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Ascendiendo al cielo por Error404notFound

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Notas del capitulo:

¡Hola! 

Traigo gustosa un two shot que empecé a escribir quién sabe cuando y que me apeteció terminarlo hoy XD Les dejo el primer cap, que trata de esta pareja que me acosa en Tumblr y que por más que me digo que no tiene sentido, me sigue gustando. Espero no ser la única x3

¡Disfruten!

 

 

La camiseta estaba tirada en la alfombra roja a la mitad del cuarto cuando entró, entre las dos camas. Era la camisa azul que le quedaba tan bien a Sousuke, que se amoldaba a su figura de nadador olímpico y dejaba a Haru babeando sin siquiera darse cuenta.

Rin le había pedido que fuera a su habitación a cerrarla con llave porque a él no le apetecía hacerlo y porque iba de camino a ver las competencias de natación. Haru obviamente lo habría mandado a freír espárragos de no ser porque recordó en ese instante que Sousuke y Rin compartían habitación en el hotel, así como lo hacían él mismo y Makoto, así que no había tardado nada en responder que iría sólo porque quería caminar un momento. Suerte que Rin había estado muy ocupado comiendo en el restaurante del hotel como para notar su entusiasmo aparentemente infundado.

Y bueno, así había terminado allí. En cuanto había abierto la puerta, había buscado con la mirada al compañero de cuarto de Rin, que si el cielo le permitía ver a solas, estaría inmensamente agradecido. Pero no, la habitación estaba tan vacía que no parecía haber dos adolescentes varones viviendo allí, así que se resignó a cerrar la puerta como le habían pedido cuando su mirada bajó de casualidad a la alfombra, y la vio. Vaya enfermo que puede detectar de quién son las cosas nomás porque le gusta el propietario, sí, pero eso no importaba ahora.

Haru se preguntó si estaría sucia o si habría otra razón para dejarla allí tirada. Le pareció buena idea acercarse a tocarla (porque era el único efecto personal que tenía la habitación con respecto a Sousuke, que seguramente tenía todo empacado en su maleta y que se daría cuenta si llegaba a tocar), así que cruzó la habitación después de cerrar la puerta tras él y se agachó junto a la prenda después de un momento de duda. Pudo comprobar enseguida que era tan suave al tacto como cualquier camisa, pero pensó que por el mero hecho de ser de Sousuke debía de ser mil veces más especial. La sostuvo en sus manos un momento, esperando que su dueño apareciera de la nada por la puerta y le gritara para que se fuera, pero no pasó nada.

Con confianza renovada, Haru se llevó la prenda a la nariz. Olía a loción que, fuerte pero elegante, pensó Haru, le quedaba de maravilla a la personalidad de Sousuke. Pero la camiseta tenía algo mucho más embriagador que el aroma de la loción: el olor de Sousuke.  El aroma que apenas había tenido suerte de percibir un par de veces pero que le gustaba tanto como su dueño. Olía bien. Olía a chico, a algo de sudor y a voluntad. Esos olores Haru podía asociarlos perfectamente a Sousuke gracias a pensar noche tras noche en las características del chico de ojos agua marina. Haru notó que su miembro empezaba a tensarse bajo sus pantalones gracias al cautivador aroma de Sousuke. Mejor largarse de allí para poder hacerse cargo del nuevo asunto entre sus piernas, pensó.

Un constante tic tac lo sacó de su ensoñación entonces. Haru levantó la mirada para buscar el origen del sonido cuando vio el reloj redondo en la pared. El movimiento pausado del segundero le recordó que Rin estaba todavía esperándole en el restaurante, así que miró la camiseta una última vez y caminó hacia la puerta.

 

El elevador estaba en silencio, todo paz y tranquilidad, y eso le agradaba la mayoría del tiempo porque podía prestarle atención a sus propios pensamientos, pero ahora era casi insoportable porque podía escuchar con claridad el martilleo de su corazón contra su pecho. La suavidad de la camisa azul en su mano derecha también era apreciable entre tanto silencio, se dijo con culpabilidad.

¿Y si se entera? ¿Y si… y si piensa que estoy enfermo por haberla robado?

Casi enseguida de haber cruzado eso su mente, se dijo que no había manera de que Sousuke se diera cuenta de que él había tomado la camiseta. Es decir, se daría cuenta de su ausencia, sí, pero no tendría manera de saber que Haruka Nanase la había hurtado. De sólo pensarlo le entraba miedo. Miedo de que Sousuke lo rehuyera aún más. ¡Aggh! ¡Pero qué difícil es estar enamorado de alguien que te odia!

Haru casi dio un salto al abrirse la puerta del elevador. Entró un botones con un carro con toallas, que al verlo, hizo una pequeña reverencia y se acomodó a su lado. Haru la devolvió medio segundo más tarde, pero creyó que el otro lo había visto a tiempo.

— ¿Va hacia arriba? —preguntó el botones, mirándole con la sonrisa amable típica de un empleado.

Haru estuvo a punto de decir que no cuando recordó que debía guardar la camisa en su propia habitación antes de regresar con Rin al restaurante.

—Sí, gracias.

El hombre presionó uno de los botones plateados del elevador y esperó junto a su carro.

Haru sintió que el empleado sabía de sobra sobre el asunto de la camisa, así que la escondió detrás de su cuerpo, avergonzado. Era obvio que el hombre no estaba ni enterado de su pequeña travesura, pero aun así Haru sintió impulso de salir del compartimiento lo más rápido posible para esconder su crimen bajo las sábanas.

¡Eres un idiota! ¿No te habías dicho a ti mismo que te bastaba con mirarlo de lejos? ¿Qué no importaba si él pasaba de ti mientras que pudieses verlo de vez en cuando?

Al parecer no había sido suficiente. Ni por asomo lo era. Es decir, hubo una época en la que le había bastado con mirarle de lejos caminando con Rin, imaginando lo dura que sería su espalda si pudiese llegar a tocarla, amplia y fuerte, y con verlo nadar de esa manera tan segura, tan devastadora, como un huracán. Pero llegó el momento en que dejó de ser suficiente. Y mientras tanto, Sousuke ni se daba cuenta. Daba lástima. Mira que querer tanto sin saber por qué y encima al chico que te la tiene jurada…

Haru cambió el peso de pie y empezó a sudar. Si no llegaba pronto a su piso, se propondría seriamente el esconder la cabeza entre las toallas blancas del botones, como un avestruz incapaz de encarar al mundo por más tiempo.

Y cuando pensó que de verdad moriría de impaciencia, las puertas del elevador se abrieron con un tintineo y entró otro muchacho. Uno alto, de hombros anchos, cabello negro y ojos turquesa.

La vida no podría odiarlo más.

Al ver a Haru, Sousuke puso cara de pocos amigos y se recargó en la pared libre del ascensor, en silencio. Ninguno de los tres hombres hizo intento de conversación, con lo que el botones pareció perfectamente cómodo, pero para Haru (en especial para Haru), el silencio sólo lo ponía más nervioso. Le gritaba que Sousuke miraba exactamente a la camisa que intentaba ocultar lo más discretamente posible con su cuerpo, que lo sabía, que le diría algo en cuanto el botones se fuera. Y que también había notado la erección en su entrepierna. Todo eso le oprimía la cabeza y le echaba en cara que había sido un estúpido al dejarse llevar por la suave tentación de una camisa azul indefensa en un cuarto sin vigilancia.  

El silencio se volvió cada vez más incómodo. No había ni siquiera esa molesta música ambiental que ponían en los elevadores, así que sólo escuchaban sus propias respiraciones, en apariencia tranquilos. Bueno, Haru sentía que su corazón estaba desbocándose gracias a la camiseta en su mano, pero se obligó a pensar que eran imaginaciones suyas y que los otros dos no podían escuchar los golpes de su corazón contra las costillas.

Entonces, el elevador soltó un cling y las puertas se deslizaron. El botones inclinó la cabeza para despedirse como todo un buen empleado, y empujó su carrito para salir del ascensor. Entonces, cuando una de sus ruedas topó con el desnivel de la entrada, el carro entero se sacudió y varias toallas salieron proyectadas hacia todos lados.

— ¡Ahh! —gritó el botones, tirándose al suelo a recoger el desastre.

Haru casi murió de un paro cardiaco. Estaba nervioso, con el corazón en vilo, y el sonido del carrito trastabillando con el desnivel fue lo suficientemente estruendoso como para hacer que saltase en su lugar. Había visto por el rabillo del ojo a Sousuke estirar un brazo para intentar evitar que las toallas cayeran, pero sin moverse un centímetro. Tal vez él también había estado tan metido en sus pensamientos que el estallido metálico lo había dejado casi en shock.

Haru se unió al botones en el suelo para ayudarle a recoger las toallas. El hombre lo miró con una sonrisa arrepentida e inclinó la cabeza varias veces en señal de disculpa. Haru se limitó a sonreírle débilmente. Estiró una mano para alcanzar una toalla cerca de los pies de Sousuke, que se había quedado en su lugar sin mover un dedo hasta ese momento, pero entonces el chico de ojos turquesa se agachó y le facilitó la toalla a Haru sin mirarlo. Haru no supo si sentirse dichoso o triste por ese gesto.

Cuando todo estuvo en orden, el botones volvió a hacer una reverencia, arrepentido, y se marchó rojo como un tomate por el pasillo que se abría ante la puerta abierta del elevador. Y Haru se quedó con Sousuke, a solas.

Una apremiante necesidad de escapar le dio una bofetada a Haru y le dijo que debía largarse de ahí antes de que cualquier cosa sucediera. Pero estaba plantado ahí en su lugar, sin poder moverse.

Rápido, elevador de porquería…

— ¿Tanto te ha gustado? —escuchó decir a una voz profunda, que aunque pocas veces había oído, le parecía de los sonidos más hermosos y relajantes del mundo. Se volvió a ver a Sousuke con un nudo en la garganta —. Es decir, esa camisa es mía, ¿o no?

Haru casi sintió que se moría cuando sus ojos se toparon con los agua marina de Sousuke. Se había dado cuenta. ¡Obvio que se iba a dar cuenta!

Haru escondió la camisa detrás de su cuerpo, sintiéndose estúpido por hacerlo aún después de que era inútil. Demasiado tarde.

Se quedó callado, con la mirada gacha. No se atrevió a levantarla de la vergüenza. ¿Qué pensaría de él? ¿Ahora tendría una peor imagen de él? Si antes lo odiaba por el simple hecho de acercarse a Rin (y sin siquiera un motivo ulterior), ¿qué pensaría ahora? Seguro que lo odiaría mucho más que antes. No parecía enojado, sino aburrido. Tal vez ligeramente impresionado.

—Pero en serio, ¿cómo la conseguiste? ¿Te metiste a mi cuarto? Dejé la puerta abierta cuando me fui, pero no creí que alguien intentara colarse para robar una playera.

Haru no se atrevió a decir una palabra. Que Sousuke le hablara con ese tono tan aburrido y autoritario le hacía recordar sus múltiples sueños húmedos con él, donde le sujetaba la cabeza contra su cama y empujaba sin cuidado la cadera contra su trasero. Sintió su miembro crecer al pensar en ellos, así que se cubrió discretamente con las manos, ya sin poder esconder la camisa.

Sousuke levantó una ceja negra.

— ¿Y eso?

Haru no tuvo que preguntar para saber que se refería a su creciente erección.

Que me trague la tierra, que me trague la tierra…

Una sonrisa socarrona se extendió por el bello rostro de Sousuke.

— ¿Qué? ¿Te excita la idea de que te haya descubierto?

Haru se mordió el labio y negó con la cabeza. Era humillante. Muy humillante. Quería esconderse bajo una piedra y no salir nunca más. Vio por el rabillo del ojo que Sousuke se erguía en toda su imponente figura y que daba un par de pasos hacia él. Haru retrocedió casi por instinto.

Sousuke tenía las manos en los bolsillos, como casi siempre, y lo miraba con una sonrisa que le confería el aire de muchacho varonil —y guapísimo — que a Haru le gustaba tanto. El chico desvió la mirada, a sabiendas de que no podría concentrarse mirándole los ojos turquesa.

—¿Qué, me tienes miedo?

Haru desvió la mirada, cauteloso. Si tan solo el ascensor se detuviera…

Sousuke dio otro paso hacia él, con una sonrisa de suficiencia dibujada en el rostro a la vez que alargaba la mano hacia los botones del elevador. Presionó el del piso dos del subsuelo. Haru sintió un escalofrío.

—Yo voy a… —empezó, pero entonces Sousuke lo agarró del brazo bruscamente y lo empujó contra una de las paredes forradas de alfombra roja. Haru se quejó y soltó la camisa de Sousuke, pero éste le sujetó el rostro contra la pared. Haru lo escuchó sonreír en su oído. Su aliento estaba caliente, y le hacía cosquillas en el cuello. Cosquillas que le recorrían el cuerpo hasta alcanzar sus caderas —. ¡Yamazaki!

—No tenía ni idea de que tuvieras esas manías, Nanase.

Haru quiso contestar a eso, pero la mano de Sousuke le acarició lentamente la cintura, y eso fue suficiente para que dejara de intentarlo. Si su mano bajase un poco más…

Sousuke lo hizo casi en seguida que Haru lo pensó, y éste último gimió.

— ¡Hmm…!

Sintió la mano de Sousuke acariciarle el trasero lentamente, sin prisa, como si no estuvieran en un elevador que pudiera abrirse en cualquier momento. Y Haru lo disfrutó en grande. Arqueó involuntariamente la espalda y aferró las manos a la pared para levantar más el trasero, y Sousuke sonrió ante esto mientras escabullía la mano entre los muslos de Haru y acariciaba su entrada, rozándole de vez en cuando los testículos por accidente. Haru cerró los ojos e intentó pensar con claridad, pero los dedos traviesos de Sousuke se la ponían difícil.

—Yama…zaki… ¿Q-qué estás…? Hahh…

Sousuke sonrió con sorna.

—Oooh. Para esto era la playera, ¿o no? —Haru no contestó —. ¿Acostumbras tocarte pensando en la gente mientras hueles su ropa? ¿O es que sólo lo haces conmigo?

Haru cerró la boca para evitar que otro gemido saliera. La mano del otro chico se coló en su pantalón y le sujetó el bulto de la entrepierna por encima de la ropa interior. Haru sintió que su erección luchaba por ser liberada de los boxers, pero la mano de Sousuke no parecía querer permitírselo. Le dio un apretón que obligó a Haru a soltar un sollozo de placer.

—Te estoy preguntando algo, Nanase —apremió Sousuke, con algo parecido a una amenaza en la voz. O una promesa. Haru esperó que fuesen ambas.

—S-sólo contigo… sólo con… Ah…

Sintió a Sousuke reír entre dientes.

— ¿Y cómo es eso? —preguntó el más alto, dejando en paz la erección de Haru y colando la mano por debajo de su camiseta, recorriéndole el abdomen lentamente hasta llegar al pecho. Rozó apenas uno de los pezones de Haru, pero con eso bastó para que el chico se retorciera y gimoteara —. Vamos, muéstrame.

Haru dudó un momento. ¿Estaba acaso soñando? Si era así, era uno de los sueños más vividos y excitantes que había tenido con Sousuke. El mejor, por mucho.

El chico de ojos turquesa no pareció tener demasiada disposición para esperar a ver a Haru masturbándose, así que bajó sus pantalones con todo y bóxers, dejándole expuesto el trasero. Emitió un silbido justo cuando Haru soltó una expresión de sorpresa.

—Ya me había fijado en este gran trasero que tienes, Nanase —dijo mientras le pasaba la mano suavemente por la piel desnuda —, pero se ve mil veces mejor sin ese traje de baño tan molesto.

Haru se encogió de placer al escuchar eso. La voz de Sousuke podía hacer tanto en él…

—Pero no puedo apreciarlo todo —su voz denotaba una sonrisita arrogante —. ¿Qué te parece si haces un esfuerzo y me ayudas aquí atrás?

Haru tragó saliva. No tenía idea de que Sousuke fuera así realmente. Pero le encantaba aun así. Le encantaba.

Con las manos temblorosas, Haru se llevó las manos al trasero y se separó ambas nalgas para que Sousuke tuviera una clara vista de su entrada. El aire allá atrás hizo que las piernas de Haru temblasen y que su sonrojo aumentara.

Sousuke soltó un silbido por segunda vez en el día.

—Muy bonito —le alabó, sin despegar la mirada del trasero de Haru —. No parece que esté intacto. Has follado con ese chico que siempre va contigo, ¿no? Seguro que sí.

— ¡No!

La voz le salió a Haru antes de que pudiese detenerla. Nunca se había relacionado de esa forma con Makoto. Era su amigo, pero nada más, y que Sousuke, Sousuke sobre todo, pensase lo contrario no le agradaba nada.

Sousuke lo miró, levantando una ceja perfecta. Haru desvió la mirada.

—Eso es porque… uso mis dedos…

Al escuchar eso, Sousuke soltó una carcajada.

—Wow, Nanase. Cualquiera que mirara aquí pensaría que lo haces muy seguido. Más de lo necesario, diría yo.

Haru no dijo nada. Por supuesto que lo hacía seguido. Y resultaba más estimulante imaginar que Sousuke jugueteaba dentro de él con sus dedos que tocarse el miembro él mismo. Estaba muerto de vergüenza, sí, pero no podía desperdiciar la oportunidad de estar así con el chico de sus sueños. Aunque no lo quisiera.

Y casi como si Sousuke leyera sus pensamientos, le tomó de la cadera y embistió contra su trasero, sin quitarse los pantalones.

— ¡Ah!

Haru gimió de verdadero placer al sentir la erección de Sousuke contra su entrada, a través de la ropa. Sus piernas temblaron y sintió su miembro levantarse, pero no se movió. Quería que lo hiciera de nuevo, justo como en sus sueños, una y otra vez hasta que Haru no pudiese más y terminara por correrse.

Sousuke rio.

— ¿Te ha gustado? —preguntó, claramente disfrutando de la situación.

Haru intentó recuperarse de la corriente eléctrica que le había invadido el cuerpo. Su cabeza estaba completamente en blanco y lo único que lo conectaba a la realidad era el intenso placer que una simulación de estocada podía brindarle.

—Nanase —presionó Sousuke.

—S-sí.

— Sí ¿qué?

—M-me ha gustado.

— ¿Y te gustaría que lo hiciera de nuevo?

—Sí —jadeó Haru.

Esbozando una sonrisa de suficiencia, Sousuke empujó la cadera contra el trasero de Haru y lo frotó suavemente. Haru gimió con fuerza, pero intentó contenerse. Cerró la boca y jadeó sin separar los dientes. No era tarea fácil, claro, con el movimiento sensual y constante de la erección de Sousuke contra su entrada expuesta. Ah, la tela de los pantalones no prestaban ayuda alguna.

Pero en lugar de limitarse a hacer lo que le habían pedido, Sousuke se bajó la parte frontal de los pantalones y extrajo su miembro erecto de los boxers.

— ¿Me lo explicas con manzanitas? —preguntó burlón —. ¿Quieres esto?

Frotó su miembro contra la entrada expuesta de Haru, y éste, al sentir el calor y los músculos de su vientre contraerse con placer, gimió sin remedio.

—S-sí, lo quiero —fue lo único que dijo.

Sousuke contuvo una sonrisa y el deseo de dejar de mirar un momento al chico moreno para sacar su teléfono y hacerle unas cuantas fotos.

— ¿Dónde lo quieres?

Haru tragó saliva y levantó aún más el trasero. Sousuke miró con ojos apreciativos el arco que formaba su espalda y la apariencia tan suave de la piel blanca. Se veía delicioso, se dijo.

Haru no pudo evitar pensar en que Sousuke no parecía haber estado ni un poco atraído por él, y que ahora sólo deseaba su cuerpo. Algo en su corazón dolía, pero si hacía un esfuerzo por comprimir el sentimiento lo más que pudiese y lo escondía en un rincón donde se expandiría eventualmente, pero no de inmediato, podría soportarlo.

Tal vez incluso estaba imaginando en ese momento que era Rin. Que estaba toqueteando a Rin. Pero tal vez eso estaba bien. Así no se contendría.

Haru giró la cabeza lo más que pudo y balbuceó, suplicante.

—P-por favor... fóllame…

Sousuke extendió su sonrisa, claramente satisfecho. Le tomó de la cadera, sus manos casi frías en contraste con los muslos calientes de Haru.

—Vale —dijo, mientras se inclinaba hacia adelante —. Voy a hacerte el grandísimo favor de follarte.

Y sin decirle nada más, se hundió en él con una embestida. Las piernas de Haru casi se doblaron del esfuerzo, y un gemido escapó de su boca antes de que se enterara. Se sentía lleno por dentro; su estómago estaba lleno a rebosar de Sousuke, largo y caliente.

—Mhah… —balbuceó, con la cabeza totalmente en blanco.

Sousuke se pasó la lengua pos los labios y empujó de nuevo. Una y otra vez, deseando escuchar las respuestas ahogadas que Haru gemía.

— ¡Y-ama…ah! ¡Ah! ¡Ah!

—Oh, lo siento. ¿Te molesta?

— ¡N-nahh! ¡Ah!

—Ah, vale. ¿Entonces lo hago más fuerte?

Ni siquiera esperó a que le respondiera, y Sousuke embistió con fuerza hasta que tocó el lugar más profundo de Haru. Soltó un gruñido de esfuerzo, pero siguió insistiendo.

Mientras, Haru se convertía en un manojo de placer y de emociones.

— ¡Ah! ¡Ahh!

Pensar que estaba perdiendo la virginidad en un elevador…

Sousuke soltó una risotada.

—No tienes que fingir que te gusta, Nanase. Igual sirve para mí.

Haru negó con la cabeza, y tragó saliva. Había segregado demasiada.

—N-no estoy fingiendo…

Sousuke se puso serio. Haru quiso voltearse y mirarle la cara para intentar discernir qué estaba pensando, y justo entonces, Sousuke lo hizo cambiar de posición, con una pierna sobre su hombro y volteando parcialmente hacia él. No le dio tiempo a Haru de decir algo, porque siguió embistiendo.

— ¡Ah! ¡Ah!

Sousuke sonrió al ver el hilillo de saliva que bajaba por su mentón.

—Puedes llegar a ser muy sexy si te lo propones, ¿verdad, Nanase?

Pero Haru no estaba escuchándolo. Estaba muy ocupado intentando ordenar sus pensamientos y mantener el equilibrio sobre una pierna mientras se recargaba en la pared.

Algo le decía que probablemente Sousuke iba a dejarlo ahí tirado cuando terminase de divertirse, pero eso no lo hizo ponerse firme y pedirle al otro muchacho que se detuviera. Quería que siguiera. Que hiciera cuanto quisiera y que fuera lo más lento posible.

Ya no tendría que utilizar su imaginación para saber lo que era estar así con Sousuke, e incluso la camisa no tenía valor alguno ahora que podía oler la fragancia masculina del muchacho desde cerca. Era mejor. Mil veces mejor.

Valía la pena, se dijo. Valía la pena cumplir su sueño y que al mismo tiempo Sousuke tuviera un poco de diversión.

Pero lo que no sabía era si valdría la pena tener el corazón destrozado después de todo eso. 

 

Notas finales:

¿Qué tal ha ido? 

Asdasda Haru es tan sexy XDD Y Sousuke ni se diga, señores. Es un macho pecho peludo. A veces se pasa de cruel, pero creo que es parte de su naturaleza de estar echándole pleito a Haru cada que lo ve. 

Estoy pensando en escribir un fanfic más largo de estos dos, pero no estoy segura porque hay pocos seguidores de la pareja. ¿Qué dicen ustedes? Me lo pensaré seriamente, ya verán.

En fin, espero que les haya gustado este cap.

¡Esperen el próximo con ansias!


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