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El amor es una pérdida de tiempo por Asahina Nanami

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Haruhi

“No. No. NO. Tengo que alcanzar ese auto como de lugar. Por más que corro, no puedo alcanzar la mano de mi hermana… no puedo rendirme. No dejaré que la alejen de mí.

-      HARUHI!

Mi padre me grita, pero lo ignoro. Debo seguir corriendo o me separarán de mi preciada hermana. Ella llora mientras asoma la cabeza por la ventanilla trasera y me anima a seguir corriendo. Aumento el ritmo, mi respiración agitada y mis piernas agotadas no me detienen. 

-      Haruhi! Vamos, sigue así!

-      Tsubaki!

Mi padre me alcanza y me detiene, me abraza. Forcejeo, necesito seguir corriendo o ella nos separará.

-      Suéltame! Suéltame padre!

-      HARUHI!!

-      TSUBAKI! IRÉ POR TI Y TE TRAERÉ DE REGRESO. LO PROMETO!”

Abro lentamente los ojos… la luz filtrada a través de la ventana me obliga a despertar. Otro día comienza…

-      ¿Por qué tengo que recordar “ese” momento justo hoy?

Me dirijo al pasillo, donde está el altar de mi ya fallecido padre. Rezo un par de oraciones y me voy hacia la cocina. Me preparo un café y me como una tostada. Preparo las cosas y parto hacia la escuela.

Ya sé lo que dirán, que para una chica que tiene sólo 17 años y su vida consta de estudiar y nada más, su vida es monótona y aburrida. Pero cuando te separan de tu hermana tras el divorcio de tus padres cuando tienes 6 años y para colmo tu padre muere cuando tienes 10… digamos que las salidas con amigas y la diversión dejan de tener sentido.  Soy la presidenta del Consejo Estudiantil, y soy la estudiante con mejor promedio en todo Japón pero… no le veo ningún sentido, después de todo es un conjunto de notas divididas por un número… no porque saques peor o mejor nota vas a ser más o menos inteligente, son inteligencias distintas pero claro, la gente eso no lo ve por lo que si sus hijos sacan un 3 en una prueba los regañan y los llaman tontos. Esa gente me molesta, ya que los tontos son ellos, porque no ven que sus hijos pueden tener potencial para otras cosas.  Einstein era un desastre en la escuela, luego llego a ser lo que fue.

La escuela a la que asisto es muy estricta con respecto a los uniformes y la apariencia de las chicas, no podemos llevar las uñas pintadas, la corbata tiene que estar derecha y perfecta, nada de maquillaje y sobre todo nada de aros, piercings o tatuajes.

-      Hattori-san!

 La chica que viene corriendo hacia mí, se llama Nanami Hikari, es una compañera de clase y también la Vicepresidenta del Consejo Estudiantil. Es plana como una tabla, por lo que muchos de los chicos de la escuela la llaman “tabla-san”, tiene el cabello hasta los hombros y de un color rosado claro, sus ojos son de un azul cielo, y a pesar de su falta de atributos y curvas, es muy bonita.

-      Nanami-san. ¿Qué pasa? ¿Sucede algo?

-      ¿Qué? No. Sólo quería saludarte.

-      Ah. Buenos días entonces.

-      Buenos días.

Su sonrisa es muy hermosa, no entiendo como todavía no consiguió novio.

-      ¿Vamos al aula?

-      Sí, claro.

Al llegar nos sentamos cada una en nuestros respectivos lugares, todos estaban hablando en grupitos y murmurando cosas sobre una nueva estudiante trasladada de una prestigiosa escuela privada. No entiendo qué les emociona de eso, a mí me da igual mientras respete las normas de la escuela.

Cuando el profesor entra todos vuelven a sus lugares, me pongo a mirar mis apuntes de la clase anterior.

-      A partir de hoy nos acompañará una estudiante nueva, ella se trasladó de una prestigiosa escuela en Kyoto, por favor sean amables con ella. – Miró hacia la puerta. – Ya puedes pasar.

Y cuando la estudiante entró… empezaron los murmullos y las miradas.

-      Es idéntica a la Presidenta.

El profesor le hizo una seña a la chica para que ella se presentara.

-      Buenos días, mi nombre es Hattori Tsubaki, tengo 17 años y soy la hermana gemela de Hattori Haruhi, un placer conocerlos.

¿Qué? Mi lapicera cayó sobre el escritorio, levanté la cabeza y ahí mismo delante del pizarrón y al lado del profesor, la vi. ¿Cómo y porqué se había transferido a esa escuela? No puede ser.

-      ¿Dijo gemela? ¿La “Reina del Hielo” tiene una gemela?

-      Esperemos que no sea igual de fría que su gemela.

Ella se acercó y tomó el asiento que estaba al lado mío. Al voltear mi rostro ella sonrió. No le devolví la sonrisa, no sólo se había aparecido sin avisar, sino que también se había trasladado a mi misma escuela… no la veía desde que nuestros padres nos separaron… ni siquiera vino al funeral de su propio padre, eso es imperdonable.


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