, pero si alguien ha de estar magnifica esa sin duda eres tú, Cecilie.

—Tan adulador como siempre. —rio ella—. He pedido un servicio de té y aperitivos. Toma un descanso y conversemos un rato.

Waltorana la invitó a ponerse cómoda mientras la servidumbre entraba empujando la mesilla con ruedas y disponían la mesa. El té de jazmín acompañado de masas frescas correspondía a los gustos de su invitada y lo sacaba de su rutina habitual.

—Y dime, ¿cómo has estado? —preguntó Cecilie.

—Muy bien, ciertamente. Creo que uno se acostumbra a que no haya soldados que entrenar o revueltas que resolver todos los días. Y las noches son algo más aburridas al no tener nada en concreto sobre lo que pensar, pero agradezco el poder dormir bien.

El rostro de Cecile se volvió más serio por un momento. No había querido ofenderla para nada, pero este tipo de comentarios ciertamente cuestionaban su reinado anterior. Aunque ella ya sabía cuáles fueron sus errores y sus aciertos.

—Es bueno tener paz. Yo también estoy contenta con ello. —Su sonrisa contenía algo de melancolía pero era genuinamente feliz.

—He escuchado que has viajado por todo el mundo. ¿Son estos rumores ciertos?

—Oh si, apenas he regresado hace unas semanas para el cumpleaños de Wolfie. Recorrer el mundo me ha ayudado a abrir más los ojos, hay tantas cosas por ver y tantas por aprender que resulta impresionante. Tengo muchas historias interesantes que puedo contarte. —Decidió dejar esa conversación para otro momento, ahora necesitaba ponerse al día con su visita—. Aún no he visto a mi pequeño, ¿está contento aquí? Creo que ha sido una larga temporada lejos de Bielefeld para él.

—Está muy animado, más que de costumbre. Es bueno tenerlo en casa. Aunque creo que ha cambiado mucho y yo no he podido seguirle el paso —se lamentó Waltorana.

Cecilie rio. —Los niños varones son complicados, tú siempre has sabido comprenderlo mejor que yo. Amo a mis hijos demasiado, pero a veces desearía tener una o dos niñas. La relación entre una madre y una hija es diferente.

—Pero que dices, has sido una buena madre para ellos, nadie podría cuestionar la cercanía que tienes con la familia. Han pasado cosas difíciles, pero nunca has hecho distinciones, sin importar la circunstancia.

Ella negó suavemente con la cabeza y un rizo dorado cayó sobre su pecho. —A veces siento que les debería haber dedicado más tiempo. Al menos Wolfram te tenia a ti, pero los otros chicos han tenido que educarse solos. Son buenos muchachos. Incluso Gwendal está a un paso de convertirse en todo un hombre. No puedo creer que el tiempo pase tan rápidamente y ellos crezcan tan rápido. Incluso Wolfram ya no es un pequeñito, siempre que lo veo no puedo evitar recordar que ya no es mi bebé que tanto le gustaba estar en brazos.

—Es increíble cómo pasa el tiempo, lo siento de la misma manera. Ha cambiado mucho. Sus cartas no cuentan demasiados detalles, pero he escuchado los rumores. Han pasado muchas cosas difíciles y no puedo creer las historias que me llegan.

—Él ya ha recorrido muchísimo de este mundo a una edad muy temprana. Es muy joven, pero creo que ha visto más cosas que muchos otros mazokus adultos. Lo ha sobrellevado mejor de lo que nadie esperaba, siendo como es. Ya no podrás considerarlo un niño caprichoso.

Waltorana y Cecilie rieron. Él recordaba bien los problemas que había tenido con ese chico en el pasado. Pero lo quería demasiado para renegar de él.

—Supongo que se me hace un tanto difícil dejar de tratarlo como alguien que necesita una figura paterna con urgencia.

—Oh Walto, sé que eres receloso de Wolfie, pero tendrás que aceptar que ya ha dejado el nido. Sabes que él siempre tendrá un lugar en su corazón para ti, realmente te quiere muchísimo. Siempre que alguien pregunta sobre ti es de pocas palabras, pero más de una vez ha admitido cuanto te admira.

—Me siento halagado. Me alegra ver que ha madurado tanto. Se ha estado encargando de todos los preparativos por su cuenta, nunca lo había visto manejar tan bien los planes solo. No me ha dado lugar a una sola sugerencia, incluso me cuesta seguirle el paso. Parece preocupado por la visita del Maou, aunque esta casa ya te ha recibido varias veces antes.

—Y me han tratado como a una reina, no tengo ninguna queja al respecto porque si de hospitalidad se trata siempre has sido el mejor. Pero ahora es diferente.

—Sí, hemos cambiado de rey. Supongo que no es tan fácil adaptarse a los gustos de una persona distinta.

Waltorana tomo un sorbo de su té y se sorprendió por la risa de Cecilie que lo miró divertida e hizo un gesto en el aire con su mano hacia él.

—No seas tonto, no tiene nada que ver con eso.

—¿Crees que esa no es la razón? Wolfram se ha tomado muy a pecho encargarse de todo solo, creí que se sentiría nervioso de recibir al nuevo regente por su cuenta, pero me pareció una buena oportunidad para dejarle atender los asuntos de la familia. Claro que jamás lo dejaría pasar vergüenza, si el rey ha de tener una queja seré yo quien se haga cargo.

—Oh, no, Walto —se quejó Cecilie negando y restándole importancia a sus preocupaciones. Se llevó un par de dedos a los labios sonriendo—. Es amor. Es todo por amor.

Waltorana se sorprendió y lo primero en lo que pensó fue en lo mucho que le gustaba el romanticismo a su amiga, pero luego recordó la relación de su sobrio con el rey. Estaban comprometidos, pero nunca lo había tenido en cuenta de ese modo.

—¿Pero no ha sido este compromiso un accidente? Pensé que se había mantenido vigente solo por solvencia, además de los beneficios políticos.

—Claro que sí, su majestad no tenía idea de que estaba haciendo. Fue una escena muy divertida, aunque los rumores la han cambiado bastante. Incluso tuvieron un duelo, y fue algo impresionante de ver, la magia del Maou es hermosa. Pero Wolfram está loco por su majestad, se ha pasado el último año persiguiéndolo. ¿Por qué crees que ha hecho todos esos viajes de los que hablamos? Es increíble la fuerza del amor. Pero gracias a Wolfram su majestad ha podido superar muchos peligros, ninguno de nosotros estuvo equivocado al pensar que dejarlos ser y mantener esa unión fuera la decisión correcta.

—Estoy al tanto de sus hazañas, incluso le ha salvado la vida varias veces al Maou según tengo entendido. Pero me impresiona que su majestad jamás lo haya condecorado. No sé qué tipo de persona sea, pero me da la impresión que lo está desmereciendo.

—Entiendo porque piensas eso, pero no tienes de que preocuparte. Su majestad es un chico adorable, es realmente una buena persona. Nunca hubiera dejado a ninguno de mis hijos en manos de un tirano que lo lastimara. Pero es un niño y aún no comprende este mundo, requiere que seamos muy pacientes. Estoy contenta con la gente que se ha rodeado, no hay nadie mejor que mis tres hijos para protegerlo y guiarlo. Es un buen rey, incluso mucho mejor que yo pese a su inexperiencia. Creo que los hechos hablan por sí mismos, ¿no te parece?

—En eso tienes razón. Sus métodos son un poco cuestionables, pero los resultados han sido buenos. Hemos evitado la guerra, aunque ese parecía ser el único desenlace para nuestro problema con los humanos, e incluso tenemos buenas relaciones con países que jamás hubiéramos pensado. No sé exactamente qué es lo que está haciendo, ni como lo ha conseguido, pero no puedo desmerecer sus logros. Pero eso no tiene nada que ver con Wolfram, que sea un buen regente no necesariamente hará que gané mi aprobación.

Cecilie chasqueó la lengua. —No te comportes como un padre celoso, o tendremos que comenzar a discutir porque estoy del lado de su majestad. Wolfram está bien, es joven, es la primera vez que se enamora.

—¿Y qué tipo de sentimientos tiene el Maou al respecto?

—Bueno, me sorprende que no esté interesado. Wolfie es alguien complicado de dejar de notar. Creo que si hubiera sido una niña no hubiera podido resistirse.

—¿Por qué piensas eso? Está bien querer tener una niña, pero no veo nada de malo con él como está.

—El mundo de donde provine su majestad tiene prejuicios contra las relaciones entre hombres. Él nunca lo vio como una posibilidad, incluso se asombró de que nadie dijera nada sobre su compromiso. Me ha contado que es complicado casarse con alguien del mismo sexo de donde proviene.

Cecilie se llevó un dedo a los labios e hizo un puchero. No le gustaba la idea de que el amor no fuera libre.

—¿Pero no es de la misma manera en países humanos? Hace algunas décadas era un delito que se pagaba con pena de muerte, o incluso esos barbaros los torturaban al igual que lo hacían con un humano que mantuviera relaciones con un mazoku.

—No he hablado tanto con él al respecto, creo que es más bien una condena social que un castigo físico. Pero al parecer no le ha importado mucho. Wolf y él son muy cercanos, nunca me ha parecido que su majestad lo desprecie. Tienen diferencias masculinas como todo los chicos normalmente, pero aunque empezaron con el pie izquierdo no hay rencores. Creo que son el mejor amigo que el otro hubiera podido tener.

Waltorana se recostó contra el respaldo de la silla, estaba más aliviado pero aún tenía sus preocupaciones.

—No te preocupes —insistió Cecilie restándole importancia—. Ya verás que Yuuri es la persona más dulce que conozcas, es muy considerado con Wolfie. Déjalos ser, tienen tiempo para disfrutar del amor, ninguno de los dos sabe bien qué es eso todavía así que lo descubrirán a su manera. Si algo pasa entre ellos sabrán arreglárselas solos. Todos estamos tranquilos respecto a eso.
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Yuuri sintió el cambio en el agua, todo estaba completamente negro a su alrededor y el sabor era raro en su boca. Intentó nadar para salir a la superficie y se dio cuenta de que estaba en un lugar bastante profundo. Al mover los brazos tocó algo gelatinoso que le causo un asco terrible, no tenía mucho aire y estaba agotando su resistencia al haberse movido desesperadamente. Pateó hacia abajo y encontró un piso blando y esponjoso que le sirvió para tomar impulso. Salió a la superficie en un estanque, habían juncos y plantas acuáticas a su alrededor tapizando el agua. Era de noche y apenas había luz natural, hacía mucho frio.

Salió a la orilla enterrándose en el barro y con la ropa cubierta de una fina capa de musgo y plantas verdes pegada a su ropa. Lo primero que hizo fue sacar el gorro de su bolsillo y los lentes, necesitaba ser precavido. No tenía idea de donde estaba.

“Esto no es Pacto de Sangre, ni el templo o el pueblo. ¿Serán tierras humanas? Que extraño”. No reconocía las colinas a su espalda ni la edificación a metros frente a él, pero ante la duda decidió echar un vistazo desde cerca. Se escabulló entre unos árboles pequeños y unos arbustos y al salir a cubierto corrió rápidamente hasta la parte trasera de una pared. Era una casa más o menos grande que al rodearla daba a otra edificación enorme, era una mansión impresionante. Seguía sin encontrar nada familiar que le indicara en qué lugar estaba.

—¡¿Quién anda ahí?!

Reaccionó al grito y se encogió abrazado el paquete que tenía en brazos, corrió en la dirección contraria escuchando la conversación entre lo que distinguió como guardias.

—¡¿Qué pasa?!

—¡Acabo de ver a alguien! ¡Por la derecha!

“¡Mierda!”, no podía saber si eran mazokus o humanos, ante la duda rodeó corriendo agachado la casa pequeña hasta dar con una tapia de decoración y arbustos demasiado bajos para esconderse.

—¡Ahí está el intruso!

Vio el reflejo del brillo de las hojas de las espadas por el rabillo del ojo. Miró hacia atrás y con la oscuridad no pudo distinguir el uniforme, vaciló y termino por intentar correr mirando hacia atrás. Recibió un golpe seco por el frente de alguien que no había visto, los labios le dolieron al chocar contra sus dientes y sintió el sabor de la sangre. Tenía el brazo de alguien alrededor de la cabeza y lo tiraron con fuerza al piso golpeándose la espalda y la nuca. Estando completamente aturdido lo redujeron boca abajo, su mejilla estaba apretada contra la tierra sin poder ver por sobre el hombro y el brazo torcido sobre su espalda dolía horrores por la posición forzada en la que se lo sostenían.

Al no responder ninguna de todas las preguntas que le gritaron, ni hacerse cargo de ninguna de las acusaciones de espionaje, lo llevaron a trompicones hacia algún lugar.

—¡Hey, mis cosas! —gritó Yuuri al ver el bulto que perdió tirado en el piso. “Oh no, la caja de bombones” se lamentó pensando si se habría golpeado mucho. Jadeó aguantando el dolor cuando sintió que se le salía el hombro de lugar, el guardia le obligó a mantenerse quieto en el lugar.

—¿Es eso un arma? —la pregunta no iba dirigida a él, pero igual la respondió.

—No es nada sospechoso, es mi ropa, comida.

—Es un material extraño que nunca he visto —dijo otro soldado cerca del bulto.

—No lo toques —le advirtió un tercer soldado. Se dio cuenta que no habían más hombres, solo eran esos dos y el que tenía a su espalda sosteniéndolo con fuerza.

—¡Les digo que no es nada sospechoso, es ropa y comida! ¡Está cerrado para que no se moje!

Forcejeó y logró tirarse sobre el paquete y se abrazó a él. Recibió un golpe con algo duro sobre la muñeca y juró haber sentido el crujido, lo siguiente fue otro golpe en la cara. Esto iba a doler mañana por la mañana. Logró sostener las cosas con una sola mano pero se las arrebataron con facilidad, al verlo tocarlas se llenaron de confianza para tomar el objeto extraño.

—¡Quieto intruso, si no es que quieres recibir una paliza peor!

Se acomodó los lentes rápidamente, no podía dejar que vieran sus ojos.

—Vamos para el calabozo, no va a durar más que hasta la mañana como mucho. El Lord no va a estar contento con una rata intentando escabullirse en su casa.

—¿Lord? —dudó Yuuri, “Tal vez tengo suerte y esto si son tierras mazokus” —. ¿Quién es el Lord de este lugar?

—Mantente callado. Un prisionero no tiene derecho a hacer preguntas.

De nuevo fue arrastrado a trompicones por su captor, y al negarse a coordinar sus pasos otro de los hombros lo tomó por debajo del brazo y lo levantaron como si nada. Recorrieron bastante camino de esa manera, a veces tocaba el piso y a veces sentía que flotaba sobre él. Su destino fue terminar con el trasero golpeando contra un suelo de piedra y unas rejas de metal cerrándose frente a él. Había olor a moho y humedad, pero por suerte no a baño público como esperaría de esa celda, pudo saber por ese detalle que no la usaban demasiado. Se sintió aliviado de que no fuera algo como una sala de torturas.

Los soldados le dieron vueltas al paquete, pero no se animaron a romper las bolsas y no tenían idea que era. Lo dejaron abandonado en un rincón del pasillo que apenas podía ver asomando la nariz entre los barrotes. Habían un par de lámparas en ese pasillo, pero no en ninguna en las celdas, calculando la distancia no debían de ser mas de tres o cuatro habitaciones como la suya. Había una tabla de madera contra la pared, se sentó en ella y se tocó la muñeca, dolía bastante y le costaba cerrar la mano izquierda. Sentía calor donde recibió el golpe en la cara, pero titubeo y decidió no tocarlo, tenía las manos llenas de barro.

“Me han dejado solo porque no represento ninguna amenaza”. Se sintió extremadamente débil, le dolían varios huesos de su cuerpo en ese momento, pero más el orgullo de no tener un ápice de fuerza propia para defenderse.

“Aquí no hay nadie que pueda ayudarme” se recordó a sí mismo. No tendría la suerte de que apareciera Conrart a salvarle, ni Gwendal o Günter. Incluso no vendría Wolfram. Pensó en porque había venido, se suponía que tenía que asistir a un cumpleaños, no terminar encerrado en un calabozo frio y tétrico. Descansó mientras pensaba, había una enorme reja en el piso a un lado de la habitación, se acercó a observarla y tuvo una idea.

Pero primero tenía que saber si podía usar magia. No se sentía cansado ni con esos síntomas de mareo y nauseas típico de estar en tierras humanas, pero estando así de adolorido no podía estar seguro. Se sentó de piernas cruzadas junto a la reja en la esquina que mejor le permitía ver su mochila y concentró toda su mente en un punto. Tras un largo rato de intentos fallidos, el bulto se tambaleó y salió disparado arrastrándose por el piso a gran velocidad hacia él como si un imán super poderoso lo atrajera. Extendió los brazos a través de los barrotes verticales para recibirlo en el último momento y así evitar que se estrellara haciéndose pedazos.

“¿Y ahora como lo meto aquí dentro?”. Lo pensó un momento y rompió la bolsa plástica con la mano que menos le dolía, sacó la mochila y la abrió pasando cada cosa por separado, la caja de bombones parecía estar bien y entraba justo por el diámetro de la reja. Volvió a meter todo dentro y se la colocó en la espalda.

“¡Bien! Estoy listo para mi gran escape”.
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Era pasada la media noche, cerca de la una de la mañana. Los tres soldados se aproximaron a la puerta del regente y golpearon.

—¡Su excelencia Lord von Bielefeld! ¡Tenemos una situación de urgencia!

Tas un momento la puerta se abrió y el señor de la casa les atendió con mirada soñolienta y severa.

—¿Qué es lo que requiere de mi atención a tan altas horas de la noche?

Los tres soldados saludaron nerviosos y dieron sus explicaciones.

—Lamentamos tener que interrumpirlo, milord. Hemos encontrado un intruso en los jardines, estaba merodeando entre los arbustos y al parecer intentaba escabullirse furtivamente por la parte trasera del ala Este.

La cara del hombre cambio de expresión mostrando un leve asombro. —Reporte completo soldado.

—El sospechoso ha sido capturado, reducido y llevado al calabozo. No hay daños ni bajas. No parece poseer armas, aunque hemos incautado un objeto sospechoso que llevaba consigo. Esperamos órdenes de cómo proceder con él.

El Lord de la casa lo pensó un momento y decidió que no parecía haber peligro alguno.

—Decidiré que hacer con él mañana por la mañana. Buen trabajo. Descansen.

—Gracias excelencia. Muy buenas noches.
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Yuuri pisó algo blandito y resbaloso y se retorció en un escalofrió de asco. “No pienses, no pienses, no pienses” se repitió a sí mismo y continuo avanzando en la oscuridad con los dedos rozando la pared.

En la alcantarilla había olor a gases y algo peor que un baño público. Las paredes eran húmedas, frías y pegajosas, pero necesitaba tocarlas para guiarse. El agua le llegaba a los tobillos y varios ojos brillantes lo miraban desde el piso y el techo, de vez en cuando escuchaba el chillido de las ratas pero estas corrían a esconderse al verlo pasar en vez de atacarle. Tras un recorrido que pareció interminable, y con miedo de estar en un laberinto sin salida, por fin vio una luz. No se apresuró, por más que le hubiera gustado correr hacia el aire libre, llegó a paso lento y seguro hasta el final de esa horrible caverna.

Estaba en campo abierto, agradeció la brisa y el aire frio de la noche mientras observaba los alrededores. La luna estaba en tres cuartos y podía ver claramente la estrella indicadora de caminos brillando con fuerza. Sea donde sea que estuviera le calmaba pensar que compartía el mismo cielo con sus amigos de este mundo.

A lo lejos vio un pueblo sin luces encendidas y comenzó a caminar en esa dirección. Su reloj G-shock marcaba las 2.30 de la mañana.
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Continuará…

Notas finales:

[1]Ofuro: Se le llama お風呂 ofuro (o simplemente 風呂 furo) a la bañera que utilizan los japoneses para la relajación luego de lavarse el cuerpo al tomar un baño. El agua suele estar muy caliente (40°) y disfrutar de calentar el cuerpo es una tradición que data de tiempos antiguos y se ha mantenido hasta la modernidad, se relaciona mas con la limpieza mental y la relajación. Las familias suelen compartir la misma agua, la cual se mantiene limpia porque cada uno debe lavarse antes de entrar; a los invitados se les suele ofrecer usar el agua primero. El ofuro se encuentra en el cuarto del baño, que está separado del otro baño que incluye el inodoro. Para mantener el agua suele tener una tapa corrediza que lo cubre por completo, y un calentador incorporado mantiene la temperatura del agua automáticamente. Solo para agregar datos ineteresantes sobre la cultura del baño japonesa, otros términos relacionados son: el sentō (銭湯), el baño comunitario; el onsen (温泉), los baños termales; y el rotenburō (露天風呂), los baños termales naturales que normalmente se encuentran al aire libre.


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