-Mi señor, ha llegado un nuevo grupo
-Mmm…Perfecto. Hazlos pasar
-Por favor, déjame ir
-Vaya, vaya, que interesante
-Por favor, déjame, te lo ruego
Esta fue, la primera vez, en la que Jack Frost, un joven de 25 años, hijo de un poderoso jefe de la mafia e Hipo, un simple esclavo sexual, de 20 años de edad, se conocieron.
¿Qué opinan si les cuento todo, mas detalladamente? Bien, comencemos.
Nuestra historia empieza cinco años atrás, cuando un joven peliblanco, heredero de un grupo de mafia, conoce a uno de sus múltiples concubinos.
Hipo, de aquel entonces, con una de edad de solo 15 años, es vendido por sus padres a un líder de la mafia, sin pena alguna, entregan a su joven hijo a manos de un grupo de prostitutas, sin saber lo que le podría deparar el futuro.
Nos encontramos en Washington, la mas grande capital de E.U. en un suburbio aislado de toda civilización, se encuentra la imponente mansión de la familia Frost, dueña de un millar de empresas, exportador de las mejores drogas del mundo, sin duda alguna un verdadero crimen organizado.
Todo empezó como un día como cualquiera, había llegado como era costumbre cada día 15 del mes, un nuevo cargamento lleno de jóvenes hombres y mujeres cuyo único fin, era satisfacer las necesidades de todo el clan, esta por más decir, que esta obligación también incluía la satisfacción sexual. Todos estos jóvenes, llenos de miedo y angustia, habían sido secuestrados, amenazados, raptados o simplemente vendidos por sus padre como era el caso de nuestro pequeño Hipo.
Un subordinado entra presuroso en la habitación del hijo del Don (líder de la mafia).
-Mi señor, ha llegado un nuevo grupo –dice dirigiéndose al muchacho de cabellos platinados.
-Mmm…Perfecto. Hazlos pasar
-Por favor, déjame ir –habla un niño entre sollozos, su ropa esta hecha trisas, su cuerpo mugriento y en harapos, mira fijamente al joven frente a sus ojos.
-Vaya, vaya, que interesante –ríe sutilmente fijando sus ojos en aquellas dos joyas esmeraldas que lo miran suplicante.
-Por favor, déjame, te lo ruego
-¿Quién te hace creer que te voy a obedecer? –cuestiona arrogante tomando con brusquedad el mentón del menor.
-Por…favor…-dice el castaño antes de caer desplomado en el piso; el joven peliblanco mira curioso el cuerpo frágil frente a sus ojos para después lanzar una pequeña risa.
-Mi señor ¿Qué esta haciendo? –comenta el subordinado sorprendido al ver como su amo carga al menor con delicadeza para después recostarlo en la cama.
-Llévatelos a todos, deja que los hombres hagan lo que quieran con ellos
-Esta bien mi señor, pero ¿y el niño? ¿Qué hará con el?
-Eso ya lo veré después, por el momento no quiero que nadie se acerque a este niño ¿entendiste? –cuestiona a su sirviente con mirada desafiante.
-S…sí, señor
-Bien, ahora, lárgate –y dicho esto, sale el hombre arrastrando al grupo de jóvenes consigo.
Ya había pasado del media día cuando por fin, el niño de cabellos castaños abre los ojos, para su sorpresa lo primero que ve es un par de ojos azules, profundos como el mismo océano, el niño asustado pega un brinco cayendo de la cama donde se encontraba.
-¿Quién eres? –pregunta con rostro angustiado -¿Dónde estoy?
-Mi nombre es Jack, Jack Frost, futuro Don del grupo Frost
-¿Grupo Frost? ¿Te refieres al grupo de mafia Frost? ¿Ese grupo? –dice temeroso el pequeño.
-Es correcto… ¿Cómo te llamas? –habla mientras se sienta al filo de la cama.
-¿Qué hago aquí? –dice entre sollozos nuevamente.
-Te pregunte por tu nombre ¿Cómo te llamas?
-¿Eh?...Hi…Hipo-dice temeroso.
-Bien Hipo, ¿sabes porque estas aquí? –niega el menor con la cabeza
-Bien, es fácil, el único motivo por el que estas aquí, es para cumplir todo lo que yo te pida –Hipo mira con ojos aterrados a Jack –No me mires así –dice acercándose cada vez mas al cuerpo del menor .
-A…aléjate –trata de forcejear pero la fuerza del otro es mayor.
-¿No lo entiendes? Tú estas aquí para hacer lo que yo quiera y diga, ¡así que solo obedece maldita sea!
-No, no, de…tente -nuevamente las lagrimas caen por las mejillas de Hipo, continua luchando contra su agresor hasta que de un movimiento rápido, Jack logra tener a Hipo debajo de él y posesivamente toma sus labios haciendo que el menor gima por el brusco acto –¡Para, por favor!
Jack mira el rostro de Hipo, viendo fijamente sus ojos esmeralda, suelta un suspiro de exasperación con un toque de resignación, se separa finalmente del menor mientras camina hacia el centro de la habitación; Hipo lo mira consternado y con lagrimas en sus ojos.
-¿Qué es lo que vas a hacerme? –los ojos del castaño muestran clara tristeza.
-Ni se te ocurra salir de esta habitación ¿entendido? –habla sin mirar al otro.
-¿Eh?
-No salgas de aquí a menos de que te lo ordene –su voz era firma y gruesa.
-¿Qué harás?
-Eso no te incumbe –agrego –Solo no salgas de aquí, ¿entendido? –dijo alzando levemente su voz.
-S…si –respondió junto con un asentimiento de cabeza y sin decir nada mas, el joven Jack salió de la habitación dejando solo a un muy desconcertado y asustado Hipo.
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-Papá…mamá –digo en voz baja mientras llevo mis manos a mi rostro humedecido por las lágrimas -¿Por qué?
No logro entender como mis padres, mis propios padres me abandonaron a mi suerte e hicieron de mí lo que quisieron.
Cuando desperté aquella mañana soleada algo me dijo que no estaba bien, algo en ese día no era normal; baje a la sala de mi casa para desayunar en compañía de mi “familia” como todas las mañanas pero vasta fue mi sorpresa cuando en vez de encontrar a mis padres, estaban dos hombres grandes e intimidantes, un nuevo pánico ataco mi pecho y salí corriendo lo mas rápido que pude antes de los hombre pudieran decir algo.
Corrí como nunca en mi vida, yo conocía a esas bestias, servían al grupo Frost, ¿Por qué estaban en mi casa? -me cuestione mentalmente. Me mantuve andando por largo rato huyendo de aquellas sombras que me perseguían, podía escuchar sus pasos cada vez mas cerca, mas amenazantes, sin darme cuenta contuve mi respiración, di media vuelta en un callejón tratando hacerles perder mi rastro, pero fue en vano, en un santiamén sus gruesas manos me sujetaban de los brazos con fuerza, luche con garras y dientes de zafarme de su agarre.
-¡Madre, padre! –grite con desesperación.
-¡Cállate crio! –los ignore por completo y seguí llamando a mis padre –Joder ¡CÁLLATE! ¡¿Qué no vez?! ¡Tus padres te vendieron a nosotros!
-I…Imposible –lo interrumpí –Ellos no harían algo así
-¿En serio crees lo que dices? Tus padres te abandonaron, no tienes n-a-d-a
Instintivamente me quede quieto por el impacto, mis pies arrastraban por el suelo rocoso de los barrios pobres del lugar, las lagrimas no paraban de salir de mis ojos.
-¿Por qué? –dije en susurro antes de ser metido a un lujoso automóvil negro.
Cerré mis ojos a causa del cansancio, mis pies dolían ya que estaban llenos de heridas y sangrantes, el carro comenzó a andar y minutos después habíamos llegado a un depósito, mire a mí alrededor y pude divisar un grupo de personas de todas las edades y sexos, al igual que yo, sus ropas estaban mugrientas y hechas harapos.
-Vamos, camina, no tenemos tiempo que perder –gritó el hombre a mis espaldas mientras me aventaba hacia adelante.
Me reuní con el grupo de personas y para el final del día mas gente llego y con ellos, unos cuantos camiones de carga, nos encadenaron y metieron en ellos, horas después nos bajaron, todos confundidos, agotados y hambrientos, mirábamos sorprendidos el lugar donde nos encontrábamos.
Era una mansión enorme, tan grande como un palacio, bellos jardines se expandían por todo el terreno, el lugar era precioso, parecía uno de esos escenarios sacados de un cuento de hadas, todo hubiera sido perfecto no sino hubiéramos sabido lo que nos esperaba.
Un hombre robusto vestido todo de negro, de aura amenazante y ojos de color vinagre, se acerco a nosotros y con una seña de mano nos indico que lo siguiéramos. Comenzamos a caminar con dificultad ya que nuestros tobillos estaban encadenados al igual que nuestros brazos y cuellos.
Finalmente llegamos a lo más amplio del palacio, una inmensa puerta de roble se alzaba a nuestra vista y de un movimiento brusco nos introdujeron a la habitación que había adentro.
Recuerdo que lo primero que vi, fueron aquellos hermosos ojos azules y aquel cabello blanco hipnotizador. Aquella bella figura se acerco a mí y sujeto bruscamente mi mentón, balbuce algunas palabras antes de caer inconsciente al piso.
Poco a poco comencé a recuperar mi consciencia, abrí lentamente mis ojos solo para toparme con aquellos ojos cielo. Lo mire confundido por unos segundos, de un de repente se abalanzo hacia mi, tuve miedo, demasiado. Suplique que se detuviera, que parará, beso mis labios de forma brusca e inconscientemente deje de luchar, Jack -como me había dicho que se llamaba- se alejo de mi solo para verme directamente a los ojos, dijo algunas cosas y salió de la habitación.
Me mantuve en shock por unos minutos, después reaccione rápidamente y busque una salida, la puerta estaba cerrada con llave, así que me dirigí a una de las ventanas, justo en ese momento entro Jack sujetando una bandeja de plata, gire asustado hacia su dirección, me miro con ojos entre sorprendidos y enojados, me asuste, di varios pasos hacia atrás sin darme cuenta de lo peligrosamente cerca que estaba del filo de la ventana
-¡No, espera! ¡Detente!
Solo sentí como mi cuerpo se hacia ligero y caía varios metros en dirección al piso, cerré mis ojos por un instante y al segundo siguiente me encontraba tirado el suelo con un charco de sangre a mi alrededor
-¡Hipooooo! –escuche su voz