Pov. General
A pesar de tanto tiempo estar solo, de describirse como una persona que no necesita de nada ni nadie para sentirse a gusto solo, hay momentos o incluso días en que todo le parece tiempo perdido no hace nada, hace mucho, las personas parecen pasar a su lado sin notarlo o necesitar de él.
Todo pareciera darle la espalda, o no sabe si es él mismo quien se aísla de todo y todos, todo parece tan lejano, la música le da ese sentimiento de desahogo, canta solo, canta lo que tal vez no puede decir, canta con el corazón en la mano, pero no importa todo lo que lo haga, su garganta pica con las ganas de gritar hasta desgarrarla hasta que alguien en el exterior le escuche.
Quiere estar solo y cuando al fin lo logra se odia a sí mismo, mira la obscuridad y quisiera perderse en ella, quiere que el tiempo se detenga, regresar en el tiempo a aquellos momentos en que todo estaba bien, por lo menos para los demás, antes cuando todo era mejor a su alrededor, tal vez fue egoísta al querer buscar un gusto propio, su error fue ser egoísta y buscar todo para sí mismo.
Llorar, gritar, estar solo, nada funciona para desahogar esos sentimientos reprimidos.
Ama la noche, desearía que durará para siempre la oscuridad, ocultando todo y a la vez nada, dejando simplemente aquellos pensamientos que durante el día le son difíciles de expresar.
Quedarse en la noche, ese momento en que nadie puede verle, donde el único inconveniente es el ruido de su respiración acelerada y los sollozos opacados por el sonido de las gotas de la lluvia al caer, poco a poco el silencio lo relajara, pero necesita tiempo, bendita sea la noche que calla aquellas palabras que no quiere escuchar.
Perderse, no ver el amanecer, no hay nuevo día para él, no hay nuevo inicio, siempre le recordaran los errores, si no es su mente, son las personas y suficiente tiene consigo mismo.
Querer estar solo, no depender de nadie, odiar todo lo que le rodea, querer borrar todo, ser egoísta no hablar con nadie, no escuchar y preocuparse por sí mismo, pero no se puede, la idiotez le lleva siempre a pensar en aquello que no quiere que los demás pasen, como si alguien algún día lo notase.
Un ángel, un maldito demonio, ambos, ninguno, todo, nada...
Normalidad de día, locura de noche, solo, acompañado, mundos diferentes, mundos que jamás podrán juntarse, universos alternos a los que nadie debe entrar, la lucha interna entre lo que sabe que es y lo que no.
Querer salir de su encierro, no puede, no porque se lo prohíben sino por el miedo a lo desconocido, un niño, un triste niño tras el disfraz de su propia arrogancia, jugando a manipular títeres que le piden ser usados para no perder su valor, perdiendo el tiempo en algo imposible, en la felicidad de alguien más, menos en la de él mismo.
El mundo entero se ha olvidado de él.
...
...
Pero, él lo ha notado...
Un chico, menor, de esas personas que él tanto odia, esas personas que parecen siempre estar bien, que sonríen y ayudan al resto, de esas personas que todos notan y son amados, esa persona que se encuentra rodeada de sus triunfos, esa persona lo ha notado.
Por encima de las personas que lo rodean observó esa mirada triste, aquella mirada que tanto lo fascinó, quería saber la razón de tal tristeza, lo busco, lo siguió y se dio cuenta de lo que todos ignoraban, encontró a la persona más bella y fascinante que en su vida pudo conocer.
Vio la soledad en esa persona, pero también se percató de que la indiferencia que se notaba a primera vista era solo una máscara, y bajo de esa cara vio la inocencia, el dolor, la desesperación por encontrar a alguien, alguien que le ayude a sí mismo a encontrar el camino que perdió hace tanto.
Mirándole a él todo parece extraño, ya no quiere la aprobación de nadie, las palabras de aliento, sólo quiere lograr que esos ojos carentes de felicidad se fijen en él y así ser un apoyo, quiere confianza, quiere mejorar, quiere crecer para ayudar.
Ese chico tan indefenso a sus ojos le maravilla, pues a pesar de lo que hace no pide nada a cambio, y a pesar de no recibir pago por su labor sigue ayudando, se siente raro, se siente egoísta pues él hace las cosas para obtener halagos, pero ahora el único halago que contará será el que salga de esos rosados labios en forma de corazón.
Quiere cuidarlo, quiere aprender, quiere ver felicidad en otra persona, y ese es el mejor deseo que pudo haberse encaprichado en cumplir, pero ¿no por satisfacción propia o sí? No lo sabe, lo único que hará será seguir lo que dicte su corazón, no quiere hacer daño, quiere hacer el bien.
...
...
El tiempo, la rutina, todo está bien planeado, todo discreto, todo preparado, los nervios se hacen presentes, ¿y si lo odia? ¿Y si lo ignora?
"No es momento de dudar" se regaña a sí mismo en un susurro, toma su café entre sus manos frías por los nervios y entra en aquella aula donde solo hay una persona, ese chico de ojos grandes, sonríe mentalmente, se acerca dejando el café sobre la mesa.
"Busco a Suho, ¿sabe dónde puedo encontrarlo?" Lo mira rogando porque lo gire a ver, y así lo hace, esos ojos cansados lo mira algo sorprendido, y está en ese estado por la mirada que le dedica el recién llegado, a pesar de buscar a alguien más pareciera que ese chico solo lo mira a él.
"Ya no se encuentra en la escuela, tal vez mañana puedas encontrarlo" se gira a sus deberes nuevamente, trabaja sobre unas hojas blancas, el menor ruega porque no sea nada tan importante...
"Ok, muchas gracias" hace una reverencia y estira la mano para tomar su café, pero intencionalmente lo tira sobre aquella mesa "Lo siento"
Sus disculpas suenan reales a pesar de ser todo un plan, pero el miedo a lo que venga después es lo que le da credibilidad a sus disculpas.
El mayor de ambos se levanta rápidamente salvando los papeles que aún no han sido mojados por el líquido, suspira cansado, tendría que pasar nuevamente ese trabajo a mano, niega con la cabeza cansado, un tanto frustrado.
"Descuida" murmura frío.
"En verdad lo lamento" el moreno sacó un pañuelo de tela colocándolo sobre el líquido, intentando limpiar.
"Yo me encargo" no hace contacto con él, solo se limita a limpiar.
"Por favor, déjame ayudarte" y lo dice tan sinceramente que el más bajo de estatura se toma el tiempo para mirarlo de frente, sus miradas se cruzan, se miran y ambos sienten algo en su interior removiéndose, el moreno por esa mirada tan penetrante que después de tanto tiempo se fija en él y el de tez blanca siente algo extraño pues es la primera persona en mucho tiempo que le ofrece ayuda tan sinceramente y se ha fijado en él.
"JongIn, ese es mi nombre, es un placer" esboza una gran sonrisa que ni él mismo sabía poseer.
"KyungSoo, el placer es mío" estrecha su mano y algo evita que su mirada se despegue de esa sonrisa tan hermosa que le dedica sólo a él.
"Permíteme ayudarte KyungSoo" el mayor de ambos muerde su labio como intentando contenerse, esas palabras le dan tanta paz.
"Gracias JongIn" y ambos terminan de arreglar ese desastre.
...
...
Un brillo en aquella mirada se comienza a asomar, ya no solo hay tristeza, también hay diversión, las sonrisas se vuelven sinceras, las palabras salen con más facilidad cuando se encuentra a lado de JongIn, la noche es para desvelarse contando anécdotas graciosas por mensajes o para hacer planes para el día siguiente.
Poco a poco, lentamente las cosas cambian, las cosas tienen mejor sentido para KyungSoo.
No se han olvidado de él... JongIn está ahí, esta ahí para ayudarlo y sin que se dé cuenta, también KyungSoo lo ayuda a él.