Murder
Días atrás tuvo un sueño. No recordaba con exactitud de que trataba, sólo recordaba que en algún momento se había visto a si mismo frente al espejo, con la camisa desgarrada, las manos y el rostro cubiertos de sangre.
A pesar de la inquietud que sintió en su interior al despertarse, no era capaz de olvidar la mueca de satisfacción que adornaba su rostro. Aquello era lo que más le causaba horror.
Aquel sueño le persiguió las siguientes semanas. Siwon sabía que algo extraño sucedía con él, sin embargo se sentía incapaz de hablar acerca de aquel sueño con nadie, mucho menos con él. Pero sabía que Siwon no era una persona fácil de engañar.
Se sentía tan ansioso sin saber exactamente porqué. Por largos días pasó cada noche con temor a rendirse al sueño y no ser consciente de lo que acontecía a su alrededor cuando creía estar durmiendo, porque algo en su interior le decía que no podía ser sólo un sueño.
Una mañana despertó en la cocina de su casa. Miró la habitación desorientado pues recordaba haber dormido sobre la cama de su habitación.
Inquieto, miró cada rincón de la habitación en busca de alguna pista de lo que había sucedido durante las horas que suponía estar dormido.
Detuvo sus pasos en seco. Sus ojos miraban desorbitados hacia el fregadero. Con piernas temblorosas y un nudo en la garganta se acercó a mirar con detenimiento lo que ahí había.
Un cuchillo bañado en sangre reposaba ahí. Frente a sus ojos se proyectó el recuerdo de aquel sueño. Su sonrisa ladina y su mirada hambrienta por más.
Tomó el cuchillo entre sus temblorosos dedos y abrió la llave del agua. Refregó con fuerza el objeto tratando de eliminar hasta el último rastro del líquido carmesí. Sus labios temblaban y sus ojos no podían apartar su vista del río de sangre que desaparecía por el desagüe.
Trató de olvidar aquel incidente, atribuirlo a un producto de su desquiciada imaginación, pero el cuchillo seguí ahí, en lo más profundo del último cajón en la cocina, atormentándole.
Una tarde mientras veía las noticias en la televisión, una nota en especial llamó su atención. Se había encontrado un par de cuerpos acuchillados, abandonados a un lado de la carretera, la misma que él transitaba desde casa al trabajo y de regreso.
Sintió su rostro palidecer. Había sido él, estaba completamente seguro. No tenía idea de cómo había sucedido, pero sabía que la sangre que había lavado de aquel cuchillo aquella mañana pertenecía a los cuerpos que se mostraba en la televisión.
El terror se apropió de él. Se negaba a dormir, temía que lo que estuviese dentro de él se apoderara por completo de su cuerpo y dañara a quienes tanto apreciaba. Sus ojos se habían hundido y eran enmarcados por unas ojeras color púrpura. Su descolorido rostro reflejaba su infierno interior.
Siwon fue a visitarle una tarde. Sabía que algo no andaba bien, o más bien, las cosas estaban empeorando. Aún no comprendía que era lo que inquietaba a Kyuhyun.
Llevaba varios días sin verle y el menor ya no se comunicaba con él ni respondía sus llamadas. Entró a la casa para encontrarla silenciosa y aparentemente vacía. Se dirigió a la habitación y entró. Lo que vio le dejó horrorizado.
Kyuhyun lucía demacrado y su rostro miraba desenfocado hacia la pared. Se acercó a él lentamente tratando de no asustarle.
- Kyu…- le llamó. Cuando sus miradas se encontraron, el rostro del menor se desfiguró en una horrible mueca. Trató de tocar su hombro, pero Kyuhyun comenzó a gritarle y a alejarse de cualquier tipo de contacto mientras le suplicaba que se fuera.
Sin embargo, Siwon no cedió. Lo tomó entre sus brazos con la suficiente fuerza para no lastimarle y que no escapara. Pasaron minutos así hasta que las escasas fuerzas del menor se agotaron.
- No quiero hacerte daño- fue lo único que salió de sus labios. Siwon pasó la noche tratando de reconfortarle, pero el menor se negaba a dormir a pesar de que los parpados le pesaban y le costaba enfocar la mirada. Sus labios permanecieron suplicándole que se vaya hasta que por fin el sueño le venció.
Por la mañana ambos despertaron tras escuchar el repetido golpeteo en la puerta de entrada.
El aspecto de Kyu ya no era tan enfermizo cono la noche anterior, incluso sentía un intenso alivio en su pecho al saber que Siwon seguía su lado a salvo y sin ningún rasguño. Sin embargo, al abrir la puerta de entrada sintió que el alma se le caía a los pies.
La policía se encontraba fuera de su casa.
Para sorpresa de ambos, la policía había llegado para hacerles preguntas ‘de rutina’ acerca de uno de sus vecinos.
Aquel que se había mudado apenas un mes atrás. Casi no hablaba con nadie y tenía un aspecto muy misterioso. A Kyuhyun no le había parecido nada fuera de lugar ya que el mismo no solía relacionarse mucho con sus vecinos.
La policía les había comentado que habían seguido el rastro del asesino en las noticias y les había llevado hacia aquel sujeto. Más tarde verían en las noticias los detalles del arresto, entre ellos la cantidad de cuerpos encontrados en el sótano y diferentes armas utilizadas en cada crimen salvo una, pero tras haber encontrado al culpable la falta de un arma no les parecía tan importante.
Kyuhyun no podía dar crédito a lo sucedido. Siwon supuso que había sido el shock de haber vivido cerca de un asesino todo ese tiempo, pero realmente aquello carecía de importancia al menor cuando había creído que él mismo había sido el causante de tantas muertes.
Sintió los brazos del mayor rodear su cuerpo y entonces comprendió que estaba llorando. Se dejó envolver y se apoyó en el mayor. Con lágrimas de alivio confesó a Siwon todo lo que había sufrido aquellas últimas semanas. Su sueño, el cuchillo en el fregadero, todo.
- Sólo fue una coincidencia. No hay manera en la que hubieses sido capaz de hacerle daño a nadie. Debiste hablar conmigo desde el principio.
Kyuhyun asintió y permitió que el mayor le guiara de nuevo a la habitación alegando que necesitaba reponer horas de sueño.
Una vez Kyuhyun se permitió caer ante el necesitado descanso, Siwon caminó a la cocina y rebuscó entre los cajones hasta que encontró el cuchillo. Una vez lo encontró, lo guardo en su maleta de deporte.
Más tarde se desharía de él. En verdad no podía creer que había sido tan descuidado.
(Fin.)