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El Ciervo Dorado por Seeu neko

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Notas del capitulo:

Ya se que tengo dos fics más sin terminar pero cuando la musa llama... ¡a ver quien no le habre la puerta con la mala leche que tiene!

Además, este fic va dedicado a mi amiga Miriam, con todo mi love!! Disfrutalo y babea la pantalla pensando en Remus xD

 


El tren silbó con potencia, llamando a los alumnos que un año más subirían a él para dejar atrás a sus familias y poner rumbo a Hogwarts. Entre ellos, el joven Severus Snape, de tan solo quince años de edad, se alejaba de su madre mientras en su mente la culpabilidad de dejarla sola con su padre -borracho y muggle- se apoderaba de él. Siempre le asaltaba ese sentimiento cuando debía volver a la escuela. A veces no podía con los oscuros pensamientos que le oprimían el pecho... ¿y si en uno de sus arrebatos golpeaba a su madre y no estaba allí para protegerla? ¿Y si un día volvía al final del curso y descubría que su progenitora ya no estaba en este mundo?


Respiró hondo y entró al tren mientras sacudía la cabeza. Debía dejar esos pensamientos atrás. De lo que debería preocuparse es de él mismo y en como podría librarse este año del acoso de los malditos gryffindors.


La sangre le hirvió en las venas al recordar los insultos de Potter, la asquerosa risa de Black... la maldita indiferencia de Lupin... y del lameculos restante ni el nombre merecía que recordara. “Capullos”


Dirigió sus pasos rápidamente hacia el último compartimento, donde pensaba quedarse leyendo hasta que acabara el viaje.


 


 


 


En otro compartimento, casi al principio del tren, cuatro Gryffindors reían y se contaban sus días de veranos. Entre ellos, James Potter, el chico de oro. Aquel año había crecido un par de centímetros, su cabello parecía mas revuelto que nunca y sus ojos tenían un brillo salvaje, en busca de las aventuras que -durante el verano- no había podido realizar.


A su lado, el alocado Sirius, con su siempre deslumbrante sonrisa, no dejaba de hacer planes para su nuevo año. Su verano no había sido precisamente agradable. No había cosa que no odiara más que pasar el verano en su casa, con su perfecta y slytherin familia. Para él, sus amigos era su verdadera familia,.


 Frente a el, el siempre tranquilo y dulce Remus. Su piel cetrina parecía más rasguñada que hace unos meses y también su uniforme tenía nuevas costuras y parches. Estas últimas lunas llenas no debían haberle sentado muy bien, pero sonreía... Sonreía por poder ver de nuevos los rostros de sus amigos, aquellos que lo aceptaban sin reservas a pesar de saber su oscuro secreto.


Y Peter... ¿qué decir de aquel pequeño y asustadizo chaval el cual no podía creer la suerte que tenía de formar parte de aquel grupo? Estaba simplemente en las nubes.


 


-Ey James, mira quien pasa-susurró con picardía Sirius.


 


 


Los ojos de Potter se desviaron hacía la puerta acristalada, en el momento en que una cabellera pelirroja pasaba ante ellos. Su corazón dio un vuelco y se levantó, abriendo la puerta y asomándose.


 


-Lil...-pero ya se había metido en algún compartimento-tss.


 


Oyó la risita de Sirius a su espalda y le dio una ligera colleja a su amigo, sonriendo levemente. Empezaron a pelear de broma, dándose golpecitos y haciéndose cosquillas, hasta que acabaron jadeando ante la mirada divertida del licántropo.


 


-Ey, ey... -medio riendo Sirius pasó un brazo por los hombros de su amigo-, ahora que lo pienso. Es raro no ver a Quejicus detrás de la pelirroja como un perrito faldero ¿no? Seguro que esta por ahí escondido.


 


La mirada de Remus dejó de ser divertida y se volvió un poco oscura. Por una vez desearía que Sirius dejara al Slytherin tranquilo... pero claro... no caería esa breva...


 


-Estas aburrido, ¿cierto?-se rió James- ¿Nos damos una vuelta y lo buscamos?


-Chicos...-intentó persuadirlos el castaño.


-¡No seas aguafiestas Remus!-Sirius se levantó de un saltó y salió del compartimiento- Vamos James.


 


Sin dudarlo un momento el otro se levantó y -lanzando una mirada dudosa a Remus- corrió tras Sirius. No lo pensaron mucho, sabían que el Slytherin estaría en los últimos compartimentos, escondiéndose precisamente de ellos.


No les costó mucho encontrarlo, mas al abrir la puerta ambos se quedaron mudos. Snape se encontraba leyendo y ni siquiera se había dado cuenta de la presencia de ambos. James lo miraba sin parpadear... el cabello negro de Snivellus caía sobre sus hombros luciendo suave y liso, como una cascada tejida con el hilo de la más negra noche; su piel, antes grasa, conservaba su palidez nevada, más ahora parecía seda, tersa y sin mácula... se preguntó si seria tan suave al tacto como parecía... Así de perfil, incluso parecía una chica de delicados rasgos.


Entonces la voz de Sirius lo sacó de su embobamiento,


 


-¡Pero mira James! El rarito se nos volvió nenaza.


 


Fue como si le hubieran golpeado, dio un pequeño salto y sacudió ligeramente la cabeza. ¿En qué demonios estaba pensando? Los ojos de Snape se levantaron del libro y los contempló como si fueran un chicle pegado a la suela de su zapato. Aquella mirada enfureció a Sirius, que entró en el compartimento.


 


-¿Ahora te va travestirte Quejicus? Dime, ¿cuánto cobras? Porque tienes una pinta de puta...


 


James entró también y cerró la puerta tras de si, siguiendo el juego a Sirius con una sonrisa maliciosa. Por mucha carita de niña que tuviera ahora, seguía siendo Snape, el murciélago de las mazmorras, el marginado, el rarito...


 


-Oh vamos Sirius, no iras a rebajarte tanto, ¿cierto?


-Por favor James... -se inclinó un poco hacia Severus- Este se hace puta y muere virgen.


 


Snape simplemente los ignoró, como si sus voces no fueran más que otros ruidos provocados por el tren. Sirius gruñó y le arrancó el libro de las manos, tirándolo al suelo. Si ese asqueroso se creía que podía ignorarlos como a mierda se iba a enterar de lo equivocado que estaba.


 


-¡¿Qué haces gilipollas?!


 


Severus se levantó de golpe, encarando a Sirius... y sus ojos, tan negros, tan profundos... como ónices brillantes de furia. James simplemente se quedo perdido en esos pozos negros y furiosos.


Sirius le empujo, haciéndole caer al suelo sin apenas hacer fuerza. Aquello le resultaba tan gracioso. No era más que un inútil y asqueroso trozo de mierda. Sin miramientos le dio una patada en el estomago, mas no salió sonido alguno de la boca del golpeado.


 


-¿A quién llamas gilipollas nenaza?


-¡Sirius!


 


Ambos chicos se volvieron, encontrándose con la mirada entre preocupada y enojada de Remus. Al ver al Slytherin en el suelo hizo una ligera mueca de desagrado. A veces no entendía a sus amigos...


 


-Viene la señora del carrito...-se limitó a decir, antes de desaparecer por la puerta.


 


James lo siguió, sin querer mirar hacia Snape, mientras que Sirius se agachaba junto a el y le susurraba levemente al oído.


 


-Ya nos veremos Quejicus.


 


 


 


Si dijera que el banquete de bienvenida había sido como siempre estaría claramente mintiendo. Para los demás si que había sido lo mismo... Las indicaciones de Dumbledore, la selección de los nuevos, la comida -exquisita-... pero James se sintió un completo falso durante toda la cena, pues lo único que hacía era obligarse a si mismo a no pensar ni mirar hacia cierto slytherin. Por supuesto que seguía pensando que Snape era una asquerosa serpiente... pero es que era un asquerosa serpiente muy atractiva... joder, joder, joder... ¿en que demonios pensaba? ¿Snape? ¿Atractivo? Definitivamente debía de estar usando una poción que no solo lo hacía ver así sino que también atraía a la gente, porque aquello definitivamente no era normal.


Enfadado consigo mismo saco de su mente a Snape de una patada mental y enfoco su atención en la preciosa Lily, que pasaba de él olímpicamente. ¿Pero por qué? ¡¿Qué mierda tenía en contra suya?!  


 


 


Severus apenas probó bocado durante la cena, esos imbéciles le amargaban incluso antes de empezar el año. Ya le tenían harto. Por suerte este año se guardaba un as bajo la manga, se acabo el meterse con Severus Snape. Este año no.


 


 


 


Los días pasaron como siempre en Hogwarts, tan malditamente rápidos. Lo que no pasaba rápido eran las clases, en las cuales James y Sirius preferían dedicarlas a tirarse bolitas de papel encantadas o dormir. Remus realmente ya no sabía que hacer con ellos. Pero, mientras los días pasaban, más se desesperaba Sirius, pues a estas alturas ya le habrían hecho mil bromas a Snape. Era totalmente increíble que estuvieran a mitad de octubre y aun no le hubieran hecho nada al slytherin.


 


-¡Maldita sea!-rezongó por décima vez ese día-¡¿Dónde coño se mete?!


 


James se limitó a mirarle con aburrimientos por encima de su libro de Transformaciones. Él también se lo preguntaba. ¿Dónde se metía aquel chico? Solo lo veían en contadas ocasiones, como en las clases de pociones y las comidas... lugares en los que obviamente no podían hacerle nada.


Remus, con el libro tapándole la cara, sonreía para si mismo. Realmente se alegraba de que Snape hubiera encontrado una forma de esconderse de aquellos dos. No importaba que fuera un slytherin... se viera tan pequeño y débil a sus ojos. No podía evitar sentirse mal al ver como sus amigos se pasaban con él.


 


-¡No lo entiendo!-volvió a gruñir Sirius mientras tiraba el Mapa del Merodeador a la mochila de James.


 


Y los demás no podían culparle por no entenderlo. Después de todo, aquel mapa representaba a todo Hogwarts, a todos los que dentro se encontraban... ¿pero Snape? Ni rastro. Solo aparecía por las noches, en las que se encontraba a salvo en su sala común. El resto del día desaparecía del mapa y ya no daba señales de vida hasta la noche siguiente.


 


-¿Cómo mierda lo hace?


 


James suspiró y se estiró lentamente en el sillón de la Sala Común, dejando el libro a un lado y reposando la cabeza en sus brazos. Se sentía liberado. Después de aquel primer día había podido volver a la normalidad. Snape no era más que el rarito de siempre y verlo de lejos en las comidas o inclinado sobre una poción en clase no provocaba en él nada fuera de lo normal. Apenas si lo miraba... estaba demasiado ocupado buscando la atención de su pelirroja, que ese año lo esquivaba más que nunca. ¿Qué había hecho él para merecer aquello?

Notas finales:

¿Qué tal? ¿Qué os parecio? Decidme ;^;


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