Yumiko
Luego de encontrarnos en el club de arquería, decidimos ir a tomar un café a un restaurante que quedaba cerca de nuestra antigua preparatoria. Me molesta el hecho de estar sentada en una mesa con ella como si fuéramos viejas amigas cuando está más que claro que NO es así.
- ¿Cómo estás tus hijas? La última vez que las vi tenían 6 años. – Dijo mientras se llevaba la taza a los labios. –
- Están bien.
- Hmm.
- ¿Y la tuya?
- Está grande, en apariencia es igual a mí.
- ¿El pelo rosa, los ojos celestes y cero curvas? – Dije levantando una ceja. –
Ella asintió riéndose de mi comentario. Después de unos segundos de silencio, levantó la cabeza y me miró directamente a los ojos.
- Yumiko-chan…pensé que no iba a verte nunca más…
- Y yo hubiese preferido no volver a verte nunca más.
- Sé que debes odiarme…
- No te equivocas.
- Pero…necesito decirte lo que realmente pasó.
- ¿Lo que realmente pasó? Akira, no hay mucho qué decir. Mi ex marido me fue infiel contigo y seguro que con otras más.
- ¡No es así! ¡Eso no fue lo que pasó!
- ¡¿Acaso me tomas de idiota?!¡AKIRA YO LOS VI! ¡Kyouta estaba acostado en tu cama y tú estabas desnuda a su lado!
- ¡Hattori-kun no tuvo la culpa!
La gente comienza a mirarnos de mala manera por estar discutiendo a los gritos y también los susurros de las personas se hacen presentes…cotilleando sobre la causa de la discusión.
- No voy a aguantar más mentiras.
Me levanté de la silla y salí del restaurante. Me dispuse a caminar entre la multitud cuando sentí unos brazos rodeándome.
- ¡No son mentiras Yumiko-chan!
- ¡Suéltame Akira!
- NO.
- Esto es ridículo, ya no somos unas adolescentes.
Trato de zafarme de su abrazo pero no me deja. Entonces siento unas lágrimas en mi hombro.
- No te voy a soltar hasta que me escuches.
- Tienes 5 minutos. – Dije luego de suspirar en signo de resignación. –
- Una mañana yo cité a Hattori-kun para que me ayudara con un arreglo de la casa ¿recuerdas? Dejé a Hikari-chan en lo de mis padres y cuando él terminó con su trabajo, le ofrecí algo de beber. Le di limonada con alcohol… tú y yo sabemos que él nunca tuvo mucha resistencia y era fácil emborracharlo. Luego de que se emborrachara…me acosté con él, y después, a la mañana siguiente llegaste tú preocupada porque él no había regresado a casa y buscando mi consejo… en ese momento cuando vi tu cara, me arrepentí por haber sido tan estúpida y haber arruinado tu felicidad. Yo siempre te tuve envidia, tu vida era perfecta, tenías el marido perfecto, yo en cambio vivía una vida miserable, mi pareja me dejó embarazada de Hikari y desapareció de la faz de la tierra, y mi la persona yo realmente amaba no me correspondía. En preparatoria, cuando me dijiste que Hattori-kun te gustaba… fue como un puñal en el corazón. Yo lo amaba… aun así decidí ayudarte para que salieras con él ya que eras mi amiga y quería que fueras feliz pero… la envidia y los celos se apoderaron de mí. Yumiko-chan, él te amaba con todo su corazón, durante todo el acto repitió constantemente tu nombre y apenas te fuiste de mi apartamento se vistió lo más rápido que pudo y salió a perseguirte…ahí me di cuenta de que él nunca iba a amarme como te amaba a ti. Más tarde cuando me enteré que se habían divorciado y tú te habías ido a Kyoto, me sentí la peor persona del mundo porque no sólo había arruinado la felicidad de mi mejor amiga sino también la de la persona que más amaba. Años después cuando Hattori-kun murió… me prometí a mí misma que si te volvía a ver, te contaría toda la verdad. Por favor, Yumiko… no le tengas rencor, él te amó hasta su último día de vida.
- Akira, suéltame.
- Yumi----.
- SUÉLTAME.
Me deshice de su agarre y me di vuelta para encararla. Le dediqué una mirada llena de odio. No sé qué pensar, ni cómo reaccionar… lo único que sí sé es que no quiero volver a ver a esta mujer jamás en mi vida.
- Yumiko-chan… sé que no vas a poder perdonarme pero…
- ¿Perdonarte? No es que no pueda, no quiero y no pienso hacerlo. Akira, arruinaste mi matrimonio. Arruinaste mi felicidad y por culpa de lo que hiciste me volví la peor persona que existe en el planeta.
- Yumiko-chan…
- ¡NO ME LLAMES ASÍ! Para ti, soy Hattori-san. ¿Le quedó claro Nanami-san?
Bajó la mirada hacia el suelo aun llorando.
- Hai, Hattori-san.
Haruhi
Cuando terminamos de ordenar todo y guardar las fotos que había en la casa en las que aparecía papá…nos sentamos en el sillón.
- Haruhi…
- ¿Sí?
- ¿Cómo murió papá?
- En un accidente de tránsito por exceso de velocidad. Fue mi culpa…
- ¡¿Pero qué dices?!
- Ese día yo tenía fiebre y decidí ir al colegio de todas formas, al cabo de unas horas colapsé en el pasillo. Supongo que lo habrían llamado de la enfermería del colegio, y como siempre fue sobreprotector…seguro se asustó y se preocupó demasiado. Si no hubiese sido tan necia y me hubiese quedado en casa, él estaría vivo.
Al recordar aquel día lluvioso de invierno, lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos y comenzaron a correr por mis mejillas. Entonces Tsubaki me rodeó con sus brazos…en un abrazo del cual no podía y no quería escapar.
- Lo siento, no debí preguntar.
- Tenías derecho a saberlo.
- Pero no quiero verte así, al hacerlo se me parte el corazón.
- Tsubaki…
Levanté la vista del suelo para ver de frente esos ojos dorados exactamente iguales a los míos. Ella me miraba con dolor y lástima a la vez… me tomó del rostro con ambas manos y secó con suavidad mis lágrimas.
- No es y no fue tu culpa, Haruhi.
No me dio tiempo a reclamarle nada, acercó su rostro al mío y unió nuestras bocas a través de un suave y dulce contacto. Enredé mis brazos alrededor de su cuello y abrí mi boca para dejar que su lengua se encontrara con la mía. Enlaces, desenlaces, enredos y desenredos, hacían que aquel beso subiera cada vez más de tono. Nuestras respiraciones se volvieron cada vez más agitadas, el calor se hizo presente y con él, la pasión. Rápidamente nuestras ropas terminaron en el piso de la sala… Tsubaki repartía besos dulces y cortos sobre todo mi cuerpo haciendo que me relajara y una especie de niebla nublara mi mente.
Cuando bajó hasta mis caderas y empezó a repartir besos por esa zona, un pensamiento azotó mi parte racional (ya casi inexistente en este punto) como un balde de agua helada.
- T-tsubaki…p-para…ahhh… aquí no. M-mamá p-podría entrar…en cualquier… ngh…momento.
- ¿Y? –Dijo frenando. –
- ¡¿Y?! ¿Si entra y nos ve así?
- Pues que mire. Que mire lo sexy que estás así, desnuda y a mi merced. Tú eres mía.
- Tsubaki…
Entonces reanudó lo que estaba haciendo y mi parte racional se esfumó por completo. Comenzó a adentrar su lengua cada vez más en mi sexo, y fue haciendo suaves movimientos con ella mientras acariciaba mis piernas con las manos. La sensación era exquisitamente placentera, sentía mi cuerpo estremecerse de placer…
- Tsubaki…p-para…ahhh…voy a…ngh…
No llego a terminar la frase y el orgasmo azota mi cuerpo. Ella sonríe mientras se relame la boca y me observa.
- Así como estás ahora, eres la persona más linda del universo.
- Esto…no…se…va…a…quedar…así. –Digo aun con la respiración entrecortada. –
- ¿A qué te refieres?
Enredo mis brazos sobre su cuello, la atraigo hacia mí y me posiciono sobre ella.
- No es justo que sólo tú hagas lo que quieras.
Comienzo a besarla mientras mis manos viajan por su cuerpo. Ella gime. El escuchar su melódica voz emitiendo tan dulce sonido hace que la bestia en mi interior salga de la jaula en la que estuvo encerrada tantos años. Dejo de besarla en los labios para poder besar su cuello y dejarle pequeñas marcas para que todos sepan que tiene dueña.
- No sabía que eras dominante Haruhi.
- Cállate.
Ella deja escapar una pequeña risa.
- Ahora por reírte de mí… - Digo mirándola a los ojos. – Te voy hacer gritar de placer.
Se sonroja, avergonzada por mis palabras. Bajo la cabeza y enfoco la vista en esos pechos que reclaman mi atención. Empiezo a masajearlos unos segundos con las manos para luego acariciarlos lentamente con mi lengua.
- H-haruhi…
Entonces comencé a morder y a succionar esos ya erectos pezones. Podía sentir como ella se revolvía y gemía, pero con eso no me bastaba. Levanté la cabeza, le mostré tres dedos y le indiqué que los lamiera, ella lo hizo lentamente mientras me regalaba una mirada llena de lujuria. Una vez hecho eso, retomé mi labor anterior, bajé mi mano hasta su sexo y suavemente introduje uno de mis dedos.
- ¡Ahhh!
Comencé a moverlo despacio para que se acostumbre y no le duela demasiado.
- Si te duele mucho me lo dices ¿sí?
Ella asiente y repito el proceso con los otros dos dedos, una vez que se acostumbró, empecé a simular pequeñas penetraciones. Su espalda se arquea, su respiración comienza a estremecerse a medida que voy aumentando el ritmo.
- ¡Haruhi!
Fue lo que gritó cuando alcanzó el orgasmo. Retiré mis dedos y los lamí, ella me miraba respirando agitadamente.
- Como…sigas lamiendo…tus dedos de esa forma…jodidamente sexy, voy a empezar una segunda ronda.
Sonrio al ver que mis acciones la provocan de esa forma. Ignoro su “amenaza” y sigo lamiendo mis dedos de forma pausada.
- Haruhi… - Dice a modo de advertencia. –
- ¿Qué? – Pregunto haciéndome la inocente. –
- Tú sabes bien qué.
Me acerco hasta llegar a su oído y le susurro…
- Te amo Tsubaki.
Ella se estremece, eso no ha cambiado, su oído sigue siendo su punto débil. Sonrio satisfactoriamente mientras veo su rostro todo sonrojado. Entonces me toma de la muñeca, me obliga a pararme y luego me arrastra en dirección al baño.
- ¿Tsubaki?
- Vamos a continuar hasta que ya no puedas pararte.
- ¡¿Eh?!
- Eso te pasa por provocarme sin darte cuenta. Además… - Frena, me da la vuelta y me abraza de la cintura. – ahora que sé que me amas…quiero hacerte todo lo que no puedo hacerte en la escuela.
Retoma su tarea de arrastrarme a la ducha mientras a modo de juego yo trato de escapar.