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La Ciudad de los Muertos por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holiwis. Lamento tener tan abandonado esto :( 

 


Ese día acordamos reunirnos a tomar un café y, como siempre, ella llegó antes que yo. Tenía puesto ese vestido azul floreado que le quedaba tan bien y llevaba el cabello suelto hasta los hombros. Se veía preciosa.


Cuando llegué a la mesa, pasé por su espalda y le acaricié el hombro antes de sentarme frente a ella.


  —¡Branwen, cariño! —sonrió al verme y me escaneó de arriba abajo con la mirada, en un gesto disimulado con el que seguramente buscaba nuevas heridas. Pero yo había aprendido bien a ocultarlas—. Te ves bien.


  —Tú también, madre... —me acomodé en la silla y le hice un gesto al mesero para que se acercara—. Un café doble, por favor. Y un té de... —dudé, porque no recordaba el sabor que siempre pedía.


  —Canela —dijo ella.


  —Canela —repetí.


  —Bien... —El hombre anotó en su libreta, a pesar de lo fácil que era recordar nuestro pedido, y sonrió—. En cinco minutos traeré su orden.


Ambos seguimos al mesero con la vista hasta que se metió en la cocina. Entonces mi madre se inclinó un poco hacia mí.


   —¿Has estado bien? No te veía desde hace más de seis meses.


  —Sí... lamento no haber llamado antes. Las cosas en E.L.L.O.S se han puesto complicadas y los entrenamientos más duros.


  —¿Qué pasa con eso? ¿Está todo bien? ¿Van a movilizarse?


  —No lo sé... —contesté con la verdad. No era necesario mentirle a ella—. No nos han dicho mucho. Pero nos preparamos para algo grande, mamá. Así que... ten cuidado.


  —¿Una guerra? —preguntó.


  —No lo sé. Pero en cuatro días debo viajar al cuartel general. Por eso quería verte. No sé hasta cuándo esté allí.


Ella dejó escapar un suspiro largo y pausado. Y me pareció que estaba triste.


  —Ah, Branwen... —tomó mi mano—. ¿Estás seguro de que esto es lo que quieres para ti? Sé que fui yo la que te pedí que entraras a trabajar con tu padre, pero... nunca te pregunté si era lo que querías.


  —Eso no importa... —quise restarle importancia, para que no se atormentara por ello—. Estoy bien ahora y no me veo llevando una vida diferente a esta.


  —No sé, hijo... —Ella bajó el tono de su voz y casi susurró—: En el fondo, siempre quise que tuvieras una vida normal. Ya sabes, que salieras con amigos, conocieras a una buena chica y...


  —Mamá —le interrumpí—. Sobre eso...


  —Aquí está su orden —En ese momento, el mesero llegó y puso la taza de té frente a mi madre. Tomé el café directamente de la bandeja que cargaba y le di un sorbo profundo—. ¿Desean algo más? —preguntó, y se notó un poco incómodo por mi intromisión. Ambos negamos con la cabeza.


  —Estamos bien.


Cuando el hombre volvió a marcharse, mi madre clavó los ojos verdes sobre mí y me hizo un gesto para que siguiera hablando.


  —¿Decías?


Tragué saliva y simplemente lo solté:


  —Nunca habrá una buena chica, mamá —le dije—. Soy gay.


Ella guardó algunos segundos de silencio y tomó un poco de té. Y me sentí nervioso porque, por primera vez, le temía al rechazo de alguien. ¿Y si no lo aprobaba? ¿Y si se enojaba? ¿Y si no volvía a hablarme desde ahora?


Suspiró.


—Entonces un buen chico, ¿no? —me sonrió y me miró fijamente otra vez—. Tú eres un buen chico, necesitas a alguien tan bueno como tú... si esa persona es hombre o mujer es lo de menos.


Sonreí.


  —Vaya... no me esperaba esa respuesta.


  —¿Y qué esperabas? ¿Qué me enfadara? ¿Qué me frustrara por algo? No, cariño. Mientras tú seas feliz, yo también lo seré.


Sentí una molestia en el pecho. Esta mujer había sido tan, tan buena conmigo... y ni siquiera era mi madre biológica. Le debía tanto.


—Entonces... —Ella me acarició el rostro—. ¿Me prometes que conocerás a un buen chico?


—Prometido.


—¿Y me prometes que me invitarás a la boda? ¿¡Porque habrá boda, ¿no!?


Yo me reí.


—Claro que sí. Tendrás que llevarme al altar.


Ella dio un respingo en su lugar y aplaudió un par de veces.


—¡Ya estoy emocionada!


—¡Pero aún no conozco a nadie, mamá!


—¡Te compraré el mejor traje! ¿Me dejas comprarte el traje?


—Por supuesto que no.


—¡Anda, Branny! —Ella rió en voz alta. Pocas veces la oí hacer eso; su risa era melodiosa y suave, como música que endulzaba mis oídos.


☠ ☠ ☠


Un golpe fuerte en la celda me hizo despertar de un salto.


  —Toc, toc —canturreó una voz.


  —Jódete.


La pequeña rejilla que servía de mirilla se abrió desde el otro lado. Los ojos de Wolfang asomaron por ella.


  —Traigo comida —dijo.


  —No tengo hambre.


  —Estarás aquí un par de días, Branwen. Así que acostúmbrate —oí que abría la puerta. Pensé en correr hacia ella y embestirla para cerrarla, pero simplemente no tuve las energías suficientes. Estaba cansado, no había dormido la noche anterior y los grilletes que me pusieron después de encerrarme tampoco me dejaban moverme bien. Así que me quedé sentado y esperé a verle aparecer—. Debes comer —Él entró con una bandeja en las manos—. Soy el médico de este lugar, debo preocuparme de ello.


  —Jódete —gruñí de nuevo.


  —El único jodido aquí serás tú... —se acercó, lentamente y con justa razón. Quería saltarle encima y matarlo. Él debió sentir eso.


  —Me tendiste una trampa —le reclamé.


  —Y caíste como un idiota —Él se acuclilló frente a mí y dejó la bandeja a un lado. Cogió el pan que estaba en ella—. Vamos, di "aah..." —intenté alejarme, pero me sujetó por el cuello y me atrajo hacia él—. Debes comer, Branwen —metió dos dedos en mi boca y me obligó a abrirla, luego me embutió el pan a la fuerza. Intenté resistirme y no mascar, pero me sofoqué y tuve que hacerlo—. Buen chico —me soltó.


  —¿Por qué? —pregunté mientras tosía. El pan estaba duro y raspó en los costados de mi garganta.


  —Porque eres demasiado bueno con algunos prisioneros... —cogió una cucharada de sopa y la tendió hacia mí. La acepté, porque no quería ahogarme otra vez—. Es una suerte que Cuervo no te haya castigado por ello todavía. ¿Sabes el peligro que corres? —La comida estaba caliente y sabía mal, como a hierro—. Tienes suerte de que esté aquí para protegerte.


  —Puedo cuidarme solo.


  —No, no puedes —tomó otra cucharada y me la metió a la boca. Sabía aún peor—. Sólo mírate... encerrado en esta celda por mal comportamiento.


Guardé silencio y comí otro poco.


  —Esto sabe a sangre —mencioné.


Él rió.


  —¿Y qué crees que tiene?


Cerré los labios antes de que la cuchara entrara otra vez y lo miré a los ojos. Sonreí y los volví a abrir.


  —No es gracioso —dije mientras tragaba. Y quizá me sugestioné un poco, pero el sabor me pareció mucho más metálico aún. Así debía sentirse lamer un fierro oxidado.


  —No te he contado un chiste.


Un escalofrió corrió por mi espalda. Entonces le creí, porque lo conocía y sabía de lo que era capaz.


  —¿Por qué le has puesto sangre a la comida? —pregunté. Wolfang dejó la bandeja en el suelo y entonces noté que ya me había comido más de la mitad. Se acomodó los lentes y me miró con una sonrisa ladina que ya conocía; así lucía su expresión cuando él tramaba algo.


  —Porque era la forma más fácil de mostrarte las consecuencias.


Alcé las manos hacia él, pero se movió rápido y retrocedió para salir fuera de mi alcance. Pude haberlo hecho, pero no me levanté para intentar atraparlo. El mal presentimiento que me llenó en ese momento me dijo que me convenía mantenerme tranquilo y no actuar por impulso. Wolfang tenía todo el control de la situación ahora. Encadenado y encerrado como estaba no podía hacer nada.


  —¿Consecuencias de qué?


  —De ser tan amistoso con el enemigo.


«El enemigo son los jodidos zombies», pensé. Pero no estaba tan seguro. Nuestra misión aquí era evitar que los sobrevivientes escaparan de la ciudad. ¿Eso los hacía nuestros enemigos, ¿no? Los torturábamos, les lavábamos el cerebro e incluso apostábamos a costa de ellos. ¿Qué eran sino eso?


Y aún así había ayudado a uno.


  —¿De quién...? —dudé si preguntar o no. En el fondo ya sabía la respuesta y aquello me abrumó un poco. Sentí que me temblaba la voz—. ¿D-De quién es la sangre?


  —Te acabas de tragar a tu querido Noah —contestó. Una ráfaga gélida me recorrió de pies a cabeza, se instaló en mis piernas y me impidió moverme. Estaba paralizado, pero sentía que explotaría por dentro si no hacía algo.


  —¿¡Lo has matado!? —grité, o chillé. No estoy seguro de qué fue lo que salió de mi boca. Su respuesta fue una carcajada burlona que me motivó a levantarme. Quise lanzarme contra él, pero él se movió justo antes de que lo atrapara y me hizo caer al suelo. Mis tobillos también estaban esposados, mi movilidad era casi nula. Estaba en desventaja, pero aun así quería matarlo—. ¿¡Qué le hiciste!?


Sentí su bota aplastando mi espalda. No duró demasiado, porque enseguida me pisoteó la cabeza.


  —El idiota de tu padre tiene toda la razón, Branwen... —gruñó él y me dio una patada en la cara. El golpe me aturdió por unos segundos e hizo que me pitaran los oídos—. Eres una maldita rata traidora... —me pateó otra vez y mi boca empezó a sangrar—. No lo he matado —informó entre risas—. Sólo le he dado su merecido castigo, como a ti. Aunque... —Se acuclilló y me sujetó del cabello—. ¿Debería matarte a ti?


  —Sabes que estoy con la organización —contesté.


  —No, no lo sé... —levantó mi rostro y me obligó a mirarle a los ojos—. Porque te has puesto como un loco cuando pensaste que había acabado con él...


  —Tiene potencial y lo sabes... —gruñí como defensa. Su rostro estaba muy cerca y pude sentir un aroma a whisky. Seguramente había estado bebiendo—. Además es el favorito de Cuervo. ¿Sabes cómo se pondrá él si lo matas por mi culpa? Me sacará los ojos. Y, cuando se entere de que tú lo hiciste, te destrozará.


Me soltó bruscamente.


  —Quizá debería tomar el riesgo —tomó la bandeja y caminó hacia la puerta—. Además, le he perdonado muchas cosas a Haggel. De seguro dejará pasar esta situación...


  —No lo hagas —pedí. Él volteó a verme y sus ojos azulados parecieron brillar de furia tras los lentes. Carraspeó la garganta y se peinó el cabello con la mano libre.


—Me gustaría saber por qué lo proteges tanto... —apoyó la espalda contra la puerta y me sonrió, pícaro—. Pero, ¿sabes qué? No importa realmente... —soltó la bandeja y ésta se estrelló contra el suelo. El resto de sopa salpicó por todo el piso y la cuchara rebotó junto a un sonido metálico un par de veces antes de aterrizar en una esquina de la habitación—. Eres consciente de que su vida está en mis manos... —se me acercó de nuevo y entonces supe exactamente lo que quería—. Por su bien, deberías obedecerme.


—Sí —accedí. Su aliento esta vez chocó contra mi cuello—. Claro que sí...


Sus labios rozaron mi oreja mientras él metía la mano bajo mi pantalón. Y entonces me pregunté la razón. ¿Por qué lo estaba protegiendo exactamente? No estaba seguro, pero no podía negarlo. Wolfang me lo acababa de demostrar. 


No soportaba la idea de ver a ese chico morir. 

Notas finales:

Y BUENO, WOLFGANG NO SE DIO CUENTA PERO CON ESA SOPA ACABA DE HACERLE UN AMARRE A BRANWEN PA'QUE SE ENAMORE DE NOAH ABGDKSJHGDKSJADH OK NO. 

Leeré sus comentarios uwu 

¡Abrazos! 


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