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Estoy a tu lado por Roronoa Misaki

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Notas del fanfic:

Todos los personajes de One Piece pertenecen a Eiichiro Oda, yo sólo los tomo prestados para mi entretenimiento y el de los lectores. 

Notas del capitulo:

¡Chicos! ¡¡Chiicooos!! ¡Ya estoy de vuelta! ¿Me extrañaron?... ¿No? ;-; Bueno, pues yo sí los extrañé a ustedes, estaba ansiosa por volver con estas parejitas que me traen loca, y esta historia que amo con todo mi corazón <3 Lo iba a dejar para mañana, pero ya no pude esperar más xD Sólo espero que no quieran matarme... Mejor los dejo leer :D 

[CAPÍTULO 1 – AL BORDE DEL ADIÓS]

<Sábado, Diciembre 07, 2013>

El aire helado corría con fuerza entre las calles de la ciudad, pero los barrios bajos de Sabaody estaban aún más expuestos al frío, aunque a la gente que habitaba en ellos no parecía importarles, posiblemente ya estaban acostumbrados a ese ambiente.

Caminó tranquilamente por la acera con la cabeza en alto y paso firme. Ninguna de las pequeñas bandas que se encontraban por ahí cerca tuvo la errónea idea de querer atacarlo, aun cuando nunca se le había visto por ahí y era más que obvio que no pertenecía a esa parte de la ciudad.

En poco tiempo dejó atrás toda señal de vida y se adentró en el área completamente deshabitada, donde las casas no eran más que paredes a medio derrumbar, sin techo que las cubriera. Tuvo que caminar en medio de los escombros esparcidos por la calle y la acera, rodeando aquellos que no podría pasar sin riesgo de lastimarse. No es como que le tuviera miedo a dolores insignificantes como lo que heridas como aquellas podrían causar, pero no quería retrasarse.

Al fin llegó a su destino, un edificio que estaba en mejores condiciones que la mayor parte de las construcciones a su alrededor. Las numerosas ventanas se hallaban destrozadas en su mayoría, las puertas del exterior colgaban de una sola bisagra, y las paredes se apreciaban desgastadas por el tiempo y las condiciones descuidadas, algunas tenían ciertos detalles como agujeros o rasgaduras, pero por lo menos no parecía que se fueran a venir abajo en cualquier momento.

Una vez en el interior caminó por los pasillos del primer piso, con el sonido de sus pisadas haciendo eco contra las paredes y rompiendo el silencio del lugar. Conforme se acercaba a la puerta al fondo del corredor comenzaron a escucharse ligeras voces, de las cuales no estaba seguro de poder reconocer todas, pero no era algo que le preocupara.

Se paró frente a la puerta de madera, siendo ésta una de las pocas en el lugar que permanecía estable en su sitio, y tocó tres veces en medio de ella y dos en la parte superior. Recibió la aprobación para pasar y entró en la habitación.

—Joven amo— dijo cortésmente al momento de hacer una ligera inclinación con su cabeza. El hombre frente a él hizo un asentimiento y se sentó en la silla que tenía detrás, con una pierna sobre la otra, los codos sobre los reposabrazos y las manos cruzadas. El resto de los presentes se mantuvieron en silencio.

—¿Qué tienes para mí?

—Los informantes estaban en lo correcto. Lo he comprobado en persona, no hay error. Es él.

Doflamingo esbozó una ladeada y sombría sonrisa, que resultaba aún más aterradora al tener los ojos escondidos bajo sus lentes oscuros. —Así que el pequeño Law-chan ha estado metiendo las manos donde no debería, eh.

Se escucharon unas cuantas risas turbias y maliciosas por toda la sala, pero él se mantuvo inmutable en su posición.

—¿Qué quiere que haga, Joven amo?

—Tranquilo, no hay que apresurarnos demasiado. — Don Quixote recargó la espalda en el respaldo de su asiento, descruzando las piernas y soltando los brazos. Casi inmediatamente una hermosa mujer, con cabello castaño sujetado en una coleta y vestida con el atuendo de una sirvienta que destacaba las curvas de su cuerpo, se acercó a él y se sentó sobre sus piernas. —Deja que pase el tiempo, que crean que todo está tranquilo y vigílalos con atención. Cuando llegue el momento haremos nuestro movimiento.

—Entendido, Joven amo.  

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<Domingo, Mayo 18, 2014>

Miró hacia la ventana, mientras el sol comenzaba a bajar a su escondite y el cielo se pintaba de un color naranja rojizo antes de que oscureciera completamente. Observó aquel paisaje por unos segundos antes de regresar su atención hacia el chico que estaba acostado a su lado, con la cabeza apoyada en su pecho. Acarició con lentitud su espalda desnuda, utilizando únicamente la yema de sus dedos para tocar su piel.

Sabía que estaba despierto, pero le preocupaba la más que inusual actitud que tenía en ese momento, no decía nada, se limitaba a respirar y mantener una mano colocada sobre su pecho junto a su cabeza. Hacía más de media hora que estaba así, desde que habían terminado de hacer el amor, se había quedado completamente callado y eso no le gustaba para nada.

Detuvo su ligera caricia y lo observó atentamente por unos momentos más, hasta que terminó decidiendo averiguar qué era lo que le pasaba.

—Luffy— llamó suavemente, esperando a que el chico levantara la cabeza para verlo. Cosa que no sucedió. —Luffy, quiero hablar contigo, ¿podrías voltear a mirarme?

El nombrado se removió incómodo por un par de segundos antes de acatar lo que se le pedía, levantando el rostro lentamente para poder verlo directamente. —¿Qué… qué pasa, Law?— preguntó con cierto nerviosismo.

—Creo que eso debería preguntarlo yo— contestó frunciendo el ceño ligeramente. —¿Qué sucede? Estás un poco extraño—. Levantó una mano y acarició su mejilla con cariño. —Me preocupas.

Luffy lo miró a los ojos por no más de tres segundos antes de desviar la mirada, pero ese escaso tiempo fue suficiente para ver algo en ellos que hizo que el corazón se le acelerara como no creía posible. O más bien fue la falta de algo en específico lo que causó su reacción: amor. No había amor en su mirada, ni siquiera cariño, no le brillaban los ojos como cada vez que lo veía. Era una mirada vacía, fría, dirigida solamente para él.

—Law, yo… creo que esto ya no debería seguir.

—¿Eh? —A penas escuchó esas palabras sintió que la sangre dejaba de correr por sus venas.

—Llevamos un tiempo saliendo, y estoy muy agradecido contigo por todo lo que hiciste para ayudarme, de verdad. Pero…

—¿Pero? —Aún cuando no estaba seguro de querer escuchar la respuesta, decidió que era mejor saber lo que pasaba de una vez por todas, porque si no terminaría dándole un paro cardíaco.

 —Ya no te amo.

O tal vez ese paro cardíaco ya le había dado.

*****

Abrió los ojos de golpe, sobresaltado mientras su mente terminaba de carburar que aquello había sido sólo un sueño. Un sueño… bueno, más bien una pesadilla. Su respiración un poco acelerada ya comenzaba a estabilizarse, mientras que sentía un poco de movimiento a su lado.

—Hmm… ¿Law?— preguntó un soñoliento Luffy, sentándose en la cama y refregándose los ojos con el dorso de sus manos antes de mirarlo, aún con signos de estar más dormido que despierto. —¿Estás bien?

El mayor lo observó un par de segundos antes de incorporarse también, sentándose apoyando la espalda contra el respaldo de la cama. Alargó su mano para acariciar el cabello de Luffy suavemente y tratar de dedicarle una pequeña sonrisa. —Sí, estoy bien, fue sólo un mal sueño.

—¿Seguro?

—Claro. —Se acercó a él para plantar un beso en su frente, posando ahora ambas manos en el rostro de Luffy y acariciando sus mejillas con los pulgares. —Ya pasó.

—Está bien. —Luffy cedió y le dio un rápido beso en los labios, para después abrazarse al cuello de su pareja, recostándose sobre él y acomodando la cabeza en el hueco de su cuello, cerrando los ojos nuevamente. —Me dirías si algo va mal, ¿verdad?

Law tragó saliva y colocó una mano en la espalda desnuda de su pequeño novio. —Por supuesto que sí, Luffy.

El nombrado sonrió, y aunque no sabía cuánto tiempo faltaba para que tuvieran que salir de la cama de Law antes de que llegara su padre, se quedó dormido nuevamente en poco menos de un minuto.

Law lo observó dormir, se veía tan apacible, tan tranquilo que no quería preocuparlo por nada, menos por un sueño tan tonto, porque no era posible que eso llegara a suceder…  ¿verdad?

"No, él me ama".

Pero le inquietaba. Le inquietaba haber tenido ése sueño así, de la nada. Porque Luffy no le había dado razones para pensar que podía estar dejando de amarlo, las cosas estaban bien. Hasta se arriesgaría a decir que estaban de maravilla.

Entonces recordó algo, un suceso ocurrido el día anterior.

Colocó sus manos en la cintura del menor para atraerlo hacia sí, pegando sus cuerpos casi por completo, teniendo como único intermedio la ropa de ambos. Dio un paso al frente y terminó de acorralar a Luffy contra su propio casillero, mientras el chico le sonreía ampliamente, con sus mejillas adornadas con un leve sonrojo, y sus labios rojos y levemente hinchados como consecuencia de tantos besos que le había dado hasta ese momento.

Luffy lo jaló del abrazo en el que había atrapado su cuello para que volviera a inclinarse y salvar los centímetros de distancia entre ellos, y Law no opuso resistencia a ello. Sabía que si alguien los descubría en esa situación dentro del vestidor de empleados podrían meterse en problemas y por “podrían” se refería a Luffy, ya que él no trabajaba ahípero en ése momento lo único que tenía en mente eran esos labios que lo seducían sin piedad.

Cuando ya iba a comenzar a desabotonar el chaleco del menor la puerta de la habitación se abrió bruscamente, haciendo que ambos se sobresaltaran separándose unos centímetros, pero quien fuera que hubiera entrado no se percató de su presencia, estaba muy concentrado hablando con alguien más. Ambos se miraron y rápidamente se dirigieron hacia detrás de los casilleros que estaban junto a la pared, tratando de ocultarse.

Te digo que no fue así…

Con la adrenalina que le había causado el peligro de que los descubrieran no se había puesto a pensar en quién pudo haber entrado, pero ahora que estaba un poco más calmado pudo reconocer la voz de Kuroashi-ya, y también el hecho de que no había nadie más ahí, por lo que seguramente estaba hablando por teléfono.

¿Y por qué es mi culpa? ¡¿Por qué todo tiene que ser mi culpa?!

Luffy que estaba recargado en su pecho, mientras que él se mantenía con la espalda pegada en los casillerosdio un respingo al escuchar a su amigo alterado, y lo miró con preocupación. Law no supo cómo hacer que su novio no se preocupara y se limitó a hacerle una señal para que guardara silencio.

¡Es que no fue eso lo que pasó! ¡¿Cuántas veces te lo tengo que decir, Zoro?!

"Está hablando con Roronoa-ya". Aunque, más que hablando, estaban discutiendo. De nuevo.

Luffy se encogió contra su pecho y él lo abrazó para tratar de tranquilizarlo. Sabía que al pequeño le afectaba que sus amigos pelearan de esa forma, pero no sabía qué hacer para ayudar.

¡Pues bien! ¡Piensa lo que quieras!

Se escuchó el estrepito de un objeto cayendo al suelo y reventándose, y Law casi podía apostar que Sanji acababa de arrojar su celular al piso. Un par de segundos después un puño golpeando el metal de los casilleros se hizo escuchar, y Luffy se separó de su abrazo  para salir de su escondite.

Como Law no tuvo tiempo de pensar en hacer cualquier otra cosa, salió también de detrás de los casilleros. Había tenido razón en su suposición, en el suelo se hallaban esparcidas algunas partes del aparato, aunque parecía que simplemente se le había salido la batería. Claro que a su dueño eso poco le importaba en ése momento. Sanji estaba apoyado con ambos puños contra una de las puertas metálicas, con la cabeza caída hacia adelante.

 —Sanji…

El nombrado pareció tensarse ante la voz de Luffy, y tardó un poco antes de darse la vuelta hacia ellos.

—No sabía que estaban aquí— comentó mirándolos por un par de segundos antes de agacharse para recoger las partes de su celular.

Law no pudo dejar de resaltar el hecho de que Sanji ni siquiera se había dado cuenta de que se suponía que él no debería estar ahí.

—¿Estás bien? —Luffy miró a su amigo preocupado mientras le pasaba la batería del aparato.

—Sí, por supuesto. — Sanji le agradeció con un asentimiento, pero no lo miró a la cara, y Law imaginó que eso se debía a que en realidad no estaba tan bien. El rubio se incorporó de pie armando su teléfono y manteniendo la mirada en él como si temiera equivocarse al hacerlo. —Ya… deberíamos regresar allá.

Kuroashi no esperó respuesta y se dio la vuelta para salir de la habitación. Aunque Law no era especialmente cercano a él había aprendido a relacionarse con todos ellos durante los últimos meses, y no era exactamente reconfortante mirarlo en ese estado. Si así era para él, no quería pensar en cómo le afectaba a Luffy o a los otros.

—Ya no son como antes— comentó Luffy después de unos momentos. No había apartado la mirada de la puerta.

Law se acercó a él y pasó un brazo sobre sus hombros para plantar un beso sobre su cabeza. —Será mejor que vayamos.

Luffy asintió, sin poder borrar esa expresión preocupada de su rostro.

Law suspiró. Tal vez… tal vez sí le estaba afectando un poco más de lo que había pensado las cada vez más frecuentes peleas de Kuroashi y Roronoa. Y pensar que antes esas peleas eran hasta cierto punto entretenidas, pero ahora… ahora eran verdaderas peleas, y la verdad era que ya todos estaban muy preocupados por lo que les pasaba. La mayoría decía que no faltaba mucho más para que se separaran.

Sacudió la cabeza ligeramente, en ése momento no quería pensar en los problemas de otras parejas. Tenía que concentrarse en su propia relación, y en encontrar la manera de que ése sueño no terminara por realizarse.

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—Aahh, ya no puedo más— Perona suspiró y se dejó caer de espalda en la cama, en medio de todos los libros y cosas que estaban regados sobre el colchón.

—¿Quieres que tomemos un descanso? — Preguntó Sabo volteándose hacia ella, sentado en la silla del escritorio de su cuarto.

—No estaría mal, no.

Sabo sonrió ligeramente y negó un par de veces con la cabeza antes de volver a girarse hacia el portátil que estaba en el escritorio. —Llevamos casi tres horas aquí, y aún nos falta bastante.

Perona gruñó desde su lugar. —Ni me lo recuerdes. ¿Por qué demonios tengo que pasar un domingo encerrada en tu habitación haciendo los malditos trabajos?

—¿Porque queremos aprobar la materia, tal vez?

—Tú y yo vamos a tener un maratón de películas de terror para compensar esto.

—Hmm…

Perona giró el rostro hacia su amigo, que estaba dándole la espalda mientras tecleaba algo en el computador, y se sentó en la cama con las piernas cruzadas.

—¿Qué haces?

—Reviso si tengo algún mensaje de Killer. Últimamente parece estar bastante ocupado, ya pasaron dos semanas desde la última vez que hablamos.

—¿Y hay algo? — preguntó deslizándose sobre el colchón, apartando todas las cosas que había en su camino, hasta llegar al borde y sentarse con las piernas colgando hacia el suelo. —¿Te escribió?

—Hmm… No, nada. —Sabo suspiró, desilusionado al no haber encontrado nada acerca de su novio, y cerró el portátil.  

—Sabo… no es que yo quiera ser pesimista, que sí lo soy, pero, ¿de verdad esto entre ustedes está funcionando?

El chico se mordió el labio inferior y no pudo evitar desviar su mirada hacia la fotografía enmarcada que se hallaba en la parte superior del escritorio. En ella estaban él y Killer, en el salón de la Facultad de Psicología, abrazados y sonrientes. Y juntos. Aún recordaba con claridad ése día, cuando Perona los había hecho posar por no tener ninguna fotografía como pareja. Cómo extrañaba eso, y ahora se veía tan lejano…

Tomó el marco en su mano y se levantó de la silla, caminando hacia la cama para sentarse a un lado de la chica. Miró la fotografía por un par de segundos más y cerró los ojos, dejando escapar un suspiro.

—No lo sé. Digo, es difícil, sí, porque lo extraño y me gustaría poder tenerlo aquí conmigo, pero lo habíamos estado llevando bien. Hablábamos a diario por teléfono, o por mensaje, o hacíamos video llamadas aparentando estar en la misma habitación, y cosas como esas, pero… todo se ha vuelto tan extraño ahora.

—¿A qué te refieres?

—Hace cerca de un mes, las llamadas comenzaron a bajar. Al principio no le di mucha importancia, porque pensé que podía estar demasiado ocupado, pero después pasaban días en que no hablábamos, si yo le llamaba no podíamos conversar por mucho tiempo, y después comenzó a dejar de enviarme mensajes, ni siquiera el de buenas noches, y ahora… Dos semanas es demasiado tiempo para no saber nada de él.

Perona observó a su amigo, que no apartaba la mirada de esa fotografía mientras acariciaba con su pulgar el rostro de Killer, y suspiró por lo bajo.

—Entonces las cosas no van tan bien…

Pudo notar el dolor en la expresión de Sabo antes de que negara levemente con la cabeza.

—Lo amo, y sé que me ama, pero… tengo la sensación de que me ha estado ocultando algo, Perona, y a veces me da miedo pensar en qué será eso.

—No creerás que…

—No. —Sabo interrumpió a su amiga antes de que pudiera terminar con su comentario, y la miró seriamente. —No lo haría.

Perona sintió una oleada de culpabilidad recorrerla al ver la mirada de su amigo. En los últimos meses se habían vuelto bastante cercanos, y con sólo mirarlo a los ojos podía saber lo que estaba pensando. Sabo confiaba en el amor que Killer le tenía, pero también sabía perfectamente lo solo que podía llegar a sentirse, y, a diferencia de él, Killer era un chico que estaba acostumbrado a llevar una vida sexual activa.

—Sí, tienes razón— comentó la chica acercándose un poco más a él y pasando un brazo sobre sus hombros para hacer que apoyara la cabeza en el hueco de su cuello. —Él no lo haría.

Sabo dejó que su amiga lo abrazara mientras seguía observando y acariciando suavemente la imagen de Killer.

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<Skypea>

Lo primero que Killer supo al abrir los ojos y mirar la ventana, fue que ya era demasiado tarde para que siguiera durmiendo. Después se dio cuenta que ni siquiera sabía en qué momento se había quedado dormido, mucho menos cómo había llegado hasta la cama. Soltó un pequeño bostezo y estiró el cuerpo para desperezarse, sentándose en la cama. Decidió dejar de lado el hecho de que tampoco recordaba haberse quitado la ropa hasta quedar en bóxer, y se levantó de la cama.

Encontró su pantalón y su camiseta en la silla del escritorio, y se vistió mientras terminaba de despertar. Cuando terminó de abrochar su pantalón la puerta de la habitación se abrió, dejando ver del otro lado a un joven alto, con el cabello rubio bastante largo pero no tanto como el suyo propio, y con la diferencia de que el chico no tenía un fleco cubriendo su frente, por lo que el par de ojos azul claro estaba perfectamente a la vista.

—Veo que ya despertaste— comentó entrando en el cuarto, sosteniendo con una mano la toalla en su cintura que era lo único que cubría su cuerpo desnudo. —Dormiste bastante, ¿demasiado cansado?

—Algo, sí— contestó tumbándose nuevamente en la cama, mirando hacia el techo mientras el chico buscaba un poco de ropa en el armario. —Perdona que me haya quedado dormido, Cavendish.

—Supongo que no es tu culpa. —Cavendish se encogió de hombros y comenzó a vestirse. —Pero tendrás que compensarme, mira que no es fácil cargar contigo hasta la habitación, menos quitarte la ropa mientras duermes.

—Quiero confiar en que no te habrás aprovechado de mí— comentó levantando un poco la cabeza para ver al otro, que ya se había puesto el pantalón y en ése momento se abrochaba su camisa blanca.

—Claro, sigue pensando eso— le giñó un ojo, formando una sonrisa ladeada.

Killer rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír también. —Eres un idiota.

Cavendish le arrojó en la cara la toalla húmeda que momentos antes había utilizado. —Cierra la boca. —Se acercó a la cama viendo al chico dejar caer la toalla en el suelo, y se sentó en el borde a su lado, comenzando a acariciar su brazo con suavidad. —¿Seguro que no quieres que te ayude a destensarte un poco?

—No lo intentes, Cavendish, sabes cuál es la respuesta— contestó apartando su brazo con rapidez.

El chico gruñó por lo bajo y se levantó de la cama. No era la primera vez que él lo rechazaba, y aunque al principio eso le había causado mucha ira y frustración, meses después se había resignado a ello. Sobre todo porque, más que probablemente, gracias a ello era que podían ser amigos.

—Ése novio tuyo debe ser realmente especial— comentó cruzando los brazos sobre su pecho.

Killer sonrió y cruzó los brazos detrás de su cabeza. —No tienes ni idea.

Cavendish suspiró. —Supongo que no.

Killer se levantó de la cama de un salto, volvió a estirar los brazos y tronó su cuello, antes de mirar a su amigo nuevamente.

—Dime por favor que mi trabajo sigue en la mesa de tu comedor, intacto.

—Por supuesto que sí, no soy tan desgraciado como para hacerle algo, y lo sabes.

Killer sonrió de lado y ambos salieron de la habitación rumbo al comedor.

—Sigo sin entender por qué tienes que venir a mi casa para hacer los trabajos. No me malinterpretes, no me molesta, pero es un poco extraño, casi pareciera que vives aquí.

—¿No te lo dije? — preguntó Killer, extrañado ante ese detalle, sentándose en la silla que había ocupado para hacer su trabajo de la Universidad antes de quedarse dormido.

—¿El qué?

—Tu casa está mucho más cerca del hospital que mi departamento.

Cavendish lo observó sorprendido por un momento, pero Killer ya se había puesto a terminar su tarea, por lo que se giró hacia la cocina tragándose el nudo que se le había formado en la garganta.

—¿Cómo… cómo está? — preguntó con la voz apenas lo suficientemente alta para que su acompañante lo escuchara. Cuando el sonido de la pluma deslizándose sobre papel cesó sin que Killer respondiera, Cavendish casi se arrepintió de haber preguntado, pero después de unos momentos la voz de su amigo se hizo escuchar.

—Igual. El tratamiento no está funcionando, lo poco que había logrado al principio ya lo perdió, y más que eso. —Killer suspiró. Apoyó los codos sobre la mesa y acercó su rostro a sus manos para poder masajearse las sienes, como si estuviera tratando de disipar un dolor de cabeza. —Mañana le dan el alta, pero estoy considerando que sería mejor dejarlo en el hospital, para cuando tenga otra recaída.

Cavendish se acercó para sentarse en la silla a su lado y le tendió un vaso con agua. El chico le agradeció al recibirlo, pero no tomó del líquido que contenía. —¿Irás a verlo hoy? — Él ya sabía la respuesta, Killer siempre iba a visitar a su padre cuando estaba en el hospital por sus complicaciones, que solía ser la mayor parte del tiempo. El chico asintió en respuesta. —¿Quieres que vaya contigo? Me gustaría saludarlo.

—Claro, por qué no. —Sonrió con tristeza y tomó un trago del vaso que sostenía. —Gracias, Cavendish, por todo— dijo antes de tomar su pluma y retomar la acción de hacer su tarea.

Cavendish asintió y se levantó de su lugar en silencio.

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<Sabaody>

Ace cerró con disimulo el libro que tenía en manos y volteó para mirar al hombre a su lado, quien estaba recargado con la espalda en el respaldo de la cama y el portátil en las piernas, mientras que sus ojos, detrás de los lentes de lectura, se enfocaban en la pantalla. El pelinegro dejó el libro en el buró junto a la cama y se inclinó un poco para alcanzar con sus labios la mejilla de su pareja.

—¿Qué haces? — preguntó pasando suavemente sus dedos por la piel expuesta del brazo del mayor.

Marco sonrió de lado y lo miró de reojo antes de regresar la mirada hacia el ordenador. —Estoy revisando el informe del último operativo antes de entregarlo.

—Hmm— Ace dejó un suave beso en su cuello y recostó la cabeza en su hombro, mirando también hacia la pantalla. —¿Cómo les fue?

—Bien, podría decirse— contestó rodeando el cuerpo de su novio con un brazo, acercándolo más a él. —No era lo que esperábamos encontrar, pero por lo menos no fue una pérdida de tiempo.

Ace se acomodó mejor contra el cuerpo de Marco y cerró los ojos por un momento, disfrutando del ligero movimiento de su pecho al respirar y de su olor corporal tan cerca suyo. —Aún no saben nada de él, ¿cierto? —preguntó después de ese momento de silencio.

—No. —Marco suspiró levemente y colocó su mano detrás de la cabeza de Ace, girando el rostro para poder plantar un beso sobre su cabello. —Lo encontraremos, te lo aseguro.

—Lo sé. —Rodeó el abdomen del rubio con un brazo y hundió la cabeza en su cuello, inspirando profundamente. —¿Alguna vez te he dicho que amo tu aroma? — preguntó acariciando suavemente su piel con la punta  de la nariz.

—No, creo que no lo habías hecho— contestó mordiendo su labio inferior y apretándolo más contra su cuerpo.

—Pues lo amo.  —Rozó la piel expuesta con los labios y los deslizó por la extensión de su cuello, mientras que su mano comenzaba a desabrochar el primer botón de su camisa. Acercó su boca a la piel recién descubierta y la besó con lentitud, acariciándola también con su lengua. —También tu sabor.

La respiración de Marco se volvió un poco más pesada al sentir los labios de su novio recorriéndolo mientras seguía desabotonando su camisa con una lentitud tortuosa. Quiso moverse para colocarlo totalmente sobre él, pero el computador en sus piernas se lo impidió, Marco ya se había olvidado completamente de él. —Ace… espera…

—¿Por qué? —Ace levantó la mirada, separándose un poco de él, con la interrogativa pintada en el rostro.

Marco cerró el portátil con rapidez y lo dejó en la silla del escritorio  —al ser esta lo único que había junto a la cama— junto con sus lentes. Se volteó de nuevo hacia su novio y rodeó su cintura para pegarlo a su cuerpo. —Entonces, ¿en qué estábamos?

El chico le sonrió y se colocó sobre él, con las piernas a cada lado de su cadera y una sonrisa seductora en su rostro. Marco le regresó la sonrisa, y Ace se inclinó, pegando sus cuerpos completamente y atrapando sus labios en un intenso y lujurioso beso.

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Tsubaki salió de su ensimismamiento mental cuando escuchó a su amigo soltar un pequeño grito triunfal, levantándose del suelo dando un salto.

—¡Genial! Es la primera vez que te gano— dijo Chopper con una enorme sonrisa en el rostro, aún sosteniendo en su mano el control inalámbrico que había utilizado.

Tsubaki parpadeó un par de veces, sorprendido ante el comentario, y dirigió su atención hacia la pantalla de televisión que estaba frente a ellos, sólo para comprobar que, efectivamente, Chopper acababa de ganarle el juego, y él ni siquiera se había enterado de ello.

—Ah, sí, creo que tienes razón— comentó dejando de lado su propio control. —Me ganaste.

—Hmm— Chopper lo observó como si estuviera tratando de descifrar lo que pasaba por su mente. —¿No me habrás dejado ganar, cierto?

—¿Qué? ¡No! — exclamó ofendido, aunque, técnicamente, sí lo había dejado ganar, dado que ni siquiera estuvo prestando atención a lo que pasaba en la pantalla, aun cuando no era esa su intención, pero su mente no podía dejar de desviarse hacia los recuerdos del jueves en la tarde. Llevaba desde ése entonces pensando en lo que había pasado aquel día que fue a casa de su mejor amigo para hacer los deberes y, a mitad de la tarde, se topó con cierta escena que lo dejó pensando demasiado.

Él sabía desde el principio que Law, el hermano mayor de Chopper, era gay y estaba saliendo con ese chico que siempre parecía traer una sonrisa en la cara, Luffy, y él no tenía ningún problema con eso, aun cuando nunca antes había conocido a otro chico que lo fuera (al menos no que él supiera) a él le habían enseñado siempre que amor es amor, y que las preferencias de los demás no tienen por qué molestarle si ni siquiera le afectaban.

Entonces, no comprendía por qué el haber encontrado a Law y su novio besándose en la cocina cuando había bajado del cuarto de Chopper por un vaso de agua lo había dejado tan aturdido, en ése momento lo único que pudo hacer fue sonrojarse notablemente y volver a subir casi corriendo para ocultarse en la habitación de su amigo por el resto de la tarde, pero sin poder borrar la escena de su mente, y aun días después de haber presenciado aquello seguía dándole vueltas en la cabeza. Seguía sin entender la razón.     

Chopper sonrió, orgulloso de haberle ganado a su amigo por primera vez en tanto tiempo. —Entonces, te gané limpiamente.

Tsubaki formó una pequeña sonrisa y se levantó del suelo para acercarse al mayor y revolver sus suaves cabellos castaños. Él no sabía realmente por qué, pero le encantaba hacer aquello, tal vez era sólo que le parecía algo gracioso que, siendo Chopper mayor que él, le dejara revolver su cabello como si fuera un niño pequeño mientras formaba un ligero puchero, pero realmente nunca le reclamaba que lo hiciera. —Felicidades.   

Los hermosos ojos cafés de Chopper (Tsubaki no tenía ni mínima idea desde cuándo había comenzado a considerar que los ojos de su amigo eran hermosos, y la verdad no quería averiguarlo) brillaron de felicidad bajo las atenciones del otro, y el menor se sintió culpable por haberse pasado todo el día enterrado en sus pensamientos en lugar de prestarle atención al chico que estaba acompañándolo, y decidió que, por lo menos por lo que restaba del día, se concentraría única y exclusivamente en él.

Retiró la mano de la cabeza de Chopper, mostrándole al mayor una amplia sonrisa antes de darse la vuelta y agacharse para tomar nuevamente el control que había dejado en el suelo.

—Entonces, ¿me concedes la revancha? A menos que tengas miedo de no poder ganarme de nuevo.  

Tsubaki tuvo que contener una pequeña risa cuando Chopper tomó su propio control, asegurándole que esta vez lo destrozaría por completo, y volvió a sentarse en el suelo a su lado, con la total intención de descubrir si el chico podría cumplir su palabra.

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—Aquí tienes, Sanji-kun— Nami le extendió al rubio un vaso con agua, mientras se sentaba a su lado en el sofá de la sala de su casa. Sus padres no se encontraban ahí, habían salido para hacer algunas compras, y ahora se alegraba de haber rechazado acompañarlos cuando se lo pidieron.

—Gracias, Nami-san— Sanji intentó dirigirle una sonrisa a su amiga, pero se rindió al darse cuenta que no era capaz de lograr algo mejor a una mueca, lo cual era suficiente para darle a la chica una idea de cuán mal debía de sentirse, dado que siempre había sido capaz de mostrarse ante sus damas con la mejor actitud y disposición para cumplir con lo que ellas necesitaran. Pero en ese momento no era capaz de hacerlo. —Lamento haber venido sin avisar.

—No te preocupes por eso. —La chica le sonrió con cariño y colocó una mano en la espalda de su amigo. —¿Qué es lo que necesitas?

Sanji bajó el vaso después de tomar un pequeño trago (no se sentía capaz de tomar más) y se quedó con él entre las manos sobre su regazo, con la mirada pegada en el balanceo del líquido en el interior del cristal.

—Necesitaba hablar con alguien, pensé que tal vez podrías ayudarme…

—Lo intentaré, Sanji-kun. Puedes decirme lo que sea.

Sanji pareció respirar profundamente para tranquilizarse un poco antes de hablar.

—Es acerca de Zoro, de nuestra relación.

Nami entendió entonces la actitud del rubio. Desde hacía un corto tiempo (nadie sabía con  exactitud cuándo) las cosas entre ellos habían comenzado a notarse un poco tensas, ninguno de sus amigos sabía cuál era la razón de ello, pero era seguro que su relación no era lo que había sido antes.

Contempló con atención al chico a su lado y esperó a que siguiera hablando por su cuenta. La expresión de Sanji se veía cansada, triste y preocupada, y ella ya podía imaginarse el por qué, pero realmente era desalentador ver a su amigo en ese estado a causa de su relación con el peli verde, cuando había sido esta misma la que causara sus más amplias y sinceras sonrisas tan sólo un tiempo atrás.

—Él… no sé qué pasa, pero ha estado comportándose tan extraño últimamente. Es muy celoso, antes no era así, y parece que siempre está enojado conmigo. He tratado de entenderlo, o de buscar qué fue lo que causó ése cambio, pero no lo sé y… —la voz del rubio se ahogó en su garganta por un momento, antes de poder hablar de nuevo. —Tal vez ya se ha cansado de mí.

El cuerpo de Sanji tembló levemente y Nami terminó de acortar la distancia entre ellos, abrazándolo mientras deslizaba su mano por el brazo del chico.

—Tal vez sólo es una etapa, Sanji-kun. Probablemente Zoro se dé cuenta de que te está haciendo mal y trate de arreglarlo, deberías hablar con él…

—Debería, lo sé, pero tengo miedo de lo que pueda resultar de ello… siento que irremediablemente voy a perderlo, no importa lo que haga. Lo peor, Nami-san, es que he llegado a pensar que tal vez eso sería mejor.

Nami entendió, con preocupación, que ella también había pensado en eso, al igual que los demás, y si Sanji ya lo había considerado… tal vez al final sí sería lo mejor para ambos el poner punto y final a su relación. 

 

Continuará...

Notas finales:

Vale, ahora sí puedo hablar todo lo que quiera :D 

Ah, se siente tan bien regresar aquí :')

¿Qué les pareció el primer capítulo? ¿Es lo que se esperaban o algo muy diferente? ¿Creen que debería de tirarme de la cima de una montaña? Ok, no xD Pero en serio, chicos, no sean malos y déjen un review con sus opiniones  para que yo pueda conocerlas y así saber en qué necesito mejorar. Tampoco duden en decirme si encuentran algún error o incoherencia en el texto ;) 

Como todos sabemos y podemos recordar, no soy muy buena para seguir plazos de entrega, así que mejor no les prometo una fecha para el próximo, pero espero no tardarme mucho. 

¡Los extrañaba, chicos! 

¿Demasiado sentimentalismo? xD Vale, está bien, me calmo. Nos vemos la próxima :D

Misa-chan


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